…
Había salido temprano de la Capital rumbo la costa atlántica, no tenía un
destino fijo, sólo sabía que quería estar sola y pensar.
Stone manejaba
absorta en sus pensamientos. Ya había perdido la noción del tiempo.
Llevaba horas, perdida en la ruta rumbo a la playa. No quería pensar, no quería
sentir. Sólo quería huir, alejarse lo más que pudiera de la Ciudad, del
trabajo, de todos, de ella… “¿Por qué no
la enfrenté y le dije la verdad? ¿Por qué dejé que creyera cualquier cosa de mí?
¿Por qué no me defendí?” se preguntaba mientras manejaba sin quitar su
mirada de la ruta.
Quizás, era preferible que ella la odiara a que le
correspondiera a lo que estaba comenzando a sentir. Se había jurado no volver a
amar, pero sabía muy bien que un día cualquiera caería de rodillas ante un
nuevo amor. Uno que borraría el dolor de su corazón cansado de amar un
recuerdo… No quería olvidar a Verónica, pero en su forma de amar sabía que eso
jamás pasaría, pues creía que cuando un nuevo amor apareciera, todo el amor que
sintió por su amada un día se renovaría para ser entregado a otra mujer, que
seguro no se parecería en nada a la que amó con toda su alma.
Y tenía miedo, miedo de volver a amar. Eso que tanto le
recriminó a Estévez, lo estaba sintiendo ella. Y no sabía cómo enfrentarlo. Y
prefirió huir, pensando que en la distancia podría poner en orden sus
pensamientos, miedos y sentimientos.
Más de 300 Km, Tres horas manejando y la primera Ciudad
costera que veía era San Clemente del Tuyú.
Eran casi las siete de la tarde, el sol ya se había recostado en el
horizonte… mirando de lejos a la luna que ya se veía clara. Decidió seguir unos
kilómetros más, sabía que pasando Santa Teresita y San Bernardo llegaría a las
playas de Mar de Ajó. Sólo eran 35 Km calculó mentalmente en cuanto tiempo
podría llegar.
-En menos de 40 minutos estaré ahí – Se dijo a si misma
mientras manejaba. Ya saliendo de la Ciudad de San Clemente del Tuyú.
La Ciudad balnearia de Mar de Ajó la recibió con sus lucen
encendidas… Buscó un hotel, se registró por una noche, aunque no sabía si se
quedaría más tiempo. Necesitaba descansar, quería silencio y dormir. Así que se
metió en su habitación y sin cenar se tiró en la cama a dormir.
A la
mañana siguiente el sol entró radiante por la ventana despertándola. Se estiró
en la cama, se levantó y se dio una ducha. Por primera vez sentía su mente en
blanco, parecía que había dormido mil días… Descansada, salió de su habitación
para dar un paseo por la playa.
El conserje del hotel le indicó que la playa se encontraba a
dos cuadras del hotel, y le habló de un pequeño café a orillas del mar.
Caminó y caminó por las playas de arena fina y libres de
piedras de Mar de Ajó… A lo lejos divisó un pequeño café. Al llegar una joven
de no más de 18 años le indicó una mesa donde podía sentarse. La mesa estaba
ubicada frente al ventanal que daba al mar. Le pareció una vista hermosa. Se
sentó pidió un desayuno americano.
Cuando se disponía a marcharse la misma joven que la atendió
y le sirvió su desayuno la saludó con una sonrisa… Stone se detuvo en la puerta
de salida y le habló…
-Oye, ¿Qué hay de bueno por aquí para ver?
-
Depende – Le respondió
-¿Depende
de qué?
-Digamos
que si te gusta la playa, ya viste la playa ¿no? – Stone le afirmó con la
cabeza – Si vas para el sur, te puedes encontrar con Punta Médanos… Hay dunas y
médanos con vista al mar especial para practicar turismo aventura 4x4.
-Interesante,
pero no tengo una 4x4 ni cuatriciclo – Le contestó Stone sonriendo.
