Capítulo
21
—Ejem,
entonces... —Peter recogió su tenedor y lo sujetó sobre su plato—. ¿Ya te
enteraste de que Michael cerró un contrato de remodelación para ese edificio en
la esquina de Exchange y State?
—¿Dónde
solía estar la Unión
de Crédito antes del incendio?
—Exactamente.
Están planeando hacer veinticinco oficinas, así como también un salón y un
vestíbulo. —Él mordisqueó un poco de pollo antes de continuar—. ¿No es eso
correcto, Michael?
—Además
de todos los cuartos de baño —contestó el rubio—. Contrataré a los
subcontratistas la semana próxima.
—Qué
emocionante —dijo Laura—, ¿cuánto tiempo piensas que te tomará ese trabajo?
—Depende.
Estamos haciendo el trabajo de demolición ahora mismo y eso tomará al menos dos
semanas o más. Una vez hecho eso creo no más de tres o cuatro meses.
—Si
él lo hace en tres meses, tendremos lo suficiente como para hacer ese viaje a
Amsterdam con el que hemos estado soñando.
Crystal
levantó las cejas. Después de todo el pleito y comentarios sarcásticos entre
estos hombres toda la tarde, Peter estaba hablando de ir de vacaciones juntos. ¿Cómo puedes ser tan malo con él un momento
y después actuar como si fueran una pareja de recién casados?
—Igual
podemos ir si logro terminar el trabajo en cuatro meses, sólo que no podríamos
hacer ese pequeño paseo a Munster para ver la Piedra de Blarney.
Peter
se volvió hacia Crystal.
—Laura
ha oído esta historia antes, pero hice una búsqueda de genealogía en mi familia
unos cuantos años atrás y me enteré de que mis antepasados realmente fungieron
como Sirvientes para Lord MacCarthy*.
—Oh,
no, no la historia familiar Knight otra vez —gimió Laura en broma. —Al menos
espera hasta después del postre. Hablando de eso… —Se limpió sus labios con la
servilleta y se puso de pie—. Si me disculpan, tengo que entrar para meter los
muffins al horno.
Crystal
observó cómo la compulsiva mujer comenzaba a levantar la mesa, apilando los
platos y demás utensilios.
¿Por que hace eso en este
instante? Ella se
preguntó. No es como si necesitáramos
usar la mesa para otra cosa ahora mismo. Aun así una breve punzada de
culpabilidad fue suficiente para ponerla en movimiento, levantándose y ayudando
a la escritora a llevar las cosas a la cocina.
—¿La
mesa o la sala de estar? —cuestionó Peter.
—En
la sala de estar —dijo Laura antes de sacar un tazón para batir al estante
superior—. Estaremos allí en un minuto. —Ella tomó las moras, los huevos, y la
mantequilla del refrigerador.
—¿Quieres
pasarme la cacerola para los muffins?
—Oh,
claro. —Crystal miró los gabinetes inferiores, intentando adivinar en cual
estaría la cacerola.
—En
el segundo de la izquierda al lado de la estufa.
—Gracias.
—Arrodillándose, abrió la puerta y miró con atención dentro del espacio oscuro.
Por supuesto. Las cacerolas cuadradas estaban pulcramente acomodadas al lado de
una pila similar de cacerolas rectangulares. Las cacerolas para los muffins
estaban en el estante más bajo.
—¿Cuál
de todos?
—El
cuadrado número nueve al lado de la pila de seis tazones.
Encontrando
la correcta, Crystal se levantó y la colocó sobre el mueble mostrador. Laura le
daba la espalda a ella, permitiendo a la stripper observar como mezclaba la
leche, huevos y otros ingredientes dentro del tazón. La batidora salpicó sobre
el mostrador y Laura limpió de inmediato. De nuevo la batidora eléctrica
salpicó fuera del tazón y Laura volvió a limpiar nuevamente.
—Era
más fácil dejarlo así hasta que hubieras terminado y después limpiarlo —sugirió
ella, sabiendo que desperdiciaba sus palabras.
—¿Crees
que dejaría ese desorden, tan sólo por un minuto?. —Ella arrastró el tazón y se
apoyó contra el mueble mostrador al lado de Crystal—. Esta es una de mis
pequeñas manías, así como tú tienes la costumbre de poner los ojos en blanco
cuando algo te irrita.
