Capitulo 13
Mentiras que ocultan verdades
Desde aquel día Ana había estado evitando estar en casa o hablar de aquel tema con Lucia, esta lo respetaba ya que si sabía algo de Ana es que necesitaba su tiempo.
Ana había llegado al amanecer a su casa, por lo que paso casi medio día durmiendo, cuando se levanto fue hacia la cocina en busca de un vaso de jugo de naranja, estaba sedienta y con un fuerte dolor de cabeza, se bebió todo aquel líquido dejo el vaso en el fregadero y con pereza se dirigió hacia el salón donde se encontró con Lucia que estaba sentada en el sofá con el portátil sobre sus piernas, se dejo caer junto a ella, pero esta otra se encontraba tan entretenida que no la miro.
-¿Qué haces?- preguntó al verla tan entretenida.
-Eh… -Lucia la miro- Qué mala cara traes ¿estás bien?
-No ¿me curas mi dolor de cabeza?- preguntó cómo una niña buena.
-Por lo que veo tuviste una noche muy movidita - dijo Lucia con sorna.
-Pues sí, mucho - contestó ignorando aquel tono.
-Pues qué bien - dijo Lucia y regreso la vista a la pantalla del portátil.
-Más que movida tuve una noche bestial - continuó diciendo al ver que Lucia siguió en lo suyo - con dos par de…
-No quiero saberlo - la corto Lucia molesta, Ana sonrió.
-Con dos par de botellas de tequila, que me han dejado una resaca horrible - terminó de decir ignorando la interrupción.
-Pues te aguantas que nadie te manda a beber tanto.
-Ya, pero es que no podía negarme a la invitación de la rubia buenísima.
-Pues ve con esa rubia, A ver si te cura la resaca - le dijo más molesta.
-Me encantaría, pero no creo que Luisa pueda, debe estar ocupada con su marido y Su hijo - dijo tranquila.
-¿Luisa?- preguntó extrañada.
-Sí, Luisa, la dueña del Nigth, mi amiga ¿La recuerdas?
-Sí, sí, ¿con ella bebiste?
-Sí, me la encontré ahí, estaba algo tristona, me invito a tomar con ella y pues, no me pude negar ¿Ahora que ya no tienes celos, sí me vas a curar la resaca?- preguntó riendo.
-¿Celosa? ¿Yo? Para nada –le dijo con gesto gracioso - voy por unas pastillas y tu vaso de leche - se puso de pie con rapidez haciendo reír a Ana que se recostó en el sofá.
-Gracias, eres un cielo - dijo Ana cuando apareció de nuevo con una charola que contenía una aspirina, caldo de verduras, un vaso de licuado de diferentes frutas, y un botellín de agua
- después de esto a seguir durmiendo y ya verás que cuando despiertes como nueva.
-No puedo, tengo que ir por la moto que deje en la disco.
-Ahora recuerdo que necesito que me prestes la camioneta.
-Sabes que no tienes que pedirlo ¿pero para qué la quieres?
-Para llevarme mis cosas a mí casa.
-¿A tu casa? Pero… ¿te vas?
-Sí.
-¿y no pensabas decírmelo?
-Te lo estoy diciendo ahora.
-Vale, veo que no has necesitado contar conmigo para decidirlo –dijo seria.
-No es que no tenga que contar contigo… Ana yo quiero recuperarte y para hacerlo primero tengo que recuperarme a mí, ser la mujer que te va a conquistar, que te va enamorar de nuevo, y no la amiga con la que compartes piso.
-Yo no sé, si quiera que eso cambie…- se giro a mirarla quedando frente a ella – Lucí, yo te quiero, pero… entiéndeme, ya nada es como antes, ni tú, ni yo, somos las
mismas.
-Somos las mismas Ana, si no fuera así, ahora mismo no estaríamos hablando, si no fuera así no hubieras estado a mi lado tratándome con tanto cariño todo este tiempo…Ana, tu aun me amas, es sólo que no te has dado cuenta - Lucia acaricio su mejilla - pero yo voy hacer que te des cuenta.
-No soy la misma, no es lo mismo… Antes yo quería muchas cosas, soñaba con muchas cosas, casarme, tener hijos, formar una familia contigo, pero ahora no me pasa ni por un pelo, no soy capaz de mantener ningún tipo de relación, yo no le soy fiel ni a mí misma, hay muchos muros, muchas barreras en mí, no quiero hacerte daño, no quiero hacerle daño a nadie.
