Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

Brooklyn - Oriana (Parte1)



Capítulo 1
Calor 1

La mañana se presentaba calurosa, propia del verano, mientras conducía hasta la casa de su compañero, la Detective de Homicidios Darla Hernández acompañaba el calor y ajetreo con el sonido de salsa en su radio, mientras se abría paso por las calles dando golpes rítmicos en el volante de su auto. Con cada giro en las calles que la acercaban a su destino, el ritmo de la música se intensificaba en su cuerpo, empezaba a cantar y a mover sus hombros, hasta que llegó a una casa modesta en los suburbios de Brooklyn, se estacionó afuera mientras un hombre de aproximadamente 35 años salía de la misma, era alto caucásico de cabello castaño muy corto, vestía una camisa color azul y unos pantalones negros. Al entrar al auto se estremeció por lo alto de la música.



-¡¡¡¡Dios!!!! ¿Puedes bajar el volumen? – aturdido por el sonido.

-Bueno, alguien está de pésimo humor esta mañana- bajando el sonido de la música - y ¿Qué tiene tu auto, ahora?

-Sí, de pésimo humor, tiene lo de siempre…¡¡TODO!!- entrando al asiento y abrochándose el cinturón de seguridad.

-Te lo dije, ese auto es una basura… quémalo y compra otro – acelerando el auto para salir a las calle nuevamente.

-No sabes cómo me gustaría quemarlo – suspirando- ¿Vamos a Manhattan?- volteando a ver a su compañera.

-Sí, tal vez Sabrina tenga algo de información para el caso. – Volteando a ver la sonrisa picara de su compañero- no empieces con lo mismo.

-Yo no he dicho nada, por cierto ¿conociste a la nueva Fiscal de Distrito ayer?- desapareciendo la sonrisa inicial.

-Sí, ¿Por qué?-girando levemente para ver a su compañero con extrañeza por la pregunta realizada.

-Bueno, me parece realmente algo pretenciosa, ¿A ti no? -Abriendo su ventanilla para que entrara el aire caliente de la calle, pues ya empezaba a sudar.

-Me parece igual que todos ellos, es decir igual que Johnson, todos son arrogantes y hacen su gloria con nuestro trabajo.

-Tienes razón, todos son iguales, allí hay espacio para estacionar - señalando un espacio frente a la calle donde se encontraba un lujoso restaurant.

Una vez ahí, se bajaron del auto, llegaron hasta la puerta del restaurant y a pesar de estar cerrado, en su interior había personas trabajando, preparándose para el mediodía, una joven observó a dos de personas afuera; un hombre de camisa azul y una mujer de aproximadamente 33 años de cabello negro liso a la altura de sus mejillas y piel ligeramente tostada, de camisa ¾ color verde claro y pantalón negro, con una placa y un arma colgada en su cintura. Los reconoció de inmediato.

-Buenos días Detectives, ¿están buscando a la señora Sabrina? _  abriendo la puerta.

-Sí - Darla haciendo señas a su placa - ¿ella se encuentra?

-Sí, enseguida la llamo, pasen por favor, ¿quieren algo de tomar?, hace mucho calor este día - girando señalándole una mesa a los detectives para que se sentaran.

-Un vaso de agua fría sería perfecto - indica el hombre.

-Enseguida lo traigo  – desapareciendo en la puerta al fondo del lugar.

 Luego de unos minutos salió una mujer muy sensual de unos 34 años, vestía unos jeans ceñidos a su curvilíneo cuerpo y llevaba  una camisa gris que caía de manera diagonal por uno de sus hombros, pues el diseño así lo permitía, sus zapatos de tacón muy alto; su cabello era castaño claro y caía en sus hombros en forma de capas, tenía los ojos profundamente verdes y contrastaba con su piel bronceada. Se acercaba mientras  los detectives terminaban sus vasos de agua de pie junto a una de las mesas, no pudo evitar sonreírles a ambos, para luego fijarse en la mujer.

-Esta debe ser la mañana más especial de la semana….¿qué te trae aquí, mi querida detective? -  arqueando una de sus cejas al pronunciar la última frase, para colocar sus manos en la cintura y observar pícaramente a la Detective Hernández.

-Buenos días Sabrina, no sé si es especial, pero… ¿sabés lo que me trae aquí? Información, debido a que alguien murió -   colocando el vaso en la mesa, correspondiendo la sonrisa.

-Es triste que vengas cada vez que alguien muere…podemos vernos en otra ocasión para variar.

-Eso no sucederá, ¿puedes ayudarnos?- preguntando y notando como su compañero sonreía a la situación en desarrollo.

-Ummm, está bien…pero quiero dejar claro que te ayudo a ti solamente.

-¿Quieres qué te espere afuera?- preguntó el hombre al notar que no era bienvenido.

-Sería magnífico Detective Crowe - Sabrina sonreída a la idea.

-No creo que sea necesario, vamos Sabrina ayúdame - observándola seriamente, estableciendo que el juego había acabado.

-Bueno ¿Qué quieres saber?

-Una joven murió ayer, no era de las calles; estaba pulcramente vestida, tendría cerca de 20 años.

-Te puedo decir que últimamente hay jovencitas que quieren entrar en el negocio, lo que pasa es que van solas.

-¿A qué te refieres?, ¿no tienen chulos?- la detective con extrañeza.

-Exacto, a las mujeres como yo no nos afecta, puesto que estamos establecidas, no tenemos administradores y nuestra clientela es selecta, pero estas chicas, pues…. digamos que ellas van a la deriva - cruzando sus brazos en su pecho.

-No hay clientela selecta en Brooklyn - aclara Crowe.

-¿Usted cree detective?, yo daría otra mirada, además estas chicas creen que vistiéndose diferente logran escapar de la competencia.

-Está bien, gracias por tu ayuda Sabrina, es siempre un placer - despidiéndose de manera amable de la sexy mujer, pero casi de inmediato otra la mujer se acercó peligrosamente a su cuerpo y deslizó su mano derecha hasta su rostro y lo acarició desde la oreja hasta su barbilla.

-Sabes detective, yo realmente te haría sentir el placer de una visita mía.

-Por favor, deja eso de una vez - apartando a la mujer sobre ella-. Gracias por tu ayuda - partiendo del lugar.

Al entrar en el auto su compañero no pudo evitar hacer un comentario por lo sucedido en el restaurant.

-Sabes, si yo tuviera a esa mujer a mis pies no lo dudaría ni un segundo - sentándose y abrochándose el cinturón de seguridad.

-Yo no la tengo a mis pies, es sólo un juego Richard - encendiendo el auto.

-Déjate de decir tonterías, tu le gustas y mucho.

-Bueno, entonces es una pena para ella que a mí no me gusten las mujeres - empezando a conducir

-¿Segura que no te gustan?, pues como la tratas cada vez que venimos parece que sí.

-Claro que no me gustan, ¡estás loco!… la trato así para que siga dándonos información es todo - mostrando un semblante duro por lo dicho por su compañero.

-Está bien, pero esa  mujer está buenísima…vamos a la estación a ver la autopsia y revisar que clientela selecta ahi en Brooklyn - abriendo su libreta para tomar las notas del informante.

-Ya me dirijo para allá - adentrándose en el puente de Brooklyn.

Capítulo 2
Calor 2

En la entrada de la estación de policía se encontraba la nueva Fiscal de Distrito, sentía la pesada y calurosa mañana a sus espaldas, tomó un respiro muy profundo para iniciar su ascenso por las escaleras principales. En el trayecto observaba el ajetreo y movimiento de su nuevo trabajo, oficiales salían corriendo y otros entraban con detenidos, un profundo olor a orines la inundó, le provocó arqueadas, pero de inmediato cerró sus ojos concentrándose en un sólo pensamiento “no puedo perder la compostura hoy”, apretó  con fuerza sus puños y siguió su trayecto. Entró y se dirigió a los ascensores, marcó su piso sintiendo alivio al cerrarse las puertas y con ello el sonido estruendoso procedente de la entrada de la estación.

Al salir de su pequeño cofre protector sintió nuevamente el bullicio de la mañana, las oficinas de los detectives estaban a tope, llamadas telefónicas, personas conversando, otras discutiendo; salió y se fue directamente hasta la oficina al fondo, ésta era el área de departamento legal, aquí el ruido de afuera mermaba un poco, llegó hasta la que sería su oficina, entró cerrando la puerta y se desplomó en la silla del escritorio.

-Hey, chico, ¿sabes sí llego la Fiscal Morris?-  preguntó un hombre guapo de traje a un joven becario que se encontraba en un pequeño escritorio a la entrada del departamento legal.

-Buenos días Sr. Johnson, sí, ella acaba de llegar, se encuentra en su oficina.

-Ok, gracias.

Cuando entró a la oficina, sonrió al ver a la fiscal recostada en su silla con sus ojos observando al techo y su cabeza hacia atrás, ella era una mujer rubia de intensos ojos azules, cabello en capas que caían hasta después de sus hombros, llevaba una camisa de seda muy fina de color durazno y una falda negra ceñida a su cuerpo de color negro.

-Buenos días, puedo darme cuenta que la mañana no inicia bien para ti - notando al instante como sus palabras sobresaltaron a su colega.

