Buen día a todos, muchas gracias por cada uno de sus comentarios, disculpen la demora, espero poder tener un capítulo o dos antes de fin de año, ojalá sea de su agrado el siguiente
Feliz día
CAPÍTULO 7 MENTIRAS
Toda la familia real
incluyendo a los invitados de Tsu se encontraban sentados desayunando, el rey
Keinji disfrutaba unos huevos estrellados con pan tostado, Akihiro Fujino opto
por huevo con tocino, su mujer pidió frutas para guardar la figura, aunque en verdad
estaba tentada por robarle un poco de tocino a su marido, quien hablaba de
algunos negocios que los harían permanecer allí al menos una semana, Shizuru se
vio obligada a consumir lo mismo que su madre so pena de alguna mirada
desaprobatoria o algún monólogo sobre lo importante que era para una dama
conservar la figura, pero los dioses saben lo mucho que le atraía algunos de
los pastelillos dulces que tenía su “esposo” enfrente ―“ese de chocolate se
ve tan delicioso” ― pensó la castaña escondiendo sus intenciones detrás de
la taza de té que sostenía en su mano, sin embargo se vio distraída por un leve
bostezo de su acompañante quien no había probado bocado, sus ojos verdes
delataban unas ojeras poco profundas.
―¿Te encuentras
bien hijo?― El monarca de Fuuka terminaba de comer y limpiaba su barba con una
servilleta.
―Estoy un poco
cansado padre, no dormí suficiente anoche―La pelinegra tomo un vaso con agua
recordando las palabras de “su esposa” antes de que se quedara dormida
esperándola en la enorme cama, “No había sido su primer beso” ¿que
truhan habría sido capaz de robar la pureza de tan gentiles labios?, o, ¿acaso
ella le obsequió ese tesoro a uno de sus tantos pretendientes?
―Ara, ara...amor mío,
no deberías delatarnos delante de todos de esa manera...fufufu― una sonrisa
ladina de la castaña provocó que la de ojos verdes se atragantara con la bebida
y empezara a toser sonrojada.
―Creo que esos nietos
están a la vuelta de la esquina mi estimado Keinji ―Akihiro palmeo la espalda
de su igual, sonriente por las buenas noticias, sin embargo, este se ponía
tenso observando la interacción entre la pareja, su “hijo” le reclamaba con
gestos avergonzados a una nuera divertida que tomaba la servilleta y con mucha
delicadeza limpiaba el líquido derramado por su mandíbula.
―Sepan disculpar mis
modales, debo hablar unos asuntos de suma importancia con Arashi― el cobaltino
se levantó de la mesa dando por terminado el desayuno familiar haciendo un
gesto a este para que lo siguiera hasta su despacho.
―Cla...claro padre―
La pelinegra rauda siguió a su progenitor no antes de darle un beso cariñoso a
su “esposa” en la frente quien no pudo evitar un leve sonrojo ante el gesto.
―Así que…porque no me
cuentas qué tal estuvo todo anoche...querida hija― Izumi Fujino
la observó con esos azules ojos de forma pícara.
―Cof...Cof...Yo tengo
que ir a ver al general Kanzaki, me retiró―Su padre la abandonaba olímpicamente
a su suerte previniendo estar envuelto en semejante conversación de mujeres.
―No te voy a decir absolutamente
nada madre― La castaña tomó otro sorbo de té pensando en alguna historia
creíble consciente de que no saldría de allí tan fácilmente.
―Acaso el “semental
de Fuuka” ¿no respondió debidamente?― La mujer de cabellos rojizos se inclinó
sobre la mesa mirándola inquisidoramente ―Anoche se notaba algo...ansioso― su
sonrisa delató un doble sentido que para la castaña no pasó desapercibido.
―Si tratas de
insinuar que no fue una noche como la esperaba, estas muy equivocada, madre,
solo no quiero darte detalles de mi vida privada― La princesa se levantó altiva
dispuesta a huir de aquellos ojos azules ―No siendo más, me retiro, que tengas
un buen día― Se giró con tranquilidad, pero sintiendo esa mirada aun
sobre ella.
