Capítulo 9
El
silencio comenzó a reinar mientras Crystal luchaba contra una guerra interior.
“No digas nada”. Las palabras hicieron eco repetidas veces en su mente. “Nadie
lo creería de cualquier manera”, pensó, y luego contestó:
—Sólo
puedo decirte que no fue una época feliz en mi vida —tomó el vaso y el whisky,
vaciando hasta que el líquido ámbar llenó más de la mitad del vaso. Agregó la
adecuada cantidad de soda sólo para teñir un poco la bebida, luego se echó para
atrás en el asiento reclinable.
—¿Tus
pesadillas se deben a eso?
Crystal
tragó, el licor caliente pasó por su garganta.
—¿Quieres
la versión corta? —Su voz estaba llena de enojo—. Mi padre era un imbécil y mi
madre era una cobarde invertebrada que le importaba más lo que los vecinos
pensaran que sus niñas. —El vaso fue a sus labios otra vez.
—¿Es
por eso que tu hermana se escapó?
—¿Se
te ocurre una mejor razón? —Normalmente, Crystal habría dado por terminada la
conversación a estas alturas, pero el alcohol estaba haciendo un buen trabajo
de mantener su defensa baja—. A mi me tomó un año mas.
Laura
arrugó su frente como si estuviera haciendo cálculos matemáticos.
—Tú
mencionaste antes que tu hermana se escapó cuando tú tenías catorce años.
¿Tenias tan sólo quince años cuando tú escapaste?
—Quince
y medio, realmente. No es la mejor edad para andar fuera en las calles pero qué
diablos. Fue mejor que estar con ellos —dijo fieramente, su mirada fija sobre
la mesita de café.
—¿No
hubo alguien a quien pudieras recurrir? ¿Una tía, un maestro?
Crystal
dio un bufido y tomó de su bebida.
—En
una ocasión Patty le contó a una maestra lo que estaba pasando. Ella mandó
llamar a nuestra madre. —Su rostro se tornó duro y tomo la botella de whisky—.
Adivina a quién se lo contó todo.
—¿A
tu padre?
La
stripper asintió con la cabeza.
—Él
golpeó a Patty sin piedad. ¿Crees que sería tan estúpida como para decirle a
alguien más? —Ella negó con la cabeza e hizo otra bebida. En alguna parte en la
mente borracha de Crystal se dio cuenta que estaba haciendo exactamente eso
ahora. Le estaba contando a su compañera de apartamento, una mujer que apenas
conocía. Esta vez ella no perdió el tiempo con la soda, bebiendo el whisky
directamente.
—¿Apuesto
que los personajes de tus historias no han tenido tan sórdidos pasados, eh?
—Um,
no …, no usualmente.
—Por
supuesto que no. —El líquido se derramó alrededor de su vaso cuando gesticuló
con las manos—. Esto es normal para ti. Una casa agradable, un bonito coche,
una familia que te ama… Yo nunca tuve eso. —El deseo por un cigarrillo
aumentaba así como también el deseo por un porro. Tiró ligeramente de su
blusa—. Creo que voy a cambiarme de ropa y relajarme un rato en el balcón.
—Creo
que hoy esta la noche cálida. Estoy segura que tú lo estarás también debido al
cigarrillo. —Laura se puso de pie y tomó el vaso de Crystal—. Voy por más hielo
y te veo arriba.
—¿Te
veo arriba? ¡Demonios! —pensó Crystal. No hubo buena excusa para rechazar la
compañía de Laura ya que dijo que estaría en el balcón.
—Uh,
sí… me parece genial. —Ella recogió la botella de whisky y se dirigió hacia las
escaleras, dispuesta a fumarse un buen porro antes de que su compañera se le
uniese afuera.
********
Crystal
se estaba subiendo sus pantalones cortos cuando escuchó a Laura subiendo las
escaleras.
“Diablos,
eres rápida” —pensó mientras cerraba la cremallera y caminaba hacia la mesita
de noche. Abriendo el cajón, sacó un pequeño tubo de madera plana pequeña y uno
de sus muchos encendedores. Dio dos inhalaciones rápidas antes de guardarlos de
nuevo y cerrar el cajón. Tomó su botella, sus cigarrillos, y su cenicero, y
salió al balcón unos segundos antes de que llegara Laura.