-Nada bien a decir verdad, siento llegar tarde…pero hay mucho tráfico desde Manhattan -  incorporándose en su silla.

-No te preocupes, pronto agarraras el ritmo de la ciudad, ayer me pasé por alto presentarte a nuestro Jefe de Medicina Forense.

-Bien, entonces vamos - levantándose de la silla, lista para ponerse en acción.

En la oficina de medicina forense…

-Peter ¿dónde está mi cadáver?- entraba a la oficina del médico forense Darla molesta al no encontrar respuesta de la autopsia por parte de los ayudantes

-¡Hey alto! Yo estaba primero - advierte un hombre de color de aproximadamente 45 años.

-No me digas Don, mi cadáver está antes - enseñándole los documentos en sus manos

-Chicos no discutan, denme un minuto, por favor - indica un hombre muy blanco de mejillas rosadas y barba espesa gris, con prominente barriga.

-¿Un minuto?, te he dado más de 12 hrs, ¿qué sucede en este lugar? -Darla batiendo sus manos en el  aire.

-Mi cadáver está antes y déjame decirte que no tienes derecho de exigir tu informe antes que los demás, mi caso es igual de duro que el tuyo y yo soy el detective más antiguo –Don cruzando los brazos en su pecho.

-Sabes algo, no me importa tu caso Don,  me oyes con claridad, tengo a un maldito chulo matando jovencitas en las calles.

-Pues a mí tampoco me importa tu caso, yo también tengo a un hombre que mató a su mujer y a sus bebés mellizos – observando como la detective no lograba articular palabra.

-¿Pero qué sucede?, los gritos se escuchan en todo el piso - Johnson entrando a la oficina acompañado de su nueva fiscal, observando como Don y Darla se enfrentaban, mientras que el médico se encontraba tranquilamente recostado de su escritorio con los brazos cruzados sobre su barriga.

-No me digas que viniste de paloma de la paz Johnson - Darla en tono burlón, dejando a Don y al médico riendo a carcajadas.

-¡Muy graciosa!, sus gritos se escuchan en todo el lugar - reprochando el comentario.

-No es nada que no hayas escuchado antes…  además ¿Qué haces aquí?  -  pregunta Don

-Estoy aquí para que Peter conozca a la nueva fiscal, doctor ella es Elizabeth Morris, la nueva Fiscal de Distrito - dando paso a Elizabeth que se encontraba detrás de él – Elizabeth, él es el doctor Peter Straatman.

-Es un placer - el doctor extendiéndole la mano a la bella mujer al frente.

-El placer es mío - Elizabeth estrechando la mano con el doctor esbozando una sonrisa.

-Bien Peter, deja de babear y háblame sobre mi informe - Darla, observando como el doctor se sonrojó frente al comentario emitido.

-¿Podría tener un poco de respeto detective?- volteándose Elizabeth notoriamente molesta por el comentario.

-No he dicho nada que no sea cierto, eres bella y Peter esta babeando – dijo la detective encogiéndose de hombros.

-¡Es realmente molesto su comentario!

-¡Vaya esto es increíble!, te molestan que te digan que eres bella, ummm interesante, sabes Peter no babees no hay  motivo, voy a subir y bajaré cuando la dama de hierro ya no esté… ¡Ahhh! y espero que tengas mi informe - antes de partir dejando a todos sorprendidos.

-Escucha, ella no es así, sólo está de mal humor, es todo - Peter de manera afable - ¡Oh!, él es el Detective Donnie Mayer.

-Gracias doctor, pero ya nos conocimos ayer… además no se preocupe, esos comentarios me tienen sin cuidado.

Capítulo 3
El azúcar de la paz

Una vez que Darla llegó a su puesto de oficina, se encontró con Crowe y el Det. Tony Morielli, hablando en su escritorio, lo que la hizo sonreír.

-Hey, chicos.

-Tienes mala cara - indica Tony sonriendo.

-Eso se debe a que no está lista la autopsia y tu compañero estaba alegando sus años de servicio para pasar sobre mí, sin contar que se apareció Johnson haciendo de galán con la nueva fiscal - tomando asiento en su escritorio.

Ambos detectives rieron ante la historia, pero luego observaron como los involucrados menos el doctor, llegaron al piso. Don se dirigió hasta ellos, mientas los fiscales siguieron su camino hasta sus oficinas.

-Hey, Darla, bonita manera de patearle el culo a la fiscal - Don acercándose a sus compañeros.

-Fue ella la que empezó - alegando con asombro

-¿Qué coño hiciste Darla?- Preguntando Crowe con semblante serio

-Nada, Richard… y tenías razón esta mañana - asintiendo con la cabeza

-¿Qué hizo?- preguntando nuevamente Crowe pero dirigiéndose a Mayer

-Bueno le dijo que era bella y luego que era fea, para culminar con Margaret Thatcher - sonriendo levemente.

Tony reía a carcajadas por el suceso y Crowe observaba recriminado lo sucedido a su compañera.

-No me mires así, yo estaba siendo amable, pero ella tomó todo por donde no era, díselo Don - sonriendo también

-Bueno, es cierto, Darla fue amable a su modo, además sólo estaba bromeando con Peter, pero la mujer reaccionó furiosa.

-¡Ves!.. Qué culpa tengo que ella sea más engreída que Johnson - dejando claro su inocencia.

-No me importa, es fiscal y nosotros trabajamos con ellos, no conviene tenerlos de enemigos, el Capitán  nos arrancará la piel si eso sucede y lo sabes - advirtió Crowe preocupado por lo sucedido.

-No te preocupes, yo lo solucionaré.

Luego de su pequeña discusión, Darla estaba a la expectativa de toparse con Morris y ofrecerle sus disculpas; luego de dos días su oportunidad llegó, la vio salir de su oficina y caminar hasta el área del café, que se encontraba al final del piso justo al lado de las salas de interrogatorio, decidida a limar asperezas se puso de pie y caminó hasta el lugar, encontrando a la fiscal tratando de ubicar las tazas y el azúcar. Sonrió a la escena, la mujer estaba abriendo todas las puertas del lugar sin hallar su objetivo.

-Allí no va a encontrar lo que busca - haciendo que la mujer volteara sobresaltada.

-¿Cómo sabe que busco?- preguntó arrogante.

-Yo soy detective, no lo recuerda… Usted busca las tazas, pero están aquí -  agachándose y sacando un pequeño vaso de anime de un cajón - tome.

-Gracias… bueno, hoy es más amable que la última vez que la vi - percatándose del cambio de actitud y notando como la detective era ligeramente más alta que ella.

-Así es… por cierto quería disculparme por lo dicho…yo sólo estaba molesta por la autopsia, no debí tratarla así - extendiéndole el azúcar en señal de disculpa.

-Acepto sus disculpas, sólo espero trabajar de la mejor manera con todos ustedes - aceptando el azúcar, pero justo cuando iba a pronunciar otra palabra, sonó el teléfono de la detective.

-Hernández… bien, voy para allá, pídeme un chaleco mientras bajo, adiós - terminando la llamada - lo siento debo marcharme, que tenga un buen día Morris - saliendo apresuradamente del lugar.

-Gracias, igual detective - alcanzó a decir, sin embargo no pudo negar el agrado que sintió por las disculpas ofrecidas.

Capítulo 4
Almuerzo

Darla estaba en la oficina cuando se percató que era la hora del almuerzo, repentinamente sintió el aroma delicioso a comida, instintivamente se levantó de la silla y se elevó sobre la punta de sus pies para hacer un barrido visual por todo el piso, al instante notó que Morris estaba de pie en el puesto de Don y Tony, esbozó una sonrisa y decidió ver qué sucedía en el lugar.

A su llegada se percató del origen del delicioso olor, Tony estaba con una vianda de comida devorando literalmente el interior, Morris permanecía de pie con una carpeta en sus manos, mientras que Don escuchaba atentamente a la fiscal. Se acercó y observó que la comida de Tony tenía un aspecto curioso.

-Hey chicos - saludando a todos, que asintieron con la cabeza en respuesta - ¡Waooo Tony!… ¿no sabía que te gustaban los testículos de cordero?- Don se carcajeó literalmente en su silla, mientras que Morris casi escupe una risa estruendosa, pero se contuvo rápidamente volviendo a su frialdad acostumbrada.

-¿Qué diablos dices?... ¡son albóndigas!

-¿Y por qué son tan grandes?- preguntó Darla sonriendo.

-Porque las hice yo - espetó Tony

-¿Y tu novia?- Don sorprendido por saber que Tony cocinó.

-La dejé… no sabe cocinar - comiendo otro pedazo de albóndiga.

-Bueno Tony… creo que no necesitas comer testículos después de todo - Darla sonriendo y percatándose que Morris no emitía ningún comentario.

-¿A qué te refieres?- Tony confundido por la pregunta

-Que tu nivel de testosterona es tan alto, que algún día detendrá tu corazón… ¿Cómo puedes vivir con ese machismo?

-Mi testosterona está perfecta… la mujer debe cocinar - aclaró.

-¿La mujer debe cocinar?... ¿En qué siglo vives?

-En el presente Darla.… ¿Además de qué hablas?... todos sabemos que te gusta la cocina - con sarcasmo.

-Sí, me encanta cocinar - afirmó - me gustan los sabores de las diferentes combinaciones que puedes crear… pero no reflejo mis  complejos en la cocina. 

