Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

Danza entre Lobos - Cristalsif - 25

Capítulo 25

Suspiros


Un viejo can marrón ladró contento meneando su cola cerca de la puerta de una casa en las afueras del poblado de Fukka, así todos supieron dentro de la humilde morada, que la querida nieta de la vejez de Christoph había llegado, pasaron unos cuantos minutos antes de que la puerta fuese tocada cuidadosamente, era un anuncio de lo evidente. –Kiara... ve, abre la puerta a tu hermana- Ordenó el anciano a una niña de apenas 10 años, cuyos cabellos rubios y ojos violeta delataba la estirpe de la que fuera procedente, la infanta no tardó en correr hacia la puerta de madera cuidadosamente esculpida, retiró las bisagras de cobre y hierro empinándose de puntitas, luego abrió la cerradura a la altura de su cabeza. Una vez abierta la entrada de la casa Ho, pudo verse un sonriente rostro iluminado por un lámpara de aceite dispuesta en la biga superior cual candelabro. –¡Estoy en casa!- Musito una voz suave pero alegre, levantando con sus brazo a la no tan pequeña rubita que estiraba los brazos para recibirla. -¿Cómo esta Kiara Kiara? ¿Ha obedecido nuestra preciosa Maya este día?- Preguntó contenta Erstin, mientras su hermana asentía con la cabeza cual niña obediente... –Jajaja... quieto Marco- Musitaba a la par al can que alegre por la llegada de su ama, levantaba sus patas sobre la cintura de la mujer rubia, esperando recibir mimos de su mano. –Hola abuelo...- La de ojos celestes miró a su abuelo, mientras su mano libre acariciaba la cabeza del viejo labrador.


-Bienvenida a casa pequeña- Respondió Christoph con una sonrisa tenue bajo sus canosos bigotes, el anciano no evitaba sentirse orgulloso al mirarla. Contrario a todo, ella no lucía como las demás jovencitas de la tierra de Fukka, envueltas en vestidos tan variados como costosos les fuera posible y siempre cuidando demás el corsé o el maquillaje para atraer al mayor numero de pretendientes posibles.

Erstin tenía como siempre restos de pintura en la cara y polvillo blanco en sus ropas, era de ese que sueltan las esculturas en cada ocasión que las limara un poco para dejar la piedra virgen y poder añadir una mezcla de yeso para replicar la moldura original. Restaurar la obra de otro artista resultaba sin lugar a dudas una labor más esmerada que la creación misma, ya que para ello era necesario memorizar la obra original antes de emprender cualquier tarea de reconstrucción o reforma, cada matiz, cada pequeño e insignificante detalle omitido podía tirar por la borda un trabajo completo. Pese a su juventud, la joven Ho había desempeñado labores tan varias como difíciles desde que pudo caminar sobre sus propios pies, siempre estuvo junto a su abuelo aprendiendo los artes y disciplinas que su familia hubiera desempeñado en Fukka a lo largo de generaciones, siendo a los ojos del anciano la más hábil de sus nietos, había sido puesta incluso sobre sus hermanos mayores. El viejo Christoph sabía que no solo de la fuerza procede la habilidad que estuviera presto a enseñar, se necesitaba también una sensibilidad, vista tan aguda y perspicaz, así como trazo gentil pero firme, el mayor de la familia Ho supuso que con él moriría su arte, hasta el día en que los ojos celestes de su nieta vieron la luz del día y pocos años más tarde contempló a la niña observar con interés su labor orfebre para la familia Kruger. Desde entonces no hubo día en que no llevase a la infanta a su pequeño taller y nunca resultó mas cierto que cuanto más pequeños aprenden más fascinante es el potencia que una persona puede desarrollar cuando además se posee una habilidad nata. Esa era su amada Erstin, su pequeño milagro. Christoph amaba a todos sus nietos, pero ciertamente Erstin y Kiara eran las predilectas a su corazón.

Todos los rubios de la familia Ho tomaron asiento en la mesa, después de haber lavado sus manos y rostros en un cuenco de agua, allí aguardaron los cuatro hermanos y el abuelo, así como su progenie, dos pequeños niños, el primero de 4 años y la segunda aun de brazos. Todos vieron servidos los alimentos por las manos de la diligente esposa del nieto mayor.

-Esto se ve delicioso... gracias Maya-chan- Musitó de lo más contenta Erstin. –Tengo tanta hambre que podría comer un caballo entero- Sonrió dando el primer bocado. –Si, esta en verdad delicioso... yom yomiii- Añadió con una expresión de gusto.

–Erstin...- Cuestionó molesto el mayor de los hermanos. -Ese no es lenguaje apropiado para una mujer- Frunció el ceño mirándola con sus ojos ambarinos. –Y Kiara, no juegues con la comida- Regañó un poco a la más pequeña de sus hermanas, que hacia burbujas en la sopa mientras sorbía de su pequeña taza. –Minoru no juega y es menor que tú- Esta vez el orgulloso Toru Ho se refería a su hijo mayor, un niño castaño de ojos ámbar que sentado sobre el regazo de su madre comía a cucharadas habidas su sopa.

-Vamos Toru, no seas tan estricto con las muchachas, Erstin ha tenido un día agotador y es lógico que tenga hambre, y Kiara es pequeña pero ayuda a Maya con las cosas de la casa, no es que tengan mucha diversión, así que haré un par de juguetes para los niños, ya pronto va a ser su cumpleaños... hay que planear alguna fiesta ¿No les parece?- Respondió Christoph removiendo los cabellos de Kiara y sonriendo a Minoru.

Los pequeños rieron contentos, alegres con la idea, mientras los hermanos mayores asentían a la idea y la querida Maya se alegraba por la dicha de sus hijos y cuñada, a la que había cuidado desde bebe, era prácticamente una hija para ella. A fin de cuentas podrían gastar un poco más por la dicha de sus seres queridos, Erstin se contentaba al pensar que con su trabajo tendría un buen obsequio para sus sobrinos y su hermana pequeña. Así Christoph contempló dichoso a su familia y pudo continuar comiendo como los demás. –A la diosa gracias, hoy noto algo de mis especias favoritas- Sonrió a su nuera.

-Hoy Kano trajo algunas de las verduras de la cosecha... y las especias- Intentó explicar la joven mujer mientras bajaba a Minoru de sus piernas y se aseguraba de mirar en la cuna a su hija más pequeña, ya le daría un poco de alimento para cuando despertara en una hora o dos, luego volvería a cantarle su nana para que pudiera dormir apaciblemente.

-Yo las especias, además de un poco de carne para el guisado... ha sido un largo viaje desde el mercado... pero me alegra que sea del gusto de todos- Decía algo serio el muchacho. Toru era el mayor de los hermanos y tenía 28 años, luego estaba el mediano llamado Kano de 22, Erstin con 17 y Kiara con 11 años de edad. Esos eran los nietos de Christoph, así como su nuera de 25 y sus bisnietos, a quienes la Diosa le permitió ver a pesar de su avanzada edad. Él veía y agradecía las bendiciones que recibía cada día al contemplar los rostros de sus descendientes, pero no había logrado transmitir su fe, ni su buen talante a sus dos nietos varones, tal vez en ello se parecían a su hijo...

-Gracias niños míos...- Musitó el Christoph, sin mencionar que el mismo había construido tronco a tronco el hogar y el techo que ahora cuidaba de sus cabezas al dormir.  Todos procedieron a comer en silencio, solo con los ruidos de los pequeños que inocentes jugaban a la menor oportunidad, bajo la mirada atenta y amorosa de Maya.

