Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

El Corazón de Cristal - 15 y 16


Capítulo 15

Algún tiempo después.
Crystal cogió el cordón, alertando al chofer que quería bajarse en la siguiente parada. Mirando el papel que arrancó de la guía telefónica, comprobó dos veces la dirección y se bajó del autobús. El grupo de oficinas del edificio hizo aparición justo delante de ella, los grandes números de piedra en el frente confirmaban que era el lugar correcto. Fue entonces cuando su miedo apareció de nuevo.

No puedo hacer esto. No puedo decirle lo que sucedió”.
Dándose cuenta que ella ya estaba frente a las puertas, Crystal cambió de dirección y comenzó a caminar por la calle.
“Esto es estúpido”, ella pensó mientras se alejaba del edificio. “¿Qué bien me haría hablar de lo que pasó de cualquier manera?”
Dio vuelta a la izquierda en la esquina, ajena a lo que pasaba a su alrededor.
Jenny no puede hacer que todo esté mejor. Ella no puede curar el dolor.
¿Así que, qué es lo que hace entonces por sus pacientes?
“No seguirían viéndola si ella no hiciese algo para ayudarlos. Tal vez el hablar ayuda”.
Ella volvió a recordar la conversación de la noche anterior con Jenny; sin rumbo iba doblando las esquinas y se dio cuenta de que sólo le había estado dando vueltas a la manzana, yendo a parar de nuevo a la parte delantera del edificio del cual se sentía temerosa de entrar. Prendió un cigarrillo, Crystal caminó nerviosamente con pasos lentos y largos fuera por varios minutos antes de finalmente entrar y subir al segundo piso.
 Las letras en el brillante cristal decían, J Foster, CSW, CAC, Licenciatura en Acupuntura.
“¡Que diablos!”.
Con gran determinación, Crystal giró hacia abajo la agarradera y dio un paso adentro.
—¿En que puedo ayudarle? —La recepcionista preguntó amablemente.
—Um, tengo una cita con la señorita Foster a las tres en punto —miró nerviosamente el reloj en la pared. Cinco minutos antes de las tres.
—Usted debe ser la señorita Peaks —dijo la recepcionista—. Tome asiento. La señorita Foster está un poco retrasada.
La mujer pelirroja tomó un portapapeles con algunos documentos adjuntos.
—Usted puede llenar esto mientras espera. Necesitamos su información de seguro y algunos otros datos vitales.
—No tengo seguro. Voy a pagar al contado.
—Oh, está bien. Tenemos un listado de honorarios. Asegúrese de complementar la sección tres.
Crystal se sentó en una silla y comenzó a llenar la forma. Ella había usado su nombre artístico para obtener la cita pero puso en la parte de abajo de la forma Sheridan, sabiendo que Jenny la reconocería al instante. Dejó vacío el espacio donde se pedía información de un contacto para emergencias, dolorosamente admitió que no tenia a nadie a quien poner.
A nadie le importa si algo me pasara”, pensó tristemente. Devolvió el portapapeles a la recepcionista y regresó a su asiento.
Era obvio que todo el material de lectura en la sala de espera de los clientes de Jenny era dirigido a las mujeres. Un pequeño folleto sobre la mesa trataba de como las mujeres debían hacerse su exploración mensual de mama. Las revistas estaban todas orientadas hacia las mujeres y varios pósteres de auto-afirmación adornaban las paredes rosadas. Crystal tomo una copia de Deportes para mujeres y estaba leyendo un artículo sobre una jugadora de basketball femenil cuando Jenny entró en la habitación.
—¿Crystal?
Ella lanzó la revista sobre la mesa y se puso de pie, ahora mucho más nerviosa que antes.
—Yo… um...
—Vamos a mi oficina.
Jenny abrió la puerta y se apartó, su cara no revelaba nada su estado de ánimo.
