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El raro diseño de la luna - Laura T.D - 3

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Para la mañana del sábado siguiente, Mar tenía 12 respuestas a su pregunta en el foro amigosinterplanetarios.net. Había pasado tres días de trabajo alternando órdenes con navegación libre en busca de personas que como ella, habían recibido visitas de seres de ojos blancos. Sonrió un poco mientras cargaban las páginas, pero lo cierto es que aquello poco tenía de gracioso. Internet estaba lleno de basura, bromas y gente completamente loca que pensaba en extraterrestres cabezones y grises o convertidos en personas famosas, aunque Mar pensaba que algunas celebridades bien podrían entrar en el perfil intergaláctico.

Buscó en páginas de varios países, en dos o tres idiomas de más o menos fácil traducción; sin embargo, sólo en amigosinterplanetarios.net encontró algo interesante. No era una gran historia de abducción, fotos irrefutables o grandes teorías de conspiración, sino una imagen de perfil que no mostraba otra cosa que un círculo brillante, parecido a ciertos ojos. El usuario dueño del perfil se hacía llamar Iris lo cual le pareció a Mar una especie de invitación, así que mandó un mensaje privado que decía “¿en verdad has visto alguno?”. Pero no había mensaje de Iris, sino 12 respuestas públicas a su pregunta “¿qué podría enseñarle un humano a alguien de otro mundo?”. Comer pizza, hasta el momento, era la respuesta que le parecía más sensata.
“Espero que valga la pena”, le recriminó Sara, mientras regresaba del baño. Se había quedado  la noche anterior. “Me refiero al celular”, explicitó al notar las cejas levantadas por incomprensión de Mar. “Ayer no lo dejaste un momento y sigues con eso”
Mar se encogió de hombros pensando que no era asunto de Sara el tiempo que utilizara el celular, pero no quiso ser grosera. “Estoy esperando una respuesta”, se limitó a contestar.
“¿De quién?”
Mar sintió el cambio de peso en la cama y dejó de prestar atención a la pantalla. Sara se había tendido a su lado y la observaba detenidamente.
“Metiche”
“Solo quiero saber si ella es más interesante que yo”
El comentario la hizo sonreír, pero solo un poco, lo permitido, pensó Mar.
“Conocí a alguien a quien en verdad no debería ignorar pero no estoy tan segura de querer volver a ver”
“Me parece alguien muy de tu tipo”. Y decidiendo ignorar la mueca de indignación moderada que dibujó Mar por el comentario, Sara insistió. “¿Quién es?”
“No importa, de todas maneras creo que no quiero volver a verla, ¿hablaste ya con Iván?”
“No. Lo mejor es hablar con él después, cuando yo no esté enojada y él haya sudado la borrachera”
“No le va a gustar que te quedaras aquí”
“Es su problema. Tus papás estaban en la casa, no estuvimos solas y si él piensa que me acuesto contigo, entonces no debería ser mi novio”
Mar se compadeció un poco de Iván, pero no mucho, él solía ponerse pesado si se excedía con los tragos y sus celos no eran su problema, en todo caso eran problema de Sara y ellas solo eran amigas y no se acostaban y si eso pasó fue solo una vez y nadie hablaba de eso. Asunto olvidado, se recordó.
Mar y Sara observaban el techo en silencio, pasando el rato.
“Deberíamos ir al cine uno de estos días, hace mucho que no vamos juntas”, sugirió Sara, rompiendo el silencio.
“Deberíamos”, dejó Mar en el aire.
“¿Aún no hay noticias de la imperdible?”
“¿De quién?”
“De la que no deberías dejar pasar pero no quieres volver a ver”
Mar quiso contarle todo, porque la única persona que quizá no la tomaría por loca sería Sara. Pero prefirió guardar silencio. “No, ¿la llamo o no la llamo?”
“No”,dijo Sara seriamente, tomando una de las manos de Mar, jugueteando con sus dedos. “Creo que deberías dejar que ella te busque, para saber si está de verdad interesada.Eso no solo la haría un poco imperdible, sino completamente inevitable”
Mar pensó por un momento que a veces Sara también hablaba como si fuera de otro mundo y el pensamiento le dio un escalofrío por lo que retiró su mano de las de su amiga, sin importarle cómo tomaría Sara el gesto. Las dos volvieron a quedarse inmóviles sobre la cama.
“¿Y por qué no sabes si quieres verla de nuevo?”
“La verdad es que me asusta un poco”
“No deberías dejar que una mujer te asuste”
“Créeme, ésta sí te asustaría”
“Deberías intentarlo, las cosas que más te asustan suelen ser las que después valen más la pena”
“¿Eso en verdad pasa?”
“A veces”
El silencio que siguió fue un poco más pesado que el anterior, algo así como más incómodo, pensó Mar. En verdad quería que Sara se fuera para poder regresar a su investigación alienígena. Sara debió haber sentido que ya no era tan bienvenida, así que se puso de pie, recogió sus cosas, se despidió de Mar con un beso en la mejilla y se fue, tan fresca como siempre.
