Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

Física, Química y Piel - Fanfic Jemma - Memo (Parte 15)



- No te tomes tan a pecho lo que dice…  Bromea todo el tiempo – Emma le advirtió después de tocar el timbre.

No podía dejar de preguntarse que hacían allí… El pañuelo blanco que le había entregado estaba empapado en sangre, lo mejor sería ir a un hospital y rápido


- Emma no crees que… – y la frase se quedó a medias cuando un muchacho en ropa interior abrió la puerta. Percibió la preocupación cuando miraba a Emma, la estudió atentamente y después sonrió.



- Y yo que pensaba que lo había visto casi todo en mi vida – se dirigió a la morena – ¡¡pero no!! Me faltaba ver a la hija prodigio con una contusión en la cara – Le sonrió y le guiñó un ojo

- ¿Puedes arreglarlo? – Preguntó Emma sin tiempo para las burlas

- Cuando se lo cuente a pa…

- ¡¡¡Norbert!!! – El grito les hizo temblar  y a Jenny retirar los ojos de aquellos abdominales marcados – Puedes arreglarlo? – preguntó con la amabilidad que le quedaba, la sangre no frenaba y el dolor era cada vez más agudo. – ¿Por favor?...

Sostuvieron la mirada un segundo más hasta que él asentía con la cabeza – ¿Duele? – señaló con su mano el pañuelo y los dedos llenos de sangre

- Mucho… – la mueca de tristeza le encogía el corazón, era tan dulce, imposible no intentar curarla y una pena que ella sólo supiera hacerlo de una manera demasiado superficial. Aquello no era suficiente para ninguna de las dos, por esa razón estaban distanciadas, subestimando la manera de querer y el calor de los cuerpos.     

- Entonces pasen… – Cuando Emma iba a cruzar el umbral recibió un beso en la mejilla y un “hola” en  la confidencia de un fuerte abrazo y después para la morena un apretón de manos – adelante, por favor… siéntanse como en su casa – y se perdió en la oscuridad de un gran pasillo. Era guapo, tenía una mirada cálida y una sonrisa radiante y el cuerpo era perfecto…

- Es mi hermano –  soltó la información y se encaminó a la cocina
- ¿Ah? – Preguntó con los ojos clavados en aquel pasillo – ¿Cómo dices? – la buscó con la mirada pero no estaba en la habitación – ¡Mierda! – susurró y cerró los ojos tratando de ubicarse… y de olvidar la imagen de aquel cuerpo pero ya eran tres semanas sin sexo… más de lo que nunca había pasado sin él. Su ropa a la moda y sus joyas disfrazaban lo básico y elemental de su cuerpo. Muchos amores y ningún amor, y estaba seguro que Emma lo podía notar, podía verla jugar a enamorar en cada palabra y en cada movimiento, no la culparía jamás por escapar de aquel amor lleno de hipocresía…

- ¿Te gusta? – la dejó clavada en el piso mientras le arrancaba la piel… Jamás traspasaba la línea personal pero cuando se daba con el lujo dejaba en claro que tropezar con ella sería peor que resbalar contra el cemento… quemaría, ardería y dejaría una cicatriz difícil de borrar…

- Es un chico simpático… – Sonrió inocentemente mientras tomaba asiento en frente de ella

- No… – aquella mirada ya la conocía y se acomodó en la silla esperando la fatalidad – No es un chico simpático… es un hombre de buen cuerpo, inteligente y gracioso

- ¿Quieres hacer de celestina? – Preguntó irónica

- ¿Quieres su número telefónico? – Dobló la ironía en una sonrisa 

- Quiero el tuyo

- Tú dirás, cuando esto acabe, en qué lugar quedo yo… – de repente estaba confundida, no era la respuesta que esperaba… ¿De qué hablaba?... Una vez más la dejaba con la boca abierta… Aquel chico volvió a aparecer en escena. Descalzo, con unos jeans y el amplio torso desnudo…  pasó por frente de ellas en dirección a unos estantes y volteó a mirar las pecas en su espalda y volvió para encontrarse con una ceja levantada de una manera desafiante… ¡¡¡Claro que lo veía!!! En frente de Emma no era más que un cristal, frágil y transparente, a punto de reventar…

