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El domingo fue a comer a casa de Neira, no en calidad de
inspectora, sino como amiga. Pasó un día muy agradable con la familia y los
colegas de su compañero. Después de comer, y de que los amigos se hartaran de
contar chistes, Clara y Neira se sentaron en el porche acristalado de la casa
con dos vasos, unos hielos y la botella de ron que había llevado ella.
– Sé
que quieres hablar conmigo así que, dispara – le dijo Neira mientras servía
unos tragos.
– Lo
dejo tío, no puedo más. En cuanto termine el caso, presento mi renuncia al
puesto y a la policía, lo dejo todo. Siempre te he hablé de hacerlo y ya ha
llegado el día. La verdad es que nunca quise ser policía y la situación en la
que me encuentro, no me invita a continuar.
A Neira no le pilló por sorpresa la noticia, sabía que
llegaría y entendía su decisión. Se quedaron en silencio un rato, pensando en
ello y bebiendo ron, hasta que él le preguntó qué tenía pensado hacer después.
– No
lo sé. Tengo algo de dinero ahorrado, ya sabes que yo gasto poco, y me voy a
tomar un tiempo para reflexionar.
Clara sabía que era el momento de contarle a su compañero
lo de Vega y se armó de valor para ello.
– También
quería hablarte de otra cosa – dijo Clara mirando a los ojos de su compañero.
– No
hace falta, lo sé.
– ¿Qué
sabes lo que te voy a contar?
– Que
al final, hubo tomate. Se te nota.
Clara sonrió con cariño a su amigo y supo que no era
necesario darle explicaciones.
– No
quiero que me cuentes nada, cuanto menos sepa por ahora mejor, ya tendremos
tiempo para que me lo cuentes. Eso sí, con detalles – dijo Neira alargando el
brazo para que su amiga chocara su vaso contra el suyo.
Lloviznaba cuando salió de la fiesta y decidió regresar
caminando a su casa, quería que la lluvia y el frío de la noche despejaran su
mente ebria. Hablar con Neira le había venido bien, recibir su apoyo la había liberado
del remordimiento que había sentido esos días. Durante el camino de vuelta,
Vega se instaló en su pensamiento y, aunque lo intentaba, no podía pensar con
frialdad cuando se trataba de ella, los pensamientos se giraban en deseos y los
deseos en pensamientos, y así sucesivamente, hasta llegar al vórtice de la
excitación. Pensar en ella era sexo.
Al llegar a su casa, se encontró a Vega junto al portal,
llevaba un rato esperándola en el coche y había salido a su encuentro cuando la
vio aparecer. Estaba asustada, había visto a alguien merodeando por su calle y
no se sentía segura en su casa. Clara la tranquilizó y la invitó a subir.
Lo primero que hizo la inspectora fue llamar a la comisaría
para que mandaran una patrulla a la zona. Después, puso música e invitó a Vega
a que se pusiera cómoda mientras ella ponía unas copas. Cuando Clara volvió de
la cocina con las copas y la botella de vino, Vega se había quitado el abrigo y
estaba sentada en el sillón.
– ¿Es
este todo el mobiliario que tienes? Espero que tengas una cama, lo digo porque
es más cómodo que revolcarse por el suelo
aunque, si es contigo, no me importaría – dijo Vega con una sonrisa seductora.
– Pues
está limpio, ayer lo fregué. No te preocupes, tengo una cama para estas
ocasiones – dijo Clara al entregarle la copa de vino.
Esta vez fue Clara la que comenzó el juego de la
seducción, y mientras sonaba The Hurting
Time de Annie Lennox, se sentó junto a ella y la besó. Cuando Vega quiso
tocarla, Clara sujetó sus manos para que no lo hiciera, era su casa y quería
ser la maestra de ceremonia, quería saldar su deuda. Le acarició la cara y
dibujó el borde de sus labios con su dedo para luego besarlos con deseo. Luego,
fue desabrochando uno a uno los botones de la blusa y, acariciando sus pechos y
sus hombros, se la fue quitando. Mientras se deshacía del sujetador, lamió su
oreja y besó su cuello para ir bajando lentamente con sus besos por la
clavícula y su pecho hasta llegar a los erectos pezones de su amante, que se
entretuvo en degustar para luego, escalar de nuevo con sus besos por el camino opuesto
hasta alcanzar su boca entreabierta y alimentarse de ella.
– Por
favor, llévame a esa cama que dices que tienes – dijo Vega con la voz
entrecortada por la excitación.
Esa noche, Vega perdió la arrogancia seductora de la
primera vez y se entregó rendida a su amante. Y Clara, amó a esa mujer hasta
llevarla, a través del intenso placer orgásmico, a las estrellas. Y luego, se
fundieron entre ellas para alcanzar el éxtasis y acabar agotadas de tanto placer.
– Tenemos
que dormir, Vega, mañana hay que trabajar.
– Yo
no, yo ya he trabajado muy duro durante años y ahora quiero disfrutar de la
vida.
– Creí
que trabajabas. He leído en algún sitio que, no hace mucho, te dieron un premio
importante por tu trabajo en una revista.
– ¿Y
cómo sabes tú eso si solo se publicó en prensa muy especializada?
– Estas
hablando con la policía.
– ¿Ah,
sí?, ¿y qué más sabe de mí, inspectora? – le preguntó Vega con voz seductora.
– Veamos,
que eres editora de arte, que estás divorciada, que eres muy guapa y que tienes
mucho dinero – le contestó Clara terminando la frase con una sonrisa.
– Pues
ahora tengo mucho más aún porque, hace un mes, vendí la editorial a un grupo
alemán por una pasta. He decidido dejarlo todo y ocuparme de mí misma.
Vega elevó su cuerpo para apoyarlo sobre el de Clara y
poner su cara frente a la suya.
– Y
justo ahora, cuando me encontraba en este punto, has aparecido tú en mi vida –
le dijo antes de besarla apasionadamente.
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Oahhhhhhhhhhh impresionante!!!!
ResponderEliminarEspero mas encuentros entre Clara y Vega, por supuesto los avances en la investigación del crimen
Estooo se esta poniendo lindooo con vega jajaj muy buena histor
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