-Yo te recomiendo la playa entonces
Stone
se despidió amablemente de la joven y volvió a caminar por la playa… Quería su
mente en blanco, no quería pensar en nada. Regresó al hotel casi al medio día,
almorzó ahí en el restaurante. Y cuando subió a su habitación buscó en su bolso
el mapa para ver dónde podía ir…Revisó
el mapa y la siguiente Ciudad marina de las tantas que podía visitar era
Pinamar, que lleva su nombre por estar rodeada de pinares. Sus playas tienen
médanos y sus calles están arboladas.
-Será
cosa de pasar por Pinamar y de ahí ir a Villa Gessell – Se dijo en voz alta.
Mientras señalaba con su dedo índice el mapa.
Cerca
de las cuatro de la tarde salió del hotel caminó a Pinamar en menos de 40
minutos estuvo en esa Ciudad, detuvo su auto frente a la playa y se quedó unos
minutos disfrutando el espectacular mar azul que tenía al frente. Volvió a
subir al coche y manejó de nuevo por la ruta…. Pasó por Ostende, Cariló, Valeria
del Mar y en menos de una hora llegó a Villa Gesell.
Buscó
un hotel para alojarse esa noche. Stone ya se encontraba a 350 Km de la Capital
Federal. En otra Ciudad balnearia a la vera del océano Atlántico. Salió a caminar por el centro de la Ciudad,
cenó en un restaurante muy vistoso y regresó a dormir al hotel. Estaba decidida
a pasear y a no trasnochar. Nada de ir a
disco o bares por la noche… Por más que estuviera de vacaciones y pudiera
hacerlo sin preocuparse por tener que levantarse temprano para ir a trabajar,
se decidió por la tranquilidad.
A la
mañana siguiente salió en su auto a recorrer la Ciudad, paseando se dio cuenta
que todo el pueblo estaba muy forestado, era una notable obra de forestación,
pues se había logrado fijar los médanos y transformar la zona en un área
boscosa donde proliferaban Tamarindos, pinos acacias y eucaliptos que rodean toda
la Ciudad.
Ya tres días lejos de la gran Ciudad, el silencio y
tranquilidad de las Ciudades que visitaba parecían haberle calmado ese
torbellino de preguntas que hubo en su cabeza…
En
tanto, en Buenos Aires, Laura buscaba no pensar en Joan, algo muy difícil
porque todo se la recordaba. Si estaba en la Central alguien la nombraba, si
estaba en el departamento sus cosas se la recordaban. Así que trababa de
meterse de cabeza en el trabajo para no pensarla. Había tomado la decisión de
confesarle a Stone lo que sentía. No sabía cómo le haría, pero estaba decidida
a conquistarla.
Estévez
y Sara no la dejaban a solas, ya sabían que Laura había tomado una decisión y
estaban dispuestos a ayudarla.
-Sara,
Ya dime ¿A dónde fue?
-Laura,
de verdad, no sé – Le contestaba su amiga – Sólo dijo que necesitaba irse unos
días, que tomaría la ruta y vería a donde iría.
-Pero
ya van tres días y no ha llamado
-Sí,
me extraña que no haya llamado, pero debe estar paseando por ahí.
-¿Y
sí le pasó algo?
-Laura,
ya, no me asustes. Stone está bien. Ya sabes que las malas noticias siempre
llegan rápido y nada así ha llegado. Así
que cálmate. Déjala pensar.
Stone
pasó el día en la playa, tomando sol… sintiendo en su piel la brisa del mar.
Paseo por el centro comercial, cenó en un lindo restaurante del lugar. Y terminó
la noche en un pequeño bar, del cual se fue cansada de espantar hombres que
parecían esa noche querer ser su compañía. Así que con unas copas de más se fue
directo al hotel a dormir.
Al
día siguiente se despertó casi al mediodía así que almorzó y decidió seguir su camino
hacía a Mar del Plata. Sabía que antes de que el sol se ocultara llegaría. Y en
su viaje corto seguro podría ver las playas de Mar de las Pampas, Las Gaviotas
y de Mar Azul antes de llegar al final de su viaje.
