Capítulo 5
Tórrido
Tenía a un hombre corpulento sujetándome del cuello y un dolor de
cabeza digno de una resaca monumental. El aroma etílico en mis labios y en su
aliento no era la mejor combinación para la ocasión. Levanté mi rodilla con
toda la fuerza contenida en mis piernas y un grito prácticamente femenino,
seguido de una mueca de dolor indescifrable, me dio la victoria sobre el animal
que no entendía un no por respuesta, cayó cual saco de papas al suelo. Todo me
daba vueltas, supongo que se me pasaron un poco las bebidas o era el hecho de
que la última copa de licor contenía algún narcótico. Prefiero no tentar a mi
suerte así que presioné el dispositivo de alerta en mi ropa, sé que Natsuki va
a matarme pero... qué le vamos a hacer. En cuanto cayó al suelo el primero de
los ocho sujetos, me vi rodeada por los restantes 7, miré de soslayo a Fujino
que estaba a mi espalda, de pie apoyada en la pared a causa de la gracia
divina, ella bebió el doble que yo.
¿Cómo llegue a esta situación?
Terminó su última clase, y yo estaba más aburrida que un mico en un
bonsái. Así que ella tuvo una genial idea... pareció una buena idea en ese
momento.
-A Naori-san... ¿le apetece una copa? Es viernes y...- Me miró con
una expresión tierna que... nunca en la vida le había visto a esa mujer de ojos
infernales.
-Tranquila Fuji... hoy seré la conductora designada, así que si tú
puedes alzarte la falda esta noche- Ja, seguro... ¿Yo en un bar y pasando con
limonadas? Claro, cuéntame una de vaqueros.
-Ara, es una frase muy peculiar... podría pensar otra cosa de las
intenciones de Naori-san-
-¡Es una expresión mujer!- Desvié la mirada, ahora entiendo como las
pasa putas Natsuki con los dobles sentidos de Fujino, me ardía la cara.
Una copita al año no hace daño ¿Verdad?
Ya iba por la quinta copa de la noche, nos habíamos bailado un par
de canciones. No le puedo negar a Fujino que sabe mover el bote como las
mismísimas diosas, pero está claro que yo no voy a decirlo en voz alta. A ratos
comprendo que le gusta a Natsuki de esta mujer, viéndola más de cerca tiene
buen ambiente, esta como quiere... dicho de otro modo como un mango y cuando se
desinhibe un poco da buena conversación. Vi de soslayo en una esquina un grupo
de sujetos que no nos quitaba la vista de encima, puedo jurar que no solo
Fujino era el objeto de sus miradas lujuriosas, vaya y yo que creía que no
habíamos ido a parar a un bar de ambiente.
Si, las bebidas me han hecho soltarme un poco de la lengua, ¿Pero a
quién no?
-¿Ara y Nataru-san hizo qué?- Por fuera Fujino parecía sobria pero
por su hablar arrastrado ya empezaba a notarla bastante ebria.
-Pues tirarse en bolas a una piscina... no pensé que Suichiro nos
pusiera una prueba tan difícil- Me reí de buena gana, ya sin saber la cuenta de
los vasos consumidos. -No la culpes, tenía la ropa en llamas... la hubieras
visto, como se le tostó un poco el cabello, casi lloraba cuando el estilista le
corto las puntas del pelo- Me reía a más no poder, casi me dolían las costillas
de hacerlo. -Pero a 'cachorro' le crece el pelo rápido, a la fecha lo tiene
como si nada hubiera pasado-
-Y es que Naori-san hizo algo diferente-
-No, si fuimos a parar las tres a la misma piscina y todas en paños
menores... el dueño del hotel nos miraba incrédulo y atrajimos a una multitud
que ni te fijes... pero como yo no tengo las greñas largas, no me queme nada-
-Qué mala suerte la mía- Hizo un gesto dramático.
-¿Por qué lo dices Fuji?- Levanté una ceja.
-Porque yo no estaba ahí para verlo- Me dedicó una sonrisa que no supe
interpretar o puede que sí... ¿así se sienten los ratones cuando están a punto
de ser cazados por una serpiente?
-haaa picarona... querías ver en paños menores a Nataru- Te pillé
Fujino. Mejor desviar su libido a otra parte.
-No te lo voy a negar... debajo de esa ropa, Nataru-san debe
estar...-
-Muy bien la verdad, tiene el abdomen tan plano y duro como... ahhh.
Ahora sus piernas, son todo un bocado... y sus pe...-
-Eso se oye a como si ella y tú...- Sus ojos carmín me fulminaron un
momento.
Reí de buena gana, a pesar del pavor que me hizo sentir esa mirada.
-Ya me gustaría...- ¡Corrige o morirás! -Esta buena, pero estamos mejor de
amigas... entiéndeme no funcionaría y lo que he dicho ha sido nada más de
vista, nunca la he tocado- De la que me salvé, aun así debo decir algo más. -Yo
no estoy por la labor de hacerte competencia... sin embargo, si vas por ella
Fujino... que sea enserio-
Realmente puedes decir tonterías cuando estas borracha.
-En el fondo me caes muy bien Fuji...- Ya tenía un brazo sobre ella.
-A mí también me cae muy bien Yukito... hip- Sonreía animada, aunque
un lindo sonrojo adornaba sus mejillas.
En ese momento se nos acercó un mesero con un par de bebidas, fueron
servidas y brindamos por la amistad, el amor y ve tú a saber que más tonterías.
Pero no pasó un minuto antes de sentir el peso de algo más fuerte en el
cuerpo... era un gatillo, una droga que aumenta la libido y al mismo tiempo
embota los sentidos haciendo manejable a la persona. Fujino me miró y yo
asentí, teníamos que largarnos de ahí y pronto. Salimos del sitio a paso rápido
pero trastabillando, escuché algunos pasos a nuestra espalda, o debiera decir
muchos pasos.
-Hey lindura... ¿No quieres la compañía de un hombre de verdad?-
Escuchamos de uno de los que venía atrás siguiendo nuestros pasos. Me apresuré
a hacer entrar a Shizuru por una de las rejas de la universidad.
-Mira que estar con semejante enclenque- Se burlaba otro de ellos,
de ojos siniestros.
-Si seguro es un floripondio- Rio con sorna otro el más alto de
ellos.