—¿Q..
? Yo no hago eso.
—Sí
que lo haces —dijo Laura—. Mira, lo estás haciendo ahora mismo.
—Nadie
antes me ha dicho que pongo mis ojos en blanco.
Laura
se movió más cerca y se inclinó para que su boca quedara cerca del oído de
Crystal.
—¿Y
a cuántas personas les has permitido acercarse lo suficiente para poder
notarlo?— Sin esperar respuesta, ella tomó el tazón de las moras—. Toma, puedes
mezclar las moras. Usa una cuchara de madera y hazlo suavemente. No querrás
espachurrarlas todas.
********
Crystal
presionó el botón de expulsar y metió otro cd en el estéreo mientras mantenía
su atención en el tráfico. Estaba retrasada y estaba ignorando los límites de
velocidad con el propósito de llegar a tiempo. La conversación sobre el postre
fue convirtiéndose en innumerables temas diferentes y se encontró con cierta
dificultad para salir del lugar. Así que, tuvo que ir al menos a veinte millas
sobre el límite de velocidad a manera de lograr llegar al club a tiempo para
cuando abrieran las cortinas del escenario.
Cuando
entró con su coche al estacionamiento del lugar, frunció sus labios. El lugar
estaba lleno de coches y ella sabía que los pocos espacios que había en la
calle estaban igual de llenos también. Una mirada sobre el toldo del club
explicó el por qué. En letras negras en contra del plástico blanco iluminado
estaba anunciado que el Tom Cat Club ofrecería luchas en lodo esta noche.
“¡Maldita sea! ¡Justo lo que me
faltaba!”.
Los
usuales clientes que iban serían reemplazados por un grupo de bebedores
compulsivos de cerveza, hombres que vomitaban y que generalmente no podían
abstenerse de enfrascarse en peleas al menos tres veces durante la noche. Los
rebotadores* adicionales fueron requeridos para la lucha de lodo después que
una noche una de las mujeres fuera atacada en el lodo por un calenturiento
borracho varios meses atrás. Crystal odiaba trabajar en este tipo de eventos,
pues el hostigamiento sexual era mayor.
Encontrando
un lugar pequeño detrás de un contenedor, estacionó su coche y corrió hacia la
puerta trasera. Tuvo que tocar varias veces antes de que la puerta de
emergencia se abriera.
—¿Dónde
has estado? —demandó Rick—. Ya entras en cinco minutos.
—Tráfico
—expresó ella con un gruñido, atropellándolo y yendo rápidamente caminando por
el vestíbulo hacia los vestidores. Ella casi alcanzaba la puerta cuando un
fuerte agarre en su brazo la detuvo en seco.
—Necesito
verte después de tu primer presentación.
—¿Para
que?
—Búscame
después de la presentación. No tenemos tiempo para hablar de eso ahora —dijo
él, soltando su agarre.
“¡Genial! ¿Y ahora qué diablos
hice?”, pensó
ella mientras entraba al vestidor. Paró repentinamente cuando vio a Mónica
parada enfrente del espejo.
—¿Por
qué estas vistiendo así?
—Oh,
gracias a Dios que estás aquí. Rick volvió a cambiar el número de apertura.
Vamos a presentar el número de la reina del sombrero primero, luego el de las
pollitas.
—Eso
es ridículo —se quejó Crystal, quitándose su tanga de tiritas y tomando el
traje de spandex—. Toma el doble de tiempo vestir dentro de ese traje de cuero
que ese. Necesitaremos un largo intermedio. —Ella subió el elástico material
por sus muslos. Demonios esto esta muy ajustado. Será mejor dejar de comer
muffins.
—Creo
que él va a presentar la primera lucha entre nosotras.
—Oh
no, estás bromeando. —Crystal hizo una pausa cuando estaba metiendo su brazo a
través de una manga. —¿Acaso está loco?
—Él
dice que puede así ofrecer dos luchas adicionales de este modo. —Mónica se
encogió de hombros. Un golpe fuerte en la puerta anunció la creciente
impaciencia de Rick.
—Ya
vamos —gritó Crystal, sacudiendo con fuerza su brazo para terminar de colocar
el traje. Ella aún no había pisado el escenario y ya estaba temiendo por la
noche que iba a ser.
