Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

Nunca Digas Adiós - Cristalsif - 18 y 19

Capítulo 18 parte I

Tinta Sangre

El aire es pesado y me duele respirar, incluso golpeo algunos objetos en medio de la oscuridad. Esto me hace notar que estoy en una casa, una casa abandonada y en desuso por el tiempo. La madera desgastada cruje a cada uno de mis pasos y al retirar una cortina desgarrada, un poco de luz de luna, me permite observar lo lánguido y mortecino del sitio en el que estoy. Sillas llenas de polvo y telaraña, candelabros oxidados sobre las mesas ajadas, cuyas patas negras sueltan de a poco alguna clase de carbón. El sitio es una miseria a la vista, pero nada de lo terrorífico de los rechinidos o las cortinas que mece el viento llama tanto mi atención, como el ser en la sombra cuyo rostro no puedo observar.


-Nina...- Es apenas un susurro y después nada.

-¿Cómo sabe mi nombre?- Cuestiono rompiendo de nuevo el abrumador silencio.

-Nina...- Reitera esa voz sin un tono que advierta alguna emoción. Solo que esta vez se pone de pie y camina hacía a mí o eso atisbo en medio de las sombras. Tomo una pose defensiva y centro mi oído en sus movimientos. -No temas- Musita esta vez con dolor y al fin reconozco el sonido que mana desde su garganta.

-¿Natsuki?- Me atrevo a preguntar, pero algo en mí advierte que no seda y es que mi instinto de supervivencia dice a gritos que me aleje. Doy un paso atrás a pesar de todo e intempestivamente los candelabros se encienden, con flamas lánguidas que dan una vista deplorable de mi hermana. Su cuerpo magullado, repleto de heridas, sus labios rotos, su nariz sangrante y una profunda, tétrica herida en su pecho, tan mortal que ningún ser humano podría sobrevivir a ella. Un gritó de terror escapa a mi control y rauda corro a su lado, pero ella no me deja tocarla y me quedo a mirarla con confusión. -Este es mi tormento, no quiero mancharte con él-

-No seas tonta... un doctor... nuestro padre o quien haga falta, ¡Has de morir si te dejo así!- Una mezcla de llanto y pánico delató mi voz.

-Ya no queda nada de mí...- Natsuki me da un intento de sonrisa, que es más una mueca de agonía.

-No seas tonta, te tengo ante mí- Intento sujetar su brazo pero me esquiva, trastabillé dos pasos y al voltear la vista. Una terrible herida en su cabeza y la blanca camisa manchada completamente de sangre es todo lo que puedo ver. ¡Esto no es verdad!

-Ya no hay... una sola posibilidad para mí, solo... quería despedirme- Ladea su cabeza con una sonrisa serena.

-¡No digas eso!- Le grité, dejándome caer de rodillas y tratando en vano de contener las lágrimas en mis manos. Pero la razón me dice simplemente que es imposible verla en pie en ese estado, que ni siquiera ella podría sobrevivir a semejantes heridas.

Se acuclilla a mi lado sin tocarme, sin que yo pueda apagar el dolor intenso en mi interior, la sensación de pérdida, mucho menos mis gemidos o el llanto. -Lo siento tanto... tomé malas decisiones, malos caminos cuando pude haber sido feliz con mi familia, cuando pude haber aprovechado mi tiempo para pasarlo a tu lado, el de Alissa y el de ella...- Sus ojos me miran comprensivos a pesar de la mancha de sangre seca en su rostro. -Te quiero... tanto y pensar que nunca te lo dije- Una gota salada bajó por su mejilla, pero fue absorbida por el polvo y la sangre. -Adiós...- Se pone de pie y camina hasta la puerta, esa que no había visto hasta que los candelabros dieron luz.

Me levanto del suelo, corro hacía ella, paso a través de la puerta y al mirar fuera, cerca de una arboleda aún más tétrica que el interior de esa casa, está ella... ¿Con el uniforme de Fukka? Y un ademán de despedida en su mano. -¡No te vayas!- Intento poner un pie en aquel suelo marchito para alcanzarla, pero antes de tocarlo un abismo tan profundo se hace entre nosotras y como un agujero negro comienza a absorberlo todo delante de mí.

-No vengas...- Susurra mirándome con ternura, dando ella pasos hacia el creciente abismo. Yo me preparo para saltar al otro lado haciendo acopio de toda mi fuerza. -No me alcanzaras... ya no- Salto dentro de la oscuridad y yo al mismo tiempo.

Pero mi cuerpo golpeo contra ese endemoniado suelo marchito, miré en todas direcciones pero ya no quedaba ni el más mínimo rastro de mi hermana. Comencé a golpear el suelo con la esperanza de que volviera a abrirse, pero ese abismo no resurgió en ninguna parte. Destrocé mis manos sobre la tierra, sin alivio, sin paz, ausente de calma alguna. -¡Natsuki!- Grité hasta agotar el aire en mis pulmones, desgarrada mi garganta y mi corazón, mientras las lágrimas caen desde el precipicio de mi barbilla.


Un grito ensordecedor y lastimero me atrae a la realidad desde mis sueños. Me levanto presurosa tan solo para contemplar el escozor en los ojos dorados de mi amada esposa. -¿Nina?- Pero ella se sujeta los cabellos y se mece en la cama murmurando un nombre 'Natsuki' como si fuera un mantra ya muy sabido. Compadezco su agonía y contengo mi propia preocupación por dentro, esta es la quinta vez que tiene ese sueño desde que vivimos juntas y compartimos cama. Mis manos se deslizan sobre la tela de su pijama, en la zona de la espalda, se estremece un momento y voltea a verme. Por un momento no me reconoce, quizás todavía sumergida en esa horrorosa pesadilla. La atraigo a mis brazos y un desgarrador llanto mana de sus labios, mientras yo me muerdo los míos con la esperanza de no delatar la agonía que vivo, cada vez que sus ojos se manchan de lágrimas o dolor.

-No puedo vivir con esta zozobra- Murmura con la cabeza escondida en mi pecho, mientras mis dedos acarician su cabeza. -No sé si es solo mi mente jugándome una mala pasada, si está viva o está muerta... me niego a pensar que lo esté- Siento su agarré tembloroso hacerse más fuerte. Es cruel decirlo pero agradezco un poco poder sentirla simplemente, consolarla es mucho más de lo que puedo esperar de este matrimonio concertado por nuestras familias. Porque somos esposas de título, Nina no ha osado tocarme un solo cabello ni antes ni después de nuestro matrimonio. De nuestra boda va un mes y cada noche me consuelo abrazándola e implorando al cielo que sus sueños sean amables, pero esta vez Kami-sama no me ha escuchado.

-Yo también lo hago... espero que este allí en alguna parte y a salvo- Mentí, es vil hacerlo. Decirle a mi esposa que creo que su hermana continua con vida cuando los hechos han hablado por sí mismos.



-¡¿Cómo es posible que no le dieras tan valiosa información a mi hermana?!- Nina miraba con furia mal contenida a su padre, mientras lo sujetaba por la solapa de su traje. Natsuki llevaba ya 2 días desaparecida y los rastreadores habían sido desactivados un día antes de la boda de Fujino-san por ella misma. Después de la boda a la que nunca asistió Natsuki-san, la última en hablar con ella fue Nao Yuuki-san y estas habían quedado de tratar asuntos importantes esa noche. No evitó un sonrojo al imaginar esos 'asuntos', para ninguna de nosotras es un secreto que ese par tenían líos de cama, dicho de otro modo, eran amantes.

-Hija... procura calmarte, la desaparición de Natsuki no necesariamente implica- Pero Shura-san no pudo completar sus palabras de aliento.

-¡Todo esto es tu culpa Fujino!- Nao se levantó de su silla señalando con un dedo acusador a una castaña silenciosa y acongojada que miraba a través del ventanal. No se inmutó ante la acusación, no superficialmente porque sus puños si se estrecharon con fuerza, hasta hacer pálidos sus nudillos. -Si tan solo no hubieses estado jugando con ella... no se habría marchado-

-Nao...- Una voz parca y muy madura para el aspecto de la joven Mikoto-san, aplacó los ánimos de la pelirroja. -No estamos aquí para buscar culpables... buscamos soluciones-

-Ella tiene razón...- Apoyó Mai, con la misma expresión preocupada que teníamos todos los allí reunidos. -Debemos plantearnos dos opciones, la primera y la que quiero pensar. Es que ella decidió tomarse su tiempo, todas entendemos que hay mucha presión con las incursiones en Sears y aunque hemos eliminado 3 de sus sedes más importantes...-

-¡No lo adornes Mai! Si se ha largado ha sido por Fujino, por su boda y esa estupidez de investigar a su peculiar estilo... si ella hubiera tenido el valor de explicarle sus razones estaríamos aquí riéndonos de la vida y de la mocosa esa con la que se casó falsamente- De todas las presentes aquella mujer ojos verdes, se notaba seriamente afectada por la situación. Y yo agradezco que Alissa-san no esté presente en esta charla.