Volvió con tres vasos Toc - Toc y un tequila debajo de su brazo. Se acercó a Emma y retiró el pañuelo, le giró la cabeza e inspeccionó su boca por el exterior… Y no se privó de acariciarle el rostro y de sonreírle

- ¿Vamos al consultorio hermanita? – preguntó mientras se incorporaba

- Claro… – siguió los pasos que se le marcaban

- Ven morena – El hermano de Emma la invitó – O te perderás la diversión… – Y levantó la botella

- A la camilla y tú morena, tienes un taburete contra la pared – Retiró unos papales de su escritorio y apoyó la botella y los vasos – No sé tu nombre… – Aquel chico no parecía su hermano, más bien, él parecía haberse quedado con la desinhibición y el encanto a la hora de relacionarse con lo demás. El otro hermano, el mecánico, era tímido y correcto como ella.   

- Jenny – contestó mientras le miraba, algo le decía que estaba en frente de la “oveja negra” de la familia

- Encantado – le sonrió de nuevo – Voy a buscar lo que me falta – Jenny le siguió con la mirada, definitivamente llamaba su atención pero tenía la leve sensación que no sería más que eso, una noche sin despertar al costo de las pocas posibilidades que tenía con la hermana. Y no quería al hombre, quería a la mujer, hombres había tenido demasiados, mujeres una sola, Emma, y todavía no había ni comenzado a conocerla…

- Se tomará unos tragos después de curarte? – preguntó señalando la botella y los vasos

- Muy posiblemente antes… – Pensó que era broma, estaba demasiado confiada al decirlo, relajada. Con los pies en un suave balanceo y la vista pegada al marco que exhibía el título de su hermano

- Emma podemos ir a un hospital – Había que estar tonto para dejarse curar por un borracho

- No quiero hospitales – No había marchar atrás, era su decisión. Se preguntó si reinaba el capricho y la confianza a su hermano


- Bueno… Aquí estamos – Entraba con un plato en una mano y una mesa de metal con ruedillas cubierta de una tela, la cual colocó cerca de la camilla en la cual estaba Emma sentada – Dime… cómo te has hecho esto? – preguntó parado en frente de ella y con los guantes de látex en sus manos.

- Déjate de pavadas… no soy una paciente – contestó mal humorada. – ¡¡¡Ay!!! – Gritó después del apretón que le había dado con su dedo en la herida – Me caí

- ¿De boca? ¿Contra un puño? – La mirada reprochando la actitud rebelde – No me obligues a sacártelo a la fuerza

- Una pelea callejera… – Soltó rápido cuando vio que estaba dispuesto a apretar y esta vez más fuerte 

- Eso está mejor... – Miró a la morena – ¡¡¡Es más cabezona cuando quiere!!! – Jenny se reía, sabía de lo que hablaba, Emma guardaba con celos cualquier cosa con respecto a su vida y más cuando hablar implicaba delatar a alguien, en este caso Bodo. – ¿Intentaban sacarle el bolso a alguien? – limpiaba el labio con una gasa bañada en solución fisiológica

- No…

- ¿Por qué peleaban entonces?

- No lo sé – se tomó un tiempo para pensar lo que diría – creo que peleaban por una mujer – Llamó a atención de los ojos azules y de nuevo apretaba en la garganta, aquella charla que jamás venía se apuraba con un golpe y un corte en los labios, que en vez de sellárselos los abría a través de un dolor que no existía en ella pero que podía ver en Emma, quizás se rebalsaba sin llenarse el vaso de la paciencia. De seguro se preguntaba también ¿Cuánto más? ¿Hasta cuándo? ¿Y hasta donde llegaría todo aquello que no se hablaba pero que se sentía?

