Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

Física, Química y Piel - Fanfic Jemma - Memo (Parte 18)



Estaba con los ojos bien abiertos a la espera de la imprudencia y la torpeza de un nuevo día, faltaba mucho para el crepúsculo y por más que tic-tac del reloj había sido suplantado por el sonido de una respiración pausada, los segundos siempre estaban marcados y contados por alguien…Todo ocurría por la noche, cada pensamiento caía como alcohol sobre las heridas abiertas y aún así seguía sin poder gritar… aquel temblor que la sacudía rayaba en el cielo raso un croquis directo a la introspección.


Olía condenadamente bien, a sensualismo y juventud, deseó no ser tan pensante y poder disfrutar de cada momento en el cual se enredaba con ella, como ahora, con su cuerpo cálido y desnudo encima y con su cabeza reposando en su pecho, esta vez su mano no se atrevía a bajar para tocar la espalda. Siempre con pies de plomo ante cada paso hacía las nuevas emociones… y Jennifer, tan relajada acariciando su costado y soltando un suspiro cada vez que lograba estremecerse…

Con cualquiera hubiera abandonado su posición en la cama, no se permitiría relajarse ni menos pensar mientras dejaba su cuerpo a entera disposición. ¿Cómo podía ser tan pésimo soldado? Permitiéndole la invasión sin oponerse, bajando las pocas armas que tenía mientras llevaba sus manos a la nuca… Sin cuarteles ni trincheras, tan sólo una cama una cama disfrazada de prisión y el centinela, más sexy y peligroso, haciendo un cacheo con besos sobre la piel… El paraíso podía esperar, al fin y al cabo no creía en él… Se preguntó por qué se hundía y si ella le estaba besando con el mismo motivo o con el motivo opuesto…

No lo podía evitar y se volvía a tensar… No se atrevía ni a poner las cosas sobre la razón del equilibrio que tenía una balanza. Aquella mujer, que la colmaba de roces agradables, no era más que la imprecisión en el recuento de los besos dados sin los labios y sin querer, algo parecido a clavarse un cuchillo en el pecho, retorcerlo y vestirse de felicidad para el dolor, la gran oda de los espejismos… Qué demonios quería demostrar con todo esto? Contra quién se estaba levantando? Una pequeña mirada a la vida fácil, a lo previsible, a la frialdad, a los consejos ajenos, y a los sentimientos sólo para notar que todas sus cualidades eran aplastadas por algo tan simple como lo era el desorden.

¿Hasta dónde llegaría el sexo y su antifaz de adolescencia? ¿Aquella atracción que Jenny se empeñaba en trasformar en complicidad?... Al menos ella parecía sincera, tenía su parlamento memorizado y un punto de llegada a la vista. Por su parte, sólo había tres copas de vino por las noches y un: “… te estoy esperando…” susurrado a una oscuridad que no le devolvía ni el eco de la locura. No tenía ni nombre ni forma para “aquello”, para lo que no era ni para lo que jamás podría ser, ni para la poesía cargada imperfecciones que sólo rimaba con su vida y más inaguantable se volvía el desorden en los pensamientos…

Fidelidad… ¿otorgada por gusto propio o por el encadenamiento a una falda? Era consciente de que la morena podía soltarse de su mano por dos razones: estupidez o insatisfacción. Que se fuera detrás de otra persona no sería un error cometido, no al menos hasta que intentase volver junto a ella y allí obtendría el papel que más detestaba: El de juez. ¿Acaso no le adoraba por la libertad que tenía? Acaso todo esto no nacía de la falta de pudor y de juicio? ¿Acaso no había perdido la cabeza por esa boca engañosa que dictaba a tiempo las palabras que la convencían de probar otra vez?...