-¿Qué dices?- Tony confundido

-Bueno, es la primera vez que veo albóndigas tan grandes… no me dirás que fue…  ¿Por qué las hiciste tú?- Don volvió a reír, sabía a lo que Darla se refería, esta vez Elizabeth casi escupe otra risa al entender el comentario.

-¿Si quieres te muestro mis testículos?- de manera soez, sin importarle la presencia de la fiscal.

-No Tony, hoy no quiero ver canicas - riendo y haciendo a todos reír, esta vez Elizabeth escondió su risa con los documentos en su mano.

-¡¿CANICAS?! - furioso.

-Sí,  canicas…Tony… para mí, el hombre que despide una buena mujer sólo por no cocinar… es un idiota… exactamente como tú – sonriendo.

-Darla tiene razón… eres un machista idiota - aseveró Don.

-Váyanse a diablo los dos - levantándose furioso y marchándose del lugar.

-Te felicito Darla, esta vez lo golpeaste duro - Don sonriendo.

-Bueno alguien tenía que hacerlo… Lo siento Morris, no debiste escuchar esas palabras - aunque ella supo que la fiscal en el fondo se divirtió con todo el episodio.

-No se preocupe detective… Mayer avíseme cuando a Morielli le baje el nivel hormonal y terminamos la conversación - dijo secamente para retirarse también, pero le había encantado todo lo sucedido, porque ella pensó lo mismo que Darla al ver la comida del detective, entró a su oficina y fue allí donde liberó su risa recordando todo, le agradaba Hernández y no podía negarlo.

En las siguientes semanas Elizabeth fue trabajando con sus nuevos compañeros, poco a poco se percató de las diferentes personalidades de cada detective, lo que reflejaba notoriamente su forma de trabajo; el equipo conformado por Mayer y Morielli era dinámico, puesto que el primero era de gran antigüedad, esto hacia que conociera muchas personas y casos que facilitaban su trabajo, también era una especie de mentor para sus compañeros, además muy carismático; el segundo era un hombre con evidente machismo, continuamente sus convicciones ocasionan problemas de enfoque en los caso donde trabaja, especialmente cuando este involucra una mujer. Para ella era más agradable trabajar con el equipo conformado por Hernández y Crowe, la detective con un peculiar sentido del humor, el cual hacia inevitable reír a sus ocurrencias, también poseía un espíritu arrojado que la hacía entrar en muchos problemas, por tal razón comprendía como Crowe jugaba un papel de catalizador en su compañera, este equipo era muy eficaz en cada caso que trataba.

Luego de dos meses de ardua adaptación a una ciudad y un distrito muy duro, Elizabeth se desenvolvía con soltura en todo el departamento, conocía a todos y por su notoria frialdad mantenía alejado a los más audaces. Sin embargo algo estaba por cambiar.

Capítulo 5
Máscara

-Capitán tenemos un problema con el caso del detective Smith - irrumpiendo Elizabeth de manera inesperada en la oficina del Capitán.

-¿Qué pasó?- suspirando inicialmente

-Smith no le leyó los derechos Miranda al sospechoso lo cual arroja por tierra su confesión -  entregándole unos documentos.

El Capitán los tomó y comenzó a leerlos, frunció el ceño y salió de su oficina para buscar con su vista al responsable, encontrando Hernández discutiendo con su compañero, tomó una bocanada de aire exhalando un grito que hizo voltear a todos en el lugar.

-¡HERNANDEZ VEN A MI OFICINA DE INMEDIATO! - para luego entrar en su oficina y esperar a la detective, que entró pasado unos minutos.

-¿Qué sucede?- preguntó con extrañeza por la forma en que fue llamada

-Te dije que asistieras a los novatos -  el Capitán tratando de contener su furia

-Y yo los asistí, ¿Qué se supone que haga, llevarlos al baño también?

-Morris dile a Hernández que sucede.

-Hola, bien en el caso de la gasolinera, Smith no le leyó los derechos Miranda al sospechoso lo cual arroja por tierra su confesión -  expresó para notar como Hernández quedaba plenamente sorprendida.

-Entonces ¿Cómo los asististe Hernández?- preguntó severamente.

-Yo no debo indicarles leer los derechos Miranda, es obvio que tienes que hacerlo, no puede responsabilizarme por ello… yo lo ayudé a atrapar al sujeto, el interrogatorio estaba a su cargo, ¿Cómo se supone que aprenderá si no realiza el trabajo?- batiendo sus brazos molesta por lo ocurrido – Morris, él tenía posesión de Marihuana en el momento del arresto, ¿Cierto?

-Es verdad, eso lo procesara pero será por solo unos años, mientras lo acusamos del homicidio - tratando de mediar una solución, pues el Capitán se encontraba en silencio.

-Escucha desde este momento cambias de compañero, ahora serás la pareja de Smith y Crowe quedara con la otra novata Carter -   sin mirar a Darla.

-¡Capitán usted no puede hacerme esto! - consternada - no puedo trabajar con novatos usted lo sabe.

-Es una pena porque trabajas con él o te suspenderé, tú eliges - abriendo su gaveta a la espera de la placa y arma de la detective.

-Bien le informaré a Richard, ¿Qué pasará con el caso en el que estamos trabajando?- exhalando molesta.

-El caso se lo pasas a Crowe que trabajara con Carter y Smith, tú te enfocaras en el desastre del que eres responsable, coopera con Morris hasta solucionarlo - dando una mirada dura - Morris trabaja con Hernández en el caso.

-Sí, Capitán - fue la respuesta dada por ambas mujeres antes de salir de su oficina. Caminaron hasta el puesto de Crowe, aquí  se dispusieron a informarle de lo sucedido.

-Hey, tu nueva pareja es Carter - Darla sentándose en su escritorio

-¿De qué demonios hablas?- consternado.

-Smith estropeó el caso y fue reasignado con Hernández, ahora ella y yo debemos solucionarlo - contestó Morris

-¡Oh Dios!, así que ahora estaré a cargo de la guardería - recostándose de su silla expresando frustración

-No te das cuenta que no puedo trabajar con novatos… ¡voy a morir Richard! - llevando sus manos a su rostro y con notoria preocupación.

-¿A qué se refiere?- Pregunto Morris acercando una silla y sentándose justo al lado de la detective.

-Eso pasó hace un tiempo, sucede que ella estaba entrenando a un novato, durante un arresto todo salió mal y recibió un disparo en el pecho… pasó dos semanas en terapia intensiva, yo... yo creía que moriría - viendo como el rostro de la fiscal reflejaba preocupación por la historia contada - escucha eso no tiene que suceder nuevamente.

-Mejor usa chaleco - aconsejó la fiscal.

-Si…voy a usar chaleco hasta que me quiten al novato - destapando su rostro.

Temprano en la mañana la fiscal y la detective partieron con el expediente del caso para buscar a los testigos que ubicaran al sospechoso en la escena del crimen, también le dieron instrucciones al forense que revisara la evidencia una vez más en busca de una coincidencia concluyente.

Las calles de Brooklyn empezaban a mostrar su aspecto otoñal, las hojas empezaban a caer y el frío se establecía desplazando el calor del verano en las agitadas calles, una mezcla de melancolía se sentía en el ambiente, el tráfico se intensificaba en cada esquina. Aunque fue difícil llegar a la estación de gasolina donde ocurrieron los hechos, ambas mujeres se detuvieron decididas a buscar el enlace que ayudara a cerrar el caso de manera definitiva.

-¿Tienes los nombres de las personas que se entrevistaron en el momento?- Darla al detener el auto.

-Sí… son una dependienta de la tienda llamada Marissa Brown y otro hombre llamado booguiedogs - corroborando la información en la carpeta sostenida en su mano.

-Vamos con la dependienta y luego buscamos a booguie - saliendo del auto.

-Espera ¿Conoces a booguiedogs?- extrañada por la familiaridad de la detective, mientras salía del auto y su cabello ondulaba producto del frío viento.

-Es un drogadicto conocido, sólo espero que continúe con vida - dirigiéndose hasta la tienda para entrar - ¿Es usted Marissa Brown?- preguntó directamente a una joven que se encontraba en el mostrador de la tienda

-Sí, soy yo, ¿Qué desea?- extrañada porque la mujer sabía su nombre a pesar de no llevar ningún distintivo en su camisa

-Soy la detective Darla Hernández de homicidios y ella es Elizabeth Morris Fiscal de Distrito - mostrando su placa y presentando a la rubia - venimos para hacerles unas preguntas.

Luego de entrevistar a la joven, partieron con la afirmación de que recordaba con claridad el hecho y al perpetrador, sin embargo tenían que hallar a Booguiedogs  y eso era mucho más difícil. Cerca de las 2pm no habían almorzado, razón por la cual Darla condujo hasta un barrio donde conocía a varias personas, adentrando a la fiscal a un terreno totalmente desconocido.

-¿Qué es este sector?  - preguntó extrañada del aspecto diferente del resto de Brooklyn.

-Bushwick, es decir el barrio latino - volteando con una leve sonrisa - es tarde y tengo hambre, no sé tú…  pero yo me alimento tres veces al día.

-Igual que yo, pero ¿Vienes a comprar comida aquí?, hay mucha comida rápida en las calles - volteando a ver a la detective.