- Los hombre siempre peleamos por mujeres – Norbert aseguró – Tú estabas presente? – Le preguntó a Jenny sin mirarla

- Eh… – No tenía ni idea sobre lo que responder

- Ella no estaba presente – fue la escasa mentira

- Dejaré que me mientas porque eres mi hermana… Me gusta…

- ¿Quién? – Preguntó Emma haciendo que su hermano cesase toda la actividad

- ¿Qué? Es la pregunta – la miró extrañado – Y la respuesta es la herida, un corte limpio, será fácil de suturar – sonrió y siguió adelante con la limpieza – Pero tu amiga esta buena si es lo que quieres saber – le guiñó un ojo a la morena y le dio un toque a la nariz de Emma – Con tres puntos de sutura estarás perfecta – tiró la gasa en la charola – el corte es interno así que no quedará cicatriz – se quitó los guantes – Te doy tus opciones… sólo tengo óxido nitroso que a veces uso para drogarme un poco…

- Claro… – Jenny la miraba estupefacta aquello parecía no afectarle en lo más mínimo

- Tequila y lidocaína de mala calidad o puedes ir a un hospital… Que sería lo mejor para hacer en esto casos… Tú decides

- El tequila – dijo sin pensar

- Por supuesto que el tequila – su hermano la miraba y sonreía – a pesar de que lo detestes… 

Cortó los limones, puso un montículo de sal en el plato y sirvió los vasos. Le entregó uno a cada una de ellas y se quedó con uno. Los tres se miraron, aquello era una verdadera locura… Beber y coser, beber y ser cocido, beber y tan sólo mirar las consecuencias de los actos. Era ella a quien quería besar pero las cosas estaban tan torcidas que de alguna manera desconocida terminaba siendo su chofer, aquella persona que espía por el espejo retrovisor, admirando la grandeza de a quien le sirve y de por quien se muere… ¿Por qué no funcionaba con ella?

Siguió con los ojos los pasos del ritual para la ingesta que había hecho Norbert… Y sabía exactamente lo que debía hacer si quería tenerlo a sus pies, tal cual le había dicho Emma, era un hombre igual a todos los hombres… lo había hecho toda su vida y la inercia la manejaba con ellos… Pero con ella simplemente no sabía como actuar y lo peor de todo es que perdía sus facultades de mujer… Quizás porque no podía mentir, negar ni esconder lo que no quería mendigar, lo que siempre se había ganado con altura y sensualidad…

Emma tragó en seco después de rechazar el limón y la sal y Jenny comenzó a sentir que la victoria estaba cerca, la tendría media dormida y media atrevida y ella la llevaría a casa… ¿Aquello no era arrastrase? No importaba… siempre y cuando su hermano recargase el vaso que le permitiría mirarla dormir, acariciarla y entregarle en secreto cada uno de los besos que guardaba…

- Ya esta… – La modulación lenta confirmaba la borrachera. Jenny sostenía su copa aún llena y Norbert había tomado uno sólo – Su conversación era una mierda… – los dos comenzaron a reír. Aquello no salía de la boca de una Emma convencional – Sutura y déjame marchar… – Se notaban los esfuerzos por la estabilidad a pesar de estar sentada, su rostro estaba totalmente rojo y sus ojos llorosos…

- Bueno si tú lo pides de esa manera tan sutil – Estaba a punto de levantarse cuando sintió una mano en el antebrazo

- ¿Le dolerá? – Era difícil de preguntar mientras la mirada de Emma se clavaba en ella

- No… – respondió compresivo – Jamás en la vida le hice doler y no voy hacerlo ahora – Se rió de su pensamiento – Y con el pedo que trae no sabe ni cual es su nombre… Estará todo bien…

El silencio había reinado durante todo el momento en el cual Norbert trabajaba y Jenny no quería ni mirar, aunque sabía que todo iba bien, los pies de Emma marcaban algo en el aire acompañando al sonido de sus dedos chochar contra el cuero de la camilla. De pronto se le unió el pie del hermano dando armonía al repiqueteo que ella creía que era nervioso, escuchó el ruido de las pinzas chocar contra la bandeja y las palmas se sumaban… aquello era música… Él, giró sobre sus pies en un corto baile y ella tocaba la música que le estimulaba…