—Oh,
bien —dijo Laura cuando vio el cenicero—, no estaba segura de que tuvieras uno,
especialmente cuando vi todas esas colillas en el pasto.
—Usualmente
no se me ocurre traerlo aquí fuera conmigo. —.Crystal se sentó en la silla
blanca de plástico y tomó el vaso que Laura subió para ella—. Me imaginé que te
daría un ataque si me vieras tirando la ceniza sobre el piso.
—Te
imaginaste bien —contestó la mujer de cabello negro—. Me tomo quince minutos
recoger todo eso esta mañana.
—Ok,
ya no los tiraré más. —Ella encendió un cigarrillo y tomó su botella.
—¿Trabajarás
mañana?
—Si,
me he tomado últimamente libres varias noches más de las que puedo permitirme.
—Crystal miró hacia los contornos oscurecidos de los árboles que mostraba el
crepúsculo—. ¿Alguna vez has escuchado al búho?
—Oh,
¿te refieres a George? Si, lo escucho por las noches algunas veces cuando me
acuesto tarde escribiendo. —Laura miró hacia fuera igualmente, como si ella
pudiese divisar al pájaro escondiéndose entre las hojas.
—Había
un búho que vivía entre los árboles cerca del trailer park —dijo la mujer
rubia, tomando un trago entre sus palabras—. En la noche algunas veces lo
escuchaba. Solía quedarme despierta preguntándome a quien estaría buscando.
—Al
amor de su vida, quiero imaginar —dijo Laura—, ¿acaso no es lo que todos
estamos buscando?.
—Más
bien a alguien con dinero —dijo Crystal, levantando sus cejas cuando escuchó a
su compañera reír—. ¿Qué?
—¿No
tienes ni una pizca de romántica en todo tu ser verdad?
—No
creo en cuentos de hadas. —Se llevó el vaso a los labios, encontrando comodidad
en el olor familiar del whisky—. La vida no es como un buen whisky.
—No,
no lo es. —Laura estuvo de acuerdo—. Pero no es Oliver Twist, tampoco. La vida
es lo que tú haces de ella.
—Más
bien eres lo que la vida hace de ti. —La stripper contestó agriamente,
contemplando su cigarrillo.
—La
gran ventaja de ser adulto es que eres libre de hacer tus propias elecciones
—dijo Laura, recorriendo la mirada mientras observaba a Crystal reducir
considerablemente su bebida y tomando la botella con el poco whisky que
quedaba.
—Cuando
estaba en la universidad mis padres esperaban que yo fuera maestra. Me sentía
tan miserable estudiando todo el tiempo cuando lo único que yo quería era
escribir historias.
—¿Así
que tienes un titulo?
Laura
asintió la cabeza.
—Nunca
lo he usado. Dudo que aun pueda obtener certificación del Estado a estas
alturas.
—Por
lo menos tienes estudios que puedes aprovechar —Apagó el cigarrillo y tomó un
sorbo de su bebida.
—Bueno,
tú tienes una habilidad, Crystal. Estas en buena forma y bailas. —Una imagen
breve de su compañera en el Tom Cat Club, semidesnuda moviéndose alrededor del
tubo central, vino a la mente de Laura—. Creo que andan buscando a un
instructor de aerobics en el gimnasio Mary's House of Fitness.
Era difícil distinguir los rasgos de la mujer
por la oscuridad de la tarde cayendo pero notó que apretaba con fuerza la
mandíbula y tenia los nudillos blancos de apretar con fuerza el vaso.
—¿Crystal?
¿Pasa algo malo?
—No
soy instructora de aerobics.
—No
es necesario que seas... —Laura se detuvo ante el movimiento que hizo Crystal
con su mano.
—No
soy exactamente lo que ellos están buscando —dijo con enojo—. Olvídalo Laura.
No entenderías —tomó más de su bebida y prendió un cigarrillo.
—Pero...