El abuelo Ho conocía a sus nietos, Toru había sido alguien gentil, un hombre diferente cuando trajo a la querida Maya a la casa Ho y se desempeñaba como herrero en el poblado, recordaba a un muchacho tan nervioso cuando esperaba solicitar la bendición de sus padres, tan feliz a pesar de lo poco que tenían para ofrecer y estaba claro que Maya era el bálsamo que calmara sus ímpetus y cóleras. Pero cuando la madre de sus nietos falleció dando a luz a Kiara, así como su hijo se marchó a otros poblado sin volverse a ver desde entonces, Christoph tomó la responsabilidad de la casa y la familia una vez más. Pero los años habían transcurrido ya y no en vano sintió su rigor, enfermó y gran parte del peso del sustento de la familia cayo sobre los hombros de un joven Toru. Ello lo había hecho un hombre recio de carácter, Toru abandonó sus labores como herrero y se unió a la armada por un pago mejor, mientras su hermano Kano se sumaba a la servidumbre como un jornalero más de la casa de los Kruger, arando la tierra bajo el ardiente sol, por ello de los allí reunidos era el más moreno de piel. Aquella situación llevo Toru a esmerarse el doble que los otros soldados y así pronto ascendió en la milicia, hasta obtener lo que deseaba, hacerse de más fortuna para su familia. Pero al volver con los suyos y la esposa que había dejado atrás, encontrosé a su hermana trabajando como un hombre, en la herrería que el había dejado abandonada, codo a codo con muchachos mayores que ella y con más habilidad que él mismo, aunque quisiera negarlo. De este modo vio por su empeño, que ningún hombre querría desposar a una mujer como aquella, Fukka era un lugar tan grande en tierras pero tan pequeño en habitantes, que solo un hombre de otro lugar aceptaría a la doncella. Era así que cada vez que la rubia prefería las forjas, los fogones incendiados, las picas y el mármol o cualquier otra cosa que tuviese que ver con el arte que le enseñara su abuelo, enfurecía y regañaba a la chica, esperando volverla al camino de las otras jovencitas de su edad, ya comprometidas.

Toru contemplaba nuevamente a Erstin en silencio y sin saberse visto, ya que la joven servía las sobras al can y le acariciaba la cabeza absolutamente distraída, luego levantaba a Minoru en sus brazos y jugaba con él, era tan dulce su querida hermana, sería una madre inmejorable, pero ¿Cómo era posible que los caballeros no la solicitaran ya si tenía la edad oportuna?... Él y Kano suspiraban resignados, ambos sentían haber fallado en su deber y cuidado... ambos buscarían la dicha de la chica, la que ellos pensaban era mejor, pues nada más ver que el overol que usaba su hermana resultaba tan inapropiado, que parecía un jornalero de la construcción en esas fachas, la culpa los azolaba nuevamente. La pregunta entonces resultaba obvia ¿Por qué una mujer tan bella se negaba a si misma? Si ella era tan hermosa como lo fuera su madre en sus recuerdos, no era justa su soledad. -Ya va siendo hora de hacer algo al respecto...- Dijo repentinamente Toru, miró a su hermano y se dispuso a hacer el anuncio que los dos tenían previsto. –Abuelo, señoritas...- Llamó la atención del grupo. –Kano ha aceptado al fin mi propuesta- Los allí reunidos vieron con incredulidad a los dos hombres, mientras el mediano asentía con la cabeza.

-Iré a trabajar con Toru- Dijo Kano observando con sus ojos grises a Erstin. –Será lo mejor- Acomodó sus cabellos rubios medianamente largos tras su oreja, una manía que moriría cuando en la milicia le cortasen el cabello.

-De ese modo Kano y yo ganaremos suficiente, Erstin ya podrá quedarse en casa a cuidar del abuelo y los niños con Maya, o seguir jugando en la orfebrería... muchas mujeres también hacen las joyas de la familia Kruger, incluso si se trata de trabajar puede aprender a confeccionar en la fabrica... opciones hay bastantes-

-¿Qué dices hermano?- La rubia solicitó a Kiara que llevase al pequeño Minoru con su madre, sabía que esa conversación no era apta para niños.

-Lo que has escuchado hermana, por ahora esta bien que restaures obras de arte en la casa de los Duques, es razonable... pero no es adecuado que vuelvas a las forjas, la herrería no es lugar para una mujer-

-Toru... eres mi hermano, no mi padre- Erstin miró fijamente los ojos ambar del rubio, era joven pero ya mucho había tenido que luchar por el cuidado y sostenimiento de su familia. –No haré lo que pides, respeto a Maya-chan... pero no quiero una vida como la suya-

-¿A que te refieres?- Eso si que había indignado al mayor. –No puede ser tan malo ser la esposa de un hombre como yo- Decía más que orgulloso Toru con el ceño fruncido.

-Que seas el capitán de la comandancia no significa que sea bueno... pensaba que al menos Kano estaba consciente de los peligros que se corren en ello, si es tu elección esta bien... pero no involucres a mi hermano en esto y menos aun pienses que esto será por mí- Retaba la rubia al mayor. Fukka contaba con dos armadas, la guardia personal de los Duques y oficiales venidos de Windbloom para impartir el mismo modelo de justicia que en el reino entero, por lo que unos lidiaban secretamente con los Orphan que asechaban constantemente en los bosques y los otros, lo hacían con mastines y ladrones de toda calaña.

-Erstin... esto es lo que yo deseo hacer- Refutó Kano desviando la mirada.

-Eso es mentira... tu siempre quisiste ir a la capital, querías ir allí a tocar el piano, hacer melodías para sus majestades... esos fueron los sueños que me contaste cuando éramos niños- Cuestionó Erstin por primera vez molesta con su hermano mediano, el era mucho más amable que Toru y aunque se esforzaba trabajando en el campo, sus deseos no se fueron a pesar de los años, estaban vivos en sus ojos.

-Ya no soy un niño... eso ha cambiado- Kano levantó la mirada para dirigirla sobre la azul y cristalina de su hermana, mientras sus puños se cerraban, estaban ya sus manos desgastadas por la labor de un labriego y no podía ya tocar ningún instrumento como lo hiciera en su infancia, él realmente renunciaba a sus deseos por lo que consideraba el bienestar de su familia y sus hermanas, eran humildes a pesar del trabajo de Toru o el suyo propio, pero con los dos en la armada se podrían dar algunos lujos a los que no estaban acostumbrados. –Ahora podrás vivir una vida como las demás doncellas, incluso podrás celebrar e ir a las fiestas en las casas altas, yo te compraré vestidos hermosos... ¿No es eso motivo de alegría?-

Pero los hermanos obviaban los deseos del corazón de la joven rubia y aunque Christoph guardaba silencio, conocía desde tiempo atrás, los verdaderos sentimientos de su nieta, ella no había nacido para guardar la casa de un esposo, ella era más feliz obrando sobre el metal, pintando lienzos, llenándose del polvo blanquecino de las esculturas, era fuerte e independiente, era una mujer avanzada a su propia época, pero eso Toru ni Kano podrían verlo con tanta facilidad, el tiempo que es más sabio que la juventud sabría mostrarles esa realidad. -Ustedes dos no pueden entender que mi vida es tal cual la deseo... y si no es más, quisiera ir a descansar, mañana debo regresar al castillo Kruger y continuar la restauración de sus obras de arte- Erstin no permitió ninguna otra palabra a sus hermanos, se fue rauda a su habitación y cerró la puerta con fuerza. Lágrimas saladas vertieron sus ojos al entender las circunstancias de Kano, incluso las de Toru... los amaba profundamente pero no sería por ellos que su camino tomara un rumbo diferente, no cuando había encontrado una dulcísima figura de cristal en la inmensidad del castillo Kruger. Bien dicen que en todo castillo siempre has de encontrar una princesa, pero la suya, la que había visto desde la distancia en la realización de sus labores de restauración, era tan inalcanzable como las gemas con incrustaciones preciosas que tantas veces fabricó para aquella familia.