- Jajaja… Eres un gran músico – abrazaba fuertemente a su hermana – Por eso es la preferida de mamá y papá – le comentó a Jenny con una gran sonrisa
- Ya lo veo… – No se le ocurría nada inteligente, el mar de halagos que todo el mundo le entregaba siempre la retraían, quería decirle algo que no escuchara todos los días, algo nuevo y hermoso, algo verdadero…

- Me haces pasar vergüenza… – trató de separarse de él. Y de bajarse de la camilla

- Hey! Hey! Hey! Ahí te quedas un rato más sentada hasta que se te pase… – Y el timbre sonó – ¿La cuidas un minuto?

- ¡¡¡Claro!!!

- Tú no me cuidarás… Pre-pretendes otras cosas conmigo… – Lo había susurrado pero Jenny lo entendió a la perfección. Se le antojaba a provocación aquellos aires de inocencia cargados de verdad y volvía a pensar que sería ella quien la llevaría a su casa y quien la acueste en su cama.

- Jajaja… ¿Eso crees? – Se situó entre sus piernas y le acomodó el flequillo detrás de la oreja quitando los tapujos de entre medio – Pues… tienes razón… – y mordió su propio labio refrenando el deseo inoportuno de un beso, no podía más que soplarle dobles intenciones a aquella boca que estaba rota.  

- ¡Oh! No puedes decírmelo así… – se quejó del descaro –… tan abiertamente… Ni menos en mi estado… Eso no es justo!!!  – Dejó de mirar sus labios, la borrachera sólo le hacía pensar en una cama, en sexo y en dormir pero como era usual últimamente, en dormir con ella… y el vértigo de escalar sus piernas para poder refugiarse en su ombligo, hacía que el mareo provocado por el alcohol se le olvidara…      

- ¿Por qué no? Es la verdad – levantó su mentón y le obligo a que la mirase. El hielo ardiente era tan irreal como toda la pasión que se ocultaba detrás de la ingenuidad, la mirada más atractiva y dulce que podía acariciar… era para ella, allí, en ese momento y para siempre – ¿Te tienta? – Rozó con el dedo sus labios y la magulladura… podía sentir el cálido aliento, más se enviciaba y más quería… y se acercaba a su boca con una pretensión y algo de anhelo, si así había que avanzar así lo haría, a besos robados en cada curva con tal de retrasarla para que no le llevase tanta ventaja…       

- ¡Vamos Jenny! – Torpemente se la quitó de encima –  Sabes que me tienta y no sólo a mi sino a todo el mundo!!! – se desesperaba al no poder manejarlo y quedar tan vergonzosamente expuesta – ¡¡¡Hay que ser de piedra para no tentarse!!! – el chillido de histeria lo decía todo. Una vez más que se acercara y caerían en espiral por el tobogán que las llevaría lejos del cielo y las puertas del infierno. Aunque el regocijo por prenderse fuego era adictivo… Frenó y optó por la gentileza del respeto…  

- Bueno… eso está bien – se cruzó de brazos en frente de ella respetando su espacio vital. Emma la veía sonreír y se preguntaba por qué, si la que estaba en las nubes era ella no Jenny  

- ¿Qué está bien? – Estaba confusa…

- Por que de todos lo que conozco en este mundo a quien quiero tentar es a ti… – Y allí no había dobleces ni simplezas, era una confesión que caía a cuentas gotas en el cerebro y lento venía el estimulo de aquel dedo que la señalaba y miraba hacia donde apuntaba, el centro de su pecho, justo al lado del corazón… – Pero tú te resistes y ahí es cuando creo que eres de piedra… Y me enfureces – admitió al fin

