Capítulo sexto
Violeta.
Me desperté con un dolor punzante en mi
mejilla, sentía como esta palpitaba dolorosamente, me incorpore lentamente
tratando de poner mi cabeza en orden, la puerta estaba cerrada detrás de mí, no
sé cuánto tiempo haya permanecido desmayada, cuando tuve claro que no había
nadie más en la casa recordé lo que había sucedido, Iara me golpeo y se fue,
nunca en mi vida me habían dado un golpe con esa fuerza, creo es porque nunca
en mi vida alguien me había golpeado, en ningún momento alguien había llegado a
optar en que la solución conmigo era la violencia, corrí hasta la puerta, salí
a la calle pero no había rastro de ella.
Esperaba encontrar un sendero congelado que
me indicara la dirección que había tomado, pero era claro que no lo
encontraría.
Volví a la casa, saque una bolsa de hielo del
congelador y la coloque sobre mi dolorida mejilla, me vi en un espejo en una de
las paredes y encontré un moretón del tamaño de una moneda grande en mi pómulo,
por lo menos el moretón indicaba que Iara existía y todo lo que había pasado en
esas horas había sido real, había tenido a un alíen en mi casa, había hecho un
hoyo en el patio el cual había rellenado con diamante, congeló una rosa y
golpeó a Kevin, todos y cada uno de esos acontecimientos habían sido tan reales
como que mi mejilla seguía doliendo.
Quizás ese había sido el adiós, podría haber
sido la última vez que vería a Iara.
Eso es algo que no puedo saber por ahora.
**********
Iara.
Cuando uno se pierde en el bosque, uno forma
de ubicarse es el sol, así me enseñó Freía, ese lugar no era precisamente un
bosque y el sol era apenas perceptible.
Estaba por completo desubicada, no tenía ni
idea de a dónde dirigirme, humanos pasaban a mi lado sin prestarme atención,
muchos de ellos sostenían aparatos en sus manos, un pequeño chocó contra un
humano aparentemente más viejo y recibió un golpecillo en la cabeza por parte de
una humana que después de la reprimenda lo llevo consigo a punta de tirones.
No tenía ni la más remota idea de que hacer,
regresar con Violeta pasó varias veces por mi mente pero no podía, no después
de lo ocurrido, por una razón ella podía descontrolarme demasiado.
Después de caminar por la ciudad sin llegar a
un punto en especial, el cielo se tornó oscuro, las personas que pasaban
dejaron de ser niños y ancianos para quedar solo gente joven en las calles,
muchos de ellos llevaban abrigos por lo que supuse deberían de considerar que
el clima era frio, muchos me miraban de reojo sin decir nada más.
Cuando las calles se vaciaron en gran medida
me senté en una banca, cerca de una persona que descansaba en ese lugar.
-Veo que no tienes ni idea de a dónde te
diriges
Un hombrecillo de edad difícil de calcular,
vestido con ropas sucias y desgastados y demasiado pelo se levantó de donde
estaba acostado, su apariencia me recordó mucho a Curo el encargado de las
cuevas.
-No voy a ningún lugar –conteste mientras
este terminaba de ponerse en pie.
-Ya veo –el tipo me vio de arriba abajo y
sonrió amable mostrando su único y amarillento diente –pero deberías cubrirte
te vas a helar –sacó de una mochila una cobija igual de sucia que el resto de
sus pertenencias -toma esto te servirá.
Recibí la cobija que me ofrecía, sonrió de
nuevo y se recostó a dormir.
Lo contemple durante horas, ese tipo no tenía
nada y lo poco que tenía lo compartía con una desconocida, el tipo comenzó a
temblar, así que le coloque encima la cobija que me había ofrecido.
Cuando los primeros rayos de luz salieron del
cielo, decido que era hora de que continuara explorando, di un vistazo a aquel
tipo que permanecía dormido, coloque una mano sobre su frente y sentí una
sensación cálida, realice un pequeño diamante de apenas 2cm y lo deje en una de
sus manos que mantenía sobre su pecho; me acerque a su oído y susurre –un
pequeño obsequio de mi parte mi buen amigo –el tipo pareció escuchar, hubo algo
muy parecido a una sonrisa en su rostro pero no despertó. Retomé mi caminata y
me aleje de aquel peculiar hombre.
**********
Violeta.
Hoy como hace una semana me desperté a las 3
de la mañana y camine hacia el árbol del patio trasero, justo en el sitio en
que calló Iara, esperando que regresara pero de nuevo no tuve éxito.
