Varias
semanas después, Candela y yo ya habíamos comenzado una relación seria y
oficial.
Algo a lo que yo tenía pánico, pero; con ella a mi
lado, todos mis temores se disipaban.
Después de venir de Venecia de la exposición, Kyle me
llamó para invitarme a comer. ¿A dónde? Pues claro a mi restaurarte, perdón...
al restaurante de Mike y mío.
- Bueno, he podido enterarme y ver que las
exposiciones han sido un tremendo espectáculo. Me alegro muchísimo. - comentó
abrazándome.
- Gracias. Por cierto, no comeremos solos; espero que
no te importe. - comenté mientras le indicaba a uno de los camareros de Mike que
pusiera otro plato más.
- ¿Y eso? Gran novedad. ¿Que tienes que contarme
princesa? - preguntó muy intrigado.
- Cada cosa a su tiempo. - le espeté mientras ojeaba
la carta, ya que habían hecho algunos caminos.
Minutos después, se abrió la puerta y una gran luz,
llena de belleza y esplendor se acercó a nosotros. Era ella, era mi vida;
Candela.
- Hola amor, perdón por el retraso,, mucho papeleo en
la oficina. - dijo dándome un fugaz beso en los labios.
Kyle me miró asombrado, no sabía como ponerse.
- Espera, tu cara me suena... ¿Tu no eras la abogada
que contraté para lo del local? - preguntó efusiva mente.
- Si, la misma. Pero Bella y yo nos conocemos de
antes.
Nos miró intrigado.
- Soy todo oídos. - contestó.
- Espera, quiero que Mike también la conozca. -
repliqué mientras le hacía señas a este para que viniera a junto nuestra.
- Ahora que estamos todos juntos, podéis empezar. -
comentó Kyle riendo como un niño que recién hizo una travesura.
- ¿Te acuerdas aquella chica, con la cual me tropecé;
pero que en el fondo no me había tropezado?
- Mmmmm ... no. - dijo frunciendo el ceño y dando a
entender que no se había enterado de nada.
- A ver, ¿te acuerdas cuando aparecí con el labio
partido? - exclamé alzando los brazos.
- ¡¡Ahh si!! - gritó alegre. - ¡¿Fuiste tú?! Que
valor... pegas duro, ¿eh? - rió exagerado.
Candela me miró y se tapó la cara.
- Osea, que me conoce por haberte partido el labio...
¿Y eso cómo me deja quedar a mí? - replicó.
- En una mujer atractiva y agresiva. - contestó Mike.
- Y con un carácter muy, pero que muy fuerte. - sonrió
Kyle.
Candela bufó.
- Pero la única mujer en mucho tiempo que consigue el
corazón de nuestra amiga. - contestaron los dos al unísono.
A Candela se le inundaron los ojos y sonrió.
- Y ella el mío, sin duda. - atinó a decir.
Después de muchas emociones y mucha charla y bebida,
decidimos irnos a casa.
Al día siguiente Kyle me llamó para tomar una café y
le dije que se pasara por mi casa.
- Hola princesa, ¿cómo van las cosas por el paraíso? -
preguntó riéndose.
- Payaso. Buenos días, todo muy bien gracias. - le
espeté echándole la lengua.
- ¿Aún no se lo has dicho? - preguntó arqueando las
cejas.
Negué con la cabeza y serví dos cafés.
- Tengo miedo a que sea lastimada por algún comentario
de mi padre. - comenté mirando fijamente el café. - o directamente que se
entere de cuál es mi apellido y de quien soy hija, que sepa que se lo he
ocultado y me deje. No quiero perderla.
- Pase lo que pase, Mike y yo estaremos ahí. No te
preocupes, se le ve que te quiere de verdad. No cometerá ese error. - dijo
abrazándome.
- Está bien, pero quedaré yo con él primero y luego
que venga ella. - comenté buscando la aprobación de Kyle.
Éste asintió con la cabeza y sonrió.
Pasó el día
como si tal cosa. Al llegar la noche, llamé a Candela y le dije de dormir
juntas y ella aceptó encantada.
Le comenté que había hecho planes para el día
siguiente y se sorprendió. Tenía que aprovechar, ya que estaba de días libres.
Dormimos y nos abrazamos a lo largo de toda la noche.
A la mañana siguiente, me levanté más temprano que
ella; me pegué una ducha, le escribí una nota y me fuí.
Media hora y un poco más después, llegué a casa de mi
padre.