- No soy de piedra… – Aquello hizo que la morena se preguntase si había escuchado algo de lo otro, no era demasiado pero era importante. Qué podría decirle al respecto? Había elegido el peor momento para hablar, como siempre. Se quedó mirando al suelo y asumiendo que había cosas en la vida que simplemente “no pueden ser” – Es sólo… Es sólo que… Me cuesta horrores expresarme – Levantó la mirada guiada por la seriedad que reinaba en el tono y en forma pausada de decirlo – He vivido todos mis años de esta manera y ahora vienes tú… y tu cuerpo y tu boca… – Emma la miró apenada y el tacto casi llega a sus labios, casi los podía sentir, pero la fuerza se invertía en contener la sacudida de su cuerpo y la agitación de la panza. Se sintió triste, no por las lágrimas que pugnaban por salir de sus ojos sino por la claridad con la cual veía su emocionado reflejo, el espejo más azul y radiante para lo miserable… Y no pudo soportar más el llanto…

- Oh Emma… –No supo bien que hacer… un paso adelante y otro hacia atrás, y adelante y las manos querían alcanzarle pero quedaban suspendidas en el aire – Emma… – Logró agarrarse de sus rodillas y estaba en punta de pies para llegar a la altura de su rostro, aquel que escondía con sus manos y aún así esperaba, sabía que vendría y quería que sus ojos azules fueran los que le dieran la bienvenida aquellas palabras que se convertirían en un secreto entre las dos     

- Yo… Yo – Comenzó un juego nervioso con sus manos y intentaba contener el llanto para poder hablar  

- Emma no es necesario… – Quería saber lo que pasaba pero esta no era la manera. Comenzó a odiarse por llevarla hacia el extremo ¿Por qué no podía esperar? ¿Por qué lo que ella quería a Emma parecía partirle el corazón?

- ¡¡¡Quiero hacerlo sino jamás lo diré!!! Y tú tienes que saberlo… – Prestó toda su atención, sabía que saldría del tirón y no habría repeticiones – Yo sólo pienso en alejarme porque no tengo palabras… Porque no sé como preguntarte… tu edad ni lo que te gusta hacer… si has querido a alguien, si has sufrido, ni lo que piensas acerca de mi… y me alejo más, porque jamás quise preguntarle nada a nadie, jamás lo necesité y de pronto no duermo y te pienso… y más te pienso y más me quiero alejar porque entiendo que no tengo mucho para dar y puede que lo poco que me queda no sea suficiente ni para ti ni para nadie… Eh, bueno, es eso… básicamente – Doblaba el extremo inferior de su camisa y no la miró ni una vez mientras le hablaba, volvía a ser un adolescente, tierna y preocupada por alguna insolencia que pudiese escaparse      

- Entiendo… – Bueno, esto sí que era un problema verdadero… el cual la piel en la cama no podría resolver… la solución no la tenía muy en claro pero podían llegar algún acuerdo – Mira… – volvió a acercarse para acariciar su rostro y borrar las lágrimas – Te propongo que intentemos conocernos… – la cara de poco convencimiento de Emma la delataba – Espera… Sé que suena inmaduro y poco prometedor pero ya hemos llegado muy lejos y no quedan tantas opciones… O lo intentamos o… o…

- …Lo dejamos como está – Completó la frase que Jenny no se animaba a decir

- ¡Exacto! – Se tomó un instante para poder desnudar el alma aunque no era fácil, lo había imaginado cientos de veces – Y… Y… Y es evidente que no quiero dejarlo estar… Así que tú decides – aquello sonaría raro, jamás lo había dicho pero como siempre hay una primera vez para todo… – Sólo debes darme una oportunidad…

Volvió a dar un paso atrás, sonreía por los nervios y porque intentaba de venderse como la mejor opción, como madura y segura de sus intenciones cuando en realidad tenía tal maraña entre la cabeza y el corazón polvoriento, que a veces le venían ganas de llorar y reír a la vez, como ahora… pedía a Dios porque la viese fuerte y decidida… Parecía amor, se parecía tanto, que podía olvidar las sábanas heladas que solían quemar a las dos de la soledad                                                 

- Jenny… – Y tan rápido traspasó su corazón que se quedó en la espera – Vamos a casa – Le tomó unos segundos dejar de ilusionarse tanto con lo que prometía “la casa” y sonreía porque era más de lo que esperaba oír. Dejó la palmada neurótica sobre su muslo para secar sus lágrimas con el dorso de sus manos.