Y aquel caos se iba desenmarañando u olvidando a medida que los besos bajaban por su vientre despertando aquel lugar de sí misma que jamás usaba… Pensó en la injusticia a medida que hundió los dedos en la sedosa cabellera para guiarla hacía donde la quería, la cabeza de Emma se iba con su cuerpo y el problema radicaba en que su cuerpo se pegaba al de Jenny, tocaría la música que ella compusiera con cada latido sin importarle lo mucho que pudiera quemarse… Aquello era ilógico e irracional, y tal cual había escuchado de la boca a la que le temía, tendría que aceptarlo…y responsabilizarse por ello.

- Tengo que pedirte algo… – Emma se apresuró a hablar antes de que la pasión se lo llevase todo. Jenny se despegó de su piel para ver su rostro, la interrupción no le molestaba… Emma pediría “delirio”, si algo tenía aprendido era que con ella nada era lo que debía ser y eso le encantaba y se sentía totalmente complacida de poder experimentarlo con alguien tan extraordinario, con alguien poseedor de ternura en la mirada y con fuego en las manos, no podía soñar con nadie mejor para la travesía… 

- Lo que quieras… – respondió ciega resbalando sobre su cuerpo hasta llegar a su boca

- No quiero piedad… – logró que los labios temblorosos cantasen la verdad después de todos los besos que Jenny le había robado

- ¿Cómo? – Otra frase corta que no comprendía en su totalidad y por fin creyó poder darle significado a  aquellos momentos en los cuales se mantenía en lejanía y en silencio, eran tiempo de grandes decisiones. La firmeza en la mirada le daba el carácter a las palabras, sabía que estaba excitaba y aún así haciendo el gran esfuerzo de pensar. La morena sonrió, Emma sólo tenía un problema: no sabía relajarse… – ¿Me explicas mejor? – preguntó a medida que bajaba de su cuerpo y se recostaba a su lado, el sexo tendría que esperar. La necesitad por comprenderla se instalaba como prioridad, como el capricho de armar el rompecabezas más complicado de todos, algo en su interior le decía que si lograba descifrarla no todo sería tan complicado como ahora… Tiempo, sólo necesitaba tiempo y no desesperarse tanto en la espera.

- Sí… Claro… Eh… lo que quiero decir… – Allí estaba toda su timidez y sus problemas con la comunicación, Jenny no pudo evitar levantar su ceja al verle arrastrar la sábana para cubrirse el cuerpo ¿Vergüenza, de nuevo? – es que… – ya estaba toda colorada, podía sentir sus mejillas ardiendo y no había dicho ni una sola palabra concreta y aquella sonrisa que aparecía en el rostro de Jenny comenzaba a apurarla – es que no quiero que… – cerró los ojos un instante porque la caricia en su mejilla traía algo de calma – No quiero que mis impedimentos también sean impedimentos para ti – Pensó que con eso bastaría pero Jenny todavía estaba a la escuchaba – Mira, entiendo cómo eres, lo demuestras en todo momento y eso me gusta… pero, pero también pienso que quizás…también…quizás…puedas dejar de lado algunas cosas por mi comportamiento y no quiero que eso pase… – Terminó por apretar los labios arrepintiéndose de cómo había sonado de absurdo todo aquello…

- ¿Qué te hace pensar que hago eso? – Acarició su cabello, tenía debilidad por él y por como lo sentía al tacto, bordeó la línea temporal y rascó con sus uñas la nuca

- Sé que no hablo mucho…. Bueno, en realidad no hablo a menos que me pregunten algo… – bajó la mirada hasta la piedra preciosa que colgaba de su cuello y que apuntaba hacia el colchón, el dinero no parecía ser un problema, al menos no por ahora, así que sólo la usó de distracción, para hacer foco hasta poder acomodar sus ideas – Sé que eso a veces es irritante… – hizo una mueca de tristeza por la realidad del comentario – Pero si me preguntas estaré encantada de responderte – Aquello era una locura, le estaba dando rienda suelta a la enorme curiosidad de la morena aún a sabiendas que podrían salir misiles de aquella cabeza loca

- ¿Puedo preguntar lo que quiera? – preguntó entusiasmada como una niña pequeña y con una sonrisa radiante  