―Algo estás ocultando
querida hija― La reina la vio salir del comedor pensativa en lo que acaba de
observar, no creía ni una de las palabras de Shizuru.
En el despacho del
rey...
El de ojos grises
observaba impaciente por la ventana, espero a que su hija entrará en la
habitación y cerrará la puerta tras ella―Dime que no hiciste lo que creo que
hiciste― tenso la mandíbula.
―Claro padre, no sé
qué esperabas que iba a ocurrir en “nuestra noche de bodas” ¿que jugáramos
cartas?―la joven princesa se acomodó en la silla enfrente del escritorio de
caoba.
―¡¿Tomaste su
virtud?!―el pelinegro se giró pálido observándola con enojo ―¡¿en qué rayos
estás pensando Natsuki?!―en dos zancadas acabó con la distancia entre los dos y
la tomó por la solapa elevándola de la silla con fuerza.
―Cálmate...cómo iba a
hacer eso, no puedo ¿recuerdas?― Sonreía divertida ante el enojo del mayor, a
veces disfrutaba lo rápido que perdía los estribos.
El pelinegro suspiro
aguantando mil improperios, la fue soltando dejando que nuevamente se pudiera
sentar ―entonces porque recibí informes de que fue así― Se alejó buscando su
cómoda silla detrás del mueble.
―Es mi sangre―
Extendió la mano vendada con la que había puesto la huella en los documentos de
matrimonio― Le dije que aún me dolía mucho el costado y no estaba en condiciones,
ella aceptó que por el momento los engañaremos a todos, pero padre., no sé por
cuánto tiempo podamos mantener esta pantomima― “El príncipe” recompuso sus
ropas mientras se dirigía a la salida ―Te veo más tarde...tengo practica de
esgrima con Yuichi―
―Necesitamos
encontrar a tu hermano...―Susurro al vacío, el monarca tomó una carta de su
escritorio, removió el sello en cera con la marca del tesorero mayor, en ella
relataba los inconvenientes al recoger los impuestos de ese mes ―más problemas,
nunca descansa un rey―.
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―Su alteza, Lady Nina
Wong Duquesa de Calabria ha solicitado audien...― el guardia ni siquiera pudo
terminar de hablar cuando una joven de cabellos azabache y ojos magma entraba a
la salita presurosa y sonriente.
―Shizuruuu….qué alegría
poder verte― La castaña se levantó del sofá sonriendo y abrazó a su prima.
―Oh Nina, me haces
muy feliz, hace mucho tiempo que no te veía, ¿cómo estás?―Ambas tomaron asiento
en aquel sofá de color marrón, mientras una de las sirvientas servía otra taza
de té para la nueva visitante.
―Muy bien Shiz,
también te extrañe muchísimo, cuando mi tío me dijo que estabas en Fuuka no
podía creerlo― La de ojos magma tomó la taza de té y sorbió un poco degustando
el sabor de las fresas silvestres.
―Pensé que estarías
en Narita, ¿No está de viaje tu padre en aquella isla?―La princesa busco
algunas galletas para acompañar su bebida.
―Dentro de dos meses
regresa, al parecer tiene que viajar a tierras lejanas por algún convenio
mercantil, por el momento vine a acompañarte, el rey me propuso ser tu dama de
compañía y acepte― Ambas sonrieron gustosas por la buena nueva, una cara
familiar sería de gran ayuda en esa tierra desconocida.
―Disculpa que no
pudiera asistir a la noche de tu compromiso, apenas arribe hoy y vine corriendo
a buscarte― Nina tomó una pequeña galleta en forma de oso.
―No te preocupes,
comprendo las circunstancias― La castaña terminó su té dejando la taza sobre la
mesa adyacente.
―Te
veo...ummm….diferente prima― Los ojos magma veían con mucha curiosidad los
gestos de Shizuru.
―Claro que me veo
diferente Nina, ahora estoy casada― Los ojos sangría se contrajeron por la
sonrisa, por demás, muy sincera de su dueña.
