Capítulo 6.
Pasó la mañana con Daniel y comió con él
en un restaurante de la playa. Le vino bien charlar con él y lo cierto es que
hasta incluso la hizo reír. Pero no dejaba de darle vueltas a cómo sería el
encuentro con su abuelo. Después de comer, le pidió que la acompañara a
casa. Primero recogieron su bicicleta y
luego Daniel fue con ella hasta la casa de su abuelo.
Yolanda: Gracias Daniel, muchas gracias
Daniel: Ha sido un placer. No dejes de informarme de
lo que suceda
Yolanda: Así lo haré
Daniel: Yolanda, pase lo que pase, debes saber que
no estás sola. Soy tu amigo y voy a estar para lo que necesites
Yolanda: Lo sé, ahora sé que no estoy sola
Yolanda besó a Daniel en la mejilla y
entró en la finca. Dejó la bicicleta en el garaje y se dirigió al salón de la
casa. Estaba vacío. Fue a la cocina.
Yolanda: Hola María. ¿Ha regresado mi abuelo?
María: No, aún no. ¿Has comido?
Yolanda: Si, gracias. Voy al salón a esperar a mi
abuelo
María: ¿Quieres algo? ¿Un té, un café, un refresco?
Yolanda: No, gracias.
María: ¿Estás bien, niña?
Yolanda: Creo que sí, María. Hasta luego
Subió a su habitación a recoger su
teléfono móvil y se sentó con él en su regazo en un sillón del salón. No había
ninguna llamada ni ningún mensaje nuevo en su móvil. Tecleó un mensaje para
Natalia ( “Tenemos que hablar”) y al
ir a enviarlo, se dio cuenta de que no podía hacerlo. Natalia la había
bloqueado.
Perdió la noción del tiempo. María se
acercó al salón a preguntarle si quería cenar, pero Yolanda le dijo que no. Al
rato María volvió con un vaso de leche caliente y unas galletas, que se tomó
más por aburrimiento que por hambre. María la conocía desde pequeña y a Yolanda
le constaba que la quería mucho. No sabía si habría oído las palabras de la
madre de Natalia, pero fuera como fuera, la trataba con normalidad, cosa que
agradeció. Un buen rato después oyó por fin la llave en la cerradura de la
puerta de entrada y se dirigió hacia allí. Vio entrar a su abuelo. No la miraba
a la cara y eso no era buena señal.
Yolanda: Abuelo, por fin. Tenemos que hablar
Abuelo: No sé si quiero hacerlo ahora
Yolanda: No vas a poder evitar el problema ni
evitarme a mi indefinidamente
Abuelo: No sé
qué quieres que te diga
Yolanda: Quiero que me digas lo que piensas, lo que
sientes
Abuelo: ¿Qué quieres que te diga? ¿Que no
entiendo lo que hiciste? ¿Que no
entiendo lo que te pasa?
Yolanda: No me pasa nada. Me enamoré de Natalia. Nada
más
Abuelo: Pero no es natural
Yolanda: ¿Quién dice lo que es natural y lo que no
es natural? Lo natural es que las
personas se enamoren. Y lo natural es que quieras estar con la persona que
quieres
Abuelo: Pero no
sabía que tú eras así
Yolanda: ¿Así? ¿Cómo, abuelo? Esto no es algo que haya elegido. Eso
es lo que soy. Me gustan las mujeres, abuelo, soy lesbiana
Abuelo: No digas eso, por favor. No puedes decir
eso. La gente no puede saberlo
Yolanda: ¿La gente? Qué me importa a mi lo que la
gente sepa o no. Abuelo, me importa que lo sepas tú y que me aceptes tal y como
soy
Abuelo: Pero yo no puedo…
Yolanda: ¿Qué no puedes, abuelo?¿ quererme? ¿No
puedes quererme? Que yo sepa, hasta ayer mismo lo hacías. Y sigo siendo la
misma que ayer
Abuelo: No, no eres ya más la misma
Yolanda: No lo entiendo
Abuelo: Yo no puedo ver como normal lo que tú te
empeñas en pretender que lo es. No me veo capaz de aceptar con normalidad que
alguna vez tengas una novia
Yolanda: Pero yo creí que tú querías que yo fuera
feliz. Y no voy a ser feliz con ningún hombre. Si alguna vez tengo la suerte de
encontrar alguien que me quiera y alguien a quien querer, será una mujer. ¿Qué
me estás queriendo decir?