—¡No
soy una bailarina! —Sus pies, que habían estado descansando sobre el riel,
bajaron coléricamente al piso de cubierta de madera. El movimiento repentino
causó que derramara whisky fuera del vaso, pero a Crystal no le importó. Giró
su rostro hacia la escritora—. Soy una stripper, Laura. ¡Me quito la ropa por
dinero!
Se
inclinó hacia adelante, sus facciones eran duras.
—Estoy
apenas un paso por encima de una prostituta.
—Lo
sé —dijo Laura calmadamente—. Quiero decir, sé que eres una stripper.
Crystal
parpadeó con sorpresa, parte de su enojo desvaneciéndose. La mujer de cabello
negro continuó:
—Uno
de los personajes de mi reciente historia se relaciona sentimentalmente con una
stripper y una noche fui al Tom Cat Club para documentarme. —Laura se encogió
de hombros ante la mirada interrogativa—. Supuse que me lo contarías algún día
cuando te sintieras lista.
“¿Le
digo de lo mío ahora?”, pensó Laura.
—Um
… Tú no eres la única que guarda secretos, Crystal.
—No
hay problema. Tu vida no es de mi incumbencia.
—Puede
que no, pero si vas a continuar viviendo aquí, debes saberlo. —Laura aspiró
profundamente. A pesar de que ya habían pasado varios años desde que se había
abierto a su homosexualidad, aun sentía un poco de miedo a ser rechazada—.
Jenny no fue solo mi antigua compañera de apartamento. Nosotras fuimos amantes.
—¿Eres
una bollera?
—Soy
lesbiana. —Laura se erizó—. Jenny y yo fuimos amantes durante casi dos años.
—Oh
—dijo Crystal quedamente—. No sé qué decir. No lo habría adivinado. Es decir,
ninguna de las dos parece…
—¿Lesbiana?
—La escritora terminó—. Te tengo noticias, señorita Sheridan, no todas las
personas homosexuales parecemos serlo.
—No
quise decir… —Crystal comenzó, luego se detuvo cuando se percató que eso era
exactamente lo que quiso decir—. Creo que no imaginé realmente que ustedes lo
fueran.
Un
poco avergonzada, se recostó en su asiento y clavó los ojos en las siluetas de
los árboles.
Los
segundos pasaron convirtiéndose en minutos embarazosos, ninguna estaba segura
de qué decir la una a la otra. Finalmente Laura no pudo continuar más con el
silencio.
—Es
una noche agradable.
Crystal
gruñó la respuesta, obligando a la escritora a hacer otro intento.
—Apuesto
a que las estrellas se verán bonitas.
—Las
estrellas son aburridas.
—Veo
que recuerdas cómo hablar. Creí que se te había olvidado como hacerlo —bromeó
Laura, ganándose una mirada de reojo.
—He
conocido a algunas lesbianas antes —dijo Crystal, devolviendo su mirada al vaso
medio lleno—. Una amiga tiene una prima que lo es —Hizo una pausa, luego se
encogió de hombros—. No me molesta.
—Bien.
—Laura colocó un mechón de su cabello detrás de su oreja—. Odiaba pensar que
algo como esto se interpusiera en nuestra convivencia. —Se rió entre dientes—.
Después de todo, ya tenemos suficiente con otras cosas.
—¿Como
cuáles? —Ahora la atención de Crystal se enfocó más en la conversación que en
su bebida. El vaso que parecía estar pegado a su mano fue colocado sobre la
mesa.
—Nada.
—No
lo habrías mencionado si no hubiera realmente algo. —La rubia estaba inclinada
hacia ella—. ¿Qué? ¿Hay algo que hago que te moleste? Al menos que sea la
marihuana, ¿es eso?
Laura
vaciló antes de contestar.
—¿Qué
mosca te picó como para haber comprado una cortina transparente para la ducha?
—Es
mejor que la cosa floreada azul que tú tenias. —Se defendió Crystal—. Lo
transparente hace que se vea todo más claro.
Laura
decidió correr el riesgo y bromear con la pequeña mujer.