Crystal entró en la oficina y se dio cuenta de que no era lo que ella esperaba. El escritorio estaba situado pulcramente en una esquina, mirando hacia la pared. Un sofá de cuero colocado de frente a una silla que hacia juego con los otros muebles. Varios cojines coloridos estaban esparcidos junto con casi una docena de almohadas. En la pared estaban varios diplomas, el nombre Jennifer T. Foster claramente visible.
—Toma asiento donde tú desees —dijo Jenny en un tono cortés. Crystal escogió el asiento reclinable, haciendo a un lado los cojines y sentándose rígidamente. La mujer de cabello castaño lo notó y se sentó en el sofá. —¿Te apetece algo de agua o jugo?
—No. ¿Qué estoy haciendo aquí? Ella debe pensar que soy una lapa. No debería haber venido”—. Lo siento. No debí haber venido aquí,
Comenzó a levantarse del reclinable pero Jenny la detuvo con un gesto de su mano.
—Un momento. Puedes permanecer sentada si quieres. Todavía tienes cuarenta y cinco minutos.
—Bien.
—Crystal, te dije que te podía recomendar a varios buenos terapeutas porque yo...
—Ya se lo que dijiste —interrumpió—. Pero... —apartó la mirada, enfocando su atención en un cojín verde vivo—. No puedo hacer esto con un desconocido. No sé siquiera si lo puedo hacer contigo —agregó con su voz apenas en un susurro. Su corazón palpitaba más rápido y el deseo de salir corriendo crecía—. Tal vez debería irme.
—No puedes estar huyendo por siempre, Crystal. Llega un momento en el que es más difícil estar huyendo que resistir y afrontar tus demonios. —La terapeuta se inclinó hacia adelante, apoyando sus antebrazos sobre sus rodillas—. No te puedo aceptar como cliente. No sería justo para ti.
“¿Justo?”. El miedo fue opacado por su rápidamente creciente temperamento.
—¿Justo? ¿Quieres hablar de justicia? —Agresivamente se recostó en el reclinable y abrazó sus rodillas sobre su pecho—. ¡No he tenido un solo día justo en mi vida desde que desgraciadamente nací! Todas las personas que he conocido me han dañado, ¿por qué serias la excepción? ¿Crees que es justo que yo tuviera que escapar por culpa de toda la maldita suciedad que él provoco? ¿Crees que es justo que él haya orillado a Patty a que huyera? ¿Crees que debo de ser castigada sólo porque a ti y a Laura les gusta jugar en la cama debajo de las sábanas?
Ella coléricamente pateó sus piernas, parpadeando para que las lágrimas no salieran
—No es justo. —Una lágrima solitaria se escabulló y se giró a un lado, esta vez clavando los ojos sobre un cojín rojo—. Maldita sea.
—Tienes razón —dijo Jenny después de un largo silencio—. Lo que sucedió no es justo y no fue tu culpa —contestó amablemente, consciente del estado vulnerable de la stripper—, no estoy tratando de lastimarte o castigarte de ninguna forma.
Jenny hizo una pausa.
—La confianza es un asunto importante con mis clientes.
—¿Si yo no viviera allí, me ayudarías?
—Por supuesto. No es que yo no quiera ayudarte, Crystal, lo hago.
—Así que estoy jodida de nuevo —dijo la stripper abatidamente, cayendo sobre el reclinable totalmente derrotada—. Está bien, doc. No hay problema.
—Déjame darte los nombres de algunos que están muy cualifi ...
—No te molestes —dijo Crystal despectivamente—. Sabía que era estúpido pensar que podía solucionar esto.
Ella se secó las lágrimas con la manga de su blusa y se puso de pie para retirarse.
—No, no es estúpido —dijo Jenny, haciendo una señal para que se sentara—. Es valiente.
Jenny dejó a un lado el portapapeles.
 —Se requiere coraje para curarse —hizo una pausa, esperando que Crystal la mirara—. Si acepto verte, hay ciertas reglas que deben quedar claras para empezar.
