Capítulo 13
La
puerta lateral conducía al callejón, todavía alumbrado por el sol de la tarde.
Crystal vio a un grupo de personas paradas a un lado de un contenedor. La
mayoría vestían las blusas rojas de las Halcones pero también había dos de las
Airhearts. Una hielera roja estaba sobre el suelo al lado de ellas, la tapa
abierta revelaba varias latas de cerveza en hielo.
“!Bingo! ¡Cerveza y hierba
mala!”.
—¿Hay
lugar para alguien más?, preguntó Crystal.
Una
de las mujeres de rojo contestó:
—Seguro,
soy Diane y ellas son Liz, Dawn, y Tracy.
—Nos
conocimos en el juego —dijo Tracy, ofreciéndole un porro—. ¿Crystal, no es así?
—Yeap
—contestó ella, tomando el porro ofrecido—, compañera de apartamento de Laura.
—No
me digas. —dijo Diane—. La heterosexual. —Ella tomó el porro de Crystal y dio
una larga inhalación—. Pues bien, de cualquier manera, tú me pareces muy bella.
“Oh, gracias, no es como que tenga una enfermedad o algo”, pensó la stripper.
—No
obstante —continuó Diane—, alguien que puede apreciar la hierba fina no puede
ser del todo mala.
—Hablado
como una verdadera experta —dijo Dawn—. Mantén tu ojo en ella, Crystal. Diane
es conocida por manipular a las mujeres con vino y hierba mala.
Tracy
intervino en la conversación.
—Sip,
tiene tantas muescas* en su cinturón que ya esta por caérsele a pedazos.
—Jódanse
las dos —dijo Diane bromeando—. No hay nada de malo en fumar un porro o dos en
ocasiones especiales.
—Sip,
como el atardecer —dijo Crystal, causando risas entre el grupo.
—Oh,
rubita tienes un gran sentido del humor, ¿eh? Bien, jódete tú también.
Crystal
usó la punta de sus uñas para tomar el resto del porro de Dawm.
—No,
lo disfrutarías demasiado —contestó. Las mujeres rieron otra vez.
—Te
la cobró esta vez, Diane —bromeó Liz.— Esta es, probablemente, la primera vez
que alguien te ha dejado callada.
—Bien.
—Diane miro a Crystal—. Todo lo que puedo decir está vez es que si tú follaras
conmigo, jamás volverías a estar con un hombre.
—Amén
para eso. —Dawn estuvo de acuerdo.
Crystal
permaneció en el callejón con las mujeres, fumando su porro y uniéndose a los
chistes cada vez que ella podía. Era un contraste distinto a sus drogadictos
amigos que preferían pasarse el tiempo encerrados tocando música rock. Ella se
apoyó contra el contenedor y dejó que el porro intoxicara a través de todo su
cuerpo. Se relajó y se permitió disfrutar de un nuevo grupo de gente. Para
cuando Jenny la encontró, los ojos del Crystal era dos pequeñas rayas y su modo
de andar eran puros tropezones en lugar de caminar. Sus nuevas amigas no
estaban tampoco en mejores condiciones, riendo sin control.
—Es
hora de irnos —dijo la terapeuta, poniendo una mano en el hombro de Crystal.
—Yo
la llevare a su casa —ofreció Liz.
—Creo
que ella preferiría llegar a casa con toda su ropa puesta —bromeó Tracy.
—Yo
la llevaré a casa —dijo Jenny firmemente—. Creo ella ya ha tenido bastante
diversión por un día.
—Gusto
en conocerlas —dijo Crystal, agitando su mano lentamente.
La
combinación de licor, cerveza, y marihuana tenían a la stripper completamente
bajo su control. Ella no protestó cuándo Jenny la guió de vuelta al bar y hacia
su mesa.
—¿Dónde
la encontraste? —preguntó Laura, poniéndose de pie para ayudar a Jenny a guiar
a Crystal a una silla.
—Afuera
con Diane y sus compinches. Está drogada.
