- Ya pasará, ya pasará… sólo resiste un poco más amigo – ¿Pero qué mierda era lo que estaba ocurriendo? El ruego lloroso de Emma la conducía, a toda prisa y con la ropa a medio colocar, hasta el living… Inevitablemente con miedo y con una angustia en el pecho que nacía de la incertidumbre. Los últimos pasos parecían nunca concretarse y siempre dejaban tiempo para imaginar alguna dramática situación. Cada vez que amanecía en su cama tenía la leve sensación que el día no sería un día cualquiera pero semejante montaña rusa le llevaría a sufrir un ataque al corazón…
Se quedó de piedra ante la imagen… Esperaba de todo menos aquello… Parecía mentira que minutos atrás fuera ella quien desayunaba tan tranquilamente, a quien la abrigaba un sol que ahora no era más que un dibujo en un papel, comprendió que un parpadeo es tiempo suficiente para agitar la calma que supuestamente era constante. Abrió la boca intentando pronunciar palabra pero estaba demasiado ocupada investigando si a Emma le había ocurrido algo, parecía estar entera pero la expresión de desesperación que tenía su rostro no le dejaba soltar aquel suspiro de alivio
La puerta estaba abierta de par en par y las gotas de sangre sobre el piso y sobre el sillón eran una profanación a lo impoluto y pulcro del lugar, algo que a Emma definitivamente no le importaba porque sostenía en su regazo a ese cachorro medio muerto como si tuviese al mayor de los tesoros entre sus brazos – Pero?... Pero?... Qué?... – Quería preguntar de todo pero cuando Emma se percató de su presencia le exigió una reacción inmediata
- Las toallas… Jennifer! – Era un regaño más que una petición y totalmente comprensible, mirando con la boca abierta y en plena parálisis no era de mucha ayuda. Se mantuvo en silencio mientras Emma envolvía el perro que aullaba de dolor cada vez que se le cambiaba de posición. Notó que las manos le temblaban y que hacía un gigantesco esfuerzo por controlarlas, era obvio que no quería provocarle un sufrimiento innecesario al animal. – Enciende el coche por favor – Pidió amablemente mientras se incorporaba cargando al herido en sus brazos
- Sí…
Los eternos 15 minutos en el coche habían sido de un silencio sepulcral y de su atención robada por la caricia en el espeso pelaje del cuello. No se animó ni a respirar por miedo de corromper algún futuro duelo ¿Decir palabras de aliento? sabía que el peligro que corría la vida del animal era producto de la gran idiotez humana y por más que Emma jamás se lo confirmara, era fácil adivinar que estaba odiando a su especie en silencio. Después de abrirle la puerta del coche fue detrás de ella como mera espectadora…
Había empujado la puerta de entrada con la espalda y se abría paso rápidamente entre los curiosos que estaban en el lugar… el cuchicheó piadoso de poco valía si se quedaban estáticos entorpeciendo su tarea. – Disculpe, permiso… – le pidió a un Sr. que era el último obstáculo antes de llegar al veterinario – Por favor… – le suplicó al veterinario mientras levantaba sus brazos para mostrarle lo que albergaba en ellos.
- ¡Por aquí! – Unos cuantos pasos más y ya estaban en una sala sin gente y con una mesa de exploración, Emma depositó el perro cuidadosamente en ella – qué ha pasado? – preguntó mientras comenzaba a hacer su trabajo
- Lo encontré en la calle – trató de serenar su habla para darse a entender bien – de seguro un coche le ha arrollado o algo… tiene… tiene una fractura expuesta en la pata izquierda, sangrado por el hocico y boca y dolor en las costillas izquierdas, también – pensó un segundo por si algo se le olvidaba
- De acuerdo – el veterinario le entregó una sonrisa amable como retribución a su preocupación y cuidado con el can – hace cuanto tiempo lo encontraste?
- 25 minutos aproximadamente – dijo después de consultar su reloj pulsera
- ¿A ti también te arrolló el coche? – preguntó preocupado al ver el aspecto sanguinolento de Emma. Jenny que lo veía todo desde la distancia sonrió, Emma tenía magnetismo hasta en sus peores condiciones, ella en el lugar de aquel hombre hubiera preguntado lo mismo y hasta le hubiera dicho que aceptaba cuidarla si lo necesitaba y si lo deseaba…
- ¡No, no, no! – Negó con la cabeza rotundamente – sólo al perro, él necesita asistencia – la morena volvió a sonreír eran evidentes las dificultades para aceptar ayuda, tanto que no lograba distinguirla de la palabrería absurda, en caso de hacerlo hubiera incluido un “gracias por preguntar” en su respuesta típicamente cordial.