Es rara la vez que voy, sólo después de que mi madre
muriera; para recoger sus cosas y en ocasiones muy puntuales, pero nunca a
solas.
- Hola papá. - dije con voz firme.
- ¿Bellatrix? ¡Que sorpresa! - levantándose del sillón
de su despacho. - Lo siento hija, pero es raro verte por estos lugares. -
terminó comentando mientras se acercaba a mí.
- Estoy muy ocupada últimamente - dije frotándome el
cuello.
- Llevas ocupada para ver a tu viejo padre, al menos 3
años. - mirándome fijamente.
- Soy una mujer ocupada, siempre lo fuí. Tú lo has
dicho. - respondí secamente.
- A ver hija mía, cuéntame tú por aquí.
- He venido, porque quiero que conozcas a alguien.
Alguien muy especial para mí y una persona que no sabe de quién soy hija ni
cuál es mi apellido, sólo conoce el de mamá. - contesté mientras tomaba asiento
al igual que mi padre.
- Bueno, ¿y quien es el afortunado? - preguntó
inquieto.
- No empieces papá, tú bien sabes que no soy ese tipo
de mujeres, soy lesbiana y lo sabes. - dije un tanto arisca.
- ¿Aún sigues con esos juegos? ¡Por Dios Bellatrix
Chateau Salvatore! ¿Cuando piensas dejar de hacerte la distinta?
- No puedo papá, soy distinta. No me gustan los
hombres. En fin... en 15 minutos llegará mi novia y quiero que la conozcas,
pero no quiero que le digas nada referente a nuestro apellido. - comenté muy
escueta y enojada.
- Sólo si después mantenemos una conversación padre e
hija.
- Hace tiempo que no ejerces como padre y yo me he
cansado de ejercer como tu hija.
- Intentémoslo, ¿de acuerdo? - extendiendo su mano, la
estreché y asentí.
- Pero no esperes que vaya a pasear contigo, o que
venga a comer los fines de semana.
Sonrió y me indicó de ir a la terraza, él mandaría al
servicio que guiara a la visita a la terraza.
Me molestó bastante que se refiriera a ella como una
simple visita o la visita; pero decidí que no era ni momento ni lugar para
cantarle cuatro verdades.
Nos sentamos en la terraza y él le pidió un café sólo
a la chica del servicio y yo le pedí uno con leche.
Pasados los minutos mi padre comenzó a bufar, resoplar
y a hablar entre dientes.
- ¿Que pasa? - pregunté un tanto incómoda por su
comportamiento.
- No me gusta que me hagan esperar, sólo es eso. -
contestó.
- Sólo han pasado 10 minutos, no te pongas histérico,
¿quieres?
Asintió a regañadientes.
Unos minutos después llegó Candela.
- Hola, buenas. Si me he retrasado disculpen las
molestias. - comentó mientras me saludaba con dos besos y le extendía la mano
en forma de saludo a mi padre.
- No se preocupe señorita, llega justo a tiempo. Yo
soy el señor Angelo; el padre de Bellatrix. ¿Y uested es? - contestó arqueando
las cejas.
- Soy Candela, Candela Cortez. Un placer. - respondió
regalandole una sonrisa.
- El placer es mio. - remató mi padre.
Llegó la chica del servicio y nos sirvió las cafés.
- ¿Quieres algo? - pregunté acariciandole el hombro.
Se sorprendió pero al mismo tiempo le agradó ese gesto
por mi parte.
- Un café con leche, si no es mucho pedir. - dijo algo
cortada.
La chica del servicio asintió y se retiró. Le sonreí y
ahí comenzamos a hablar los tres.
- Bueno, ¿te puedo llamar Candela? - preguntó
degustando su café.
- Por supuesto.
- Entendido, tú a mí también puedes tutearme.
Ella le sonrió y me miró sonrojandose un poco.
- Así que usted es la novia de mi hija. - comentó de
golpe mi padre.
- Si señor, quiero decir... si Angelo. - contestó
rapidamente.
- Mmmmmmhhhh.... bien, bien. Es una buena chica, cuídala
mucho. - sonriendo.
¿Mi padre vendiendome a una mujer? ¿Hablandole bien de
mí a una chica? Me quedé estupefacta. ¿Quien era ese hombre y que había hecho
con mi padre?
- Le prometo que la cuidaré.
- Eso espero. - le espetó mi padre.
Después de varios minutos de charla y algunas risas,
decidí dar por terminado el encuentro entre ellos.