-Mira bombón lo debe tener pequeño, si anda como una señorita- Será
cabrón... me di la vuelta para encararlos, con Shizuru tras de mí apoyada en la
pared de uno de los bloques me sentí algo más tranquila. De nada servía decirle
que huyera, ya casi no podía moverse por la droga corriendo en sus venas y su
respiración al igual que la mía estaba agitada.
-¡Yo me lo pido!- Gritó animado con lo anterior el más bajito y
delgado de ellos, era una loca de pluma total. Así que no me equivocaba, venían
por un festín doble.
Entonces me di cuenta mirando a mi alrededor que estaba oscuro, y
nos encontrábamos a cierta distancia de las zonas concurridas, presioné la
alarma. Rayos, mi estúpido error no fue tomar de la copa con el fármaco, fue no
pedir un taxi, fue intentar entrar de nuevo a la universidad hasta donde nos
siguieron, en las rejas más alejadas de campus. Como era 'el hombre' de la
'relación', no pasó mucho tiempo antes de que alguien me jalara de la ropa,
intentando alejarme de Fujino curvas peligrosas.
Le propiné una patada rápida, pero ya tenía a otro sujeto encima, el
rodillazo de la victoria en sus partes nobles, que de nobles nada, sucias como
sus mentes. Me preparé para el siguiente, la vi perdida al no poder mover mi
cuerpo como quería, cuando se vinieron los 6 montoneros a darme. Si, fui
reducida por el número de hombres y el narcótico. Me sujetaron de los hombros y
comenzaron a golpearme las costillas, pero mi orgullo no me dejaba gemir de
dolor. Mierda Kuga ¡¿Dónde estás?!
Miraba de soslayó a Fujino, mientras lentamente se le acercaban,
pero ella no mostraba ni un ápice de miedo en su rostro, no le puedo negar que
tiene su orgullo muy bien puesto. De ese modo es que yo no puedo rendirme, no
forcejeo porque sé que es gastar energía preciosa y que el efecto del fármaco
se pronuncie. Un golpe a la cara y siento la sangre escurrir por mi boca, pero
parte de nuestro entrenamiento fue aprender a tolerar el dolor. Miro a los ojos
a quien me golpea parsimonioso, ocupo mi fuerza en jalar a uno de los hombres
que me sujeta cuando el golpe viene, usándolo como escudo. Al otro le propino
una buena patada en la costilla y doy un salto genial, hacia atrás, de tal modo
que me interpongo entre Fujino y sus agresores, pero estoy jadeando, a punto
del desvanecimiento, ¡Mierda!
-Ya me hartaron...- Cuando lanzaba mi mano en busca del arma que
había dejado olvidada en mi ropa, sí que idiota, la tuve al alcance de la mano
y mírame la hora de acordarme, arggg.
-No es necesario Yukito, nos están observando... no queremos mostrar
todo nuestro potencial- Escuché la voz grave de Kuga y realmente me sentí
dichosa, quien lo diría tener apoyo tiene sus ventajas.
-Oh... ¿Llamaste a otro enclenque?- Dijo el que parecía el líder, si
es que la musculatura define esas cosas, así como hacer crujir sus dedos...
pero yo en su posición no le subestimaría.
-0-0-0-
Todo me daba vueltas tras la carrera con Yukito jalándome de una
mano, para llevarme a un lugar seguro... sin embargo nuestra carrera se vio
interrumpida por uno de ellos, ella me dejó allí para protegerme. Desde ese
lugar vi como a pesar de su estado redujo a algunos de ellos, pero después de
ser superada numéricamente, lamenté culpable, los golpes a los que fue
sometida. Tensé la mandíbula por ser incapaz de hacer algo, simplemente seguía
sujeta a la pared, cuando en realidad apenas podía mantener los ojos abiertos y
un intenso calor inundaba cada fragmento de mi piel. Maldije el haber bajado la
guardia y a su vez causarle estos inconvenientes a Yukito. Pese a todo me
miraba por fuera absolutamente imperturbable, incluso cuando sentí a uno de
esos repugnantes hombres sujetarme con rudeza por la muñeca.
Lo miré con odio sin mutar alguna expresión en mi rostro, pero la
fuerza no acudía a mí para plantarle una buena cachetada. Aquello no fue
necesario, un sonido grave proveniente de una voz conocida y el hombre que me
sujetaba, recibió una patada tan fuerte en la zona temporal de la cabeza, que
se desplomó en el suelo sin siquiera emitir un sonido. Agudicé la vista con
esfuerzo, ahí estaba mi salvadora en fachas masculinas, la persona que casi no
me dirigía la palabra, salvo para discutir conmigo, pero un hondo alivio llenó
mi pecho de solo verle. Tras una observación rápida de mi ropa ligeramente
desacomodada por la pequeña carrera, me dio la espalda... lo demás fue confuso,
a través de la poca luz de un farol algo distante, pude verle en acción. Su
velocidad era pasmosa, casi parecía un fantasma en medio de la oscuridad,
asechando a sus presas sin piedad. Sus golpes certeros y llenos de fuerza
impactaron en rostros haciéndoles sangrar en el acto, sus patadas en los
costados seguramente dejaron alguna costilla rota. Incluso, escuchaba cada
impacto de su puño, que como una cuchilla en cada movimiento de su cuerpo cortaba
al aire, así, poco a poco redujo a sus oponentes como si se tratara de un juego
de niños.
Corrió contra el líder, que lanzó un puñetazo donde debiera estar
Nataru y solo se encontró con el aire. El pelinegro apenas había movido su
cabeza unos centímetros a la derecha, evadiendo el ataque, escuché un grito
ahogado por la falta de aire. Bajé un poco la mirada, así vi que el puño de
Nataru se había encajado en el estómago del hombre. Este se inclinó como acto
reflejo solo para encontrarse con una rodilla, que lo envió al suelo con la
nariz rota. Mientras los demás gemían y sangraban cerca de su líder, a la
espalda de mi defensor atacó a traición uno de los pocos que habría logrado
reponerse.
-¡Nataru!- Grité espantada, pero ella no se movió ni un ápice,
dejando que su agresor le diera de llenó en la cabeza con una botella. Cerré
los ojos como si la herida fuera propia y el sonido de dos disparos taladró mis
oídos.
