Sin ti…
La nostalgia de la partida le acometió desde el
instante en que emprendió el camino hacia Huatulco, pensó en lo diferente que
se sentía ahora en comparación con la desesperanza y desasosiego que la
apresaban cuando hizo por primera vez ese recorrido; ahora aspiraba
profundamente llenando sus pulmones de ese aire que le había mostrado que tenia
una vida, impregnando su nariz del fresco aroma a vegetación y mar, no buscaba
que este le proporcionara paz ni tranquilidad; solo llevárselos consigo. Se
despidió de Pedro cariñosamente, con un fuerte abrazo, éste le hizo prometer
que la tendrían ahí nuevamente – una mentirilla piadosa no me hará daño, que
mal me hace el continuar inmersa en este sueño y creerme que no es una
despedida definitiva, que algún día volveré y ella estará bebiéndose una
cerveza sentada frente al mar y al mirarme me dirá que me esperaba – se
justificó; pero el sueño estaba por terminar, una última ojeada hacia atrás
antes de dirigirse a las salas de abordaje lo extinguieron; secretamente
anhelaba encontrarse con esa mirada que la envolvía siempre en un manto de emociones
sin definición; suspiró, sonrió y cruzó la línea que separaba la fantasía de la
realidad.
El cielo del atardecer de la Ciudad de
México la recibió limpio y claro, luces aquí y allá anunciaban la partida del
sol; durante el vuelo tomó una decisión así que en lugar de ir a su casa se
hospedo en uno de los hoteles del aeropuerto y llamo a su tía.
- ¡Bueno!
– escucho la voz mucho mas jovial de su tía.
- Tía,
¿cómo estás?
- ¡Paula!,
hija, muy bien, mas que bien, excelente, feliz, tengo tanto que contarte, Pero
¿tú como estas? ¿cómo ha ido todo?; estoy ansiosa por verte.
- Por
eso te hablo tía, ¿es posible que pueda ir hasta donde estas?
- Por
supuesto que si, me has hecho el día… bueno ya habrá tiempo de ponerte al
corriente de mi vida, ¿ahora dime, en donde estas?
- En
el DF, voy llegando, estoy en el HM del aeropuerto, ¿tú donde estas?
- En
Santiago, Chile, ¿tienes tú pasaporte vigente?
- Sí
- Bueno
entonces podrás viajar enseguida, no necesitas visa, avísame en cuanto tengas
los datos de tu vuelo cariño, ¡estoy tan feliz!
- Yo
también lo estoy, te llamo, besos.
No podía dejar de pensar en Zoe, nunca
pensó que la extrañaría de esa manera, es decir, sabía que no le sería fácil el
dejar de verla pero no esperaba traerla en la mente cada segundo y tampoco
sentirse tan agobiada por su ausencia, se decía que no era anormal sentirse
así, después de cuatro meses juntas prácticamente las veinticuatro horas del
día, era lógico que la echara de menos; es irónico que los últimos días
verdaderamente ansiara volver a su entorno, consciente de que separarse de Zoe
la pondría un poco triste, pero verdaderamente anhelaba ver a Dani, a su tía, a
todas las chicas; pero desde estamañana empezó a extrañarla y esa sensación de
falta, de vació, el hueco en el pecho y la panza se incrementaron a cada minuto
y ahora, tan solo unas horas después le resultaba casi insoportable, tanto que
por momentos se cuestionaba si debía volverse y decirle – “oye, creo que
todavía no estoy del todo bien, quizá me hagan falta otros cuatro meses”- se rió de sus pensamientos y decidió darse
una ducha a ver si eso lograba regresarla a la cordura.
En pijamas frente al televisor esperando
la cena que ordenó a la habitación, resolvió no reprimir sus emociones y dio
rienda suelta a los recuerdos de los días con Zoe, su voz grave, la suave
caricia de su mirada, su presencia
cubriéndola, arropándola, la forma casi infantil y asimétrica en que le caía el
cabello sobre la frente y orejas, su sonrisa, la manera de acariciarla, sus
besos; se adentro tanto en su mente que casi la tocó, la llamada del room service
la regresó de golpe a la soledad de la habitación; cenó tratando de
concentrarse en el programa que sintonizó y no pensar mas.
En Santiago se encontró con la sorpresa
de que su tía estaba viviendo en pareja con Ángela, una guapísima chilena,
estuvieron en Chile poco mas de una semana y partieron las tres rumbo a Italia.
La idea inicial de Paula era que su tía la acompañara en el proceso de adquirir
un guardarropa nuevo, en donde sea que estuviere, pero Consuelo la convenció de
viajar con ellas a Europa, ya estando por ahí aprovecharían para las compras.