Erstin cerró sus ojos cansada y se apartó de la realidad adentrándose en el mundo de los sueños, esperaba con un poco de suerte, encontrar en ellos a la figura divina de aquella gentil criatura, de aquella mujer de ojos rojos.

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Sentía extrañeza en la morada que le hubiera dado cobijo a lo largo de tantos años, miraba el conocido techo de su habitación con un silencio cortante y frío como una estocada, suspiros hondos escapaban de sus labios, tan pesados como rocas que se aprisionaran en su pecho, deseaba ahogar su llanto como tantas veces, pero que podía remediar una lágrima cuando la inmensidad de su tristeza fuera tan grande y basta como el cielo mismo, tan profunda y salada como el mar. No habrían reclamaciones ante el caprichoso destino, fuera el urdir de las casualidades o bien el fino trazo de la pluma de una diosa conocida, no era su suerte, de eso estaba segura al verse negado su único amor, pero que más dicha podría solicitar, si la simple observación del gozo de su prima le alegraba por dentro. Verlas caminar por el jardín resultaba ser algo tolerable con el paso de los días, algunas veces una sonrisa escurridiza ocupaba sus labios, sabía con ello que ambas fortalecían sus lazos y su esperanza de ver concluida la maldición aumentaba, era hermoso contemplar el amor que ese par de idiotas no declaraban a viva voz, pero que destilaban sus ojos al encontrarse y al mismo tiempo, los celos se evaporaban, no sin dejar atrás un rastro de amargura... tenía que por fuerzas dejar atrás el sentimiento y ayudar lo más posible, o era tal vez que ya estaba cansada de luchar sola por algo que no iba a ser.

Se levantó del lecho con algo de dolor en su hombro, a diferencia de su prima y el lado de la familia que vivía en un eterno encantamiento, ella si tenía que sanar a la velocidad de las personas comunes, pese a todo los remedios de su abuela se aseguraban de cuidar su piel, eran medicinas en verdad efectivas. La pelinegra hizo lo propio por estar presentable, un vestido adecuado para la ocasión estaba ya dispuesto, fue al cuarto de baño y se permitió yacer en las tibias aguas para relajar un poco más la tensión de su cuerpo y sus pensamientos, casi estuvo a punto de dormirse en la tina cuando una aguda voz la interrumpió.

-Hola Nina- Dijo contenta la fémina voz.

La pelinegra se removió exaltada, abrió los ojos y encontróse con otros azules muy cerca que la miraban al revés, se levantó por puro reflejo chocando cabezas con la intrusa, un quejido de dolor salió de su garganta y la de Arika. La de ojos rojos se volvió a mirar con reproche a su entrometida invitada, pues no recordaba que tendría que hacer la mujer castaña a semejantes horas de la mañana en su cuarto y menos aun en su tina... lo cierto es que Arika Sayers nunca tuvo muchos modales, eso volvía a su memoria de forma tardía, bien tendría que haber dejado su puerta con llave, o algo que impidiera el paso a la chica.

-Tienes la cabeza muy dura- Se quejaba la castaña sentada en el suelo, mientras se sobaba el seguro chichón que le saldría a causa de la colisión.

-Al menos la mía tiene contenido... mi cerebro reclama con dolor- Decía Nina mientras cubría su desnudes con una de sus manos y con la otra se sobaba la marca roja en su frente. –Has podido tocar antes de entrar ¿No crees?- Reclamaba molesta.

-Toqué pero nadie abrió la puerta... así que entré- Arika se levantó, fue por una toalla para luego entregarla a la dama desnuda y abochornada por las circunstancias.

-Sabes lo que significa cuando no te abren la puerta ¿No?- Fruncía el ceño la pelinegra mientras tomaba de mala gana la toalla y se cubría con ella. –Significa no pasar...-

-No te quejes Nina... ya hasta te pareces a tu prima, que es demasiado seria para mi gusto- Arika levantaba los hombros con desinterés, pero volviendo a notar un dejo amargo en la faz de su amiga cambió el tema con prontitud. –Además te salve la vida, ¿Sabes tu lo peligroso que es dormirse en la tina?-

-No es para tanto...- Nina notó las buenas intensiones de Arika, así que dejo el agua correr y el tema estuvo zanjado, salieron de la ducha, se vistió apropiadamente exigiendo a Arika volverse a otro lado mientras lo hacía.

Nina tomó asiento en la silla cobriza de su mesa de ajuar, se miró a si misma, debía esconder las marcas del excesivo sueño, esas bolsas que salen allí cuando se duerme demasiado o muy poco, así que ocupó algo de maquillaje, lejos de su costumbre habitual pues no le agradaba demasiado, posteriormente cepillo sus largos y negros cabellos, se miraba lánguida y etérea a si misma, conocía el secreto de su propia belleza, pero ello nunca fue suficiente, se desanimaba al mirarse al espejo. A su espalda notó como Arika volvía a las practicas de la infancia, husmeándolo todo con curiosidad idiota en su habitación, incluso... incluso el cajón de su ropa interior. –¡Deja eso!- Se levantó presurosa, procurando arrebatar y esconder ese corsé rojo sujeto por las manos de la inquieta chica. -¿Eres una pervertida o qué? Por todos los cielos Arika, no se entra a los cuartos ajenos a... a- No sabía como definir aquel extraño fetiche.

-No, si yo estaba algo impaciente... eres un poco lenta para estar presentable y yo no puedo quedarme quieta... así que creo que te iba mejor en la tina- La castaña de ojos azules estaba ya dispuesta hace algunas horas, estaba inquieta por saber de la vida de su amiga y con la recuperación de la salud tras el ataque de los Orphan, Nina había estado cual marmota en la cama, tan solo ese día la abuela Sanae, había asegurado que la medicina dejaría despertar a la morena y por eso estaba allí, impaciente por verla.

Nina suspiró rogando por algo más de paciencia, esa chica le ponía los nervios de punta y ya casi había olvidado el motivo de su visita o el porque se había presentado sola en Fukka, sin por lo menos una escuadra de escoltas. –Vamos a desayunar, necesito preguntarte algunas cosas...-

-Ahhh ya sabía yo que estabas interesada en lo que ha sido de nuestras vidas en toooodo este tiempo- Los ojos azules de Arika brillaron intensamente.

-En realidad no, solo quería sacarte información, mira que venir aquí, además de sola... eso es arriesgar el cuello de una forma tonta ¿Sabes?- Nina no tardó en bajarla de la nube, aunque no admitiría que se alegraba de verla y a salvo.