- Se que yo ocasione el por qué de todas esos muros, esas barreras y quiero derribarlos, Ana sé que no va hacer fácil, pero quiero intentarlo, déjame hacerlo.
-¿Cuándo te vas?
-pues… mañana me llevo las pocas cosas que tengo aquí, pero mi último día seria el viernes, después de la cena, me voy a casa.
-¿Qué cena?
-Lo había olvidado, hice un trato con Cris referente a ti, y pues ella va intentar no ser tan brusca contigo, por eso quedamos en cenar juntas las cuatro ella, tú, yo y Dani.
-Pero yo no sé si pueda, sabes que los viernes me quedo hasta muy tarde en el restaurante y…- Lucia puso las manos y la cara de suplica -está bien sólo por que se que tanto tu como Dani se sienten incomodas con las disputas que siempre tenemos Cris y yo.
-¡Bien! También hay algo más que quiero contarte, he decidido volver a trabajar, meterme de lleno en mis pinturas.
-Eso es genial, mi niña.
-Me encanta que me digas así, me hace sentir tuya - le dijo tomando su mano y acercándose más a ella.
-Lucí…
-Déjate llevar - la corto dejando un pequeño y corto beso en sus labios -Te quiero.
-Yo…tengo que ir por la moto, te veo más tarde - se puso de pie sin esperar más y se marcho.
Cuando salió de casa se sintió mal había querido evitar aquel beso pero no pudo ¿Qué podía hacer? ¿Rechazarla?... Si la quería, pero…no…no es lo mismo, muchas cosas habían cambiado, pero sobretodo resaltaba en su mente aquello que le había hecho mentirse a sí misma.
Más tarde en su casa, Cristina se daba una ducha, cuando escucho el timbre, se coloco el albornoz y salió y fue abrir la puerta.
-Hola - dijo al abrir y ver a Daniela que se quedo embobada mirándola.
-Ho…Hola –le contesto torpe mente.
-¿vas a pasar o piensas quedarte ahí?- preguntó con sonrisa traviesa.
-Sí, sí, paso - entro tras ella.
-acabo de llegar y me estaba dando un ducha - le dijo al llegar al salón.
-Si ya veo – la observo traviesamente de pies a cabeza logrando sonrojarla.
-Voy a vestirme ¿quieres pedir la cena o me esperas?
-Tranquila, ya debe estar por llegar - le dijo sonriendo.
Cristina volvió ya vestida, poco después llego la cena que mandaron desde el Restaurante “Irresistible” que llego junto con un vino.
-Mira, nos han mandado vino y todo - dijo Daniela llegando junto a ella.
-¿Y eso?- preguntó.
-Es lo bueno de ser la mejor amiga de la dueña.
-Claro la esplendida de tu amiga Ana, por eso la adoran tanto – dijo con sorna.
-No sé las demás, pero yo la adoro porque es la mejor amiga, no por lo que pueda darme - dijo algo molesta, ya que muchos siempre daban entender que ella era su amiga por interés.
-Perdona, no fue mi intención dar a entender lo contrario.
-Ya. Olvídalo.
-No, en enserio, lo siento, no quise molestarte, ya sabes cómo me pongo de tonta - se acerco y le dio un beso -¿me perdonas?
-Así ni como negarme - la volvió a besar.
-Lo sé, por eso lo hecho - dijo riendo
-Sabes que me encantas, por eso eres una confiada.
Pusieron la mesa y entre bromas y risas cenaron, Tras recoger los platos se sentaron en el sofá, Cristina preparó dos copas y le tendió su vaso a Daniela.
-Bueno brindemos - dijo Daniela.
-¿Por qué quieres brindar? - Preguntó.
-Por lo hermosa y maravillosa que eres, pero sobretodo por este dos meses a tu lado, que espero que se vuelvan años o mejor aun que sea toda una vida - dijo mirándola a los ojos.
Cristina asintió emocionada por todo lo que estaba ocurriendo, bebieron tímidas de la copa sin apartar sus ojos del cuerpo de la otra, era como si una fuerza extraña y maravillosa las obligara a ello.
Fue Daniela la que cogió las riendas, tomando la copa de Cristina y la suya propia para dejarlas sobre la mesa, la miró con deseo, con ternura, con amor, se acercó a ella lentamente y de nuevo buscó sus labios ardientes y deseosos, profundizó en el beso entreabriendo los labios, Cristina, respondió con el mismo deseo, se fueron reclinando en el sofá, sentían como la temperatura iba aumentando a pasos agigantados y ninguna de las dos tenía intención de parar el fuego que crecía furioso en sus cuerpos.