No podía negar que se lo estaba pasando
muy bien, que se divertía, pero la verdad es que seguía extrañando a Zoe como
una condenada, se consolaba mirando a su tía tan feliz, completamente enamorada
de Ángela – es cuestión de tiempo, se me pasara, es lógico que ahora no me la
pueda sacar de la cabeza – eran frases que se repetía sin cesar, le daba cierta
tranquilidad el ver que Consuelo estaba tan bien, y ni siquiera una vez le
menciono a “la especialista”, esto seguramente se debía a que ya había dejado
el asunto en el pasado, antes no dejaba de hablar de lo maravillosa que había sido
esa experiencia; llegó el momento en que se acostumbró a la sensación de
perdida, convencida de que el paso del tiempo terminaría con ésta.
Pasó poco mas tres meses viajando con
Ángela y Consuelo, este periodo significó muchísimo, se dio cuenta de su
capacidad de coquetería, su seguridad se incremento tanto mas que se atrevió a
pasar de simples escarceos con algunas
chicas a vivir un verdadero affaire de fin de semana en Paris, primero se dejó
llevar por la situación, decidiendo no pensárselo demasiado, luego se lo paso
bien a secas, es decir lo disfrutó, pero faltó algo, se dijo; después se sintió
avergonzada, y al final resolvió que era una mujer adulta, dueña de sus actos y
que a nadie tenia que darle cuentas; sin embargo Zoe se hacia presente en cada
uno de sus actos y reflexiones y terminó aceptando que lo que le faltó fue su
piel, boca, manos, brazos, piernas – fue solo sexo y
sentí placer… con ella era tan distinto – éste último pensamiento la enfado
consigo misma, definitivamente no podía continuar sintiéndose así, añorándola
de esa manera, Zoe era peor que un fruto prohibido porque no era real, un ser
quimérico que se desvaneció en todos lados menos en su corazón, tenia que
dejarla ir.
En Madrid Consuelo le informó que se
establecerían en México por lo que necesitaban iniciar los tramites para
obtener la visa de internación al país para Ángela, la invitaron a regresar con
ellas a Santiago pero no había certeza
del tiempo que se llevaría obtenerla por lo que Paula declino la oferta y
determinó que era tiempo de regresar a su ciudad.
Moría de ganas por ver a Daniela y todas
sus amigas, sobre todo a la primera, no se había comunicado con ella porque
todavía no sabia bien que iba a decirle, o mas bien como iba a contarle lo vivido
en estos meses, tenia claro que
necesitaba hacerlo, quizá hablarlo con alguien le serviría para por fin dejarlo
ir; lo pudo haber echo con Consuelo, pero la idea de Zoe relacionada con su tía
la irritaba, debido a esto se esforzó por no volver a vincularlas ni en
pensamientos, el tocar el tema con ella sería demasiado.
El reloj marcaba las dos de la mañana,
era buena hora para llamar a Daniela, suspiró antes del primer timbrazo.
- ¡My
loveeee! – el sonido estridente la hizo reír.
- Dani,
que me vas a dejar sorda.
- Pues
debería, mira que eres una ingrata, es que ¡carajo contigo!, ni una llamadita,
ni un mail, ni señales de humo, una aquí imaginándose lo peor – volvió a reír
imaginando la expresión de puchero de Daniela.
- Lo
sé y tengo una disculpa para ello, pero te lo contare en persona.
- ¿Pero
cuándo? ¿dónde estás? ¿regresas
pronto?... aquí están todas las chicas, espera un segundo, te pongo en altavoz
para que todas escuchemos tú respuesta.
- ¡Hola
chicas! – las respuestas al saludo se confundieron atropellándose unas con
otras.
- Pero
responde my love que nos tienes en ascuas.
- Estoy
en Madrid, llego a México pasado mañana, a las dos y media de la tarde ¿vas por
mi Dani?
- Todas
vamos por ti – dijo Martha, quien de inmediato fue respaldada por Aura y
Leticia.
- Okey,
las veo en dos días, las quiero niñas, bye.