Abrí los ojos asustada, sintiendo algo salpicarme la mejilla, desvié
la mirada a un lado solo para notar como el más delgado de los hombres y al
parecer gay, se deslizaba por la pared hacia el suelo llenándolo todo de
sangre, incluyendo mi vestido. Me di cuenta que estaba tan absorta en el
combate, que no me percaté cuando el ahora yerto cadáver se acercaba a mí
sigilosamente, pero Nataru sí que lo vio. Levanté la mirada buscándole, vi que
su arma en mi dirección cercana, emanaba un poco de vapor por la boquilla, y
otra sujeta por su mano pero escondida discretamente en su chaqueta, había perforado
la prenda y al agresor de la botella, que ahora yacía en el suelo probablemente
agonizando.
Lo más impresionante de la circunstancia fue la sangre fluyendo
desde la frente de Nataru, hasta su barbilla. Goteaba, manchando la camisa
blanca del uniforme de Kiray. Pero ella no se inmutó ante la herida o el golpe,
simplemente guardaba una de sus armas en el cinto de su pantalón, así como
cambiaba el cartucho de su arma. Sin dejar temblar su pulso, disparó a
quemarropa sobre los hombres que desde el suelo se quejaban, muy pronto se hizo
el silencio. ¿Era una asesina a sangre fría?
-Hey...- Se manifestó al fin Yukito, sujetando su costado con una
mueca de dolor en la cara y su labio sangrante. -No tenías que matarlos, ya no
eran una amenaza- Le miró con un dejo de miedo y es que realmente esa mirada
helada era suficiente para espantar a cualquiera.
-¿Quién te dijo que mate a los otros seis?- Guardó su arma en un
bolsillo oculto de su chaqueta, del lado bueno de la chaqueta quiero decir,
después negó con la cabeza ante el mal estado de su amiga. -A esos les disparé
calmantes, no quiero que sean un problema para el grupo de limpieza... los
otros dos, se lo buscaron- Volvió su mirada sobre mí, mientras la mancha
sanguinolenta se adhería a su rostro que había dejado de sangrar. -No iba a
dejar que ese sujeto te apuñalara ¿O sí?- ¿Apuñalar? Volví a buscar con la
vista, y en efecto una navaja a escasos centímetros del hombre muerto, se
combinaba con la sangre que el cuerpo vertió sobre el suelo.
Caminó hacia mí, dando quizás por sentado que Yukito podía
apañárselas sola y estaba claro que ella por orgullo no aceptaría su ayuda.
-¿Puedes moverte Shizuru?- Dijo frente a mí.
Intenté apartarme de la pared pero las piernas me fallaron, sentí
sus brazos en derredor de mí cintura, no caería, no con esa persona
protegiéndome. Oculté mi rostro en su hombro presa del malestar y el
insoportable cansancio, la sola caricia de Nataru en mi cintura despertaba
deseos que... definitivamente no puedo decir en voz alta. Siempre me costó
dejarme ver en un estado de flaqueza ante cualquier persona, pero con Nataru
era particularmente diferente, ella me generaba una sensación de seguridad que
nunca antes en mi vida percibí. -Lo siento... no puedo- Admití agradeciendo que
ella no pudiera ver mi sonrojo.
-No volveré a dejarte sola... lo juro- Susurró quedo en mi oído, su
aliento rozó mi lóbulo y me sentí estremecer... realmente estaba resultando muy
difícil no proferirle un beso ahí mismo, más aún cuando ella se aferraba más
fuerte a mí. Hace unos minutos era una asesina implacable y ahora una cálida
persona preocupada por mí.
-¿Te duele mucho?- Murmuré aún preocupada por su herida, no sé de
qué parte de mí emergió ese tono dulce y angustiado que hace tiempo solo le
dirigía a... Natsuki.
-Aprendí a tolerar cosas peores... me preocupas más tú- Musitó aún
más quedo solo para mí, ara no me imaginaba que Nataru fuera tan... tan
delicada y tierna.
-¡Hey Mara!- Escuché la queja de Yukito, pero no quise apartarme de
la cómoda pose en los brazos de Nataru para ver la llegada de mi tercera
escolta. -10 minutos tarde joder... ¿Para qué te sirve el nitro del auto?-
-¿Viste las pésimas notas que saqué en conducción? ¿Quieres que me
estrelle? Es mejor llegar con vida... que ser otro cadáver en la morgue... mmm
por lo visto hubo acción- Decía como si nada la de cabellos plata ayudando a
Yukito a caminar mejor.
-Con su permiso Fujino-san- ¿Dónde dejo mi nombre de pila? En verdad
esta mujer es bipolar. Y no estaba equivocada, un instante después me levantó
en sus brazos. Me vi obligada a rodearle con mi brazo por el cuello, sentir su
mano en mi espalda y la otra en mis piernas. Qué difícil es la vida, yo
ardiendo en deseos y mi escolta ni se fija en los detalles, ojalá pudiera
moverme mejor. No le dejaría serme tan indiferente.
-Vale... tú ganas, pero vamos... este sitio comienza a apestar-
Apresuró Yukito, en efecto la sangre y el alcohol no son una buena combinación,
casi sentí nauseas al percibir el aroma cuya queja delato a mis sentidos.
-Mara... ya sabes que hacer- Añadió Yukito, mientras todos nos dirigíamos a un
auto estacionado no muy lejos.
Quepa mencionar que Nataru me cargaba como si no pasara nada y yo no
salía de mi asombro, además del cumulo de deseos inusitados que estaba
despertando en mí su sola presencia, ¿Resulta que Nataru es una caja de
sorpresas y monerías? Me depositó con mucho cuidado en la parte de atrás del
auto, antes de sentarse a mi lado. Yukito por su parte de las apaño para ir en
el asiento del copiloto con Mara-san, esta última siguiendo las órdenes, no
tardo en marcar un número en su móvil.
-Necesito un grupo de limpieza... en el cuadrante 8 de la
universidad Kiray Gakuen...- Mara conectó su móvil a un dispositivo en el auto
y parte del vidrio delantero del auto dejo ver la imagen de Suichiro, en cuyo
fondo se notaban las instalaciones de Garderobe. Entonces se escuchó. -Vaya,
así que nos están poniendo a prueba, ustedes por lo visto salieron malparadas-
Ignorando la conversación Mara arrancó el auto y se dirigió a la salida de la
universidad.
-Hicimos nuestro más dudoso esfuerzo- Respondió con seriedad Nataru.
-Tal y como nos indicaste, de este modo van a subestimarnos- Ahora entiendo
porque se dejó pegar con la botella en la cabeza.
-¿Por eso mataste a dos de ellos?- Negó con la cabeza el hombre al
otro lado, pero no se notaba molesto en lo absoluto.