- De acuerdo… Espere aquí y enseguida le daré noticias
- Sí…
Se quedó anclada al piso mirando como el perro era llevado a otra sala, metió las manos en sus bolsillos entrando en consciencia que ya no tenía nada más por hacer que esperar. Sintió la caricia en su hombro y cerró los ojos al recordar quien estaba a su lado… al recordar que antes de encontrarse con el perro sólo pensaba en llegar a casa y en dormir pegada a su cuerpo desnudo, eran unos planes que contenían más vida de la que había vivido en sus 27 años, planes postergados y olvidados… y que quizás jamás volviera a desear.
- Nos sentamos… – Señaló con su cabeza unos asientos que estaban pegados contra la pared
- Claro…
Se preguntó en qué demonios estaba pensando y por qué demonios no actuaba como una persona común… ¿Le gustaban los perros? ¿Le dolía lo que había ocurrido? ¿Por qué no reaccionaba entonces? ¿Por qué no caminaba histérica de un lado para otro? ¿Por qué no maldecía a todo el mundo? ¿Estaba acostumbrada a guardarse todo? ¿Tanto la felicidad como el dolor? Apretó la mano que estaba sobre su regazo, helada y vacía, llena de sombras, demasiado inhumana y esta vez no había parpadeos para su caricia…
Sonrió ni feliz ni triste si no irónica, esto no era egocentrismo, dios sabía que estaba pensando en Emma y no en ella… Había querido toda su vida a alguien que le dejara bailar y sonreír sin perturbarle pero Emma era el extremo de aquella libertad… ¿Qué diferencia había entre la habitación en la cual se mataban y esta? ¿El sol no las alumbraba por igual? Optó por una madurez que no era propia de ella y por un entendimiento que no era más que correspondencia a lo que Emma le hacía sentir, en la cama y en esa sala de espera…
Estaba convencida de que había de todos tipos de amores, hasta amores que molestaban de tanta virtud y modestia… necesitaba crecer para reflejarlo con toda su adversidad y rebelión, para no comerciarlo ni negarlo… para poder gritarlo y para poder amarlo… Callarse y soportar no lo haría y simplemente no lo haría porque no sabía hacerlo, al igual que Emma no sabía compartir… Un último apretón a la mano que la noche anterior le había desnudado y el salto a la realidad…
- Voy a dejarte sola… – dijo sin una gota reproche ni disgusto mientras se colocaba de cuchillas en frente de ella para poder mirarla al rostro
- ¿Cómo? – Preguntó perdida e intentando leer en sus ojos lo que pasaba por su cabeza – No es necesario que te vayas… – tragó saliva y la tristeza que no mostraría jamás a nadie, en casa y en soledad hubiera llorado como un niño desamparado, hubiera gritado hasta quedarse sin aire y hubiera tocado tan fuerte su violín hasta cortar la cuerda, aquella que siempre flagelaba el mismo lugar… pero no estaba sola… Entendía lo que había ocurrido, tarde pero lo entendió, había apartado a Jennifer de su lado con una espera de una hora viciada de silencio e indiferencia… daba nauseas la cobardía que le hacía huir siempre de las miradas de otros.