La stripper tragó saliva e inclinó la cabeza, sus emociones se le atravesaban en la garganta como para permitirle hablar. No quería hacer o decir nada que pudiera romper la débil esperanza.
—Lo más importante es saber que cualquier cosa que se diga en esta habitación, se queda en esta habitación. Este es un lugar seguro para ti. Nada que me digas aquí será de nuevo repetido, al menos que trates de dañarte tú misma o a otros. Puedes llorar, gritar todo lo que quieras. Las paredes están aisladas así que nadie en el área podrá escucharte.
—Está bien, doc. —“Como si fuera a llorar o gritar”, pensó dudosamente, frunció el ceño cuando recordó que apenas sólo unos minutos antes ella estaba próxima a romper a llorar.
—Tengo ciertas expectativas también.
Crystal aspiró profundamente y estaba lista para protestar. Jenny se puso de pie y caminó hacia el escritorio, abrió una gaveta y sacó un pequeño libro grueso. Al principio Crystal pensó que era una Biblia hasta que miro las flores y aves en la portada.
—Éste es un libro diario de meditación. Espero que leas el pasaje correcto cada mañana y otra vez en la noche.
Crystal tomó el libro y lo abrió. Cada página estaba etiquetada con el mes y las citas, pero no por día.
—¿Quieres que medite?
—No estoy hablando de cánticos o yoga —dijo Jenny—. Toma diez o quince minutos en la mañana para leer y pensar acerca del tema del día.
“¿El tema?”. Curiosa, Crystal miró de nuevo. Cada día se enfocaba en un diferente problema o sentimiento. El desánimo, la autoestima, la vergüenza, la culpabilidad, y la cólera eran algunos de los temas para los siguientes cinco días.
—Parece una lectura divertida —dijo sarcásticamente.
—No se supone que sea divertido, se supone que te debe hacer pensar. Esto no va a ser fácil, Crystal. Si quieres cambiar entonces tienes que hacer algunos cambios. —La stripper siguió pasando las páginas mientras Jenny continuaba—. Recuerda, ser insano es estar haciendo la misma cosa una y otra vez y esperar diferentes resultados.
—¿Te gusta esa frase, verdad, doc?
—Me gustan muchas frases. Esa es uno de mis favoritas. —Se reclinó en el sofá y metió sus pies debajo de sí misma.
—¿Cómo funciona esto? ¿Me haces preguntas y yo contesto o qué? Nunca he hecho esto antes.
—No estás en la oficina del director aquí, Crystal. Lo haremos de la forma que te haga sentir mas cómoda, ese es el punto.
—¿El punto?
—El cambio es incómodo y aterrador. No voy a dejar que ese miedo aumente. Te presionaré de vez en cuando pero lo haré sólo porque me preocupas, y no con el deseo de causarte dolor. —Una leve sonrisa se asomó en sus labios—. Te conozco, señorita Sheridan, sé que puedes ser muy testaruda como el infierno.
—Y a mi me da la impresión de que puedes ser un dolor en el trasero si te lo propones. —Crystal le dio una sonrisa igual—. Algunas veces Patty me presionaba para que hiciera mi tarea o algo. Desearía haberle hecho caso en ese entonces.
—¿Tu hermana te alentaba a cumplir con tu tarea? ¿Dónde estaba tu madre?
Con esa pregunta se ganó un bufido burlón de la rubia.
—¿Mi madre? Oh, quieres decir la borracha que se la pasaba en la habitación todo el tiempo viendo tv por cable con su doggie dew.
—¿doggie dew?
—Mad dog, twenty-twenty y Mountain Dew. Toda esa basura.
—Suena que es justo eso. —Jenny estuvo de acuerdo—. ¿Bebía tu padre también?
—Cualquier cosa que estuviera de oferta esa semana. —Crystal escuchó la furia en su propia voz y tomó una aspiración profunda—. Después de que Patty se fue, él comenzó a tomar whisky. —“Y yo”, agregó silenciosamente.
