Era agosto, un calor sofocante, la playa estaba hasta la bandera, no había hueco para nada y allí en medio se encontraba Rebeca, estaba con los ojos cerrados. Su cuerpo cubierto con un minúsculo bikini , a su lado un bolso marrón de piel donde tenía una botella de agua, un libro y unas cuantas monedas junto a las llaves del coche.
Una sombra tapó el sol que daba en su cara, intentó abrir los ojos y se encontró con Rico, él era el amigo, compañero de Rebeca desde hace dos años, se conocieron en el concierto de Río. Escuchando tocar a Mecano la cantante de moda de aquel tiempo, desde ese día habían experimentado muchas cosa, incluso se mudaron a vivir juntos. Rico era un joven bien parecido, ella era del montón no sobresalía por su belleza, sino por su gran personalidad, y su enorme corazón. Cuando tenía tiempo se dedicaba a la atención de los más necesitado, de chicas con problemas en una casa de acogida, donde recaían las mujeres que salían de la cárcel; allí pasaba Rebeca muchas horas, después siempre se pasaba por el bar de su amiga Rita, y se sentaba cada día en la misma mesa, tomaba como de costumbre un zumo de melocotón, y solía leer el libro que siempre llevaba en el bolso.
Esa tarde mientras se encaminaba al bar se detuvo en la calle “La flor verde” su nombre era debido a que en cada balcón había siempre flores. Levantó la mirada y sus ojos tropezaron con una flor tan hermosa y olorosa que se quedó por unos segundos ausente, oliendo el aroma que desprendían esas flores. Apresuró el paso pues Rita solía preocuparse si no llegaba siempre a la hora, Rebeca le tenía dicho que su vida no era tan precisa, que si no llegaba algún día que no se preocupara, porque algún día no llegaría, ya que ella soñaba con que su vida cambiara cualquier día, no es que estuviera mal con su vida simplemente no acababa de encontrar su sitio.
-Hola Rita.
-¿Qué tal Rebeca?
-¿Cómo te fue hoy en el trabajo?
-Normal nada del otro mundo, hoy entró una chica muy joven con S.I.D.A.
-¡Qué lástima! ¿No Rebeca?
-Si Rita, la vida a veces se porta de una forma rara, sin sentido.
Al cabo de un rato Rebeca se despidió de Rita y se dirigió hacía el apartamento que compartía con Rico, tuvo que pasar por la calle “De la flor verde” y su mirada como un resorte avanzó hasta el balcón donde antes había visto la flor, pero para su sorpresa se encontró con la silueta de una mujer, no muy mayor, no la pudo ver muy bien pero se quedó con esa sensación que suele pasar cuando algo llama tu atención y no sabes por qué.
Apresuró el paso pues Rico la estaba esperando para ir a cenar, pero antes de marchar echó un último vistazo al balcón y se encontró con unos ojos azabaches que la hicieron tropezar y perder el equilibrio, dando con sus huesos en el suelo. Se levantó sin mirar atrás y marchó. Esa noche en la cena con Rico le comentó esa sensación que tuvo con la chica del balcón. Los dos rieron con la caída de Rebeca y así acabó la noche.
Al días siguiente Rebeca volvió a la rutina de su vida, cuando llegó a la casa de acogida se encontró con la chica del S.I.D.A. Ana se llamaba.
-Hola Ana ¿Cómo va?
-Todavía estoy fuera de sitió, esto es nuevo para mí, espero acoplarme pronto.
-Si necesitas algo soy Rebeca vengo cada día.
-Gracias contesto Ana.
-¡Rebeca!- la llamó Sor Inmaculada- Me alegro verte, hoy tendrías que acompañar a Olga al hospital para hacerse el análisis.
-Claro Sor Inmaculada.
Al volver del hospital Rebeca observó que Ana hablaba con alguien, se acercó para saludar, y cuál fue su sorpresa cuando se encontró con esos ojos azabache que la hicieron caer, notó como sus mejillas se ruborizaban, y disimuló y rezó para que la interlocutora no la asociara con la chica que se cayó enfrente de su balcón.
-Hola Ana
-Hola Rebeca, mira quiero presentarte a una amiga se llama Jazmín.
-Hola encantada de conocerla Jazmín.