-No me culpes, eran dos ex convictos y violadores de menores, que
estaban destinados a la inyección letal... le ahorré un par de agujas al
estado- Dijo como si nada Nataru y yo no podía creer la circunstancia. -Pero te
deje seis perros durmiendo a los cuales podrás interrogar... date por bien
servido-
-No cambias... siempre tan parecida a tu madre- Murmuró divertido,
ya todos pasaban de ocultar el verdadero genero de los ocupantes del auto.
-Ya te lo dije Suichiro... a mi madre no la metas- Gruñó cual animal
herido Nataru, estaba tan tensa que rápidamente posé mi mano en la suya, para
mi sorpresa esto la tranquilizo en el acto.
-Nataru ¿Esa sangre es tuya?- Preguntó el padre agudizando su vista.
La aludida simplemente asintió. -El grupo de limpieza estará en la
zona en dos minutos...- Comprendí que
algo importante se me estaban ocultando en las narices, pero no era momento de
preguntar. -Mañana preséntate en Garderobe para una revisión... igual tú,
Yukito-
-Como digas jefe- Posterior a eso, la comunicación se cortó y frente
al asiento del copiloto, el vidrio se hizo translucido. La mansión Fujino se
encontraba ya muy cerca, lo noté por el paisaje.
-No dejes que mi familia me vea así... por favor Nataru- Susurré
quedo apoyando la cabeza en su hombro, casi se me cerraban los ojos del
agotamiento, del mareo o de la droga... no lo tengo muy claro. Muy
contradictorio en verdad, ansío que esas manos cálidas, no se aparten de mí,
pero me llevan más lejos, allí en la inconsciencia.
-Será como si nunca hubieras estado allí- Escuché cual ronroneo,
antes de cerrar los ojos y dejarme llevar al mundo de los sueños.
-0-0-0-
Una cosa es decirlo, otra es cumplirlo, la suerte fue amable
conmigo... mi amada castaña tenía la ventana de su cuarto abierta, detalle que
plantearé en tiempo futuro como una falta a su seguridad, pero por ahora me
resulta muy conveniente. Ahí estaba, con una Shizuru dormida en mis brazos,
calculando la distancia entre mi cuerpo, el peso a cuestas, la altura de tres
pisos y la fuerza que debo emplear para llegar allí de un salto. Mai me mira
sin poder creer lo que estoy a punto de hacer, tomé algo de impulso y fije mi
mente en mi único objetivo, no podía equivocarme, no con ella en mis brazos, no
cuando depositó toda su confianza en mí.
-Estas segura de que... ¿Podrás?- Me miró con duda.
Sonreí simplemente. -Si lo dudo no lo lograré- Tensé todos los
músculos de mi cuerpo, sobre todo los de las piernas, escuchaba el latido
acelerado de mi corazón proveyéndome del oxígeno indispensable para la tarea.
-Si caigo, no dejes que nada le pase a Shizuru- Dije antes de correr a toda
velocidad desde los jardines, e impulsándome con todas las fuerzas de mis
piernas en un único esfuerzo. Sentí el viento surcar mi cara, casi fue como
volar, vi mi objetivo muy cerca, así que me preparé para la caída. Deje que mis
pies se posaran en el barandal como si de plumas se tratara, aminorando el
impacto con una ágil flexión de rodillas. Cuando pude estabilizarme después de
un corto malabarismo, entre en el cuarto y deposité el cuerpo inconsciente de
Shizuru en la cama, con sumo cuidado. Volví a la ventana dándole el buen parte
a Mai, quien se dio la media vuelta para volver al auto que habíamos dejado en
una zona no visible de la mansión Fujino. Agradecimos entonces los
silenciadores especiales del motor, cuyo sonido eran apenas audibles en marcha
lenta. Las vi alejarse en medio de la noche y lo frondoso de los árboles como
una sombra negra.
Volví mi atención sobre mi amada, que ahora se revolvía en la cama
inquieta como si sus sueños no fueran
gratos. Fui al cuarto de baño, primero para lavar la sangre de mi cara y
retirar los vidrios, después tomé una toalla la cual humedecí en agua fría,
para volver a su lado. Sentada en el borde de la cama procedí a limpiar su
rostro ligeramente manchado con sangre, vi su ropa igualmente manchada, era
mejor que no se despertara con ella puesta.
Busqué en su closet con el mayor sigilo posible, procurando no hacer
ningún ruido, cuando encontré las prendas adecuadas para el sueño de mi adorada
ojirubí, las deje sobre la mesa de noche y busqué la manera de quitarle la
ropa. Cuando intentaba retirar su vestido, me encontré con el cierre atorado,
por lo que tuve que gatear sobre el cuerpo de Shizuru para poder emplear ambas
manos, se dio la vuelta abruptamente entre sueños y casi me tira de la cama.
Concluido el cierre, comencé a retirar las tiras, rogando que no despertara
para verme casi, casi sobre su regazo. A ella le pareció divertido abrazarme
como a un osito de peluche desde el cuello, es que hasta dormida me pone en
unas situaciones tan comprometedoras. Lentamente y con una paciencia de la que
suelo carecer la mayor parte del tiempo, me quité sus brazos de encima, al que
por respuesta obtuve un mohín de pena rompe corazones. Suspiré profundamente
antes de bajar poco a poco su vestido por su cuerpo, tragué saliva al notar
como su figura quedaba al descubierto, dejando a mi vista una sugerente
lencería vino tinto.
Sus ojos se abrieron lentamente, y yo me paralicé ahí mismo, ¡Estaba
sobre ella! Con su vestido en mis manos, lo escondí en mi espalda cual
criminal, pero... pero. Sus manos se alargaron hacía mí, sus dedos sujetaron
mis mejillas, sin poder reaccionar me vi jalada a su lado donde sus labios me
recibieron con un cálido beso. Los ojos casi se me salen de las cuencas, cuando
todo lo que podía ver eran sus ojos cerrados, su rostro tan cerca y sentirla de
una forma que ya parecía olvidada. No pude resistirlo, moví mis labios
correspondiendo su gesto, ella se asió de mi cuello como un náufrago a la
tierra. Liberé mis manos de la carga del vestido, para posarlas en un caricia a
su mejilla, cerré los ojos sintiendo como aquella caricia con sabor a gloria,
se profundizaba dando paso a nuestras lenguas, fue por todo decir una
exploración única... mi segundo beso y era con la mujer que amaba. La dicha
acelero el latir de un corazón henchido de amor por ella. Hasta que el
indispensable oxigeno nos obligó a apartarnos.