Crystal
tenía razón para estar intranquila esta noche. El anuncio de mujeres
forcejeando sobre lodo aseguraba el hecho de que habría muchos borrachos
alborotados. Varias mesas se llenaron con miembros de una fraternidad de una
universidad local. Mirando a hurtadillas hacia fuera a través de la cortina del
escenario, vio un mar de sudaderas rojas con letras griegas en ellas, las mesas
llenas de botellas de cerveza.
“¡Demonios!”.
Otra
mirada por el lugar le mostró con súbita desazón que sólo había un rebotador y
no dos colocados cerca del escenario.
“Fantástico, realmente fantástico.
¿Por qué no simplemente ponemos un letrero que diga: -Ataque a las bailarinas,
no nos importa-“.
Ella bajó y tiró fuertemente el traje de spandex acomodándolo en su
entrepierna. Mónica subió detrás de ella.
—No
se ve nada bien, ¿verdad?
—Noche
de universitarios —contestó Crystal—. Sólo veo a Tony trabajando sobre el
escenario.
—No
te acerques demasiado al borde del escenario —dijo la stripper mayor. —Esos
niños de fraternidad son algo peligrosos. Estarías tres filas atrás en el
regazo de alguno antes de que te dieras cuenta.
—Rick,
será mejor que estés muy atento con esto, es todo lo que puedo pedir —dijo
Crystal suspirando.
El
manejador en cuestión apareció en ese momento.
—Vamos
chicas. Hay clientes ahí fuera que pagan bien si ustedes dos les dan un buen
show. Crystal, usa el tubo de la derecha. Eres más del tipo que quieren ver
esos tipos.
“Más bien quieres decir que los
niños te pidieron ponerme de ese lado del escenario”, pensó ella, pasando de largo a Mónica
para posicionarse cerca del tubo derecho. Rick dio un paso entre las cortinas y
el gentío se calmó.
—La
gerencia del Tom Cat Club les da la bienvenida a todos ustedes esta noche para
ofrecerles un show especial. No sólo tendremos seis luchas por separado
programadas a lo largo de la noche… —Él tuvo que hacer una pausa ante los
estrepitosos gritos de aprobación del publico.
Crystal sentía que bajaba su estado de ánimo
mientras pasaban los segundos. “Estoy tan
malditamente cansada de esto”. El micrófono de Rick amplificó su voz
sacándola de sus pensamientos.
—Además,
tenemos a la muy sensual Crystal Peaks para entretenerlos junto con la también
popular Mónica. —A la mención de sus nombres, las artistas de striptease se
colocaron en los tubos, preparándose para el inicio de la música y el
levantamiento de la cortina.
—Y
sin más preámbulos, permítanme presentarles a ¡Crystal Peaks y Mónica! Los
altavoces sobre el escenario comenzaron a sonar con un gran rítmico estruendo.
La
primera cosa que ella notó cuándo la cortina subió, fue a todos los estudiantes
acaparando todo su lado del escenario. “Esto
no va a estar nada bien”. Siguiendo el ejemplo de Mónica, hizo una vuelta
rápida alrededor del tubo, deteniéndose enfrente para hacer unos movimientos
con los hombros.
—¡Aw,
basta de estupideces y muéstranos esas tetas! —gritó uno de los chicos de la
fraternidad. Varios de sus compañeros gritaron apoyándolo, golpeando con sus
botellas de cerveza sobre la mesa con énfasis. El resultado fue un masivo revoltijo
de espuma corriendo por las botellas y sobre las mesas. Crystal mantuvo su
atención sobre el alboroto, perdiendo la pista y seguimiento de la música.
“¡Demonios!”. Ella hizo un rápido doble
paso para volver a tomar el ritmo de la música. Concentrándose en su rutina,
bailó de acá para allá cálidamente, intentando seducir a los hombres con su
cuerpo. El único rebotador del escenario fue colocado del lado de Mónica,
dejándola sin ninguna protección ante la calenturienta fraternidad.
—¡Vamos,
señoras! —gritó otro chico —, ¡queremos ver tetas y las queremos ahora! —Sus
amigos se unieron al cántico, golpeando con sus puños en las mesas.
—¡Queremos
tetas! ¡Queremos tetas!