—Regresemos un poco —dijo Jenny—.  Ayúdame a asegurarme de que tengo la información correcta ¿Tu hermana se escapó cuando ella tenía ...?
—Diecisiete.
Jenny asintió con la cabeza.
—Y tú cuando escapaste tenías...
—Quince y medio.
—¿En qué grado estabas?
—A mitad del noveno grado. Debería haber estado en décimo pero quedé debiendo un año.
—¿Regresaste alguna vez?
Crystal miró los diplomas en la pared y sacudió su cabeza.
—Estaba demasiado ocupada intentando vivir día a día para preocuparme por la escuela. —Ella miró la costura de la silla, demasiado avergonzada como para mirar a Jenny—. No lo hice bien cuando estuve ahí, así que ¿por qué molestarme? Puedo leer y puedo escribir. Con eso me las puedo arreglar.
—¿Te conformas con lo que haces? ¿Sólo ganar dinero para pasar la semana y no pensar en el futuro?
—¡Es todo lo que tengo! —Crystal explotó. ¿Que no lo captas? No soy nada”—. Me quito la ropa por dinero porque es en lo único que soy buena. No puedo hacer mejor dinero en ninguna otra parte.
—Entonces necesitas hacer lo que sea para hacer eso posible. ¿Qué edad tienes, veinticuatro?
—Veinticinco.
—Veinticinco. ¿Cuántos años más piensas que puedes seguir de stripper? ¿Cuánto tiempo más pasará para que sigas siendo stripper y ya no te sea suficiente para poder pagar las cuentas? ¿Qué vas a hacer cuando eso pase?
Crystal agarró con fuerza los brazos del reclinable, sus defensas cayendo ante el tono retador en la voz de Jenny.
—Vamos, Crystal. ¿Qué cosas has hecho por ti misma que no te haga terminar como un número más de las estadísticas? —Jenny esperó algunos segundos por una respuesta, luego continuó—: Bien. ¿Qué cambios estás dispuesta a hacer para no ser parte de las estadísticas?
—No lo sé.
—Otra regla, señorita Sheridan. No permito “no lo se”. Hagamos otro intento. ¿Qué cambios estás dispuesta a hacer para que no termines muerta en algún lugar con una jeringa en el brazo?
—Soy demasiado grande ya para volver a la escuela.
—Respuesta equivocada. Puedes estudiar en casa para poder hacer un examen equivalente. Pasándolo obtienes un diploma de bachillerato que tiene el mismo valor. Puedes de hecho bajar material de investigación de Internet.
—No tengo una computadora.
—Pero las tienen en la biblioteca —afirmó Jenny—. No permito excusas tampoco.
—No vine aquí para que me sermonearan para volver a la escuela —dijo Crystal. ¿Que demonios tiene esto que ver con las malditas pesadillas?”.
—¿Dime, a qué viniste aquí?
—¿Qué? —Tú sabes a que vine aquí. ¿Por qué me presionas de esta manera?”.
Jenny repitió la pregunta.
—¿Por qué viniste aquí? ¿Qué es lo que esperas lograr?
—Tú lo sabes.
—Dímelo.
—¡Tú lo sabes! —repitió Crystal coléricamente.
—Dilo.
—Quiero que esto pare —contestó—. Quiero que desaparezcan las pesadillas. Quiero que desaparezcan los malos recuerdos. ¡Quiero que el maldito dolor desaparezca!

Capítulo 16

—¿Y qué vas a hacer para cambiar eso? —Jenny preguntó, desconcertada por el despliegue de emociones—. ¿Qué cambios estás dispuesta a hacer para que el dolor desaparezca?
Crystal se volteó, presionando con fuerza su mandíbula y rehusándose a contestar.
—Te dije que no seria fácil —dijo Jenny—. Nadie más puede hacer el trabajo. Es decisión tuya hacer cambios y tomar decisiones difíciles tomando en cuenta como está tu vida. Ya no eres esa pequeña niña desvalida de quince años.