-Bueno, yo no consumo comida rápida, me gusta comer un jugoso almuerzo.

-¿Cuidas tanto tu salud?, eso no podría imaginarlo - manera sarcástica.

-No cuido mi salud - suspirando - los latinos no están tan acostumbrados a la comida rápida, cocinamos nuestro desayuno, almuerzo y cena, comidas suculentas, no un sándwich para salir del paso y yo… soy latina por si no lo sabías - devolviendo el sarcasmo

-Está bien… ¿Pero qué voy a comer yo?- preguntando curiosa

-Bueno, si deseas puedes comer conmigo, te aseguro que te gustará- volteando ligeramente para ver a la rubia.

-Acepto - desplegando una sonrisa, la verdad ella tenía que luchar para no sonreír a la detective, le agradaba mucho, pero aun no determinaba el por qué  exactamente - ¿Qué es este lugar?- peguntó al ver estacionarse en un pequeño restaurant.

-Es donde vamos a comprar nuestro almuerzo - saliendo del auto - este es un lugar de comida Dominicana, la dueña se llama Adela, vamos - invitando a la fiscal a entrar.

Una vez en el lugar la detective saludó a una mujer de aproximadamente 50 años, quien se acercó con los brazos abiertos, para abrazarla mientras la rubia esperaba justo a su lado mostrando una sonrisa gentil.

-Y dime niña ¿quién es esta mujer bella a tu lado?, ¿Dónde está el hombre?

-Ella es Fiscal de Distrito y me está ayudando con un caso específico, su nombre es Elizabeth Morris, - aclarándole a la señora.

-Hola, soy Adela - extendiéndole la mano a la rubia.

 -Soy Elizabeth -  estrecha su mano.

-Bueno ¿Qué vas a querer para comer?- preguntando Adela a Darla.

-Quisiera algo muy rico, así la dama a mi lado podrá comprobar cuan deliciosa es la comida latina - girando para sonreírle a Morris, quien correspondió la sonrisa.

-Ahhh…te pondré el plato más sabroso de todos, ¿van a comer aquí?

-No, por favor sírvela para llevar.

-No hay problema.

Adela colocó ambas comidas en viandas para llevar, luego se las entregó a Darla, quien se machó del lugar junto a Elizabeth.

-¿A dónde vamos ahora?, me tienes haciendo un tour por la ciudad. – preguntó Elizabeth devuelta en el auto

-Vamos a Prospect park - contestó Darla acelerando el auto.

Una vez  que estacionaron el auto en el parque, ambas se adentraron en el lugar lleno de personas hablando, paseando a sus mascotas, leyendo, realmente se llevaban a cabo muchas actividades simultaneas, lo  que sorprendió a la fiscal pues hasta ahora sólo conocía Central Park, no imaginó que Brooklyn tuviera un lugar así. Caminaron varios minutos y luego se sentaron en un área con mesas destinada a jugar Ajedrez, aquí Darla sacó los alimentos para servirlos y entregárselos a la rubia quien estaba agradada por todo el lugar en sí.

-Aquí tienes - la detective deslizando por la mesa un plato de comida y una gaseosa

-Gracias, ¿Qué es?- preguntó curiosa Elizabeth

-Es Bandera Dominicana, arroz, frijoles y pollo en salsa, come te gustará - esbozando una sonrisa

-No me queda la menor duda que me gustará - contestó sin poder evitar el agrado al lugar

-Gracias… así que ¿te gusta el lugar?- con mirada curiosa, pues estaba a punto de descifrar algo importante sobre la mujer al frente

-Me encanta a decir verdad - inicialmente con un brillo en sus ojos, para luego probar su almuerzo - ummm y la comida es fabulosa.

Mientras almorzaban un pequeño cachorro llegó hasta Elizabeth y se paró en su pierna, fue inevitable que esta acariciara su cabeza, lo levantara del suelo jugueteando un poco, sus gestos de cariño corroboraron lo que la detective sospechaba desde hace un tiempo, luego el animal partió y ella se dispuso a mostrar sus cartas.

-Entonces, no eres la mujer fría que tratas de aparentar - afirmó para ver a Elizabeth casi escupir la comida por el asombro.

-¿De qué hablas? yo soy - pero la rubia no concluyó la frase.

-No…realmente no eres, desde hace tiempo he notado ciertos cambios en ti, pero hoy pude comprobar mi teoría…tú sólo finges ser dura y fría, pero en realidad eres una persona dulce y comprensiva - afirmó para seguir comiendo, observando como la rubia trató de rebatir lo dicho, pero finalmente no pudo.

-Bien, parece que mi secreto fue develado, sí, es verdad, yo sólo finjo ser dura, pero eso es porque - pero nuevamente no concluyó lo dicho, pues fue interrumpida.

-No tienes que decirme tus razones, yo no las necesito - dejando el tenedor en la mesa - pero quiero algo a cambio de mi silencio - observó inquisitivamente.

-¿Vas a chantajearme? ¡Es increíble!… bien que deseas ¿dinero?-asombrada por lo escuchaba.

-Sexo - mirando a los ojos sorprendido de la mujer.

-¡QUEEE!, ¿estás loca?- sorprendida pero casi al instante vio carcajearse a la detective, lo cual la hizo dudar de su petición.

-Es broma, claro que no - regresando de su risa efusiva - quiero me trates como realmente eres, nada de máscaras conmigo, ¿ok?

-Muy graciosa - tuvo la leve intención de reír pero se mantuvo firme - y ¿cómo crees que te puedo tratar ahora que sabes que no soy así?

-Umm tienes razón - dándose cuenta de lo tonta de su solicitud.

-Pero como tú petición obviamente está cumplida, espero tu discreción.

-Mis labios están sellados - continuando con lo último de su comida.

Luego del almuerzo partieron del lugar mucho más relajadas, pues ya Elizabeth no contenía la risa y se mostraba más amable, lo cual sorprendió un poco a Darla quien no paraba de hacer bromas; se dispusieron a buscar a booguiedogs, pero ya entrada la noche fue imposible. Por tal motivo decidieron dejar su cacería para el siguiente día.

Lograron finalmente cerrar el caso, debido a que el equipo de medicina forense encontró unas fibras que incriminaban directamente al sospechoso. Razón por la cual ya no tenían que buscar al otro testigo; pero Darla finalmente tuvo que iniciar labores con el novato muy a su pesar.

Capítulo 6
Conociéndose

Las semanas pasaron y tanto la detective como la fiscal se llevaban muy bien, se reían cuando nadie las observaba y se comentaban sus problemas, habían establecido una relación muy agradable para ambas, dentro del ajetreo laboral, encontrarse resultaba muy especial.

Elizabeth se daba cuenta del estrés al que estaba sometida Darla por culpa del novato, una tarde observó como ésta se dirigía hasta el área de la cafetería, razón por la cual ella se trasladó también al lugar.

-Veo que aun no te adaptas al novato - parándose al lado de la detective justo al frente de la jarra de café.

-Tienes razón, no me gusta… el chico no escucha razones, es… frustrante - colocando su taza para servirse.

-¿Y no puedes dejarlo solo porque estropearía todo de nuevo?- tomando la taza de la detective para servirle.

-Gracias -   al observar el gesto - exacto y sí lo estropea estaré suspendida - tomando la taza y bebiendo un sorbo.

-Soporta un poco más, estoy segura que pronto le asignaran a otro compañero - tomando la taza de las manos de la detective y bebiendo un sorbo, dejándola completamente sorprendida.

-¿Ahora robas mi café?

-Yo te lo serví, digamos que es mi cuota - sonriendo, devolviendo la taza a su dueña.

-Estaré atenta para quitarte mi cuota - sonriendo para salir - nos vemos.

-Ok - sonriendo.

Darla comenzaba a sentirse diferente junto a Elizabeth, de alguna manera le gustaba sentirla cerca, la rubia era muy dulce y en ocasiones pícara con ella, tomando en cuenta que nunca había tenido esa clase de atención, ni siquiera por Héctor, su mejor amigo, era algo especial y le agradaba; Elizabeth por su parte, tenía una manera fría de tratar a todos, pero con la detective era diferente y a pesar  que ocurrió gracias al instinto infalible de la primera, ella agradeció que sucediera, ya que le costaba ser dura con el carisma de Hernández.

-Hola -   Darla saludando a la fiscal entrando en las salas de interrogatorio - ¿Qué haces aquí sola?

-Hola…estaba con el detective Jackson, pero él ya salió con un sospechoso y yo me quedé haciendo unas anotaciones… ¿y tú qué haces aquí?

-Ahhh… yo estoy buscando a Richard…me pidió que almorzáramos juntos, pero no logro ubicarlo…y ya tengo hambre.

-¿Van a comer comida latina?- preguntó curiosa. 

-Tal vez… ¿por qué?

-Bueno, yo tengo hambre… y si Crowe no aparece ¿pues?... -   fingiendo inocencia.

-En verdad me sorprende tú sutileza - riendo por la forma pícara de la propuesta - está bien… ¿quieres almorzar conmigo?

-¡Claro!… ¿vamos a Prospect park?-  sonriendo ante la invitación.

-Si… y deberíamos partir antes de que aparezca Richard – sonriendo.