- Sí lo es… – Y esos ojos azules se mostraron más compresivos y amigos que nunca, Emma sintió la puntada en el pecho por la pobreza y esclavitud de unas costumbres arcaicas e inútiles que no le permitían ni tomar ni entregar… que enseñaban de conducta no de existir… estaría mejor sola – Aparte tengo que ir a la academia…
- Lo siento… – se disculpó después de que recibió aquel beso en el dorso de su mano como perseverancia a todos los estorbos que se interponían entre las dos – Siento no ser buena compañía – Admitió plenamente que la falla era suya
- Siento lo mismo – Jenny admitió la impotencia
Estaba a punto de incorporase cuando la mano de Emma la arrastraba a un beso en la boca… celebró la sorpresa, la efusividad y lo sobreentendido de aquellas manos que acariciaban su cuello… En la tibieza de sus labios, convergía toda la argumentación de la contradicción entre las palabras y los hechos y el poder para hacerle recordar aquello que la hacía igual y diferente de todas las personas que había besado… un refugio para el más oscuro de los deseos, un lugar que terminaría por ser su templo y Emma su dios…
- Nos vemos… – Costó pero logró arrancarse de ella… No forzaría nada, no iba sobre vencer si no sobre proteger, protegerse a las dos de lo que cada una de ellas era. La belleza siempre estaba antes que lo monstruoso…lo mejor era retirarse honradamente…
Emma se quedó con su sabor en la lengua y con la pregunta de cuándo se volverían a ver atrapada en los labios… miró su espalda y como las posibilidades se alejaban, parpadeó y la perdió de vista… la necesitad de alcanzarla la puso de pie y la contrariedad de no saber qué decir la dejaba plantada al piso… Seguir los instintos ¿Qué demonios era? ¿Pensar menos, sentir más? ¿Abrir alas para volar o para cobijar?
- ¿Srta.? ¿Srta.?
- Eh…Sí – le prestó toda su atención
- Tengo buenas noticias para Ud. – Al menos el perro estaba bien…
- Jamás volviste… así que supongo que habrás tenido una tarde-noche de lo más sensual jugando a ser enfermera – le guiñó el ojo con complicidad y volvió a los papeles que estaba leyendo
- A decir la verdad… no estuvo nada mal – Sonrió pícara y sugestiva, apoyó su café y su revista de moda sobre la mesa y tomó asiento – Nada mal… – reafirmó sólo para llamar la curiosidad y envidia de su amigo
- ¡Cuéntame! – suplicó con una sonrisa bailando en su cara
- Ni lo sueñes… Es privado… – Esquivó su petición abriendo la revista – y demasiado excitante como para hablarlo en una cafetería… – El susurro acompañando el levantamiento de ceja hacía volar la imaginación de Ben
- ¿Quieres que lo hablemos mientras vemos una película pornográfica? – otra de sus propuestas machistas que a Jenny le marcaban la diferencia entre hombres y mujeres. ¿Por qué no tenía amigas mujeres? Simple, siempre fueron competencia en la conquista por los hombres… era irónico, justo ahora no le vendría nada mal una de esas charlas con exceso de ñoñería tan típicas de las mujeres
- La palabra “excitante” no siempre hace referencia al sexo, sabes? – aquello era una burla a la estrechez mental en la que Ben solía entrar por culpa de sus hormonas – Deberías…
- Jennifer… – el característico tono pseudo-profesional de Bodo interrumpía su charla del tipo educativa. Esto era la bienvenida al mundo real, problemas y más problemas
- ¿Sí? – aquellas gafas enormes cubrían todas las huellas que había dejado su hazaña de la tarde anterior. No le veía la parte superior de su nariz ni sus ojos pero de seguro estaba mucho más herido y amoratado que el labio de Emma.
- No has vuelto a tu puesto de trabajo ayer – le comunicó tranquilo
- Estás en lo cierto – no tenía ni forma ni ganas de desmentir nada, era mejor que Bodo supiera y se fuera haciendo una idea de con quien pretendía pasar sus noches
- Se te descontará el día…
- De acuerdo – Aquella respuesta llamó la atención de Bodo. Sabía que el dinero no era problema para ella pero si lo era la “mano dura”, a las sanciones solía evadirlas con rebeldías, caprichos y más liberalismo… y algún que otro favor de la gente de “arriba”
- Y con respecto a la profesora suplente que solicitaste…
- No me digas nada – se adelantó a los acontecimientos – No es posible – le sonrió, se encogió de hombros y abrió nuevamente su revista dispuesta a comenzar a leer. Nada de lo que escuchara parecía poder quitarle ese optimismo con el cual había despertado esta mañana
- La tienes… – escupió entre dientes la información, si fuera por él le haría trabajar noche y día – Cortesía del Sr Bergmann, no mía… Reunión de profesores al final del día – dicho esto, se dio la madia vuelta y se fue por donde había venido
- No puedes quejarte… Te ha tratado bien – le comunicó mientras traía a la memoria su última charla con Bodo – Creo que los golpes le han hecho ver el mundo de otra manera… – se acercó a ella para llamar su atención dado a que tenía los ojos puesto en la espalda de Bodo – ¿No lo crees así?
