Capítulo 28
Marina iba en el coche procesando la
poca información que había recibido. Después de que Julia le contara el
paradero de la mujer a la que amaba, la morena solo atinó a despedirse de ellas
y dirigirse hacia su hermano para pedirle por favor que la llevara a casa. Los
papeles los entregaría otro día, porque en ese momento lo único que quería era
desahogarse, gritar de dolor y llorar, y eso es lo que hizo al llegar a casa,
saludó a sus padres y les mintió diciéndoles que le habían pedido otros papeles
diferentes y que no pudo hacer los tramites, se metió en su habitación y soltó
todo lo que llevaba dentro. Si ya tenía pocas posibilidades de volver a ver a
Paula ahora las posibilidades se vuelto completamente nulas. En su cabeza había
miles de palabras que deseaba decirle a su chica, por lo que decidió plasmar
todas ellas en una carta. No sabía si esa carta algún día llegaría a las manos
de Paula, pero al menos lo intentaría. Al menos le quedaba la tranquilidad de
que su hermano no le podría hacer nada a la rubia, eso es lo único que
contrarrestaba todo ese sufrimiento. Cuando terminó de escribir, dobló el folio
y lo escondió dentro de la funda de su almohada. Se tumbó en la cama y cerró lo
ojos recordando todos los buenos momentos pasados con Paula. Esa tarde tendría
que volver a ver a su futuro marido y el día siguiente tendría que pasar el día
entero con él por lo que necesitaba tranquilizarse y esa era la única manera.
Ese mismo día, ya por la tarde, a
cientos de kilómetros…
Paula estaba echada en la barandilla
del balcón, con la mirada perdida en el atardecer mientras se fumaba un
cigarro. Había comenzado a fumar después de todo lo sucedido, cada vez que el
humo entraba a sus pulmones apaciguaba el dolor que aún sentía, o al menos eso
es lo que ella pensaba. Un pequeño ladrido llamó su atención, era Maia. Pocas
cosas se había llevado a Londres: sólo su ropa y su vespa, la pequeña perrita
vino semanas después ya que, a raíz de que su ama se marchase, estaba muy
triste y ni siquiera quería comer. Esa llamada de atención significaba sólo una
cosa, quería salir. La rubia se puso sus zapatillas, cogió una sudadera, la
correa de la perra y juntas salieron a correr. Era el único modo que había
encontrado Paula para poder dormir bien por las noches. Salía todas las mañanas
correr antes de ir a la empresa de su tío, luego, a mediodía, volvía a sacar a
la perra un rato para que hiciese sus necesidades y por las tardes, cuando se
hacía de noche volvía a salir un rato hasta que una de las dos quedaba
exhausta.
Al volver al departamento, una
pelirroja asomó la cabeza por la puerta de la cocina.
–
¡Hola! Tu tío
ha llamado, dice que mañana vayas media hora antes a trabajar, quiere que
conozcas a unos clientes- le dijo la chica en inglés, con un perfecto
acento británico.
–
Hola guapa-la rubia se
acercó y le dio un beso en la mejilla-Gracias
por recoger el recado. Me voy a dar una ducha y cenamos.
–
¡Perfecto!
La chica pelirroja era Emily. Era una
estudiante procedente de una zona rural que se había trasladado a la ciudad para
estudiar. Paula quería vivir independientemente de su tío para tener mas
libertad, por lo que buscó un piso y así la conoció, las dos hicieron muy
buenas migas en seguida gracias a que la rubia hablaba perfectamente inglés, además
de que, por casualidades de la vida, las dos chicas irían el próximo año al
mismo curso en la misma carrera. Las dos se habían tomado un cariño especial, a
Paula le recordaba en muchos sentidos a Macarena, la cual echaba mucho de
menos, por lo que pensaba que gracias a Emily tenía un pedacito de su loca
amiga allí en Londres.
Al salir de la ducha la mesa ya estaba
preparada y Emily salía de la cocina con los dos platos. Las dos chicas
comenzaron a cenar.
–
Mañana voy a
salir con los chicos, ¿te apetece venir?
–
Emm, no, pero
gracias.
–
Paula…deberías
salir, desde que te mudaste aquí, solo has salido para ir al trabajo y para
pasear al perro, necesitas despejarte, conocer gente, chicos, chicas…-las dos se
quedaron mirando fijamente- hace ya casi
dos meses, no te puedes estancar-le tomó la mano.