Rick
corrió a través del escenario y bajo las escaleras para enfrentar a los chicos.
Las cosas se tranquilizaron rápidamente después de eso y Crystal pudo continuar
con su rutina. Mirando hacia Mónica, ella inclinó la cabeza y reanudó el ritmo
con la música. En sincronía ambas mujeres se bajaron las cremalleras de las
partes superiores del traje de spandex, revelando por debajo la piel desnuda.
Normalmente Crystal jugaba con sus manos en esta parte, provocando a la
audiencia por lo que estaba por venir. Esta noche sin embargo, no tenía el
menor interés de provocar de esa manera.
Las
chaquetas fueron quitadas de encima y ondeadas detrás de ellas en el escenario,
seguido rápidamente por los pantalones de spandex. Mónica se acercó al borde
del escenario hincándose ante una mesa de hombres de mediana edad. Los billetes
de dólares rápidamente fueron colocados bajo la tira delgada de su tanga.
Los
chicos de la fraternidad daban gritos y agitaban los billetes también pero
Crystal no quería de ninguna manera acercarse a ellos, en lugar de eso fue al
frente del escenario y siguió con sus movimientos sensuales allí. Los chicos
abuchearon su decepción y comenzaron a golpear las mesas otra vez. Ella miró
por encima a Mónica, esperando a que la mujer mayor se apiadase de ella y
entretuviese a los chicos de la fraternidad pero ni el dinero extra fue suficiente
para obligar a la pelirroja stripper a moverse hacia el lado del escenario
donde estaba Crystal.
”¡Maldición!”. Ella sabia que Rick estaba en
algún lado en medio del mar de chicos de camisas rojas y espero que el los
mantuviera bajo control.
Mostrando una sonrisa falsa en sus labios,
Crystal se acercó a ellos con vacilación. Un tipo musculoso bastante ebrio se
recostó sobre el riel y tendió un billete de cinco dólares. Arrodillándose
delante de él, ella se movió y se contoneó, haciendo a sus pechos ondear y
rebotar. Ella le ofreció un lado de su cadera mostrando las tiras de su tanga
para que deslizara el billete debajo de ella, pero él tenía otra idea en mente.
Él enganchó sus dedos alrededor de la tira de la tanga y tiró fuertemente,
sacándola con fuerza fuera del escenario.
Crystal
cayó sobre la mesa, botellas de cerveza pegaron contra su espalda. En tan sólo
un segundo sintió el dolor de un cigarrillo quemando su espalda y quedó a
disposición de un apretón doloroso en su pezón que le provocaron los dedos del
atleta. Ella pateó y se sacudió con fuerza, causándole a él rasguños sobre la
piel.
—¡Hija
de perra! —gritó él cuando el tacón de Crystal golpeó contra sus costillas.
Concentrándose
más en detener el dolor de la quemadura en su espalda no se daba cuenta lo que
sus pies golpeaban, Crystal vio el revés venir a ella. Los duros nudillos y un
anillo demasiado grande conectaron un fuerte golpe.
—¡Maldita
zorra!
Unas
manos firmes la sacaron y alejaron de la mesa lejos del hombre borracho. Las
luces se encendieron, llenando de claridad el lugar y la música se detuvo.
Crystal
no se dio cuenta de nada, sus ojos estaban fuertemente cerrados inconsciente de
lo que estaba ocurriendo. Había voces gritando, mezcladas juntos con un
ensordecedor ruido. Unas manos estaban apretando sus hombros, tocando su cara.
Su pezón izquierdo punzaba dolorosamente por el fuerte apretón recibido, todo
esto provocándole una mezcla de recuerdos entre el pasado y el presente hasta
que Crystal se encontró incapaz de distinguir donde estaba. Visiones del rostro
de su padre surgían debajo de sus párpados cerrados, mareada por la carga de
sensaciones, Crystal dejó que la oscuridad la inundara.
Capítulo 22
Crystal
despertó y se encontró recostada sobre el sofá del vestidor. Mónica estaba
sentada sobre una silla al lado de la mesa, leyendo una novela romántica. “!Oh, Dios, ¿qué pasó?!”, pensó,
subiendo su mano para restregarse los ojos.
—¡Auch!
—Se sobresaltó por el dolor en su cara.
—¿Crys?