- ¡No! – Clavó la mirada en los ojos negros de su amigo – creo que está esperando que dé un paso en falso
- ¿Para qué? – preguntó extrañado
- No lo sé… – Intuía que su disyuntiva con Bodo con respecto a lo laboral estaba en pleno terreno personal y no podía ser de otra manera… Emma había cambiado todo de lugar…
- Quizás estás viendo fantasmas en donde no los hay – trató de despreocuparla con una sonrisa
- Quizás…
Por primera vez pensó en la “pendejada” que todos tenían encima y de cómo los silencios y los sonidos tergiversaban y explotaban hasta el más mínimo accionar. Todos eran leales y defendían a algo o a alguien pensando que era lo correcto, la moneda de cambio para las nuevas alianzas… la única que parecía no estar en el juego era Emma, la recién llegada, la persona que no tenía idea de cómo giraba este pequeño mundo de mentiras, chantajes y dinero…
¿Cuánto tiempo tendría antes de que Emma se enterara de la verdad? ¿Antes de qué alguien quisiese sacarla del medio? Lo único que traía un poco de calma era saber que Bodo era un fiel lacayo, lo había sido con la Srta. Vogel y, por su pelea de ayer, apostaba todo a que también lo sería con Emma… cayó en la cuenta también, de todas las similitudes que Emma tenía con Bea… Personas morales e inteligentes, de aquellas que eran imposibles de comprar y de manipular… ¿La diferencia? No era Ben quien estaba traspasando los bandos si no ella misma…
¿Qué pasaba si Emma había venido a terminar lo que Bea dejó inconcluso? Lo tenía todo, el dinero en una misteriosa cuenta, el renombre y la influencia en el mundo musical, el apoyo del director de la academia, el respeto de sus alumnos y hasta Sebastian, que jamás le agradeció la reparación del coche pero le había visto sonreír al escuchar el rugir del motor… si alguna vez había pensado que Emma había venido a destrozar su vida estaba equivocada…
- ¡Jenny! ¿¿¿Qué pasa??? – Ben se sorprendió con el cimbronazo de la mesa entera y el ruido de la silla contra el suelo – ¿¿¿Jenny??? – la llamó por lo bajo, ya estaban todos los presentes mirando hacia él, pero Jenny no escuchaba y caminaba a paso rápido por la escalera… Levantó la silla y sonrió como disculpándose por el disturbio – ¡¡¡Qué locura que tiene por dios!!!
Estaba sacada, furiosa y lo peor de todo era: lo confundida que se sentía… Ciega había avanzado todo este tiempo, sola, directo a sus brazos y a la espera del milagro… Y ahora este rayo de luz lastimaba sus ojos ¿Cómo demonios eran las cosas? ¿Quién estaba conquistando a quien? ¿Y con qué propósito? ¿Cuánto de todo lo que sabía era verdadero? ¿Víctima o victimario? ¿Qué tan inocente y torpe era Emma?
- ¡¡¡Maldito hijo de puta!!! – la bronca le sacudió entera, él lo sabía todo y estaba segura de que no iba a decirle nada… El muy imbécil le haría pagar con gotas de impotencia y desesperación la elección de su posición en la academia y su “amistad” con los enemigos.
¡Pum! El golpe en seco de la puerta le indicó de quien se trataba y por esa razón no se volteó ni a mirarla… Estaría histérica, apretando los puños y destilando cólera por los poros y aquello no era más de lo mismo de siempre, de esas formas peculiares que tenía para exigir y de hacerse valer… Sonrió porque jamás le había subestimado, él creía en el peligro de sus ojos azules de niña, en lo que no creía era en su decencia y en su humanidad, no compartía su causa y jamás lo haría… Aquello ya lo habían discutido ciento de veces…
- No tengo tiempo para berrinches Jenny… así que déjame solo, por favor – aflojó un poco su corbata y caminó despacio hasta su sillón con su carpeta en las manos
- Sólo quiero que me contestes una sola cosa… – no podía despegar los ojos de él – y después me iré para que puedas volver a contar el tiempo
- ¿Qué? – Preguntó con una sonrisa burlona y dejó los papeles aún lado, solo para ver el brillo en la mirada. Lo que venía a decirle era importante, era la misma mirada que tenía el día que le encaró para hablar sobre la contratación de Emma – Estas drogada? – agarró nuevamente sus cosas no dispuesto a discutir a cerca de nada con ella.