- Sí… cuando no quiera responder sólo evadiré la pregunta como hago con todo el mundo – sonrió al ver como la sonrisa se apagaba de a poco

- ¡Eso no es justo! – el quejido era por inercia si no rechistaba no sería ella  

- Lo tomas o lo dejas    

- ¡Lo tomo, lo tomo! – hubo un pequeño silencio en el cual Jenny miraba los ojos de Emma. Aquello parecía un juego pero quizás lograse sacar algo de provecho… El pasado modelaba al presente de todas las personas y había algo que quería saber desde la primera vez que había entrado en intimidad con ella – Es más, tengo una pregunta – tenía aquella altanería digna de quien cree haber ganado la guerra…

- De acuerdo… – Emma esperaba con media sonrisa la ocurrencia

- Aquí va… y trata de omitir medianamente bien si no quieres responder – levantó el dedo como advertencia – ¿Cómo fue tu primera vez con una mujer?

El silencio reinaba otra vez y la cara de asombro de Emma sólo se indicaba que quizás había sido una “gran metedura de pata” preguntar aquello. De pronto, se sintió cada vez más pequeña en aquella cama al pensar que la respuesta contendría una gran carga sentimental que a lo mejor Emma no estaba dispuesta a compartir con ella. Hubiera sido más fácil preguntar acerca de las cosas que le gustaba hacer, cosas comunes, como el cine, la música o la comida… Ahora las dos estaban en apuro, Emma por lo que tendría que decir y ella por lo que tendría que escuchar…

Entendió, por primera vez, que hurgando en lo ajeno no siempre encontraría cosas encantadoras e interesantes ¿Qué pasaba si lo que escuchaba no le gustaba ni un poco? Sólo rogó… porque no la idolatrase, porque aquella mujer con la cual había tenido su primera experiencia sexual no existiera aún en su piel, porque no estuviera remanente en sus pensamientos marcando sus pasos, porque su fantasma no fuera mejor de quien ahora ocupaba su lugar en la almohada… había quedado acorralada entre lo que le sucedía con Emma y su egolatría… ¿Qué sería de los planetas sin el sol?

La miró a los ojos pero la mirada de Emma estaba en otro lugar… trató de tranquilizarse, pensar en tanta tragedia le partiría la cabeza, miró la mano de Emma que reposaba en su cadera, era real… como real es caminar sobre una cornisa y caer al vacío… por más que se repitiese que no había razón para tanta inseguridad algo encendía todas sus alarmas y no dudó en preparar su mejor sonrisa para cuando Emma volviera de sus recuerdos…

- Pues… normal… común, supongo… – Emma rascó su cabeza en el claro signo de no saber bien por donde encarar el tema y a Jenny parecía volverle el alma al cuerpo al no oír nada acerca de una diosa sexual – torpe… ¡yo que sé! – Sacudió su cabeza y se quedó con la boca abierta por un instante – ¿quieres que te cuente el acto en sí?

- Nop… gracias por la oferta – declinó con un sonrisa de desagrado – pero ya me hago una idea al respecto. Podrías contarme con quién fue…

- Ah… Eh… bueno una…una… pro-fesora de composición musical…

- ¡¡¡Vaya!!! Y tan mosquita muerta que pareces!!! – Exclamó alucinada
- ¿¿¿Cómo??? – la ofensa no era tan importante como aquella concepción que Jenny tenía de ella. Le dio algunos toques en el vientre, que más que dolor le provocaban la risa   

- Lo siento… – Sujetó las manos de Emma sino terminaría en carcajadas – Se me ha escapado…

- ¿Piensas que soy una mosquita muerta? – la indignación la obligó a forcejear

- Sí… – terminó por subirse encima de ella nuevamente y besarla apasionadamente, mordiendo sus labios y llevándose con la lengua la resistencia que Emma oponía. De a poco sentía como se entregaba al beso y aflojaba la fuerza en sus brazos, pensó que era hora de volver a la carga – cuéntame más sobre aquella profesora pervertida – susurró pegada a sus labios       