Pasada
las dos de la tarde subió a su coche para emprender de nuevo el viaje… Su
cabeza le disparaba flashes de Laura y Verónica mientras viajaba… la calma se
estaba disipando… Manejaba con tranquilidad, como si no hubiera ningún apuro en
llegar a algún lado. Cuando veía el cartel de bienvenida de los pueblitos
marítimos que iba pasando se detenía unos 20 minutos en la playa del lugar.
Estaba convencida que la calma del mar besando las arenas de cada playa que
ella pisaba le darían la paz que su alma estaba buscando.
Divisó el horizonte y el día claro y soleado se comenzaba a
nublar, se aproximaba una tormenta. Las nubes se veían muy oscuras, así que
aceleró para llegar más rápido a su destino…A unos minutos estaba la gran Mar
del Plata. Pero la lluvia se hizo presente con tal magnitud que nada se veía, torrencialmente
caía sobre la ruta. Stone aminoró la marcha porque la visibilidad ya era nula.
Sara
convenció a Laura de ir al bar a tomar unos tragos para que se distrajera. Y
ella de mala gana aceptó. Pero sólo se quedaron unos minutos después unas
cervezas Laura insistió en regresar a su casa.
-Sara,
ya vámonos, no estoy de ánimos para estar aquí. Quiero dormir.
-Ok…
Ya vamos…
Laura
no puedo conciliar el sueño en toda la noche, dio vueltas y vueltas en la cama,
no dejaba de pensar en Stone, sentía en su pecho un dolor que nunca había
sentido. Cerca de las 4 de la mañana encendió la luz, tomó su celular e hizo lo
que había jurando no hacer. “Llamar a Stone”. Marcó su número, pero su celular
estaba apagado. Y sólo consiguió escuchar la voz grabada de Joan en el
contestador. Tiró el teléfono enojada. Y volvió a intentar dormir. Pero no lo
logró siguió despierta e intranquila. No sabía qué diablos le pasaba, su sexto sentido
le decía que algo había sucedido. Esa extraña sensación de percibir que algo
está mal y no saber que es.
Algo
demacrada y con cara de sueño Romano llegó a la Central. Y fue directo a la
sala de reunión donde ya estaban todos con el jefe. No estaba llegando tarde y
sintió que algo estaba pasando porque eran las ocho menos diez y la reunión era
siempre a las ocho.
Alterio
estaba dando las órdenes del día. Al verla entrar la saludó.
-Pase
Romano y tome su lugar.
Laura
agachó la cabeza y caminó entre la fila de sillas hasta llegar donde se
encontraba sentada Sara y se sentó al lado de ella.
Cuando
el jefe terminó de repartir los casos, levantó la voz:
-Estévez,
Santos y Romano, por favor, a mi oficina – Dijo eso y se dirigió a la puerta
para salir de la sala.
Los
tres se miraron porque en ningún momento les había dado un caso a ellos. Así
que no sabían por qué el jefe los quería en su oficina. Sin hablar los tres
salieron de la sala también camino al despacho del Capitán.
Estévez entró primero canchereando con el jefe.
-¿Qué
pasó Jefe? – Preguntó en un tono muy amigable.
Alterio
levantó la mirada y al verlo, movió su cabeza para ver entrar a Santos y a
Romano. Entonces con su mano derecha señaló las sillas frente al escritorio
para que se sentaran. Su rostro estaba algo cambiado, mostraba preocupación, lo
que hizo pensar a los tres oficiales que algo serio estaba ocurriendo, ya que
el jefe jamás se mostraba preocupado a no ser que hubiera un problema.
-Oficiales
– Comenzó – no les he designado tarea para hoy porque necesito que los tres
viajen a Mar del Plata. Deben ir por Stone.
-¿Qué?
– Preguntaron los tres al unísono.
-Stone
sufrió un accidente ayer, y se encuentra internada en un hospital en Mar del
Plata
-¿Pero
está bien?- Saltó de su silla Laura preguntando.