–
Me lo pensaré- hizo que la
pelirroja sonriese- haces conmigo lo que
quieres, ¿eh?- las dos se rieron.
Después de la cena las dos chicas
charlaron un rato mientras se tomaban una copa de vino.
–
Bueno, me voy
a la cama, que mañana me toca madrugar aún mas, buenas noches-le dio un
beso.
–
Buenas noches- le
contestó- y piénsate lo de mañana eh!-
le dijo sonriendo mientras veía como la rubia se iba por el pasillo seguida por
Maia.
Al día siguiente Paula siguió con su
rutina establecida, mientras tanto en Madrid, Marina seguía con los
preparativos de la boda, era una forma de distraerse, en cierta manera, porque
esos preparatorios no eran otra cosa que un perpetuo recordatorio de su triste
final. Ese día harían una fiesta en la que juntarían a las dos familias por lo
que tendría que estar todo el día fingiendo su falsa felicidad y soportando a su prometido. La fiesta era en una finca que
tenía la familia del novio a las afueras por lo que la familia al completo se
trasladó hacía allí. Al llegar comenzaron a saludar a gente y presentarse a la
gente que no conocían. Las primas de Marina no paraban de decirle la suerte que
había tenido con Paco, ya que para todas las mozas era el chico más guapo. La
morena sólo se dedicaba a asentir y sonreír falsamente ya que, si fuese por
ella, se lo regalaría a la primera que se lo pidiese.
El día iba transcurriendo y Marina se encontraba
sentada con su madre, Paco y con la madre de este mientras veían como las mozas
cantaban y bailaban.
–
Marina, me ha dicho tu madre que ya le has
comprao a mi Paco el regalo de novios, pero no me quiere decir que es, sólo me
ha dicho que estuviste muchos días buscando y que le va a encantar- Era
mentira, Marina no había comprado el regalo, ni siquiera había ido a elegirlo.
Los padres de la morena le compraron al novio un reloj de oro que les había
costado un ojo de la cara, pero la morena ni siquiera lo había visto- Mi Paco
aún no sabe que comprarte.
–
Mamaa- la regañó para que se callara, pero la
mujer no le hizo caso.
–
Es mu apañao pa’tó pero pa’lo de buscar
regalos es mu trasto, a ver si le dices cosas que te gusten y le das una idea.
–
¡Venga las consuegras a bailar!- dijo una
mujer de mediana edad cogiendo a las dos mujeres para que saliesen a bailar.
–
Ahora que podéis estar solos dile cosas a ver
si lo ayudas- le dijo su suegra antes de irse con su madre a bailar.
–
Las mujeres no sabéis callar na- dijo Paco al
quedarse a solas con la morena. La verdad era que desde que los dos se habían
prometido, Paco trataba a Marina un poco mejor, seguía siendo el mismo machista
empedernido pero ya no se comportaba como antes, tenía gestos que denotaban que
a él le gustaba de verdad Marina y que no era pura obsesión por salirse con la
suya, por eso intentaba comportarse y complacer todos los deseos de la familia
de Marina y los de ella- te puedo comprar una sortija o una pulsera de oro.
Dime lo que quieras y eso es lo que te regalaré- le dijo sin apenas mirarla.
–
¿Lo que yo quiera?
–
Si.
–
Quiero… que me dejes terminar la carrera-
dijo después de pensarlo unos segundos.
–
¿Qué? No, pa’que quieres terminar la carrera
si tú vas a estar en tu casa. Tienes que ocuparte de ella y de cocinar y cuando
vengan los niños, tienes que cuidarlos. Te puedo comprar to lo quieras, pide
otra cosa.
–
Ya se que no me vas a dejar que trabaje, pero
es lo que mas ilusión me hace. No es necesario que vaya a clase, sólo a los exámenes,
estudiaré en casa cuando tenga tiempo. Es lo único que quiero.
–
Está bien…-dijo después de pensarlo unos
minutos- pero quiero que esto sirva para que veas que yo te quiero y que quiero
ser un buen mario. Además de que quiero que me trates con cariño, vamos a vivir
muchos años juntos y no puedes estar así todo ese tiempo.