Mi vida ha transcurrido de manera normal
desde que se fue, aunque para mí ya nada es normal.
-Ya vieron, un tipo se encontró un diamante
valuado en millones, pasó de ser un vagabundo para ser un millonario –mi padre
colocaba el periódico en la mesa con esa noticia como primera plana.
-¡Diamante! –Grité sin darme cuenta de que lo
había pronunciado más alto de lo debido, todos me vieron extrañados por mi
comportamiento- puede verlo –dije antes de tomar el periódico y leer la nota.
Un diamante pulido a la perfección, eso
era obra de Iara, era claro, solo ella podría hacer tal cosa.
Tome una manzana de la mesa y salí corriendo
dispuesta a encontrar a Iara.
Recorrí las calles preguntando a cada persona
que me encontraba sobre Iara, pero nadie parecía haberla visto en su vida.
Me senté en una banca en el parque cercano a
la parada donde ese tipo la vio, esperaba verla pasar tranquilamente como si
nada, aunque en el fondo sabía que eso era imposible.
**********
Iara.
-Tranquila, no te pasara nada hermosa, claro;
si tú decides cooperar.
El tipo calvo se acercaba cada vez más a mí,
su olor a tabaco y alcohol era penetrante y nauseabundo, una sonrisa grotesca
con varios dientes metálicos de color
dorados se formaba en la cara del tipo.
-No cabe duda de que vales cada centavo que
he pagado por ti.
El tipo se abalanzo sobre mí, sentí como su
mano se deslizaba por mi pierna queriendo ascender aún más.
Mi paciencia se colmó, tomé al tipo del
cuello y lo arroje suavemente hasta la pared. Segundos después tres tipos
sumamente altos entraron por la puerta, uno de ellos, el más alto, era negro y
tenía la cabeza rapada, debía de medir más de dos metros veinte, todos ellos
llevaban trajes de color negro y gafas del mismo color que ocultaban sus ojos.
-Aún tiene pulso –comentó uno que se acercó a
tocar al tipo asqueroso al que arroje a la pared -¿Cómo es que esta perra ha
hecho esto?
-No pudo ser ella, debe haber alguien más
–otro de los sujetos saco lo que supongo era una arma, y se colocó en posición
de combate.
Me quede inmóvil, esperando a ver qué era lo
que ellos planeaban hacer, no tenía ni idea de cómo era el combate entre
humanos, así que me mantuve tranquila y alerta.
El sujeto de la pared comenzó a despertar –
¡Qué demonios esperan! –Gritó con furia –dispárenle.
Noté
un leve movimiento de sus dedos, un sonido y un pequeño proyectil acercándose a
mí.
Esperé al último momento para elevar una leve
capa de hielo deteniendo sus proyectiles, los hombres me miraron con horror con
miedo, sus caras se deformaban con muecas horribles, más proyectiles se
acercaron.
-¿Dónde está?
-Desapareció.
-No puede ser estaba allí en frente de
nosotros –el tipo calvo señalaba a la cama con la boca entre abierta.
-Sí, así es –contesté detrás del tipo negro que se encontraba cerca de la
puerta –saben, esto me parece que es un intento de homicidio a mi persona.
El sujeto de cabeza rapada giró bruscamente
intentando golpearme con su puño, sujete su brazo con una mano, mientras le
obsequiaba una amplia sonrisa al de los dientes dorado.
-Bien, me temo que no tengo mucho tiempo
–puse una mano en el suelo y congele sus piernas, dejándolos pegados al suelo.
**********
Violeta
Nada de lo que hiciera me podía quitar a Iara
de la cabeza, el simple hecho de ver un helado me hacía recordarla, cuando una
llora al ver el helado es un mal síntoma.
Cada pequeño detalle de esa chica estaba
clavado a mi memoria, podía recordar perfectamente cada aspecto de ella,
recordaba su aroma, sus ojos, el frio de su piel. Comenzaba a sospechar algo
que me era difícil de aceptar, me había colado de ella, estaba enamorada de un
alíen.
Por más que trataba de convencerme de que
solo era una confusión de mi mente, más evidente era que estaba enamorada de
ella, pero no había nada que yo pudiese hacer, no la volvería a ver nunca, no
había razón de preocuparme demasiado, ella desapareció de mi vida, con el
tiempo el sentimiento moriría y no pasaría nada, no sería el primer amor
platónico que existiese en el mundo. Amor, no me gustaba mucho la idea de
referirme a eso como amor –Me gusta más tu idea de que el amor es helado de
vainilla- dije en voz alta para nadie en realidad.