-Me muero por estar contigo - dijo Daniela comenzando a acariciar con más intensidad el cuerpo que tenía bajo el suyo y besando sin tregua su cuello.
Cristina no dijo nada pero alzo la cabeza para que Daniela continuara con la tortura en esa zona hasta que después la empujo suavemente.
-Vamos - dijo extendiendo su mano y sin dejar de sonreír puso rumbo a la habitación.
Nada más cruzar las puertas, la poca cordura que les podía quedar, se volatilizó en el aire dejando a dos cuerpos sedientos y deseosos del otro, Daniela agarró con firmeza a Cristina atrayéndola hacia sí, para volver a aquel punto en el que se hallaba en el sofá, su cuello, besándolo con profundidad, dejando un reguero de besos marcando el camino hacia una boca que pedía a gritos su cercanía, Cuando Cristina sintió el aliento de Daniela cerca de su cavidad bucal se aferró a ella como si se le fuera la vida en ello, buscando con desesperación su lengua, mientras sus manos se centraban en los botones de aquella camisa que no le dejaba acariciar con libertad.
Daniela había vuelto a abandonar sus labios para una vez más, centrarse en ese cuello donde había descubierto un paraíso nuevo, uno de todos lo que descubriría aquella noche. Sus manos volaban rápidas al borde de su camiseta y la arrastraba con ellas hacia arriba, dejando el torso de su diosa al descubierto, pasó del cuello al pecho, conociendo, reconociendo, besando y acariciando el pecho de una Cristina que a duras penas podía respirar y que también lograba al fin su objetivo tirando la camisa de Daniela fuera de su alcance.
Andando a tientas por la habitación llegaron hasta la cama, donde se recostaron con suavidad, Acariciaban su pecho casi al unísono, deshaciéndose de sus pantalones como podían, pues aunque era más complicado, no querían perder aquel dulce contacto de sentirse la una sobre la otra, junto con los pantalones cayeron también las únicas prendas que hacían de barrera entre dos almas sedientas de pasión.
Fue Daniela la que se atrevió a bajar su mano y Cristina no quiso ser menos, provocándose gemidos al contacto de sus manos en sus centros, casi gritos por los expertos movimientos... respiraban con tanta dificultad que casi creyeron perder el sentido...
Intentaban robarse algún beso, que más que un beso era una respiración en la boca de la otra, movían la cabeza de un lado a otro para tomar algo de aire.
Y los gemidos se hicieron cada vez más sonoros, más seguidos, más excitantes, Cristina tenia cerrados los ojos dejándose llevar por aquel placer que la estaba llevando al clímax, cuando una imagen paso por su mente haciendo que aumentara sus movimientos y se aferrara más al cuerpo de Daniela con desesperación hasta que su cuerpo sintió una explosión interna ocasionando que su cuerpo convulsionara hasta caer todo su cuerpo sin fuerzas sobre la cama.
Tras de ella Daniela hizo lo mismo mirando feliz a una Cristina aun con los ojos cerrados, le acaricio el rostro con mucha ternura, pero Cristina no la miro.
-¿Estás bien?- le preguntó.
Entonces Cristina, si abrió los ojos y la miro, quedándose unos segundos clavada en su mirada, y sin contestar se puso sobre ella y comenzó a besarla con un ímpetu dejando un poco extrañada a Daniela, pero que después se dejo llevar cuando sintió como bajo a sus pechos y succionaba su pezones mientras que con su mano recorría su cuerpo hasta llegar a su centro del que se apodero.
Cristina besaba, lamía, mordía cada parte de esa mujer que estaba con ella, la miraba cada vez que podía, quería afirmarse así misma que era con ella con quien hacía el amor y que su mente no volviera a jugarle ni una mala pasada aunque una parte de ella sentía que se mentía así misma.
Capítulo 14
El Parque de diversiones
Despertó más tarde de lo normal fue hacia la cocina donde se encontró con Laura que desayunaba con prisas.
-Buenos días, loca - dijo entrando a la cocina.
-Serán para ti bonita, que a mí me espera un día de locos-dijo Laura con desgana.
-¿No descansabas hoy? - Preguntó ella.
-Sí, pero me han llamado del hospital –le contestó.
-¡Vaya! Yo pensé que hoy saldríamos por ahí-le dijo mientras se servía una taza de café.
-Yo igual, pero ya vez, el deber me llama.
- Dani igual va estar muy ocupada, así que iré a ver a mi madre.
