Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

La Orden Viribus - Cristalsif - 5


La Orden Viribus

Capítulo 5

Fiend I

Estaba en el enorme despacho de la directora del Reformatorium Destiny en la torre blanca, contemplaba por los ventanales el distante horizonte montañoso, a lo lejos la única salida del valle, el túnel de Sekhel… un intercambio vial para los ojos de la humanidad, es un sello del tamaño de una montaña para nosotros. El sol, iluminaba con sus cálidos rayos, despejando la bruma que cada mañana se formaba en los surcos de las rocas y los bosques, bajé la mirada apreciando la extensión de los terrenos de Destiny, la arboleda, las lápidas, cada edificación… una excusa pobre para evadir los inquisitivos ojos celestes de mi madre y el arco de sus cejas castañas.


—Shizuru…— El tono de Kara aunque gentil, expone una tremenda preocupación y seguramente un castigo igualmente severo vendrá después. Entre sus manos sujetó la mía, mi uniforme ahora casi translúcido por el agua, delataba una segunda circunstancia que no preví en mis afanes heroicos, mi propia sangre corriendo a través de los cortes que mi lucha con Kaon materializó en mi forma humanoide. De escarlata se había tintado el atuendo a los ojos del hombre, de dorado para los nuestros y cuando ella lo adivinó a mitad de camino entre reprimendas verbales, casi me levantó del suelo en sus brazos y me trajo corriendo a la que en esta tierra es su morada, me acostó en su sillón favorito, uno que casi podría hacer las veces de cama. No supe si intentaba ser discreta, pero creo que ahora mismo mientras todos inician sus clases, el rumor se esparce como la pólvora, los Eius son bastante comunicativos y no tardará en filtrarse el revuelo de anoche, espero que Natsuki esté bien, porque seguirán buscando el pecado que defina su existencia, sin hallarlo.

—Ara ara, madre sabe que no hay nada que pueda ocultar. ¿Cómo podría a quien ve con sólo su tacto…?— No consideraba necesario relatar lo que Kara con pocos esfuerzos podría ver gracias a su potestad, sería incluso más efectivo.

—Puedo ver el pasado, no a través de tus realidades y te las ingeniaste para cambiar una en específico— Frunció el ceño, aun así, diligentemente limpiaba por los medios del hombre mis heridas, poniendo curas y vendajes donde la situación lo requiriese, ardía considerablemente porque el fuego oscuro corroe, lo único divino del proceso es que es icor lo que yo sangro y desde cierta perspectiva el líquido vital que corre por mis venas ni siquiera es rojo, mi sangre es ligeramente translúcida y dorada.

—Hija mía, los caminos más fáciles, no siempre son los más…—

—Acertados…— Completé, no era la primera vez de oír aquellas palabras. —Como las memorias del ayer carecen de interpretación cuando se miran en los ojos de extraños, mamá sabe lo que pasó, no la razón— Y eso era lo que ella buscaba, una explicación que no sé si puedo darle.

—Me alegra saber que me escuchas… de vez en cuando— Levantó una ceja, desinfectó la herida más profunda, no evité una mueca; un poco de ungüento y el último corte, en mi antebrazo fue cubierto con una venda. —Es... la primera vez que te veo sangrar—

–Claro que te escucho, madre... siempre— Ya ni siquiera discutía sobre intentar usar sus habilidades sanadoras, el dolor enseña dicen los más sabios. —El valor de mis heridas, son recuerdo… de las batallas que he tenido, experiencia en el cuidado de mi existencia—

—Entonces dime, ¿por qué arriesgaste tu preciosa existencia por la de un Crecelius? No son dignos de ti— No podría entender el dilema que me agobiaba, aunque sí pudo ver todo lo que ocurrió hasta el momento en que mi boca tuvo contacto con la de Natsuki, el interior de aquella chica en el que me sumergí como si se tratara de una piscina, es un velo de incertidumbre que para alguien como ella debe ser frustrante. —Si mi hija comprendiera el valor de su existencia, entendería que la posible pérdida de su Ectilem, no sería significante en comparación... como el escultor que prescinde de la arcilla si esta se ha endurecido, es rara la vez que sacrificarías al escultor por la arcilla Zuru—

— ¿Cuál es entonces el valor de la humanidad para nosotros como la voluntad del celestial? ¿Por qué nos esmeramos en purificar a su especie corruptible si solo son arcilla?— Crucé mis brazos intentando no sentir molestia ¿Acaso no significaba desperdiciar 100 años de tiempo por sólo arcilla? —No puedo pensar que sea un sinsentido—