Tomé mi mochila y salí de mi casa hacia la
escuela, a seguir de nuevo la rutina aburrida que me había autoimpuesto.
Llegue hasta la estación de metro, me percaté
de que no llevaba el cuaderno de matemáticas, llegaría tarde, pero no podía
prescindir de el de nuevo, el profesor estaba cansado de que siempre lo
olvidara, no podía darme el lujo de repetir la acción de nuevo, corrí de camino
a mi casa. Entré, subí las escaleras a mi cuarto, al abrir la puerta sentí algo
extraño, había alguien allí, mire hacia la puerta del baño y me di cuenta de
que la luz estaba encendida, tomé la pequeña figura de delfín de porcelana de
la repisa y me preparé para abrir la puerta. Sin fijarme en quien residía el
golpe arrojé al delfín dándole gusto en la nuca.
-Mierda, pero que susto me has metido.
-Vale, pero que yo solo venia por mi ropa, me
has dejado un chichón- su cara mostraba un tanto de molestia mientras palpaba
la parte baja de su cabeza.
-Vamos, no te quejes, solo a ti se te ocurre
entrar como un ladrón sin avisar, se supone que tienes buenos reflejos ¿qué no?
-Los tengo solo que me has cogido distraída.
Iara estaba para frente a mí, llevaba puesto
sus raras ropas, se veía mucho mejor que la primera vez que la vi con esas
prendas.
-¡Loca! –Exclamé lanzándome a sus brazos –No
tienes ni idea de lo preocupada que estaba por ti –no pude contener mis
emociones y comencé a llorar.
-¿Estás bien? –preguntó ella con un tono que
mostraba verdadera preocupación.
-¡No! –grité molesta –no estoy bien, pensé que algo te había pasado,
te busque en todas partes, después el vagabundo millonario dijo que te había
visto pero que no sabía en donde te encontrabas, pasé noches enteras despierta
esperando a que aparecieras de nuevo e hicieras otro hueco en el jardín, pensé
que habías muerto, no sé de donde coños se te ha ocurrido irte si no tienes ni
idea de cómo es éste planeta –me detuve un momento a tomar un poco de aire
antes de continuar –Iara no vuelvas a hacer eso, no vuelvas a escapar sola.
Durante todo mi discurso ella no dijo nada,
solo me miraba con los ojos muy abiertos, no estaba segura de que era lo que
pasaba por su mente, ni siquiera tenía idea de si ella había entendido alguna
de mis palabras.
-¿No dirás nada? –pregunté una vez que pude
recobrar la tranquilidad.
-No sé qué decir, no me habían regañado desde
hace más de 50 años.
¡Más de 50 años!
Por un momento se me había olvidado de que no
trataba con una chica común si no con un alíen de un planeta a quien sabe
cuántos años luz de aquí.
Respire profundo y me senté en la cama, hice
un gesto invitándola a que tomara asiento a mi lado.
-Iara, ¿Dónde estuviste?
**********
Iara
Sus ojos estaban muy abiertos y su mandíbula
colgaba, estaba segura de que ella no se había percatado de esa reacción
involuntaria de su cuerpo, se llevó las manos a la cara y la froto un poco, se
levantó de un saltito, revolvió su cabello y al final por fin pudo hablar.
-¡No inventes! –dijo levantando los brazos al
cielo –debes de estar de coña –comenzó a caminar en círculos en la habitación
–Iara, todo eso que me estas contando parce un raro capítulo de casos de la
vida real –Violeta paró frente a la ventana y echo un vistazo hacia la calle
–Déjame ver si te he entendido –tomó una gran bocanada de aire antes de
comenzar –tú Iara, te fuiste, caminaste todo el día hasta que en la noche te
topaste con un vagabundo en la parada del camión, te ofreció una cobija, te
marchaste y le dejas un diamante valuado en millones de dólares, conoces a un
tipo en un restaurante que te lleva a una especie de bodega ofreciéndote un
sitio donde quedarte –hiso una pausa y se rasco la nuca –¡bien niña que no te
enseñaron a no confiar en tipos extraños con trajes lujosos! –Suspiró y tomó
asiento en una silla que estaba al lado de un pequeño escritorio –éste tipo te
dio comida y ropa incomoda, ¿qué dijiste que te dio?
-Una prenda parecida a la que usas en esa
foto –señale a la fotografía colgada en la pared detrás de ella.