–
Gracias, Paco, es el mejor regalo que me
podías hacer…Yo lo intent…-en ese momento, Paco se abalanzó y la besó. La gente
al verlos empezó a hacerles palmas y vitorearlos y Marina se encontraba con los
ojos como platos, no correspondió el beso.
Segundos después Paco se separó y le
echó el brazo por lo alto, muy sonriente y orgulloso al ver como todo el mundo
aplaudía, en cambio Marina se hacía la avergonzada. No había sentido nada con
ese beso salvo incomodidad. Un beso de los que le dio en la mejilla la rubia
tantas veces siendo amigas le hacia sentir infinitamente mas que ese beso en
los labios y ni que decir el primero beso que las dos chicas se dieron. Es lo
que se le vino a Marina a la cabeza, cuando la rubia, estando las dos en su
habitación, la besó y la hizo subir al cielo. Le entristecía pensar que nunca
volvería a sentir esa sensación en el estomago.
Las mujeres volvieron a cantar y las
primas de la morena sacaron a esta a bailar. Iba a ser una noche muy larga.
Paula volvía de su sesión de running
con Maia. Abrió la puerta del piso y fue para el salón, allí la esperaba Emily
sentada en el sofá arreglada ya y lista para salir.
–
¿Por qué has
llegado hoy mas tarde que ningún día?- Le dijo la pelirroja al verla
entrar.
–
Maia esta
tomando fondo y ya no se cansa tan rápido.
–
Claro, le
echas la culpa al perro por que no se puede defender- se cruzó de brazos-
me dijiste que saldrías.
–
Te dije que
me lo pensaría.
–
Paula…por
favor hazlo por mí-le puso cara de pena.
–
Esta bien- suspiró,
Emily al escuchar eso sonrió y pegó saltitos- eres una chantajista.
–
Anda vete ya
para la ducha y no tardes, que ya me estas haciendo llegar media hora tarde.
Un cuarto de hora después, la rubia
salía de su habitación vestida con unos chinos pitillo negros y una blusa de
gasa color aguamarina.
–
Estas
preciosa-
le dijo la pelirroja al verla- esta noche
no vuelves sola- le dijo con una mirada pícara que hizo que Paula ser
riera.
–
Tú también,
anda vamos que los chicos nos esperan.
Las dos chicas salieron del piso y se dirigieron
hacía un Pub donde Emily había quedado con tres chicos, eran compañeros de la
universidad, por lo que el año que viene también lo serían de la rubia. Al
llegar todos se saludaron, Paula ya los conocía por lo que no hizo falta
presentación. Estuvieron un rato charlando y bebiendo cerveza y después de un
rato decidieron marcharse a una discoteca que estaba cerca de allí. Al entrar
allí, Paula no pudo evitar recordar las veces que salía con sus amigas y lo
bien que se lo pasaba, las echaba mucho de menos, pero su vida ahora estaba
allí. Pidieron unas copas y los cinco se fueron a bailar. Después de un rato
Emily se acercó a Paula y le dijo al oído.
–
A tu derecha
hay una chica muy guapa que no para de mirarte- La rubia miró
disimuladamente y era cierto, había un grupo de chicas bailando a su lado y una
de ellas, una castaña muy guapa, no paraba de mirarla- ¿Por qué no te acercas y le dices algo?
–
¿Tan mal
bailo que ya te has arrepentido de traerme y me quieres perder de vista?- Bromeó.
–
¡Paula!- le golpeó levemente en el brazo- solo quiero que te diviertas un rato.
–
Y eso es lo
que estoy haciendo, me lo estoy pasando bien contigo y con los chicos.
–
Esta bien haz
lo que quieras, pero la chica es muy guapa y por lo que veo no le ha gustado ni
un pelo que me acerque- hizo que Paula sonriese y negase con la
cabeza.
Siguieron disfrutando los cinco de la
noche. Los amigos de Emily eran muy simpáticos y no paraban de hacer el tonto
para que se rieran y de invitarlas a copas.
En un momento de la noche Paula salió
a la puerta de la discoteca para fumarse un cigarro. A unos pasos de ella
estaba la chica que la había estado mirando y la rubia vio que estaba siendo
acosada por unos chicos que ya iban un tanto borrachos por lo que se acercó
para librarla de ellos.