—Ahora soy una chica totalmente perdida de veinticinco años —susurró Crystal, rehusándose a mirar a la terapeuta—. ¿Es eso lo que intentas decirme?
—No, pienso que es lo que tú estas intentando decirme —dijo Jenny gentilmente—. Creo que es suficiente por hoy.
—Pero... —Crystal miró su reloj de pulsera—, todavía tengo cinco minutos.
—Tiempo suficiente para que hablemos de algunas otras reglas.
—¡Oh, yupiiii! —Aquí viene”.
—Sabia que te gustaría esta parte.
Crystal rodó sus ojos y levantó una ceja hacia la mujer de cabello castaño.
—Primero, nada de bebidas o drogas antes de la cita. Éste es un trabajo serio y no me gusta perder el tiempo con alguien que no toma esto en serio también.
—Bien. —Solo me asegurare de programar las citas por la mañana”.
—Segundo, hay una manera correcta e incorrecta de manejar la cólera. Te dije que este es un lugar seguro y puedes gritar todo lo que quieres, pero… —La terapeuta levantó su dedo—. Las únicas cosas que puedes tirar o golpear son las almohadas —Crystal inclinó la cabeza en acuerdo—, y no solo aquí —agregó Jenny—, en casa también. Consíguete un cojín o una muy rellena almohada.
—Bien, ¿alguna otra cosa?
—Consíguete un cuaderno de apuntes, uno grueso. Quiero que escribas un diario en el.
—¿Quieres que escriba un diario? —“¿Estás loca?¿Escribirlo puede hacer que alguien pueda leerlo”. Ella negó con la cabeza—. De ninguna manera.
—Ok. Escribe cuando quieras pero al menos hazlo una vez al día.
—¿Acerca de qué?
—Cualquier cosa que quieras. Cómo te sientes, cómo va tu vida, cualquier cosa que desees escribir. —Jenny se puso de pie y tomó el libro de las manos de Crystal. Encontrando la página correcta, ella se lo dio de regreso—. Todavía tienes algunos minutos. El tema de hoy es la autoestima. Léelo ahora y de nuevo a la hora de acostarte. Léelo en la mañana cuando te hayas despertado y otra vez a la mitad del día. Date diez o quince minutos tres veces al día para leer las meditaciones y pensar acerca de ellas.
—¿Y esto va a ayudar, doc?
—Recuerda lo que dije de ir paso a paso. Lee las meditaciones tres veces al día en toda la semana entrante y luego hablaremos de ellas.
Caminaron hacia la puerta y Jenny apoyó su mano sobre la manija curvada.
—Usualmente mis clientes se ganan abrazos cuando terminan una cita.
“De ninguna manera”. Crystal dio un paso hacia atrás.
—No soy de las que abrazan.
Jenny levantó sus manos.
—Ok. Simplemente te digo que los abrazos siempre son bienvenidos. —Ella puso su mano en la manija otra vez—. Una última cosa. Todo lo que se dice aquí es personal y es una relación profesional, lo digo en serio. Podemos hablar de muchas cosas aquí pero si nos encontramos en los juegos de softbol o cuando esté con Laura, sólo seremos Jenny y Crystal, ¿entendido?.
—¿Eso quiere decir que ya no me ayudarás si tomo algunas bebidas de más después de algún juego?
—Lo haré si te comportas responsablemente y no conduces y te pongas tu misma en situaciones peligrosas. —Jenny abrió la puerta—. Te veré aquí la próxima semana.
“La próxima semana”. Ya lo dijo. Jenny había acordado ayudarla. Ella hizo una pausa en la puerta.
—¿Hey, doc?
—¿Hmm?
—Gracias. —Crystal forzó una sonrisa. Dentro de ella se sentía emocionada y asustada—. Yo…yo no sé si puedo hacer esto pero lo intentaré. Sólo no te decepciones de mí si no lo logro, ¿ok?