—¿Acaso
necesitas ver lo que estás haciendo en el baño? ¿Acaso no sabes dónde tienes
cada cosa?
—Jódete
—dijo la stripper en broma, su sonrisa aumentó—. Tú necesitas un estante entero
sólo para poner tu champú, acondicionador, el enjuague y Dios Sabe qué más
tienes en esas botellas. —Ella trató distraídamente de alcanzar su vaso—.
¿Cuántas horas pasas allí dentro? —tomó un sorbo de su bebida—, yo solo entro,
hago lo que tengo que hacer y salgo. Sin tanto enredo y sin tanto relajo.
Trató
de alcanzar sus cigarrillos deteniéndose por el sonido que emitió su
localizador. Sosteniéndolo frente a ella, Crystal presionó el botón y miró el
número desplegado.
—Maldición.
Necesito usar el teléfono.
—Adelante.
Después de todo, tú pagas la mitad del recibo telefónico. —Laura señaló con su
pulgar hacia la puerta de su cuarto—. Hay un teléfono al lado de la cama.
—Gracias.
Laura
se reclinó y se terminó su té helado, en silencio escuchando partes de la
conversación telefónica de Crystal. Laura dedujo que era alguien del Tom Cat
Club buscando a la rubia para que fuera a trabajar. Crystal juró profusamente y
le gritó a la persona en el otro extremo del teléfono y al final le dijo que
estaría allí tan pronto como pudiera. Colgó el teléfono y regresó al balcón.
—Tengo
que ir a trabajar. Charice se torció el tobillo. ¿Dónde tienes la guía
telefónica?
Laura
se puso de pie.
—Yo
te llevo si quieres.
—No,
no tienes que hacer eso. Llamaré a un taxi.
—En
verdad, no es un problema. De cualquier manera necesito comprar algo de leche
para el café de mañana. Justamente pararé en el cajero cochemático que esta
sobre la avenida catorce.
—¿Estas
segura?
—Sí.
Sólo deja que me ponga unos jeans y estaré contigo en un momento.
Después
de quitar el seguro de la puerta del pasajero, Laura fue hacia su lado y entró
en su Jeep de modelo atrasado. Se colocó el cinturón de seguridad y dio una
mirada a su pasajera para que se lo pusiera, Crystal puso sus ojos en blanco y
se coloco su cinturón de seguridad.
—¿Necesitas
que te traiga de regreso cuando hayas terminado? — inquirió Laura al echar a
andar el motor.
—
No, conseguiré que Rick o una de las chicas me traigan a casa. No hay problema.
—Ok
—echó en reversa el vehículo y se puso en marcha por la avenida principal.
—Bonito
coche —comentó Crystal, mirando el tablero pulcramente brillante y los botones
de la consola—. ¿Tienes reproductor de cd's?
—Sí.
—Sin mirar, Laura buscó por detrás del asiento del pasajero y tomó un estuche
lleno de discos—. Dudo que haya alguno que te guste.
Crystal
tomó el estuche y miró los títulos, la sonrisa en su cara iba aumentando.
—¿Los
mejores éxitos de Paul McCartney? ¿Little River Band?* ¿Capitan and Tennille?*
Crystal
la miró incrédula.
—¿Acaso
te quedaste atascada en los setenta?
—En
los años setenta y los años ochenta, en realidad. Me gusta esa música.
Crystal
cerró el estuche y lo puso en la parte trasera.
—No
tendrás que preocuparte por mí por pedirte prestado cualquiera de tus CD's, eso
tenlo por seguro.
—Déjame
adivinar. A ti te gusta el heavy metal.
—Cuando
mi estado de ánimo lo amerita, sí. La mayoría de las veces escuchó rock.
—Prefiero
escuchar canciones a las que les pueda comprender la letra, y no los tamborazos
y guitarrazos. —Laura dirigió el Jeep por la carretera y aumento la velocidad—.
¿A qué hora terminas de trabajar?
—La
última función es a la medianoche. Usualmente salgo de allí alrededor de las
dos o un poco mas tarde, no te preocupes por eso. Conseguiré que alguien me lleve
a casa —sacó un cigarrillo de su paquete y comenzó a bajar la ventanilla.