—Shizuru... tu compasión es la cosa que Ikeru más ama de ti, pero yo pienso debes ser prudente sobre a quién se la obsequias. No vuelvas a ponerte en riesgo por Kuga, tu labor no es resolver su vida, establece qué es exactamente y pon sobre ella el sello que corresponda o traspásala con tu Lamya y minimiza el riesgo—

—Eso sería... la salida fácil y no es nuestro estilo— Suspiré, tal vez jamás coincidiremos sobre ciertas cosas. Lamento que no pueda expresarlo todo madre. —No puedo afirmar o negar que esa persona sea... un Crecelius—

—Mi niña...— Deslizó sus dedos sobre mi mejilla, pero no hubo ninguna intromisión de su parte. —Sabes que no me refiero a eso... insistes en sumergirte en un lugar en el que, sólo los más sabios son capaces de mantener el temple para no sucumbir a la corrupción de la oscuridad— Esa mirada, claro que la conozco... y todo vuelve a girar en torno a mis motivos para no querer esperar los 80 años que le faltan a mi “sentencia”. ¿Cuantos Crecelius nacerán en ese tiempo? Demasiados sufrirán por una negligencia casi burocrática y luego está, esa otra cosa.

—Lo sé, pero también conoces la razón...— Me puse de pie, sin tener las cosas del todo claras... en verdad tendría que dejarla pensar solo acerca de la mitad de mis circunstancias. —Mamá Ikeru...—

—Anhelas ir con ella y demostrar que eres una digna creación suya... ¿Pero qué hay de mí, hija?— Había un sin sabor en su faz, es claro para mí que no están juntas por sus desavenencias, podría tenerlas a las dos en la misma dimensión pero... no sé por qué quisieron romper el vínculo y eso entre los nuestros es más que extraño.

—Ya he demostrado, que soy lo que esperas de mí, madre...— Ella no ha escondido su complacencia en cada paso que di, salvo por mis honestos deseos de cara al futuro.

—No puedo decir que no esté orgullosa de ti, pero— Me miró con suspicacia, interpretando mis posibles intenciones. —Aún no me das tu juicio sobre la Srta. Kuga...— Me dedicó una sonrisa, seguramente tenía algo en mente con este caso. —Te apresuras a correr sin haber aprendido a caminar, pequeña—

Era tal vez la última prueba. —Sé lo que no es... por ahora— Ya había tenido suficiente de esa conversación, era momento de emprender la huida. —Pero debo salir de Destiny... esta mañana, madre—

—Tengo la impresión de que mi hija piensa que sus privilegios no serán afectados por sus acciones descuidadas— Entrecerró sus párpados con esas abundantes pestañas castañas que le heredé. — ¿Y la razón de eso es?—

—Para continuar mi investigación— Aclaré antes de dar ocasión a otras interpretaciones. —Sabes que no me complace ir a la ciudad, pero debo y con urgencia consultar a la señora Kuga—

—Eres increíble, hoy no lo digo en el buen sentido. Acaba de atacarte un descendi en una realidad creada a partir de una Crecelius... — Me increpó con su mirada azul sobre mí. —No irás, espera la visita de la madre de tu Ectilem—

—Entiende madre, todo Crecelius... hereda la corrupción del éter de su progenitor descendi, pero viste al tocarme la pureza del suyo, si no estuviera segura que es humana, la consideraría un...— Un ademán de su mano detuvo mis insinuaciones.

—Lo que sugieres hija mía, es una aberración que ningún Lucendi realizaría jamás—

—Lo sé— Tomé mi chaqueta de la silla y me alejé en dirección de la puerta, a nosotros los que fuimos creados después del siglo escarlata en lo posterior a la gran guerra entre Luciere, sus aliados y los Lucendi leales al Celestial, se nos diseñó con la premisa inquisitiva de un repudio biológico a la idea de procrear con un humano. —Necesito asegurarme antes de darte mi respuesta definitiva—

—Shizuru...—

No le gusta que le dé la espalda. — ¿Sí?— Dictaría mi sentencia, la miré de soslayo.

