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Física, Química y Piel - Fanfic Jemma - Memo (Parte 20)


Hacía varios minutos le miraba desde el marco de la puerta, tocaba realmente bien pero su música era tristeza y arrepentimiento, cada nota era cobarde y cada clave estaba muerta. Hacía meses que estaba así y recién hoy lo notaba, recién ahora había parado el mundo sólo para mirar lo pobre y desolada que estaba su alma… Se había acostado con él, había sentido el placer de la carne sin valor y de un corazón sin dios… Pero no había notado lo eclipsada que tenía el alma…


La música cesó pero él no abandona su postura si lloraba o se dolía de su vida no era problema de ella… Había llegado hasta aquí con sospechas y apretando los dientes… Y le torturaría con tal de obtener una verdad, estaba harta de no poder creer ni en su propia inocencia y de pensar que el pasado vendría a tomar revancha arrebatándole el futuro…

- Triste…

- ¿Cómo? – preguntó sin voltear

- Bella pero triste… 

- Es una canción de amor… Bella pero triste – se encogió de hombros, sus composiciones eran el reflejo del infierno de amor que le quemaba en lo más profundo, una realidad que brotaba por sus ojos y que no podía detener

- ¿Todavía le amas? – Preguntó por lo primero que no entendía, por el amor y su inmortalidad en el tiempo, el en dolor y hasta en el propio odio.   

- Como a nada en el mundo – Sonrió entre lágrimas, la profesora Müller estaba envenenando de a poco, la idea del orgullo por rodar en una cama, con algunas cuestiones románticas

- ¿Por qué no puedes estar con ella si tanto le amas? – Preguntó por la crueldad del destino – ¿Por qué no puedes redimirte? ¿Qué dejaste que le hicieran? – Preguntó con la mezcla perfecta de bronca y repudio. Por ser su amigo no dejaría de ser un cobarde y lo que más dolía era saber que Bea también le amaba en aquel momento – Deja de llorar y dime de una vez cómo fue que sacaron a la Srta. Vogel de aquí – Gritó por el miedo que casi no le dejaba respirar, por la anticipación de la soledad y por lo miserable del poder

- ¿A qué le temes Jenny? – Se levantó del banquillo como alma que lleva el diablo – ¿Tienes miedo de repetir la historia? – Se acercó a ella – ¿Te confundes a Emma con Bea? ¿Tú también crees lo mismo que mi padre? – preguntó cínico y con manía 

- ¿Qué demonios cree tu padre? – lo único que faltaba, Bergmann

- Que la llegada de Emma es intencional… Que Bodo no frenará hasta sacarle la academia de las manos…

- ¿Qué podría hacer una niña rubia y intelectual? – Estaba intentando de convencer a la persona equivocada. Ben no era un problema, el problema era Bergmann y su querida esposa    

- Tú mejor que nadie sabes que son más peligrosas de lo que aparentan – Sonrió y volvió a su piano. Dejando a Jenny con la boca abierta y rogando por que todo fuera imaginaciones suyas… – No diré nada a nadie ni siquiera a mi padre – apoyó los dedos flacos sobre las teclas – Tienes mi palabra, ya sé que no es mucho, pero te la doy…

- Gracias…

Aquello  era un suplicio, aquel cincuentón de barba no dejaba de hablar acerca de la estimulación emocional y cognitiva de los alumnos. La filosofía y la psicopedagogía eran ciencias poco rigurosas, atadas a la subjetividad y definitivamente aquello no era lo suyo… la cadencia pausada en el habla del expositor convertía su silla en una mecedora… Estaba con los ojos clavados en el piso escondiéndose de sus ojos que le habían buscado todo el tiempo desde que había entrado en la sala…  era de mirarla, sonreírse y temblar y aquello no podía permitírselo, no en frente de todos los profesores de la academia, no en frente de los amigos y enemigos, no en frente de ella para certificarle que estaba despedazando sus esquemas…

Pensó y tembló…  era hora de reconocer que estaba atrapada y atada a algo que no entendía pero que la llevaba hasta lo más profundo de sus aguas y hacia la locura de querer dormir en sus brazos. Se atrevió a mirarla y por suerte, esta vez, no estaba intimidando con su mirada constante, estaba hablando animadamente con un muchacho que nunca había visto antes. Sonreía de algo que él le decía al oído, él si podía susurrarle algún secreto, tenía el valor, el descaro y la inteligencia para divertirle… o al menos eso era lo que parecía… se preguntó si debía sentir celos…