-Vamos -  saliendo rápidamente escoltada por la detective.

Compraron comida Puertorriqueña, cuando llegaron a Prospect park, Darla buscó un lugar hermoso y tranquilo junto a un gran árbol que daba al frente del lago.

-¡Este lugar es muy hermoso! - Elizabeth asombrada.

-Siéntate -  Darla que ya se había quitado su chaqueta, haciendo señas para que la fiscal se sentara junto  al árbol.

-¿Pero… tú chaqueta se ensuciará?-   haciendo alusión a la chaqueta de Darla estaba extendida en el césped.

-No te preocupes por eso… hay tintorerías… siéntate - dejando la comida en el piso y extendiéndole su mano hacía Elizabeth.

-Gracias -   tomando la mano ofrecida y sentándose cuidadosamente para que su falda no se ensuciara.

-Nunca has mencionado a tu familia - preguntó curiosamente Elizabeth.

-Eso es porque ellos murieron, fue hace mucho… mi familia es Héctor, mi mejor amigo - contestó Darla sacando la comida.

-Lo siento…no quise - pero fue interrumpida por la detective.

-No te preocupes…yo debí contarte antes, ¿Cómo ibas a saberlo?- girando su rostro ofreciéndole una sonrisa.

-Gracias…vamos a comer - sonriendo, pero lo dicho por Darla la entristeció, no quiso empujar el tema, quería disfrutar el almuerzo.

De esta manera ambas empezaron a comer, estaban riendo y Darla bromeaba sobre una mujer de gran volumen que se había vestido con pintas animales. Elizabeth estaba fascinada por la comida que estaba empezando a ser su favorita, por el lugar tan bello y tranquilo, pero sobre todo, estaba muy agradada por la compañía, la detective lograba hacerla reír mucho y eso le encantaba.

-¿Qué buscas?- preguntó Darla al ver como la fiscal buscaba con afán en su bolso.

-Tengo…aja aquí esta… el postre - la rubia exhibiendo un chocolate - vamos a compartirlo - pero no logró terminar la acción porque la detective se abalanzó sobre ella y le robó literalmente la golosina, haciéndola reír - ¿Qué haces? ¡Es para las dos!- riendo con el cuerpo de la otra mujer sobre el suyo, sensación que no fue desagradable.

-No, esta es mi cuota… yo te invité la comida - riendo cerca de la cara de la rubia.

-Bueno, entonces me tocará robarte mi parte - para coger con sus manos las costillas de la detective y hacerle muchas cosquillas.

-Es trampa - riendo a carcajadas por la acción, desplomándose sobre su espalda con la fiscal ahora sobre su cuerpo, pero no soportó el ataque y soltó el dulce.

-Ahora es mío - Elizabeth riendo con el chocolate en su mano - bueno voy a compartirlo - sentándose, viendo como la detective se sentaba junto a ella riendo - aquí tienes - entregándole la mitad.

-Eres muy tramposa… lo tomaré en cuenta - tomando su parte para comerlo, pero luego su teléfono empezó a sonar - Hernández… estoy fuera… ¿qué pasa?- girando su rostro observando su reloj - ¡Dios!… no sabía que era tan tarde… no estoy jugando… estoy verificando algo Smith… posiblemente mañana… está bien… adiós - terminando la llamada.

-¿Qué pasó?- preguntó la fiscal.

-Era Smith…estaba nervioso pues no sabía nada de mi… ¿sabes algo?, son las 4pm.

-¡QUEEEEE!… ¿Hemos pasado toda la tarde aquí?- con asombro, para ella el tiempo fue muy corto.

-Toda la tarde… pero a mí me pareció menos a decir verdad.

-A mí también… ¿Piensas regresar?

-No…. ¿y tú?

-Yo tampoco -   sonriendo - ¿Qué vamos a hacer?

-¿Por qué no vamos a dar una vuelta en el parque?- preguntó Darla.

-Vamos -  sonriendo a la invitación.

Una vez que concluyeron su paseo, ambas mujeres se encontraban con una sensación de embriaguez, había sido una tarde muy especial. Darla llevó a Elizabeth hasta su casa en Manhattan pues eran casi las 7pm. Cada una quería que se repitiera la cercanía que habían compartido, las risas, la comida, el paseo, todo.

Capítulo 7
Oscuridad

Mayer y Morielli trasladaban a un posible testigo de homicidio a la estación de policía, mientras Crowe comentaba un caso difícil con Hernández.

-Entonces, sí eres experto, ¿para qué me preguntas?- Darla levantándose de su silla y abriendo los brazos.

-No soy experto, es que… Te digo que la mujer tiene serios motivos para el homicidio, pero algo en ella me hace ver que me equivoco.

-Te diré una sola palabra “Polígrafo”, es todo lo que necesitas, no me vengas con tu instinto a relucir, sí ella miente o no el polígrafo lo dirá - colocando ambas manos sobre el escritorio inclinando su cuerpo hacia su ex-compañero.

-Hay personas que logran burlar esa prueba y lo sabes - recostándose de su silla.

-Bien, pero es lo único que puedes usar que te permita aclarar esa duda, hasta que Peter no indique una prueba forense, eso es todo - observando cómo se acercaba Don.

-Hey, Darla, tenemos un posible testigo de homicidio pero habla español, ¿puedes tomar su declaración?- Don rascando la parte posterior de su cabeza.

-Ahora regreso, pero piénsalo, vamos Don - a Crowe para luego ir a la sala de interrogatorios, entró en la sala adjunta y se encontró con Tony y Elizabeth - ¿qué sucede?

-Bien, el hombre pudo ser testigo de un homicidio que ocurrió en Calvert Vaux Park, es un indigente, pero sólo habla español, un oficial le indicó sus derechos y le explicó para que lo necesitábamos, es todo - entregándole Tony una carpeta con anotaciones del caso.

-Hola Morris - Darla con leve sonrisa al ver a la rubia, la cual asintió con la cabeza en respuesta – ok, déjame ver al sujeto - tomando las llaves de la sala y la carpeta para colocarse justo al frente del cristal falso que exponía el rostro del hombre. Pero al instante de verlo una furia incontrolable se propagó en su interior, sus ojos que normalmente están alegres y relajados cambiaron de manera abrupta dando paso a un vacío oscuro, apretó con fuerza las llaves en su mano y sus dientes, todo el semblante de su rostro cambió a uno totalmente desconocido por todos los presentes. Morris fue la primera en notar lo que sucedía, se aterró de la reacción silenciosa, nunca imaginó que Darla  pudiera transfigurar su rostro de esa manera, luego siguieron Don y Tony.

-¿Darla que te sucede?- preguntó Tony preocupado al ver la reacción.

-Nada, dame un minuto -   entrando en la sala de interrogatorio cerrando la puerta con llave, acción que fue percatada por Tony.

-Don cerró la puerta con llave, ¿algo está mal?- pero luego observó como Hernández se desplazó justo hasta el auricular y lo desconectó - ¿Acaba de cortar el sonido?... esto no está bien - con evidente preocupación.

-Espera Tony - Don, al observar cómo Darla colocó la carpeta en la mesa y se dispuso a hablar con el hombre.
        
-¿Qué demonios haces aquí?- Darla furiosa frente al hombre consumido por  las drogas y el alcohol.

-Quería verte -   el hombre con voz temblorosa.

-¿Es un broma supongo?-   sentándose en la silla.

-Perdóname, por favor -   exponiendo lágrimas en su rostro.

-¿Por qué llora?- pregunto Elizabeth a los detectives a su lado, pero al voltear ambos negaron con la cabeza y se encogieron de hombros.

-¿Perdonarte?, ¿perdonarte dices?… ¡ERES UN MALDITO, ESO ES LO QUE ERES! -   levantándose furiosa de la silla tirando la misma a un lado - ¿CÓMO TE ATREVES A DECIR ESO?…Y VIENES AQUÍ PARA HACER PERDER TIEMPO EN UNA INVESTIGACIÓN - abriendo sus manos en el aire para luego colocarlas en su cintura.

Sus compañeros estaban afuera de la sala sorprendidos por lo que se estaba desarrollando adentro, pero no tomaron acción puesto que aun consideraban que era un interrogatorio.

-Yo sé que me odias pero… eres lo único que tengo, entiende - explicaba llorando.

-NO TIENES NADA, ME OYES… TU ACABASTES CON TODO LO QUE TENÍAS - gritando y apoyando sus brazos en la mesa - ¿vistes o no vistes lo del homicidio?- tratando de contener su furia.

-Sí vi, pero no diré nada hasta que me escuches.

-¿Qué no vas a decir nada?- completamente sorprendida, pero luego se abalanzó sobre el hombre y lo tomó por su pecho empujándolo contra la pared con mucha fuerza para luego decirle - tú no pones las reglas…vas a decir todo, si es que viste algo… te juro por Dios que te mataré si vuelves a aparecer en mi vida - golpeándolo nuevamente contra la pared con fuerza.

Ambos detectives y la fiscal quedaron en shock viendo lo que sucedía, no podían creer que Darla agrediera al hombre de ese modo.

-¡Hay que sacarla de allí ahora, es agresión policial! - Elizabeth con las manos en la cabeza.