—Dado que prescindiste de los servicios de Mikoto para cuidar y vigilar a Kuga por un capricho, ahora serás tú quien lleve esa responsabilidad. Ella dormirá en tu cuarto... Reito ya se ocupa de trasladar sus pertenencias— Genial, quería avergonzarme ante los demás Viribus Juvenes. —Así mismo le diré a tu madre, que no podrá verte debido a tus arriesgadas acciones... ese será tu castigo—

Me crucé de brazos frente a la puerta y miré el pomo como si fuera la cosa más interesante del mundo, suspiré con molestia. —Entendido— Quería replicar, no veo a mamá Ikeru más que una vez al año, en mi... cumpleaños, un concepto que los Viribus desestiman totalmente; enfadada crucé la puerta y allí estaba, la fuente de mis dilemas, en ese atuendo que dejaba tan poco a la imaginación. Comenzaba a gustarme el hecho de mi destino estuviera enlazado a una mujer sin lugar a dudas hermosa.

.
.
.

Una mala noche no suele estar seguida de un buen día, lo aprendí de una mala manera hace tiempo... así que allí estaba, sentada frente a la puerta del despacho de la directora Kara Berini, con Reito Kanzaki y sus ojos puestos sobre mí como un atento vigilante. Helaba, pese a que el sol iluminaba los espacios filtrándose por ventanas, la ropa mojada no ayudaba y yo temblaba en mi posición encorvada sobre una silla. Apenas levantaba la cabeza mirando los cuadros de marcos dorados en las paredes de azul pálido, cada uno era como la contemplación de un universo abstracto en algún objeto común, la tierra con la forma de una manzana era algo muy metafórico pero aun así se miraba hermoso; el aroma de las flores  de jazmín en los jarrones a cada lado sobre las mesas de estar en los laterales de los asientos, apaciguaba mis inquietudes e incertidumbres, dañaría la cojinería con la humedad del lago en mi cuerpo pero eso a nadie parecía importarle y yo... comenzaba a pensar en cómo llegué allí, porque había sido una situación confusa.

Dicen que me peleé con alguien y que esa persona me venció, mi cabeza dolía como si me hubieran golpeado muy fuerte con algún objeto, no podía creerlo cuando afirmaron que fue un jarrón con flores y todo; más increíble se oyó el decir, que salí casi como un energúmeno de la habitación que compartía con Mikoto, pero... una vez más esa no parecía mi historia, porque no encontraba en mí una sola razón por la cual hacer semejante locura. Acariciaba mis sienes con mis dedos, froté después el puente de mi nariz y cerré los ojos, era como no haber dormido nada. La única cosa que recordaba es que salí del agua y Shizuru estaba conmigo, le reproché, ya había intentado cosas terribles en ese lago antes ¿Acaso tenía una fijación con ese lugar? En serio no quiero saber qué rayos pasaría si voy por tercera vez allí. Lo que siguió después fue más que raro, mi carcelero no se apartó de mí ni un instante, alerta por cualquier jugarreta de mi parte, nos siguió desde el momento mismo de arribar de vuelta al reformatorio con la Directora en persona esperándonos en la entrada del edificio.

La mujer, una de las más hermosas que habría visto en mi vida, tenía facciones comunes con las de Shizuru, ya saben... esculpidas por los antiguos griegos, Miguel Ángel, Da Vinci y todos los grandes del arte juntos. Y no tuve que pensar demasiado acerca de quién era, su madre seguramente. Por la forma en que miró a mi Cultoris, me quedó claro que la señora estaba molesta, pese a que su rostro se aparentaba sereno, comenzamos a caminar hacia la torre donde estaba la administración del reformatorio, aunque de mi parte no fue tan voluntario, me estaba tardando de más en reaccionar y Kanzaki me dió un “ligero empujón” para animarme seguro, por suerte la actitud del sujeto no le cayó en gracia a la directora quien le hizo un gesto de desaprobación. A partir de allí el viaje pareció tranquilo, salvo porque cuando íbamos a mitad de camino Shizuru comenzó a sangrar profusamente desde el antebrazo, su madre la levantó del suelo con el instinto de protección maternal en nivel exagerado, era como si Berini viviera por vez primera el raspón de una rodilla de su hija pequeña y no supiera exactamente cómo atenderla, pero vamos no era una herida fatal ni Shizuru una niña, solo el escándalo de la sangre en algún corte que se hizo cuando estuvimos en el lago, puede que con una piedra al caer al agua.