Sonrió al preguntarse qué era lo que buscaba Jennifer cada vez que le besaba…  qué busca alguien que tiene todo en alguien que no tiene nada, en alguien que colapsa cada vez que las cosas se mueven de lugar, en alguien que intenta la felicidad a prueba y error, en alguien que no deshoja margaritas si no partículas… Sonrió más aún y negó con su cabeza, con todas esas preguntas sólo estaba intentando convencerse de que no era la persona indicada para ella y que Jennifer no tenía las respuestas que buscaba, quizás así perdería la esperanza de tener una chance a su lado, no por esquivarle al dolor sino por esquivarle a la costumbre de una felicidad que no sabía cómo sujetar…

- ¿Es que acaso este hombre no entiende que los alumnos se odian por odiarse nomás? – Susurró Bodo a su oído captando su atención – Odian a sus padres, a sus hermanos, a sus profesores, a sus pares y hasta su vida… Y pretende una “unificación de los alumnos”. Ja! Pobre iluso 

- ¿No crees que es mucho odio? – Preguntó asombrada del comentario tan trágico de su amigo – sólo son adolescentes – Ella misma veía a los adolescentes como demonios y ahora los estaba defendiendo, las vueltas que daba la vida no dejaban de sorprenderla

- Se odian unos a los otros – le afirmó – los de piano con los de violín, los de ballet con los de con los de ritmo tropicales, los de bajo con los guitarra… Y así podría seguir hasta el fin de los días

- ¿Qué me dices de los profesores? – saltaba a la vista que los educadores estaban divididos en dos grandes grupos y tenían a dos grandes líderes: uno el Sr. Bergmann y el otro Bodo.  

-  Jajaja – rió porque el comentario era adecuado. Ellos, que supuestamente debían ser ejemplo para los alumnos, estaban diferenciados en ricos y pobres, malos y buenos, individualistas y populares – También nos odiamos y estamos en batalla constantemente por un cambio en la dirección de la institución, un cambio que sea beneficioso para todos no para unos cuantos – terminó con bronca su pequeña discurso político – Lamento que tu chica esté del otro lado… Jajaja – Rió la ironía y palmeó su hombro 

- ¿Del otro lado?… Eso no es tan malo… Siempre es bueno tener otra perspectiva – Emma pensó, que al menos desde aquí podía espiarle sin aturdirse con sus propios latidos, sin estar tan perturbada por su perfume y sin aquellos inoportunos cosquilleos en la panza.  

Jenny era la piedra con la cual no debía tropezar pero sentir en la piel su manera de amar le daba un nuevo significado a la vida, traía una nueva música y el miedo de querer tocar su cuerpo hasta en canciones. El calor de las dos a la hora de la desnudez era una prueba de pasión, el hervor de la sangre por el olor de su aliento una prueba de delirio, la ceguera en la cual entraba al poseer su cuerpo una prueba de lujuria y el nerviosismo por una simple mirada una prueba de seducción… Le hacía sentir demasiado, hasta el punto de preguntarse quién había sido, quien era y quien sería, antes y después de ella. 

Tenía la sensación de una enorme libertad que no hacía más que aprisionarse a los deseos de dependencia de su alma, sabía que no era una persona fuerte, que siempre había necesitado un incentivo para sostener el tipo y siempre lo había encontrado en alguna cosa. ¿Personas? Ninguna demasiado importante como para querer el bien y la satisfacción, propia… Los consejos lloverían, todos en contra de ella y a favor de una imagen que no reflejaría nada más que su perfección, lo aburrido y doméstico… ¿Debía mandar a la mierda el porvenir sabiendo que la imagen es lo único que importa o quizás esperar?… ¿Esperar? Por algo que le despertase o por algo que le durmiera, de una vez por todas… Un gran golpe en la cabeza, un relámpago, una fisura, una explosión sideral o simplemente amor…

Reprimió la sonrisa y se mantuvo firme cuando la mirada azul le atrapó el pensamiento, aquella mano que se suponía que debía acomodar su cabello bajaba lentamente por su cuello, la ceja se levantaba preguntando si tenía ganas de volar directo al sol que más calienta y sus labios se movían y se humedecían dispuestos a llevarle de la mano a probar el fuego de su piel y el peligro de ser amante… Y a pesar de que algo, en su interior, le gritaba que podía herirle, decepcionarla y partirle el corazón seguía atrayéndola, por instinto y por sed, hacia sí.    