No escuchó la voz de Claudia entre
ellas, hasta ese momento no había vuelto a pensar en ella, y ahora que lo hacia
no podía definir como se sentía al respecto, estaba segura de que un rencuentro
con ella era inevitable, tenían en común el mismo grupo de amigas, frecuentaban
los mismo sitios, pero mas importante aun era el hecho de que de algún modo el
enfrentarse a su pasado con Claudia era algo que quería hacer, lo necesitaba y
eso involucraba convivencia; nervios y temor la atacaron instantáneamente
debido a las implicaciones que esto podía suponer, recordó la intensa sensación
de vergüenza que la invadió cuando en sus charlas con Zoe su falta de amor
propio y dignidad le cayeron encima como un balde de agua fría, de las etapas
complicadas por las que pasó durante esos cuatro meses, esa fue quizá una de
las mas dolorosas, sentir vergüenza de
si misma - ¿y si vuelvo a caer en las mismas? ¿si la atracción enfermiza que
sentía por Claudia me vuelve a atrapar? – se cuestionó, y es que antes no tuvo
conciencia de si misma, prácticamente consideraba que el dolor y las
humillaciones a las que se sometía eran el precio por los trozos que Claudia le
quisiera dar, pero ahora dependía de ella, la decisión era suya y precisamente
por esto es que debía confrontar su pasado con su presente, entender qué fue lo
que realmente sintió por Claudia y qué sentía ahora, salvo ese instante en el
que verla era inminente, tenia semanas que no experimentaba sentimiento alguno
por ella, ni bueno ni malo, pero durante ese tiempo estuvo viviendo dentro de
un sueño del que todavía no terminaba de despertar por que Zoe continuaba
acompañándole muy dentro de ella – cuando la veas lo sabrás- fueron las palabras
de Zoe cuando le cuestionó si de verdad ya no amaba a Claudia, ahora se
preguntaba si aquello que sintió en realidad había sido amor. El tiempo de las
respuestas llegó. Conocía muy bien a sus amigas, todas se dieron cuenta de su
dolor y le bridaron apoyo incondicional, si de algo estaba segura es de que no
vería a Claudia a su llegada al aeropuerto, no la expondrían a eso; además
estaba convencida de que Claudia no estaría interesada en su regreso. Quizá en
su ausencia cambiaron muchas cosas, pero el hecho de que para Claudia ella no
significo más que un juego del que se aburrió sin temor a equivocarse permanecía
inamovible; eso le daba por lo menos el tiempo para procesarlo, necesitaba con urgencia definir sus
emociones, las que sentía con Claudia y las que experimentaba cada día con mas
intensidad por Zoe.
El suelo giraba bajo sus pies, el estomago se le
encogió, cada musculo de su cuerpo estaba paralizado, el único sentido que le
funcionada en ese momento era el oído, el resto dejó de operar en cuanto
Daniela contesto su teléfono, el momento mas intenso lo vivió al escuchar su
voz, ese sonido que tenia meses añorando, seguía siendo suave, pero había algo
tan distinto, no supo identificar el qué. Lo que tenia muy claro es que las
próximas cuarenta y ocho horas serian tortuosas, nada impediría que ella fuera
al aeropuerto con el resto, llevaba meses esperando ese momento, era su
oportunidad de demostrar que la amaba, iba a pedir perdón de rodillas frente a
todas si era necesario, no sabia bien como hacerlo pero estaría ahí,
esperándola para decirle que la amaba, que la amó casi desde que la conoció.
- Oye
pero no le has preguntado número de vuelo, aerolínea, nada – señaló Aura.
- Todas
estábamos hablando con ella, ninguna lo hizo – contesto Dani divertida – además
cuantos vuelos llegan desde Madrid a esa hora.
- Lo
sabremos ese día – añadió Aura – oye Dani nos vemos en tu casa y de ahí nos
vamos en mi coche, pasamos por ti Martha antes de llegar donde Dani.
- Okey.
Hablaban entre ellas, de pronto era como
si Claudia hubiese desaparecido, en ese momento a ella poco le importaba esto, su
mente estaba ocupada organizando sus ideas, sus emociones, no importo tampoco que
no la tomaran en cuenta para la ida al aeropuerto, ella tenia sus propios planes.
Tenía casi una hora prendada al volante
de su coche en el estacionamiento del aeropuerto, embargada por el ansia y la
desesperación contenida durante meses, verificó la hora marcada en su celular y
bajó de prisa, llegó a la sala de llegadas internacionales y diviso a sus
amigas se apersonó frente a ellas intentando naturalidad, pero la expresión
mezcla de disgusto y preocupación en todas ellas dio al traste con esto, aun
así no estaba dispuesta a dejarse vencer, se esforzó por calmarse.
- ¿Claudia
que haces aquí? – la entonación de Daniela fue de reclamo.
- Lo
mismo que todas, vengo a recibir a Paula, somos amigas todas Dani- respondió
con suavidad, obviando el tono de Daniela.