Reito me escoltó “amablemente” el resto del viaje, comprendí por qué los que usaban prendas blancas en ese lugar, caían tan mal al resto. Eran unos malditos bravucones con el ego subido hasta las nubes, ajá... todo un dechado de virtudes con pintas de niños buenos para los mandamases, pero unos cabrones con los demás. Llegamos y nos quedamos fuera, básicamente porque él extendió su brazo frente a la puerta antes de que tuviera intenciones de tocar para entrar, lo toleré sabiendo que estaba en su territorio y él tenía ventajas con las que podría hacerme la vida más miserable.

Desistí sentándome a esperar, aunque no es que hubiera querido quedarme horas con mi pijama pegada a mi cuerpo y trasluciendo en una extraña e involuntaria sesión de camisas mojadas, di gracias a los dioses porque usaba top con cobertura semi densa a la altura del pecho o en serio estaría dando un espectáculo tan bochornoso a causa del frío. Llevé mi cabello atrás sin cuidar la herida que, efectivamente dolió. Una pequeña queja brotó de mis labios mientras miraba mis dedos manchados con mi propia sangre, no demasiada pero vaya que dolía, alguien quiso de seguro hacerme con esa porcelana el equivalente a una terapia de electroshock y lo peor de todo, había funcionado.

Ví la expresión altiva del castaño de ojos grises puesta sobre mí. —Te habría vencido Kuga, pero llegará el día en que la Viribus Fujino deje de cubrirte la espalda... y entonces—

Ja, ¿que ella me cubrió la espalda? Si le caigo como una patada al estómago. Quería colmarme la paciencia, era la clase de tipo que no apreciaba el valor de su propio bienestar y esperaba enojarme, tal vez el imbécil estaría apostando como los demás sobre mi posible pecado y por ello me jodía la existencia, o tal vez era malo porque el poder se le subió a la cabeza.  No le daría largas al asunto, me puse de pie con la paciencia llegando a su límite. —Si tienes lo que hace falta, lo resolveremos de la forma que la gente como tú conoce—

—El primer golpe Kuga, tuviste suerte esa vez— Vi su intención de aceptar el reto, aunque no entendía por qué su encono conmigo.

Cerré el puño, mi cuerpo entró en tensión, el recuerdo de las peleas en el instituto vino a mí como un rayo... la gente que busca herirte por el placer de hacerlo, sin sentido ni significado, ese tipo de personas me enervan la sangre.

—Si Natsuki arma alboroto, perderá la visita de su familia el fin de semana... ¿En serio desea darle a Kanzaki ese gusto?—

Volví la vista sobre la puerta del despacho, más específicamente sobre cierto iris escarlata, frente a esa entrada estaba Shizuru de pie, no en mejor estado que yo. Sorprendida, vi las manchas rojas y brillantes, ligeramente luminosas... en la tela de su camisa, en diversos lugares. Podría decirse que tuvo alrededor de 4 o 5 cortes en total.
—Eius Kanzaki, no requiero más de sus servicios, por favor tome un descanso dado que su sueño se vió importunado con los incidentes de ayer, hágase revisar esos golpes... de ahora en más Kuga Natsuki está a mi cargo— El aludido no escondió eficazmente su desagrado. — ¿Entendido?—

El castaño alto y fornido tensó la mandíbula, luego se inclinó ligeramente ante ella y con fuertes pisadas se alejó de nosotros. Nuestra posible pelea, fuera la continuación o la revancha para... no sé para quién, concluyó con la diplomacia de Fujino y esta me indicó el camino con un movimiento elegante de la palma de su mano.

Una vez arribamos a los dormitorios de los Viribus, frente a la puerta 69L, comprendí que en ese lugar vivían más personas de las que yo pensaba, tampoco me esperaba que lo que aparentaba ser un pequeño dormitorio que calcularía de 4 por 4 metros desde el exterior, al abrirse la puerta fue en realidad... casi del tamaño de mi casa. Increíblemente a pesar de lo imposible de la situación que observaba, me adentré en el lugar, sabiendo que la cordura la había perdido hace tiempo. Lo más extraño de la morada de Fujino es que no había una sola pared, podía ver el equivalente a la cocina, la ducha y otras tantas de las divisiones ser translúcidas como si de vidrios se tratara. Curiosamente... sentí un deja vú, ¿había estado en un lugar así antes?

Imposible, respondió mi sentido común…

—No tema, no le engaña su mente... Es una proyección, Kuga. La habitación de cada Viribus se asemeja lo más posible a la dimensión que más le agrada— Me miró con atención sumergida en sus propias ideas y me pareció ver un sonrojo en su cara.