-Yuuki-san... te aseguro que entre los presentes yo tengo muy claras mis culpas- Por fin se atrevió a hablar aquella castaña, si su rostro no decía nada, estaba claro que en sus ojos había un pequeño infierno consumiendo cada fragmento de su alma. -Estoy tanto o más preocupada que tú, pero no me puedo permitir perder la cabeza, porque entonces no podré encontrarla-

-Siempre con esa máscara... esa maldita careta que nadie sabe romper, salvo ella. Y ni siquiera eso bastó...- Nao desvió la mirada, probablemente ocultando una lágrima. -No es como todos piensan... dijo que hablaría con Yamada, un informante suyo de Fukka... prometió que no haría ninguna tontería y yo le creo- Se mordió el labio ante la mirada sorprendida de todos. -Kuga no se fue huyendo de todo... no es como Mai piensa, puede tener el corazón roto ¡Pero no es de las que se rinde!-

-Nao...- Mai miró con admiración a la pelirroja conteniéndose de ir a abrazarla. Pero Mikoto negó con la cabeza. La pelirroja no está para paños de agua tibia ni consuelos ahora mismo.

-Señoritas, por favor... tenemos a todos los satélites de Zafiro buscando el rostro de mi hija en cada ciudad posible de Japón- Suichiro intervino para calmar los ánimos.

-Yo estoy a cargo de la operación, por favor... confíen en mí- Irina se atrevió a hacer una venía formal como señal de compromiso absoluto. -Si un móvil, una cámara o cualquier otro medio electrónico capta su rostro... 5 segundos después lo sabremos- Añadió con seriedad.

-¡Wong-sama!- Escuchamos la voz de un joven llamado Reito Kanzaki, venía más pálido que el papel. Detrás de él venía corriendo Shion Fujino, peculiar circunstancia de reunirnos en la mansión de su familia para tratar un tema tan serio.

-¿Qué ocurre Reito?- Shura volteó inmediatamente a mirar al joven que había irrumpido, aunque la señora Shizuma estrechó su mano posesivamente al notar la familiaridad que tenía con el muchacho. Que cosas pasa en este lugar ¿Todos con todos o cómo?

Posó sobre la mesa central un periódico algo ajado, y en la primera plana del mismo había una noticia sobre un terrible y extraño accidente. Suichiro-sama tomó el periódico para leerlo en voz alta. -Un insólito accidente deja consternados a las patrullas de vigilancia vial, en la carretera Kujo Dori. La irregularidad del hecho consta de un camión de carga pesada cortado en dos mitades perfectas, como si una espada de magnitudes inimaginables hubiera realizado el corte. Sin embargo también se halló una motocicleta Ducatti Deluxe plateada, destrozada 6 metros más adelante, un casco y huellas de sangre en las latas del automotor. El hecho tiene consternadas a las autoridades, dado que, solo el conductor del vehículo de carga sobrevivió al accidente y su narración sobre los hechos está llena de incoherencias que hacen pensar a los peritos, alguna clase de demencia. Kogure Matsuito se encuentra internado en la clínica psiquiátrica...- La voz de Suichiro se apagó ante la incertidumbre de todos los reunidos.

-Es la moto de Natsuki y solo hay 10 en el mundo- Dijo Shion. -2 en Japón y la mía está intacta en el estacionamiento... así que pensé- Los ojos del muchacho estaban desorbitados, así como todo él desaliñado y el llanto asomaba en sus ojos carmín.

El silencio más pesado llenó el lugar. -La zona aún debe estar cercada por la irregularidad... podemos ir- Me atreví a decir.

-Erstin tiene razón- Apoyó Nina.

La multitud aprovechó los numerosos autos en el estacionamiento, Suichiro-san realizó una serie de llamadas rápidas y al llegar, teníamos ordenes de registro y toda clase de permisos legales para incurrir. El mismo director de la policía de Kioto había dado la orden. Sin embargo nadie imaginó lo que veríamos al llegar. El sitio parecía un campo de batalla, marcas de disparos, espacios carbonizados, llantas quemadas. El auto partido en dos como si fuera de mantequilla, una mancha de sangre en las latas y el suelo. Así como la moto que... Suichiro-san reconoció inmediatamente. Todos de pie vimos como cayó al suelo preso de la angustia, Shura-san contuvo un grito y abrazó a su legalmente esposo por la espalda. Mi Nina, ella simplemente se estrechó los dedos en la cabeza como quien desea arrancarse el pelo. Todos éramos una mezcla de caras llenas de incredulidad y dolor.

-¿Dónde... dónde está Natsuki?- Shizuru-san, ella enloqueció un momento cerca de la mancha sanguinolenta, como si en el fondo el aroma único de su amada le hubiera llevado hasta ese punto en particular del desastre. Shion la sujeto por la espalda, mientras el llanto y la agonía destilaban en sus gemidos. En sus imaginaciones, esas que te dice el corazón... que advierten la gravedad y la crueldad de la realidad.

-¡No la toques!- Gritó Suichiro antes de permitir que la castaña corrompiese la muestra o la escena. -Hay que... verificar esa sangre a quien pertenece- Más llamadas y un equipo especializado de Garderobe, sacaba cabellos, muestras de sangre y ADN. Moldes de las latas torcidas por lo que parecía un gran golpe. Fragmentos de un raro metal, carbón y demás cosas que, más les hacía parecer un grupo de especializados forenses de CSI.

Al día siguiente, nos reunimos nuevamente y los científicos dieron su informe. Era la sangre de Natsuki, era su cabello, había fragmentos de su ropa, disparos incluso de su arma como si hubiera dado pelea. No se explicaban como terminó partido en dos el vehículo. Pero según su análisis, Kuga había impactado de forma muy violenta contra esas latas deformadas de la parte externa del contenedor y por la altura del impacto el golpe fue en la cabeza. De allí manó la sangre, por ende ella tendría una grave herida craneana, y la sangre en el suelo no había goteado desde la lata, sino más bien desde su cuerpo, una vez y posiblemente se desplomó en el suelo. La conclusión era evidente, aun sin cuerpo en la escena... la fuerza del impacto en el metal, era equivalente a una muerte segura en un ser humano.

-Pero ella sana a una velocidad...- Atisbó una esperanza el progenitor, como si la vida se le fuera en ello.

-No sabemos cuan rápida era su capacidad de regeneración a nivel neuronal Blan-sama, su capacidad curativa es muy veloz a nivel muscular, pero el tejido cerebral es mucho más... complejo- Apuntó la única mujer en el grupo expositor. Ella era especialista en Neurología. -Incluso para ella una contusión de tal severidad podría... ser fatal y hay algo aun peor, según nuestra teoría...- Apagó un poco la voz, dudo incluso en seguir.

-¡Hable de una maldita vez!-

-Nina...- Se me escapó su nombre entre los labios pero ella ni siquiera me escuchó.

-Le dispararon de frente... a quemarropa, al menos a un metro de distancia, encontramos un cartucho coincidente. La bala probablemente impacto a la altura del torso o la cabeza y ella cayó de espalda por la fuerza del impacto- Dijo el experto en balística.

-¡¿Cómo diablos saben tanto?!- Cuestionó Nao, al ver la forma tan técnica en la que estaban diciendo que alguien mato a nuestra amiga. Ciertamente cabrea y mucho.

-La mancha en el suelo... si tienes una herida en la parte de atrás de la cabeza y caes boca abajo, la sangre tiene que recorrer el cuello o su cabello y gotear. Pero si caes boca arriba, salpica y la mancha es más amplia- Volvió a hablar la mujer del trío de especialistas.

-Pero, la ropa de tejido de araña es un antibalas natural- Dijo esperanzada Shura-san.

-Me temo que los pequeños fragmentos de tela encontrada, eran de algodón y poliéster... tenía ropa común- Afirmó el último de ellos. -Además hay evidencia de que alguien levantó su cuerpo y fue movido de allí, encontramos gotas y salpicaduras... por lo que de no ser tratada con prontitud la hemorragia tanto por la bala como por el golpe...-

-¡YA BASTA! Ella... ella no puede estar muerta... ¡No puede!- El gritó amargo y desgarrador no pudo provenir de otra que Shizuru-san. Devastada es poco para decir el dolor y agonía que mostraba el rostro de aquella mujer. Yo misma contenía un gemido, aunque el llanto ya había escapado hacía largo rato, observaba impotente a los allí reunidos. A Fujino tuvieron que sedarla, cayó inconsciente en los brazos de la madre, mientras los puños, caras desviadas, la zozobra y el mal presentimiento de todos eran palpables. La esperanza se escapaba entre nuestros dedos antes la irrefutable ciencia expuesta. La pregunta era ¿Quién tiene a Natsuki? Ya sea su cadáver o a ella malherida y dios quiera que bien atendidas sus heridas.