- Cierra la boca que se te entrará una mosca – Estaba anonadado con la abducción en la cual entraba su amiga cada vez que le miraba – Intenta centrarte, por favor… Terminaran por echarnos de aquí    

- ¿Ah? – la voz sonó como eco en su cabeza pero no logró escuchar bien y seguía mirando a la morena.

Bodo terminó por sonreír, hablando de adolescentes, tenía una sentada a su lado… anhelando y adorando a alguien en silencio… Supuso que nadie se escapa del amor y Emma, que se mantenía invicta hasta el momento, había caído hechizada por el “objeto del deseo” de todo el sexo masculino de la academia… algunos podrían considerarle afortunada, otros la envidiarían y otros, como era su caso, pensarían que estaba muy fuera de su eje casi llegando a la locura. Sintió lástima por ella de seguro tendría una batucada sonando a toda potencia en la cabeza, Jenny era lo superficial y lo ostentoso, el juego y la trampa, el sexo y los excesos, la ida y la vuelta de los pretextos a la hora del amor y Emma, Emma era simplemente ella…             

- ¿Te gusta mucho, no? – Emma se giró para mirarle a la cara y le extrañó verle sonreírse, más aún sabiendo que estaba en desacuerdo con sus últimas elecciones sexuales y recordó que eran amigos y que Bodo no era ni la mitad de intransigente y necio de lo que aparentaba… cedería y las preguntas llegarían tarde o temprano y aquí estaba la primera.

- Me cae bien… – Intentó zafarse del interrogatorio mostrando la indiferencia que tenía para todas las cosas, si nada importa nada molesta  

- Emmaaaa… – Bodo apuró con una mirada la verdad, con él no era necesario que se ocultase ni que mintiese

- ¡Esta bien! – soltó un largo suspiro y secó el sudor de sus manos en su pantalón. Una pequeña prueba verbal no le vendría mal, expresarse no podía ser tan malo, ni el fin del mundo. No había secretos entre los dos y sus silencios no eran evasivas, eran respeto por la intimidad y por los valores… podía confiar en él – Me nubla tanto que no acierto ni a pensar con coherencia – hizo un movimiento de manos indicando que tendría que conformarse con eso por el momento  

- Tampoco debías ser tan explícita… bastaba con un “sí” – Pensó en bromear un poco para descomprimir, estaba demasiado tensa y a la defensiva, la frase había salido con demasiado martirio a pesar del sentido promisorio que tenía

- Vete a la mierda – terminó por girarse, con la vista al frente,  en su silla ofendida

- Jajaja, ¡Hey! Sólo estaba bromeando – la rodeó con sus brazos y la apretó un poco – Estoy muy feliz de que te “nubles” – dejó un beso en su mejillas coloradas

- Bodo por favor… – la voz de Piet les devolvió a la realidad – deja la profesora Müller en paz… Emma palideció al pensar que todos los estarían mirando y sólo supo esconderse en la espalda ancha de Bodo

- Es que la profesora no se encuentra bien – Mintió mientras aguantaba la risa y las uñas de Emma clavarse en la carne. Les estaban regañando como si fueran estudiantes y no era para menos, estaban cuchicheando y riendo mientras se exponía un “tema importantísimo”. Se preguntó como hacía para contagiarle siempre, para traer la travesura que parecía olvidada e igual que en el pasado ella le usaba de escudo – y yo sólo le estaba preguntando cual era su aflicción          

- ¿A besos le preguntas? – Piet se cruzó de brazos en frente de ellos y Emma salió de su escondite para dar la cara, la vergüenza le obligaba a mirar el suelo y esconder la carcajada que estaba a punto de escaparse – Esas lentes te están atrofiando la cabeza… Seriedad, por favor – Dijo al ver que los dos estaban con la cabeza gacha

- Bastante infantil el director y su profesora – Le dijo al oído su acompañante.

