Un asunto que, creo, debería
producir algún grado de ansiedad a
todos, me refiero a esa “obligación” que tenemos los seres humanos de decir la
verdad, lo que sentimos o pensamos, leyeron bien, “Obligación”, esta palabra me
parece perturbadora, casi violenta, no es acaso natural decir lo que pensamos,
sentimos o más aún lo que para cada uno de nosotros es la verdad.
Mostrar frente a los
otros nuestros sentimientos es señal de debilidad o locura.
Ok, siempre me sentí
fuera de tiesto, pero no creí fuera para tanto…
El psicólogo me vio
con cara de “¡¡¡Please, no vengas más!!!”
Volví a casa con la semilla de la duda sembrada en mi cabeza, ¿sería yo la equivocada?
Mientras bebía una humeante taza de cappuccino, me dispuse a recordar mi vida…
Tenía 8 años cuando tuve el irresistible impulso de besar a la más hermosa niña, mi compañerita de curso, quien salió corriendo a acusarme con la directora; consecuencia, 5 días de suspensión y regresar con el apoderado.
De vuelta al cole,
soportar el sermón de la directora y mi madre, todo esto acompañado de burlas y
risas de todo el cole, ese día fue mi
primera clase magistral sobre el Amor y con ello me gane la Expulsión. Al
llegar a casa corrí a refugiarme en los brazos de mi abuela quien siempre me
dijo: ‘Si vas por la vida diciendo lo que sientes y piensas te tildaran de
Revolucionaria y conflictiva, no tendrás una vida fácil’. Y así fueron pasando
los años de colegio en colegio hasta llegar a
la Enseñanza Media.
Mi primer día en el
instituto tenía 13 años; 2.200 alumnas, la más variada gama de chicas, uf!…eso sería
duro. Y al segundo día de clases ahí estaba Ella, la profesora
de Ed. Física. Alta dueña de un físico envidiable, tez dorada, ojos
color miel, realmente hermosa…se presentó ante el curso, leyó la planificación
de clases del semestre y yo ahí embobada admirándola. La seguía por los
pasillos, me la topaba en el Gym, me aparecía en los vestidores y la espiaba en
las duchas…
OMG, como era perfecta, hasta que me descubrió; me citó en su oficina ¿Y a usted señorita qué le pasa conmigo?, donde voy se aparece y ahora espiándome en las duchas?
Respiré profundo y se
lo solté estoy enamorada de ti, dije muy suelta de cuerpo. Ella guardó
silencio…sonrió, tomó mi mano y se sentó junto a mí y dijo “Mírate, eres una
niña, estás confundida, soy tu profesora, además podría ser tu madre, de hecho
tengo una hija 2 años menos que tu…” Ok, eso dolió.
“¿Eres casada?” pregunté
“No estoy divorciada y mi hija vive con su padre, pero ese no es el punto, soy tu profesora… además mucho mayor que tú espero no volver a hablar de este tema o tendré que llevarte ante la rectora”.
Me anoté en todos los talleres de deportes solo para verla, cada día que pasaba sentía crecer mi amor por ella. Vino el término de clases, fueron las vacaciones más largas de mi vida. Llegó marzo…a clases de nuevo, la busqué con la mirada y ahí estaba más linda que nunca, le guiñe un ojo y sonrió, me sentí en carrera otra vez, ya no era una niña, tenia 14, pero representaba 17 o 18 años.
Me ofrecí a llevar su bolso camino al Gym, mientras conversábamos de las vacaciones. En realidad no me hacía mucho caso, entre más me acercaba, ella mas se alejaba, pero había algo en su mirada, algo que de alguna manera me daba esperanzas. Y así fueron pasando los días y meses, hasta que llegó el Aniversario del Instituto…fiesta, yo no solía ir, pero como ella estaría cuidando que las niñas se portaran bien; fui. Hacia un frio mortal. No me gustaba bailar, además había ido sola, me senté en un lugar estratégico, solo a mirarla, al verme se acerco:
“Te estás congelando, ve a bailar”
“No me gusta bailar” contesté,
“¿Tu novio donde está?”,
“No tengo y si lo tuviera seria novia”
“Anda a bailar calentarás el cuerpo”, dijo.