La semana corrió entre los barridos que hicimos en morgues y hospitales, centros legales e ilegales. Sondeamos la zona y ampliamos la búsqueda a todo el país, los satélites no han dejado de funcionar un solo día. Pero ya van casi 2 meses y medio desde el incidente sin tener rastro de ella. Los señores Nakamura e Ivanosky han buscado en Sears algún registro pero nada. El tal Yamada se unió a la búsqueda en los bajos fondos, Sakomizu-san del mismo modo entre los buenos miembros del primer distrito y tampoco ha habido noticias. Nosotros continuamos atentando contra los centros y laboratorios de Sears, para erradicar fábricas de Slave y no he de negar, que en cada oportunidad hackeamos las redes con la esperanza de encontrar algo pero... ninguno de los frentes ha dado resultado alguno. Incluso Shizuru-san que ahora está a cargo de la corporación Margueritte ha estado investigando, ya se la considera un puente clave entre los negocios ilícitos de la corporación y Sears... Está claro que para esto ha tenido que sacrificar todo contacto o relación con nosotros, debe estar más sola que nunca. Pero lo ha considerado necesario para poder escalar rápidamente la confianza de los altos directivos, no precisamente los más honestos.
Por otro lado, aunque el matrimonio de Fujino-san sea una mentira, va más viento en popa que el mío. Los medios no paran de alabar los beneficios que ha suscitado la unión.


-Haberla encontrado... solo para perderla- Volví mi atención sobre mi amada Nina, sus sollozos vuelven a inundar nuestra habitación y una lágrima silenciosa baja por mi mejilla.

Estoy desesperanzada por Kuga, deseando matar con mis propias manos a aquel o aquella que le hizo tanto daño a mis seres amados. Porque el sufrimiento que he visto este tiempo en la cara de todos, es algo que no alcanzó a describir con las palabras. No puedo perdonarlos, ¡No puedo! ¿Cómo han podido arrebatar la vida a Natsuki? Aquella mujer que me ha defendido el día que la he conocido, que me ha sonreído gentil y apoyado mi sentir por su hermana menor, por mi amada Nina. Aunque yo, no he podido declararle mi amor, aunque nuestro matrimonio aquel día parecía más un velorio que un momento de alegría. Natsuki... si supieras la falta que nos estás haciendo a todos... si alguien hubiera leído la tragedia tras la boda de Fujino-san con Margueritte, si lo hubiéramos evitado... hoy estaría de camino a algún recóndito lugar del mundo, con una Nina diligente y valerosa, dispuesta a defender el mundo. Ahora, solo tengo a una chica sin espíritu, luchando como un robot y con más odio que amor por la vida. Duele... duele tanto no alcanzar para mitigar aunque sea un poco su pena.

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Otra noche en vela, con una luna menguante en el cielo. Una que se antojaría tan hermosa otro día y que hoy solo me recuerda la causa de mi pena. Esto que hago, estoy mirando sin mirar las estrellas desde el Penthouse de Suichiro. Maldito rico podrido en dinero. Un edificio entero, con la mejor vista de la ciudad y nos los viene a dejar a la orden del día, cuando ya ni el lugar más lujoso o andrajoso importa. Desde lo que pasó, ni Mai, ni Mikoto o yo, hemos tenido el valor de volver a ese apartamento. Allí una espina nos enerva y envenena desde dentro, porque es un sitio tan plagado de recuerdos que no hay valor para tolerarlos. Yo misma no me siento igual, ya no me río o hago bromas a la gente, después de todo... la persona con la que solía pelear, discutir y hasta sentir, ya no está. ¡Baka! ¡Bakaaaa! ¡BAKAAA! ¿Por qué no cumpliste esa estúpida promesa? ¿Tanto te costaba dar la media vuelta en esa moto del demonio y jamás haber chocado o lo que sea contra ese camión? Te hubiera hecho lo que quisieras esa noche, me hubiera doblegado sin remilgos y hasta ternura te habría prodigado... hasta te hubiera amado. Maldita idiota, mujer de pocos estrógenos, tempano de hielo y... y... la única imbécil que me entiende. No me importa lo que piensen... si te amo o no te amo Kuga. Solo sé que no estás aquí y me está doliendo, de forma tan insoportable que no me halló a mí misma. Parezco un maldito león enjaulado.

Alguien llega a mi lado y yo procuró limpiarme las lágrimas con la manga del abrigo. Pero me vale ¡Rayos todo! Incluso tú maldito Invierno y maldita Navidad ¡La has hecho buena Kuga! ¡Te has tirado la primera navidad que iba a pasar con mi madre! Todo es culpa tuya, o de ella... ya no sé a quién culpar.

-Va a resfriarse, tiene las constantes cardíacas muy aceleradas y con una probabilidad del 40% va a darle fiebre- La mano de aquella mujer peli plateada se posó en mi frente haciendo las veces de termómetro.

-En mi mundo saludábamos antes de dar un parte médico... Miyu- Lo que me faltaba, que una maquina andante venga a aguarme mi soledad.

-Nao estaba llorando...- Siempre esa voz sin emociones. ¿No es un poco obvio mujer androide? Pero ella que va a entender estas cosas... para eso tendría que sentir algo.

-¿La mocosa está dormida?- Cambié el tema, malamente la fui yo a meter... la pata quiero decir.

-No hable así de la señorita Alissa- Una sutil mueca, unas milésimas de enfado en su cara y creí que iba a sacar esa espada de alguna parte de su mano, pero no... simplemente tomó asiento a mi lado.

-Está bien... no le diré a la 'señorita Alissa' mocosa, aunque lo sea... es una niña. Podrá siempre parecer sombría pero...- ¿Qué hago yo explicándole la lógica emocional humana si ni me va a entender? -Olvídalo...-

-Alissa... esta triste, igual que Nao por Natsuki- Miyu levantó la vista al cielo y por un instante, esto la hizo ver un poco humana. Y no es raro que lo piense, pero ella... hubiese sido una mujer muy bella de haber nacido por los medios tradicionales. De hecho si se la mira de lado tiene unas facciones muy lindas, su cabello siempre de un lacio perfecto y ese brillo a la luz de las farolas... luego esa increíblemente bien dotada pechonalidad. Se antoja un bocado exquisito... ¿En qué rayos estoy pensando? ¿Tan necesitada ando sin Kuga para andarme fijando en una androide?

-¿Qué pasó con el señorita?- Avisté pronto la ausencia del apelativo.

-Alissa me ha ordenado no usar Keigo con ella... corrección, me lo ha pedido- ¿Es un sonrojo lo que veo? Seguro son impresiones mías. Debe ser un termostato o que se yo.

-Pero te cuesta ¿he?-

-El porcentaje de error es del 2%-

-Bueno, para decir que te has equivocado no necesitas números como esos de por medio... te hace parecer muy...- ¿Cómo decirlo sin herir la susceptibilidad de ella? ¿Cuál susceptibilidad Baka?

-Robot-

-Yo iba a decir algo más amable... pero ya que lo has dicho tú y no yo... mmm-

-Le da demasiado peso a la verdad... a diferencia de las personas, a mí no me afecta lo que piensen de mí- Su risa. Bien podría decir que acabo de lograr un milagro que supera toda frontera científica... Nahhh, capaz que ese tal Nakamura le ha puesto nuevas habilidades a esta mujer, si es toda una caja de sorpresas. No sé porque, al final me he unido a su risa... es después de todo, un sonido muy bello.

-He... Yuuki...- La voz parca de Mai interrumpe, siento los ojos lila de la pelirroja machacarme, despellejarme y de ser posible matarme 100 veces antes de verla sonreír a Miyu -Hola Miyu- ¿Ahora que hice? -Tenemos un nuevo objetivo... empaca Nao, porque nos largamos a china- Se dio la media vuelta, pisando fuerte y resoplando como una fiera. ¿Será que está en sus días? ¿o que Mikoto todavía no ha superado lo del video de Tomoe? En fin.

-Es hora de irme... nos vemos a la vuelta Miyu, cuida de Alissa mientras no estamos- Realmente no quiero que el fantasma de Kuga venga a reclamarnos por no cuidar bien de su hermanita pequeña. Me levanté sin muchas ganas, pero eliminar laboratorios y disparar un poco, no me vendrá mal. Creo que todas estamos deseando un poco de acción.

-Con cuidado... Nao- Me paralicé un momento, su voz... es imposible que este realmente preocupada por mí. Está programada por y para Alissa, esa es la verdad. Que afortunada es esa infanta de parvulario.

-Claro claro...- Me despedí con la mano, antes de tomar el ascensor a mi piso, para empacar que una muda de ropa y los implementos de higiene. Total, no es que estemos saliendo de vacaciones.

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Verifico la computadora con parsimonia, encontrando algo que me sea de utilidad mientras en el fondo de la casa, en el cuarto matrimonial, se oyen abruptos gemidos de placer. El narcótico está obrando maravillosamente y en la retorcida mente de Margueritte, sus fantasías más perversas tienen lugar. Tengo toda la noche para investigar a raíz de ello, dado que tanto el cuerpo como la mente de ella estarán tan agotadas, que pasado el efecto, un irremediable sopor le llevará al mundo de los sueños. Yo respiro porque no tengo otra opción, sigo aquí buscando un dejo de esperanza que avive el alma muerta en mi interior. Desde el día de mi boda falsa, Kiyohime se apagó en mi mente como si nunca hubiera estado en ella, como si aquel fuera el presagio de la tragedia que vino días después. No tengo otra opción que evitar pensar en ello o volveré a desmoronarme, a enloquecer.