-Vamos - Don para que Tony lo siguiera, ambos empezaron a llamar a Darla y a golpear la puerta con fuerza para derribarla, pero todo era inútil la puerta estaba firme. El bullicio hizo que todos los detectives dieran una mirada al lugar, pero sólo Crowe se levantó y  fue directamente hasta allí, ya que escuchó que llamaban a Darla.

-¿Qué pasa?- pregunto Richard a los hombres que golpeaban la puerta.

-Darla enloqueció, está golpeando al testigo - Tony desesperado.

-¿Qué?- Crowe entró y observó a Morris con sus manos aun en la cabeza y luego vio cómo Darla tenía al hombre contra la pared hablándole muy cerca de su rostro - ¡Dios mío hay que sacarla! -  sorprendido por la escena salió para ayudar a sus compañeros en la puerta.

-Escúchame…estoy muriendo - suplicó el hombre, pero fue golpeado nuevamente por la detective.

-No sabes la alegría que me da, tu muerte es lo único que deseo en este mundo - con mucha furia - déjate de pendejadas de no hablar inglés, vas a contarles todo lo que viste… pero te advierto por última vez…no te acerques a mi nunca más, ya me hiciste suficiente daño…¿ENTENDISTE?- golpeándolo nuevamente contra la pared, pero al observar como el hombre asentía con la cabeza en medio de llanto, lo soltó con fuerza, haciéndolo caer al suelo y luego advertirle  - nunca más - tomando las llaves para ir a la puerta y abrirla.

-Apártense, ella va a salir -   Elizabeth caminando hasta la puerta, observando como todos se hacían a un lado.

-Te contará todo -  al salir.

-¿Qué diablos estabas haciendo?-  Don furioso.

-Eso es agresión policial -  acotó Tony.

-¡QUIEREN DEJARME EN PAZ! - gritó furiosa a todos los presentes.

-¿Darla qué te sucede?-  Crowe acercándose para tomarla del brazo, pero ella lo rechazó al instante.

-Déjame en paz - empezando a salir del lugar pero fue detenida por Richard.

-No puedes irte… vas a tener que ver al Capitán, esta vez estás hasta el cuello.

-No tengo que verlo - de espaldas a los presentes, tomó su placa y su arma, volteándose para entregárselas a su ex-compañero - tú puedes dársela por mí - luego se marchó.

Todos quedaron atónitos por lo que hizo la detective, se miraban las caras, no entendían lo que sucedía, Elizabeth miró con pesar como Darla se marchaba, sentía un profundo dolor en su corazón; luego el hombre salió de la sala.

-Yo no levantaré cargos no se preocupen -   el hombre tratando de enderezar sus ropas.

-¿De qué está hablando? espere... ¿No se suponía que usted sólo hablaba español?- preguntó Don.

-Mentí, y les contaré todo lo que vi.

-No es tan sencillo… igual tiene que dar declaración de lo ocurrido - aclaró Elizabeth.

-¿Tengo que hacerlo?

-Sí… debe explicar los motivos de lo ocurrido en la sala.

-Bien, pero se lo diré a usted, no a ellos – señalándola.

-¿Por qué a mí?- preguntó Elizabeth sin comprender.

-Porque tal vez entienda todo, pero otra cosa no quiero que nadie escuche lo que diré, después puede tomar cualquier decisión - el hombre volviendo a la sala y recogiendo las sillas para después sentarse.

-Morris ¿eso es posible?- Pregunto Crowe.

-Sí, realmente es posible… después de contar su historia, si considero que Hernández forzó una declaración a través de la agresión, tendré que levantar cargos - respondió con pesar en sus palabras, ella no quería hacer tal cosa, ni siquiera quería escuchar al hombre, se encontraba preocupada por la forma en que la detective se marchó - no te preocupes Crowe, déjame ver que tiene que contarme - entrando en la sala de interrogatorios, cerró la puerta, se sentó, tomó la carpeta del caso y procedió a escuchar lo que el hombre tenía que decir - ¿y bien?

-¿Sabe por qué la escogí?- frotando sus manos.

-No.

-Ella se lleva bien con usted, las vi reír mucho en el parque hace un tiempo -  dejando sorprendida a la mujer.

-¿A qué se refiere? ¿Usted nos siguió esa tarde?-   en completa confusión.

-Sí, yo las seguí - suspirando - mi nombre es José Hernández y soy el padre de Darla -  observando el asombro de rubia.

-No puede ser, ella no tiene familia, fallecieron - ratificando la historia contada por Darla.

-Como ve, estoy muerto para ella… yo soy el causante de muchos de sus pesares, por no decir todos… cuando llegué a la ciudad fui de inmediato a buscarla, pero ella me rechazó pues hay heridas que no sanan…fui a parar a las calles y la odié por mucho tiempo…pero ahora muero, tengo cirrosis producto de mi alcoholismo y quería pedirle perdón - empezando a llorar - yo necesito su perdón para poder morir, no puedo irme sabiendo que dejo el alma de mi hija oscura por mis acciones - secándose las lágrimas.

-Pero ella es alegre -   Elizabeth en completa confusión.

-No…ella puede decir bromas y tratar alegremente a todos, pero…hay una profunda oscuridad en su interior y yo soy el responsable, lo que vio hace instantes fue sólo una muestra del odio de mi hija hacia mi -   observando como una lágrima rodaba por la mejilla de la mujer al frente, mientras su rostro expresaba total asombro y tristeza a la vez - yo la he seguido, buscando la forma de acercarme… pero nunca encontré el momento, luego vi lo que vi…y pensé que era perfecto, ahora no quiero que ella pierda su empleo y su vida por lo que sucedió.

-E…ella no lo perderá, no se preocupe - limpiando la lágrima de su mejilla - voy a salir, después entraran los detectives y les contará todo lo que vio del homicidio -   levantándose de la silla para salir de la sala, pero justo en la puerta el hombre la detuvo.

-No le cuente a nadie lo que acabo de decirle – suplicando.

-Nadie sabrá lo que usted me acaba de contar -   saliendo y encontrándose a los detectives intrigados por lo que sucedió - chicos entren por su declaración.

-¿Qué te  dijo?- Preguntó Crowe.

-No se levantaran cargos… ahora debo salir - secamente para partir del lugar pero fue detenida nuevamente.

-El Capitán ya sabe todo lo ocurrido y quiere verte -  indicó Tony.

-Está bien - continuando su camino, dejando a los hombres más intrigados que antes.

Capítulo 8
Cobijo

Luego de ver al Capitán y explicarle hábilmente lo que sucedió, la razón para no levantar cargos sin develar la identidad del hombre involucrado; fue al estacionamiento y empezó a llamar al teléfono de la detective pero se encontraba apagado, se sentó en su auto ya eran las 7pm y la noche empezaba su fría estampida, recostó su cabeza en el asiento para pensar donde podría estar, luego de unos minutos sus ojos se abrieron, supo al instante donde estaba - claro ¡Prospect park! -   encendiendo el auto y salir rápido a su destino.

Una vez que llegó al parque se enrumbó en la búsqueda de la detective, sabía que estaba allí en algún lugar del parque, por tal razón inicio en el lugar donde almorzaban frecuentemente, pero pronto se daría cuenta que allí no estaba, de esta manera siguió su caminata. Por cerca de media hora estuvo andando todo el parque hasta que observó a unas personas reunidas leyendo un libro y se percató que en el banco que se situaba detrás de las personas estaba la detective, esto la hizo sonreír, se acercó con cuidado sentándose justo a su lado sin ser descubierta.

-¿Me podrías decir que están leyendo?- preguntó de forma ingenua observando a la mujer a su lado.

-Poesía - volteando para contestar, pero quedó sorprendida de ver a la fiscal allí justo a su lado - ¿Qué haces aquí?

-Te estaba buscando – sonriendo.

-¿Qué quieres?- preguntó secamente apartando la mirada de la rubia, dejando a ésta sin palabras, no pensó que Darla le hablaría de esa forma, por un instante notó que su mirada tenía un vacío profundo que la hizo estremecer.

-Estaba preocupada por cómo te marchaste -   contestó finalmente en un tono de voz suave.

-No tenías porque - suspirando - sólo quería pensar es todo - más amable y disipando de su mirada esa oscuridad que segundos antes presentaba.

-Bueno, eso no lo sabía, pero también tenía que decirte que todo está bien - expectante a la reacción de la mujer a su lado.

-¿A qué te refieres?- volteando para ver a la rubia intrigada por lo dicho.

-No se levantaran cargos por agresión, además el Capitán te envía esto - depositando dulcemente la placa en sus manos.

-¿No estoy suspendida?-   observando y acariciando su placa con el pulgar.

-No, y el Capitán tampoco quiere matarte, así que no hay razón para  no regresar mañana -   con expectación, al principio quiso decirle que sabía lo de su padre, luego decidió no mencionarlo, no quería que tuviera una reacción como en la tarde.

-Gracias - apretando la placa en su mano para levantar su rostro y observar a las personas leyendo.

-¿Te quedarás aquí toda la noche?...hace mucho frío - volteando a ver también a las personas del lugar.

-No sé. - contestó encogiéndose de hombros.

-¿Por qué no vas a casa?-  volteando a ver a la detective.

-No quiero ir a mi casa - después de unos segundos de silencio.

-¿Por qué no te quedas esta noche en mi casa?-   temiendo la respuesta.