-Por cierto no me contaste como se tomó la noticia.
-Primero se quedó muda para luego decir “no me lo esperaba de ti Cris”.
-Pero no se lo tomó mal ¿no?
-Pues, al parecer no, porque después me trató como siempre aunque un poco rara si estaba, bueno ya veremos hoy que tal.
-Tu madre es una mujer encantadora, sé que no cambiara contigo, bueno yo me voy, te veo en la noche - dijo Laura marchándose después de darle un beso en la mejilla.
Desayunó tranquila, se duchó y se dirigió a casa de su madre, cuando llego abrió la puerta con sus llaves y entró.
-¡Mama! ¿Estás en casa? - dijo al cerrar la puerta.
- Estoy con el niño en su habitación–Gritó su madre, comenzó a ir hacia ahí cuando el timbre sonó.
-¡Yo abro!-regresó sobre sus pasos y abrió encontrándose a una Ana sonriente.
-Hola Cris- la saludó Ana.
-Hola ¿Qué haces aquí?-le preguntó extrañada.
-Vengo por…
-¡Ana! –la interrumpió Carlitos que había salido corriendo para tirarse a sus brazos.
-Ya estás listo campeón- le dijo Ana sonriente al pequeño bajándolo de los brazos.
-¡Sí!-contestó el niño dando brincos.
-Ya verás que nos la vamos a pasar súper, ¡Hola Sonia! - la saludó al verla tras una Cristina que seguía esperando respuesta.
-Hola hija, mira aquí tienes la mochila de este pequeño-dijo Sonia dándole la mochila.
-Gracias te lo traigo más tarde-Ana tomó la mochila y se la colgó en el hombro.
-¿No va a ir Lucia con ustedes?-le preguntó Sonia.
-No ha podido, con eso de que se va a poner al día con su arte está ocupada-contestó Ana con carita de pena.
-Ayss, yo quería que vaya la tita Lucí-dijo el niño con carita triste.
-Bueno pero puede ir la tía Cris con ustedes-dijo Sonia haciendo que Cris la mirara con grandes ojos.
-¡Sí tita! ven con nosotros, ya verás que guay nos la pasamos-dijo el pequeño.
-pero… bueno yo he venido a ver a la abuela y…
-hija, yo he quedado con Manuelita de ir a su casa, y no creo que tú quieras ir a escuchar los chimes del vecindario con dos señoras mayores.
-¡Uff! eso sí que es aburrido-dijo el pequeño graciosamente haciendo reír a las tres mujeres.
-bueno pero…-miró a Ana.
-Por mí no hay ningún problema me encantaría que vineras-le dijo Ana al entender su preocupación.
-Está bien, voy con ustedes.
-¡Sí!-gritó feliz el niño cogiendo la mano de ambas y las jaló para salir de la casa.
Cuando llegaron junto al auto de Ana el niño se detuvo, soltó la mano de su tía y jaló la de Ana hacia abajo haciendo que esta se inclinara para decirle algo al oído, Cristina miró aquel acto de secretismo entre aquellos dos, vio como Ana la miró y le sonrió guiñándole un ojo, se puso en cuclillas frente al pequeño y le desamarró los cordones de las zapatillas Luego le sacó la camisa, le desabotonó dos botones, le revolvió un poco el cabello y por último sacó unos lentes de sol de su mochila y se los puso.
-A ver ahora esa pose- le dijo Ana al pequeño que al instante se cruzó de brazos poniendo de lado el cuerpo como lo hacen los modelos de las revistas-¡Qué guapo!-le dijo poniendo sus manos como si de una cámara se tratara, Cristina no pudo evitar sonreír ante aquella situación.
Después de acomodar al pequeño en la parte trasera del auto, Ana le abrió la puertezuela a Cristina para que subiera, esta la miró con una ceja alzada pero no dijo nada, Cuando llegaron Ana le dijo a Cristina que no bajara, rodeó el auto e hizo lo mismo que al subir, le abrió la puertezuela, la invitó a salir para después ayudar a bajar al pequeño que enseguida cogió la mano de Ana y luego la de su tía.
Ya dentro el parque de diversiones lo primero que hicieron fue ir hacia el trencito de rieles donde se treparon los tres, Ana y el niño se sentaron juntos mientras que Cristina lo hizo frente a ellos.
El trencito comenzó su recorrido Cristina se quedó mirando todo a su paso, pero en un momento escucho una risas que le hicieron mirar y encontrarse con dos caras felices hablando y señalando todo lo que llamaba su atención.