'Las gemas del cristal oscuro, tienen 6 caras, pero también pueden pulirse en tamaños diferentes, desde óvalos, hasta pequeños fragmentos que adornen, collares, anillos y pendientes. Es indispensable que en la fundición del metal, se deje una punta expuesta en la cercanía de la piel del propietario. De este modo un inyector instalado en los cristales, podrá perforar la piel de portador, alimentando con sangre la prenda. El piquete será casi imperceptible e indoloro... y activará el sello así como la invocación. Sin embargo, el tamaño disminuirá seriamente el uso del cristal... causando que el Slave sea convocado con facilidad pero no así controlado. Atacará todo cuanto tenga a su alcance, destruyendo un radio aproximado de un Kilómetro...'

Leí con espanto tales aseveraciones. Revisé el archivo una y otra vez, para asegurarme de que mis ojos no me traicionaban. Pero tal cual se dijo la primera vez, era real cada palabra. Busqué con esmero el creador del archivo. -Siglas I.K.- Tamborileé con los dedos sobre el escritorio ¡Eso no me dice nada! Mordí mis labios conteniendo un gemido de frustración.

Continué buscando registros dentro de la Corporación, apuntes y demás. Después de todo es la computadora de Riota ¡Debería encontrar algo! Algo que mereciera la pena por el terrible precio que he pagado. ¿Pero qué cosa tendría tanto valor para compararse a mi Natsuki? Nada, esa es la dolorosa verdad. Un nombre en mi pantalla atrae mi atención y me aferro a él con la intensión de no permitirme llorar un mar. Porque una vez empiece a llorar, no habrá nada ni nadie que pueda detenerme.

'Tipos de cristales Oscuros...
Cristal Negro: La forma más básica de control y con un costo de fabricación equivalente al de un revolver, varía con el tipo de cambio dado que sus materiales son importados. Solo permite el control de un Slave tipo D y C.
Cristal rojo: Capaz de controlar a dos Slave, su fabricación es considerablemente más costosa y difícil. Requiere dos sacrificios sin vinculo sanguíneo. Es de alta gama y permite el control de Slave tipo B
Cristal Azul: Fase experimental, aun no se encuentra el portador apto. Solo ha sido posible fabricar uno y en condiciones imposibles de reproducir. Se desconoce el número de Slave que puede invocar, así como sus propiedades en batalla. Se proyectaba una capacidad de Slave tipo A'  No es comercializable, proyecto desechado.

¿Qué rayos? ¡Esto parece un maldito informe de gerencia! Llevo semanas buscando sin encontrar la maldita debilidad, o el modo en que será realizado el ataqué a escala mundial. Todo parece un endemoniado rompecabezas y aún faltan tantas piezas. Cierro la computadora, creo que necesito aire fresco y los gemidos de Tomoe, sumados a su forma de pronunciar mi nombre no son lo que yo llamo un sitio apacible.

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Había decidido tomar un paseo y un momento después estaba de pie, en la entrada del edificio que ellas solían habitar. Subí por el ascensor recordando la última vez, aquel día en el que su mano me llevó gentilmente a su casa, a su habitación y yo, cobardemente no pregunté aquello que realmente deseaba saber. Las puertas del ascensor se abren y uso la llave que me entregó Mai antes de despedirnos esa tarde, allí donde no volvería a verlas por la seguridad de mi infiltración. Una vez dentro me doy cuenta que el sitio se mantiene detenido en el tiempo y el polvo sobre las mesas da a entender que nadie ha venido por aquí en estos meses. Sigo el camino que conozco hasta esa puerta con detalles azules y plateados, poso la mano en la perilla y un rechinar de las bisagras me abre paso al santuario de mi amor.

Nada más entrar, su aroma que todo lo llena acaricia mi nariz. Me estremezco temblorosa intentando respirar profundamente, con pasos que me llevan a su cama perfectamente ordenada. -Pensar... que eras un desastre en el quehacer...- Deslizo los dedos por su almohada, con el pulso titilante y la amargura a flor de piel.
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-Ara, parece que en el cuarto de Natsuki hubiera acontecido una batalla campal- Empezaba a recoger algunas prendas de ropa para doblarlas y poner un poco de orden.

-Shizu...ru- Esa carita de cachorrito abandonado siempre sabía ablandar mis regañinas para ella. Su mano detuvo mi labor. -Yo no quiero ser una molestia para ti... prometo tenerla ordenada la próxima vez- Ladeaba la cara sonrojada. -Verás... que si hubiera sabido que venías, entonces...-

-Mi Natsuki nunca sería una molestia para mí- Sonreí enternecida por su preocupación pero también entendía que estaba incordiando con mi sorpresiva visita. -Lo lamento, no me di cuenta que he sido inoportuna-

-Yo... yo no quería insinuar eso... err puedes quedarte todo el tiempo que quieras, tú... tú nunca eres inoportuna- Comenzaba a ponerse adorablemente nerviosa. -Es más, ya está un poco tarde y mañana no tenemos clases... ¿Qué te parece si te quedas aquí?- Chocaba la punta de sus dedos sin atreverse a mirarme y esto solo incrementaba mi sentir por ella.

-Ara, ¿Eso significa que mi Natsuki quiere que me quede a dormir esta noche?-

-Si... err quiero decir- Muy pronto se dio cuenta del embrollo y fue incapaz de hablar.

-Natsuki no tiene de que preocuparse, yo dormiré en el sofá-

-¡De ninguna manera! Tú dormirás en mi cama-

-Ara, no imaginaba que Natsuki quisiera hacerme esto y aquello... ¿No es un poco precipitado? Ni siquiera somos pareja- Me fingí sutilmente apenada y hasta recatada.

-¡Shizuru!- Amar cada facción de su rostro y divertirme no tan secretamente con su sonrojo, ahora en la máxima expresión del tomate asesino. Es uno de esos pequeños detalles maravillosos de la vida.
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Tomé asiento en la cama con un terrible nudo asechando mi garganta, cerré los ojos queriendo detener el diluvio, pero sabe el cielo que no puede darse reversa a una tormenta. El llanto silencioso ocupó mis respingos dolorosamente, descargando en cada gota un poco de la inmensa pena acumulada aquellos meses. Siempre está en todo lo que puedo ver y es masoquista el permitirme irrumpir en este lugar tan lleno de ella. De mi amor ausente, la diosa de gemas esmeralda, mi dulce Natsuki y la vez mi gélida doncella. Estoy viviendo de su recuerdo, que como un arma de doble filo me da aliento para seguir, pero al mismo tiempo me taladra inmisericorde con la idea de no verla nunca más. Sobrevivo de la zozobra y la esperanza de volver a verla, de sus sonrisas, sus abrazos... de todo lo que por propia voluntad me privé de disfrutar.

Quería destrozarlo todo, arrancarla de mi mente y de mi corazón, porque se fue sin más... porque sus promesas quedaron abandonadas con la fatalidad de este destino. ¿Pero con qué derecho podría hacer tal cosa? Ninguno. Miré el techo y estreche su almohada contra mi pecho, deseando como loca poder percibir algo de ella y tener algún inmerecido consuelo. Gemí, lloré revolcándome en su cama como la intrusa que era en aquel sitio, buscando algo que no he de encontrar en el que fue su pequeño refugio. ¿Cómo podría merecer siquiera estar aquí? Porque yo, dejé de serlo el día que le di la espalda siguiendo mis propios planes. Juré y empeñe mi alma en la tarea que hoy tanta desdicha me trae.

-Te odio...- Susurré en cuanto pude encontrar mi voz... -y te amo- Repetí mis propias palabras como si en alguna parte ella pudiera oírme. ¿Es que no he aprendido que sin ella la vida no tiene sentido? Que mis empeños son en vano y en el fondo de mis más oscuras emociones, solo estoy deseando que el fin de este mundo llegué pronto, para dejar de respirar este aire que quema y no sentir esta presión tormentosa cada segundo. Maldita garfa de la muerte que atenazas en mi pecho lo poco que queda de mí. Para que albergar la esperanza de encontrarla al otro lado de esa puerta que... que podría alcanzar con un solo paso. Me levanté de la cama abrumada por la ocurrencia ¿Y si apresurara esa posibilidad?

Por toda respuesta un tintineo de algunas campanillas en su ventana, me estremeció. Bajé la vista apenada, si mi Natsuki me viera contemplando la posibilidad de un suicidio. Me detestaría tanto más por desperdiciar sus heridas, su dolor y su sacrificio. Ese “Te protegeré...” tácito siempre en sus actos y palabras. Me dejé resbalar hasta el suelo de rodillas, sin poder detener el llanto ahogado y en vano retenido por mis manos. -Natsuki... esta es tu forma de castigarme ¡¿Condenándome a vivir sin ti?!-

-“Por tu maldita soberbia”-

-¿Ki..Kiyohime?- Su voz, siempre presente para molestar y censurar mis banales comportamientos... por primera vez aliviaba un pequeño fragmento del pesar que estaba sintiendo.