―He oído rumores de
que el príncipe es muy guapo “y díscolo”―Pensó esto último para no
desanimar a la mayor.
―Acompáñame a
buscarlo y te lo presento― La rubí se levantó extendiendo su mano para ayudar a
su acompañante.
Ambas salieron de la
salita en busca del Príncipe, según indicaciones de algunos guardias, se
encaminaron al jardín trasero donde lo encontraron en una batalla con el
general Yuichi en medio de hombres y damas de la corte que los rodeaban
divertidos apostando por el ganador, algunos animaban al futuro rey, otros
alentaban al general.
―Parece que tu nueva
posición de “esposo”, querido “príncipe”, te ha costado la forma― El rubio
sonreía orgulloso mientras con su sable detenía el de su contendiente,
conociendo aquella danza a la perfección, pues el mismo había instruido a
Natsuki a escondidas de su padre y de su hermano.
―Te ves muy seguro
Yuichi, pero esa seguridad podría ser tu ruina― la pelinegra usó la fuerza de
su cuerpo para empujarlo, en posición de ataque, mandó una estocada al lado
derecho del general quien lo desvió por poco realizando un giro para luego
asestar un golpe por la espalda descubierta “al heredero” con el mango de su
arma, está tropezó yendo de frente contra los nobles que los rodeaban, cayendo
de bruces sobre una joven de ojos verde limón y cabellos rojizos quien “lo”
recibió con los brazos abiertos muy gustosa.
―Alteza, por favor
tenga cuidado, he depositado en usted todas mis esperanzas― La voz aguda de
aquella pelirroja le susurro muy suave cerca de su oído, por lo que agradeció
ya estar roja por el esfuerzo físico en la contienda.
―Gr....Gracias...Mi
lady― Se irguió rauda sonriendo de manera nerviosa caminando devuelta al centro
del jardín para retomar la competencia.
―Nina...me podrías
informar quien es esa mujer de cascos ligeros que se acerca tanto a mi esposo―
la peliocre preguntó con tono neutral y tranquilo, en teoría.
―Es..Na..Nao Yuuki,
Condesa de la Fére ― Los ojos magma temblaron al ver la expresión tensa de su
prima, pocas veces la había visto con esa mirada asesina, hasta la sirvienta
que sostenía la sombrilla que las cubría de los rayos del sol tembló con solo
sentir su aura oscura.
―¡Ja!...estás muerto―
La pelinegra asestaba el último golpe en el hombro derecho del general, este
caía al suelo y soltaba el sable quedando desarmado.
―Tenemos un ganador,
señores, señoritas a pagar―MasashiTakeda el Canciller Mayor recogía las
ganancias y luego las repartía a los triunfadores que habían apostado por el
príncipe.
―Odio que me dejes
ganar― Natsuki hablaba por lo bajo con el general mientras le tendía la mano
para ayudarle a levantarse del suelo.
―Eres el príncipe, si
te ganara me mandarían a la horca, ya sabes como funciona alteza― El rubio
sacudió sus pantalones y recogió el sable notando un leve temblor en “el
heredero” quien se había detenido observando algo muy fijamente, al seguir la
trayectoria de sus ojos verdes entendió de inmediato lo que sucedía.
―Aleja a esa mujer de
inmediato de ella Yuichi―La pelinegra le ordenó al general con tono frío y
cortante ―No puedes permitir bajo ningún motivo que se le vuelva a acercar ―
Tenso la mandíbula cerrando el puño enojada, el de ojos azules camino
apresurado en dirección al lugar donde se hallaran las damas.
―Princesa
Fujino permítame presentarme― La pelirroja de ojos verdes extendía una venia
larga y profunda de manera formal, tal vez demasiado ―Nao Yuuki hija del.…― La
pelirroja lucía un vestido entallado rojo que dejaba ver sus peligrosas curvas
perfectamente, su escote bastante pronunciado dejaba poco a la imaginación de
los caballeros que la admiraban con miradas furtivas.