- Sólo se están divirtiendo… Esta charla es una mierda – Jenny pensó que ese “infantil” estaba tan fuera de lugar, quizás Bolo lo fuera pero Emma no era para nada infantil… Le miró de soslayo, que podía saber este muchacho corpulento y vanidoso – ¿Es lo mismo que estamos haciendo tú y yo, no? – Vio como Emma le decía algo al oído de Bodo y como se levantaba de su asiento  

- Ya… pero es distinto… ellos…

- ¿Tú eres más maduro? – No le dejó ni explicarse simplemente le ofendió a la primera mientras miraba a la rubia abrirse paso hasta la salida

- ¿Qué pasa? – Preguntó por el cambio de humor

- Me cansé de escucharte – le susurró – Tú me pareces bastante infantil… al adularte a ti mismo cada tres palabras… Así no conseguirás sexo ni mucho menos novia – Había sido dura pero este era el consejo del año. Se levantó y fue detrás de ella.

Cerró la puerta y la vio avanzar por el pasillo rumbo a la escalera. Sintió la excitación de lo prohibido y del el laberinto en el cual se podían convertir las escaleras y comenzó a seguirle los pasos. ¿Cuánto había perseguido en la vida? Nada, todo siempre era fácil, natural y habitual, servido en una bandeja y siempre a disposición… Todo era así hasta que la conoció, hasta que se obsesionó por la paz y la aceptación que le esperaban en sus brazos, era la única persona que calmaba las tormentas de su mar… Y no quería dejarle ir… Apuró el paso cuando Emma se perdió escalera abajo...Quería alcanzarle, alcanzar lo que siempre le había faltado, aquello que jamás había echado de menos porque no sabía de su existencia y ahora que le tenía, simplemente, no quería dejarle ir.

Frenó en el último peldaño y en el medio de la penumbra de aquel pasillo… No estaba, no escuchaba sus pasos cansados y ni percibía una gota de su aroma… Sonrió y comenzó a caminar pausadamente haciendo resonar sus tacones, era un juego de niños aquello de esconderse pero le gustaba e inconscientemente deseaba recibir recompensa por atraparla… Besos y más besos era lo que necesitaba… Sondeó el lugar con cautela, debía estar detrás de unas de las tantas puertas, estaba a punto de abrir la primera cuando de pronto sintió unas manos en su cintura…

- ¿Te aburrías con tu amigo? – Emma susurró mientas posaba los labios en su cuello. Jenny tembló por la desfachatez de las palabras que salían de su boca, por la sensación de los pechos en su espalda y de los brazos cerrase sobre su vientre y por lo preciso de la voz. Entendió perfectamente el juego

- Sí – contestó sin reparos – ¿Quieres divertirme? – terminó por morder su labio porque el beso que se merecía nunca llegaba, los labios respiraban encima de la piel pero no la tocaban, no lo suficiente para la calmar la agonía de fingir indiferencia frente a los demás.

- Jajaja…Por dios… no das puntada sin hilo – la giró entre sus brazos para mirar lo hermoso de su rostro…. Y allí estaba su sensual mirada cálida y acogedora… quizás no podía tomar ni dar pero tampoco podía negarle nada, cualquier cosa que pidiera con aquella expresión de profundidad terminaría por concederla, la mayor disyuntiva de su vida    

- Tú tampoco… – susurró en su boca – Este es el resultado de tus miradas “discretas” – poco a poco la fue acercando a su cuerpo, deshaciendo la lógica con la boca a medida que hundía los dedos en su pelo.

- Aquí no… – Emma la detuvo al filo del abismo y giró su cabeza para acomodarla en su cuello. No había beso pero sí un abrazo fuerte y el suspiro de resignación

- ¿Tu casa o la mía? – Inhaló todo lo que sus pulmones le dejaban, le había extrañado… En las pocas horas que no la había visto le había pensado e imaginado, había fantaseado como la idea de que Emma también le extrañaba, que también le necesitaba y que también moría por un beso de su boca.    

- La mía… cocinaré y después podemos ver una película o algo – Jenny sonrió ante la propuesta… sonaba a mimos y calor de hogar… ¡Genial! La mejor manera de cerrar este día que sólo había traído miedos y dudas… una vez que estuviese a su lado descansando todo se iría al infierno y le importaría poco y casi nada – ¿Quieres?