Las dos chicas salieron al pasillo, Arika observaba los movimientos de su amiga, el tiempo las había cambiado mucho a las dos, la pelinegra había crecido en estatura y gracia, su cuerpo en antaño aniñado, se había convertido en uno femenino y estilizado, sus largos cabellos estaban posados sobre sus hombros y se alargaban hasta su espalda, su piel era clara como la nieve y sus ojos de un tono dorado y rojo como el fuego, Nina Kuga era una mujer muy bella, tanto que de ir a la corte de Windbloom dejaría idiotas a los aristócratas, volvería a Fukka para recibir numerosas cartas solicitando su mano, eso seguro. Pero la joven Sayers conocía la verdad tras la aparentemente impenetrable e impasible faz de Nina, bastaba mirar el fuego encendido de sus ojos, para saber que cada momento de su vida era una constante batalla entre sus deseos más ocultos y sus actos más bondadosos, la joven que conocía era alguien muy noble, lo suficiente para renunciar a todo por el bienestar de los seres amados, pero si algo sabía Arika, es que el amor algunas veces debe ser egoísta. –Deberías solo ser Nina... de verdad que si, nadie va a rechazarte por eso... yo no lo haría- Susurró en voz baja Sayers.

La morena se volvió a ver contrariada a su amiga, después de tan largo silencio, tan repentinamente decía cosas que solo ella entendía. –Divagas... como siempre- Negaba con la cabeza a la par que una tenue sonrisa se alojaba en sus labios y continuaba el recorrido por el castillo hasta el salón donde todos estarían desayunando, realmente lo hacia con lentitud para no cruzarse con Natsuki o Shizuru, deseaba dejarlo atrás... pero estar tan cerca solo le hacia las cosas más difíciles.

-No tanto... pensaba en las extrañas circunstancias de este lugar, poco o nada se habla de Fukka en la corte de Windbloom, la gente prefiere obviar esta parte del mapa o creer que todo esto es parte de los cuentos populares, pero no se molestan en preguntar o cuestionar sobre las preciosas joyas que aquí se producen y que la mayoría de las damas usan en las fiestas de la corte, es todo un mundo de hipocresía...- Como pocas veces Arika fruncía el ceño y desviaba el rostro para ver a través de amplios ventanales del castillo, allí fuera iluminaba el radiante sol, era el momento de la cosecha de Fukka y un importante festival tendría lugar, pero ni el astro rey o los festejos podría mejorar las cosas, aun le molestaba el olvido del Rey sobre aquellas personas, le molestaban quizás demasiadas cosas de aquella corte, empezando por el prometido de la princesa Mashiro, pero al mismo tiempo sentía pena por sus culposos pensamientos.

-Nunca dijiste nada tan sabio o profundo, algo ha cambiado- Nina se detuvo a contemplar a Arika, eran esas extrañas veces en las que hablaba con tanta madurez que le parecía no reconocerla. -¿Qué pasa Arika?- La mano enguantada de Nina se posó sobre el hombro de su amiga, obligándole a mirarla.

-Cada verano que durante nuestra infancia te vi venir a la capital, me sentí feliz por el regalo de tu presencia... pero repentinamente no volviste, supe que viajaste al poblado de Urune, allí donde tu abuela vivía desde el fallecimiento de Saeko-sama, entendí las razones con prontitud... quise ir tras de ti, pero no pude alejarme de la princesa Mashiro, ella se quedaba sola sin ti, sin mí... así que decidí hacerle compañía y ese fue mi error, debí venir junto a ti antes- Arika ya no parecía Arika cuando hablaba de esa manera, sin siquiera mirar a Nina, solo deslizaba las palabras en sus labios mientras sus ojos azules se perdían en el horizonte, como si estuviera más y más lejos del alcance.

Nina no entendía ni un poco las palabras de su amiga, pero ahora si que comenzaba a preocuparse por ella. La castaña era distraída pero no meditabunda, era risueña pero nunca vio antes en sus labios una sonrisa tan triste y fue así que lo comprendió, que a ella le asolaba el mismo mal, junto a la misma pena. –Creo que... iremos al jardín, una doncella podrá llevarnos algunas viandas allí... no me apetece bajar al salón- La Nina audaz que Arika recordaba volvió a la vida a base de preocupaciones, tomó la mano de su amiga y se apresuró a correr hacia el jardín para buscar algo de luz y entibiar la piel, tal vez y con algo de suerte el corazón.

Corrieron como cuando eran apenas niñas, evitando con suerte hacer estropicios, deslizándose por el barandal, bajando escaleras de dos en dos, eludiendo a algún sirviente fuera de lugar que apenas alcanzara a escuchar la solicitud de llevar comida al jardín, todo a raudo paso hasta la inmensa entrada del castillo. De allí saltaron desde las marmolinas bases de las escaleras y apostaron una carrera hasta el árbol cerca de la muralla, el último, el más cercano al gran portón, junto al quiosco de la guardia...

Una vez allí se detuvieron, la castaña apoyaba sus manos en sus muslos y recuperaba el aire.

-Has perdido forma Arika- Decía Nina jadeando pero de pie.

–¿No resultaba más practico correr sin un corsé apretujándonos las costillas? A la próxima me pongo mis ropas deportivas- Respondió la castaña con una sonrisa. –Te recuerdo que deje mis pulmones de repuesto en el lago de las algas vivas-

-Eso no es gracioso... pudiste morir ahí, de no ser por Natsuki... no sé que hubiera pasado, es probable que ni siquiera lograra saberlo- Nina negó con la cabeza, aun encontraba tan insensato el viaje de Sayers a Fukka en semejante soledad, era por decir lo poco Kamikaze.

-Lo pensé... cuando el aire no acudía a mí, que había sido idiota venir aquí sola... pero me importó más alejarme, me ofrecí a traer la carta de Mashiro y aun así la perdí, se deshizo en el agua... eran sus preciosas palabras de aliento para la Duquesa- Arika bajó la mirada nuevamente, ya el aire entraba de forma regular en sus pulmones pero prefería estar en esa posición para no mostrar el llanto que le causaba su propia impotencia, el haberle fallado a la princesa.

De ese modo un abrupto coscorrón vino sobre la cabeza de Arika, quien cayó de sentón al suelo. –Hayyyy ayayayyy... ¡No recordaba que fueras tan brusca!- Los ojos azules volvieron a mirar hacia arriba donde Nina la miraba con reproche.

-¿Me informas que corriste semejante riesgo por una tonta carta?- Un tic de ceja, era lo último que podía ocasionarle Sayers a Nina.

Pero así la castaña volvió a bajar la cabeza y a rascarse nerviosamente con la mano cerca de la altura de su cuello. –En realidad, tomé la carta como excusa para verte, para hacer algo importante tal vez y no pensé que este lugar fuera tan agreste... ni siquiera noté cuando esa cosa me atrapó, vamos estaba sentada en el caballo y luego colgada de cabeza balanceándome como un mono entre los arboles, aunque no por gusto propio he de aclarar- Se justificó rápidamente al ver que la pelinegra la observaba con cierta contrariedad.

-¿Y como llegaste al lago hormiga...?- Nina se acuclilló a su lado para escuchar mejor la historia de su amiga, un momento después estaban sentadas apoyando la espalda en el viejo árbol cuya sombra les protegía del sol de aquella mañana.

-No lo sé, es extraño porque todos los que se encuentran con un Orphan en el bosque no es como que vuelvan para contar la historia, pero a mí que me tuvo a su merced durante horas...- Era algo que Arika no comprendía de las circunstancias vividas, se supone que los Orphan son monstruos que no piensan y se limitan solo a sus instintos, de tenerla al alcance lo mas oportuno hubiese sido matarla, sin más.