- Necesitaras más que un beso para hacerme perder la cabeza – adoptó una posición que no duraría más que un suspiro

- Por favor… – suplicó con un ronroneo sensual que acarreó una oleada de calor que le sacudió todo su cuerpo. Maldijo al histrionismo y al profesionalismo con el cual Jenny lo manejaba, era débil ante la piel y los caprichos de la boca de miel, debía intentar no desbaratarse en frente de los artilugios de mujer que poseía       

- No era pervertida, era esposa de alguien… – aquella información realmente no era necesaria pero intuía que Jennifer sólo quería comprarse con los rivales, un freno a la vanidad no vendría mal como escarmiento – …Y hermosa… – sintió su aliento y la sonrisa en el pecho y como por cada palabra le devolvía un beso de fuego    

- Pues, ya me dirás como se llama lo que hacía con su alumna en la cama – subió por el cuello retando al silencio y a la osadía del hablaba, a más de uno le había hecho confesarse en la cúspide de la excitación. Un juego vicioso que nos revelaba la carne y la verdad… Una gota de amargo no era nada en comparación a todas las dulces expectativas que generaba el placer…         

- Sexo y del bueno… – Emma soltó un suspiro de satisfacción que tenía como fin engañar a los ojos azules que la miraban con algo de disgusto y mordió su labio inferior lastimando el orgullo de su compañera. Esperaba un: ¿mejor qué el sexo conmigo? por su parte

- Al menos tuviste una buena experiencia… – susurró en su oído y mordisqueó el lóbulo de su oreja. Emma sonrió escondida porque el deje de alegría en la frase era una falsedad – No todo el mundo tuvo la misma suerte que la tuya…

Pensó un momento en qué decir… No sería buena idea seguir molestándola, con lo impulsiva que era, podía irse desnuda a su casa en un arranque de locura, lo mejor era no forzar las cosas y ceder… un poco de verdad no mataría a ninguna de las dos…

- No me siento afortunada… – El juego evaporó y tan sólo le quedó en frente unos ojos que la miraban asombrados – hubiera dado cualquier cosa por sentir… – Emma rozó los labios de Jenny con su pulgar en una señal inequívoca del atractivo de su boca, un acto inconsciente que marcaba la gran diferencia entre el pasado y el presente, el cual Jenny sólo lo interpretó como un embelesamiento…

- ¿No te atraía?

- ¡Claro que sí me atraía! Es sólo que… – Jenny se recostó en su pecho intentando turbarla lo menos posible – me hubiera gustado estar con alguien… con alguien que pudiera hacerme sentir… ya sabes, algo más que deseo sexual…

- ¿Así que no estabas enamorada de ella? – Se concentró en el suave latido de su corazón, estaba tranquila y lo mejor de todo era que estaba compartiendo la serenidad con ella, aflojó el cuerpo a medida que las manos de Emma subían por su espalda   

- No… – Pensó en que nunca había estado enamorada de nadie y si lo había estado, simplemente, no lo notó. Sonrió, no reconocería al amor por más que llevase el nombre escrito en la frente  

- Bueno… al menos no te rompió en pedazos el corazón – Su primer amor había dejado huellas que fueron muy difíciles de borrar, costó años entender que él no valía la pena, que la vida no empieza ni termina con nadie y que el amor es algo más que “dos palabras” y un puñado de sonrisas elegantes… Con él no había ni afecto y sin embargo, alguna vez, pensó que sin él… moriría, tuvo que madurar para entender que no se pueden hacer olas en un vaso de agua ni tampoco diluvios de una gota de rocío y de pronto ya no era tan perfecto como ella creía…       

- Es cierto… pero me dejó sin defensas y con el corazón a estrenar…

- Entonces… cuéntame de la segunda mujer – Emma sonrió porque siempre terminaba por picar el anzuelo, era imposible que fuera tan curiosa y tan ansiosa ¿Qué haría con ella?