- Claro… – Dejó un beso en su cuello como constancia

- Ok – Apretó un poco más a la morena entre sus brazos.

- Ummm… Se está bien así – Dijo al sentir la plenitud del regocijo de su tibieza

- Sí pero debemos volver… – acarició su pelo – Bodo me espera… – Jenny aflojó el abrazo de a poco y con algo de disgusto – Dentro de poco… – Emma dejó un beso en su nariz y una promesa retumbando en los oídos.

- ¿Entonces nos vamos juntas? – comenzaron a desandar los pasos

- Sí…

- Primero quiero pasar por casa… Quiero buscar el conjunto de encaje nuevo… Jajaja – Comenzó a reír porque Emma ya estaba con sus mejillas encendidas y esa sonrisa nerviosa que siempre ponía cuando estaba en apuro – Es broma… Aparte no puedo decirte cuando lo utilizaré sino pierde la gracia

- Yo no le veo nada gracioso – Pensar a Jenny en ropa interior de encaje levanta la pasión y la excitación… muy lejos estaba eso de las risas de la risas

- Tú no verás tu cara de boba… pero yo sí – Le guiñó el ojo, le robó un beso y entró al salón.

Estaba descargando lo reprimido en su boca, los besos eran interminables y nunca parecía saciarse del néctar de sus labios. Simplemente no lograba resistir las gotas de miel de su lengua y el amargo de las mordidas, ni el maravilloso sonido de su respiración. Todo le estaba llegando al corazón de la manera menos esperada, con agitación y premura, con pavor y desesperación, con una enorme hambre de afecto…

- ¡Dios! Me encantas… – Se estremeció en la boca de Emma cuando sintió los dedos sobre los botones de su abrigo – ¡Oh Dios! – El masajeo perfecto para sus pechos y una mano que le obligaba a volver a sus labios.

Todavía estaban en el coche, estacionadas en frente de la casa de Emma ¿cómo había comenzado todo? Con una simple e inocente mano de Emma reposando en su muslo mientras conducía y ahora estaba a horcajadas comiéndole a besos y a punto de explotar por la excitación. Fue a buscar la hebilla de su cinturón, quería más y más…

- En la cama estaremos mejor – Emma aconsejó al ver el contorsionismo que Jenny estaba practicando – disfrutaremos mejor

- Sí – contestó y volvió a besarla, al toque y al roce de cada parte de sus cuerpos

Emma al ver que Jenny no tenía la mínima intención de frenar, decidió salirse del coche cargando con ella. Acertarle a la hendidura de la cerradura había sido toda una proeza entre la urgencia y la anticipación de una noche y de una mañana próxima que sólo tendría tranquilidad. Empujó y la cerró con la pierna, lo primero fue colocarse contra la pared y levantar armas contra lo tentador del cuello

- Hueles fantástico – Confesó la rubia con la voz cargada de deseo

- ¡¡¡Hija!!!

¡Pum! Como una bomba el chillido había sonado limpio entre lo agitado de sus respiraciones, veía el pecho de Jennifer subir y bajar y tomaba conciencia de que la luz de la cocina estaba encendida y que en el ambiente reinaba el olor a limpio. Se tomó un instante para cerrar los ojos y buscar calma, terminaría por morir de vergüenza y de susto. Miró a Jenny y la cara de terror no tenía precio, intentó decirle que estaba de acuerdo si lo que quería era marcharse, no la había llevado a casa con motivo de una cena familiar.
Poco a poco fue soltando sus muslos para que pudiera llevar los pies al piso                         
           
Desvió la mirada hasta la entrada de la cocina y allí estaban, sus padres, su madre con la boca abierta de par en par y su padre con un parpadeo nervioso. Suspiró, tendría que haberles contado antes sobre su condición sexual, si lo hubiera hecho no estaría pasando por esto ahora mismo.

- Te dije que esa llave debajo del tapete no era buena idea, hija

- Tienes razón papá, como siempre, tienes razón        
            


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1 comentario:

  1. Excelente historia, la narrativa es muy buena...tal vez podrias pausar más la redacción o separar porque se pierde quien dijo que o quien penso que. Estoy disfrutando mucho la lectura, Saludos XP

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