Se quedó mirándoles pero sobretodo se quedó clavada en los gestos y la actitud de Ana, “¿Cómo podía pasar de una mujer seductora y peligrosa a una tierna e inocente niña? Si, una niña, porque eso es lo que parece, sólo mira eso gestos tan tiernos y traviesos y esa sonrisa que regala, desde luego que esa es su mejor arma de conquista claro sin contar lo buena que esta la jodida” en eso estaba pensando cuando sintió que le cogían la mano.
-tita ya vamos a bajar –le dijo el pequeño cuando ella lo miró.
-Eh…Si-dijo sin moverse para volver a mirar hacia Ana que la seguía mirando con una amplia sonrisa.
Eso le hizo sentirse como una tonta ¿Cuánto tiempo llevaba mirándola? Se preguntó a sí misma para mirar a su alrededor y ver que la mayoría ya habían bajado de sus respectivos lugares, nerviosa se puso de pie como un resorte y se dispuso a bajar pero estaba tan, pero tan nerviosa, que no midió la distancia del pequeño escalón y…
¡Cuidado!-grito Ana sosteniéndola de la cintura y jalándola quedado pegada a su espalda.
El nerviosismo y el miedo a darse un buen trancazo con el suelo se convirtió en un escalofrió que le erizó cada bello de su cuerpo.
-Ten cuidado…-susurró Ana con voz aterciopelada cerca de su nuca
Sintió como el piso se movió bajo ella ¿Cómo podía ser que esa mujer causara esa sensación? Se preguntó, sintió como Ana se despegó lentamente de su espalda, haciéndola sentir un gran vacío.
Después de aquel incidente, Siguieron su recorrido, al principio Cristina evitaba mirar a Ana aunque sí lo hacía cuando esta no se daba cuenta, pero llegó un momento en el que se relajó por completo y comenzó a divertirse olvidándose de todo.
Dejaron subir al pequeño a más juegos, claro a los que podía ir solo y los que estaba permitida su altura, había otros en los que necesitaba ir con un adulto así que se turnaban para acompañarlo.
La verdad es que los tres se estaban divirtiendo a lo grande tanto que no veían pasar las horas, Cristina parecía la única adulta de los tres ya que por momentos Ana parecía una niña y eso a Cristina le encantaba tanto que se había prestado a cumplir sus pequeños berrinches.
-No, ya comieron muchos chuches-dijo Cristina.
-Sólo es un día Cris, dale preciosa di que si-le dijo Ana con carita de niña guiñándole un ojo.
-Sí, preciosa y hermosa mujer danos un sí –dijo el pequeño de igual manera guiñándole un ojo coquetamente.
-Serán… anda que le estas enseñado a convencer mujeres-le dijo a Ana que estaba muerta de risa, cogió al pequeño de la mano y se dirigió a comprar más chuches.
-Sí, y mira lo bien que funciona-dijo Ana al alcanzarlos y quedar junto a ella.
-Anda mejor calla o vas hacer que me arrepienta y entonces van a tener que hacer más que decirme cosas bonitas.
-Bueno, por mí no hay ningún problema, yo a ti te haría más que eso-dijo Ana de manera seductora
Cristina la miró seria, Ana se arrepintió de haber dicho aquello, pero no pudo evitarlo, así que sólo bajo la vista, se sentaron en un banco para que Carlitos comiera tranquilo su algodón de azúcar, Ana no había vuelto a decir nada, se había quedado ausente, se sentó a un lado del pequeño, con su algodón de azúcar en la mano, pero ella a diferencia del niño no lo había probado para nada.
Cristina al ver aquel cambio de actitud de Ana se sentó junto ella y le robó un pedazo y se lo llevó a la boca, gustosamente lo saboreó.
Ana quedó mirándola desde que vio llevarse aquel pedazo de dulce, miró como relamía sus labios y se le antojaron más que nunca.
-Está rico-dijo Cristina mirándola y vio como Ana miraba sus labios y luego miró sus ojos y notó ese deseo, pero no apartó la vista de ella ya que ella hizo lo mismo.
Las dos se miraban intensamente pasaban de sus labios a sus ojos mientras su cuerpos se reclinaban lentamente hacia la otra, y sus cabezas se acercaban más y más hasta que…
-Tita…-llamó el pequeño que estaba juntos a un lado de ellas mirando a ambas- Quiero hacer pis.
La primera en racionar fue Cristina que sacó un pañuelo de la mochila y le limpió la boca al pequeño para luego ponerse de pie.