—Si,
eso se nota. ¿Cómo es que ella terminó conviviendo con ellas?
—No
lo sé. Ella se ha de haber imaginado lo que estaban haciendo allá afuera y
debió de haberse invitado ella sola, supongo.
—He
escuchado acerca del gayradar, pero ¿de un drogaradar? —La escritora negó con
la cabeza—. Y tú pensaste que seria buena idea que ella viniera con nosotras.
Debió haberse quedado en casa.
—Jenny
miró a la mujer semiconsciente sentada sobre la silla enfrente de ella.
—Sigo
pensando que fue una experiencia positiva para ella. Vamos, llevémosla al coche
.
—¿Y
cómo haremos eso? —preguntó Laura al poner un brazo alrededor de la mujer más
pequeña—. Crystal… Crystal, es hora de irnos. ¿Crees que puedas levantarte?
—S-sseguro.
Agarrando
el brazo de Laura para apoyarse, la stripper se puso ella misma de pie. Se
balanceó por un momento antes de agarrar el brazo de su compañera de
apartamento con ambas manos.
—Demonios,
supongo que bebí más de lo que pensé.
—Más
bien fumaste de más, creo —masculló Laura—.Jenny, ¿la sostienes del otro lado?
—La
tengo. Vamos.
—Puedo
caminar —protestó Crystal, no queriendo ser ayudada a salir de el bar.
—Si,
caminar directo a una pared, querrás decir. —Laura dejó que su agitación se
notara en su voz. Su agarre jamás disminuyó mientras se dirigían a la puerta—.
Puedo ver que ésta fue realmente una buena experiencia para ella, Jen. —Laura
usó su cadera para empujar y abrir la puerta—. Ahora ella tiene un nuevo lugar
para conseguir sus drogas.
—Tú
sabes que Diane no vendería a nadie marihuana.
—¿Vender?
¿Viste la manera que todas actuaban alrededor de ella hoy? Si Crystal dijese
que ella quería algo de marihuana estoy segura que al menos media docena de
mujeres se la ofrecerían. ¡Oh, eso si que es algo positivo! Crystal aprendió
que puede seducir a las mujeres para conseguir bebidas gratis.
Laura
hizo una pausa en su discurso el tiempo suficiente para abrir la puerta trasera
de la Cosa.
—Creí
que la pobre Alex Duncan iba a tener un orgasmo allí mismo en medio del campo
de juego cuando Crystal se quitó su blusa.
—Eso
fue muy divertido, ¿no te parece? Me alegro que ella no hiciera eso de nuevo en
la pista de baile.
—No
intentes cambiar el tema, Jen. —Juntas ayudaron a la letárgica Crystal a entrar
en el asiento trasero—. ¿Cómo diablos esto es una experiencia positiva para
ella?
—Pensé
acerca de lo que me contaste de sus pesadillas y la manera de como se sentía
respecto a los hombres —dijo Jenny, apoyándose contra el lado del coche anaranjado—.
¿Crees que ella es capaz de relajarse tanto así alrededor de un grupo de
personas?
—¿Relajarse
de la manera de que ella se tenga que emborrachar?
—Pon
a un lado el vicio de la bebida y la marihuana por un minuto. La semana pasada
ella ni siquiera salió de su cuarto cuando tuviste visita en la casa. Hoy ella
vino al juego de softbol con la más mínima resistencia y aparte asistió a un
bar de lesbianas. Se relajó y se divirtió, aun antes de que ella comenzara a
beber —miró a Crystal, quien ponía el máximo empeño por ponerse derecha en el
asiento—. Creo me que voy a ir en la parte trasera con ella.
—Bien,
de esa manera me puedes advertir si ella decide volver a decorar la tapicería.—
Laura abrió la puerta del conductor—. ¿Pasarás la noche en mi apartamento?
—Si,
he tomado algunas cervezas. Crystal, voy a viajar aquí contigo.
Laura
echó a andar la Cosa
y salieron del estacionamiento.
—¿Laura
está molesta conmigo otra vez? —mascullo Crystal.