—No
permito fumar en mi coche.
—¿Aun
con la ventana abajo? Se saldrá todo el humo.
—No
se sale del todo.
—Está
bien —dijo Crystal molesta metiendo el cigarrillo de vuelta en el paquete—,
¿supongo que si busco una estación decente en la radio está fuera de discusión?
Sonriendo
en la oscuridad, Laura prendió la señal direccional y entró por una calle.
—Mientras
no encuentres una estación de radio que amenace con volar mis altavoces me
parece bien.
La
radio quedó completamente descartada.
Capítulo 10
—No
puedo creer que esté todo lleno esta noche. Pensaría que es sábado o algo
parecido.
—Realmente
no puedes quejarte, Mónica. Mientras más clientes más dinero. —Crystal observó
su reflejo en el espejo mientras ajustaba el top de su traje—. Demonios, ya
aumente de peso o estos trajes se encogen.
—Pues
no hay mucho de donde escoger para empezar —contestó la otra mujer—. ¿Por qué
no te pones el traje de leopardo?
—
Uff, odio ese traje. ¿Alguna vez te lo has puesto?
—Pues
es mejor que aquél. —La stripper pelirroja señaló un traje negro de cuero.
—Preferiría
usar ese en lugar del traje de leopardo. —Dándole la espalda al espejo, Crystal
tomó sus guantes largos y comenzó a ponérselos rápidamente—. Espero que no
dejen a Charlie poner la música esta noche.
—Oh,
déjame contarte, amiga. Él lo hizo anoche y no mezclaba bien las canciones. Ángel
y yo estábamos listas para matarlo.
—¿Por
qué dejan que un perdedor como ese maneje la cabina cuando a Mike no le toca
trabajar?
—Porque
cobra poco, Crys. Y mientras Rick administre el lugar, vamos a continuar
trabajando con idiotas como ese.
—Dímelo
a mí. —Crystal estuvo de acuerdo—. Rick me dijo que llevara mi coche con un
pervertido amigo de él y esa cosa se me volvió a descomponer —prendió un
cigarrillo y se apoyó contra la mesa de maquillaje—. Te juro que si no
necesitara tanto el trabajo...
—Bueno,
yo no estoy aquí para divertirme tampoco, Crys. ¿Tienes otro de esos? —Mónica
preguntó, señalando el cigarrillo—. Gracias, tenia la intención de comprar unos
de camino aquí pero se me hizo tarde.
—No
hay problema.
—De
cualquier manera… —La pelirroja hizo una pausa el tiempo suficiente como para
exhalar el humo, miro alrededor—. No puedo continuar haciendo esto noche tras
noche. No le digas nada a Rick. No quiero que nadie se entere hasta estar
segura de conseguir ese otro trabajo que es bastante decente.
—¿Otro
trabajo haciendo qué?
—Hay
un trabajo disponible en la oficina donde mi primo trabaja. No es mucho, solo
es archivar y contestar el teléfono pero eso es mejor que esto. —Mónica dio
otra inhalación— Admitámoslo, aun no he conseguido a ningún hombre joven y
atento que haya entrado por esa puerta.
—La
única cosa que entra por esa puerta son hombres viejos y aborrecibles hongos
que se creen el perfecto regalo de Dios para una mujer. —Crystal contestó antes
de volverse al espejo y tomar el cepillo para acomodar su cabello—. Si no fuera
por el dinero ninguna de nosotras estaría aquí. Este trabajo harta.
Un
golpe fuerte en la puerta acabó su conversación.
—¡Vamos, señoritas!
—La voz autoritaria de Rick sonó fuerte a través de la puerta cerrada—. ¡Dos
minutos!
Pasando
el cepillo por su pelo una última vez, Crystal hizo un chequeo final en el espejo
antes de voltear con Mónica.
—¿Estás
lista?
—Tan
lista como siempre —contestó.
Se
sorprendió ante la pregunta que comenzó a llegar a su mente. “¿Cuánto tiempo
más continuaré haciendo esto?”, se preguntó. “Mientras los hombres estén
dispuestos a pagar por verme”, la pregunta fue contestada en silencio.