“Solo si tu bailas conmigo” y le tome la mano, se aparto y me dijo.
“Ya hablamos este tema, soy tu profesora y además mayor que tú”
Insistía con el tema
de la edad, “Esa no es excusa”, contesté,
“No te escuché decir no me gustas o a mí no me gustan las mujeres”, le robé un
beso y salí del lugar.
No había taxi, así que caminé, sentí un vehículo acercarse y se puso a mi lado, era ella. Ven, sube, hace frío y es peligroso que vayas caminando, la miré se veía tan linda. Los primeros rayos del sol iluminaban su rostro, no me hice de rogar y subí.
“¿Dónde vas?”, preguntó.
“Por ahí, déjame en tu casa, luego veo donde termino la fiesta”
Me acomodé y cerré los ojos, sentí su mano en mi hombro, “Hey despierta, llegamos. ¿Quieres un café?” ,la miré todavía dormida, “Vamos baja, si prometes portante bien luego te llevo a casa”, me sonrió y la seguí.
Entramos al edificio
donde ella alquilaba un departamento y los fines de semana, viajaba a la ciudad
para quedarse con su madre y visitar a su hija. Era un depa sencillo, me senté
en su cama mientras ella preparaba café, lo bebimos en silencio. No dejaba de
mirarla, era tan bella.
Me levanté tomé su
mano la miré a los ojos y le dije, “De verdad crees que no tengo ninguna
posibilidad contigo”.
Quitó su mano y abrió la puerta y dijo, “Vete a casa, nos
vemos el lunes”, dijo.
La tomé, no, la agarré
de la cintura y la pegué a mi cuerpo. Trató de soltarse, pero no la dejé. Nos
miramos unos segundos o unos minutos, no sé, la besé suavemente, sentí estallar
mi corazón. Nos separamos y no quería abrir mis ojos; ¿y si era un sueño?…los
abrí lentamente, no era un sueño ahí estaba pegada a mí.
“Esto no puede pasar”, susurró, “Te amo...”.
“Yo te amo y tu estas temblando”, y volví a besarla esta vez con pasión, mordí sus labios, su cuello, nuestras lenguas se encontraron y era ella la que me besaba. Me tomó en sus brazos y me tiró a la cama, despojándome de la ropa. Sus manos me recorrían toda, yo inexperta me dejaba llevar por la pasión y mis ganas de hacerla mía. Ninguna de las dos había estado antes con otra mujer, paso a paso con mis manos la desnudé. Nuestros cuerpos se acoplaron uno dentro del otro quedando exhaustas de tanta pasión. Y así se nos fueron pasando los días, semanas, meses y años cada vez que podíamos nos escapábamos para amarnos con tanto o más deseo hasta perder la razón.
Nuestra relación pasó inadvertida para los demás, no se dieron o no quisieron darse cuenta. Al final del ciclo ella renunció y me marché con ella a una casita que tenía en Maitencillo. Un pequeño pueblo de pescadores en el litoral central donde sentamos un negocio de artesanías, en temporada de verano era muy visitado por turistas y en el invierno muy solitario, pero nos arreglábamos para vivir cómodamente. Ella viajaba constantemente a visitar a su madre e hija.
Habían pasado ya 4 años desde que vivíamos juntas, y esa vez su regreso no fue igual. Estaba triste, intranquila, no dormía y me esquivaba por las noches.
Siempre dijimos que cuando se presentara un problema lo conversaríamos sin tapujos, nunca habíamos tenido un problema, solo discusiones, su desorden y mi inmadurez, pero como ella siempre decía, “Ese era mi encanto”, el no saber con que la sorprendería, el despertar de cada día era una nueva aventura, siempre fue así, ¡Que pasaba ahora?.
“Tenemos que dejarlo”
“¿Dejar que?”