- Sí – Y se acercó a ella para dejar un suave beso en sus labios, que Emma aceptó gustosa… Y no dudó en abrazarla con fuerza y allí iba el perfume con el aire y todas aquellas flores de colores en pleno invierno. Y volvía a besarla cada vez más intensamente…

- Jajaja – Emma rompió el beso

- ¿Qué pasa? – Estaba contagiada de su sonrisa

- No siento la boca, todavía esta algo dormida – se la tapó en un acto reflejo – Lo siento…

- Perdona ha sido mi culpa… Vamos – rozó sus narices en un tierno gesto – Te llevo a casa…  

- Emma… – Sacudió su hombro con fuerza por tercera vez, los primeros intentos con caricias y besos en el cuello habían fracasados rotundamente, estaba completamente dormida – ¡¡¡Emma!!! – El gritó no era para nada suave pero no sabía que más hacer

- ¿Eh? – La miró con cara confusa – ¿Qué pasa ahora, profesora Hartmann? – preguntó molesta

- Emma ya estamos en tu casa – se cubría la boca intentado de que no se le viera la risa

- ¿Mi casa? – miró a todos lados – ¿Pero si aún es de día?

-¿Y eso qué? – Ya comenzaba a sacar sus pies del coche, la idea era incorporarla y tener que llevarla arrastrando hasta su cama 

- Qué tú vienes por las noches… Espera – Le pidió con un gesto de manos que se detuviera y con una mirada le aseguró que estaba bien y dispuesta a caminar por su propios medios – Algo no está bien… – se puso de pie de inmediato y cerró la puerta del coche… Jenny no le quitaba el ojo de encima, parecía que estaba perfectamente hasta que trastabilló en el segundo paso…  

- No... Definitivamente, no…– Llegó hasta su lado e hizo que pasase un brazo por encima de sus hombros – Eres la primera persona que conozco que se despierta con más borrachera que la que tenía antes de dormirse – Avanzaban a pasos lentos

- Nunca me emborracho así que no se como es

- Mañana te lo contaré

- Ya estamos… – Le ayudó a tenderse en la cama y después colocó el bolso de Emma en la mesa de noche y al lado sus llaves – ¿Necesitas algo? – La miró al no escuchar respuesta, estaba dormida nuevamente. Estaba frita y no era para menos: Un golpe, tres puntos de sutura, tequila, anestesia y un corto paseo por la ciudad sólo en tres horas, lo que duraba una clase… Se arrodilló a su lado para poder observarla un segundo en tranquilidad y con seguridad de que nadie juzgaría su comportamiento. El dedo arribó en los labios y bajó por el mentón, el cuello, el pecho y hasta el primer botón de la camisa, abrió el primero y el segundo y se permitió rozar la piel y adorarla… Era lo mejor que había tocado en su vida, y todavía no lograba quitarse el miedo de no ser merecedora, pero confiaba en el tiempo y en el cambio. – ¿A dónde ira todo esto? – Susurró

Llego hasta la hebilla de su cinturón y con dedos hábiles lo desajustó y siguió por los botones del pantalón vaquero. Se quedó quieta y con las manos en alto, al verla removerse y buscar mejor postura. Se puso de pies y llegó a la punta de la cama y la despojó de sus zapatos – Supongo que así estarás más cómoda – Sonrió y se preguntó por qué le hablaba si estaba dormida, definitivamente ya estaba loca del todo. Se asustó al pensar que de la locura se vuelve al igual que de las borracheras… Allí parada la observó un instante más – Ojala no te arrepientas… – Se agachó para dejar un beso en su frente – Y no me has dado tu número así que tendré que robarlo del despacho de Bodo – Y otro beso en la mejilla – Dulces sueños…

- Quédate – Un brazo se enroscaba con fuerza en su pierna. Estaba con los ojos cerrados y la respiración en calma y por allí, en una esquina, la sonrisa se asomaba…          



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1 comentario:

  1. Creo que te pediré matrimonio Memo... escribes demasiado bonito T___T

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