—O
tal vez no —ella dijo entre dientes.
—¿Qué?
—preguntó Mónica.
—Nada.
Vamos a darle a los niños con que entretenerse.
Abrió
la puerta para encontrarse a Rick rodeado de una nube de humo de cigarro, quien
las condujo rápidamente al escenario.
********
Crystal
estaba caminado por su cuarto, recogiendo su ropa sucia y metiéndola en el
cesto. Con la mayor parte de sus pertenencias destruidas por el fuego, la
necesidad de estar lavando muy seguido su poca ropa era normal. Bajó la
escalera y se encontró una canasta de ropa de Laura encima de la lavadora.
—Hmm,
debió lavarla anoche.
Moviendo
la canasta de la parte superior de la secadora, abrió la tapa y comenzó a
rellenar la lavadora hasta el tope de ropa. Agregó el detergente y la puso a
andar. Después de tomar el periódico se hizo una taza de café y fue a la
terraza mientras se lavaba la ropa para después meterla en la secadora.
Algunos
minutos más tarde Laura bajó la escalera.
—¿Crystal,
viste mi ropa que estaba encima de la lavadora?
—¿La
ropa limpia? —colocó sobre suelo el periódico—. Por supuesto. La puse sobre la
parte superior de la secadora.
—No
está limpia —corrigió la escritora—, iba a darme una ducha antes de echarla a
la lavadora.
—¿Que
quieres decir? —Confundida, Crystal se levantó y caminó hacia el área de
lavado—. Toda la ropa estaba doblada.
—Siempre
doblo mi ropa.
—¿Doblas
tu ropa sucia? —Crystal negó con la cabeza con incredulidad—. Debí haberlo
sabido. Si alguien dobla su ropa sucia en este mundo, esa eres tú. No me
sorprendería que la plancharas también.
—Sólo
cuando estoy de buen humor —bromeó Laura, tomando una taza para el café—. Si
ves que esta una canasta de ropa encima de la lavadora, quiere decir que esta
sucia. Te lo digo para que lo sepas en un futuro.
—Muy
bien. Aun si se ve limpia, está sucia.
La
miro y notó el traje que vestía Laura, una camisa azul claro de béisbol y
pantalones blancos con una franja azul que le hacia juego. Miro hacia abajo y
vio los calcetines blancos de béisbol también
—¿Por
qué estas vestida así?
—Estoy
en un equipo del softbol*. Jenny estará aquí en algunos minutos para recogerme.
—¿Tú
juegas softbol? De alguna manera no te puedo imaginar ensuciándote toda cuando
te deslizas a las bases.
—Normalmente
no me deslizo y sí, juego softbol. Nuestro equipo se llama Airhearts de
Ameilia. Nos patrocina el Bar de Ameilia y pensó que era un buen juego de
palabras. Es divertido y es una buena oportunidad de reunirme con mis amigas.
—Laura se sirvió una taza de café—. ¿Juegas algún deporte?
Crystal
rió.
—No
he jugado a la pelota desde que era una niña y desde entonces supe que era un
asco jugando.
—Ah,
solo necesitas práctica. Si no tienes planes hoy, puedes ir con nosotras, eres
bienvenida.
—Gracias,
pero no. Acalorarme y sudar golpeando una pelota no es mi idea de pasar un buen
rato.
Laura
se encogió de hombros.
—Como
quieras. ¿Recogiste el periódico esta mañana?
—Sip,
está fuera en la terraza.
—¿En
cuántos pedazos?
—Qué
graciosa, ja, ja, ja, qué risa me da —dijo Crystal—. Tómate tu café. Me voy a
dar un baño.
—Si
termina esto de lavar, lo pondré en la secadora por ti —dijo Laura.
********
Crystal
bajaba las escaleras después de haber tomar un baño y se encontró con Jenny que
ya había llegado, vestía un uniforme como el de Laura.
—Oh,
hola Cristal —dijo la terapeuta con una sonrisa—. ¿Cómo estás?
—Bien.