-¿Y no sentiste miedo?- Nina miraba con incredulidad a la chica, según recordaba y tenía basta experiencia en ello, ningún Orphan tomaba rehenes o prisioneros, mataban de forma rápida a quien por casualidad se cruzara en su camino. En tal caso Arika había contado con excesiva suerte. –No creo que te tomara aprecio o solo quisiera jugar a balancearte un rato-

-No... bueno, veras... me golpee la cabeza con una rama y fue el chapuzón lo que me despertó, creí que no iba a contarla cuando una daga me liberó... ya no respiraba pero todo se veía muy lento, Kruger es... impresionante en algunas cosas y también ha cambiado mucho, no la reconocí cuando la vi- Sonrió abochornada, aun recordaba en que atuendos se habían visto y como Natsuki tampoco reconoció en ella a la niña que era cuando fue a Windbloom.

-Si... ella tiene destreza eliminándolos, para eso vive cada día... es parte de la maldición- Suspiró largamente Nina en respuesta.

-Yo no lo veo de esa manera, si ella lo deseara podría encerrarse en el castillo con un ejercito a las puertas y que al resto del reino nos devoraran vivos, pero no lo hace, ella no tenía que arriesgar el cuello por mí, pero lo hizo... aunque creo que me confundió contigo, gritaba tu nombre o eso creí escuchar cuando me arrastraban fuera del agua- Arika no podía mentir al respecto, pero no le gustaba como se miraba Nina, admiraba tanto a Natsuki que... parecieran no haber cambiado nada con el tiempo.

Aunque en esencia eran las mismas, al verla notaba el desgaste que aquella lucha sin cuartel le había ocasionado, así como esa otra de la que había conocido el desenlace, su batalla había concluido en lo que al amor se refiriese, mientras que para Arika la guerra estaba en el clímax y aun así había decidido retirarse del campo... Todo cuanto sabía es que la querida Duquesa se había desposado con una mujer impresionante, y todos vivían bajo el mismo techo con su joven y bella esposa, una mujer delicada y hermosa como pocas, además de gentil, Shizuru destilaba elegancia por los poros con solo verla y aunque Nina no tuviera ni el más mínimo fallo en etiqueta, se la miraba mermada en presencia de la castaña de Tsu, muy seguramente por la tristeza que su presencia le causara. El secreto sentimiento de Nina por la Duquesa Kruger no lo era tanto, siendo apenas unas niñas la escuchaba susurrar su nombre en sueños y aunque al principio lo encontró extraño, con el tiempo se acostumbro a la idea, Sayers era alguien hiperactiva y la única que le aguantaba el ritmo era Nina, una preciosa amiga no se perdería por insignificancias que su raciocinio infantil no entendía. Ahora Arika solo contemplaba resignación en la mirada de su amiga, ahora realmente comprendía la dificultad de sus circunstancias y en verdad deseaba hacer algo para cambiarlo, ella misma había sido testigo de lo peligroso que era Fukka, estar allí era jugarse la vida al azar, se preguntaba como podían vivir las personas en un lugar tan agreste, pero pronto supuso que el cuidado de sus altezas es tan efectivo, lo suficientemente bueno para hacer que los pobladores de Fukka vivieran en superficial paz.

-Déjale ir...- Arika susurró aquello con aparente calma y Nina respingó sintiéndose aludida. –Es lo que me digo todos los días a mi misma y que te repito a ti- La castaña miró directamente a los ojos a Nina. –Yo me he alejado de esa persona... pero tú sigues aquí, así que te hago esta oferta... ¿Vendrías conmigo a Windbloom?-

-Conoces la respuesta Arika... ahora dime, ¿De quién te has alejado?- La morena levantó una ceja, tenía sus propias sospechas pero para pertenecer al club de los corazones rotos, la seña del rechazo tenía que ser más clara y no se imaginaba entonces cual era el trasfondo del viaje de Sayers, ella conocía las historias y aun si subestimó el peligro ¿Por quién hizo tal cosa?

-Si te lo digo vas a reírte- Musitaba sorprendentemente tímida la castaña.

-Habla o tendré que ser ligeramente más brusca- Amenazó levantando peligrosamente su puño sobre la cabeza castaña.

-No lo puedo creer, ¿Acudes a la tortura tan pronto?- Arika se cubría la cabeza amenazada.

-Ya puedes unirte al circo, tienes un buen repertorio... habla de una vez- Nina solía ser paciente pero sabía que solo de esa forma la castaña hablaría.

-Mashiro... la persona que me gusta es Mashiro- Arika suspiró hondamente, uno de esos tan notoriamente enamoradizos que Nina se cuestionó si ella era tanto o más evidente que su amiga y temió en tal caso, serlo. –Prometí traer su carta, ella se preocupó por mi seguridad y la sensación fue refrescante... lo sé, lo sé, eso no es para nada bonito, pero aquella fue mi escusa para salir de allí, huyendo cobardemente... no soy tan fuerte como Nina, yo no voy a quedarme a ver su matrimonio con...- Sayers no pudo decirlo, apagó sus voz en su garganta.

-Con tu hermano...- Nina cubrió en sus manos la sorpresa que delataban sus labios.

-No hagas esa cara, se ve peor de lo que es...-

-¿Cómo es esto posible?- La joven Kuga simplemente no daba crédito a lo que escuchaba.

-No me di cuenta, yo simplemente me quedé a su lado... le hice compañía, pero ella... ella puso sus ojos en él, no en mí y para cuando anunciaron la boda, me di cuenta que sentía demasiada tristeza como para fingir dicha por los dos... el amor es egoísta es lo que me digo cuando tengo estos sentimientos, pero te observo a ti y pienso... tal vez mi amor no es tan puro como el tuyo- Los ojos azules se hicieron lacrimosos, entonces la mano que antes pretendía golpear, acaricio la cabeza castaña y un sorpresivo abrazo le vino de la mano de Nina.

-No compares las emociones... yo misma he deseado mil veces la suerte de Fujino, pero nada puedo hacer respecto a las cosas, Natsuki ha delatado mucho más por ella que por cualquier otra persona, ni siquiera Nao pudo ser tan especial para ella... dime que tantas posibilidades tuve nunca, ninguna... ella nunca depositó ese tipo de miradas sobre mí, así que no hay razones para luchar, creo que me he hecho a la idea, que he arrastrado por demasiado tiempo estos sentimientos, permitiéndoles vivir dentro de mí más de lo necesario-

-Entonces esa es la misma suerte que tengo cernida sobre mí... Fukka es solo una escala, pensé que si te convencía de venir, tal vez podría volver y todo estaría bien contigo a mi lado... pero sé que no puedo mover una montaña para lograr semejante milagro, así que iré a Argos, allí tengo un tío que se dedica a realizar excavaciones en las antiguas tumbas de los Erinias, será un solitario lugar de aventura, mucha arena y bastante distancia entre la feliz pareja y yo- La castaña volvía a sonreír bromista, como si nada malo pasara, ella afrontaba esas circunstancias a su manera, respetaba y admiraba las de Nina, pero no quería causar problemas a su hermano y a la princesa, los amaba a los dos y prefería la distancia que si bien no socaba el amor, al menos evita lastres donde no hay lugar para tres.

-Vamos a superar esto... siempre habrá alguna forma... mm ¿Por otro lado? No piensas que ella se dará cuenta que no vuelves y te buscará por cielo y tierra?- Cuestionó Nina, conocía a Mashiro y ciertamente como toda princesa respetable, tendría sus caprichos de vez en cuando, siempre encontraba lo perdido solo por terquedad y no pensaba que fuera diferente con Arika, siendo la única amiga sincera que le cuidara la espalda en la corte de Windbloom.