- Será mejor que nos vayamos. Vamos a quedar con Kyle
para comer y esas cosas. ¿Verdad Candela?
- Si, por supuesto. Ha sido un placer señor Angelo.
Espero volver a verlo.
- Siempre que quieras, serás bienvenida. - sonriendo.
Nos despedímos rapidamente y nos ibamos, cuando mi
padre me interrumpió.
- Bella, hija... recuerda que tenemos una reunión
pendiente. ¿Entendido? - guiñandome un ojo.
Realmente me estaba empezando a asustar.
¿Quien diablos era? ¿Estaba actuando? Porque si era
eso, se merecería un Óscar al mejor actor, sin duda.
- Si papá, lo que tú digas. - contesté poniendo los
ojos en blanco.
- Adiós niñas. - remató antes de perderse en su
despacho.
- Amor, no parece mala persona. ¿Porque tanto miedo a
presentarmelo? No fue para tanto. ¿No crees? - comentó Candela subiendose al
coche.
- Es más bueno con los de fuera que con los de dentro.
No se si estará llevando a cabo el mejor papel de su vida. - contesté asqueada
de hablar sobre mi padre. - de todas formas, no te fies; yo no lo hago.
Me miró y se quedó en silencio. Ella había entendido
que necesitaba cambiar de tema; o al menos dejar de hablar del tema de mi
padre.
Rumbo a su casa, paramos en un restaurante, pedímos algo
para llevar y nos lo llevamos.
Comímos tranquilamente hablando de su trabajo, de su
infancia, su vida y de cómo hechaba de menos a su madre.
- Nunca me hablas de tu infancia, ¿no fuíste feliz?
- No es eso, hay poco que contar. Siempre fuí muy
independiente: Terminé la carrera de administración de empresas y monté un
negocio y ahí me quedé.
- ¿Y que tal la relación con tus padres? - preguntó
mientras preparaba cfé.
- Bien, normal. La relación con mi padre nunca fue
buena. Siempre quiso un niño, pero me tubo a mi. - dije tragando saliva. -
Cuando les confesé mi homosexualidad fue la gota que colmó el baso; mi querida
madre siempre me apoyó, pero él ... a día de hoy piensa que es una fase, un por
probar y que pronto se me pasará. - tomé aire y me froté la nuca.
- ¿Y que tal la realción con tu madre? - preguntó muy
curiosa.
- Bueno, se fue hace ya tres años y aún la sigo
extrañando como el primer día. Desde que se fue, la relación entre mi padre y
yo es casi inexistente. - tomé el café que me sirvió entre las manos y al
respirar ese aroma me calmé. - Mi madre Isabella; era lo único que nos mantenía
unídos.
- Lo siento mucho amor, de verdad. - dijo con tono de
tristeza y comprensión.
Le respondí con una pequeña sonrisa y nos fuímos a ver
la tele mientras saboreabamos el café.
Horas después nos habían dado las 10.15 de la noche.
- ¿Quieres quedarte a dormir? - preguntó con cara
inocente.
- Me encantaría, pero necesito terminar algunas fotos
para preparar la próxima exposición, si no te importa. - dije un tanto apenada.
- No importa amor, yo me voy a la cama que mañana
quiero ordenar la casa y sólo tengo una reunión a las 12.15. - dijo besandome
dulcemente en los labios. - Avísame cuando llegues a casa, ¿vale?
La baracé, la besé y la miré a los ojos.
- Te quiero Candela.
- Y yo amor. - contestó con otro beso.
Me despedí de ella entre besos y más besos.
La noche era fresca, pero no fría. Me encontraba bien,
a gusto.
Al subirme al coche, abrí la ventanilla del todo y
conecté la radio.
Rumbo a casa, no podía quitar de mi mente la idea de
lo bien que se habia portado mi padre.
Seguía pensando que era una estrategia, pero; en el
fondo quería ver como se desarrollaba todo esto.
Al llegar, tomé una ducha y me acosté, me conseguí
dormir después de varias vueltas en la cama y un par de horas minrando al
techo.
Cuando, después de aproximadamente 2 horas y media,
concilié el sueño, el sonido de mi móvil me despierta.
Al fijarme en el teléfono, no era de nadie conocido,
pero decidí cogerlo igualmente.
- ¿Si? - pregunté intrigada.
- ¿La señorita Chateau Salvatore? - preguntó una voz
masculina bastante agradable.
- Si, soy yo. ¿Quien es y que se le ofrece?