¿Estás despierta? Dios mío, querida amiga, nos tenías muy preocupados. Rick
dijo que si no despertabas para el final de la próxima presentación llamaría
una ambulancia.
—Oh,
qué amable de su parte. —Ella habló entre dientes, tocando cuidadosamente el
área sensible del lado derecho de su boca—. ¿Qué sucedió?
—No
estoy segura. Sólo escuché la gran conmoción pero para cuando llegue allí, tú
estabas inconsciente, o algo así. Rick hizo que te trajeran aquí dentro. Él
tuvo que presentar a las luchadoras antes de lo programado y les dijo que
tenían que hacer peleas extras.
Fue
entonces cuando Crystal se fijó que Mónica vestía su ropa de calle.
—Tú
pensarías que al menos el bastardo podría pagarme por la mitad de la
presentación, porque ya no haría la otra parte del show el resto de la noche,
¿pero sabes lo que hizo ese maldito desgraciado? Me dijo que si quería trabajar
el resto de la noche tenía que participar como una de las luchadoras.
Ella
se levantó, inhalando agudamente, pues la quemadura le ardía.
—Sí,
supongo que probablemente luzco como un esperpento ahora. —Aun sin un espejo
ella sabía que su labio estaba abierto y sangrando—. ¿Puedes darme un paño o
algo para limpiarme?
—Claro,
amiga —contestó Mónica, tomando un pedazo de tela que se encontraba sobre una
percha—. Supongo que el señor sabelotodo no cree que pueda continuar el show yo
sola. —La stripper apareció por detrás de Crystal ofreciéndole la tela
humedecida—. Que se joda. Aprovecharé para pasar este viernes por la noche en
casa para relajarme. ¿Vas a estar bien, verdad?
—Auch,
si, estoy segura. —Ella presionó la tela cautelosamente alrededor de su labio,
cuidadosamente enjugando la sangre—. No me voy a pasar pagando todo el resto
del año por una habitación de hospital solo por un labio sangrante.
Poniéndose
de pie lentamente, Crystal caminó hacia el tocador y se dejó caer bruscamente
en la silla.
—¡Maldición!.
Parece que alguien me utilizó como saco de arena.
—Oh,
cielos, Crys, ¿qué te pasó en tu espalda?
—Aterricé
en un cigarrillo, creo. —Ella se volvió en su asiento, estirando el cuello para
ver la quemadura ennegrecida, cubierta de ceniza. Dio un resoplido ante lo que
veía—. Ooh, eso luce repugnante.
—Creo
que necesitas que alguien le eche un vistazo a esa herida —dijo Mónica.
—No.
Sólo me limpiare un poco en la tina de baño cuando llegue a casa. Me limpiaré
muy bien todo. —Ella miró en el espejo para ver la expresión de la pelirroja—.
No te preocupes. He pasado por cosas peores que esta, de verdad.
Aunque
nunca antes había tenido una alucinación en medio de una actuación, admitió
para si misma.
—Oye,
Mon. ¿Podrías hacerme un favor? Espérame a que termine de vestirme y acompáñame
hasta el coche, ¿Lo harías? —Ella lanzó una mirada sobre el espejo, notando la
magulladura color púrpura que se había formado alrededor de su pezón izquierdo.
Otros espejos, otras magulladuras le vinieron a la mente de viejos recuerdos
haciéndola sentir mas vulnerable—. ¿Por favor? Sólo serán pocos minutos.
—Dios,
realmente te asustaste, ¿verdad? —Mónica preguntó, colocando sobre la mesa su
bolso—. Por supuesto que te espero y te acompañaré hasta tu coche. ¿Dónde estas
estacionada?
—A
un lado del contenedor. Sabes que aún no arreglan la lámpara.
—Por
supuesto que aún no. Mientras no funcione ellos no pagaran más por la
electricidad —metió la mano en el cubículo privado y saco las ropas de
Crystal—. Aquí tienes amiga.
—Gracias.
—Ella tomó la blusa y, cuidando de no lastimar su labio herido, tiró de ella
sobre su cabeza. Después la pasó con cuidado sobre su lastimado seno y sin
rozar contra la quemadura de cigarrillo en su espalda. Mónica notó su apuro y
amablemente la ayudó a ponerse la blusa. Crystal se puso sus pantalones y sus
zapatos, metiendo sus calcetines en sus bolsillos. El ruido del gentío se
filtró a través de la pared, recordándole que estaba a tan sólo unos metros de
donde había sido atacada.