-Natsuki...- Susurró quedo con los ojos cerrados, dejo caer pesadas
sus manos, volviendo a sumirse en la inconsciencia. Mientras yo trataba de
recuperar el aliento, era la segunda ocasión de la noche en la que mis pupilas
se dilataron y vibraron de sorpresa. Hacía tanto tiempo que no la escuchaba
nombrarme.
-Shizuru...- Deje escapar de mis labios su nombre con adoración,
pero pronto vi con mis propios ojos cuan terrible pareciera la sola mención de
mi nombre, una pequeña gota perlada había escapado de su encierro.
Bajé de su cuerpo, de la cama, como si de nuevo me estrellara contra
la tierra desde muy alto. Shizuma tenía razón cuando dijo que yo le he hecho
mucho daño, quizás este ha sido solo el gesto de una mujer ebria y despechada.
Fui al cuarto de baño, y al mirarme al espejo comprendí que una de las lentilla
azules no estaba ahí. Busqué en mi chaqueta una cajilla con su reemplazo, dudé
en volver a usar el lente, siendo este la única diferencia entre Nataru Blan y
la que se supone soy yo... Natsuki Kuga.
-Decide ahora... Kuga o Blan- Me dije a mi misma, tensé la mandíbula
conteniendo mi propio llanto. No podré perdóname, si la hiero una vez más...
-Kuga Natsuki está mejor en el pasado, Natsuki no existe más- Volví a posar el
lente en su lugar y a ocultar mi amargura en un rostro sin expresión. Retorné a
la cama, solo para completar la tarea inconclusa, ponerle el pijama a mi
protegida.
Fue una tarea ardua, pero al parecer esta vez, Shizuru gozaba de un
sueño más profundo. En ocasiones tuvo cortas convulsiones entre sueños, en
todas ellas humedecí el paño para posarlo frío en su frente y acaricié su mano
deseando que supiera allí donde no puedo alcanzarla, que sigo aquí. Pasaron las
horas y al fin noté su pulso y su expresión relajarse, apoyé la cabeza para
descansar un momento, solo un instante... no conté con la idea de que sueño me
venciera.
-0-0-0-
Tuve un sueño extraño, como pocos... o como muchos que hace ya meses
no se repetían. Volvía a tener a Natsuki entre mis brazos, sus labios entre los
míos, su amor en una mirada y sus brazos rodeándome. La luz de la mañana
interrumpió mi más añorado instante y maldije por dentro el infortunio de la
realidad golpeándome, nunca es grato volver a un mundo donde la persona amada
ya no está, donde pareces ser lo último en importarle, lo que ha olvidado hace
tiempo. Me removí en la cama buscando volver a mi sueño, hasta que una forma
intrusa en el borde de mi cama me obligo a despertarme.
Abrí los ojos perezosa, levantándome con un pequeño mareo, en cuanto
vi esa melena cobalto y su mano reposar sujeta a la mía. Sentí las imágenes del
día anterior golpear mi mente como un rayo, me sonrojé al recordar que le había
besado, que por un momento imaginé sus ojos del tono esmeralda que tanto
idolatro. Que le sujeté con tantos deseos reprimidos y gracias al cielo caí
inconsciente antes de cometer una locura. Noté sobre mi cuerpo el pijama y a un
lado de la cama la prenda manchada de sangre.
Me dediqué a contemplarle, sobre sus heridas se tomó tantas
molestias conmigo, y ahí estaba a mi lado, tras una noche en vela de cuidados
¿Por qué me cuidas con tanta devoción Nataru? ¿Serán esas letras de cuaderno
una verdad que no pretendes ocultar? Sus finas facciones, podría quedarme a
mirarlas una eternidad, su cabello sedoso entre mis dedos. Son una maldición
que yace en ella, con su solo parecido a mi adorado tormento. Así de cerca,
resulta tan fácil entender porque me la recuerda tanto, pero el encanto morirá
en cuanto abra sus ojos y vea el hielo azul. Me pregunto si esta terrible
confusión sobre Nataru se debe a su excesivo parecido con Natsuki, o es que
ella por si misma realmente empieza a gustarme.
Llevo mis dedos sobre mis labios, fue una caricia intensa, casi pude
percibir electricidad en el solo contacto. La tibieza de sus caricias en mi
rostro, no evito sonreír y buscar mejor acomodo para mirarla en silencio. Pocos
instantes transcurrieron cuando empezó a remover su cabeza, y acariciar su
rostro cual felino perezoso.
-Ara... Nataru es tan tierna cuando se despierta- Digo con mis codos
apoyados en la cama y una peculiar sonrisa adornando mi rostro, estoy muy
cómoda con los pies levantados para no quedar fuera de la cama.
-Shi...¡Shizuru!- Se alejó de mí asustada, con tan mal tino que se
cayó de la silla, me reí ante la escena tras notar que no se había lastimado.
-Shhh... No querrás que mi madre te oiga, podría mal pensar las
circunstancias- Hice un ademán de silencio. Ella simplemente asintió con la
cabeza más roja que un tomate.
-¿Estás mejor? Ayer tenías fiebre- Musitó tímidamente, poniéndose de
pie. Con un ademán le indiqué sentarse a mi lado y así lo hizo.
-Gracias a Nataru estoy perfectamente- Sonreí sincera.
Sus ojos me miraron confusos, ahí estaba ese azul que negaba todo en
mis fantasías. Me extrañó que pronto desviara la mirada con desencanto. -De
nada Fujino-san-
-Ara, ¿Ahora Nataru vuelve a su estado formal? Hace unos segundos me
llamaba por mi nombre- Tanteé el terreno.
-No debo olvidar mi lugar... es solo eso- No me gusta la nostalgia
en su voz, planeo cambiar eso.
-¿Entonces Nataru no planea hacerse responsable por lo de anoche?-
Lasciva, divertida... ¿De qué otro modo podría decirlo?
-¿Re...responsable?- Abrió sus ojos grandes, es taaan Kawai.
-Pe...pero-
-Si... cuando las manos de Nataru tocaban mi cuerpo sin ningún
recato, me dio la ligera impresión de que...- Pero ella no me dejo terminar.