-Vamos te llevo ¿nos…esperas aquí?-le dijo a Ana.
Ana afirmó con la cabeza y los vio marchar dejando salir con fuerza el aire de sus pulmones que había retenido todo ese tiempo, se tapó la cara con ambas manos y negó en símbolo de frustración.
Cuando regresaron decidieron ya terminar aquel paseo, se dirigieron a casa de la mama de Cristina para dejar al niño y que Cristina recogiera su auto, para sorpresa de ambas Sonia aun no se encontraba en casa.
-Cada vez que va con Manuelita se le pasa el santo día-dijo Cristina tomando su móvil para llamarla.
-Déjala, no la llames, ya yo me quedo con el pequeño mientras ella llega-le dijo Ana.
-No, si me puedo quedar yo, imagino que tú tienes otras cosas que hacer-le contestó Cristina mirando su móvil viendo que tenia llamadas perdidas.
-No, la verdad no, pero bueno tal vez tu si, así que tranquila-dijo Ana imaginado que era lo que miraba en el móvil.
-No, no, yo tampoco-dijo Cris ya levantando la vista del móvil.
-Ana ven quiero mostrarte mis dibujos-dijo el niño jalándola de brazo.
Ana y pequeño se fuero hacia la habitación, Cristina volvió a mirar su móvil y marcó un número.
-Dani…si bien… con mi madre…no, por eso te llamo es que he quedado con ella de cenar juntas ¿no te molesta verdad?...bien, entonces mañana te veo…ok un beso…yo…-cerró los ojos- igual te quiero-colgó.
Ana miraba los dibujos del pequeño cuando vio a Cristina que los miraba desde el marco de la puerta.
-He hablado con mi madre, que en un rato llega, dice que quiere que te quedes a cenar -le dijo Cristina.
-Vale -le contestó sonriéndole-ven a ver los primeros dibujos del otro futuro artista de la familia-Cristina se sentó junto ella a mirar aquellos dibujos de Marcos.
Poco después Cristina duchó al pequeño y con ayuda de Ana lo metieron a la cama para que durmiera, el pequeño le pidió a Ana que le contara un cuento, mientras tanto Cristina fue a la cocina a preparar algo para la cena.
Cuando Ana asomó a la cocina se quedó en la entrada unos segundos contemplando a Cristina que preparaba una ensalada, cuando esta sintió que la miraban volteó la vista y la vio pero el cuchillo que llevaba en las manos le hizo un pequeño corte.
-¡joder!-Gritó agarrando el dedo que le sangraba.
-¡Ey! déjame ver-le dijo Ana llegando junto ella y cogiendo el dedo dañado-es pequeño pero algo profundo ¿dónde tienes un botiquín?
-En la habitación de mi madre debe de haber uno, sangra mucho ¿no?
-Sí, pero tranquila-cogió un poco de papel del rollo de la cocina y se lo puso en el dedo- ven vamos a curártelo.
Llegaron a la habitación de la madre de Cristina, Ana fue por el botiquín al baño mientras que Cristina se quedó sentada sosteniéndose el dedo con el trozo de papel.
-Dame tu mano –le dijo Ana sentándose junto a ella.
Ana retiró el papel del dedo y se colocó una toalla sobre su pierna, apoyó la mano de Cristina en ella, y lavó con solución estéril la zona de la herida, luego secó con una gasa, desinfectó la herida con yodo y cubrió con otra gasa.
Cristina había sentido algún que otro ardor pero se quedó concentrada mirando sus facciones, respirando su aroma, que se clavaba en sus fosas nasales, sintiendo su cercanía y el contacto de su mano tocando la suya.
Cuando Ana levantó la vista al haber terminado, se clavó en sus ojos que la miraban y de nuevo…de nuevo miró sus labios… sus ojos, esos ojos que la cautivaron desde la primera vez que la vio.
De nuevo, sus cabezas se iban acercando como dos imanes que se atraían, ya sentían la respiración de la otra chocar cuando…
-¡ya estoy en casa!-escucharon gritar.
Cristina tomó un poco de distancia sin dejar de mirar a Ana para segundos después levantarse y disponerse a salir.
-Cris…-la llamó Ana a sus espaladas.
-Si las cosas no terminan de pasar es por algo Ana-dijo sin voltearse.
-Pero… ¿tú quieres que pase? - le dijo Ana ya de pie tras de ella,
Cristina afirmó sin girarse.
-Pero no debe pasar - terminó diciendo Cristina y salir de la habitación.
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awwwwwwww q situacion mas jodida
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