-Sí,
según el informa que me pasó la policía local está estable.
-¿Cómo
estable? – Volvió a preguntar Laura.
-Sufrió
una contusión en la cabeza, no tiene huesos rotos, sólo algunos moretones y
cortes que no son de gravedad. El auto está destrozado, se ha salvado de
milagro. La sacaron inconsciente por el golpe que se dio en la cabeza. Apenas
la ingresaron al hospital le han realizado todo tipo de exámenes y… - y se
calló. Ante su silencio, Sara habló.
-¿Y
qué más Jefe?
-Esta
sedada, está en un coma inducido, no sé asusten está bien, parece que su
cerebro esta inflamado y de esta forma dormida los médicos esperan que se
desinflame.
-Tal
vez mediante algún tipo de drogas intentan bajar la inflamación – Acotó Sara.
-Así
es, el médico con el que hablé dijo que su estado es estable, que cree que en
48 horas la pueden despertar.
-Ok,
entonces vamos a ver cómo está ella – Se metió Estévez.
-Eso
es, van allá, y cuando el médico lo considere la trasladan a una clínica de acá
si es necesario. O esperan por el alta. Y como Stone no tiene pariente, creo
que sólo sus mejores amigos deben estar allí – Terminó Alterio mirando a sus
tres oficiales.
-Si
Señor – Respondió Sara parándose – Ya mismo salimos para Mar del Plata.
Los
tres compañeros de Stone salieron de la Central en el auto de Estévez rumbo a
sus departamentos en busca de un bolso con ropa pues no sabían cuantos días
estarían en “la feliz”, como la llaman los argentinos a la Ciudad de Mar del
Plata.
En
menos de 40 minutos el coche de Estévez ya tomaba rumbo en la ruta. Los tres
viajaban algo callados, Laura estaba asociando su maldito insomnio de la noche
anterior con el haber presentido que Stone se encontraba mal. Por su parte
Sara, comenzó a hablarle y a tranquilizarla. Con su dulzura y tacto de siempre
logró convencerla de que tratara de dormir un poco en el viaje, ya que tenían
casi tres horas de viaje hasta llegar a destino. Aunque Laura no quería el
cansancio físico la venció y se durmió despertándose cuando el auto llegaba a
la Ciudad. Estévez le pidió a Sara que buscara con el GPS dónde se encontraba
el hospital para así llegar.
Ya dentro
del sanatorio Estévez se hizo valer de su placa de policía para así obtener más
rápido sobre el estado de salud de su compañera. Enseguida el médico que recién
entraba de guardia, y que el día anterior había recibido a Stone, se presentó
ante los tres oficiales para darle un parte médico.
-Por
el momento no pueden hacer nada aquí, les aconsejó que descansen esta noche,
mañana le quitaremos la sedación y les permitiremos a los tres quedarse con
ella en la habitación hasta que se despierte – Les dijo el doctor.
-Pero
estará bien, ¿no? – Preguntó Laura preocupada.
-Sí
señorita, cuando despierte sabremos más sobre su estado, por el momento debemos
bajar la inflamación de su cerebro.
-¿Podemos
verla ahora? – Insistió Romano.
-Por
supuesto, sólo cinco minutos cada uno, enseguida les envió una enfermera para
que los acompañe a la unidad de cuidados intensivos y puedan verla.
El
médico se retiró, Sara abrazó a Laura para calmarle la ansiedad. Y en menos de
10 minutos una enfermera se presentó y los acompañó al tercer piso del edificio
hacia el área de cuidados intensivos. Primero entró Laura a ver a Stone. Cuando
la vio dormida, con la cabeza vendada no pudo aguantar las lágrimas. Se acercó
silenciosamente a Joan y le tomó la mano izquierda.
-Estoy
aquí, por favor, despierta… - Se secó las lágrimas y permaneció en silencio
mirándola unos minutos.
Luego
Sara y Estévez entraron a verla. Aunque no querían dejar el hospital, salieron
en busca de un hotel. Alguien en la puerta del mismo les recomendó un pequeño
hotel a dos cuadras y allí se fueron a alojarse.
