Un
año ha pasado y recuperé una vida normal, he visto caer hojas de los árboles y
los nuevos botones de rosas. Sigo en la rutina de escribir los pasos que doy a
través de poemas que voy guardando. Miro las estrellas con nostalgia pero sin
tristeza y aún mi corazón no tiene cicatrices importantes ajenas a mi sangre.
En casa, las mismas paredes opresoras son mi refugio, hay música pero prefiero
el silencio y perder el tiempo aprovechado
para la soledad, ese estado que elijo pero se ve roto por las
incidencias, la visita de algún novio casual o de amigos que en un principio
eran la salida, yen las noches, algunas discusiones hacen que repudie la vida,
el dolor me hace fuerte de puertas hacia afuera y poco a poco guardo en la
caja de seguridad de mi alma los golpes
de los cuales me alimento. Tiemblo y no es por amor, sueño sin ilusión. Una temporada
oscura y simple que forjo mi fuerza.
En
el apogeo de mi trivialidady el común, aparece una figura que llega para
enseñarme amar de una manera distinta, realmente abstracta, ley que me rige
hasta ahora. Un díamarcado aunque no en el calendario, mi corazón siente de
verdad después de falsas alarmas, se enciende un fuego incontenible y de sus
cenizas se me hace renacer.
Llegó
alguien diferente a todas las que he conocido, una niña en todos los sentidos a
pesar de breves momentos de madurez. El primer día de clases, vi nuevas
estudiantes y como siempre, llegue tarde. Organizábamos filas, ubiqué a mis
amigas atrás de mi asiento pero el docente decidió ubicar a las nuevas conmigo
de modo que quedé sin “contacto social”. Las culpé sin conocerlas, por ello las
ignoraba y ellas a mí; sin embargo, la que estaba inmediatamente atrás se
empeñaba por hablarme y la única respuesta que le di hasta entonces fue la
silueta de mi espalda pero se hizo seis de febrero de 2008 y a partir de ahí
nada es como antes; la docente de química con un extraño tic objeto de burlas,
le dio la gana organizarnos en grupos para desarrollar un taller que no admitía
opiniones, ya todas estaban organizadas menos mi grupo y las nuevas así que
decidimos soportarnos por dos horas. Debido a mi costumbre de leer, conocía un
poco del tema y me atreví aportar. Recuerdo que después de mi intervención, las
miradas de mis compañeras reposaban en sus cuadernos menos la de aquella niña
que es tres años menor que yo, se fijó en mi con gestos de sorpresa y por vez primera
nuestros ojos se encontraron, gestos que no disimulaba y decían todo lo que
vendría pero no supe descifrar. No quise preguntar y continúe con el trabajo. Al
terminar la clase se acercó a mi si timidez y percibí su aroma particular que aún
no he podido olvidar, inquietante que me
invade muy a menudo a pesar que hoy tengo el tatuaje de un amor nuevo; sus
palabras sencillas levantaron mi ego y le mostraron la forma de derrumbar los
obstáculos que edifiqué hacia mi interior:
-desde
que te vi supe que eres muy inteligente y ese tipo de personas son las que
quiero en mi vida.
-ah!
Gracias, no sé qué decir, todavía no te conozco.
-ni
me conocerás pero basta con que estemos juntas.
¡Acertaste!
Sólo eso bastaba.
De
la nada surgió un trato familiar, sonreíamos, discutíamos, nos abrazábamos…la
primera carta que me diste donde decías que era importante en tu vida desde que
me conociste y tu primera promesa de intentar no defraudarme; esa razón que no tenía
dentro de mí.
Aún
recuerdo la primera vez que tome tu mano como impulso natural: era la clase de
filosofía, entre John
Stuart Mill y Jean-Jacques Rousseau prefería tus palabras impregnadas
de la dulzura explosiva que mezclo la inocencia y madurez entorpecida. El
pupitre doble parecido a los que usan los niños de preescolar era el escondite
perfecto. Te hiciste a mi lado como distracción al entorno y realmente no me
acuerdo de qué hablábamos, solo recuerdo que lentamente acercaste tus dedos a
mi brazo descubierto pues llevaba la manga del buso escolar arriba. Seguiste un
rumbo suave hacia mis manos rozando cada centímetro de mis poros sintiendo tan
claramente el recorrido que no se acentuaba si bien apenas me tocabas y
despertaba un tierno cosquilleo que inevitablemente me hacía erizar. Empezaste
por mi antebrazo removiendo apenas mi cuerpo, luego frotas despacio mi muñeca y
dibujas círculos antes de bajar a la palma de mi mano, para distraerme de tus
acciones, sigues hablando pero con cada uno de tus movimientos sonríes
nerviosamente delatando lo que haces, cabalgas por mis dedos sin entrelazarlos
solo acariciándolos hasta que por fin te detienes después de regar cosquillas
que me estremecen y te aferras a mis manos sin decir más, cada vez más fuerte,
entonces intento soltarme pero no me dejas, solo me amarras a ti y a tu
espíritu sin dejarme decidir, permitiéndome embriagarme a tu gusto, dominando
una parte desconocida de mi naturaleza, poniendo cadenas a la libertad de mi
amor y a su vez dejando un vacío que no podía llenar, con el tiempo serás la
primera herida que aflora cautelosamente dejando pistas, llevándome por el
bosque de tus caprichos con la única arma de tu imagen en mis sueños, con el
poco viento que refresca mi pasado y con la incertidumbre de conocer hasta la
forma en que respiras y ser capaz de retenerte en mi mente…oír las frases que
nadie más puede porque las mencionas con la mirada, el lenguaje que me abrió la
ventana a tu corazón inestable.
La Teta Feliz Historias y Relatos ® Sammy - Derechos Reservados
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autor.
Ke klase de istoria.es esta;? La mas rara y aburrida?? Premiooo para ti xdd
ResponderEliminara mi me gusta solo que debes escribir mas seguido.......
ResponderEliminarnidia
He leído tu historia de un tirón y me ha cautivado, se nota tu sensibilidad artística seguro eres poetisa, por eso es que alguna desubicada no te entiende... en fin, sólo me queda felicitarte y pedirte que nos regales prontamente la continuación de tu obra.
ResponderEliminarEli.
Gracias Eli por tu apreciación, realmente es muy importante para mí. Por circunstancias fortuitas no he vuelto a escribir pero prometo la pronta publicación del capítulo 10. Con mis mejores deseos...
ResponderEliminarSammy