-“Levanta la cabeza y mira frente a ti”-

Obedecí solo por temor a no oírla de nuevo, a sentirme a un más sola en mi agonía. Mis ojos se abrieron casi a punto de abandonar sus cuencas y mis labios separados sin decir nada, sin siquiera pensar. Frente a mí había un retrato, uno en el que estábamos ella y yo en una foto. Ni siquiera sabía que tal foto nos había sido tomada, yo la abrazaba por la espalda y en aquel momento por mi posición ignoraba cual era la expresión de mi Natsuki, gracias a ese retrato al fin he sabido que ella estaba sonriendo.

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Los tenues rayos del sol se colaban por la ventana de aula de consejo estudiantil, frente a la ventana y de pie contemplaba el campus, en el que pasé los años más amargos pero también dichosos de mi vida. Tantos momentos vividos e imborrables junto a las Hime, a quien secretamente les tomé algo de aprecio y mi Natsuki, mi amada princesa del hielo. Suspiré profundamente, si tan solo tuviera una mínima esperanza contigo, tan poco me valdría el peligro que ahora se cierne sobre mí, a raíz de mis terribles acciones en el carnaval y de las que no me arrepiento. Me quedaría solo para hacerte compañía, pero eso es egoísta de mi parte. No te dejo ir, no te dejo caminar sin mí y solo estoy haciéndome más adicta a tu presencia, corro el riesgo de no ser capaz de hacerme a un lado cuando alguien más ocupe tu corazón de la forma que yo jamás pude lograrlo. No, no soy capaz de quedarme a verlo, me muerdo los labios avivando el monstruo de los celos con ese mísero pensamiento que a modo de consuelo hago parecer tan lejano.

Había llegado más temprano que de costumbre, solo para disfrutar un momento de soledad y aclarar mis sentires. Sobre mi mesa estaban las numerosas cartas de amenaza que habían llegado a mis manos con remitente desconocido. Soy una persona con una correspondencia numerosa y aunque muchas personas en el anonimato me remiten sus declaraciones románticas, siempre leo sus cartas por respeto. Entre ellas y sin saber el remitente, un mes después del carnaval comenzaron a llegar notas, primero sutiles en las que se murmuraba algún tipo de confabulación, un accidente u otros medios que hicieran ver una ausencia de mi parte como algo meramente fortuito. Me puse alerta y a riesgo de todo dejé que mi relación con Natsuki se convirtiera en una bellísima amistad, si no fuera porque su solo aroma, o la más leve caricia causaba una sed insaciable de lujuria y abstinencia. Use todo mi auto control para seguir siendo la persona que fui antes de todo ese embrollo, pero las amenazas incrementaron en mi contra, cada vez más audaces y confiadas... hasta que un día, las palabras “Vamos a eliminarlas una a una... monstruos de Fukka y a ti demonio de ojos rojos... te arrebataré lo más querido” -Natsuki- Su solo nombre escapó de mis labios, preso de angustia. Jamás la pondría en riesgo, ¡Jamás!

-¿Me esperabas?- Esa voz grave de un tono que se antojaba extremadamente sensual me sacó de mis cavilaciones, obligándome a girar mi cuerpo elegantemente, sujetar mi melena castaña para que el viento no la arrebolara en demasía y mirar en dirección de la puerta. Allí estaba esa ninfa de cabellos negros, y esmeraldas en sus ojos, la más sincera sonrisa manó de mis labios y con ella mis preocupaciones fueron postergadas.

-Ara, me parece que mi Natsuki es cada vez más madrugadora, a este paso será un manojo de virtudes-

-¡Oi! Yo... yo he cambiado y lo sabes... así que no me vengas con eso ¡Me haces parecer un ogro!- Desvió la mirada delatando en su cara azorada, la timidez momentánea que hacía saltar mi corazón. -...Algo bueno de ti se me tendría que pegar tarde o temprano... o eso dice Mai-

-Ese es todo un halago, si es mi Natsuki quien piensa que eso es bueno-

-Como sea...- Desvió el tema con rapidez, conoce bien el hilo de mis palabras y sabe que probablemente haré una broma, pero hoy no me siento con fuerza para ello, no cuando sé que voy a dejarla ir o más bien, seré yo quien me vaya. -Vine a ver... si tal vez...-

-¿Si?-

-¿Quieres... tomar el almuerzo conmigo? Ya sabes si no tienes reuniones o algo así- La enternecedora expresión de mi amada causo un brinco en mi pecho, un sentir de alegría que asomó como una sonrisa sincera en mi rostro.

-Ara... Mi Natsuki sabe que yo siempre tengo tiempo para ella...-

-¿Eso es un sí?- Asentí con la cabeza a su pregunta, sabiendo que en el estado de tomate asesino ella no piensa con tanta claridad. -Entonces nos vemos a las 12... en el lugar de siempre-

-Ahí estaré...- Musito antes de despedirse con la mano y salir por la puerta ante mi atenta observación.

A la hora pactada nos encontramos en aquel lugar que fuera testigo de nuestras primeras palabras, de las miradas secretamente amorosa que le di y de las muchas veces que supliqué a los dioses algo de paciencia para ser capaz de vivir a su lado solo como una amiga. Tomamos asiento a la sombra de un gran árbol, con el pequeño inconveniente de haber olvidado las bebidas que acompañaran nuestros alimentos. Me ofrecí amablemente a ir por ellos, aunque Natsuki se negó un par de veces. Sin embargo era una diligencia que debiera hacer yo, dado que por las preocupaciones del día tuve ese olvido. Algo tan impropio de mí, sobre todo si es para con ella siempre habré de desvivirme en atenciones, si el regalo final es una de esas escasas pero dulces sonrisas.

Hice la diligencia yendo a la cafetería, un refresco de té para mí y otro de cola para Natsuki, realmente tengo que negociar con ella su adicción a la cafeína. Aunque probablemente sea una causa tan perdida como la que tengo contra su preciada mayonesa. Al volver noté que mi amada estaba acompañada y a paso presuroso me acerqué, solo para con calma notar que Chie estaba cerca en la grata compañía de Aoi. Mencionaban algo con respecto a la participación de mi Natsuki en las pruebas de atletismo, el solo imaginarla con una indumentaria deportiva y el ajuste de las prendas a su piel, hizo invadir mi rostro de un culposo sonrojo. Sin embargo, al escuchar más de cerca la plática que tenía lugar, una ola irremediable de celos me invadió en cuanto percibí como la castaña de mirada picara se desvivía en halagos para mi Natsuki, robándose por tanto una de esas sonrisas que ahora, fluían con más naturalidad. Ardí, dolorosamente sabiendo que mi esmero daba frutos a otras personas, que otra persona será la que coseche mis esfuerzos en un ámbito romántico con la pelinegra de mi corazón.

-Kaicho...- Apeló a mi titulo la colabora chica del periódico escolar.

-Aoi-san... ha sido una grata sorpresa encontrarlas aquí...- Cualquier muestra de dolor en mi rostro fue enmascarada por una sonrisa tranquila, muy contraria a la tormenta que asolaba a mi alma con sus crueles inseguridades. -De este modo Kuga-san no lo ha pasado tan solitaria en mi ausencia- Natsuki giró su bello rostro para verme, con una clara muestra de contrariedad que no comprendí.

Entregué el refresco en las manos de la deportista, y un tenue roce entre nuestros dedos causó una corriente eléctrica en mi cuerpo que supe disimular serena. Tomé asiento en el lugar donde mi obento aguardaba y sin el ánimo de crear conversación, me dispuse a consumir mis alimentos. La charla prosiguió entre Chie, Aoi y mi Natsuki. Estuve totalmente fuera de contexto y esa molesta sensación de no contar con privacidad así como la atención de ella, taladraba por dentro a mi yo posesivo.

-Kuga-san podría posar para una foto... sería adecuado para el periódico y nuestro concienzudo reportaje- Solicitó cordial Chie. Por toda respuesta, mi amada pelinegra se puso de pie para posar con los brazos cruzados, fue algo insólito que terminó por agotar mi paciencia. Con un movimiento rápido y antes de que el flash de la cámara gravara para siempre el recuerdo de aquel momento, me encontré a espalda de mi Natsuki y con un firme abrazo por su cintura. Mis manos se aferraron a ella, mi barbilla se apoyó en su hombro y mi sonrisa afloró en el justo momento que la foto fue tomada, guardando en ella para la posteridad, ese instante maravilloso junto a ella.