—¿Por
qué dices eso?
Encogiéndose
de hombros, Crystal sacó un cigarrillo roto de su paquete arrugado.
—Siempre
la molesto.
—¿Eso
crees? ¿Por qué piensas que Laura estaría molesta contigo?
—Ella
usualmente es… muy espec-cial cuando bebo.
—¿Por
qué bebiste demasiado esta noche? —Jenny miró hacia arriba para ver a Laura tomar
una rampa hacia la carretera principal.
—Estaba
de buen humor para eso. —Las pequeñas rayas se ampliaron ligeramente—. ¡Oooh!
—¿Qué?
—¡Mira
eso! —Crystal señaló las luces de una rueda de la fortuna (noria) a lo lejos.
—Hmm,
parece que el carnaval está de regreso en la ciudad. ¿Bebes siempre que te
sientes incómoda?
—¿Qué?
¿Piensas que soy un alcohólica, doc?
—¿Crees
tú que eres una alcohólica?
La
frente del Crystal se arrugó.
—N-no,
no lo creo. Nunca realmente he pensado acerca de eso. Yo solo bebo.
—¿Eso
te ayuda?
—Algunas
veces —miró a su lado derecho de nuevo, sus ojos centrados en la iluminada
feria—. No he estado en una feria desde que era una niña.
Ella
observó en silencio hasta que las luces ya no podían verse.
—¿Intentas
jugar a la loquera conmigo, doc? —giró para mirar a Jenny—. Si te contara, no
me creerías.
—Si
tú me contaras algo que fuera la verdad, Crystal, sin duda alguna, la creería.
—Si,
lástima que tú no estabas cerca cuando yo era una niña —dijo fieramente—. No
tiene importancia ahora.
—Si
te provoca aún momentos incómodos, si que importa. —Jenny giró en su asiento
para mirar a Crystal—. Un día de éstos ni toda la cerveza y la marihuana del
mundo van a mantener a raya a esos demonios. ¿Qué es lo que vas a hacer
entonces?
********
Laura
estacionó la Cosa
dentro del aparcamiento.
—¿Crees
que deberíamos levantar el capote*?
—No,
así esta bien —dijo Jenny—. ¿La despertamos?
—A
menos que quieras cargarla.
—De
ninguna manera. —Jenny se aproximó al hombro de la dormida mujer—. Crystal,
llegamos a casa.
—¿Hmm?
Oh… —Ella bostezó y se restregó los ojos—. ¿Qué hora es?
—Pasadas
las nueve.
Laura
gimió mientras salía del coche y se estiraba.
—Siento
como si me hubiera atropellado un camión.
—De
hecho, lo fuiste —dijo Jenny—, ¿te acuerdas, tú, Dawn, en el plato de home?
—No
sé ustedes dos, pero yo voy a entrar, voy a orinar, y me iré a la cama —dijo
Crystal, apoyándose contra el coche. Miró la puerta principal con la mirada
cansada, calculando mentalmente qué oportunidad tenía de caminar con éxito. Dando
un paso adelante, sintió que la tierra debajo se movía y todo sentido de
equilibrio desapareció.
—¡Agárrala!
—Laura gritó, tomando el brazo de Crystal para evitar que cayera. Jenny
rápidamente tomó la posición en el otro lado y juntas acompañaron a la ebria
mujer a la casa.
A
pesar de estar demasiado ebria para caminar por ella misma, Crystal estaba de
muy buen humor y siguió los consejos de la terapeuta de irse a dormir. Cuando
Jenny bajó la escalera, encontró a Laura en la cocina colocando agua caliente
en dos tazas grandes.
—Pensé
que te gustaría algo de manzanilla.
—Oh,
eso suena bien. —Jenny se sacó sus zapatos de lona y se dejó caer en un extremo
del sofá, sus pies descansando sobre el cojín intermedio—. No he tenido esto en
meses.