-¡Shi...Shizuru!- Mi querida escolta ya no sabía en qué hueco
meterse. -Yo... err solo pretendía cambiarte de ropa... nada más... ¡Lo juro!-
-Me gusta cuando Nataru dice mi nombre... me enojaré con ella cuando
me trate tan formalmente...- Reí de buena gana. -Pero sé que es una mujer
respetuosa- Afirme dejando mis juegos para otros momentos, después de todo se
lo merecía por haberme cuidado toda la noche.
-Así que ya lo sabes... que soy mujer- Decía juntando la puntita de
sus dedos.
-Sería imposible pasar por alto ese detalle... Nataru es muy linda,
sería un pecado confundirla con un hombre-
-Gra...gracias- Sonrió y ese gesto tan escaso en su rostro hizo dar
un brinco a mi corazón. -Si estas puesta para hacerme bromas significa que
estas bien y eso me alegra- Esa mirada, esa expresión... no debería estar ahí.
Entonces sentí aquella espina removerse en mi interior, un miedo,
una alerta... estas palabras debería habérselas dicho a otra persona. Yo no
puedo traicionarla no... no puedo. Me vi a mi misma ponerme de pie, actuar con
una voluntad que no era mía... mis manos sujetaron el cuello de la camisa de
Nataru con mucha fuerza. -“¿Realmente crees que puedes escapar de mí?”-
Una voz idéntica a la mía se escuchó cual eco en mi cabeza. -“Yo soy tú,
la verdadera tú”-
-Shizuru...- Susurró muy quedo Nataru sin oponer resistencia,
mirándome confusa.
-“Quieres seguir ignorando el enorme deseo que te provoca... y el
odio que sientes por ella. ¿No lo notas? Solo tienes que tomar lo que te
ofrece, ella no va a resistirse”- Volvía a
hablar mi propia voz en mi mente, ¡Pero yo no pienso así! -“¿Tan pronto
me olvidaste...?”-
-“Ki...Kiyohime”- Al observar mis manos
me di cuenta que mis dedos por si solos habían desanudado la corbata de Nataru,
cuyo rostro no me miraba, estaba desviado hacía un lado lleno de pudor.
-“Si tú no quieres a mi amada... entonces yo la tomaré por ti”- Escuché aquellas palabras con más fuerza en mi mente. -“¡NO!
¡Ella no es Natsuki!”-
Esto no es verdad... es imposible. Ella se fue con mi Child, yo...
yo no puedo ser esa persona, solo fueron alucinaciones, ¡Fue la influencia de
la Estrella! -“¿Eso crees? ¿Jamás te dijo Viola-sama que nuestra familia
esta maldita?”-
-“¿Maldita?”- Logré con mi desconcierto, liberar de mi agarré a
Nataru. Me senté en la cama y llevé mi mano a mi rostro, pero todo lo veía
rojo, al alejarla, noté mi palma manchada de sangre, la sangre de la gente
que... -“Que asesinamos... yo no lo hice sola Shizuru, no importa cuánto
laves tus manos... estarán manchadas siempre que las mires... ¿No crees que es
la prueba más sincera de tu amor?”-
-Shizuru... realmente estas... ¿Enojada conmigo?- Se acercó Nataru,
mirándome con preocupación. Intenté negar, pero ninguna palabra salió de mi
garganta, ni siquiera pude mover mi cara.
-“Claro que si... ¡Faltaste a tu promesa!”- Pude sentir con más fuerza la presencia de Kiyohime. -“¿Promesa?”-
... realmente estoy enloqueciendo. -“Le he esperado durante muchos
siglos... esta vez será mía”-
-Shizuru... empiezas a preocuparme... por favor- Se inclinó muy
cerca de mí y un halo de tranquilidad embargó mi pecho.
-Ara, Nataru se preocupa mucho por mí... empiezo a creer que le
gusto- Intento recuperar la compostura de siempre.
-Realmente soy mala mintiendo... pero no te equivocas- Su rostro
sonrojado, tan tentador, su aroma embargándolo todo. Resulta tan difícil
ignorarla. -Shizuru yo... te... te a...-
-“Siente su aroma, mira sus ojos, su piel... esa persona está
impregnada completamente del alma de mi amada”-
¡No dejaré que me domines! Lo perdí todo en cuanto me deje llevar por ti
Kiyohime. -“¡No esta vez!”-
Miré con determinación a Nataru. -¿Cómo puedes siquiera atreverte a
decirlo? Una persona que se escuda en una ropa que no le corresponde ¿Es que te
apena admitir que eres mujer?- Le miré con desprecio, tengo que alejarla o
Kiyohime... -¿Realmente te atreverías a decir que me quieres?- Concluí la
pregunta, mientras miraba sus pupilas azules vibrar con sorpresa, con dolor tal
vez.
Dio un paso atrás. -Para protegerte... no me gusta pretender ser
algo que no soy... pero... mi sola presencia te hubiese puesto en riesgo- Le
flaqueo la voz y entonces me di cuenta de la crueldad con la que hablé. -Para
que no pudieran llegar a ti a través de mí- No lo entendí, solo temí un poco
más. -“¡¿Cómo pudiste?!”- Un paso más lejos de mí, noté el
escozor en sus ojos y su rostro descompuesto. Entonces alzó la voz. -¡Porque te
fuiste y no pude soportarlo!- Ahora silenciosas lágrimas bajaron por sus ojos y
sentí morir de culpa por dentro, no estoy segura si el corazón que sufría era
el mío o el de Kiyohime. -¡Porque te amo Shizuru!- Agachó el rostro, ocultando
su dolor en los rebeldes mechones de pelo cobalto y presionando con fuerza sus
manos que un par de gotas rojas cayeron al suelo. -Sé que me merezco esto... lo
sé- Ya nada de temple quedaba en su voz, entonces noté la humedad en mis
propias mejillas. -Lo siento tanto...-
-“¡Has que pare! No soporto sus lágrimas”- Abrí los ojos grande. -“Yo tampoco soporto verla llorar... no
soporto hacerle daño... ¿Por qué?”-
Nataru se hubiera dejado caer al suelo derrotada, pero con un
impulso nacido de mí, sujete entre mis manos su rostro y antes de pensar... muy
lejos en mi mente, no medie consecuencias, simplemente deposité un beso en sus
labios. -“Esto es lo que somos realmente Shizuru”- Agridulce
sabor salino de llanto y de fresas... cerré los ojos con fuerza, para no ver su
expresión, para cruelmente imaginar otro rostro sobre el suyo, uno donde unos
ojos verdes me estuvieran mirando con sorpresa.