- Mejor lo dejamos para otro día…– dejó un beso en su coronilla y arrastró las sábanas para abrigarse – No quiero que te aburras de mi tan rápido…

- Buena evasiva… – cerró los ojos y se acomodó mejor sobre su cuerpo para dormir 

- Gracias…


- Buenos días Lara – bordeó la mesada de trabajo, dejó el portafolios en su escritorio y llevó la mano a su nuca que dolía por la mala posición al dormir, una laterización de la cabeza y una pequeña sacudida y ya estaba lista para el día de trabajo  

- Buenas Jefa – estaba apuntando algunas cosas en la pizarra y lo dejó en el preciso instante que la vio pasar – ¿Una noche difícil, no? – preguntó con su característico humor

- ¿Lo dices por mi cara de dormida o por mi hematoma del labio? – Se fregó los ojos y notó la hinchazón en sus párpados, se palpó la boca y también notó la hinchazón – Los ojos se me cierran solos y la boca es una fastidio aparte – Se agarró el entrecejo y no dijo nada sobre la molestia que dentro de poco tiempo sería un gran dolor de cabeza

- Ja, la cara de dormida es lo de menos… te digo más, el morado del labio no es nada en comparación con el pedazo de chupón que tienes en el cuello – se lo señalaba mientras aguantaba la risa

- ¡Mierda! – terminó por revolear su cartera en la taquilla y meter el teléfono móvil, sin mirar, al bolsillo de su bata

- Jajaja – se agarraba el vientre del dolor que le provocaba la risa 

- ¡Basta Lara! ¡¡¡No tiene nada de gracioso!!! ¡¡¡Mierda!!! Hoy es la presentación – Ya podía imaginar las caras de sus colegas apenas se parara en frente de ellos, sería la vergüenza y centro de todos los chismes para aquellos viejos que no tenían nada mejor que hacer después de la jornada laboral.  

- Eso deberías haberlo recortado ayer, justo cuando tenías la boca de tu chico en el cuello – Levantó el dedo – ¿O a caso dirás que te lo hizo el violín? Mira que desde aquí, a varios metros de distancia, puedo ver los dientes marcados Jajaja – y se echaba a reír como una descocida de nuevo

- ¡¡¡Mierda!!! – Odió en silencio a la profesora Hartmann y a esa manía que tenía de morder. No marcas en los lugares visibles sería la próxima condición que le impondría, no podía asistir a su trabajo en aquellas condiciones pensarían que era un adolescente en celo. No importaba cuanto se frotase el cuello la marca estaría allí durante días y se maldecía por lo estúpida que había sido al salir corriendo de casa sin mirarse en el espejo

- Ven… – alargó su mano para que se acercase a ella – en mi bolso tengo la solución para esto – se apiadó de la cara de angustia y desesperación que iba mostrando Emma – Siéntate en el taburete – pidió mientras buscaba el maquillaje

- Gracias… – se desplomó en el asiento, totalmente entregada a las ocurrencias de una adolescente un tanto desequilibrada 

- A ver… – giró su cabeza hacía el costado – ¡Uy!… ahora que lo veo de cerca…
- Qué pasa? No se cubrirá? Lara, dime algo!!! – zarandeó un poco su pierna, ya que fue la primera parte de su cuerpo que encontró al alcance

- ¡Jajaja! Nada jefa! Este es de los poderosos, uno que está hecho con mucha pasión – se tomó el atrevimiento de guiñarle un ojo – pero nada que Lara no pueda cubrir a la perfección.

- Gracias a dios… – dijo cuando el alma le volvía al cuerpo – Te debo una…

- Sipi! – estaba concentrada en su tarea – ya te contaré como me lo pagas… Emma! – de pronto su tono había cambiado a la preocupación

- ¿Qué?