- ¡No te hagas el estúpido! – Gritó a todo pulmón – Sé que cuentas los minutos que faltan para que llegue a la academia… ¿Irás a esperarla a la entrada hoy, también? – preguntó satíricamente
- ¿Quieres ir a recibirla tú en mi lugar? – entró en tensión y ya podía ver la gran amenaza en la cual se había convertido y no esperaba menos de alguien como ella. – ¿No te fue suficiente la tarde y la noche a su lado? – No podía dejarle avanzar, Jenny no era idiota y su punto débil lo había dejado expuesto desde el primer momento que había posado los ojos en su amiga y allí atacaría y se escudaría, en su imperfecciones y que Emma le perdonase, pero esto era por el bien de todos… – ¿Es que nada te es suficiente? No haré preguntas acerca del muchacho con el que te besuqueabas – levantó el dedo y se lo llevó a la cien – ¿Pero también fue ayer por la tarde, no? – un instante de silencio, Jenny estaba sin palabras – Ten por seguro que yo no tengo tu respuesta – le regaló una pequeña sonrisa de tristeza y volvió a su tarea
- ¡Eso no te incumbe! – soltó al tiempo, por más que todo fuera cierto este zopenco no tenía ningún derecho de opinar sobre su vida – Y no tienen nada que ver con lo que piensas hacer…
- ¿No tiene nada que ver? – Asintió con la cabeza poniendo a prueba sus palabras – Entonces dime por qué estás aquí… Dime que tu pregunta no tiene nada que ver con Emma…
- Pues no… sólo me preguntaba qué tan imbécil eres para pensar que Bergmann no se dará cuenta de lo que planeas
- No me hables como si entendieras todo… – Negó con su cabeza lamentándose de su ignorancia – Porque no sabes nada… Porque nunca te interesó y tarde te vienes a interesar – Se acercó lentamente para borrarle de la cara el descaro y el ímpetu que tenía – Corre con Bergmann y dile lo que planeo y que no se te olvide decirle que le estoy esperando… – iba levantando la voz paulatinamente – ¡¡¡Hace dos años que le espero!!! Podrás imaginarte lo ansioso que estoy por atraparle – cuadró la mandíbula y volvió a su sillón. No había nada más para decir
- Esta no es su guerra… – Bodo la miró y sintió compasión por ella, parecía sincera, parecía tener el corazón entre las manos mientras pedía respaldo y ayuda, como siempre guardando todo lo que la mostraba débil… Todo el tiempo se había tratado de Emma… le hubiera gustado que su amiga estuviera aquí para escucharla y para ver lo claro de sus ojos y la contención contra los nervios… Ella apreciaría todo el despliegue mejor que él
- Ni tampoco la tuya… así que mantente aparte – Un último consejo
- Eres un imbécil con todas las letras – terminó por escupirle a la cara
- Ud. también futura directora – le hizo una reverencia como burla
- ¡¡¡Veta a la mierda!!!
Algunos pasos, había dado, y frenó para golpear la pared con la mano abierta y apoyar la frente intentando sentir un poco de alivio, la cabeza estaba hirviendo. Todo lo que creía haber conseguido se desvanecía con la duda de cada secreto y clandestinidad, ahora sí que no tenía nada más que el miedo de lo que vendría, del rol que tomaría Emma y de qué lado quedarían cuando todo comenzase a suceder… ¿Cómo fue que no lo había notado antes? Se recargó sobre la pared y miró lo blanco del techo… Emma iba directo al impacto en busca de un sueño que no le pertenecía ¿Por qué? ¿Por quién?
- ¿Se siente bien profesora Hartmann?
Eso había sonado condenadamente sexy, sabía que se encontraba a tres pasos guardando la distancia y enmascarando lo que tenían pero era suficiente para que lo demás dejase de importar. La miró fijamente y aquella leve sonrisa que pretendía ser coqueteo se perdía entre lo rígido de la postura, en la espalda recta y los brazos pendiendo a cada lado… Emma era dos personas distintas, con dos trabajos, con dos personalidades y con dos vidas, se preguntó de cuál estaba enamorada y si lo que le mostraba a ella era lo verdadera…
- ¿Profesora Hartmann? – Emma la exploró de pies a cabeza.