—Probablemente
no desde la ultima noche que pasaste aquí. Tomando una posición similar en el
otro extremo del sofá, Laura tomó un sorbo de su té—. ¿Dónde te gustaría dormir
esta noche?
—¿Me
estás preguntando o me estás sugiriendo?
—Como
quieras, puedes dormir al aire libre en la Cosa.
Jenny
sonrió burlonamente ante la amenaza.
—Ya
somos demasiado viejas como para divertirnos en el asiento trasero. ¿Desde
cuándo me tienes que preguntar sobre dónde voy a dormir cuando estoy aquí?
Conociendo
a su ex-amante de que siempre le gustaba hacer lo correcto, inmediatamente
adivinó el problema.
—¿Por
Crystal? Laura, no pienso que ella caiga muerta de un shock si nos encuentra
durmiendo en la misma cama. Después de todo, las compañeras de apartamento
tienen que respetar la privacidad tanto de una como de la otra. Hablando del
diablo...
—Sigo
pensando que esto no va a funcionar, Jen. Ella es tan diferente.
—¿Por
qué?
—¿Además
de ser una drogadicta? —Laura colocó sobre el suelo su taza y flexionó sus
dedos—. Veamos… Ella tiene un carácter del infierno.
—¿Y
tú nunca tienes tus malos momentos? Te puedo recordar que has tenido tus
momentos de explosión.
—Eso
es diferente —Laura se defendió—, solo me pongo así cuando estoy bajo mucho
estrés.
—¿Tu
crees que no es estresante despertarse cada noche a causa de las pesadillas?
—observó a Laura moverse nerviosamente—. ¿O el no tener conocimiento de dónde
estará tu única hermana? —Jenny recibió un suspiro pesado en respuesta—. Bueno,
¿y qué más?
—Esa
maldita cortina de baño. ¿Ya la viste? ¿A quien en el mundo le gustaría tener
una cortina transparente para el baño? Tengo una gran vista del inodoro
mientras me estoy bañando.
—Bueno,
al menos puedes admirar la tapa peluda del inodoro.
—¡Ah!
Ella no baja la tapa cuando termina. Me sorprende que recuerde al menos bajarle
la palanca al inodoro —sonrió a Jenny quien intentaba no reírse—. Es solo que
no entiendo por que quiso una transparente.
—No
lo sé —dijo Jenny atentamente—, ¿qué más puedes ver, además del inodoro?
—Nada.
Solamente el lavamanos y la puerta. —Ella negó con la cabeza—. ¿Por qué querría
ella ver eso?
—¿Por qué? —Jenny se inclinó hacia adelante—. Sola, desnuda, vulnerable... ¿No puedes imaginar por qué ella necesita poder ver hacia la puerta todo el tiempo?
—¿Así es que ella necesita ver la puerta cerrada?
—Ella necesita sentirse segura, y eso significa cualquier cosa que la pueda mantener segura. —Jenny colocó su mano en la rodilla de Laura—. Así como tú te sientes segura cuando las cosas están limpias y ordenadas.
—No me gustan las drogas, Jen. Su último apartamento se incendio. Dijo que estaba durmiendo. ¿Qué tal si ella le prendió fuego durante una alucinación?
—Por lo que he podido observar, ella no le da a los alucinógenos. Ella sólo quiere sentirse insensible, no estar viendo cosas que no están ahí.
—No me digas, eso está mucho mejor —se mofó la escritora—. Aún así tiene problemas de drogas.
—Tienes que mirar los síntomas para ver el verdadero problema —dijo Jenny, incorporándose y tomando su taza de té—. Las personas que han sido severamente abusadas harán cualquier cosa para protegerse, no importa cuán irracionales puedan parecer para otros.
En vista de que Laura no quedó convencida, ella probó un acercamiento diferente.
—Piensa esto de esta manera: ella creció a lado de un padre abusador y su único aliciente aparentemente era su hermana. Piensa que tienes catorce años de edad y que lo único de lo que dependes en la vida te fuera arrebatado. Luego imagínate viviendo sola por tu cuenta, sin apoyo, a la edad de quince años...