―Hija del Conde
Hideki, ya me han hablado de usted...Lady Yuuki―La castaña levantó un poco el
mentón de forma orgullosa al tiempo que demostraba su sonrisa más cordial ―Es
un placer conocerla― Ese día había elegido un vestido un poco más claro dada la
ocasión del hermoso clima soleado, el color salmón, bastante de moda entre la
nobleza francesa, le hacía justicia a su cuerpo estilizado y a sus bellas
facciones.
―El placer es
totalmente mío alteza, deseo le hayan dado buenas referencias mías, me gustaría
agradarte con mi compañía si les es pertinente a usted y al princ….― Su sonrisa
falsa no llegaba hasta sus verdes ojos que le recordaban al gato de su difunta
abuela, o eso pensó la Fujino.
―Condesa, que
sorpresa, podría por favor ayudarme con algunos temas importantes― El general
llegó agitado interrumpiendo aquella guerra de miradas frías entre las dos
mujeres.
―Yuichi, que grosero
eres con la princesa―Los ojos limón lo veían molestos por aquella interrupción
tan abrupta.
―Disculpe usted
Alteza, no deseo importunar, perdone mi intromisión― El hombre realizó una
venia como muestra de su profundo respeto hacia ella, verlo tan sumiso con esa
aparecida hizo asquear a la pelirroja quien desvió la mirada notando que el
príncipe se acercaba, cambiando su expresión a una más dichosa.
―No se preocupe
General, nosotros tenemos otros asuntos que atender…¿No es asi mi
amor?...―Natsuki, que apenas se unía al grupo, se vio sorprendida por el
repentino beso de “su esposa”, mas no delató ninguna expresión que pudiera
dejarlo en claro al posar con ternura la mano sobre la mejilla de esta para
darle profundidad, con su lengua delineo los labios suaves de la castaña quien
los abrió gustosa de recibir aquel mimo directamente en la propia sintiendo
toques eléctricos con cada caricia de sus bocas.
―Nos retiramos,
altezas― Raudo, el rubio tomó por el brazo a la pelirroja que ya estaba presta
a cortar aquella muestra de afecto entre los esposos, la arrastró como pudo
hasta el castillo, ganándose uno que otro arañazo en el proceso.
Pasados unos segundos
los esposos habían terminado el beso a falta del preciado aire, más se
contemplaban en silencio como hipnotizados sin poderle dar alguna explicación
al cumulo de sensaciones.
―cof...cof...―
La pelinegra de ojos magma muy sonrojada por la situación les hizo saber de su
presencia.
―Ni..Nina, te
presento a mi prima Nina Wong, será mi dama de compañía―La castaña un poco
sonrojada le abrió paso a “su esposo” para que saludara apropiadamente a la
chica quien realizó una venia como dictara el protocolo.
―Es un gusto mi Lady―
“El príncipe” extendió la mano esperando que la de melena azabache le
concediera un saludo un poco menos formal, está, aún sorprendida por el gesto,
le permitió un suave roce en el envés de su mano venido de los labios del joven
heredero.
―El placer es mío
A... Alteza, mi prima me ha hablado mucho de usted― “que rayos, si es un
casanova en toda regla”, pensó la duquesamientras retiraba la mano
temblorosa y se encaminaban todos hacia el castillo pues el ambiente ya estaba
muy caluroso y empezaba a sentir las consecuencias.
Muy cerca de ellos,
pero a una distancia prudente, el general Yuichi soltaba a una iracunda
pelirroja ―Te he dicho en reiteradas ocasiones que no debes acercarte de esa
manera al príncipe y menos dentro del castillo― El hombre se esforzaba por
obstruirle el paso.
―Quiero verlo, dile
que necesito hablar con él― Los ojos limón le observaron con ira, pero evito
subir el tono de su voz, pues así nunca se comportaba una dama.
―No es prudente Mi
lady, su esposa...― El joven militar la observo con mucha seriedad.