—Permíteme limpiar esa herida—

Sin movimientos bruscos, con un algodón y yodo desinfectó el corte, aunque no ardía menos y tenía una jaqueca dolorosa, evite hacer cualquier mueca hasta que ella concluyó la curación y vendó diligentemente el lado del golpe en mi cabeza.

—Harás que enloquezca— Admití con voz ronca, una sutileza para evitarle ver que... me siento cada vez más y más descompuesta.

Me senté en los que parecían ser los muebles del lugar y siendo honestas, tenían toda la pinta de ser nubes, increíblemente no terminé de sentón en el suelo, sino que literalmente eran los almohadones más suaves del mundo entero pero a la vez firmes, era difícil de explicar. Me puse las manos en el rostro, intentando no ver en toda dirección porque tanta luz y abstracción, tanta imposibilidad en las leyes universales que yo conocía terminarían por acabarme, cerré los ojos estrujando con fuerza mis dedos sobre mi frente y mis mejillas, la peor parte de todo es que al ver los objetos casi instintivamente comprendía su uso, función y su tiempo, era doloroso para mi mente.

Sentí su proximidad, su tacto tibio en mi hombro. Mis manos fueron retiradas con suavidad paciente de mi rostro en medio de la congoja que me abrumaba.

—Quisiera que fuera de otra forma... Natsuki—

Dioses, esos ojos me condenarían, pozos profundos de sangre líquida, tan brillantes como una estrella, como un sol rojo.

Salí de su hechizo apartando la mirada, ella no es de fiar, me levanté caminando por el lugar temerosa de darme un buen golpe con los vidrios que dividían los espacios y parecían no estar allí.

—No me hables como si nos conociéramos, Fujino— Fruncí el ceño. ¿Por qué parecía desencantada? ¿Y esa tristeza en su mirada? No pienses en eso, a ella no le importas en lo absoluto.  — ¿Por qué vinimos a este... lugar? ¿Por qué están mis cosas aquí?— Dije al ver que mis pertenencias estaban junto a la puerta, claro, desentonando completamente con aquel panorama minimalista y cristalino de todo el sitio.

—De ahora en más, estás a mi cargo— Todas las emociones que exponía momentos atrás fueron ocultas por una expresión condescendiente y una sonrisa falsa. —Hasta que la directora decida algo diferente—

— ¿Tu madre?— Oh hizo ese tipo de gesto, discutieron. En eso yo tengo mucha experiencia con la mía propia. ¿Pero qué me importaba todo eso a mí? Nada.

Era más importante atar los cabos en mi mente. No logro entender el motivo, que nos llevó al lago de nuevo o cómo llegué allí en primer lugar, porque ni de broma volvería a ese sitio con ella por propia voluntad, así que... no fui por mi propio pie, de eso estoy segura, en qué problemas podría meterse alguien como la siempre perfecta Shizuru Fujino para acabar allí en el agua conmigo, no creo que fuera un ejercicio terapéutico.

—Sí... justamente, mi madre— Volvía a ser la distante figura divinizada y sobrenatural, que... tampoco se sentía humana. —Aunque no somos tan... cercanas—
Y yo no lo pregunté... —Entiendo, esto es abrupto para ti—

Tal vez comprendió mi incomodidad con el lugar porque se acercó a la entrada, abrió la palma, la cual estaba teñida con la tonalidad de su sangre en la venda y posándola cerca del marco, deslizó su mano dejando tras su paso un sin fin de símbolos, con lo que intuí se trataba de su lenguaje, escritura desconocida de fulgor dorado. Acto seguido el aire infinito y sereno de los cristales se tornó en elegantes paredes de un sobrio color blanco hueso con aspecto sólido, el asiento en el que estaba se hizo mueble de cuero negro y cada objeto mucho más conocido o familiar, mesas caoba, ventanas, cortinas azul rey, puertas interiores... la cosa que más agradecía si iba a tener que compartir habitación con Shizuru era un poco de intimidad; en casa no estaba acostumbrada a dormir con alguien más y mis pesadillas siempre fueron motivo de preocupación, prefería ser distante y alejarla si las cosas se ponen peliagudas. Observé el sitio una vez completada la transmutación, era como estar en un apartamento de lujo tipo pent-house. El lugar proyectaba perfectamente la naturaleza de su dueña, sofisticado, moderno y sobrio.