- ¿No habrás practicado esas sesiones de sadomasoquismo, no? – dejó caer con mucho cuidado y respeto la pregunta, al fin y al cabo era su jefa 

- ¿Pero qué estás diciendo Lara? – saltó del taburete escandalizada – Cómo puedes pensar eso de mi? 

- ¿Pero qué quieres que piense? – se defendió y comenzó a enumerar con sus dedos – llegas media hora tarde, toda magullada y mira como reaccionas cuándo te lo pregunto – se encogió de hombro – Qué hay con qué te guste el sado? A muchas personas les gusta – y terminó por pegarse una nalgada sonora ella misma 

- ¿Ah??? ¿Pero??? ¿Pero??? – Emma estaba con la boca abierta de par en par, lo último que esperaba era que Lara imaginara aquello. Se preguntaba cómo demonios hacía esta chica para imaginar semejantes cosas. El teléfono del lugar sonó y fue a atenderlo sin quitar la mirada de encima de Lara, que seguía riendo sin parar – Müller… Ahora mismo estoy allí – colgó y se paró en frente de ella con su postura más rígida – Basta de bromas y trabajar – aquella niña no le prestaría ni un poco de atención si no veía la seriedad. Siempre había sido así y siempre así sería, agradeció de que ya sabía cómo manejarla
- ¡Sí! ¡Jefa! – respondió como un soldado y se puso manos a la obra en frente del ordenador

- ¡Lara! – la llamó

- Es todo tuyo – deslizó el maquillaje por la mesada y siguió tecleando

- Tu turno termina a las dos – Dijo sosteniendo la puerta – Si te veo aquí a las dos y un minuto… estás despedida – Dejó la puerta cerrase y a Lara sonriendo ante el regaño más justo que jamás había recibido en su vida.

Caminaba por los pasillos blancos y frígidos, lo inerte del lugar siempre le hechizaba, era igual a tener un pentagrama vacío. En cualquiera de las dos situaciones, cualquier porquería que creara sería mejor que los desiertos de cal y de papel… Pensó en la vida y en la mujer que había dejado durmiendo en su cama, nada más lleno de colores y de matices. Sonrió, y a pesar que jamás le sonreía a la insensibilidad, los recuerdos traían la misma sensación de enredar las manos en sus dedos y la confabulación de la mente la llevaban a preguntarse por lo que estaría haciendo en estos momentos, quizás la estaba extrañando.     

Sacudió la cabeza apenas divisó la puerta, “basta de volar” se dijo en silencio…Dio los tres golpes de rigor y después de escuchar el “adelante” pasó para encontrarse con un desayuno para dos personas sobre escritorio y a su ex novio con una sonrisa estúpida en la cara. A pesar de lo ridícula que era la situación, aquel sobre blanco que sobresalía de una dulcera había disparado su alarma de alerta y las obligaciones, una a una, volvían a ocupar el lugar que les correspondían…

- Pasa, pasa – Le indicó con sus manos –  No te quedes ahí en el medio de la puerta – Siéntate, que esto merece que lo festejemos

- Dennis tengo trabajo que hacer – respondió cansada y sin tiempo para sociabilizar. Con otra persona hubiera aceptado gustosa ese café pero a él le conocía de pies a cabeza y sabía que él triunfo no tenía nada que ver con ella si no con él y su desempeño en la empresa.   

- Emma… Es una orden – usó un tono suave y una sonrisa invitadora. Con ella no eran necesarios los gritos para impartir temor y obediencia. Acataría sin dudarlo, su respeto por las jerarquías era ciego y sabía que ella sólo le veía como su jefe – No te obligaré a hacer algo que no quieres – Se llevó su tasa humeante a la boca

- Aunque quisieras no podrías – Se sentó en el sillón y cruzó sus piernas – Ya te he visto desnudo – Sonrió con alguna dificultad

- Es cierto… – sonrió todo lo que ella no podía – ¿Qué te ha pasado en la boca?