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-Nunca imaginé que... le solicitara una copia a Chie-san- Susurré más para mí que para Kiyohime, aun incrédula, sujetando el retrato entre mis manos. Volví a mirar con detalle la fotografía, mi abrazo a su espalda, el bello sonrojo y esa sonrisa dichosa, nunca antes vi semejante brillo en sus ojos verdes... -No lo notas todavía ¿Verdad?- Negué con la cabeza como si mi alter ego pudiera verme, en realidad me sentía. -Su sonrojo delata que sintió tu presencia y pudo retirarse de la foto si lo hubiera querido... Shizuru, has estado tan cegada por la idea de su rechazo, que no viste que Natsuki Kuga ya correspondía tus sentimientos en ese momento, aún si ella no lo supiera o lo admitiera en voz alta... comenzó a brillar por ti y para ti, aunque de su luz se irradiara los demás, tú eras la fuente de esa sonrisa perfecta-

Aquellas palabras fueron como una daga atravesándose en mi corazón, como una carga extra sobre mis hombros y un gemido de dolor ahogué en mi garganta mientras abrazaba con vehemencia la fotografía. -¿No ves que ya no puedo soportar más culpas? ¿Por qué me torturas de esta manera Kiyohime? Si ella ya no está, solo agravas mi dolor al hacerme saber que soy yo la única culpable-

-Somos dos personas distintas pero tan parecidas Shizuru, estamos unidas por un sentimiento común. Yo soy tan vengativa como tú y tenía que hacerte sentir mi agonía, conjugada a este sufrimiento inconmensurable...- Su voz se me antojaba rencorosa, y su enojo estaba claramente dirigido a mí. -Haríamos cualquier cosa por tener a Natsuki y tú renunciaste a esa promesa en el momento que afirmaste a Tomoe, pero ahora es momento de actuar...-

-¿A qué te refieres?- Cuestioné limpiando el llanto, en mi vano esfuerzo por detener una cascada en mi cara.

-Solo observa el anillo en tu dedo... la prenda del corazón de la princesa del hielo- Ordenó imperiosa, con su voz etérea en mi cabeza y al mismo tiempo en mi corazón. Observé mi mano, solo para notar que el Zafiro incrustado en el lobo plateado, mostraba una tonalidad translucida como la de un diamante, como si fuera hielo.


Capítulo 19

Tinta Sangre II

La noche más oscura se cernía sobre las calles de la tierra del sol naciente. Las sombras eran escurridizas, y mutaban a la menor variación de luz en las farolas, sin embargo muy lejos de aquel cotidiano paraje, lleno de casas reducidas en tamaño, se llevaba a cabo un operación de alta importancia para la seguridad del mundo y de aquellos pacíficos habitante de la ciudad de Xinjiang. En lo alto del cielo nocturno, donde el viento cede al filo del metal y la velocidad del imponente Jet de Garderobe, un grupo armado y listo para llevar a buen término su misión, acomodaba la indumentaria y el equipo indispensable para minar las instalaciones de Sears. Pero aquella imponente edificación a unos tantos kilómetros, escondida en el follaje de los árboles, así como su verdadero trasfondo en la profundidad de la tierra, fue para la ocasión un reto superior a los que hasta el momento ha afrontado el escuadrón Otome. Los ánimos caldeados, tanto como la notoria ausencia de la líder habitual de grupo, menguaban las posibilidades y el espíritu de lucha. Por tanto la planeación realizada para la infiltración había sido mayor en esta ocasión y vía satélite se hacía un seguimiento completo.

Nina Blan de Ho la ahora líder del escuadrón revisaba sus armas con parsimonia, mientras las demás evitaban por todo medio un tema de alta fibra sensible en la camaradería fragmentada del grupo. Nadie, ni por asomo haría mención del nombre de la anterior líder y querida amiga, todas ellas tienen cuentas que saldar en este asedio.

-Preparen sus paracaídas...- Ordena la pelinegra, cerrando los broches de seguridad con previa revisión, acomodando sus armas en su ropa y poniéndose los lentes protectores para tolerar las ráfagas de viento que seguramente las esperaban fuera de la aeronave.

-¿Realmente era necesario saltar?- Cuestionaba nerviosamente Mai, acomodando como recordaba según la instrucción, donde debía ajustar las cintas de seguridad. Ya casi olvidaba que primero se tira del cordón corto y luego del más largo, o eso había entendido.

-¿No podíamos incursionar del mismo modo que las veces pasadas?- Se unió Nao al cuestionamiento, a ella le era tan fácil seducir a las personas que los pases de cortesía a Sears estaban garantizados.

-No lo puedo creer...- Negaba la joven Blan con la cabeza. -Mai-san tenía a Kagutsuchi, una criatura con la que volaba todo el tiempo y ¿Ahora le da miedo un pequeño salto? Si volar era como respirar para usted en el Carnaval y Nao-san... no distaba mucho de la postura de Tokiha- Se cruzaba de brazos ligeramente indignada la líder de dicho escuadrón.

-A mí no me relaciones, Julieth era una criatura terrestre... ¡Una araña!- Puntualizó la pelirroja, a la que claramente le contrariaba la circunstancia de tirarse al vacío con semejante aditamento tan... humano y por ende sujeto a errores. ¡Nadie le garantizaba que el paracaídas abriera!

-No cuento ya con mis brazaletes, que eran los que me permitían flotar y Kagutsuchi no está- La angustia era palpable en los ojos lila. A diferencia de las antiguas Coral I, ellas no había recibido el entrenamiento de toda una vida y tirarse en paracaídas, era una de esas cosas que les explicaron demasiado rápido, como para lograr practicarlo bien antes de hacerlo.

-No te preocupes Mai... yo te protegeré- La mano gentil de la joven de ojos dorados, se posó sobre la pálida y fría mejilla de la dama preocupada.

-Eres muy dulce Mikoto “En el fondo saltar al vacío debe tener su emoción, sobre todo si ella salta conmigo”- Un casto beso en los labios y la plática se dio por terminada. La compuerta de la aeronave se abrió y todas saltaron en parejas, con una sucesión de 1 segundo entre cada una, con Nina de última. Ella debió empujar a Nao antes de que pensara mejor las cosas. En el aire pese a la inexperiencia Mai recordó mejor los pasos, pues su vida y la de Mikoto dependían de ello, el amor puede algunos milagros de esa clase.

Las figuras descendieron en el anonimato de la oscuridad, mientras los reflectores circundaban en derredor del edificio, iluminando secuencialmente las instalaciones. Las parejas conocían las secuencias y evadían en vuelo las tremendas luces que amenazaban con avistar su presencia en aquel lugar, serían en tal caso fáciles blancos de la artillería pesada. Una vez en tierra, recogían los paracaídas para prender fuego en ellos y generar una buena distracción a los vigilantes de turno. Desde diversos puntos de la edificación y aprovechando los conductos de ventilación, en parejas las jóvenes Otome lograron acceder al interior de aquella tremenda estructura. Aunque muy a su pesar los sensores delataron su intromisión, una alarma general se extendió en todo el edificio.

La evacuación en masa del personal, atiborró los ascensores y la muchedumbre estuvo fuera del laboratorio en 5 minutos. Ninguna de las jóvenes tuvo problemas para llegar a los niveles inferiores, donde las cargas explosivas serían instaladas. Se vieron las caras en el punto de encuentro, todas se miraban extrañadas unas a otras y con un mal sabor de boca ante el escenario que se presentaba, 'demasiado fácil' punzaba en sus mentes.

-Bienvenidas Otomes... las estábamos esperando- Una voz fría y sin emoción alguna, hizo que las aludidas se dieran vuelta. Ante ellas se mostraba un grupo de al parecer mujeres, enfundadas en trajes militares y en cuyas ropas adornaban prendedores con una gema de un color distinto cada una. -Nosotras somos... el escuadrón Valquiria, tanto gusto- Una sonrisa prepotente se escondía en el casco de la más alta de ellas. -Yo soy Piro, es indispensable que conozcan el nombre de su verdugo- En su ropa tenía una joya verde.

-Son unas descuidadas, han desaprovechado el factor sorpresa- Se mofó Nao en voz alta, estaba claro en medio del tenso momento, que ese había sido un descuido que podría costar caro a esas entrometidas. Eran 5 contra 6 a favor de las Otome y todavía no había una clara muestra de quien atacaría primero.

-Nosotras no tenemos que usar trucos sucios... somos superiores a ustedes- Se cruzó de brazos otra de ellas. -Yo soy Zera, por si le interesa saber quién ha de vencerla esta noche, Yuuki-san- Esta usaba un prendedor marrón incrustado.

-Maldita hija de...- Los labios de Nao fueron sellados por las manos de Nina. -¿Quiénes son y que quieren?- Intervino en la charla, el tiempo se les estaba agotando y no podían perderlo en tonterías, esas mujeres se veían muy comunes para ser un problema.

-¿No es obvio? Eliminarlas... pero está bien, es justo que sepan quienes somos. Mi nombre es Yun- Constaba de una gema rosa. -Ella es miel- Señalo a la chica a su lado con una prenda Ámbar y la única que levantó la mano en un saludo medianamente cordial.  -y ella es Zafiro- La última con la gema que era su nombre no hizo ademán alguno.