Pero ella no estaba interesada en ver mi sorpresa o en siquiera tener en cuenta mi presencia, porque muy tranquilamente se quitó, doblo y arrojó su chaqueta a un cesto que... no estaba antes ahí, luego desabrochó los botones de su, ya de por sí translúcida camisa, dejando ver un sostén de encaje más que perfecto en lo que se antojaba una copa capaz de albergar su abundante gracia.

— ¿Por qué rayos te desnudas como si nada? Eso es... inapropiado— Sentía enrojecer la cara, justamente porque algo me decía que esta vez no se trataba de una insulsa fantasía.

—Ara... ¿Lo es?— Juraría que me estaba tomando el pelo, si no fuera porque el gesto fue honesto en su rostro. Estaba contrariada...

— ¿Qué clase de pregunta es esa? ¡Claro que lo es! ¿Acaso no dan clases de sentido común aquí?— Fruncí el ceño.

Ignorándome olímpicamente terminó de sacarse la prenda, luego vino la falda con una serie de movimientos tan agraciados que las pulsaciones de mi corazón comenzaron a subir.

—Nos fatigamos de ello... el hombre vive y muere por poco tiempo en comparación. Sus costumbres y conceptos fluyen como el agua en un río, las investigo sólo cuando voy a ir a la ciudad—

No daba crédito a lo que escuchaba. —Hace siglos que el pudor existe Fujino, no es algo que esté ahí desde ayer— Levanté los hombros con indignación mientras me cruzaba de brazos, ya no me preocupaba que el frío me avergonzara a la altura del pecho, más bien era otra cosa unida a cierto cosquilleo en mi entrepierna.

—Eso no significa que yo esté de acuerdo con la idea, podría cambiar de forma a mi antojo y ser una criatura a la que el pudor no afecte del mismo modo— Sonrió altiva, yo miré sus labios sin poder evitarlo... ya no sentía frío.

— ¡Ni se te ocurra!— Prácticamente lo grité, una cosa era imaginarlo como una tonta broma con Mikoto y otra muy distinta verlo cara a cara y saben mis dioses que una parte de mí entendía que ella podría de alguna forma hacerlo, porque entre lo portentosa que no dejaría de parecerme, al halo de luz que la rodeaba y ese hipnótico mirar, no soportaría que se desvaneciera otra vez como una maldita ilusión.

Su límpida risa llegó a mis oídos, era la primera vez de verla sonreír, y la imagen se grabó dentro de mí como un retrato que no podría olvidar jamás. La sonrisa de un ángel... ¿acaso era una niña a la que ella miraba? como disfrutando de mis palabras y lo que por su causa decía, ¿o fingía tanta inocencia solo para hacerme caer abochornada?, tal vez incluso... era todo lo opuesto y ella sabía que estas cosas son el preludio de otras tantas.

—De cualquier modo no tenía visto hacerlo—

Se aproximó con su andar seguro, proyectando tan divina sensualidad, su piel húmeda y el efecto de ella en la tela, pude deducir que no sólo yo me sentía afectada por su presencia, un par de respingadas coronas se elevaban gloriosamente en las níveas montañas de su primoroso pecho, bajé las manos a cada costado, no pude disimular mi maravilla y me quedé estupefacta en mi lugar como nunca me había ocurrido.

— ¿En verdad le molesta a Natsuki? ¿O genuinamente desea conocer lo que a mí, me daría pudor?—

Me costó incluso respirar ¿cómo podía ser tan honesta y tener a la par una significación tan... sinuosa? Su mano frente a la mía, se entrelazó con mis dedos sin siquiera darme ocasión a pensar, aunque tampoco habría podido hacerlo en primer lugar, me llevó consigo... no se miraba familiar en ningún punto posible, pero no sentía temor, sí muchas ansias, aunque las movidas más recientes de Shizuru fueran un gran motivo para la desconfianza. Pasamos a través de los espacios que ella conocía como la palma de su mano, por lugares que yo elegiría, como su cama en su cuarto, pero ella... caminó de largo hasta el final de lo que yo conocía como un pasillo.