–
¡Ey! te llevo
buscando un buen rato, tu marido esta muy enfadado y lleva un rato buscándote por
toda la discoteca, como te vea hablando con estos se van a llevar una buena
paliza-
ese simple comentario hizo que los chicos se fueran enseguida, al fin y al cabo
eran dos críos. Cuando ya no estaba a la vista las dos se rieron.
–
Gracias- le dijo la
chica con una gran sonrisa- al parecer
una no puede ni fumarme un cigarro tranquila- el acento de aquella chica le
hizo pensar que no era inglesa.
–
No es nada- le
sonrió-me parece que tú y yo hablamos el mismo idioma- le dijo en español. La
chica al escucharla hablar castellano puso una cara de gran sorpresa.
–
¿Eres española?
–
Si, de Madrid.
–
Que sorpresa, yo soy de Barcelona. Si no me
lo dices no me lo creo, tienes una pronunciación perfecta.
–
Gracias- le dijo la rubia mientras se ponía
un cigarro en la boca y buscaba su mechero.
–
Para una inglesa que me gusta en estos seis
meses- le dijo mientras sacaba su mechero y le encendía el cigarro- y resulta
que es madrileña- Paula solo le sonrió mirándola fijamente a los ojos. Era una
mujer realmente guapa y sus ojos azules denotaban deseo ella.
–
¿Sueles ser siempre tan directa?- le dijo sin
apartar su mirada.
–
Cuando algo me gusta, sí- le dijo con toda
seguridad.
–
Aún no se tu nombre.
–
Soy Lorena- le dio dos besos muy cerca de sus
labios.
–
Soy Paula- le dijo con una sonrisa seductora.
A la rubia le estaba gustando que la chica tomara la iniciativa y se mostrara
tan segura de sí misma y tan decidida- y que haces aquí ¿Estudias, trabajas?
Estuvieron hablando unos minutos
conociéndose un poco mientras se fumaban un cigarro. La chica cada vez se
acercaba mas a Paula, pero a ella no le importaba.
–
¿Quieres entrar? Te invito a una copa- le
dijo la rubia pisando la colilla.
–
¿Qué te parece si…-comenzó a acercarse aún
mas hasta que besó los labios de la rubia-esa copa nos la tomamos en mi piso?-
volvió a besarla, esta vez con mas intensidad. Paula correspondió el beso,
dando paso a sus lenguas, la agarró de la cintura y la pegó mas a ella- eso me
parece que es un sí- le dijo la chica al separarse para coger aire.
–
Vamos- es lo único que le dijo la rubia.
Lorena la agarró de la mano y las dos
chicas comenzaron a andar y minutos después ya estaba subiendo las escaleras
para llegar a su departamento. Nada mas entrar y cerrar la puerta, Paula
comenzó a besarla apoyando la espalda de esta contra la pared, con una mano
presionaba uno de sus pechos y con la otra sujetaba su cara. Bajó a su cuello y
empezó a besarlo mientras la chica comenzaba a emitir pequeños gemidos que le
indicaban que se estaba comenzando a excitar, la castaña agarró su cara y la
llevó a sus labios para besarla, minutos después se separó para coger aire.
–
Vamos a mi habitación- le dijo la muchacha
con la respiración agitada y con la voz llena de deseo.
Paula se quedó mirándola a los ojos
unos segundos hasta que con su cabeza hizo un signo afirmativo, la chica sonrió
agarró su mano y la llevó por el pasillo adelante hacia su habitación.
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Hay no!!!
ResponderEliminarOyeee no las hagas sufrir tanto... paula tiene q volver al rescate como un caballero por su damisela y llevarse a mariana...
Marina tiene que hacer algo, yo se que no es su culpa, pero es hora de que se vuelva valiente y luche por su felicidad aun en contra de su familia, tiene que dar la batalla porque ya esta perdiendo a Paula :(
ResponderEliminarXiion gracias por tu excelente historia, muchos saludos y un abrazo ;)
No, no, eso si q no que paula no cometan esa locura y q marina espabile y q vaya en busca de paula... y ya te vale estas haciendo sufrir a ellas y a nosotras :-(
ResponderEliminarhey!!!! avísenme cuando las aguas se hayan calmado, soy sensible y tengo problemas con el corazón, no quiero llevarme desagradables situaciones jejejej. Esperare a que se arregle esto :P
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