Jenny respondió con una leve mordida en su labio inferior y una leve sonrisa… la respuesta le llegó inmediata, Emma avanzó un paso con las mejillas encendidas y mirando hacía todos lados para cerciorarse de que el pasillo estaba vacío… no podía ser que todo estuviese calculado… las emociones no son geométricas ni los sentimientos matemáticos y podía ver esos labios rojos y el pequeño temblor que los entreabría
- ¿Cómo está el perro? – Era una locura cortar un momento tan apasionante, le era imposible negar lo que le provocaba la idea de romper todas las reglas, se le erizaba el bello de sólo pensarlo pero este no era el lugar ni el momento. Le había buscado tanto que le encantaba tenerla, así entregada y con toda la predisposición para dejar el mundo atrás…
- Eh… – Emma sacudió su cabeza para salir de letargo y terminó por sonreír algo avergonzada – Eh… Bien, bien – se sacó una pelusilla del abrigo intentando no parecer tan nerviosa, gesto que a Jenny le resultó demasiado tierno – Estará ingresado todo el fin de semana en observación y ya después puede irse a su casa…
- ¿Conoces a los dueños?
- Eh… No, no los conozco – Emma se tomó un momento para pensar aquello. No dueños no casa ¿A dónde llevaría al perro? – Ahora que me lo dices… No sé qué haré con él…
- Comienza por nombrarle – sugirió sonriendo – Es lo que hace todo el mundo…
- Ya… pero si le nombro el perro técnicamente sería mío
- Quizás aquel cachorro quiera vivir en la casa de su salvadora – comentó sensualmente mientras jugaba con un botón de su abrigo
- La salvadora no tiene tiempo ni para cuidar un pez… – dijo siguiendo el movimiento de la mano de la morena
- Piénsalo un poco… – tocó su hombro y se acercó lentamente para dejar un beso en su mejilla. Emma había quedado congelada pero con una sonrisa – Nos vemos…
- Nos vemos…
Se quedó mirándola, por un momento, fascinada de su belleza y de lo que hacía nacer dentro de ella, se aceleraba cada vez que le veía y le costaba contenerse cada vez que pensaba que se movía y se vestía de aquella manera sólo para llamar su atención… Comenzó a caminar flotando en su propia burbuja de recuerdos y lo que pasó en la veterinaria fue lo primero que se le pasó por la cabeza, debía enmantar su error, poner de su parte para que “esto” funcionase…
Se borró la sonrisa estúpida y entró al despacho de Bodo – Buenos días… – Tomó asiento y comenzó a sacar las todas las carpetas que te nía en su portafolios… El silencio llamó su atención y de inmediato miró a Bodo preguntando qué era lo que pasaba esta vez…
- Jenny… – Lo serio, escaso y rotundo, le cayó como un balde de agua helada, acostumbrada a la palabra “problemas” no a su nombre
- ¿Qué pasa con Jennifer? – preguntó con el ceño fruncido y algo fastidiada por lo paradójico de la vida, hacía minutos atrás había estado sonriendo con ella
- Sospecha… – le informó sin cambiar su postura
- ¿Y? – se encogió de hombros – Eso estaba contemplado con las demás variantes…
- Sí… – lo que no estaba contemplado era el enamoramiento que Jenny tenía por su amiga, probablemente interfiriera por cuestiones personales y pasionales, pensó Bodo y eso sí era un problema – No me fio de ella…
- Eso no es nada nuevo – abrió sus carpetas dispuesta a aprovechar la hora que tenía, antes de que comience su clase, para revisar eso malditos contratos a fondo. Quizás sólo estaba cerrando los ojos para elegir
- Emma… – Bodo apretó su mano con la intención de que frenase… Su amiga seguía estando por encima de todas las cosas y no olvidaba que sin ella jamás lo conseguiría, le daría cualquier cosa a cambio – Dime algo… – Vio como algo se quebraba y se rompía en sus ojos marrones claro, bajó la mirada escondiendo lo sensible y lo muerto que pedía a gritos revivir…
- Parece… Parece verdad… verdad para mí – Bodo asintió con la cabeza y apretó más fuerte su mano, comprendía lo que quería decirle y se conmovió de lo existente que se mostraba y de aquella cara de terror que tenía…
- Me alegro… – terminó por sonreírle – Te lo mereces… – le aseguró sin poder contener esa pequeña lágrima…
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