Abuelo: Puedo tolerar tu presencia en casa, siempre
que respetes unas determinadas normas, pero nada más
Yolanda: ¿Y yo tengo que conformarme con que me
toleres? Yo lo que quiero es que me quieras
Abuelo: Yo no sé qué decir
Yolanda: Te cuesta mirarme a la cara. Quizás
prefieres que me vaya de aquí
Abuelo: Yo no he dicho eso
Yolanda: Abuelo, te quiero. Eres la única familia que
tengo. Lamento no ser la nieta que tú deseabas, pero soy como soy. Me duele pensar
que hay una parte de míque te decepciona tan profundamente, pero esa también
soy yo. Alguna vez espero volver a enamorarme y me gustaría formar una familia
y me gustaría compartir todo eso con la persona que más quiero en el mundo, que
eres tú. Por eso me cuesta aceptar que, si alguna vez tengo una pareja no podré
traerla a esta casa, que si alguna vez tengo un hijo no podré traerlo a esta
casa. Me duele ver cómo me miras y no soporto tu indiferencia. Hoy he pasado el
peor día de mi vida. Lo he pasado
incluso peor que ayer, que ya es decir.
Abuelo: Me cuesta aceptar que seas así. No entiendo
de dónde te viene eso. Todos en nuestra familia y en la familia de tu padre
hemos sido siempre normales.
Yolanda: ¿Pero que tengo yo de anormal, abuelo?
Quiero lo que casi todo el mundo quiere, encontrar una pareja, compartir mi vida con ella y ser
feliz
Abuelo:No es natural, mujer con mujer
Yolanda: Me marcharé dentro de poco a la capital a
estudiar. Mientras tanto, creo que será mejor que me instale en la casa de mis
padres. Mañana buscaré a alguien que me ayude con las labores de la casa y la
mantenga en funcionamiento para mí. Encuanto encuentre a alguien iniciaré la
mudanza. Te quiero, abuelo y voy a seguir queriéndote siempre, pero no me
apetece ver en tu cara el desprecio o la indiferencia. No podría soportarlo.
Vendré a visitarte, si me lo permites, pero creo que es mejor que intente recomponer
mi vida lejos de ti
Abuelo: Quizás tengas razón. Puedes preguntarle a
María si quiere ir contigo. Yo tengo más empleados de los que necesito y me
consta que María te quiere bien.
El abuelo esquivó la mirada de Yolanda,
esquivó el cuerpo de Yolanda y sin rozarla ascendió cansinamente las escaleras
que conducían a su habitación. Yolanda subió a la suya y comenzó a empacar sus
cosas, mientras las lágrimas apenas le dejaban ver lo que estaba recogiendo.
A la mañana siguiente tampoco encontró a
su abuelo a la hora del desayuno. Él ya
había hablado con María y ella aceptó encantada atenderla y encargarse de la
casa de los padres de Yolanda. Tomó un café,
dio las llaves de su casa a María para que se adelantara y fuera
preparándolo todo y se retiró a su cuarto a seguir empaquetando las cosas para su mudanza. Al rato, todas sus pertenencias
estaban encerradas en maletas, en bolsas, en cajas de cartón. Se sentó en el
borde de la cama y contempló la
desolación de su cuarto, los armarios vacíos, las estanterías huérfanas de
objetos. Enterró su rostro entre sus manos y lloró y lloró hasta que no le
quedaron más sollozos en la garganta, hasta que no le quedaron más lágrimas en
los ojos. Entonces cogió su teléfono móvil y marcó el número de Daniel.
Daniel: Hola, ¿cómo estás? ¿Qué tal ha ido todo?
Yolanda: No muy bien, la verdad
Daniel: Ya verás cómo todo se arregla. El tiempo lo
cura todo
Yolanda: O lo pudre todo
Daniel: ¿Necesitas algo? ¿Quieres que nos veamos?
Yolanda: La verdad es que sí, necesito que me ayudes
Daniel: Díme, ¿qué
quieres?
Yolanda: Me voy a trasladar a vivir a casa de mis
padres y necesitaría que me echaras una mano con la mudanza. Conduces y tienes
coche, así que me gustaría que me ayudaras a llevar todos mis bártulos
Daniel: Claro. Ahora mismo voy a buscarte
En menos de veinte minutos Daniel estaba
en su casa. Fueron bajando las maletas, los bolsos y los paquetes al coche y
tras tres viajes, todas las cosas de Yolanda habían desaparecido de la casa de
su abuelo. El salón de la nueva casa de Yolanda estaba lleno de bultos y Daniel
y ella descansaban exhaustos en el sofá.
Daniel: Siento mucho lo que te está pasando,
Yolanda, pero quiero que sepas que admiro lo valiente que estás siendo
Yolanda: Ya, pero ¿a dónde me va a llevar este ataque de
valentía? He perdido a mi abuelo
Daniel: No, estoy seguro de que no. Solo necesita
tiempo, necesita acostumbrarse. Pero tú tienes que seguir siendo valiente
amiga. No debes dejar de lado a tu abuelo, por mucho que te cueste debes seguir visitándole, debes seguir queriéndole y demostrándole tu cariño. El
pierde con esto mucho más que tú. Tú eres joven y reharás tu vida. Encontrarás
a quién querer y quien te quiera, pero él no, él sin ti está completamente
solo. Y aunque él no lo pueda ver claro ahora, debes demostrarle que eres la
misma persona de siempre.