Llegó su respuesta para mí, asió de mi cuello sus manos para
responder al gesto que yo le prodigaba, me pegué más a su cuerpo dejándome
superar por el deseo que me carcome desde la primera vez que le vi en aquel
bar, aun con la reciente memoria de lo que sentí al besarla la noche anterior.
Mis manos viajaron por su cintura, buscando con desespero deshacerme de la
atadura nacida de la hebilla plateada, logré desfajarle la camisa y meter mis manos
hasta rozar su piel, sonreí divertida ante el pequeño respingo de su cuerpo
tembloroso. Más no cesaba la fogosa batalla entre nuestras lenguas, con el
ánimo de explorar en los confines de la otra, siendo este un juego delicioso en
el que nuestros sabores entremezclan como si fueran uno solo. Sentí sus manos
bajar por mi cintura, mis caderas, hasta presionar con firmeza mis posaderas,
me vi levantada por esta atlética persona y el instinto me obligó a enredar mis
piernas en su cintura, paso a paso me llevó a la cama para depositarme con suma
delicadeza.
Nos separamos por la falta de aire, mientras ella enredada entre mis
piernas se movía contra mi suavemente, aun sobre la ropa la caricia era
exquisita, incrementaba mi deseo por tenerla con cada segundo. Cuando yo me
negué a mirarla directamente a los ojos, dejando al descubierto una buena
porción de este, sus labios buscaron mi cuello... no quería verlos, no esos
ojos azules que romperían la fantasía si osaba contemplarlos.
Acertadas mordidas hicieron escapar de mi garganta suaves gemidos,
mientras sus tenues envites contra mi figura comenzaban a hacerme desear un
poco más y corresponder en sincronía tales movimientos. Mis manos retiraban las
camisas hasta dejar a la vista el vendaje, pero ella apaciguaba mi premura con
lentas caricias que me desnudaban con calma. Sentí un brinco abrumador en el
pecho al notar con cuanta devoción besaba la piel descubierta de mi torso ahora
desnudo ¿A qué horas me quito la ropa? No me importó pensar en ello cuando sus
labios pasaron de mi clavícula a mi pecho, estaba perdiendo el control y lo
sabía, pero nunca había sentido nada igual al ser acariciada por alguien. Ella
se deleitaba masajeando mi pecho con una de sus manos, mientras sus labios
mimaban y humedecían la corona del otro.
Nataru no es experta, lo noto en sus caricias dubitativas y
temblorosas, sin embargo siendo tanta su preocupación por mí, su forma de
tocarme como si de la más fina porcelana se tratara, pronto le permite aprender
los puntos de mi cuerpo cuya sensibilidad me lleva al límite. Enredo mis dedos
en sus negros cabellos, atreviéndome al fin a mirar como baja a besos por mi
piel, como retira mis prendas inferiores y hace una corta pausa para
contemplarme. Vi, vi lo que no deseaba ver, su pecho agitado pero henchido de
amor, sus ojos tan transparentes. Capaces de delatar la maravilla de una mirada
curiosa e idolatra hacia mi persona. Sus deseos, puros y hasta inocentes a
pesar de las circunstancias.
La atraigo hacia mí para volver a besarle y sentirme por primera vez
amada, amada con sinceridad por una... ¿Desconocida? -“No pienses
Shizuru, si piensas esto acabara mal”- Decido al fin tomar el control,
en medio de besos, de comerme sus labios como se disfruta de la fruta
prohibida. Me giro para quedar sobre ella y retirar con maestría la estorbosa
venda. Había que emparejar la situación, me mira sorprendida pero yo hago caso
omiso de este gesto, pues sus palabras ya me la han entregado y yo estoy
sedienta de todo su cuerpo. Deseo devolverle el gesto y así humedezco ante su
vista mis dedos de una forma sugerente, de tal modo que atrae a su rostro un
divino sonrojo. Poso entonces sobre su pecho la humedad de mis dedos y de mi
boca para saborearla, hasta escuchar la sinfonía de sus gemidos.
Me deshago de las prendas restantes, no sin apreciar la exquisita
ropa interior que lleva puesta. Impaciente por sentir su piel bajo la mía y
cuando al fin lo logro es tal la dicha que se siente, que me doy cuenta que si
su piel a la vista parece suave, al tacto supera la más fina seda. Me uno a
ella, me fundo en ella a besos y caricias, unos que responde cada vez con más
agilidad, quizás maestría. Mi garganta acompaña a sus gemidos en cuanto su mano
baja a mi húmeda entrepierna para acariciarme donde toda mi debilidad reposa y
mi placer le da la bienvenida. Tras algunos momentos de estimulación externa,
al fin puedo sentirla en mi interior y mis jadeos, mis movimientos se abruman,
rápidos, veloces en una total acogida. Imito sus gestos, me la encuentro
deseosa, sus ojos me miran suplicantes y sus piernas me dan paso. Rauda, abro
sus pliegues, con el pulgar dedico tiernos mimos al botoncillo del placer
femenino, un profundo gemido de placer me da a saber que voy por buen camino,
así después de algunos instantes y con mis dedos cual intrusa, me dedico a
sentirla por dentro. Un pequeño gemido se esconde entre agitados suspiros, muy
pronto su voz ronca gime de placer ante mis envites, ante la sincronía
acelerada de nuestras caderas. Tan rápido, tan profundo, tan maravilloso que
instantes después, me veo llegar a la cima del mundo sujetando su mano libre
con fuerza, mientras su espalda se arquea a pesar de contar con el peso extra
de mi cuerpo moviéndose sobre el suyo. Un largo gemido al unísono, un profundo
sentir de un instante perfecto, el cielo en mis manos, la dicha en mis ojos, el
latido presuroso de aquel ritmo cadencioso, el final de una lucha de titanes,
la plenitud de la vida en estos cortos pero eternos segundos.
Exhausto su cuerpo sede, siento las dulces contracciones de su
interior que le gritan con alegría a mi cuerpo, que fuimos una. Disfruto de
aquellos momentos, dedicándole caricias dulces, suaves, antes de salir de su
cuerpo, con pesar como extrañándolo tras apenas haberlo abandonado. Ella imita
mis acciones, pero usa sus manos para traerme de vuelta y darme el beso más
tierno que... he sentido jamás. Observo la tenue luz del día que se filtra a
través de las ventanas, la refrescante corriente mañanera recorrer nuestros
cuerpos sudorosos.