Aquella situación le sirvió a Mar para pensar en una posibilidad que no había explorado con respecto a la extraña. Podría resultarle útil la habilidad de Luna para saber qué pasaba en la mente de las personas. Y por personas se refería a Sara, claro, sobre todo en momentos como el que acababa de pasar, en los que no sabía dónde estaba parada con su mejor amiga. Sara parecía celosa, pero también emocionada. Sara podía ser muy tierna la mayor parte del tiempo y al siguiente una total manipuladora. Sara podía tratarla como una enamorada un día y al otro besar su frente, como cualquier pariente  amorosa. Y nada se hablaba.
Además el mundo no se cerraba sobre Sara, había infinidad de mentes que explorar, montones de motivos que descubrir, muchas historias que averiguar, aquello podría convertirse en una especie de biblioteca de realidad virtual.
Había pensado en Luna muchas veces, pero no había aparecido, suponía que esta vez sí tendría que llamarla a consciencia, lo cual le aliviaba. Por otro lado, si el llamado debía ser de manera tan específica era probable que no hubiera marcha atrás, lo cual le mortificaba.
El “saber” no le parecía a Mar una razón suficiente para que Luna quisiera entrar al mundo de los humanos. Porque, para empezar, a una parte del mundo le faltaba humanidad y algunos humanos no deberían formar parte del mundo. Mar era capaz de prever que Luna no solo estaría expuesta a cosas agradables y pintorescas; en el mundo también había mucha basura, muchas cosas podridas podrían ensuciar la visita de un turista galáctico.
¿Para qué quieres conocer algo que no está dentro de los más altos estándares de la burguesía del universo? Lanzó al aire, muy segura de que Luna no venía de algún lugar como la tierra, después de todo, los argumentos de la extraña incluían afirmaciones sobre su ignorancia de sentimientos y emociones. Mar pensó que se tenía que pertenecer a un plano muy superior al humano para que no importaran esas cosas. Por ahí decían que tolo lo que podía sentirse en el corazón o en el estómago solo eran distractores de la realidad. A menos que fueran gases o un infarto. Si Luna venía de un mundo donde todo lo emocional no importaba, ni siquiera existía, debería ser un lugar mucho mejor que el tercer planeta del sistema solar.
El timbre del celular la sacó de sus pensamientos. Su mensaje al usuario Iris tenía una respuesta. “¿En verdad has visto alguno?” “R. Todos los hemos visto, de eso se trata. Los vemos en sueños, hablamos con ellos, nos estudian y no los recordamos. Pero si logras no olvidar, la necesidad de ellos crecerá día a día y eso es todo.”
Y eso era todo. 
Mar pasó el tiempo pensando en el mensaje. Iris le daba curiosidad. La imaginaba mujer y muy parecida a Luna. De alguna manera se había hecho a la idea de que tras el monitor (de Iris, claro) se alojaba una versión terrícola de  su problemática conocida. Claro que también podía tratarse de un cuarentón lleno de acné.
Si Luna no iba a descansar hasta obtener lo que quería, entonces dejar pasar el tiempo solo prolongaba inútilmente lo inevitable. Mar se felicitó a sí misma por tan trascendental pensamiento. Lo cierto era que prolongar aquello no parecía mala idea; dejar que alguien o más bien algo entrara a su vida ya parecía arriesgado y peligroso, eso sin contar con que el día que llegó a su plano físico casi la mata electrocutada, en medio del camino a casa de su abuela. Era una lunática con tendencia al exceso de dramatismo.
Su madre le señaló gravemente que no había acomodado su ropa limpia en los cajones. Mar ya se había convencido de que podría obtener ventajas con la presencia de Luna en su vida, pero todavía no lograba colocar en la balanza de pros y contras, todas las consecuencias que la presencia de una extraña podría traer. Suponía que Luna tendría todo controlado gracias a sus siniestras capacidades, pero ella no estaría bajo su dominio, así que sin duda notaría los cambios.
Su madre le recriminó que no había ayudado a poner la mesa para la comida, que llevaba todo el día moviéndose de su cama al sillón y tenía la televisión prendida sin hacerle caso. Por fin, Mar había llegado a la conclusión que no le importaba mucho los cambios, finalmente sentirse incómoda al principio (solo al principio, suponía) sería mejor que estar también bajo el control de los ojos brillantes.
Llegado a este punto, Mar pensaba que tendría que hablar con Luna seriamente respecto a sus ojos; sí iban a hacer aquello, Luna no podía andar cambiando su color de ojos de pupilas únicas. Tenía que tener ojos normales.
“¿Quién?”
“¿Quién qué, mamá?”
“¿Quién tiene que tener ojos normales?”
“Nadie, mamá, solo pensé en voz alta”
“Entonces ayúdame a lavar los trastes de la cena”