—Es tan difícil de creer que un hombre pueda ser tan cruel con su hija.
—Con sus hijas —corrigió Jenny—. ¿Y como crees que él se comportaría con Crystal después de que su hermana escapara? —Colocando la taza ahora vacía en el suelo, ella bajo su cabeza colocándola sobre el regazo de Laura—. ¿Es ella culpable de que nunca haya aprendido correctamente a manejar sus problemas y emociones?
—Creo que no tiene muchos amigos —dijo Laura—. Es decir, ¿cuántas personas podrían socializar con ella?
—No muchos —admitió Jenny—. La mayoría probablemente la describirían completamente como un caso perdido. —Ella le dio a su ex-amante una mirada significativa—. Sólo le dan la espalda y se marchan.
—No juegas limpio, ¿lo sabias? —Se inclinó rozando el flequillo color castaño y plantó un beso suave en la frente de Jenny.
—Todo es por justicia y por amor, y trato de que veas las cosas que yo veo —dijo Jenny con una sonrisa abierta—. Y dime, ¿tendrás un poco de lavanda para un baño de espuma?
—Sip, hay un poco arriba en el armario. ¿Por qué? ¿Estas pensando en tomar un baño?
—Inmediatamente después de ti.
Laura levantó su brazo izquierdo e inhaló con la nariz.
—Supongo que necesito uno.
—¿Supones? Después de correr por todo el campo todo el día y luego estar en ese bar lleno de humo, un baño es necesario, a menos que quieras dormir en el sofá esta noche.
Se enderezo y se desperezó, gimiendo mientras los tensos músculos protestaron por el movimiento.
—Creo que seria bueno un largo baño ahora.
—Entonces ve tú primero, Jen. Me pondré al día con mi correo electrónico y escribiré algunas palabras. ¿Quieres el pijama azul o el rojo?
—El azul. Hace demasiado calor para usar franela.
—También podrías vestir al natural, sabes —Laura meneó sus cejas lascivamente—, no me importaría.
—Oh, qué sutil —dijo Jenny sarcásticamente. Ella puso sus manos en los hombros de Laura y le señalo las escaleras—. Tal vez deberías tomar un baño de agua fría mejor.
—Brrr, no es gracioso.
—Tú solo ve arriba y pon tu mente a trabajar o escribe algo.
—Sí, madre.
—Hazlo. —Le advirtió Jenny en broma—. Mi amenaza de hacerte dormir en el sofá todavía sigue en pie. —Ella recogió las tazas vacías—. Y no creas que dudaré en hacerlo.
********
Crystal
daba golpes en su cama, la manta enredándose alrededor de sus piernas. En su
sueño, su padre estaba acercándosele, gritando obscenidades. Sintiéndose
atrapada, luchó más duro, los frenéticos movimientos finalmente la despertaron.
Miró alrededor del cuarto, momentáneamente desorientada. —¡Maldición…! —tomó aire profundamente, se restregó su cara con sus manos y sacó sus piernas fuera de la manta. Sus ojos adormilados apenas se abrían, se levantó de la cama y con caminar lento se dirigió al cuarto de baño.
Cuando terminó, Crystal, apenas medio despierta, apagó la luz y giró a la izquierda, abrió la puerta y entró. En ese momento se dio cuenta de su error.
“¿Tuviste suerte esta noche, doc?”
Las dos mujeres estaban de cara a ella, el brazo de Jenny estaba envuelto de forma protectora alrededor de la cintura de Laura. Crystal comenzó a salir pero se encontró incapaz de dejar de mirar.
“Pensé que eso sólo pasaba en las películas”.
Ella había visto a una mujer y un hombre durmiendo en la misma cama, pero nunca había visto una pareja abrazándose tan cerca una de la otra y con tanta suavidad. No era que no hubiera mas lugar donde poder dormir, era obvio que las mujeres quisieron dormir juntas. Molesta por la pesadilla y sintiendo envidia por el amor que Jenny y Laura compartían, Crystal finalmente se dio la vuelta y se dirigió de nuevo a su habitación.