-Bien, acabadas las presentaciones ¿Quién quiere morir primero?- Rio juguetonamente Piro, añadiendo por toda conclusión un mensaje que las Otome no esperaban. -A fin de cuentas ya que erradicamos a esa tal Natsuki Kuga, ustedes serán mucho más fáciles de eliminar- Levantó los hombros desentendida.

Un segundo de silencio, un instante de paz antes del caos, la asimilación de la verdad que todas habían querido evitar, calladas lágrimas y un grito de guerra que daría inicio a aquella confrontación inevitable. El fuego doloroso en los ojos de las Otome, la carrera infinita de almas incendiadas de ira y la invocación de los elementos que Garderobe les había otorgado... un salto, y el filo de las armas yacieron a escasos centímetros de las Valquiria.

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-No tan rápido- Piro reveló un destelló en su gema y en sus manos una corriente de viento, expulsó a Nao contra la pared mucho antes de que sus garras pudieran alcanzarle el casco que cubría su cara. Pero a Nao le reemplazó Mai y Mikoto repelió con su espada a Yun, quien pretendió atacar a traición a la Hime del fuego.

En cuanto la pelirroja se puso de pie con dificultad, atontada por el golpe, una voz la trajo de vuelta a la realidad. -Sabes preciosa... dije que yo sería tu rival- Zera estaba de pie frente a ella esperando la oportunidad de luchar. Al mirar hacía Piro, Nao notó que Mai codo a codo con Mikoto, arrojaba golpes perfectamente sincronizado, como si fuera aquella una coreografía. Mientras que Erstin luchaba con Miel, Nina y Arika se las apañaban con la silenciosa pero letal Zafiro. -No me digas que no quieres danzar conmigo... yo fui la que le dio el golpe de gracia a tu amada Kuga- Atrajo su atención Zera.

Con energías renovadas, Nao se irguió orgullosa y sus ojos felinos vagaron sobre el cuerpo de Zera, cuya altura la superaba por una cabeza. -Te voy a enviar a casa en una bolsa negra Zerita... ¡Vas a desear que te mate!- Lamió sus garras con sorna y un segundo después desapareció de la vista de Zera. La Valquiria alertó sus sentidos para encontrarla, tarde fue, cuando una patada en el costado  la mando contra la pared. -Ja y tú dices que mataste a Kuga ¡No me hagas reír!- Un grupo de estalactitas de tierra, que evadió por los pelos fue toda la respuesta que obtuvo la pelirroja.

Erstin se veía las caras con Miel, la contraría tenía en sus brazos un par de macanas filosas y hechas de ámbar, que manejaba con mucha maestría y con las que estuvo a punto de hacerle un nuevo corte de cabello a la rubia. La joven Ho convocó su elemento, un escudo de diamante rosa y se apoyaba en su revolver para alejar con disparos a la chica cuando el filo amenazaba con despedazarla. Con su elemento desviaba los ataques, tratando de abrir un punto en la defensa de Miel e impactar un golpe decisivo, pero la valquiria era hábil y muy rápida. Sus flancos se cerraban entre las cuchillas tan rápido como Erstin lograba abrir alguna brecha a golpes de su escudo.

Mai no la tenían más fácil, Piro con sus ráfagas de viento dispersaba las llamaradas del fuego, y con una enorme guadaña de giraba a velocidad pasmosa, desviaba los disparos del dispositivo de la Ojilila. La alta mujer de abundantes atributos delanteros, se acercaba cada vez más con el filo de su arma y Mai hacía gala de sus buenos reflejos, saltando y evadiendo los cortes.

Yun en cambio evadía y alejaba todo lo que podía a la devoradora de Ramen de su amada. Su poder consistía en una serie de espectros, llenos de tentáculos que manaban del suelo y Mikoto cortaba a diestra y siniestra con su prominente espada. Era tal el número de extensiones babosas, así como el ponzoñoso líquido que supuraban, que la pelinegra no tenía más opción que evadir y ejecutar sus cortes de viento desde la distancia, pero Yun los advertía con suficiente tiempo para evitar el ser partida en dos. Ambas eran las que más destrozos estaban dejando a su paso, aquella bodega de almacenaje comenzaba a arder en llamas a causa de Piro y Mai. Las profundas capas de metal mostraban fisuras, también por causa de los envites terrestres de Zera y los cortes de hilo diamantino que Nao en su afán por destruirla causaba en las columnas, haciendo que el sitio temblara.

Al fondo una imponente lanza celeste brillaba y Zafiro se las arreglaba para mantener alejada a Nina. La doncella de la casa Blan, miraba con incredulidad a su adversaria, que con sus certeros disparos lograba que diera saltos más lejos de ella. Notó por el peso de la artillería con la que contaba Zafiro, que bien podría atravesar la tela de araña y causarle heridas severas, por eso se veía obligada a esquivarlas. Arika quien la apoyaba con su propia lanza de dimensiones similares a Neptuno, se acercaba a la enmascarada sin lograr siquiera rasguñarla. La castaña notaba que a diferencia de las demás, esa mujer no había mostrado la fuente de su poder, ni siquiera adivinaba que elemento le habría sido conferido. La frustración comenzaba a hacer mella en Nina, porque en cuanto lograba acercarse, la velocidad sobrehumana de su oponente lograba evadir sus cortes, esa mujer era muy rápida o ella muy lenta con su elemento. -¡No puedo perder!- Enviaba estocadas, cortes diagonales que esa endemoniada Valquiria evitaba casi bailando.

Zafiro miraba a ambas mujeres con beneplácito tras su máscara, su estrategia era simple. Hacer tiempo para que la caballería llegara y esto lo lograba apartando a una de las dos Otomes con sus precisos disparos, mientras que evadía a la que lograba acercarse y luchar cuerpo a cuerpo. El problema de las jóvenes de Garderobe, no era el peso de su arma, era el tamaño. Aun si las lanzas pesaran lo que una pluma, eran demasiado grandes y de manejo engorroso, era eso lo que causaba fallos en sus ataques.

-Provoquen a las Otome...- Ordenó Zafiro a través del comunicador y en medio de un salto que le permitió escapar del filo de Neptuno. Su cuerpo giró hacia atrás en el aire y en cuanto las enguantadas manos se apoyaron en el suelo, con una de sus fuertes piernas golpeó la mandíbula de Nina. La pelinegra voló algunos metros, soltó la lanza y cayó el suelo pesadamente sobre su espalda. Arika no tardó en tomar pose defensiva, con su compañera de batallas a su espalda. -Serás...- Gruñó enfurecida como nunca la 'hormiga'.

-¡Nina!- Gritó Erstin angustiada, descuidando por un instante a Miel. La valquiria no dudo en aprovechar la oportunidad y ejecutó un corte en el brazo que la rubia sostenía el escudo. A la Ho se le escapó un gemido de dolor, sujetó la sangrante herida incapaz de sostener su elemento, que cayó de su mano sin fuerza. Miel le había cortado algún nervio, de eso estaba segura. Al levantar sus ojos azules, el filo ambarino se ciñó al cuello de la ojiazul. -¿Escuchan eso?- Miel posó una de sus manos en su oído, con un ademán exagerado, sabiendo que Erstin estaba a su merced y se movía podría decapitarla.

-O si... ¿Recuerdan los gritos de dolor de Kuga? Fueron una bella melodía a mis oídos- Afirmaba Zera, siguiendo el juego a la quinta Valquiria. Esto redujo seriamente la concentración de Nao, cuyos hilos ya habían causado heridas a su oponente y comenzaban a darle ventaja sobre ella. Se lanzó precipitadamente cual bestia herida, haciendo caso omiso del grito de advertencia de Mikoto en ese '¡No NAO!', que no pudo escuchar ciega por la cólera y el acelerado latir zumbando en sus oídos.

Zera sonrió e invocó su poder sobre la tierra a través de la gema, materializó una espada marrón que no había mostrado hasta el momento. La interpuso ante las garras que quisieron sacarle los ojos y en el intento quedaron trabadas en el filo, un hilo de sangre cayó al suelo desde la mano de Nao, pero por orgullo esta no gimió ni un poco. La cuarta valquiria, enfadada por la actitud de su oponente. Empujó con fuerza su espada, girando la muñeca para tornar en posiciones inhumanas la extremidad de la Otome. Un grito de agonía resonó desde los labios de la pelirroja, Zera le había dislocado el brazo a Yuuki, justo antes de patear su costado para que la garra liberara su espada. Aquel acto, empeoró la lesión de la felina mujer, que intentaba por dignidad no revolcarse en el suelo de dolor, a sabiendas de que su guante fue destruido, inutilizado su brazo y el elemento de Zera apuntándole en el pecho. Se adivinaba en la enmascarada mujer el deseo de atravesarle el pecho, pero por razones desconocidas no lo hacía, por esto Nao intentaba no perder el conocimiento y buscar una oportunidad en el exceso de confianza de su oponente.