- Me caí… – Estaba demasiado cansada como para buscar una mentira convincente y a él no le debía nada, ni siquiera la mentira  

- ¿Has ido al médico?

- Sí…

- ¿Has ido a lo de tu hermano?

- Sí… ¿Esto está dirigido a mi? – se hizo del sobre para cerciorarse de que no se equivocaba

- Sí… ¿No lo abres? – Ya podía figurarse la cara de Emma al leerlo

- Sí, en casa – y lo metió dentro del bolsillo al igual que las expectativas de Dennis  

- Es la aprobación del presupuesto que solicitaste – Dijo con sequedad y casi enojado por el empujón que Emma le daba para mantenerlo lo más alejado posible de su vida personal – No pareces contenta… – Tenía los ojos clavados en su regazo, definitivamente aquel sobre llegaba en el momento menos esperado, lo que sea que la había motivado a pedirlo, hace cuatro meses atrás, hoy no existía o simplemente había sido reemplazado por otra cosa…    

- Bueno… me has ahorrado lo tedioso de leerlo – lo dejó en el mismo lugar del cual lo había sacado y cambio agarró dos galletas, una se la llevó a la boca y la otra al bolsillo – Mmm…Están buenísimas!!! ¿Dónde las compraste? – No caería en su trampa, sólo estaba intentando desviar la conversación   

- Te conozco Emma… – aseguró totalmente convencido… ella podría negarle todo, hasta el saludo, pero jamás podría borrar ni de su cabeza ni de su corazón cada momento que había compartido a su lado. Podía apagar el sol o esconderlo y sin embargo él conservaría cada amanecer en la memoria. Quizás ella le detestase pero él era lo más parecido que había tenido en su vida a una pareja – Ese sobre estará sin abrir entre tus cosas durante meses y no me puedo permitir que eso pase… Dentro de dos semanas se dará una fiesta en tu honor
– Puso cara de pena, Emma odiaba este tipo de fiestas

- ¿Por qué? – Preguntó tragando lentamente aquel pedazo de galleta

- Ya sabes por qué… te harán una mención a la dedicatoria y al compromiso de tu trabajo con la empresa

- ¡Totalmente innecesario! – Negó con la cabeza y las manos – hago mi trabajo al igual que todos en este lugar… Deberían darnos una mención a todos – se agarró de la lógica firmemente – Lara trabaja y estudia al mismo tiempo… todo un ejemplo para los adolescentes actuales… ella es más merecedora que yo…   

- Emma tus compañeros son 30 años mayores que tú – Se sacó las gafas y masajeó sus sienes, discutir con ella le agotaba, más bien, le agotaba no poder ganar ni una sola vez…     

- ¿Quieres que me suba a un estrado a alardear sobre mi juventud? – preguntó irónica asegurando que aquello era una falta de respeto a sus compañeros de trabajo

- Quiero que te subas al estrado y te muestres agradecida por el reconocimiento – levantó un poco su voz.

- Eso no será verdad… No me interesa ni mentir ni el reconocimiento de nadie, me alcanza con el mío – aquello había terminado con un grito, quizás así entendiera que a ella no le importaban las misma cosas que a él…  

- Emma llevo meses postergando esto – dejó el café de lado y la miró a los ojos intentando que por una vez en su vida comprendiera su posición – He matado a la mitad de tu familia para excusarte del evento…

- Mata a más personas – Una solución rápida para un problema simple

- ¡No! – Dictó conciso – Asistes y punto – clavó el dedo sobre la madera para recalcar

- De acuerdo – se levantó del sillón dado a que ya no había nada más para hacer, tendría que asistir a esa pomposa fiesta de gente rica que piensa que hace caridad entregando migajas a personas como ella. – Voy a seguir con mi trabajo…

- Tomate la mañana libre – dijo sin mirarla 

- ¿Por qué? – aquello le había caído como una patada en el culo, no bastaba con lo de la dichosa fiesta y ahora le apartaba de sus obligaciones. – Tengo un proyecto que presentar por si no lo recuerdas