—¿Rick
sacó fuera a ese tipo? —Un silencio fue suficiente para saber la respuesta—.
Por supuesto que no.
—Crys,
recuerda que el tipo está allí con todos sus amigos. Si Rick lo sacara, los
demás se irían también.
—Sí,
si, lo he oído antes. —Coléricamente sacó un cigarrillo de su paquete,
trayéndolo a sus labios—. Estoy lista.
Caminaron
hacia fuera por la entrada lateral y hacia donde el coche de Crystal estaba
estacionado.
—Gracias
otra vez, Mónica. ¿Estas segura que no quieres que te acompañe a tu coche?
—No,
estoy estacionada justo por aquí. Ella señaló la mini furgoneta estacionada
varios lugares atrás de la fila—. ¿En cuánto tiempo crees que puedas volver?
—Serán
algunos días antes de que la hinchazón se baje pero usando algo de maquillaje,
quién sabe. Yo te llamo.
Miró
hacia el club, una neblina de humo salía por las ventanas, Crystal sintió un
nudo en su estómago ante el pensamiento de volver otra vez. Con su mano derecha
se cubrió su herido seno. Cerró sus ojos y se apoyó contra su coche, esperando
que el aire de la noche despejara su mente.
—¿Estas
segura que te sientes bien?, preguntó Mónica.
—Sí,
lo siento. Simplemente supongo que estoy cansada. —Ella abrió la puerta del
coche—. Mándame un mensaje y te haré saber como estoy —entró en el coche y
esperó hasta que escuchó cerrarse la puerta del coche de Mónica para poner en
marcha su propio motor y marcharse del estacionamiento.
Crystal
manejó por la transitada avenida principal de la ciudad, mirando más de una vez
que los seguros de las puertas estuvieran puestos. No encendió la radio,
prefiriendo en su lugar, la soledad que le permitía el silencio. Su labio le
punzaba al igual que su espalda y su seno, no permitiéndole olvidar lo sucedido
hace unas horas. Aparcó dentro de un alumbrado estacionamiento de una
licorería, percatándose de que aún había tiempo antes de que cerraran. La
necesidad de buscar olvidar era más fuerte en cada minuto que pasaba. El poco
dinero que traía en efectivo le permitió comprar solo una pequeña botella de
whisky la cual abrió en ese mismo momento mientras regresaba al coche.
—¡Maldita
sea! —Ella tomó otro trago, sintió el líquido quemándole a través de su
garganta—. ¿Por qué demonios me pasa esto a mí? —Ella golpeó con su tacón en el
volante—. Estoy tan cansada de esto, puñeteramente cansada,
El calor
de las lágrimas se formó en sus ojos pero se rehusó a ceder, en lugar de eso
echó a andar el coche y aceleró rechinando las llantas mientras salía del
aparcamiento
********
Laura
escuchó la puerta abrirse y paró de escribir. Una mirada rápida al reloj en la
esquina inferior derecha de su pantalla del ordenador le confirmó que aun era
muy temprano para que Crystal estuviera en casa.
—¿Crystal?
—llamó, poniéndose de pie y abriendo la puerta de su dormitorio.
—Sí,
soy yo. —Mientras entraba por el pasillo, Laura pudo fácilmente observar los
labios hinchados y la piel abierta—. Hubo un… incidente en el club esta noche.
—Vamos
a limpiar eso.
Guió
a Crystal dentro del cuarto de baño, pretendiendo no darse cuenta de la bolsa
de papel que contenía la botella de licor que traía la stripper y que colocó
discretamente sobre el piso a un lado del inodoro.
—Yo
puedo...
—Sin
discusiones... —dijo Laura, parando la protesta—. Si quieres decirme lo que
sucedió o no decirme, es tu decisión pero no voy a dejar esto sin curación.
—Ella abrió el botiquín y sacó el peróxido, las bolitas de algodón, y la crema
antibiótica—. Aquí, siéntate sobre el inodoro e inclina tu cabeza hacia atrás.
—¿Está
realmente mal?