La seguí más allá de las puertas a cada lado, cada una picando mi curiosidad... se detuvo; con su mano abierta giró su muñeca formándose una esfera luminosa a un centímetro de su mano, aquella levitante forma única, era en realidad letras y palabras como las que vi hace un momento cuando lo tornó todo conocido para mí, la palabras continuaron formándose desde su mano y desapareciendo en el vacío para hacerse obra. Una puerta se formó de la nada en la pared desde los trazos dorados que salieron de aquella esfera mágica, hasta dejar ver el que yo adivinaba era un cuarto de baño... una vez más mis expectativas sobre lo extraño y místico de aquella mujer, que me fue descrita como a una diosa por Mikoto, eran sobrepasadas. Pasamos la puerta de vidrio fractalizado de tal modo, que era como ver infinitos diamantes conformando aquel lugar.

Entré, y cuando pensé que encontraría algo como una tina, en cambio vi la infinidad de un apacible espejo de agua en el borde de una playa, tan grande como un mar, pero tan calmo como una fuente, en un horizonte interminable donde el cielo azul se reflejaba en el agua, sin que a lo lejos pudiera distinguir la división entre el cielo y este océano, y un sol rojo. Era tan maravilloso como inmenso, entonces el temor a perderme me sobrecogió.

Tibias gotas comenzaron a caer sobre nuestros cuerpos fríos desde el cielo sin que nubes se avistaran, caminé por el borde de aquel lugar sin poder asimilar algo tan único, sin distinguir la fantasía de la realidad. Algo tenía mi rostro, un gesto, una mirada que su voz me atrajo.

— ¿No te gusta el agua de lluvia para bañarte?—

Rayos, era eso lo que hacíamos ¿una ducha? Me sentí tremendamente decepcionada y no lo oculté bien. Su desencanto ocupó un mohín en su rostro y entonces comprendí que la persona que Shizuru era fuera de ese lugar, se quedaba esperándola afuera, pero que en su lugar... era la versión de ella que sería la más real.

— ¿Prefieres que lo simplifique?—

Estuvo a punto de alzar su mano para hacer una ducha común y corriente, pero eso sería tirar a la basura el pequeño paraíso que se inventó para una limpieza, ¿cómo tirar por la borda esa consideración?

— ¿Cuántas veces podría bañarme con la lluvia sin congelarme en el proceso y todo sobre un espejo de agua infinito?— Sonreí al ver que se estaba esforzando en hacer algo lindo por mí y ruego que sin la intención de probar algún otro pecado. —De donde vengo... esas cosas son imposibles— Así que desvié el tema. — ¿Cómo puedes hacer todo esto?—

Shizuru retiró las últimas prendas, las arrojó lejos dejando incapacitadas mi neuronas por un tiempo, en cuanto razoné aparté la mirada azorada y con el aire faltándome, la vi posar sus desnudas caderas sobre la arena cristalina, parecía como la sal rosada, salvo porque no era justamente sal, ni se pegaba a la piel como la que yo conocía.

—Es la habilidad con la que fui creada, me la dió mamá Ikeru— ¿Había dicho mamá Ikeru? Me conmovió, así le dice Alyssa a nuestra madre, “mamá Saeko.” Su rostro siendo surcado por las gotas de lluvia, era como para hacerme arder y serenarme en un instante.

—En tu mundo yo no ocupo ni una mínima fracción de mi habilidad... pero aquí, en mi casa, no existen límites para mí— Suspiró tomando una manotada de arena rosa, la sopló y al contacto de su aliento con el cristal, burbujas se elevaron hacia el cielo. —Como la obra que un artista idea antes de plasmarla en el lienzo, mi límite se da en mi mente—

Que magnifica criatura, ya no podía no creer sus palabras. Tomé asiento a su lado apreciando la gran pintura que ella había realizado en medio de aquella realidad. —Debe ser, agobiante... ser lo que tú eres y estar en ¿cómo le llamas? Mi mundo—

—También tiene cosas buenas— Me miró sonriendo y se sorprendió de algo. —Ara ara, qué tímida. Estás a tiempo de retirar tus ropas y sentirlo en verdad, esta lluvia te ayudará a sentirte mucho mejor— Se quitó la venda y pude ver cómo el corte se cerraba. —No lo resuelve todo pero es la única forma en la que puedo curar, cosas pequeñas—

Tragué saliva y en serio me planteé el desnudarme ante una mujer tan hermosa en un lugar totalmente a solas, me quité los pantalones, cuando ella continuó su plática y le dió un golpe a mi orgullo.

— ¿Crees que no he visto algo así antes?—

Tensé la mandíbula con enfado deteniéndome de inmediato. —No me importa cuántas, yo soy... única— Quise levantarme, salir y mandar todo al diablo, pero su mano sobre la mía me reconfortó con solo el más mínimo tacto.