“Esto como quiera que se llame, tú y yo, tenemos que dejarlo”
Mis ojos se nublaron,
mi alma salió del cuerpo, la miraba, la oía, pero no la escuchaba. Movía sus
labios y manos, llorar, sentarse, ponerse de pie hasta que se detuvo delante de
mí. No sé qué cara tenia, me abrazó y susurró que la perdonara, pero lo nuestro
había terminado. Me tomó las manos, me acostó en nuestra cama, la vi hacer sus
maletas, me besó en la frente y se marcho…
No sé cuánto tiempo pasó, hasta que recuperé la conciencia y regresé a casa de mi abuela; mi confidente. No supe cómo explicarle el porqué de su decisión, mi estado de shock era tal que no entendí porque me dejó. La busqué por semanas, meses hasta que di con ella y nos juntamos a tomar café.
No se veía bien, yo tampoco. Sufría como yo, su voz sonaba cansada, nos tomamos de la mano y nuestros ojos no dejaban de llorar.
“Perdón”, susurró, “no quería herirte, pero lo nuestro no tiene futuro”
“Yo no quiero futuro, solo te quiero hoy, si amanecemos mañana, te querré mañana y así hasta el día que estemos viejitas. Por favor, vuelve conmigo, ¿por qué nos haces esto?”
“Esto, como lo llamas, lo hago pensando en ti cariño. Tienes 21 años, yo 41, ya se nota. Imaginémonos en 10 o 20 años, tú querrás salir a divertirte y no podré seguirte, ya me cuesta. Ahora estás sufriendo, pero conocerás a alguien de tu edad y yo seré solo un recuerdo. Yo fui tu primer amor, queras tener otras experiencias, te vas a enamorar y será aun más doloroso. No dilatemos algo que tiene fecha de vencimiento. La vida de dos mujeres es difícil, tal vez encuentres un hombre”
“No me digas eso, yo te amo, eres con quien yo quiero vivir aunque el mundo se venga abajo. Te amaré por siempre, te cuidaré, viviré por y para ti. No seas cobarde, enfrentemos lo que venga, tu y yo juntas…”
“Amor, ya lo decidí, es lo mejor para las dos”
La escuchaba tan
fría, tan distante, sus excusas no tenían sentido. No podía imaginar mi vida
sin ella. Lloré, le supliqué que no se fuera, que yo sería fuerte por las dos,
si nos amábamos no teníamos por que ir dando explicaciones.
“Siempre he ido con la verdad, haciendo y diciendo lo que pienso y si te amo no tengo miedo a gritarlo, para mí es natural y a quien no le parezca que se aguante”
“Eres una niña y está bien que seas así, pero con el tiempo te darás cuenta que lo nuestro era imposible”. Se sacó el colgante con mi inicial, lo dejó en la mesa, me besó en la mejilla y me dejó.
Estuve horas sentada, luego caminé sin rumbo, no podía parar de llorar; llamé a mi abuela para que viniera por mí.
Desde ese día vivo a medias, he tenido aventuras, pero amar como la amé; creo que es imposible. He vuelto de vacaciones a Maitencillo, a ese pequeño pueblo donde vivimos nuestro amor, aun la siento. La casa está abandonada, le pregunto a los pescadores por ella, dicen que nunca más volvió. ¿Dónde andará?
Sinceramente creo que vivir a medias no es vivir, y… ¿si encontró a alguien que la hiciera reír, que le invente un mundo cada día, que la sorprenda con una locura, que la despierte a las 3 de la madrugada con una canción, que la lleve de la mano por una alfombra de rosas y velas encendidas camino de la playa donde nos esperaba la luna como único testigo de nuestro amor. O como cuando cumplimos 5 años; llegó de la ciudad y la casa estaba pintada con 1826 corazones, uno por cada día juntas…romántico, cursi dirán, pero nunca he dejado de hacer lo que siento y quiero.
Y hoy se cumplen 15
años desde que nos vimos por última vez
y el recordarla duele, siento que no la he olvidado y que tiene un lugar
privilegiado en mi corazón. Muchas pasaron por mi vida, tal vez demasiadas, no quise
herir a nadie, pero sé que lo hice.
