Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

Primavera - Hat

El pasto acaricia su mejilla movido por las tenues lenguas del aire primaveral. Los rayos de sol se recuestan en todo su cuerpo amoldándose perfectamente a su figura despreocupada. En la esquina de sus ojos, iluminados por el esplendor de la mañana, se dibujan pequeñas líneas de alegría mientras ve formas sin forma en las nubes que se desplazan perezosas por el ancho espacio azul. Y mientras ella imagina, yo la observo, maravillada por cada detalle de su rostro y su repentino movimiento de manos que asemeja el vaivén de los insectos que se cruzan entre su vista y el infinito que; estoy segura, observa. Veo la perfección en ella. Esos y más sentimientos, a los cuales no logro darles nombre, se reflejan por todo mi cuerpo, tan cerca del suyo que hasta puedo sentir el calor que emana. De repente, quizá percatándose de estos sentimientos o de mi intensa mirada, gira un poco la cabeza y con sus ojos fijos en mí rostro, me pregunta sin palabras; ¿qué significa toda esa energía que sale de mí? Y yo, tomada por sorpresa, intento evadir esos ojos cafés que cuando me observan desnudan mis deseos. Así pues, fingiendo pereza, volteo hacia otro lado fijando la mirada en una mariposa que descansa sobre una rama seca a lo lejos.


Espero a que ella descuide mi presencia y regrese a esa interminable búsqueda de respuestas a preguntas que parecen simples pero que a ella le preocupan de forma incesante. Me observa por unos minutos más, que a mí me parecen horas, y al final vuelve su vista al cielo. Nuestra relación siempre ha sido así, ella se percata de que algo sucede dentro de mi ser cuando estamos juntas y lo único que hace es mirarme a los ojos por unos instantes y después dejarlo pasar. Pero esta vez no calla como siempre, sino que me pregunta, con un tono que me asusta por el esfuerzo que hace para que no note su intranquilidad.
¿Qué sientes por mí?
 Al escuchar estas palabras todo mi cuerpo se tensa e incómoda. Ahora cada piedra y pasto en mi espalda se entierra tal aguja diciéndome que no diga la verdad pues muy cara saldría mi sinceridad.
Volteo a verla intentando encontrar la razón a esa pregunta. Al hacerlo me encuentro con sus intensos ojos apremiándome por una respuesta.
Un gran cariño por la buena amiga que eres es mi respuesta apresurada para que no se percate del dolor que siento por no ser lo suficientemente valiente para expresar la verdad.
¿Decepción noto en su semblante? O ¿es quizá, incredibilidad?  Estos sentimientos pasan tan rápido por su cara que al final creo que fueron producto de mi imaginación. Ella vuelve a poner su atención en las nubes vagabundas al frente suyo.
Mi cuerpo se destensa considerablemente al ya no ser el punto de atención de esos ojos. En mi cabeza se formula la necesidad de devolver la pregunta. Pero mis pensamientos marchan rápido, mi conciencia me detiene antes de abrir la boca cuestionándome el “para qué” y respondiendo ella misma con otra pregunta:
¿para qué nos golpee la realidad de su cariño limitado por la amistad?
Y en ese momento entra en acción mi corazón que se siente un poco dolido por esa verdad inminente pero terco responde:
Bien debes saber, conciencia, que no accedería a que saliéramos lastimados sino fuera porque hay esperanzas.
Y mi conciencia con risa socarrona le responde amargamente:
Pues no parece que te importe tanto si salimos o no lastimados pues has dejado que amemos a un ser que por mucho tiempo no nos ha correspondido termina triunfante.

Aunque yo apoyo ese razonamiento de mi conciencia y mi corazón se queda solo en esta lucha interna. Se apodera de mí. Pues la mayoría de las veces en la guerra de ti mismo la locura es más fuerte.
Toda esta lucha no duro más que segundos, y sin más reparos que las palabras amontonándose en mi boca le devuelvo la misma pregunta:
¿Y… tú… qué sientes por mí?
Espero la respuesta como el que espera recibir un duro golpe, cierro los ojos y mis puños se contraen con tal fuerza que me lastimo, me concentro en ese dolor.
Pasa mucho tiempo y la respuesta no llega, abro mis ojos y nuestras miradas se topan. No sé interpretar lo que se dibuja en sus facciones, quizá es duda o miedo. Ninguna me parece que sea buena.
¿Qué pasa? pregunto.
Te temo responde. Y gira la cabeza hacia otro lado.
Mi corazón se entristece y cruelmente la conciencia se alza victoriosa.
¿por qué? es lo único que logro articular.
En realidad no quiero saber la respuesta, lo único que quiero es levantarme y echar a correr. Pero mi cuerpo no responde a mi cabeza. Le doy vueltas a su respuesta en mi mente, mientras miro su cabello y algunos trozos de pasto que se han adherido a él. Entonces ella ya conocía mis sentimientos…
Estoy amarrada a este suelo que me parece congelado, esperando el golpe final. La veo erguirse, y cierro los ojos. Imagino su figura marchándose, y yo tirada aquí. Lo único que me queda es esperar al viejo tiempo que no lleva prisa para curar mis heridas. El silencio es eterno, no escucho sus pisadas lejanas.

Giro mi cabeza boca arriba con los puños y los ojos fuertemente cerrados. Y siento un aliento cálido en mi piel sensibilizada por las lágrimas que atraviesan mis mejillas. Unos labios fríos se apoyan en los míos que arden a su roce. Ese aroma tan bien conocido por mí se combina con el de la naturaleza. No me hago más preguntas mientras mis manos acercan su cuerpo al mío que lo desea. Sus senos chocan contra los míos e inesperadamente nos hacemos una con el vacío. 
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3 comentarios:

  1. wauuu!
    Magistral
    ¡mis aplausos a esta bella pieza de arte!!!

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  2. Que lindo!!! Bendita conciencia a la cual no se le puede engañar.

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