“¡Diablos! Ahora estoy despierta sin nada que hacer!”. Crystal miró alrededor de su cuarto. “¿Dónde está?”.
Pateó las mantas fuera de su camino, encontrando una bota y un calcetín pero no el perdido control remoto. “Probablemente no haya nada que ver a esta hora de cualquier manera”. Abrió las persianas verticales y miró afuera, hacia el oscuro cielo. La luna daba poca luz, apenas suficiente para ver el contorno de los árboles que separaban el complejo del lago. Ella tomó sus cigarrillos y su encendedor antes de abrir la puerta de cristal corrediza y salió un momento al balcón. Sin darse cuenta de donde estaba la silla, Crystal chocó contra ella, y las patas de metal rasparon contra la cubierta de madera.
—¿Huh? ¿Qué pasa? —murmuró Laura, levantando su cabeza fuera de la almohada. Jenny levantó una mano y amablemente presionó la oscura cabeza de regreso a la almohada.
—Shh. Creo que Crystal está en el balcón —La voz de Jenny era más clara, habiéndose despertado unos minutos antes por el sonido del inodoro y la puerta de la habitación abriéndose—. Vuelve a dormir, cariño.
—¿Hmm? ¿Qué hora es?
—Es hora de que te relajes. Yo iré a ver si ella está bien.
Laura masculló algo ininteligible y rápidamente se volvió a dormir. Jenny esperó un minuto y entonces lentamente se deslizó fuera de los cobertores.
Crystal volvió su cabeza hacia el claro sonido de la puerta corrediza abriéndose.
—No quise despertarte.
—Tengo el sueño ligero —dijo Jenny mientras daba un paso hacia la cubierta y cogía una silla vacía—. ¿Dime qué te tiene levantada a esta hora?
—Tuve que orinar. —Ella frunció el ceño cuando vio a la terapeuta sentarse y poniendo los brazos en la mesa.
—Esa es siempre una buena razón.
—Hoo, hoo, hoo.
—Suena como que no somos las únicas despiertas —observó Jenny—. Buenas noches, George.
Como si reconociera su nombre, el búho echó otros gritos en respuesta.
—Cuando me sentía con un estado de ánimo melancólico, salía aquí fuera y lo escuchaba.
—¿Tu? —Crystal bufó con incredulidad—. Venga, doc, no te puedo imaginar haciendo eso.
—Todo el mundo tiene un día difícil… o una noche —sumó ella.
—No dije que tuviera una noche difícil.
—No fue necesario que lo dijeras —contestó Jenny—, soy terapeuta, ¿recuerdas?
Crystal pasó sus dedos por su cabello, acomodando algunos mechones rubios rebeldes.
—Ya te dije que no me gustan las charlas profundas.
—No, a ti te gusta mantener todo encerrado en una botella —Jenny desafío—. ¿Sabes cual es el significado de ser insano? Es estar haciendo lo mismo una y otra vez esperando diferentes resultados.
Crystal se ofendió por las palabras.
—¿Y tú piensas que hablar de eso es la solución?. Patty lo hizo y ella se ganó una enorme paliza. Toda tu terapia no va a cambiar lo que sucedió.
Ella arrancó un cigarrillo de su paquete y lo encendió, arrojando el encendedor sobre la mesa.
—¿Así que sólo quieres seguir existiendo en lugar de vivir? —Jenny negó con la cabeza—. Tú eres más fuerte que eso.
—¿Tú cómo sabes eso? —El resplandor anaranjado del cigarrillo brilló, luego perdió intensidad detrás de una ceniza gris—. Tú no sabes por lo que pasé, por lo que Patty pasó. —Gruñendo con frustración, tiró el cigarrillo sobre el barandal—. ¿Puedes hacer que las pesadillas desaparezcan?
—No —dijo Jenny.
—Lo sabia —levantó sus manos al aire y se puso de pie.
—Sólo tú puedes hacer que las pesadillas desaparezcan, Crystal.