-Te amo... Shizuru- Susurra quedo en mi oído, con sus brazos
envolviéndome de forma protectora, acallando mis ideas, pero yo... yo no puedo
darle la misma respuesta ¿O sí? Me quedo a contemplarla mientras cierra sus
ojos con algo de somnolencia. Es cierto, ella no durmió en toda la noche por
cuidarme, así en silencio la miro una vez más con ternura, esta bella mujer que
acaba de entregarse. ¡Entregarse!
Entonces me doy cuenta de mi error, miro mis manos, solo para
percatarme de una pequeña mancha carmín en uno de mis dedos, retiro con cuidado
la sabana para espantarme por la evidencia de aquello que no me percaté.
Nataru... era... virgen ¿Virgen a sus años? Abro los ojos con terror,
cuestionándome seriamente que he hecho y todas las culpas pesan sobre mí.
Vuelvo a posar la vista sobre la apacible mujer solo para entender que esa
sonrisa genuina en un rostro como el suyo no debería estar ahí, porque yo...
porque yo... ¿Amor a Natsuki verdad? Cierro los ojos con fuerza ¿Entonces
porque mi corazón esta tan agitado? ¿Por qué esta sensación de felicidad que
hasta la fecha solo he sentido una vez? Sí, la última vez bastó un solo beso de
Natsuki para hacerme sentir tan completa que. -“¿Realmente prefieres
esconder lo que sientes? Su nombre no es lo que importa, es ella lo que estás
pasando por alto”- Vuelvo a oír el eco de Kiyohime en mi mente, pero
esta vez apagándose, como si esto hubiera sido suficiente para satisfacer sus
deseos. -“¿Y los míos propios?”-
El mágico momento se vio interrumpido por el fuerte toque de mi
puerta. -Shizuru, ¿Hermanita estás ahí?-
La cara de Nataru fue todo un poema, se puso rígida y se tapó la
boca por puro reflejo.
-Si Shion-chan... dame un segundo me pongo presentable- Dije con
toda la calma del mundo.
Nataru me hizo caras y gestos de los que pude entender ¿Dónde me
escondo? Divertida como estaba, señalé bajo la cama. Negó con la cabeza, y
tengo la impresión que prefería saltar por la ventana. Trataba de contener la
risa, al verla buscar su ropa que estaba desperdigada en derredor de la cama.
Yo hice lo mismo con parsimonia, pero una pijama es mucho más fácil de poner
que toda la indumentaria masculina de Nataru. Logró fajarse el pecho en tiempo
record, pero yo soy una pizca más malvada.
-Ya puedes entrar Shion- Musité con toda la intensión.
Nataru me miró con estupor y en menos de lo que canta un gallo, la
pelinegra se deslizaba bajo la cama con la camisa a medio poner, llevando el
resto de su ropa consigo envuelta entre sus manos. Me costaba mantener la
compostura y no reírme a carcajadas sueltas. Más aun, cuando vi como una mano
pálida arrastraba bajo la cama el vestido manchado de la noche anterior, al
tiempo que Shion entraba en mi habitación.
-Tengo la ligera sospecha de que mi hermana pasó una buena noche, su
sonrisa es radiante esta mañana- Dijo analizándome un par de segundos.
-No voy a negarte que una serie de hechos inusitados han alegrado
este día... sin embargo me pregunto que hace Shion-chan en mi cuarto a horas
tan tempranas de la mañana- Intervine al notar que buscaba con la mirada 'algo'
en mi habitación.
-Madre me envió para recordarte el desayuno con nuestro padre...
como siempre estás puntual y anoche ninguna mujer de la certidumbre te vio
llegar- Apuntó divertido y yo ya sabía por dónde iba la conversación. Señaló
con la mano bajo la cama, sin atreverse a mirar.
Una sonrisa de mi parte le fue suficiente explicita, se dio la media
vuelta despidiéndose con la mano, una vez cerrada la puerta, asomé la cabeza
bajo la cama. Nataru en verdad parecía un cachorro asustado en el más recóndito
recodo. -Ara, no sabía que Nataru podía compactarse a sí misma de esa manera-
Salió de debajo de la cama, se sacudió la ropa y yo me reí al notar
una moto de polvo en su cara. Me acerqué a limpiarla, notando el calor en su
mejilla sonrosada.
-Creo que debo irme...- Dijo suavemente, mirándome con sus
expresivos ojos azules. A veces me da la impresión de que está a punto de
llorar y algo se retuerce de pena en mi interior. Caminó a la ventana, yo me
quedé de pie con la mano extendida sin comprender ese insignificante gesto.
Abrió la ventana dispuesta a saltar.
Quería tenerla un rato más conmigo. -¿Acaso Nataru piensa salir así
de mi cuarto? Tal parece que se le están pegando las malas mañas de los
hombres...- Eso de andar semidesnudos por ahí.
Se miró a si misma notando que no tenía los pantalones puestos y la
camisa estaba a medio poner, dejando ver un vendaje negro en su pecho. El rojo
de su cara se incrementó considerablemente, la vi hacer malabares vistiéndose
como si en la puerta de mi cuarto aguardara un esposo celoso con un rifle o
algo parecido. Me reí de buena gana, muy pronto estuvo presentable, más o
menos. Noté la mancha de sangre en la camisa blanca y el chaleco azul de Kiray.
-¿Esta bien tu cabeza?- Asintió sonrojada procurando en vano, recuperar
su expresión sería de siempre.
-Yo... puedo sanar muy rápido Shi... Shizuru...- Me señaló la parte
de su cabeza en la que debería tener un corte por lo menos. -¿Ves? No hay
nada... así que no tienes de que preocuparte- Sonrió de forma encantadora y yo
contuve el aliento. Posteriormente se acercó y deposito un tenue beso en mis
labios. Eso no me lo esperaba... -Mara vendrá a cuidarte... yo le alcanzaré más
tarde después de darme una buena ducha, nos vemos Shizuru- Volvió a caminar
hacía la ventana y saltó como si nada, yo corrí al pensar que eran tres pisos.
La vi correr, entre los jardines como si nada y desde lo lejos, levantar su
mano para despedirse antes de saltar un muro con increíble facilidad.
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Genial!!! Espero el próximo capítulo pronto
ResponderEliminarMas que genial :D me encanto...gracias
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