Hoy, al recordarla tomé
una decisión, la buscaré, tal vez en
algún lugar ella me recuerde…
Empecé
por el sector donde nos despedimos y bebimos un café. Ya no existía, ahora
había un edificio estatal; pero si estaba el kiosco de diarios, cruce y atendía un señor mayor. Compré cigarrillos
y entablé una conversación.
“¿Está cambiado el sector?”
“Si, muchos edificios para mi gusto, el lugar ha perdido el ambiente familiar”
“¿Muchos años que trabaja por aquí?”
“30 años señorita”, respondió.
“Entonces, ¿usted conoce a Amira Fiedler?”
“La Srta. Amira, si pero ahora vive en casa de su hija...”
“Estoy tratando de encontrarle, sabe usted si…”
“Si, todavía le entrego revistas en su casa”
“¿Podría indicarme la dirección?”
Tomé nota, subí al auto no sin antes agradecerle y decirle lo importante que era para mí encontrarla.
Eran
5 cuadras por la misma avenida, pero me pareció interminable. Al llegar sudaba,
mis manos y piernas no respondían…traté de relajarme, respiré profundo y me dirigí
hasta la puerta. Toqué el timbre, se abrió la puerta y se asomó una pequeñita.
“¿Mónica, quien es?, te he dicho que lo abras la puerta”
“Diga a quien busca”
“¿Vive aquí la Sra. Amira?”
“¿Si, quien la busca?”
“Una vieja amiga, mi nombre es Mónica”
“Tú eres, Mónica”
“Si, oí que la niña también…”
“Se llama Mónica por insistencia de mi madre”
“Pasa, siéntate…”
“¿Que sabes, ¿dónde está?, ¿vive aquí contigo?, ¿tú eres su hija? Miles de preguntas se agolparon en mi cabeza. Me trajo un vaso de agua. “Dime, por favor, ¿dónde está?, quiero verla”, insistía…
“¿Eres amiga de mi Abuela?”, preguntó la niña.
“Si cariño, como te pareces a tu abuela, eres hermosa, tus ojos , tu cabello su sonrisa ,eres igual a ella...”
“Abuela está durmiendo”, dijo.
“¿Esta aquí?”
“Mónica, déjame contarte. Ella ya no es la misma que conociste”
“¿Qué pasa?”
“Hace 2 años le diagnosticaron Alzheimer y poco a poco ha ido empeorando, solo reconoce a su pequeña Mónica, asi la llama.”
Por
un momento mi corazón se detuvo y no podía respirar
“Quiero verla”, dije.
“Tomemos un café, dejemos que descanse. Hoy ha tenido un día muy agitado, se acababa de dormir cuando tocaste”
“Cuéntame cómo ha ido su vida”
“Debes saber que nunca te ha olvidado, que aun con la enfermedad no pasa un día que no te nombre y hable de ti como su niña, su amor, su loquilla…”
Cuando la enfermedad recién estaba apareciendo la llamó y le contó nuestra historia; lo que había sufrido al dejarme. Como temía que la enfermedad que había padecido su madre la aquejara a ella también, no quería que sintiera lastima de ella. Siempre presintió que terminaría así y no quería hacerme sufrir y desperdiciara mi vida cuidándola. Le contó de cómo sufrió al tomar la determinación de dejarme en ese último viaje, y de cómo dedicó su vida y a cuidar a su madre que poco a poco iba perdiendo la razón.
“Mama, la abuela despertó”, dijo la pequeña.
Sentí como mi corazón se partía, mis piernas temblaban. Me levanté y caminé a su habitación y allí estaba, de pie junto a su cama; bella y elegante como siempre. Con su pelo blanco, la huella de los años dibujados en su rostro, pero cuando sus ojos me miraron sentí que se encendían, sonrió, corrió hacia mí.
“¿Dónde has estado?, te extrañe”, se abrazó a mí como antes y sentí que el tiempo no había pasado; estaba en mis brazos otra vez.
Volvimos
a sentarnos en su cama, nos soltamos lentamente, nos miramos y nos reconocimos.
Caminamos hacia el living sin hablar, nuestros corazones se volvían a
encontrar… pasaron horas.