-Bien un vestido, te dio un vestido, ¿cómo
era ese vestido?
-Era mucho más corto que ese, de color rojo y
dejaba demasiado expuestos mis pechos.
-Ok… escotado, rojo, seguro con unos zapatos
de plataforma más grande que esos, verdad.
Asentí con la cabeza.
-Te llevó con un tipo calvo que intentó
tocarte, le diste una palmadita y más sujetos aparecieron con pistolas para
matarte, los congelaste y decidiste volver por tu ropa porque lo que traías era
demasiado incomodo –suspiró aliviada de haber terminado de hablar.
-Mi traje es mucho más cómodo y me gusta cómo
se me ve.
Violeta sonrió, se levantó de la silla y me
abrazó.
-Envidio tu inocencia, tuviste suerte, esos
tipos pudieron…
-¿Qué?
-Pudieron haberte lastimado –concluyo después
de un rato.
-Tranquila estoy bien –me levante de la cama
y di dos pasos antes de sentir un fuerte pinchazo en la cabeza, todo se volvió
borroso, no podía distinguir nada, sentía como el piso se removía bajo mis
pies, no pude mantener más el equilibrio y caí contra el suelo.
Escuchaba una voz familiar, muy familiar,
abrí los ojos y me encontraba en un cuarto blanco en que no había nada, me
levante desorientada, el dolor en la cabeza había desaparecido, caminé dos
metros asía mi mano derecha y el dolor volvió de nuevo.
El medallón comenzó a brillar y pude
distinguir la voz que me decía “ven”.
-Me tomó mucho encontrarte, ¿sabes? Incluso
para mi es difícil recorrer 40 millones de
años luz.
Esa voz era difícil de olvidar, sentí un gran
alivio de que fuese ella.
-Emela, que gusto poder escucharte, ¿Dónde
estás? –la busque con la mirada y no la vi por ningún lado –más importante aún
¿en dónde estoy?
-Estas en una fracción de tú mente, llevamos
meses buscándote, temíamos que los guardias te hubiesen capturado con el
medallón, me tomó tres meses poder encontrarte telepáticamente ¿qué es lo que
haces en ese planeta?
-No lo sé, estuve a punto de ser capturada y
el medallón me trajo hasta aquí.
-Ya entiendo, ¿cómo te encuentras?
-Bien, hay una humana que me ha ayudado ¿cómo
está todo?
-Han capturado a Tarana.
-¿Qué?
-No poder mantener el contacto por mucho más
tiempo, Iara, tienes que descubrir cómo funciona ese medallón y volver lo más
pronto posible.
-¡Emela!
Antes de poder saber más sentí como unas
manos movían mi cuerpo, abrí los ojos y me encontré con el rostro alarmado de
Violeta que no dejaba de pedirme que despertara.
La aparté de mí, me levante y camine hacia la
ventana.
¿Qué te ha pasado? –Violeta seguía
arrodillada en el suelo en el mismo lugar en donde yo había estado.
-Emela, me encontró, han capturado a Tarana
–apreté los puños y retuve las lágrimas –la han capturado por mi culpa, yo
debía llevar el medallón con Emela mientras Tarana los despistaba, no lo logre,
la atraparon ahora ella podría…
-No fue tu culpa que el medallón te trajera
aquí.
-Es mi culpa que me descubrieran cuando lo
tomé.
Violeta retiró una lágrima que corría por
mi mejilla con su dedo, para después
acariciar mi mejilla.
-Debo volver.
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no!!! por que se va a ir tan rápidoooo
ResponderEliminargracias por esa entrega doble... quedo esperando el siguiente :D
Gracias a todas las chicas que siguieron esta historia, espero que ésta primera parte haya sido de su agrado.
ResponderEliminarSaludos y hasta pronto.
(*u*)/
¿primera parte? es broma... verdad?
EliminarNo nos puedes dejar así!!!
Continua plisssssss
ResponderEliminarNo tendrá continuación?? O_o
ResponderEliminarLa historia sí tendrá una continuación, solo que actualmente me encuentro algo ocupada con cosas de la escuela, pero ésta historia aun tiene mucho que dar, nuevos personajes y un poco de acción :3
ResponderEliminarSolo tiempo :)
Saludos ñ_ñ
Espero antes de navidad podamos seguir leyendo esta linda historia. Saludos
ResponderEliminarNay, no se sabe de que navidad, por eso no volví a leer nada de este sitio.
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