-Yo escuchó el murmullo de nuestra victoria- Rio socarronamente Piro, cortando con su guadaña a la nada. Mai había vuelto a esquivarla y ella no podría permitirse el lujo de quedar mal frente a sus colegas, así que suspiró y detuvo su ataque contra la ojilila, que a pesar de todo estaba fresca como una lechuga y muy enfadada. Dos metros entre ambas mujeres y Piro hizo un tiempo fuera con las manos. -Hagamos fuego contra viento... estoy aburrida y sé que tú igual. ¿Qué te parece si enfrentamos nuestros poderes? Ya sabes, quien pierda morirá calcinada o en su defecto por el impacto contra la pared-

-No me fío ni un poco de ti- La joven de fuego miraba con sospecha a la más alta y al parecer mayor del escuadrón Valquiria.

Piro desvaneció su guadaña, usando el mismo principio que los brazales de las Otome, para nadie pasó desapercibido ese detalle ¿Cómo diablos copiaron el mecanismo? -¿Así mejor?- Levanto sus manos inocentemente la Segunda Valquiria.

Mai miró sus guantes y brazales, el uso los estaba sobrecalentando, sentía la piel arder bajo la tela pero no se quejaría, eso podría desconcentrar a su Mikoto. -“Mikoto... mantente a salvo como me prometiste, si te pasa algo entonces no tendré fuerza para luchar”- Miró de soslayo a su amor, la pelinegra era una guerrera excelsa. Mai lo sabía, nunca antes tuvo oportunidad de usar tanto sus guantes y seguramente su capacidad estaba llegando al límite. -Acepto... será a la cuenta de tres, que cuente esa tal Zafiro- No era importante que ahora la aludida se defendiera con sus pistolas de la tremenda lanza de Arika.

-¿La oíste Zafi?-

La Valquiria número 1, asintió con la cabeza sin mirar a Piro. Desvió con su fuerza la monstruosa arma en dirección derecha, esto dejó descubierto el costado de Arika, en el que no tardó en asestar una patada tan fuerte que seguramente le rompió una costilla y la castaña impactó contra la pared incapaz de respirar por el golpe. Nina apenas se estaba incorporando con la boca llena de sangre, corrió al lado de su amiga para socorrerla, sin siquiera notar la mirada llena de sufrimiento que le dedicó Erstin.

Zafiro se giró sobre sus pies sin delatar alguna muestra de agotamiento. -1...- Levantó su arma en dirección del techo. Tanto Mai como Piro empezaron a concentrar sus poderes, en esferas contenidas por sus manos. -2...- y finalmente... -3...- Presionó el gatillo.

El sonido alertó a todos, un pequeño huracán emergió, mientras que la bola de fuego salió disparada de las manos enguantadas, en cuanto ambas fuerzas hicieron contacto una honda de choque hizo estremecer el lugar. Mai se esmeraba por mantener la concentración y soportar el dolor incandescente en sus manos. Ella tenía razones, motivos para salir viva de ese lugar. -“Yo tengo a Mikoto y mis amigas, yo tengo que... lograrlo”- Tensaba la mandíbula en un esfuerzo, mientras sus brazales comenzaban a derretirse, sin que ella se percatara de ello. Al otro lado Piro, sentía el inclemente aumento de calor en la corriente de aire, no fue buena idea, las ventilas eran pequeñas para el cerrado espacio y pronto les faltaría el vital oxigeno que el fuego consumía con cada segundo. Empezaba a sentirse superada, no por nada estaba tratando con Mai Hime, la vencedora del carnaval. -Zafiro...- Solicitó la colaboración de su líder.

Al mismo tiempo...

-Te haré gemir... pequeña- Yun giraba su cuerpo a un lado, para que el filo rojo de Mikoto no la tocara. De todo el escuadrón, la Minagi era la única que en ese momento lleno de desesperanza, mantenía la cabeza fría. Aun si el escenario se pintaba terrorífico, su inquisitiva mente guerrera, le dio a saber que las Valquirias no estaban por la labor de matarlas. De ser así ya estarían muertas sus amigas. -“Aún podemos luchar, mientras ellas vigilen a las demás, mi Mai... por favor... no pierdas”- Suplicaba en su fuero interno, pues su habilidad le permitía estar al tanto de su amada sin descuidar su propia batalla, el poder de la antigua ama de Kagutsuchi era devastador y se notaba que Piro, perecería en su egolatría. -Debo confiar- La Minagi no se quedaría atrás, desplazó su cuerpo con una nueva convicción, como la sombra que camina sin siquiera tocar el suelo bajos sus pies, se adelantó a una velocidad insospechada para Yun. No le importó en lo absoluto rozar sus ropas en el líquido ponzoñoso de los tentáculos, pasando a través de ellos sin cortarlos para no perder tiempo.  La quinta Valquiria, cayó inconsciente al suelo sin saber que le hubo pasado, el preciso golpe de Mikoto en su cuello, fue más que suficiente. Sigilosa y sin perder el tiempo, se deslizó raudamente contra Zera, cuya atención estaba puesta a medias en la confrontación de poderes y su presa, Nao. Ella era un blanco fácil.

El instinto le gritó con alerta a la menor de la manada, pero hizo caso omiso de ello a falta de otra oportunidad. -Solo dos... solo dos y Mai podrá escapar- Mikoto sintió algo atravesarle el hombro izquierdo, pero no cayó, mucho menos renunció. En sus últimos pasos, a pesar del segundo disparó que destrozó gran parte de la hoja de su espada y antes de ceder al dolor físico que ocasionaba el veneno. Se precipitó contra Zera, en el vientre de esta se clavó el restante filo de su espada rota. Mikoto sonrió sabiendo que aún bajo la máscara, esa desdeñosa mujer que le había arrebatado la vida a su querida amiga Natsuki y lastimado a Yuuki, Zera estaría viviendo una agonía insuficiente para el mal causado pero consoladora. Ambas mujeres cayeron al suelo, entremezclando los fluidos carmín que sus heridas derramaban. Nao como pudo y pese al dolor que sentía, retiró a la pelinegra con su brazo sano, intentando con él detener la sangre que escapaba, mientras Zera se sujetaba el vientre donde la espada estaba clavada.

-Mikoto... no nos hagas esto otra vez... anda gatita, Mai te dará todo el Ramen que quieras- Musitaba con dulzura y miedo, gesto extraño en la pelirroja.

-Mai... Ra...Ramen...- Cerró los ojos cansada, ante el pánico que asoló a Nao.

-¡Mikoto! Anda...- Empezó a sollozar. -“Esto no puede estar pasando... Natsuki, Mikoto...” ¡No te vayas!- Sacudió a la chica sin obtener respuesta. -¡Despierta barril sin fondo!-

-¡MIKOTO!- El eco de una voz dolida lo llenó todo, de la sensación de pérdida inexorable y la demencia en el rostro de una ojilila. Lágrimas silenciosas apagaron el incendió que formaba entre sus dedos, haciendo que el cumulo de energía se precipitó contra ella.

-¡MAI!- Gritaron las restantes Otomes no inconscientes. Erstin cerró los ojos incapaz de contemplar la situación que vivía. Fueron a una muerte segura sin siquiera saberlo.

La explosión estremeció nuevamente todo el lugar, con la honda ocasionada Piro fue empujada hacia atrás, Nao estrechó entre sus brazos a Mikoto, el cuerpo inconsciente de Zera se movió algunos centímetros, Miel protegió como pudo su integridad y la de Erstin que palidecía por la pérdida de sangre. Mientras que Nina acunaba a Arika, cuya respiración era dificultosa y miraba con fiero rencor a la mujer de pie frente a ella, esa figura armada y sin escrúpulos, cuyo cuerpo no se movió ni un ápice con la honda ¿Qué era, un androide? Con calma psicópata la Blan tocó con sus dedos el suelo y Neptuno a unos tantos pasos de ella se derritió tomando forma líquida, el agua se deslizó silenciosamente sobre el suelo hasta llegar al brazal de la chica. Mataría a esa mujer aunque fuera lo último que hiciera en esa vida, porque Zafiro había eliminado a Mikoto a traición con sus disparos y como un efecto domino, derrotó a Tokiha colateralmente.

-¡Gané!- Gritó Piro de lo más sonriente, levantándose del suelo para yacer sentada y agotada frente a la humareda. -Cof cof- Tosió a pesar de la máscara, que notó fisurada e incluso ligeramente derretida. Detrás del cristal antibalas, ahora expuesto... un brillo divertido marcaba aquellos ojos verdes, junto a sus mechones rojos. -¡Le gané a la Hime más poderosa! Soy Piro y esto será recordado para la posteridad- Comenzó a reír cual maniática.

-No cantes... victoria tan rápido- Los ojos de las Valquirias amenazaron con salirse de sus cuencas...  -Esto aún, no acaba-


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2 comentarios:

  1. No creo ke vayan a destruir a todas la hime!!! Zafiro es Natsuki??

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  2. Que vaina.. nombres y más nombres??? quien es quien??. Cristalsif, el espionaje de James Bond se quedo en pañales!!! que Bárbaros, eh?, y parece que Natzuki ahora tiene otro nombre?.. Que emoción..:).

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