—Cristal... —La mano de Jenny trató de alcanzar su hombro—. Te dije que esto no seria fácil. No espero perfección y tú tampoco lo esperes. Lo que importa es que aprendas de tus errores y lo intentes de nuevo.
Guió a Crystal al escritorio de la recepcionista.
—Catherine, ¿podrías, por favor, programar citas regulares para la señorita Sheridan?
********
—En una ráfaga de fuego… —Laura arrugó su frente—. En una ráfaga de fuego… —Sacudiendo su cabeza, presionó la barra para borrar repetidamente—. Suena como si fuera una película de gangsters.
Su espalda estaba comenzando a dolerle por estar sentada en la misma posición por mucho tiempo, pero la fecha tope estaba ya muy cercana como para poder relajarse.
—Las balas parecían una lluvia sobre… no, no, no, no. —Suspirando fuertemente, borró la oración y se quedó mirando la pantalla. “Odio escribir acción. ¡Vamos sólo dame una buena frase hoy!”.
—La policía abrió fuego, rociando a los terroristas con una lluvia de balas. Bien, eso está mejor. ¿Y luego qué?  —El cursor parpadeaba repetidamente mientras los segundos pasaban—. Bien. —comenzó a escribir—. La policía abrió fuego… ¿Por qué abriría fuego sin saber dónde están los rehenes?
Restregó su cara vigorosamente y miró sorprendida la hora sobre la pantalla.
 —Grrr. No puedo creer que sea tan tarde ya. —El pronunciado bostezo y sus ojos confirmaban lo mismo. Era ya más cerca de la madrugada que medianoche y si daba un vistazo a lo que había en la pantalla sabría que en realidad mostraba muy poco para el prolongado esfuerzo que había hecho.
Los segundos se convirtieron en minutos pero ninguna palabra mas apareció sobre la pantalla de la computadora. Frustrada, Laura empujó el teclado y recostó su cabeza hacia atrás, viendo solo el cielo raso.
—Bien, pensemos sobre esto —dijo en voz alta, como si el escuchar sus palabras la ayudara un poco a enfocar las cosas—. Los rehenes están en el segundo sótano pero la policía no sabe eso. ¿Entonces dónde cree la policía que están cuando los pistoleros salen disparando? ¿Necesitan aun estar en el almacén?¿Si no están allí, dónde los pongo?¿Necesito aun a los rehenes?¿Por qué roban el banco en primer lugar?”.
—¡Oooh, odio esto!
Poniéndose derecha en su asiento, Laura se colocó de nuevo delante del teclado. La presión para poder terminar la escena y terminar el capitulo a tiempo no estaba ayudando en nada a su creatividad. Bien, solo tengo que pensar por un minuto”.
Para su sorpresa, la puerta principal se cerró, anunciando que Crystal llegaba a casa del trabajo. Escuchó cómo la puerta del refrigerador era abierta, luego cerrada otra vez, recordándole a Laura que tenia que hablar con su compañera acerca de cuando se terminara la leche se debía de anotar en la lista de comestibles para comprar. Pesados pasos subían las escaleras, deteniéndose al llegar arriba.
—Estoy despierta —dijo Laura, preguntándose que causó qué Crystal se detuviera en lugar de seguir hasta su habitación.
—Estás levantada muy tarde. —Le contestó la voz del otro lado de la puerta.
—La fecha tope hace que esté aún despierta —se restregó los ojos y se reclinó—. ¿Cómo estuvo el trabajo?
—Sólo fue trabajo. Buenas noches.
—Buenas noches.
¿Qué te pasa?”. El tono derrotado en la voz de Crystal le preocupó. Laura abrió las persianas y deslizó la puerta, dejando en su lugar el mosquitero. Por si acaso ella quiere hablar”, la escritora se dijo a sí misma.