Wal tocó
a la puerta de la habitación de Laura... Y Sara desde adentro le abrió y él
entró.
-Ya
hablé con el jefe y le pasé el parte médico. Les parece que salgamos a cenar y
nos despejemos un poco – Sugirió Estévez.
-No
estoy de ánimos para salir, perdona – Respondió Laura sentada desde su cama.
-Ok,
entonces cenemos aquí en el resto-bar del hotel y después subimos y nos tiramos
los tres en la cama a ver alguna película en la tele – propuso Wal sonriéndole
a las dos chicas.
-Bueno
– Asintió Laura.
Cenaron
temprano en el mismo hotel, aunque ninguno comió mucho que digamos, no tenían
apetito. Los tres estaban preocupados no sólo por Stone, sino por ellos mismo.
Estévez, como hombre y machista que era, sentía que debía proteger y cuidar a
Sara, que era la mujer que el amaba, sino también a su compañera, Laura, a la
cual ya consideraba una amiga. No quería que ninguna de las dos estuviera mal.
Y trataba de hacerlas reír sin lograr muchas sonrisas.
Una
hora después de cenar, subieron en el ascensor hacia sus habitaciones, al salir
de este, Laura se excusó con sus amigos.
-Chicos,
estoy cansada, prefiero darme un baño y dormir antes que ver tele.
-Bueno,
pero me llamas si das vueltas y vueltas en la cama ¿¿sí??-Le dijo Sara
abrazándola. Y a la vez despidiéndose de ella justo en frente de la puerta de
la habitación de Romano.
A la
mañana siguiente mientras Laura desayunaba junto a Sara y Wal en el hotel, en
el hospital le realizaban una resonancia magnética a Stone para ver si la masa
encefálica de su cerebro se había deshinchado. Para cuando los tres llegaron al
sanatorio para ver a Joan, el Doctor Escalada ya había dado la orden para que
se le quitara la sedación a Stone.
-Doctor
¿Cómo se encuentra? – Preguntó Estévez saludando con su mano al Doctor Escalada
cuando este último se presentó en la cafetería buscándolos a los tres.
-Por
el momento duerme, según la resonancia que le practicamos a media mañana su
cerebro ya se deshinchó bastante. Hablé con el Doctor Bosco y di orden para que
se le quiten los sedantes… y esperamos que en el transcurso de la tarde la
paciente se despierte sola.
-¿Podemos
verla ahora o debemos esperar? – Se acercó a preguntar Laura.
-Si
señorita pueden pasar a verla los tres, recomiendo que se queden con ella, para
que cuando despierte vea caras conocidas. Una de las enfermera les dirá la
habitación a la cual ha sido trasladada ahora y podrán estar con ella. Ahora si
me disculpan debo dejar mi turno, el Doctor Bosco ya está al tanto y él estará
pendiente de la paciente.
-Muchas
gracias Doctor – Saludó Estévez, detrás Sara y Laura hicieron lo mismo pero en
voz baja.
Pasada
las dos de la tarde los tres estaban ya en la habitación con Stone, quien aun
se encontraba inconsciente o más bien dormida. Laura se había sentado al lado
de su cama y no se movía. Wal caminaba de lado a lado del cuarto. Sara
intentaba calmar a ambos, hablándoles de cualquier tema. El Doctor Bosco entró
a ver la paciente, y después de un breve saludó a los tres se dispuso a
auscultar a la paciente.
-¿Cuándo
se despertará? – interrogó al médico Laura sin alejarse del lado de la cama de
Joan.
-No
lo sé, en cualquier momento
Pero
las horas pasaron y ya casi cerca de las nueve de la noche, los tres se
encontraban muy preocupados porque Stone seguía dormida.
-Mejor
llamo al médico, ya debería haber despertado – Dijo Estévez algo nervioso. Y
salió de la habitación.
En
ese preciso momento, Joan abrió los ojos y se encontró con Laura que tomaba su
mano y la miraba llorando… al verla abrir los ojos, se emocionó tanto que no
podía hablarle, sólo lloraba.