- Soy el Doctor Romano. Llamaba para hacerle saber que
su padre acaba de ser ingresado de urgencia y para que venga en cuento pueda. -
respondió con el mismo tono agradable de unos segundos.
- ¿Que le ha pasado? ¿Es muy grave? - pregunté
inquieta.
- Entró por un ataque al corazón, pero al hacerle
algunas pruebas ... hemos descubierto que le falla una valvula y es necesario
operarlo de urgencia. - comentó mientras se escuchaban unos ruídos de fondo.
- Pues operenlo, iré enseguída.
- El caso ... esque necesitamos la autorización
firmada de algún familiar ... y usted es la única. Necesitamos su firma cuanto
antes. - insistió el hombre
Respiré hondo durante unos segundo y crré y abrí los
ojos.
- Estaré ahí lo antes que pueda. - dije mientras me
levantaba de la cama.
- Gracias. La esperamos. - contestó.
- Por cierto, ¿podrían ser muy discretos?
- Por supuesto. - contestó y colgó.
Me levanté y me fuí directa al baño. Me lavé la cara
con agua bien fría y vi mi reflejo en el espejo.
Estaba con los ojos entrecerrados y con unas ojeras
bastante marcadas.
Daba por hecho que ese hombre nos enterraría a todos,
pero; ¿que le habrá fallado para que se ponga tan mal? Podía ser el corazón, ya
que nunca lo tuvo y si lo tuvo, nunca lo demostró.
Me vestí con lo primero que ví y me fuí directa al
hospital.
Media hora después, había aparcado justo en la entrada
del hospital.
Nada más entrar por la puerta, me acerqué al mostrador
y sólo dije el nombre y apellido de mi padre.
- ¿Angelo Chateau?
- ¿Señorita Cha... ? - pero lo interrumpí.
- Señorita Salvatore. No uso mucho el apellido de mi
padre, muchas veces perjudica ser hija de alguien tan conocído, - comenté
mientras miraba con el ceño fruncido al suelo.
El hombre me sonrió y prosiguió la charla.
- Señorita Salvatore, estos son los papeles que tiene
que firmar para poder operar a su padre. - al mismo tiempo que le entregaba los
papeles y un boli.
- ¿Puedo verlo? - dije mirandome fijamente los
papeles.
- Por supuesto, peor está sedado completamente.
Me guió hasta un cuarto apartado y yo me quedé mirando
para el doctor, un tanto distraída.
Al darse cuenta, me contestó al instante.
- Dado que tu padre es extremadamente conocido, he
pensado que sería mejor tenerlo en un cuarto privado y un tanto apartado. -
comentó mientras me abría la puerta y me indicaba que pasara. - La esperaré
aquí.
- Gracias. - alcancé a decir.
Al entrar, lo ví ahí; en la camilla sin moverse y
completamente conectado y con tubos por todas partes.
Parecía una víctima de los alienígenas de las
películas de serie B.
Me di cuenta de que también estaba con un respirador.
El corazón me empezó a doler. Creo que lo hice más por
el recuerdo de mi madre que por él mismo, o no sé ya.
Mientras firmaba los papeles, dos lágrimas se
deslizaban por mis mejillas.
Me sentí rara, insegura y con miedo, mucho miedo.
¿Realmente estaba sacando mis verdaderos sentimientos a la luz por mi padre?
Eso evidentemente, me asustaba.
- ¿Puedo pedir algo? - pregunté cuando salí y le
entregué los papeles.
- Por supuesto, si está en mi mano... - contestó.
- ¿Podrían referirse a él como el Señir Angelo, o como
mi padre? - continué caminando hacia la entrada.
- Por supuesto, no se preocupe. - comentó mientras me
acariciaba el hombro.
Después de una hora entera vagando por el hospital,
veo como se llevan a mi padre a quirofano.
Respiré hondo, miré la hora pero no me importó. Cogí
mi móvil y mientras lloraba, marcaba el número de Kyle.
Dos, tres, cuatro... al sexto toque cogió.
- ¿Si? - sonaba
con voz dormida.
- Kyle, soy Bella. - respondí entrecortada.
- ¿Que pasó? ¿Dónde estás? ¿Todo bien? - ddijo un
tanto más despierto y muy preocupado.
- Kyle, te necesito. Estoy en el hospital. Van a
operar de urgencia a mi padre. - dije derrumbandome entre sollozos.
- Estaré ahí lo antes posible. - y colgó el teléfono.
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