Varios minutos pasaron y Laura decidió averiguar qué pasaba, cuando escuchó la puerta abrirse y a Crystal salir al balcón. Sabía que algo estaba mal”. Apagando la computadora, caminó hacia el balcón. El resplandor anaranjado del cigarrillo era la única luz en la oscuridad al lado de Crystal. Sopló de pronto un aire muy frío y Laura se abrazó a si misma al sentir la ráfaga de viento.
—Brrr, no me percaté que estuviera tan fresco aquí fuera esta noche.
—Uh huh.
—¿Te gustaría algo de compañía?
—No soy buena compañía esta noche —dijo Crystal abatidamente.
—Está bien, yo tampoco lo soy —cogió una silla y se sentó, gimiendo mientras lo hacia—. Simplemente ya no puedo estar viendo esa pantalla por mas tiempo.
—¿La pantalla? —La stripper miró a Laura—. ¿Qué hay de malo con la pantalla?
—Si, la pantalla de mi computadora. Estoy en una intensa lucha por lograr escribir un párrafo.
—Oh.
Laura observó como la punta del cigarrillo brillaba con una llamarada, luego se oscureció al igual que su compañera. No estas de buen humor como para hablar ¿no es así?”. Mientras se debatía en intentar iniciar una conversación de nuevo, se sorprendió cuando Crystal habló.
—¿Puedes entrar a Internet con esa cosa?
—A 1 Giga cuando todo el mundo en la ciudad no esta en línea —dijo Laura orgullosa.
—Uh huh.
“¿No tienes ni idea de lo que te estoy hablando verdad?”
—Así es, puedes entrar a Internet con esa cosa. ¿Por qué? ¿Te sientes con deseo de navegar un rato?
—¿Navegar?
—De hacer búsquedas, mirar diferentes sitios. —Laura mentalmente se reprendió así misma por no decirlo más claramente—. ¿Buscas algo en específico?
—¿Um?, no.... ¿Tienes que pagar para usarlo?
—Pago una retribución mensual y tengo acceso ilimitado. —Qué bien”. Era la primera vez que Crystal se mostraba interesada en algo que a ella le gustaba. Laura se puso derecha y apoyó sus brazos sobre la mesa, sus ojos ajustándose lo suficiente en la oscuridad para poder ver el contorno de la cara de Crystal. Creo que comprare algunas velas para la mesa la próxima vez que vaya de compras”—. Puedes usarlo si quieres, sólo no hagas ninguna descarga.
—No, sólo sentía curiosidad. No sé cómo usarlo, de cualquier manera.
—Bueno, tienes que aprender alguna vez. ¿Por qué no ahora?
—No lo sé. —Crystal contestó con vacilación—. Es tarde y es probable que estés cansada.
—Si me voy a la cama ahora, solo daré vueltas en ella toda la noche. Realmente, estoy completamente despierta.
—Tal vez sólo podrías mostrarme cómo hacerlo y después podría ir a la biblioteca y usar alguna computadora de allí. —Crystal apagó su cigarrillo en el cenicero y se puso de pie—. ¿No interferiré con tu escritura o algo?
—Difícilmente. —Laura bufó—. Tendré suerte si logro terminar dos párrafos esta noche. —Se levantó y abrió la puerta de tela metálica—. Venga, será divertido.
Una vez dentro, Laura abrió el cajón del escritorio donde se encontraba el teclado de su ordenador y tomó asiento.
—Adelante —dijo, señalándole la silla.
—No sé nada sobre esto —dijo Crystal mientras miraba por encima del enorme monitor, el CPU y la impresora—. ¿Este es el mouse, correcto?
—Yeap, aunque está programado para personas zurdas. Presiona el botón derecho para dar click sobre algo.
—¿Se supone que debe de ser del otro lado para las personas diestras? —Jenny movió cautelosamente el mouse sobre la superficie suave del mousepad. Sus ojos verdes se ensancharon cuando observó cómo el puntero en la pantalla imitaba sus movimientos.
—No lo sé. Parece tan fácil para usarlo de este lado.