-¿Por
qué lloras? – Preguntó Joan.
Sara
al escuchar el llanto de Laura y la voz de Stone saltó del sillón en donde se
encontraba sentada y corrió al otro lado de la cama a ver a Joan.
-¡Por
fin te despertaste!
Stone
sentía que su cabeza iba a estallar, tenía una terrible jaqueca. Y estaba algo
aturdida.
-Me
duele la cabeza – y al mirar a su alrededor desconoció el lugar - ¿Dónde estoy?
-En
un hospital en Mar del Plata, tuviste un accidente Joan – Le contestó Sara.
-¿Accidente?
Pero ¿Cómo?
-A
causa de la lluvia chocaste con un camión.
-Mierda….
¡¡¡Mi chevy!!! – Gritó Joan.
Sara
y Laura se miraron ante la expresión de Joan, no entendiendo nada.
-Tú
qué… - Preguntaron las dos al unisonó.
-¿Mi
Chevy cómo quedó? – Reformuló su pregunta Stone y Sara recordó el auto de
colección de Joan, que su padre le había regalado antes de morir.
-Tranquila
Joan, Tu chevy está en la cochera en Buenos Aires, chocaste en el Chevrolet
Camaro – Le respondió Sara.
-¿Y
de quién era ese Chevrolet?
-Stone,
ya deja de tonterías, es tu Chevrolet Camaro Black Concept 2010, ¿lo olvidaste?
-¡Mioooooooo!
-Sí,
tuyoooo
-Sara
se me parte la cabeza, no me acuerdo de ningún Chevrolet – y mirando a Laura
que seguía tomando su mano – ¿Y vos quién sos?
-¿Cómo
quién soy? – Le preguntó muy nerviosa Laura soltando su mano. Mano que Stone se
llevó a su frente.
-¡¡¡¡No recuerdo ningún
accidente, ningún Chevrolet, y no sé quién carajo eres!!!! – Al decir esto su
corazón se aceleró y Stone sintió un dolor en el pecho…
-Cálmate –
Laura
salió corriendo al pasillo pidiendo ayuda. Y enseguida aparecieron dos
enfermeras y el Doctor Bosco con Estévez que justo venían por el pasillo.
Ante
la situación, una de las enfermeras hizo salir a los tres de la habitación y el
Doctor trató de calmarla.
-Por
favor, señorita debe calmarse…
Stone
lentamente comenzó a calmarse, su respiración acelerada se fue normalizando y
sintió como los latidos de su corazón volvían a su ritmo normal.
-Acaba
de tener un ataque de pánico señorita… - Le dijo el doctor
-Se
me parte la cabeza
-Le
daremos calmantes para su jaqueca, ahora tranquila. Dígame por qué se puso así.
-No
lo sé – Y al decir esto comenzó su cerebro a razonar sobre lo sucedido – No
recuerdo que hago acá. Sara dice que sufrí un accidente, y no lo recuerdo.
El
médico muy amablemente le explicó lo que había sucedido. Entonces Stone comenzó
a hacerle preguntas. Pero con cada respuesta que obtenía se daba cuenta que
ella no recordaba nada de lo que le decían.
Transcurridos
unos minutos dentro del cuarto, el Doctor Bosco salió al pasillo para hablar
con los tres compañeros de Stone.
-Sí,
ahora está bien, sólo fue un pequeño ataque de pánico, hay un complicación…
-¿Complicación?
-Parece
que la paciente perdió la memoria, no es total, parece que no recuerda nada,
después de un par de preguntas parece que la paciente ha olvidado los últimos
dos años de su vida más o menos. No recuerda nada de lo que le pasó.
-¿Pero
su amnesia es temporal?
-Por
el momento no podemos saber, puede ser temporal, y quizás cuando se desinflame
completamente su cerebro pueda recordar, o no recordar nunca más lo que pasó.
Por el momento hay que tenerle paciencia, porque querrá saber todo lo que no
recuerda.
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