-¿De qué hablas?-   con extrañeza por lo dicho, volteando a ver a la rubia.

-No quieres ir a tu casa, entonces ven a la mía -   sonriendo esperanzada a que aceptara.

-Está bien - finalmente después de unos segundos de pensarlo, ella no quería volver a su casa, no quería hablar con Héctor del asunto, supo que era mejor marcharse con Elizabeth.

De esta manera ambas se levantaron del banco y caminaron hasta el auto de Elizabeth, ya que Darla había dejado el suyo en la estación. Partieron rápidamente del lugar y se enrumbaron hacia Manhattan. En el trayecto Darla no pronunció palabra alguna, lo que hacía que Elizabeth se sintiera un poco incómoda. Una vez que llegaron a apartamento de la fiscal, Darla se sorprendió de lo grande e iluminado y pensó “tanto espacio para una sola persona”, luego prefirió dejar de pensar, sólo se desplomó en el gran sofá de la sala en silencio.

-¿Quieres algo de comer?- preguntó la fiscal.

-No…..pero ¿puedes darme un vaso de agua?

-Claro - dejando su cartera en la mesa para ir a la cocina - toma - entregándole el vaso de agua.

-Gracias - su rostro empezaba a mostrar agotamiento, luego de terminar su vaso de agua colocó el mismo en la mesa del centro para deslizar su cuerpo a un lado del sofá y quedar plenamente recostada.

-¿Qué haces, no puedes dormir aquí?-  Elizabeth sorprendida.

-¿Entonces dónde dormiré?- preguntó con los ojos cerrados.

-Ven acompáñame - haciendo que se levantara la detective y caminaran hasta la única habitación del lugar, allí se encontraba una cama grande para dos personas con finas mesas de noche con tope de vidrio - aquí dormirás -  dijo la rubia con una sonrisa.

-¿Pero esta es tú cama?-  sorprendida.

-¿Roncas?, ¿das patadas?, ¿sufres de insomnio?

-No.

-Entonces no hay problema, ¿quieres cambiarte?, tal vez tenga algo que puedas usar -   mirando su closet.

-Está bien - al principio Darla tuvo la intención de negar el ofrecimiento, pero luego pensó “no puedo ensuciar su cama con mi ropa sucia”, por tal motivo decidió aceptar. Luego de cambiarse en el baño, se deslizó dentro de las sábanas de la cama y rápidamente se quedo profundamente dormida.

Elizabeth se encontraba en la cocina tomando una bebida caliente, cuando entró a la habitación encontró durmiendo a la detective, sonrió y pensó “¿con que no roncabas eh?”, luego meditó de todo lo sucedido y se preguntó “¿cómo es que ella logra ocultar ese dolor?”; había visto el vacío oscuro en los ojos de la detective dos veces ese día, cuando observo al hombre y cuando estaba en el parque. Decidió no seguir pensando, procedió a cambiarse y a deslizarse con cuidado en la cama, pudo sentir el calor de la otra mujer a su lado, tuvo la intención de acariciar su cabello y de abrazarla, pero se contuvo, luego se giró para quedar en minutos profundamente dormida.

Capítulo 9
Despertador

El sonido irritante del despertador repiqueteó cerca de las 6am, haciendo sobresaltar a la detective que dormía profundamente, por tal motivo cayó de la cama golpeándose con el borde de la mesa de noche en la ceja izquierda causándole un corte; el estruendo del accidente y el sonido del despertador hizo despertar a la fiscal, quien rápidamente se giró y observó como la detective sostenía su cara con la mano mientras se sentaba de espaldas junto a la cama en el piso.

-¡Dios!, ¿pero qué te sucedió?- acercándose a Darla pero al instante se sorprendió de ver como fluía la sangre de la cara.

-Tengo una herida - aturdida por lo ocurrido y observando con el ojo libre de sangre como la rubia se agachaba  frente de ella.

-Es mucha sangre, ven vamos al baño creo que tengo algo con que curarte - ayudando a la detective a levantarse para adentrarse en el baño. Aquí tomó un pequeño botiquín de primeros auxilios que tenía, limpió la herida profunda y luego presionó para detener la sangre, colocando una cura - listo, pero tendrás que ir al hospital, tal vez necesites sutura.

-Peter me suturará…gracias eres buena en esto - con una leve sonrisa al ver la manera rápida de curar su herida - por lo que veo otras personas se han cortado con tu mesa.

-Tú eres la única que le ha sucedido tal cosa, además tengo dos hermanos menores a los cuales tenía que curarles para que mi madre no los castigara – sonriendo.

-Tú camisa tiene sangre -   al notar como su pecho tenía un gran chorro de sangre.

-Déjalo así, casi pierdes un ojo por lo ocurrido -   disculpándose.

Luego de desayunar, se cambiaron de ropa y partieron rumbo a la estación, pero Elizabeth dejó a Darla en una estación de metro para ir a su casa, ya que ésta así lo quiso. Una vez que llegó al trabajo todos estaban preocupados pues no sabían nada de Hernández, ella tuvo la intención de contarles lo que había ocurrido y aclararles que ella estaba bien, pero no lo hizo, como podría explicar que durmió en su casa, en su propia cama, todo resultaría muy confuso, fue hasta su oficina para empezar con sus labores.

Tenía en las manos un caso que estaba preparando por el homicidio de una familia a manos de un vecino fanático, pero al leer todos los datos se percató que le faltaba una copia de la prueba toxicológica de una de las víctimas, decidió bajar con el Dr. Straatman para solicitársela; cuando entró en la oficina del doctor empezó a llamarlo, pues observó que él hombre se encontraba en la parte posterior de la misma con otra persona.

-¿Doctor Straatman?-  alzando levemente la voz.

-Hola Morris, aquí estoy - amablemente saliendo del fondo de la oficina, seguido por Darla quien llevaba un cura profesional en su ceja.

-Hola doctor, Hola detective - al fijarse en la mujer.

-Hola Morris - contestó Darla con una sonrisa que el doctor no vio.

-¿Qué sucede Morris? ¿En qué puedo ayudarte?- Peter acercándose a la fiscal.

-Estoy trabajando en el caso de la familia Jensen y no tengo la copia de la prueba toxicológica de Emily, ¿podría facilitármela?-   fríamente volviendo a su trabajo.

-Umm, sólo dame un minuto mientras la ubico - saliendo de la oficina.

-Observo que te ha suturado - acercándose a Darla con una ligera sonrisa, cuando ya se encontraban a solas.

-6 puntos de sutura exactamente - contestó devolviendo la sonrisa.

-Lo siento -   apenada por lo sucedido.

-Sí, deberías sentirlo -   duramente haciendo estremecer a la rubia - pues lo ocurrido se llama “agresión a un oficial de policía”.

-En ese instante el doctor Straatman llegó a su oficina, por ser extremadamente organizado sólo tardó un minuto en encontrar lo buscado, pero se sorprendió al ver a las dos mujeres muy cerca, se ocultó para  observar y escuchar lo que estaban sucediendo.

-¿Qué?-   la fiscal en completa sorpresa.

-Voy a levantarte cargos - sin poder contener la risa.

-Ahhhh, eso te va a costar, recuerda que soy fiscal de distrito…no me atraparas tan fácilmente detective -   riendo al ver que se trataba de una broma, se sintió aliviada porque había regresado a ser la misma de siempre.

-No te preocupes, ya idearé la forma de hacerte pagar por esto -   señalando su herida - por cierto Peter me  dijo que hiciste un excelente trabajo limpiando mi herida.

-¿Él sabe lo que sucedió?- preguntó la rubia asombrada.

-No, yo no le conté, pero me indicó que la persona que me limpió, hizo un buen trabajo -  sonriendo.

-Lo siento, no pensé que esa mesa de noche pudiera causarle ese daño a alguien - colocando su mano dulcemente en la mejilla izquierda de Darla, acariciándola con su pulgar.

-No te preocupes, pero te recomiendo que cambies las mesas o destruyas tú despertador -   sonriendo también, notando como su comentario hizo carcajearse a la rubia.

El doctor que se encontraba afuera viendo la escena con total asombro,  empezaba a preguntarse “¿Morris se está riendo?.. ¿Darla durmió en su casa?”, “pero acaso ¿están coqueteando la una con la otra?”.

-Creo que haré ambas cosas -   luego de calmarse un poco de la risa - me alegra que vuelvas a ser la misma - retirando la mano de la mejilla de la detective.

-Yo siempre he sido la misma, sólo que - suspirando - ayer viste una parte de mi que desconocías - sonriendo nuevamente.

-Lo sé -   devolviendo la sonrisa, ella entendía que si quería estar cerca de la detective, tenía que conocer también su lado oscuro, aunque preferiría borrarlo; luego se alejó de ésta - ¿el doctor Straatman está tardando?

Estas palabras hicieron alertar al doctor que se encontraba observando la interacción de ambas, razón por la cual entró luego de unos segundos.

-Hey, Morris aquí está la prueba - tratando de comportarse como si no hubiera visto nada.

-Gracias doctor - extendiendo su mano y tomando el documento - esta prueba confirma agentes alucinógenos presentes en su sistema, ¿cierto?- preguntando mientras leía la prueba.