—No
quieres que te quede cicatriz, ¿verdad? —Sujetando una bolita de algodón sobre
el lavabo, Laura lo remojó con peróxido—. Tengo que limpiarlo primero para ver
qué tan grave está realmente. Aguanta, esto podría arder.
—¡Yeouch!
—Te
lo dije. Ahora quédate quieta —limpió suavemente una y otra vez el área—. Esto
luce bastante mal.
—Creo
que él llevaba puesto un anillo.
“Eso explica el corte dentado”, pensó Laura.
—¿Y
me dirás qué es lo que pasó?
—Había
luchas en lodo, un imbécil borracho y un imbécil gerente del club —dijo Crystal
suspirando—. Así de simple.
—Lo
siento. En realidad, creo que necesitarás unos puntos aquí solo para mayor
seguridad.
—No.
Realmente no quiero traer esas cosas.
—Ok.
Creo que tengo algunas mariposas en el botiquín de primeros auxilios. Pero vas
a tener que ponerte diariamente el ungüento para prevenir que quede cicatriz.
Laura
dejó de limpiar y amablemente tomó la barbilla de Crystal con sus dedos. “Tienes una cara tan bonita…”. El
pensamiento pasó por su mente y casi acarició sus labios.
—Déjame
traer las mariposas.
Después
de que el vendaje fue colocado en su lugar y curada el área amoratada, Laura
dio un paso hacia atrás para darle un último vistazo.
—Allí.
Creo que tendrás que cuidarte bien eso. Tendrás que seguir poniéndote el
ungüento pero creo que sanará bien. —Ella comenzó a ordenar las cosas.
—¿Laura?
—¿Sí?
—volteó a ver a Crystal que la miraba nerviosamente.
—Um
hay otro lugar… —comenzó, poniéndose de pie y dándole la espalda a la
escritora—. Creí que con sólo lavarme en la tina se curaría pero...
—Déjame
ver. —Para su sorpresa, Crystal comenzó a levantar su blusa—. ¿En dónde está la
herida?
—En
mi espalda. Creo que caí sobre un cenicero y me quemé.
Laura
se arrodilló hasta que su cara estuviera al nivel de la pequeña espalda de
Crystal. Se acercó a ella y se dio a la tarea de levantar la blusa. Justo
detrás del hombro derecho estaba la quemadura.
—¡Ooh!
—¿
Es una quemadura, verdad?
—Oh
sí, tiene el aspecto de que aterrizaste sobre un cigarro. Traeré la crema para
quemaduras y una gasa. Se dio la vuelta rápidamente abriendo el armario,
buscando la crema. “¿Por qué siempre terminan
lastimándote?”.
—¿Esto
ocurrió en el club?
—Justo
a la mitad de la primera presentación.
Laura
presionó sus dedos sobre el tubo de crema.
—¿Y,
cosas como ésta ocurren a menudo?
—No
a menudo, sólo de vez en cuando. Usualmente no consiguen nada más que tocar un
poco gracias a que los rebotadores los mantienen alejados.
“¿Y el que logren tocarte está
bien? Deberías dejar ese trabajo”, ella pensó antes de recoger el tubo.
—Primero
tengo que limpiar la herida antes de que pueda poner la crema. ¿Crees que
puedes mantener arriba tu blusa?
—Sí.
Crystal
permaneció parada frente al espejo mientras Laura limpiaba el área lastimada
con el algodón húmedo.
—¿Y
vas a trabajar con el labio así?
—No
voy a ir a trabajar. La gente no paga para ver labios estropeados. Esperaré
hasta que la hinchazón baje y ver que tan bien lo cubre el maquillaje. Eso y mi
espalda.
—No
sé si estés interesada o no, pero Michael me comentó después de que te fueras
acerca de su nuevo proyecto en el centro.
—¿La
remodelación de oficinas de la que hablaba en la cena?
—Ese
mismo. Él mencionó que estaban en la etapa de demolición. Tú sabes, limpiar
todo los muebles viejos, alfombrados y cosas así. —“Ve con cuidado, Taylor”—. Él anda buscando un poco de ayuda extra
para que saquen las cosas del edificio. Es trabajo duro pero paga bien. Incluso
estaba pensando en trabajar un día o dos después de la fecha límite de mi libro
y ahorrar un poco de dinero extra.