Yolanda: ¿Y tú cuándo te has vuelto tan listo?
Daniel: Siempre lo he sido, guapa. Te perdiste un
novio estupendo
Yolanda: Pero me gané el mejor amigo que podía desear
Al anochecer, Yolanda había colocado la
mayoría de las cosas que había traído. Apenas quedaban unas cuantas
bolsasllenas de bártulos. Entre ellas, la bolsa de los regalos que Yolanda
había recibido en su amargo cumpleaños. Miró los paquetes y divisó el regalo
que la madre de Natalia le había ofrecido. Se acercó y rescató el paquete. Se
sentó en un sillón y lo colocó sobre sus piernas. Lo abrió con parsimonia,
retiró el papel y contempló el contenido
con tristeza. El día anterior le hubiera robado una sonrisa, pero en ese
momento el amargo sabor de la decepción le inundó la boca. Se levantó y se dirigió al aparador más
cercano. Abrió el cajón inferior y lo guardo. Una foto de Natalia y Yolanda
cuando tenían seis años, sonrientes,
jugando con la arena de la playa a hacer castillos yacía boca abajo en un
oscuro rincón de ese recóndito lugar. No
pudo tirarlo, pero estuvo segura de no querer volver a verlo nunca más.
Cuando el abuelo de Yolanda llegó esa
noche a casa se encontró que ella ya no estaba.Apoyado en el quicio de la
puerta de la habitación de su nieta,
observó con melancolía los armarios y estantes vacíos. Y una lágrima se deslizó
por su rostro. Yolanda ya no estaba. Su niña no estaba.
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Que capitulo tan triste y lo mas triste es que esto.suceda muchas veces en verdad ser discriminada rechazada por gente que quiere muyy dificil desicion cada capitulo mejor besos linda bye
ResponderEliminarA veces se necesita un poco de tiempo y distancia para analizar las cosas. Si alguien te quiere de verdad, al final acabará aceptándote con todo el paquete que llevas a cuestas, es decir, con todo lo bueno y con todo lo malo. No es fácil para su abuelo, pero veremos qué se le va pasando por la cabeza. Gracias por comentar, guapa
EliminarWow que capítulo Yolanda es una chica muy,muy valiente y madura para su edad
ResponderEliminarella ha sabido aceptarse a si misma tal como es sin vergüenza sin miedo al resto que se dicen normales .
Su abuelo en esta como todo abuelo sorprendido porque el como todo conservador de la vida tiene predestinado que su nieta su única nieta ira a la universidad será una profesional y obvio se casara dentro de lo que el común de los mortales cree correcto y normal yo creo que al pasar los dias el solo le importara que Yolanda sea feliz y se olvidara de lo que el cree normal Despistada un capítulo que nos enseña como enfrentar nuestros prejuicios y no por ser joven se es menos valiente y maduro para enfrentar los cambios que tenemos durante nuestra vida buen capítulo Despistada la felicito desde Chile un abrazo Gladys Urzúa
Ciertamente, Yolanda a pesar de su juventud, no quiere esconderse. Es discreta pero valiente. Y al final de todo, lo que más importa no es la gente en general, sino tu gente. Y es ahí donde está teniendo alguna dificultad. Yo creo, como Daniel, que lo mejor en esos casos es no ponerse brava, armarse de paciencia y demostrarles a los tuyos que sigues siendo la misma. Gracias por comentar, Gladys. Un abrazo
EliminarSi Yolanda es discreta ante los demás pero se arma de valor para entregar a su abuelo como la persona que es sin esconder sus sentimientos ni echarle la culpa amedio mundo el valor esta en ella y la madurez para comenzar por el momento sola esta nueva vida sin el refugio de su abuelo el ser mas cercano a ella el abuelo estoy segura que estará con ella cuando vea que su nieta es la misma de siempre y respetara su nuevo mundo y la apoyara porque el sabe que necesitara ese apoyo incondicional ante los que siempre te juzgan sin saber lo que es realmente amar sin condiciones ni barreras de religiones o clases sociales o ideologías políticas mi Despistada me gusta mucho comentar tu historia contigo porque nos introducimos en la historia y aunque uno diga son solo personajes ficticios sabemos que en la vida real sucede lo mismo un abrazó mi Despistada
EliminarMuy buen capítulo, no hay nada mejor que hacernos respetar y valorar, sobre todo cuando es nuestra propia familia.
ResponderEliminarEspero que este cambio traiga la alegría que Yolanda se merece.
Luisa V
Hay que ver hasta qué punto y cómo reacciona el abuelo cuando se de cuenta de que Yolanda ya no está. Hay sentimientos que se digieren mejor en frío. Gracias por comentar, Luisa. Un abrazo
EliminarMuy buen capitulo, esa es una realidad que a veces nos toca, pero que valiente al enfrentarlo
ResponderEliminarTienes razón, Lizeth. Yolanda ha sido valiente, pero sobre todo está siendo coherente. Gracias por comentar. Un abrazo
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