- No
es momento de tensiones entre nosotras, Paula estará aquí en cualquier momento
– dijo Aura tajante, luego acercándose a Claudia le susurro – no sé qué pretendes
viniendo, pero no permitiremos que Paula vuelva a sufrir.
- Ni
yo lo permitiré – dijo con firmeza.
- ¡No
puede ser! Es…. Siiii es ella – grito Leticia exaltada – ¿Dani si es ella
verdad?
- ¡My
love! ¡por todos los santos! Sí, es ella.
En ese momento Claudia sintió que la
sangre se le fue a los pies y la tierra se abrió bajo estos, toda ella fue presa
de un temor gélido, la mujer que señalaban todas con emoción en casi nada se
parecía a su Paula, apenas una estela de los movimientos suaves y media sonrisa
que tanto añoró; ésta nueva Paula lucia una esbelta y erguida figura, vestía
con sencillez elegante y exquisita, lucía una larga y hermosa cabellera castaña
que le caía ondulada hasta la espalda, su mirada verde destellaba seguridad; en
instantes el mundo se le vino encima, se sintió empequeñecida y perdida, apenas
le alcanzó el pensamiento para ordenarle a sus piernas que la sacaran de ahí.
Nadie se percató de la partida de
Claudia, todas se lanzaron hasta donde estaba Paula, peleándose entre ellas por
abrazarla.
- Te
ves preciosa My love.
- Divina,
bellísima – agrego Leticia.
- Pero
es que pareces otra – señaló Aura.
- Que
felicidad tenerte de vuelta – dijo Martha.
- Yo
estoy feliz por verlas, la he extrañado tanto.
- Ni
tanto ingrata, que no hemos sabido de ti en ocho meses.
- Lo
siento Dani, créanme que no fue por falta de ganas, las he pensado todos los
días, pero vamos a casa que les he traído regalos a todas y muero por que me
pongan a día.
- Tú
tienes que contarnos a nosotros en donde has estado, que has hecho, con quien
te has hecho ese cambio de imagen, queremos saberlo todoooo – dijo Aura
tomándola de un brazo en camino al estacionamiento.
Ninguna noto a Claudia observándolas
desde un rincón lejano, con la mirada cargada de tribulación, tristeza y
preocupación.
Los vestigios del verano vestían con
cierto aire romántico a la ciudad, sentada en el resquicio de la ventana deseó
poder recorrer esas calles de la mano de Paula.
- Me
pareces una cobarde e insegura, estoy enfadada contigo; después de cuatro meses
lidiando con tus sentimientos, ¡carambas! ¡solo se vive una vez!, no hay que
dejar pasar la oportunidad de amar cuando la tienes tan clara y al alcance.
- Sí,
la amo como no imagine que pudiera amar a alguien, tanto que no hay palabra que
mida cuanto, y he necesitado de todo el amor que le tengo para dejarla ir sin
decírselo.
- Es
que no lo entiendo Zoe ¿por qué no decirle? ¿porqué no intentarlo?
- Hacerlo
hubiera implicado aprovecharme de la situación, yo estaba en posición de
ventaja, fui la primera persona que la hizo sentirse deseada, bonita, segura;
pero la realidad es que a Paula le espera un mundo para vivirlo, todavía tiene
que enfrentar muchos demonios, comparar, elegir, comprobar que no me necesita
para ser quien es, vivir plenamente y decidir por si misma con quien compartir
su vida.
- Pero
le has quitado la oportunidad de decidirse por ti, no puedes asegurar que ella
no se enamoró.
- Me
comporte profesionalmente, seguí los lineamientos para que eso no ocurriera.
- Y
también para que no te pasara a ti, y te enamoraste – enfatizó Adriana – Zoe
deberías admitir que hay cosas que no puedes controlar, el amor la principal de
ellas.
- Pero
no debió pasar, tengo que olvidar.
- ¿Qué
piensas hacer? no estas en condiciones de lazarte al siguiente caso.
- Lo
sé, además necesito tiempo para mi, vivir algo mio, real; - intentó sonreír –
me aconsejabas eso ¿no?
- Antes
ese era un buen consejo.
- ¿Ya
no lo es?
- Ahora
sientes algo real y puedes tener algo propio si te decides.
Desolación, vació, desconsuelo,
tristeza, un profundo y agudo dolor, han sido sus compañeros desde que Paula
cruzó el umbral de la puerta alejándose de ella; esa tarde su interior se
desmorono y hasta hoy no tenía la fuerza para reconstruirlo.
Pasó varios minutos de pie en la misma
posición mirando el vacío que dejó Paula tras de sí, su cuerpo se sostenía
mecánicamente tras el derrumbe interno, el dolor era tan grande e intenso que
no encontraba salida, deseó que su naturaleza fuera mas explosiva y poder
llorar y gritar.