-Jazmín es una amiga que solía visitarme en la prisión y se enteró que salí y ha venido a ofrecerme su casa.
-¡Oh! eso es estupendo Ana.
Rebeca estaba hablando, pero sus ojos estaban fijos en Jazmín, esta parecía ausente. De vez en cuando miraba a Rebeca pero no mantenía su mirada mucho tiempo.
-Bueno- dijo Rebeca- encantada de conocerte Jazmín, ya nos veremos Ana
-Adiós Rebeca.
Esa noche Rebeca no puedo conciliar el sueño en su mente estaba el perfume de aquella flor y los ojos de Jazmín, las caricias de Rico no hicieron que Rebeca olvidara sus pensamientos, cosa que extrañó a Rebeca, desde hace bastante tiempo, no sentía por Rico esa pasión que siempre leía en los libros, sus deseos más íntimos , sus sueños más profundos, Rebeca era una soñadora, cuando cerraba los ojos se imaginaba un amor profundo, puro, su corazón se estremecía , su piel se erizaba, su estómago sentía como cuando se subía a la noria; eran unos sentimientos que nunca llegó a sentir con Rico, y eso la tenía un poco inquieta. Y la presencia de Jazmín había removido algo en el alma de Rebeca ¿Cómo podía enfrentarse a eso? siendo más joven ya experimentó algo así con una compañera de su equipo, pero nunca quiso reconocer que era algo especial, aquello pasó pero lo que sintió con ella nunca volvió a sentirlo hasta ese día que vio a Jazmín.
Decidió olvidar eso y seguir con su vida cosa que no fue nada fácil pues hasta que Ana marchó a casa de Jazmín, Rebeca tuvo que verla unos cuantos días seguidos, dónde entre charla y charla se hicieron amigas.
Pasaron tres semanas en los que Rebeca no podía dejar de pensar en Jazmín. Cada vez que pasaba por la calle de “flor verde” miraba el balcón, esperando ver a esa mujer que conoció en el, pero sólo se llevaba el aroma de aquella flor. El corazón de Rebeca estaba triste, necesitaba dejar de soñar y realizar esos sueños que tanta falta le hacían.
Al pasar por casa de Jazmín le dejó una carta donde le decía:
“Hola Jazmín puede que te suenen extrañas mis palabras pero quiero que sepas que siento algo por ti, haces que mi piel se erice con tu recuerdo, haces que mi corazón se alegre con tu presencia, has despertado en mi el maravilloso sentimiento del amor, la ternura de querer acariciar tu alma, la sonrisa que acompaña mi vida, y quisiera compartir este amor que me haces sentir contigo. Te espero en el bar de Rita a la tres en punto” Rebeca.
Y luego dejó otra carta a Rico:
“Gracias por haber compartido este tiempo conmigo tu sabes que te quiero pero no de la forma que te mereces, siento que mi corazón pertenece a otra persona, espero que esto no te haga mucho daño, tú también eres consciente que en lo nuestro algo fallaba. He quedado con la chica del balcón, creo que tú ya lo sabías ¿verdad? Gracias” Rebeca.
Rebeca llevaba la ilusión en el alma, la tristeza en su cabeza; la ilusión por Jazmín, la tristeza por Rico, pero su vida soñada la estaría esperando en el bar de Rita a la tres en punto.
Rebeca aumentó el paso pues eran la dos y media, miraba su reloj, se metió entre dos coches y cruzó, no pudo ver como la moto adelantó al coche y el cuerpo de Rebeca voló por los aires, el golpe fue tremendo, su bolso marrón cayó al lado de ella, en él una botella de agua, un libro, una cuantas monedas y las llaves del coche. La sonrisa de Rebeca permaneció en su rostro, su pensamiento en los ojos azabaches que la estarían esperando. Y en Rita, por fin no llegaría, su sueño se había cumplido y con un suspiro y el aroma a Jazmín dejó de respirar.
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A veces la vida no nos da el tiempo suficiente para gozar lo que nos haría felices, quizás debiéramos aprender a aprovechar cada momento y atraparlo sin dudar...Como siempre me encanta releerte...
ResponderEliminarBeso, Yop
hay no se que me dio pero esta historia tiene un final que oprimio mi corazón pero que al fin de cuentas me ha gustado pero m he quedado con un poco de tristeza no se
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