—¿Él
contratará personas por sólo un día o dos? ¿Qué ocurre si no tienen experiencia
en construcción?
—Bueno...
—Laura se puso en cuclillas para mirar mejor la quemadura—. ¿Cuánta experiencia
necesitas para recoger pedazos de escombro y tirarlos en el contenedor? —Lanzó
la bolita de algodón al bote de basura—. Diez dólares la hora.
—¿Diez?
¿Sólo por limpiar un edificio viejo?
—Estate
quieta. —La amonestó—. Te has quemado muy feo, Crystal. Se ampolló en la parte
de arriba y rompió la piel. Tendrás que ser muy cuidadosa. La tienes en una
zona un poco inaccesible.
Crystal
trató de alcanzar su espalda, esforzándose por tocar con la punta de los dedos
la cinta y la gasa.
—Lo
está. Apenas la puedo tocar.
—Yo
me encargaré de eso entonces. Solo échame un grito después de que te bañes y te
pondré un vendaje nuevo. Y sí, diez dólares por hora. Es trabajo duro pero el
pago que ofrecen es lo suficiente bueno.
—¿Quieres
decir que él no se queda con las personas mucho tiempo porque paga mucho?
Laura
sujetó el último pedazo de cinta y se enderezó.
—Algunas
personas simplemente no quieren trabajar tan duro, aunque sea buena paga. La
mayoría solo trabajan algunos días mientras encuentran otro trabajo.
—¿Pero
si ellos hacen un buen trabajo, Michael se queda con ellos? —Crystal preguntó
mientras bajaba su blusa.
—No
lo sé. Imagino que él siempre tiene un trabajo o dos que necesitan hacerse aun
teniendo a los subcontratistas. Le he ayudado algunas veces por un día o dos
cuando él ocupaba trabajadores. Es trabajo arduo pero el siempre aprecia un
buen trabajo,
“Vamos, Crystal. Todo el sudor por
un trabajo duro es aun diez veces mejor que quitarte la ropa para los hombres.
Mira lo que te pasó esta noche”. Laura quería decir en voz alta esas palabras, pero se contuvo. Era
decisión de Crystal dar el siguiente paso y presionarla no ayudaría.
La
rubia dio la vuelta para afrontarla.
—Gracias
por ayudarme con esto.
—De
nada. ¿Estás segura de que no quieres hablar sobre lo que pasó? —Ella puso su
mano sobre el hombro de Crystal, pero la quitó rápidamente cuando sintió la
rigidez de ella al tocarle—. Soy buena escuchando. Podemos aún salir fuera a la
cubierta si quieres.
—No.
Es tarde y necesitas trabajar en tu libro. Creo que mejor me voy a la cama.
—¿Vendrás
al juego de mañana?
—Um,
seguro, si tú quieres.
—Bien.
Recuérdame prestarte una de mis gorras para que te protejas del sol.
La
crema, el algodón, gasa y peróxido fueron devueltos al gabinete. De pronto se
encontraron sólo paradas allí, en el cuarto de baño sin nada que decir.
—Um,
entonces…, uh…
—Um,
sí. Gracias de nuevo por ayudarme con esto —dijo Crystal. señalando el labio
hinchado.
—De
nada. Hasta mañana. Que tengas dulces sueños.
Ella
oyó el bajo resoplido y el sonido de la bolsa de papel mientras alcanzaba la
manilla de la puerta. Laura entró en su cuarto y contempló el techo.
“Ha tenido un día bastante
difícil. Por favor, déjala dormir tranquila esta noche”. Suspiró con resignación sabiendo
que había hecho todo lo que estaba en sus manos, se sentó frente al ordenador y
miró la pantalla, leyendo los últimos pocos párrafos que había escrito.
Apretando sus nudillos para desentumecerlos, comenzó a escribir, dejando al
mundo afuera y enfocando la atención en sus personajes y en la fecha tope de
entrega.
Historia Traducida por Alesita. Corregida por Abriles
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medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico,
por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo, por escrito, del
autor.

Cada vez se pone mas interesante!!!
ResponderEliminarSigue escribiendo q es lo unico q leo ultimamente
Yfza
Peru
Que buena historia, creo que ultimamente yo tambien es lo unico que leo
ResponderEliminarporfa sigue subiendola u.u
Pinguino-Hn