—Lo es. Es sólo cómo te acostumbras, supongo. Mi mamá también es zurda y ella siempre se aseguró de enseñarme de ese modo. Pongámonos en línea y te mostraré cómo buscar en la red. —Levantándose ligeramente, Laura colocó sobre sus piernas el teclado y acercó más la silla de Crystal—. ¿Ves ese globo amarillo en la parte superior de la pantalla? Da un click sobre eso.
—¿Así que muevo el puntero hacia arriba … y doy un click sobre este botón?
—Sí, tienes que dar doble click sobre eso—. Observó el cursor ir despacio torpemente de arriba abajo por la pantalla, Laura hizo un esfuerzo para no sonreír burlonamente. Le tomó a Crystal dar tres clicks para abrir el programa.
—¿Qué hice? —La stripper preguntó nerviosamente cuando las ventanas y los programas comenzaron a abrirse de pronto. Esta vez Laura no pudo contener su risa.
—Nada. Hago que estén disponibles todos los programas necesarios en cuanto entro al sistema.
—Me pudiste haber advertido —dijo Crystal con una mirada un poco amenazadora.
—Debí hacerlo —admitió—, pero fue más divertido verte saltar fuera de tu asiento. —Laura tomó el control del mouse—. ¿Ves este botón aquí? Das un click y la pantalla cambia. Ok, escribe en el recuadro cualquier cosa que quieras buscar. —Laura se recostó y esperó a que su compañera introdujera alguna información.
Crystal tecleó con sus dedos índices.
 —Demonios. ¿Cómo borras en esta cosa?
—Usa la tecla de retroceso, arriba del lado derecho justo abajo de la tecla F12.
—¿Dónde? No veo ninguna tecla que diga retroceso.
—Oh, la tecla ya esta desgastada. Ella se apoyó para señalarle la tecla—. Suelo usar a menudo la tecla de retroceso.
—¿Cometes muchos errores?
—Prefiero no pensar tanto así de que cometo muchos errores —dijo Laura sintiéndose mas relajada con su compañera—, realmente tiendo a reescribir una escena varias veces antes de quedar totalmente satisfecha.
—Suena como a mucho trabajo —dijo Crystal, sus ojos mirando rápidamente sobre el teclado en busca de la tecla correcta.
—Lo es —dijo Laura, señalando la posición de la tecla N—, pero también es divertido.
—¿Qué clase de historias escribes?
—En su mayoría de misterio y de suspenso, pero ocasionalmente he escrito historias cortas para revistas cuando ando ajustada de dinero. —“Que es la mayoría de las veces”, agregó silenciosamente.
—Ok, ¿y ahora qué?
Laura miró las palabras de búsqueda.
 —¿La pagina de Educación del estado de Nueva York? ¿Qué estas buscando exactamente?
—Sólo estoy mirando —dijo Crystal, colocando un mechón de pelo rubio detrás de su oreja—. Alguien me dijo que podía obtener alguna información acerca de algo.
“No me digas, eso esta perfectamente claro”.
—Bien pero quizá si me dijeras que es lo que estás buscando específicamente, podría ser más fácil de encontrar la información.
—Alguien me dijo que podría obtener los cursos del GED* sin tener que volver a la escuela. —Repentinamente Crystal encontró un interés especial en sus cutículas—. Me dijeron que había manera de estudiar para el examen sacando la información del Internet.
—Hmm, estoy segura de que así es. —Mmh, ahora entiendo. ¿Cuántos años tenia ella cuándo escapó?”—. Aún debe haber guías de estudio para que las puedas imprimir. Tengo suficiente tinta y papel —ofreció—. Um... ¿Te puedo preguntar algo?
Crystal se encogió de hombros.
—Supongo que si.




Historia Traducida por Alesita. Corregida por Abriles
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1 comentario:

  1. hahaha... que mala Laura burlandose de la inocencia de Crystal con respecto a la tecnologia
    muy buena historia

    Pinguino

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