-No lo creo... las mieles del amor harán que recuerde que existo... mmm quien sabe cuando- Arika apoyó sus brazos entre el tronco y su cabeza, procurando una pose mas cómoda para dormir.

-Eso es bastante cruel aunque lo digas tan ‘contenta’... yo no creo que Mashiro sea de esa forma, una amiga es algo que yo no dejaría perder u olvidaría- Musitó, pero Arika ya respiraba profundamente, era una chica de sueño pesado. –Sigue quedándose dormida en cualquier parte... no ha cambiado nada- Suspiró resignada pero contenta con la presencia de la joven Sayers, decir la verdad de una forma tan abierta le había liberado de cierta forma. –Tal vez... tengas razón sobre dejar ir las cosas...-

Nina se puso de pie, sabía que de aburrirse terminaría importunando el sueño de su amiga, así que decidió dar una pequeña caminata por el jardín, claro, sin perder de vista a la dormilona castaña, que seguramente había madrugado demasiado para yacer despierta durante mucho tiempo, Arika no era practica en ciertas cosas, pero era seña de que se había preocupado un tanto por su salud con el correr de aquellos días.

Algún tiempo transcurrido entre su deambular por ahí y los pensamientos en los que se sumergía, cuando Nina percibió un sonido suave pero repetitivo en las cercanías. Se alejó un poco del espacio en el que podía asegurarse de la durmiente Arika, pero temerosa de algún invasor indeseado encontró oportuno el alejarse un poco más. La joven Kuga llegó a la fuente del sonido, mas todo cuanto pudo ver, fue la escultura en el centro de la gran muralla que separaba al castillo de la arboleda cercana... de allí provenía con certeza el ruido, observó que las corrientes de agua aun manaban de las manos angelicales de las figuras blancas que componían el cuadro artístico y que eran en si mismos un retrato del Dios gasto proveyendo gentilmente el agua de la vida a uno de sus antepasados, la gran estructura se alzaba a mas de diez metros de altura y representaba la fortaleza que era el castillo Kruger, un lugar libre de la mancha de las criaturas horrendas que asolaran con su oscuridad al mundo tantos siglos atrás. Allí estaban las figuras que representaban las bendiciones y desgracias que soportaba la familia, el emblemático lobo con sus fauces abiertas, la guerrera infantil que fuera Mikoto en aquel siglo, así como el segundo ancestro que se inclinaba para recibir su protección a través del ritual del agua y la luz, todo aquello parecía un relieve nacido de las grandes rocas grises de la muralla, pero allí arriba, alguien martillaba de forma incesante... y ello le molestaba a Nina, temía alguna represalia divina.

Se movió frente a la escultura, mirando como le fuera posible hacia lo alto y solo entonces, tras variar el ángulo y la posición, pudo contemplar a un tipo rubio literalmente trepado sobre la cabeza del prominente lobo que se alzaba magnifico junto a la diosa, el sujeto con overol tenía un sombrero en la cabeza y de sus cabellos solo se adivinaba el tono en los rebeldes mechones que asomaban a la luz del brillante sol.

-No es oportuno jugar sobre un monumento tan antiguo como este- Musitó Nina guardando los modos, pero ello no fue suficiente para atraer la atención del hombre sin ningún tipo de seguridad sobre una altura de siete metros. La joven Kuga reitero sus palabras esperando ser escuchada, pero ello no fue posible, quien estuviera en lo alto, poca o nula atención le prestaba, ensimismado en lo que fuere que estuviese haciendo allá arriba. Nina quiso dejarlo pasar y volver junto a Arika, pero al ver como una pica desprendía la gema en el centro de la cabeza del lobo le encolerizó lo suficiente. ¡Robaban en sus narices!

La morena hizo una breve oración, una suplica por perdón a la diosa, era tan indignante pisar algo sagrado, pero lo era aun más dejar al ladrón suelto. Volvió la vista a lo alto y con algo de impulso se apresuró a saltar entre las formas de la escultura para ascender con prontitud hasta la parte superior, en cuanto Nina llegó sobre la cabeza del lobo y ante la estupefacción del intruso, sujetó del overol al muchacho y lo levantó para verle a la cara... lo que vio le dejo sin habla, el sombrero voló desprendiéndose de la cabeza rubia por la sacudida, a la par que las hebras de oro se agitaron liberadas de su prisión, y unos profundos zafiros del azul del cielo estuvieron al alcance de la vista de fuego, Nina observó abrumada los rasgos delicados de la nariz, la barbilla y los labios rosáceos que sin lugar a dudas no pertenecían a un hombre... el ladrón resultaba ser una mujer, y a una mujer le sujetaba del overol a siete metro de altura, rozando con sus nudillos algo tan suave pero firme que a un hombre le sobraría y por mucho, pues bastante le había dado la diosa a la fémina que ahora le miraba asustada. Nina tragó saliva y un rojo carmesí cubrió sus mejillas, pero no se atrevería a soltar a la dama, porque de una caída desde aquella altura no saldría tan bien librada. –Quédate quieta o caerás- Dijo la pelinegra al ver que la chica daba un paso atrás por puro reflejo. Aquellas mágicas palabras, hicieron que el tembloroso cuerpo de Erstin se abrazara a Nina con suficiente temor a las alturas como para apretujar la delgada figura de la dama pelinegra, aun así aquel temor era poco practico para su oficio.

La situación se salía de cualquier raciocinio o ello pensaba Nina al sentir la prisión de los atributos de la rubia tan pegados a su propio pecho, tanto que apenas le permitía respirar, y por si fuera poco, aunados a sus sollozos casi silenciosos estaba el temblor que le contagiaba a su cuerpo, la morena encontraba un tanto difícil la tarea de mantener el equilibrio. La Kuga no tuvo más remedio que dar un respiro profundo y posar su mano sobre la cabeza de la chica. –Calma... te ayudaré a bajar... pero apártate un poco y no sueltes mi mano- Añadió sujetando entre las suyas las enguantadas, la pica y la gema ya hacia rato que adornaban el distante suelo, así que con diligencia y cuidado, Nina guió paso a paso sobre las salientes a la joven Ho.

Iban a la mitad del camino mientras Nina soportaba su peso y parte del de la rubia sobre la moldura del cinturón de la deidad cuando se atrevió a inquirir molesta. –Tienes suerte, de ser otra persona te habría dejado caer... osar robar una joya como esa-

-Yo... yo no he robado nada- Erstin era de humilde cuna pero no flaquearían sus principios por una joya, ya muchas había ornado en brazaletes, collares y anillos, para osar tal cosa, justamente indignada soltó la mano de Nina.

-Te vi desprender el zafiro... no seas terca, dame la mano, ya podremos discutirlo en el suelo- Reclamaba molesta la pelinegra, como es que se las arreglaba para que los problemas llegarán sobre ella era un verdadero misterio, pese a todo extendía la mano, les faltaban ya tan poco.

-¡Estaba restaurando el monumento!- Reclamó Erstin adherida a la piedra con ambas manos y aun con suficiente miedo, con los ojos cerrados tanteaba con sus pies, el siguiente punto donde apoyarse. -¡No he robado nada!-

-Esta bien... si quieres bajar por ti misma, te lo encargo- Nina había perdido la paciencia y el interés. –Tengo mejores cosas que hacer- Hizo el sonido de marcharse con sus botas.