- ¿Estas
bien mi niña? – reconoció la voz a pesar del matiz tímido y mesurado.
- Oti…
no te esperaba.
- Lo
sé, te pareces tanto a Ceci, también se
guardaba todo para ella solita, siempre llevando la procesión por dentro.
- Prácticamente
ella me crió- no pudo evitar sonreír ante este recuerdo - pero no entiendo
porque me dices eso.
- Ven
siéntate aquí conmigo – dijo tomándola del brazo con ternura – te conozco de
hace ya muchos años, te he visto feliz y triste, pero nunca antes tan feliz
como estos meses y tan triste como ahorita.
- No
es lo que piensas Oti… no es como piensas.
- Si
niña, sí es lo que pienso y es como pienso,
lo sé porque lo único que puede hacer que la felicidad y la tristeza
sean así de grandotas es el amor; hubo un día en que me sentí así, como tú,
alegre todo el tiempo, con campanitas en la cabeza y cosquillas en la panza,
nomás queriendo estar cerquita de…
- ¿De
mi “momy”? – Zoe tomó una de las manos de Otilia entre las suyas.
- Si
“mija” de la Ceci, éramos muy chamacas, muy inocentes, ni siquiera pensé que
eso que sentía podía ser mal visto, era, digamos que normal para mi enojarme de
que Pedro la rondara, querer tocarla todo el tiempo, extrañarla las horas que
no estábamos juntas, no fue hasta unos
días antes de que se fuera a la capital a estudiar que entendí lo que me
pasaba, una tarde en la playa Ceci me beso y me dijo que me quería; ella
siempre fue distinta de todos aquí en el pueblo, más educada, sabía hablar
bien, valiente, decía las cosas a bocajarro, no se andaba con rodeos; después de que me dijo que me quería, me
pidió que la esperara, me dijo que cuando terminara la carrera podríamos irnos
del pueblo a donde pudiéramos estar juntas, me miraba con esos ojotes negros,
esperando que le dijera algo y yo no pude – gruesas lagrimas inundaron el
rostro de Otilia – me gano el miedo y salí corriendo, ni siquiera me despedí de
ella el día que se fue, y fue bien duro porque no regresó si no hasta que
terminó la carrera, volvió a pedirme que nos fuéramos y a mi se me partía el
corazón pero no pude decir que si, ya para entonces Pedro y yo éramos novios y nos íbamos a
casar, luego ella se fue y no volví a verla… he vivido con ese dolor y me
moriré sintiéndolo.
- Te
puedo asegurar que ella nunca dejo de quererte, siempre supe que mi “momy” te amó, no me lo dijo, pero
conservaba una fotografía tuya en su mesa de noche.
- Saber
eso es más duro “mija”, porque yo nunca le dije que la quería y ya no podre
decirle, no hagas tú lo mismo, no dejes que la niña Paula se quede sin saber
que tú realmente la quieres, ella tiene que saberlo.
- Es
diferente Oti, las circunstancias son distintas.
- En
donde lo pongas, el amor es amor.
Se marchó solo unas pocas horas después,
permanecer en la cabaña hubiera sido una tortura, todo el sitio estaba impregnado
del aroma y recuerdo de Paula. Se despidió de Otilia y Pedro y emprendió el
regreso a su vida, ni siquiera avisó a Adriana quien se sorprendió al
encontrarla ahí por la mañana; en principio intentó evadir el interrogatorio de
ésta, pero luego se dejo llevar por su necesidad de desahogo, después de todo
Adriana era su única amiga. Decidió no
tomar ningún caso, no se sentía capaz de ello, se tomaría vacaciones, buscaría
una vida propia y olvidar.
Seis meses desde que la vio por última vez y todavía
el primer pensamiento de la mañana y el último antes de dormir era para ella;
había intentado con todas sus fuerzas emprender una vida propia, salir por la
noche, ir al gimnasio, conocer gente, citas, pero nada funcionaba, su amor por
Paula tenia vida propia y se fortalecía con la distancia, nutriéndose de
nostalgia, anhelo y últimamente desesperación y ansiedad; se imaginaba a Paula
feliz, triste, enojada, ¿enamorada?, ¡claro que podía enamorarse!, estaba
viviendo; algo dentro de ella se eclosionó, su amor por Paula tenia derechos y
los estaba exigiendo en ese instante y ella ya no tenia fuerzas para
oponérsele.
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Muyy atrapante la historia quiero que zoe y paula esten juntas besos ARGENTINA
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