-Sí, esta prueba es fundamental para establecer como esta familia fue intoxicada para mermar su voluntad y así poder ser sometidos al ritual.

-Gracias Doctor Straatman, bueno si tengo otra duda me comunicaré con usted, que tenga un buen día -  tomando el documento pero antes de salir, se percató que no se despidió de Darla, de manera subconsciente ella asumió que se marcharían juntas - igual para usted detective -   girándose secamente y sin mostrar sonrisa alguna, lo que dejó en completa confusión al doctor.

Darla sólo asintió con la cabeza y observó como la mujer se marchó, ella sabía perfectamente que frente a otros, la rubia podía ser un bloque de hielo, pensó “algún día tendré que saber ¿el por qué de su actitud?”

Cuando la fiscal salió de la oficina el doctor se giró notoriamente confundido y preguntó a la detective de manera directa.

-¿Cómo te sucedió eso?-   señalando la herida en la ceja.

-Ya te dije que fue un accidente, ¿Por qué me preguntas nuevamente?...deberías indicarme el tratamiento y cuando me retirarás los puntos - sin comprender el por qué de la pregunta.

-Bien, en 7 días te retiro las suturas y déjame escribirte el tratamiento - dándose cuenta que ella no diría nada del asunto con Morris, de esta manera escribió el tratamiento y se lo entregó - aquí tienes.

-Gracias Peter, no vemos - saliendo de la oficina del forense, dejando a Peter lleno de preguntas y dudas concernientes a lo visto anteriormente.

Capítulo 10
Casi

En los siguientes días, Darla sanó adecuadamente, sus puntos de sutura fueron retirados y su herida sanaba plenamente. Una tarde la detective salió del restaurant de Sabrina, pues se encontraba corroborando unos datos de cierta información con ella, mientras su novato compañero hacía lo propio con otro informante. Era una tarde gris y fría pues ya empezaba el invierno con fuerza en la ciudad, Darla empezaba a sacar su ropa de invierno que ese día constaba de un suéter cuello alto color naranja y un jeans un tanto desvencijado.

Luego de soportar el ataque por parte de la atractiva mujer, salió del lugar y pudo notar  en la vitrina de la tienda de ropa que se encontraba al frente, a otra muy atractiva mujer, que vestía una blusa muy fina color azul y una falda hasta después de sus rodillas ceñida a su cuerpo de color beige, admirando los modelos del aparador, esto causó que Darla sonriera pues supo al instante de quien se trataba. Cruzó la calle rápidamente acercándose a la mujer en cuestión.

-¿No se supone que deberías estar trabajando?- susurrando al oído de la rubia, sorprendiéndola.

Se giró para notar que la detective estaba peligrosamente cerca de su cuerpo -¿Qué haces aquí?-preguntó con apenas voz, su corazón latía con mucha fuerza, ella no sabía si era por haber sido descubierta o por tenerla tan cerca.

-Yo estoy trabajando… ¿Pero tú?- sonriendo a la reacción de la mujer.

-Yo...yo también estoy trabajando… estoy eligiendo ropa para la corte - sonriendo nerviosamente.

-Mientes fatal… porque no simplemente me dices que estabas tomándote un momento, yo puedo comprender eso -  riendo, pero aun muy cerca de la rubia.

-Entonces, sí sabes… ¿Para qué me acosas?- finalmente más relajada aunque su corazón seguía latiendo con fuerza.

-Porque me gusta verte en apuros -sonriendo y notando que su corazón estaba latiendo con fuerza - ahora tienes que comprar mi silencio…otra vez.

-¿Qué haces en Manhattan?- preguntó al notar que no estaba en su jurisdicción.

-Tengo un informante aquí que conoce bien Brooklyn.

-Bien…entonces ¿qué quieres a cambio de tu silencio?- acercándose provocativamente más a la detective.

-¿Qué tienes que ofrecerme?- contestó pícaramente.

-Qué te parece algo de comer, mira la hora y yo no he almorzado todavía - saliendo del íntimo acercamiento que habían establecido.

-Me parece genial -  sonriendo girándose hacia la rubia.

-¿Trajiste tu auto?

-Sí, está al otro lado de la calle, ¿vamos?-   señalando el auto con uno de sus brazos y con el otro tocándola en la espalda gentilmente.

-Vamos - sonriendo, a pesar que el contacto con Darla la hizo estremecer.

De esta manera ambas cruzaron la calle y entraron en el auto de la detective, sin siquiera percatarse que toda la escena había sido observada celosamente por Sabrina. Se marcharon a un restaurant conocido por Elizabeth, sin embargo Darla tuvo que estacionar el auto a una manzana del mismo.

Almorzaron en el lugar mientras Elizabeth le explicaba el por qué se encontraba viendo vitrinas y no en la estación o en los juzgados; una vez salieron del lugar les tocó caminar hasta el auto nuevamente, pero repentinamente un ventisca helada pasó por la calle e intempestivamente comenzó una lluvia muy fuerte, grandes gotas caían en el suelo y las mujeres salieron en busca de refugio, lo encontraron en la entrada de una tienda cerrada, su toldo y piso elevado eran de ayuda en el momento, ambas se refugiaron allí a la espera de que terminara el temporal.

-Esta lluvia pasará pronto - indicándole Darla a Elizabeth, pues ambas se encontraban sobre el piso elevado. 

-¿Cómo puedes estar tan segura?- mientras intentaba echarse lo más posible hacia la puerta a su espalda.

-Porque en esta fecha es común este tipo de lluvias, son fuertes pero no duran mucho - volteando para ver a la rubia que se encontraba tratando pegar el cuerpo a la reja a su espalda - ¿Qué haces?

-Trato de evitar mojarme la falda...es beige por si no te has dado cuenta - contestó aun concentrada en su movimiento.

-A ver déjame ayudarte -  Darla se giró al frente de la rubia tratando de tapar con su cuerpo a la otra mujer, se sostuvo con sus manos de la reja de la puerta, mientras sus piernas trataban de tapar la falda asechada por el agua – bien, así está mejor, ahora no te mojarás - pero al levantar la vista notó el rostro sonrojado de la rubia, observando que literalmente estaba sobre ella - creo que no es una buena idea después de todo - sintiendo su corazón sobresaltarse nuevamente, trató de soltar la pose pero la rubia deslizó sus brazos rápidamente hacia la espalda de ella aferrándose para detener el movimiento.

-Espera - con apenas un susurro - puedes caerte - fijando su mirada en la detective, pero hasta allí llegaron sus palabras, sintió el impulso de acercarse y besarla.

-No caeré - contestó, pero luego se sumó al silencio establecido, poco a poco fue cerrando el espacio entre sus labios para besar a la rubia, ella no estaba analizando la situación sólo se estaba dejando llevar, sin percatarse que la lluvia ya había cesado, pero de pronto una voz autoritaria la hizo salir del transe en el cual se encontraba, bajando rápidamente del sobre piso.

-¿Pueden explicarme que está sucediendo?- acercándose un oficial de policía a ambas mujeres, observando como éstas se separaban rápidamente sobresaltadas, notó que una de ella se encontraba armada.

-He…buenas tardes oficial, soy la detective Darla Hernández -  algo aturdida sacando rápidamente su placa que colgaba de su cintura y entregándosela al oficial.

-Ummm…es de Brooklyn, ¿Qué hace en Manhattan?- preguntó el oficial inquisitivamente, mientras la rubia permanecía en silencio.

-Estaba conversando con un informante que vive aquí y conoce Brooklyn -   pero notó como el hombre rápidamente posó su mirada en Elizabeth - ella es Elizabeth Morris fiscal de distrito - para aclarar que ella no era su informante.

-Es correcto aquí tiene mi credencial - sacándola rápidamente de su bolso y entregándosela al oficial.

-Saben en la posición en la que se encontraban hace un momento ¿verdad?-   devolviéndole la credencial a Elizabeth.

-Sí, pero no es lo que parece - contestó Darla al oficial.

-Está bien…aquí tiene su placa detective - acercándose a Darla - déjeme decirle una cosa más….tiene muy buen gusto, ella es muy hermosa - en voz baja y sonriente para alejarse de ambas mujeres

-¿Qué te ha dicho?- preguntó Elizabeth mientras observaba como Darla colocaba su placa en su cintura.

-Me dijo… - dudando un poco de la respuesta - que tenía buen gusto, pues eres muy hermosa - finalmente sonriendo.

-Ahhh - contestó para sumarse a la sonrisa cómplice de la detective, no hacían falta más palabras, ella sabía la posición comprometedora en la que se encontraban y de no ser por el oficial con toda seguridad se habrían besado.

Luego del episodio en Manhattan, tanto Darla como Elizabeth había entablado un coqueteo descarado, cada vez que se encontraban a solas una de ellas se encargaba de iniciar el acecho con la otra. Darla sabía perfectamente que había cambiando su relación con la fiscal a una que le gustaba, ir al acecho de la rubia, buscar las palabras para que sus ojos brillaran y en ocasiones sonrojarla, era algo simplemente inevitable, cada vez que la veía no podía dejar de cortejarla o coquetear con ella, era algo más allá de sus sentidos. Elizabeth se encontraba en la misma posición que la detective, no podía evitar la situación, inclusive coqueteaba con su mirada si se encontraban en un lugar que no pudieran hablar con fluidez.

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