—Lo sé... ¿Entonces porque dudar?—

—Porque no te conozco...— Retiré mi mano intentando hacer que las incesantes agitaciones dentro de mi pecho se calmaran.

—Yo conozco las escalas del camino que has recorrido... no te imaginas cuánto sé de ti—

—No es justo... no me has dado nada de ti, solo retazos de una ilusión hiriendo allí dentro de mí ¿Qué ganabas con hacerme pensar que te ahogabas en ese lugar?—

—Saber que eres una persona justa y noble—

— ¿Y no pensaste en lo mucho que me dolería?— Reproché presintiendo salinos en las cuencas de mis ojos.

—No creí que te sería doloroso, porque tú lo has dicho... no me conoces... muchos me han dejado morir en esas realidades— Se mordió los labios, y no supe si eran lágrimas o gotas de lluvia las que caían por sus mejilla.

—Shizuru...—

—No puedes recordarlo ¿Verdad?— Acarició mi mejilla, buscando lo que yo no podía, así que al no encontrarlo desvió la mirada como si la hubiera herido.

— ¿Qué cosa?— Insistí, odiando la idea de lastimar a alguien en verdad.

—Lo que... compartimos, eres única para mí y serás...—

Prefirió no decirlo, quiso demostrarlo, tomó mi camisilla húmeda y me jaló de ella hasta el momento mismo en que sus labios se posaron ansiosos sobre los míos. Fue la sensación más electrizante que hubiera percibido jamás, su boca tenía sabor a ambrosía, porque no sabía a nada que hubiera probado antes. Eran carnosos, los mordí y succioné, abracé su espalda desnuda con mis manos y quise no dejarla ir. Pero ella se apartó brevemente para mirarme una vez más…

— ¿Lo recuerdas ya?— No pude mentirle… —Lo entiendo, perdona... Kuga—

Mi apellido en su voz, en verdad se oyó mal.

Se puso de pie sin pudor todavía, pero me dejó allí con mi soledad y un ansioso deseo inconcluso, me habría enojado de ser otra mujer, pero yo no dejaba de pensar en que me pareció ver un cristalino brillante, como un diamante bajando por su mejilla. Me levanté con agobio, tratando de armar los retazos de mi memoria sin lograrlo, frustrada e incapaz de poder entender qué se supone que debía recordar o saber para no ver una expresión así en su cara otra vez, pero no lo logré. Me quité la ropa y me lancé al agua de aquel lugar, la sensación satisfactoria del desvanecimiento del frío que antes me aquejaba no compensó ni un poco el deseo ardoroso que Shizuru Fujino prendió dentro de mí, con apenas un beso.


------------------------------------------------------------------------------------------------------
La Teta Feliz Historias y Relatos ® Cristalsif - Derechos Reservados
© Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, registrada o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo, por escrito, del autor.

9 comentarios:

  1. Interesantes historias, escritura y léxico cautivador. Felicitaciones

    ResponderEliminar
  2. Me gusta este escrito, por favor la continuación ☹️

    ResponderEliminar
  3. Solo desearía saber si la historia esta completa; ya que veo que la escritora tiene varias historias mas incompletas y la espera por capítulos nuevos es bastante larga. Muchas gracias

    ResponderEliminar
  4. A esta historia, además del cap 6 solo le falta 1 capitulo llamado paradox. Esta historia es breve debido a que se diseño para un concurso. Ahora bien, si escribir fuera tan facil como poner a trabajar una maquina, todos serían autores. Yo sigo trabajando en las otras historias. El proyecto es acabar Danza Entre Lobos primero y de manera continua ya que esta en las ultimas. Luego Nunca Digas Adios, Luego Tempus... y asi.

    ResponderEliminar
  5. Exquisita historia. La devore en un día.

    ResponderEliminar
  6. Awwww te amo siempre me han gustado tus historias y como la chica de arriba pense q no terminabas tus historias y no es por q crea q escribir es facil ,ya se q es la cosa mas difícil para los q no tenemos el don,varias ocasiones me pregunte como haces para no confundirte entre tanta de tus historias,entre por añoranza de tus historias aunque crei no habían historias nuevas y me encontre esta grata sorpresa.

    ResponderEliminar
  7. Una historia fascinante por lo que me atrevo a decir que tenéis una mente brillante felicidades

    ResponderEliminar

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...