-No... ¡No te vayas!- Erstin abrió sus ojos asustada con la idea de quedar colgada ahí todo el día, sus brazos no iban a resistir tanto, pero una sonriente pelinegra estaba erguida y de pie sobre la rodilla de la deidad, allí la escultura en posición de flor de loto era un buen apoyo.

-¿Decías?- La morena la miraba fijamente con esos ojos hechos de lava, era una mirada tan intensa que supo quitar el aliento a la joven Ho.

La dama ojos azules se sonrojó violentamente. –Eres una engreída- Desvió la mirada y pegó el rostro al granito.

-Lo siento... anda bajemos de aquí juntas- Con esa gentil sonrisa, con la mano extendida, con el brillo del sol sobre sus negros cabellos y esa ventisca de la mañana sacudiendo esa melena, enfundada en aquel vestido negro de mandil blanco, era tan inalcanzable para Erstin, aun si estaba a menos de un metro de distancia. –No puedes quedarte ahí para siempre- La morena se cruzaba ya de brazos en una pose altiva, algo de cómico tenía ver tal espanto de alguien que solo estaba a escasos tres metros del suelo.

Erstin sopesó sus circunstancias notando que Nina tenía razón, ya se le entumecían los brazos y la puntita de sus pies dolía con aquel apoyo tan escaso. Se apartó un poco de la piedra, pero en cuanto intento ganar más espacio lejos de la estructura para tomar la oferta de Nina, su pie desprendió un pedazo de la piedra, no pudo sujetarse a nada, salvo una mano que ofreció resistencia en principio y después cedió a la caída con ella.

Sobre el pasto no se escuchó otra cosa que un lamento. Nina intentó en vano evitar la caída de la rubia, sujeto su mano mas la gravedad ya les había ganado la pelea, así que fue arrastrada hacia abajo, pero al caer... sintió la suavidad de una mullida almohada amortiguando el golpe, notó entonces que había caído sobre la dama a la que pretendía ayudar. Soportó entonces su propio peso en sus brazos y puso algo de distancia entre su pecho y el de la otra chica, un repentino espanto le llenó al pensar que la joven se hubiera lastimado por su culpa. -¿Señorita? ¿Señorita?- inquirió con tono preocupado, pero la suerte estuvo de su lado cuando los celestinos ojos se abrieron para mirarla otra vez, un suspiro de alivió mano de los labios de Nina. –Gracias a la diosa estás bien-

-Solo... solo algo... atontada- Susurró la rubia, incapaz del más minúsculo movimiento por causa de la mujer que yaciera casi sentada sobre ella.

–Si me parece que Nina esta muy cómoda, y yo que me había preocupado- Oh Sayers, que inoportuna podía ser.

La pelinegra palideció al escuchar tan conocida voz, se apartó de Erstin como si su piel quemara y muy pronto estuvo de pie con un sonrojo del tamaño de todo su rostro, tenía muy clara la inapropiada postura en la que fue encontrada por su amiga. –Procura mantener a raya esa habida imaginación tuya, Sayers- Nina se volvió para tender la mano a Erstin, la rubia aceptó la ayuda pues en verdad le costaba moverse tras el golpe, pero su orgullo le impedía aseverar la realidad sobre su verdadero estado.

-¿No piensas presentarnos?- Cuestionó interesada Arika, pues no recordaba haber visto tan abochornada a la pelinegra desde... desde que hablara de su prima, por otra parte bien podrían ser las circunstancias en las que se las había encontrado... eso, seguramente sería eso.

-Me temo que...- Nina no sabía que responder, porque en verdad ignoraba el nombre de la dama rubia, ya le delataba la contrariedad en su rostro.

-Me llamo Erstin Ho... soy la persona encargada de la restauración de los monumentos del castillo y fui contratada por la señorita Fujino- La rubia se inclinó. –Es un placer-

-Yo soy Arika Sayers y ella es Nina Kuga- Musitaba la castaña al notar que las manos de las chicas seguían unidas sin que ellas mismas fueran conscientes de eso, así que sonrió pícaramente.

-¿Ku... Kuga?- Erstin cambiaba de colores comprendiendo prontamente quien era la mujer de pie a su lado, ella sería con certeza una de las tres doncellas del castillo, ya conocía a la bella Shizuru Fujino, quien gentilmente le había ofrecido aquel trabajo, luego estaba la Duquesa a quien con trabajo había distinguido como fémina tras algunas apreciaciones más cercanas y finalmente, estaba la preciosa Nina Kuga, la nieta de la dulce Sanae, era la sobrina de Lord Kruger. –Disculpe por favor mi... mi...- ¿Qué decir? No mucho, soltó la mano más que apenada y continuo haciendo venias continuadas a pesar del dolor en su espalda.

-Calma... soy yo quien le debe disculpas a la señorita Ho, lamento haberla confundido con... con un ladrón- Nina estaba confundida por la reacción de la joven, no recordaba que los miembros de la servidumbre o personas que se disculparan por haber sido confundidas con ladrones, cualquier otra estaría indignada.

-¿Qué tú qué?- Arika se acercó a su amiga y con los dedos pulgar e índice, sujeto la fina oreja de Nina, jaloneó un poco al estilo de su antigua institutriz. –¿Qué te he dicho sobre no juzgar a los libros por su portada? Nina cabezota-

-Por... por favor no haga eso Milady...- Erstin no sabía que hacer, solo contemplaba con incredulidad el comportamiento de ambas mujeres. –Ella es la sobrina de Lord Kruger... procure mas cuidado-

Ambas chicas se detuvieron, volviendo las vistas sobre la dama en overol. -¿Y que tiene que ver mi tío en todo esto?- Preguntó Nina, sabiéndose al fin libre de la mano opresora en su oreja.

Erstin dio un paso atrás intimidada por las dos chicas. –Bu... bueno... usted es la princesa del castillo Kruger-

-¿Princesa?- La castaña no tardó en contemplar a su amiga, que se miraba más roja que un farol de carnaval. –Por las venas de Nina no corre sangre real o algo así, si se corta su sangre es tan roja como la tuya o la mía Erstin, no es de sangre azul- Por aquella broma, no tardo en recibir un codazo de la llamada ‘princesa’. –Ouu, ¡Malvada!-

-¿He?- Erstin no comprendía lo que explicaba Arika, pues con esfuerzo la mujer evitaba reírse a carcajadas solo por decoro y tenía una expresión en la cara muy difícil de descifrar. –Ella vive en el castillo, justo como sus altezas... ¿Por qué no iba a ser una princesa?-

-Bueno... Erstin es muy amable conmigo, pero... yo provengo de la familia de la madre de Natsuki, la suya fue una cuna humilde. Solo la gentileza de mi tío que me ha permitido vivir aquí me diferencia de las otras personas, espero no desilusionarla... pero no tengo en mis venas un linaje que sea digno de mencionarse- Nina desvió la mirada ligeramente molesta, no entendía porque estaba dando esa clase de explicaciones a una perfecta desconocida, pese a todo sus siguientes palabras le tomaron por sorpresa.

-Eso... no importa, Kuga-sama se ve como una princesa- Refutó nuevamente Erstin, pronunciando aun más su venia.

-De verdad que no las has visto cuando usa esos pantalones, ni montada a caballo y dando saltos por aquí y por allá, incluso cuando blande una espada... no parece en lo absoluto una princesa refinada... todo lo contrario- Arika se lo pasaba en grande riendo de la ingenuidad de la chica, aquello resultaba enternecedor...