Ya se le había terminado el día y no había tomado la decisión. Cuando su teléfono sonó, agradeció la distracción. Era Sara, su voz sonaba cansada. Suponía que había tenido la pelea con Iván y luego la reconciliación, pues también sonaba tranquila. Era curioso lo que ya podía saber de ella con solo escuchar su voz.
Mar quería recordar una canción, pero no podía, la había tarareado todo el día anterior y ahora simplemente no daba con el tono inicial. Estaba al teléfono con Sara, sin una resolución sobre Luna y con su canción favorita del momento, olvidada.
“¿Sigues dándole vueltas al asunto de tu mujer extraña?”
“¿Por qué lo dices?”
“Sigues dispersa. Cuéntame de una vez sobre ella, al final vas a terminar haciéndolo y yo te diré que debiste decírmelo antes y evitarnos una semana de comunicación críptica”
“Está bien. El problema central con esta persona es que si la dejo entrar en mi vida es probable que todo cambie y nadie se va a dar realmente cuenta, ni tú te darás cuenta y entonces será una carga que solo entenderé yo”
“Eso suena algo perverso. ¿Entonces, esta mujer cambiará todo en tu vida y tienes miedo de que eso sea una gran carga? ¿Es acaso una especie de portavoz de derechos de la comunidad LGTBI? porque si es así no le veo nada de malo, por el contrario deberías ir a más marchas y apoyar, closetera”
“No se trata de eso”. Mar suspiró, contarle la verdad sin la parte que la haría parecer loca resultaba más difícil de lo que creyó en un principio.
“¿Entonces de qué se trata?”
“Va a cambiarlo todo, así todo en general”, Mar dibujó un enorme círculo con la mano derecha que no sostenía el teléfono, luego se sintió tonta, Sara no podía ver cuánto significaba “todo”.
“Los cambios, ni buenos ni malos, solo cambios. Además, ya sé qué vas a terminar dejándola entrar, si fuera a ser diferente no le darías tantas vueltas al asunto, hubieras huido desde el principio.”
Mar volvió a suspirar, aquello era cierto.
“¿Y si las cosas cambian contigo?”,eso lo definiría todo de una vez, pensó Mar, se había dado cuenta que finalmente terminaría concediéndole a Sara el peso de ser la razón de sus decisiones, aunque su amiga lo ignorara.
“¿Qué puede cambiar?”
“No estoy segura”
“¿Te acuerdas de la obra que fuimos a ver en la explanada de la Universidad hace como tres años?”
“Sí”.Aunque habían visto varias obras, Mar sabía a cuál se refería Sara.
“Cuando la más joven va en busca del único sobreviviente del barco, con el pretexto de curarlo, pero en realidad lo que quiere es cogérselo, la más vieja se pone como loca porque cree que la va a abandonar y ya llevan mucho tiempo intentando encontrar la fama juntas, luchando contra la miseria”
“Sí, recuerdo la escena”. Mar siempre pensó que la otramujer estaba enamorada.
“Después del ataque de pánico, la mayor se hizo entrar en razón recordando que antes hubieron otros como el sobreviviente; que la más joven otras veces se había ido  por un tiempo, tras un hombre o promesas de fortuna,  pero al final siempre, siempre regresaba”
“Entonces estás diciendo que aunque las cosas cambien entre nosotras, solo será un cambio temporal y luego todo volverá a estar como antes”
“Yo solo estaba recordando la obra”
Mar pudo sentir la sonrisa de Sara del otro lado de la línea y no estaba segura de qué le hizo sentir aquello. Pero llamaría a Luna.
“La llamaré”
“Te dejo entonces para que no te arrepientas. Buenas noches”
Pero Mar dejó pasar casi dos horas antes de prender la luz de su habitación a mitad de la madrugada. Con el cuarto iluminado se metió bajo las sábanas, cubriéndose hasta la cabeza completamente (porque de alguna forma, si habían rayos, aquello seguro la protegería), cerró los ojos y entonces dijo en voz alta: Luna, mi Luna, ven.


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La Teta Feliz Historias y Relatos ® Laura T.D - Derechos Reservados
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4 comentarios:

  1. Woww dia a dia esta historia me parece mas interesante y misteriosa me gusto eso de llamarla Luna,mi luna ven
    Ya,le llama mi luna eso es hacerla parte de ella un saludo desde Chile Laura tu historia
    se,pone dia a dia mucho,mas interesante

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    Respuestas
    1. Espero que no pierdas el interés y acompañes esta historia hasta el final, Gladis.

      Saludos y un abrazo,

      Laura.

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  2. Muy interesante la historia espero que no la dejes votada y que sigas a delante. Att luna

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    Respuestas
    1. Estimada Luna, la historia está 100% terminada, así que no, no la dejaré inconclusa.

      Gracias por tomarte el tiempo de leerla.

      Saludos,

      Laura.

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