—Hey,
Jen, será mejor que ya nos vayamos —dijo Laura, recogiendo sus abrazaderas y su
guante.
—¿Te
gustaría venir? —ofreció Jenny a Crystal—. Jugaremos contra el equipo de las
Halcones.
—No.
—Vamos,
será divertido —ofreció otra vez—. Podrás observar a Babe Ruth* sacar la pelota
fuera del campo unas doce veces —señalo con su pulgar a Laura que estaba toda
sonrojada.
—No,
de verdad, yo...
—¿Qué
estarás haciendo hoy que sea más divertido que convivir con un montón de
adorables y divertidas personas y tomar algo de aire fresco?
Crystal
se movió nerviosamente y miró hacia el cuarto de lavado. Jenny siguió su mirada
y negó con la cabeza.
—No.
Quedarse a lavar la ropa no es tan divertido —tomó el brazo de la rubia y tiró
fuerte de ella— Vámonos.
Crystal
paró repentinamente cuando vio el coche de Jenny.
—¿Qué
diablos es eso?
—Es
una Cosa.
—¿Qué?
—Crystal caminó más cerca del coche clásico color anaranjado calabaza—. Parece
un Jeep militar alemán con el capote abajo.
—Es
una Cosa. Definitivamente, eso es lo que es. Técnicamente es un Volkswagen
modelo 81. —Jenny caminó orgullosamente hasta su coche y abrió la puerta
trasera—. Este es un modelo 74. Los modelos 73 son los más difíciles de
encontrar, pero este trabaja con gas sin plomo.
—Debe
ser un lío conseguir las refacciones —dijo Crystal, aún mirando dudosa la
“Cosa”. Miró hacia Laura quien estaba mirándola con una sonrisa divertida.
—Es
un coche perfectamente seguro —dijo Jenny, caminando hacia el lado del
conductor.
—Excepto
cuando no estás de buen humor —dijo Laura, entrando en el asiento del pasajero,
delante de Crystal. Se volteó en su asiento para mirar a su compañera—. Ella
confunde esta “Cosa” con un coche de carreras de vez en cuando.
—Púdrete
—dijo Jenny ásperamente, deslizándose en el asiento del conductor y metiendo la
llave en el encendido—. No soy la única en el mundo con seis infracciones.
Se
colocó una diadema plástica para evitar que el viento despeinara su cabello y
puso en marcha la “Cosa”. Metió dos veces el embrague antes de que pudiera
entrar, haciendo que el coche se sacudiera y se resistiera a encender.
—Mil
disculpas.
—No
hay problema —aseguró Crystal, buscando el cinturón de seguridad. Tuvo que
escarbar en el asiento trasero para encontrarlo y ponerlo en la posición
correcta y cerrar los dos extremos. Laura miró divertida lo que estaba haciendo
y sonrió burlonamente.
—Si,
no hay problema.
—¿Sabéis?
Vosotras dos os podéis ir caminando si no os gusta como conduzco —hizo una
pausa lo suficiente para echar un vistazo al tráfico y salir rápidamente hacia
la avenida—. Ah, sabia que Betsy estaría bien una vez que le hicieran su cambio
de aceite.
—Betsy
es como ella le llama a la gran calabaza. —explicó Laura— Yo siempre la llamo
pedazo de...
—No
lo digas. —Le advirtió Jenny, encendió la radio AM y encontró una estación de
música oldies—. Sabes lo temperamental que es.
—Todo
se parece a su dueña —aclaró Laura.
—Hablando
de personalidades —dijo la terapeuta—, no te sorprendas si Donna y Wendy están
juntas. Kelly dijo que las vio la noche del martes en el bar de Ameilia y
estaban actuando como si hubieran regresado.
—Maravilloso.
Eso quiere decir que Toni va a estar como una perra rabiosa.
—Puede
que no. Kelly dijo que Toni estaba tratando de regresar con Linda.
—No
creo que Linda aceptará de nuevo volver con ella después de lo que sucedió.
—Oye,
uno nunca sabe, Laura. Ya una vez aceptó que regresara con ella antes.