- No estas condiciones… – señaló su labio antes de sorber nuevamente de su café – Hay mucho dinero en juego… no quiero que nada lo estropee – y miró su ordenador ignorando que Emma estaba a punto de explotar de tanto descaro…

- ¿Y quién demonios ocupará mi lugar? – preguntó caminando por el filo de su paciencia

- Yo me encargó… sé cómo manejarlos… Los haré comer de la palma de mi mano – dijo con suficiencia y mirando la pantalla de su ordenador

- Lo hará Lara – No podía insultarle pero si podía pegarle bajo y dejarle en claro la ineptitud que poseía – Es mi última palabra…

- ¿Quieres dejar tu proyecto en mano de una niña? – preguntó anonadado y pensando que Emma había perdido el último tornillo que le quedaba en la cabeza

- Voy a dejar mi proyecto en manos de la persona que consideró más capacitada para hacer el trabajo – la voz no tembló ni por un momento – Y si ti no te gusta… tienes mi renuncia sobre la mesa… Empresas hay miles y mucho mejores que ésta…

- Ok – La sublevación le había dejado sin palabras…. Esta no era la Emma que él conocía pero celebró al ver que por sus venas corría sangre en vez de hielo – Cómo tú quieras… Prepara a Lara y vete a casa…

Asintió con la cabeza y comenzó a caminar a la salida – Imbécil – dijo una vez que ya tenía la puerta cerrada en la espalda.

Llegar a la cocina fue un sueño hecho realidad, la mesa dispuesta para el desayuno como siempre y todo el ambiente cargado de olor a café… sólo faltaba una cosa para la perfección: Emma pero se conformaba con el enorme televisor que había aparecido en la sala como por arte de magia… Dios! terminaría por amar con locura a esta mujer que sacaba televisores de debajo de su manga…
Lo encendió de inmediato, informarse sobre el mundo exterior no le vendría mal mientras calentaba su café. Se extrañó al no encontrar su tasa sucia en el fregadero, no había tomado su café… el periódico estaba sin abrir sobre la mesa al lado de unas facturas de servicios, había salido corriendo de la casa sin tiempo para desayunar pero con tiempo para colocar la tv satelital paga… Todo un encanto la niña… 

Estaba pasando un momento agradable, el sol que se colaba por las ventanas traía una calidez que hacía tiempo no sentía, no a acostumbraba a levantarse temprano, trasnochaba la mayorías de los días de la semana y casi se había olvidado el sabor del café de la mañana y el olor de un amante ausente… Qué bonito sería tenerla acurrucada entre los brazos…

- Mañana es sábado así que no tendrás escapatoria… – amenazó al aire circundante que era lo más cercano que tenía a ella mientras pensaba en lo que le apetecía hacer con ella, cuando de pronto un ruido de llaves en la puerta reventó su burbuja… Saltó de la silla y ató rápida su bata pensando que podía ser cualquier persona… Los padres, alguno de sus hermanos y hasta Bodo estaba incluido en las opciones ¿Qué demonios diría si eran sus padres?

¡¡¡Dios!!! Corrigió desesperada a la habitación cuando escucho los pasos atropellados avanzar por la casa, estaba al lado de la cama y dios sabía que tenía bien pensando esconderse debajo de ella…

- ¡¡¡Hey!!! – Vibró entera del susto al saberse descubierta y se giró de golpe para dar la cara…

- ¡¡¡Demonios Emma!!! – Gritó apenas le vio parada en el umbral, llevó la mano a su pecho, el corazón estaba a punto de salirse por la boca – ¿Qué demonios te ha ocurrido? – Preguntó al darse cuenta de que su abrigo estaba todo manchado de sangre

- Necesito que me llaves al veterinario… – le dijo rápido mientras le alcanzaba la ropa

- ¿Qué? – Gritó más desconcertada aún

- Vístete… Es importante… Trae toallas… – y desapareció de su campo de visión


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