Su mano se detuvo en la manilla de la puerta.
—¿Cómo? —Ella se inclinó hacia adelante, presionando su frente en contra del frío vidrio—. He intentado —susurró, las palabras sonaron extrañas a sus oídos—, algunas veces... —“algunas veces duele tanto”, pensó—. No se irán.
Jenny se puso de pie y caminó detrás de ella.
—Se irán si tú las afrontas. —La mano de la terapeuta tocó su hombro y Crystal se sobresaltó involuntariamente—. No dejes que el pasado controle tu presente.
—Yo... —La mano en su hombro presionó alentadoramente. Crystal intentó pero no pudo recordar la ultima vez que alguien había sido tan gentil con ella. Su corazón golpeaba en su pecho—. No sé si puedo.
—Tal vez no lo creas pero yo si —dijo Jenny suavemente—, da miedo dar ese primer paso pero, créeme, es el más importante.
—¿Cómo puedo hablar de esto con un desconocido?
La mano, que le había calmado, ahora se movía en pequeños círculos en la espalda de Crystal. El cuerpo de Crystal se puso rígido cuando la mano de Jenny comenzó a moverse, relajándose sólo ligeramente cuando la mano se detuvo en su hombro de nuevo.
—Se inicia dando pequeños pasos. No tienes que dar un salto grande. Puedo recomendarte a varios buenos terapeutas que se especializan en asuntos de abuso infantil.
Crystal se puso rígida de nuevo y esta vez Jenny retiró su mano. Crystal se dio la vuelta.
—Pensé que eso era lo que tú hacías.
—Lo hago, pero creo que no seria apropiado que yo te aconsejara. Eres la compañera de apartamento de Laura y ella es mi ex amante.
—¿Y?
—Hay una confidencialidad que puede estar comprometida en lo referente a esa situación y no puedo permitirlo. No quiero tener que preocuparme por lo que Laura y yo hablemos acerca de ti o si tú y yo tenemos una relación profesional y social a la vez, no quiero que esa línea accidentalmente se confunda.
—Oh. —“¿Me dices que necesito ayuda y luego te rehúsas a ayudarme? Esto apesta. Tú simplemente no quieres ocuparte de mi jodida vida”. Crystal agarró la manilla de la puerta.
—Como sea. No te preocupes por eso.
—Todavía podemos ser amigas y si alguna vez necesitas hablar...
—¿Para eso son las terapeutas, correcto, doc? —Ella sacudió con fuerza la puerta y entró—. Buenas noches.
Cerró la puerta y las persianas, dejando a Jenny parada en la cubierta del balcón. Algunos segundos más tarde Crystal escuchó la otra puerta corrediza abrirse y cerrarse, seguido por voces apagadas y luego silencio. “Eso es, doc. Ve a abrazarte con tu novia. No tienes por qué preocuparte por mi”. Se recostó en su cama, entonces recordó que sus cigarrillos y su encendedor se habían quedado fuera sobre la mesa. “¡Joder!”. Apagando la luz y dándose la vuelta, Crystal dio dos puñetazos a su almohada antes de acomodarse finalmente. Las palabras de Jenny rodaban por su mente.
“Si alguna vez necesitas hablar...”
—Necesito hablar —susurró en la oscuridad.
Historia Traducida por Alesita. Corregida por Abriles
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GRACIAS a las dos Alesita y Abriles por hacer esto con la historia...es MUY MUY BUENA me tiene muy enganchada...
ResponderEliminarDanii de Costa Rica
Por mi parte, gracias por leer la historia y por comentar. Es agradable que nos hagan saber que están leyendo y que no se trabaja en vano al tratar de compartir historias bonitas que uno encuentra en el ciberespacio. Saludos de Abriles.
EliminarEsta historia es de las mejores que he leído
ResponderEliminarLas historias que he podido leer de esta escritora son muy conmovedoras, me han hecho reír y llorar. Realmente me gusta mucho como escribe.
ResponderEliminarGracias
Yezi