Desde
el asiento trasero, Crystal escuchaba los chismes, la multitud de nombres y de
quién hacia qué a quién, hacían una mezcla de información que no le daba la
menor pista de saber qué estaba pasando. Lo único que comprendió de la
conversación fue que Laura era buena con el bate y jugaba en el campo
izquierdo, y que la posición de Jenny era en la primera base.
Se
estacionaron dentro de un sucio estacionamiento, Jenny hizo sonar el claxon y
saludo a sus compañeras de equipo que se encontraban alrededor de las bancas.
Minutos más tarde Crystal estaba sentada en unas de las bancas, cerca de la
primera base, la de Jenny estaba junto a ella. Para decepción de la stripper,
Jenny sólo había llevado diferentes tipos de sodas y jugos para beber, ninguna
cerveza o bebidas coolers.
Varias
mujeres estaban también sentadas sobre las bancas, la mayoría conversando entre
ellas acerca de las demás jugadoras. Crystal vio al equipo contrario a lo largo
de la línea de la tercera base. Las camisas de las Halcones eran de color rojo
y hacían contraste con las azules de las Airheart's. El árbitro usó el silbato
y el equipo azul tomó el campo de juego mientras las del equipo rojo comenzaban
a calentar con el bate.
—Deséanos
suerte. —Le dijo Laura mientras pasaba trotando cerca de ella.
—¿Oh,
entonces tu conoces a Laura, hmm? —Una voz ronca hizo que Crystal volteara
hacia atrás para ver quien le estaba preguntando. Una mujer de cabello corto
pelirrojo y que vestía una camisa azul estaba atrás de ella—. Qué suerte tiene
Laura.
—Soy
Crystal, su compañera de apartamento. —Le extendió su mano y encontró
rápidamente un apretón firme.
—Peg.
—Crystal sintió los ojos de la mujer mirando a lo largo de su cuerpo y la
saludó con algo de incomodidad—. Me pareces algo familiar. ¿Nos hemos visto en
alguna otra parte antes?
—Oh,
por favor — dijo Jenny desde su posición en primera base a unos centímetros
fuera de ella—, ignórala, Crystal. Tiene más líneas que la compañía telefónica.
¿Oye, Rogers, cuando volverás a jugar de nuevo? —preguntó Jenny—, y me refiero
al softbol —agregó antes de que la pelirroja pudiera contestar con otra
respuesta.
—Um,
no, no creo que nos hayamos visto antes —dijo Crystal, retirando su mano y
mirando hacia el plato de bateo. La pitcher había terminado con sus ejercicios
de calentamiento y la bateadora se colocaba en la posición correcta.
—¿Cuándo
te convertiste en capitana del equipo, Foster? —preguntó Peg a Jenny antes de
devolver su atención a la atractiva rubia—. ¿Así es que tú eres la nueva novia
de Laura, hmm?
—No
soy su novia, soy su compañera de apartamento. —La stripper contestó
rápidamente, no queriendo que alguien se hiciera una idea equivocada acerca de
su relación con Laura. Mirando alrededor del campo y los espectadores, Crystal
comenzó a sospechar que las personas heterosexuales eran la minoría allí.
—¿Son
sólo amigas? —Peg sonrió burlonamente y dio un paso más cerca—. Taylor debe
estarse muriendo contigo paseándose enfrente. —Ella palmeó la rodilla desnuda
de Crystal justo debajo del borde de sus pantalones cortos—. Cariño, si tú
fueras mi compañera de apartamento, te garantizaría que no estarías sola en la
cama por las noches.
Historia Traducida por Alesita. Corregida por Abriles
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autor.
me encanta esta hitoria la pude leer hace tiempo en español aunque la ultima parte fue en ingles porque no habia traduccion justo el final de la historiay creo que la traduccion era de Alesita ojala este completa esta vez
ResponderEliminarYa está traducida completa al español y ya en poder de La Teta Feliz, así que pueden leerla sin desconfianza de que se quede inconclusa por falta de traducción o de envío.
ResponderEliminarSaludos de Abriles.
hahahhaa...... excelente historia me encanta
ResponderEliminarPinguino