―No me importa quién
sea esa mujer, quiero verlo, ¡haz que suceda!― Los cabellos rojizos se agitaron
con el movimiento de su dueña, se le veía tranquila, pero el rubio sabía que
podría matar a alguien si acaso osara detenerla, la vio salir por el portón
principal y meterse en un carruaje, por lo menos ese día no se la tendría que
cruzar de nuevo, pero debía comunicárselo al heredero, ahora era cuando se
arrepentía de habérsela presentado.
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En las fronteras de
Fuuka, cerca de Tsu, se levantaba una edificación de aproximadamente tres pisos
de altura, pocas personas se atrevían a aventurarse a visitar aquel lugar donde
las leyes se regían por la cantidad de oro que se pudiera llevar en las
alforjas.
Bebidas con alcohol
se repartían en el interior a diestra y siniestra, tabaco venido de las indias,
apuestas que movían grandes sumas de dinero, pero su especialidad, no eran más
que las bellas mujeres a la carta para quienes tuvieran los medios para
solicitarlas, el dueño, un hombre bajo de cabellos casi blancos y ojos sangre,
llamaba al establecimiento “La casa de los Sueños”.
―¿Porque cada vez que
te veo tienes un miembro menos en el grupo que contrataste?― La sonrisa macabra
del hombre de cabellos grises hizo que los dos hombres que acompañaban al
pelinegro de nombre Zahid, dieran un paso atrás, más cerca de la puerta de
salida.
―Mi señor, la
criatura no solo ha crecido en tamaño, sino en fuerza, consume todo lo que le
damos sin darnos tregua, no sabría asegurar que el patrocinio de los
interesados alcance― El servil le enseñó los datos que le había ordenado tomar
sobre el peso, la altura, el tipo y la cantidad de alimento.
―Entonces, ¿el chico
que te hace falta fue parte de las botanas? no lo veo entre tus notas― El
peliblanco gesticulo divertido buscando una bebida, al darles la espalda, uno
de los hombres que acompañaban a Zahid se movió sacando un arma de su cinto,
odiaba a ese maldito sujeto que los trataba más como animales, le apuntó en el
cuello con una pequeña daga introduciéndola despacio haciéndole una pequeña
herida, pero aun así el albino se miraba tranquilo, colocó el vaso sobre la
pulida madera de su escritorio.
―Antes de hacerlo
piensa detenidamente si acaso tendrías la oportunidad de salir vivo de mis
dominios― Se giró para observar directamente a los ojos de aquel que se atrevía
a levantar la mano en su contra ―Espero que sepas donde asestar el golpe
definitivo que me quite la vida por completo, pues de lo contrario si yo
siguiera vivo es probable que te torture hasta que prefieras la muerte y me
ruegues por ello― los ojos sangría se tornaron tan oscuros que hizo
temblar la mano de su posible asesino por lo que prefirió quitar la daga de su
cuello bajando el brazo por completo, en un rápido movimiento Nagi le arrebató
la pequeña arma y le clavó la punta sin titubear por debajo del mentón hasta
que la hoja cruzara su cabeza, el hombre con los ojos totalmente abiertos por
la sorpresa escupió sangre por la boca y cayó a los pies del hombre cuya mirada
exponía el ser de un asesino consabido.
―Sería bueno que los
controlaras mejor Zahid,― el de ojos sangría se acercó hasta el lugar donde
reposaba la jofaina extendiendo ambos brazos sobre esta, el pelinegro
comprendiendo tomó el jarrón vertiendo el agua sobre sus manos para que se
pudiera quitar la sangre por completo; terminado el proceso de aseo, el de
cabellos blancos se secó con un paño colgado en el gancho de la pared de
enfrente, luego tomó la copa de Whisky y se la bebió por completo sin que le
importara el picor en su garganta ―Liberen a las alimañas en la frontera
con Osaka y ¡recojan este maldito basurero!― Con visible disgusto en el rostro
salió de su despacho, el moreno se inclinó como respuesta observando el charco
de sangre en el suelo pensando en que tendría que contratar a más personal.
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Jofaina
Recipiente circular, ancho y poco profundo, usado especialmente para lavarse.
Recipiente circular, ancho y poco profundo, usado especialmente para lavarse.
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Muchas gracias. Es muy bonito el escrito
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