“Cariño, estoy cansada, vamos a dormir”, la llevé a su cama y se durmió junto a mí. Regresé al living a hablar con Marian que estaba perpleja, hacia meses que no veía así a su madre, tan feliz, tan en paz.
“Quiero pedirte algo, Marian, fui a Maitencillo y vi que la casa está abandonada. Déjame acondicionarla para llevarla ahí, yo la cuidaré, te lo prometo. Sé que no me conoces y no tendrías por que confiar en mí, pero la amo. La he amado toda la vida, por favor déjame cuidar de ella. Siempre dijimos que cuando llegara el momento de partir estaríamos juntas en nuestro lugar.
“De verdad es muy difícil para mí tomar una decisión así, pero está bien, la vi tan serena, tan feliz...”
“Te prometo que la cuidare, viviré para ella lo juro”
20 días llevó a los carpinteros tener la casa, 5 días amueblarla y acomodar todo a sus necesidades; creo que no dormí, estaba tan feliz. Cada 2 días regresaba a verla y me recibía como aquel día en el instituto, parecía que le tiempo no había pasado.
Llegó
el gran día, empacamos sus cosas, la subimos al auto de Marian, le tomé la mano
y la acomodé en su asiento.
“Tú vas conmigo…”
“Si amor, yo te sigo en moto”
“Loquilla, quiero ir contigo, pegada a ti como antes”
“Amor, son 30 minutos de viaje, es mucho para ti”
“Si me canso te aviso, vamos, quiero ir contigo”
“Está bien, pero te agarras firme. Me quité la chamarra, le puse el caso y nos fuimos”
“Ve despacio, me dijo, quiero despedirme de este lugar, ya no volveré...”
“Claro que volveremos, pero solo de visita”, reímos juntas, estábamos juntas como antes. Dios como era feliz...”
Demoramos el doble de tiempo a casa. Llegamos cuando estaba cayendo el sol.
“El atardecer nos da la bienvenida amor, baja, toma mi mano”
“Sabes que te amo, verdad”
“Claro que lo sé, pero yo te amo más…”
“Cierra los ojos, yo te guiaré. Abrí la puerta y entramos. Abre los ojos”
“Corazones! oh Dios. Mónica, ¿qué has hecho?”
“He mandado a pintar toda la casa con corazones porque tú eres mi corazón Sin ti estuve perdida pero has regresado y estamos en casa otra vez”
“Claro que estamos en casa, pero dices que he regresado… si yo nunca me fui”
“Tienes razón amor, tú nunca te fuiste, siempre estuviste conmigo. Vamos, vamos a descansar”
Mientras Marian bajaba las maleta nos dimos un baño, al salir había una nota, "no te olvides de llamar todos los días, se que la cuidarás, Marian"
Volví a la habitación, ya estaba acostada. Hizo un ademán para que me metiera a su lado. Como soñé tantas noches con sentirla a mi lado otra vez y allí estaba; radiante, la vi igual que siempre como si no hubiese transcurrido el tiempo. Mi corazón ya no dolía, mi alma estaba en paz. Mirar su rostro, mirar sus ojos, sentir su respiración, su calor es el más hermoso sueño hecho realidad. Se acurrucó en mi pecho y nos besamos, “te amo y yo a ti”. Me quedé mirándola hasta que se durmió.
Desperté
sobresaltada, ella no estaba a mi lado, corrí hasta el jardín y allí estaba.
“Amira, entra, hace frío, esta amaneciendo”
“Quiero ver al amanecer contigo, ¿recuerdas?, sentadas en el escaño bajo la araucaria, abrazadas, ¿recuerdas?”
¿Qué había pasado con la enfermedad? Me estaba preocupando.
“Amor, hace frío, entremos”
“No, Mónica, trae un café, quiero ver el amanecer”
Su voz sonó tan fuerte y firme que no pude negarme. Traje café y unas mantas y me senté junto a ella. Bebimos el café en silencio.
“Abrázame fuerte”, dijo, me pegue a ella, puedo sentir su calor.
“Sabes
que esperé este momento, siento que paso
mucho tiempo, que estuve perdida, que todos los años que pasaron con solo verte
se esfumaron”
Sentí un fuerte dolor en el pecho que hizo que mi cuerpo se inclinara sobre ella.
“Ha llegado el momento, Amira”
“Si amor, ha llegado, hoy es el día, ¿sabes qué día es hoy, verdad?”
“Por supuesto que si amor como podría olvidarlo. Hoy hace 24 años nos hicimos el amor por primera vez y aquí estamos juntas como siempre debió ser. Como quisimos, como soñamos, viendo al amanecer, sentadas bajo la Araucaria, abrazadas y sintiendo dentro de nosotras el más grande amor…el de ayer el de hoy el de siempre”, nos miramos, nos reconocimos y supimos que había llegado el momento de partir ,una suave briza perfumada nos envolvió...
Nos levantamos y corrimos hacia la playa, miramos atrás y allá estábamos, sentadas y abrazadas bajo la araucaria que tenia grabadas nuestras iniciales. Nos miramos como esa primera vez, pero ahora fue ella quien me invitó,
“Vamos…”
“¿Dónde me llevarás…?”
“A vivir, a vivir nuestro amor, tú y yo para siempre…”
Dedicada a LOLA B.
P.D.
Soy Mónica, nieta de Amira, encontré este relato entre las cosas de Mónica, me
permito compartirlo con ustedes y escribir las últimas líneas, porque al ver
que no contestaban el teléfono por la mañana volvimos a la casa y ahí estaban, abrazadas y con una sonrisa dibujada en el rostro.
Hoy
vivo en esa casa y suelo, como muchos pescadores, sentir sus risas y llamarse
una a la otra, como también veo pequeños destellos de luces camino a la playa; esa
es Mónica, dicen, sorprendiendo a Amira con otra locura.
La Teta Feliz Historias y Relatos ® Monica Derechos Reservados
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autor.

monica es ... hermoso este relato... te felicito...y te agradezco de que lo hayas compartido...con nosotras ....mary
ResponderEliminarhola... me encanto la historia, demasiado hermosa , confieso que me saco unas cuantas lagrimas, moni wow increible.
ResponderEliminarojala existieran amores asi de los que duran para toda la vida.
felicidades increible la historia.
hola puedo decir lo mismo que tu me ha sacado unas lagrimas muy conmovedor y amor como ese solo hay pocos
EliminarQue increible historia, me ha dejado un sentimiento tremendo de nostalgia...por fin una historia donde el amor es para siempre! Gracias por compartirla.
ResponderEliminarGaby, Mexico
Wow, hermosa historia. Me llegó profundo...
ResponderEliminarYosy
Aún espero mi gran amor...ya no lo busco...espero que nos encontremos...
ResponderEliminargracias por tu escrito...mis lágrimas recorren mis mejillas...
N.Z.
hoy he de confesar que me he quedado con un nudo en la garganta que hermosa historia tengo una ganas de llorar....... que amor tan hermoso ese espero que el mio llegue cuando menos lo espere ahi Dios no pude aguantar más y llore creo que estoy sensible
ResponderEliminarQue historia por Dios! He leido varias de este blog, pero esta, lejos es la mejor! Gracias por compartirlo con nosotras!
ResponderEliminarSaludos desde Argentina
Oye Mónica que pasó, las dos se murieron a la vez?
ResponderEliminarRealmente hermoso
ResponderEliminarWow, corto pero intenso, muy intenso su amor, Muy bonito el relato, y como termino, y todo y el amooor ahhh el amor...
ResponderEliminarGracias por escribir y por compartir Monica
Y por recomendarmelo
Elizabeth
Ese es el amor verdadero, muy profunda y triste tu historia que me hizo llorar.
ResponderEliminarYudi
Simplemente intenso, nada que agregar.....
ResponderEliminarAna
Esta historia es una verdadera historia de amor y aunque es lesbico y yo no soy de esa tendencia, entiendo perfectamente que el amor no tiene condiciones, con sus adversidades fueron felices hasta el fin de sus días, hermosa y triste a la vez, me hizo llorar como un niño.
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