-¿En serio? Wo... Kuga-sama es impresionante- Ahora los cristalinos ojos de Erstin brillaban ilusionados.

-¿Podrías callarte de una buena vez?- Nina susurraba por lo bajo a Sayers para que dejara de importunar su imagen o de hacer lo contrario con aquella joven inocente.

-Si no he mentido...- Respondía Arika defendiéndose de las miradas acusadoras de Nina. La castaña miraba a la rubia, era muy hermosa aun bajo ese extraño atuendo, era una pena... alguien tan inocente como Erstin no podría vivir en otro lugar que no fuera Fukka, era mejor que estuviese alejada de los rufianes que abundaran en las cortes de Windbloom, allí la chica sería una presa fácil. Aquello acusó una ardorosa idea en su mente. –Bueeeno... creo que ya le hemos quitado mucho tiempo a Erstin-san, no queremos que le regañen por no hacer su trabajo y vaya que la hemos distraído-

-No ha sido malo de ninguna manera altezas... me siento honrada de cruzar palabras con ustedes- La joven ya pasaba mas tiempo inclinada que recta, era tal su devoción para con la familia que Arika sonrió aun más interesada.

-Entonces no te quitamos más tiempo... pero por favor, procura usar una escalera y amarras de seguridad, pediré a uno de los guardias que este atento a tus necesidades, no me gustaría que se accidentara señorita Ho- Añadió Nina antes de ser arrastrada por Arika hacia el castillo, la pelinegra no entendía la repentina premura de su amiga, pero no tenía demasiado voto cuando era jalada de una mano con tal fuerza.

-Muchas gracias, por favor disculpe las molestias que le causé- Alcanzó a decir Erstin antes de perderlas de vista. De los rosáceos labios escapó un suspiro en cuanto se encontró a solas, se inclinó para recoger la pica y el zafiro, luego volvió la vista sobre la escultura, que ahora se miraba llena de pisadas, con un pedazo de roca desprendida, sucia en pocas palabras. –No había visto a nadie saltar con tanta agilidad, mucho menos sentido unas manos tan tibias... ver a la señorita de cerca ha sido demasiado- La mano enguantada se acercó al lugar donde un agitado corazón latía sin reparos. –No importa si Kuga-sama no tiene sangre real en sus venas... para mi seguirá siendo siempre como una princesa en una caja de cristal... intocable, inalcanzable...-

Erstin prosiguió la restauración de la gigantesca escultura aunque sentía cierto grado de dolor en una de sus rodillas, olvidó pronto esta circunstancia volviendo a limar la roca, puso un poco de yeso, amoldó la masa para darle la forma que tenía originalmente y solo entrada la tarde volvió a incrustar en la cabeza del gran lobo la gema azul. Sentada sobre el lomo de la legendaria criatura, elevó la vista sobre el sol que se ocultaría pronto en las distantes montañas, los crepúsculos eran sus favoritos, porque sin lugar a dudas ningún otro color sabía reflejar mejor, la tonalidad perfecta de los ojos de fuego que tenía la joven doncella del castillo, más solo algo opacaba la dicha de aquella contemplación. –Los ojos de la princesa, parecen estar llenos de tristeza... de una opaca tristeza-

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El día se consumió rápidamente en la compañía de Arika, Nina agradecía silenciosamente su presencia, pues pasaba de ser un día común con las ocurrencias de su amiga de la infancia, hacer cosas de niñas cuando se ha alcanzado ya una edad como la suya le revitalizaba, aunque en principio fuera cuestionable hurtar los postres de su abuela, asustar a los guardias, o fuera una misión dificil tomar una tasa de té con alguien que hiciera bromas constantes... de cierta manera era como volver el tiempo hacia el pasado, revivir el lazo que las unía y ello traía paz a su tribulado corazón, pese a todo sus pensamientos no abandonaron a la joven sirviente que irrumpió en su mañana. –Me pregunto si habrá terminado su tarea-

-¿A que te refieres?- Arika no esperaba ese comentario salido del tema, era la hora de la lectura y por ello estaban en la biblioteca, Nina era un buena oradora y escuchar las historias plasmadas en los libros en su voz, resultaba un placer que extrañara mucho durante sus años de lejanía.

-A nada...- La pelinegra desvió la mirada y continuo leyendo. –Como una flor que se tarda en crecer para verse hermosa ante quienes la contemplan, Yunere había visto pasar sus años convirtiéndose en un doncella dotada de gracia y belleza, su voz antes infantil, ahora era como el canto de un ruiseñor, dulce al oído y casta al hablar...-

Pronto fue interrumpida por Sayers, quien encontraría más interesante un tema de índole personal que una historia de fantasía, así su idea no se había extinguido con el paso de la horas, solo reforzado en la distraída mente de su amiga. -Te refieres a la chica...-

-No, claro que no...- Nina por su parte no esperaba tan agudas observaciones...

-Es hermosa, como la protagonista de ese libro...-

-Seguramente... no- Añadió al final la pelinegra notando que caería en otra de las bromas de su amiga.

-¿Que es lo que te gusta de tu prima?- Cambió pronto de estrategia una curiosa Arika.

-Estas enferma de la mente, cambias de parecer como un niño en una dulcería- Nina levantó una ceja, no se permitiría ceder a las tretas de Sayers.

-Entonces no te gusta tanto... si no puedes decirlo supongo que...- Insinuó la castaña sin siquiera verse reflejada en los ojos de Nina.

-Es fuerte, hermosa...- La Kuga respondió ardida por las palabras de la ojiazul, nadie dudaría de su sentir, ni siquiera su apreciada amiga.

-Eso es superficial, no lo crees así? Basarte en lo que ven tus ojos... no es propio de ti, por otro lado nadie ha visto a Lady Kruger bajo su mascara... ¿Acaso tú sí?-

-Yo... yo la he visto por completo- Nina recordó prontamente la ocasión del día de la boda de Natsuki, cuando se aseaba en la fuente sagrada, su rostro tan perfecto como un sueño.

-Todo un privilegio al parecer... ¿Qué más amas de ella?- Los ojos azules de Arika se posaron interesados sobre la faz sonrojada de Nina.

-Su corazón...- Dijo la de ojos fuego sin dilación.

-¿Has conocido la figura desnuda de otra mujer?-

La pregunta tomó por sorpresa a Nina quien bajo rápidamente de su nube. –No... claro que no... y bueno, verte a ti sin indumentaria en las termas del castillo a la tierna edad de 6 años, claramente no sería lo mismo-

-¡Oye! Yo también tengo encanto... y no me voy a desnudar para que lo veas, ni lo pienses- Arika cubrió su pecho aunque no estuviera desnuda y ostentara un vestido de color salmón, se sintió asechada en cuanto Nina la escruto con la mirada.

-De todos modos no estoy interesada- Una sonrisa divertida manó de los labios de la pelinegra al ver el mohín que nacía en la faz de Arika, claramente la castaña tenía ya intensiones del devolver el agravio.

-Aun así, a veces pienso que solo admiras demasiado a Lady Kruger... todo lo que haces es por y para ella, pero ¿Acaso no mereces ver correspondidos tus sentimientos? Tal vez están depositados en la persona equivocada- Arika no dijo más, se puso de pie y dejo a Nina yacer con sus pensamientos, era un consejo que estaba destinado a las dos. Para sí, el tiempo de respirar por el aliento de Mashiro Kruger, se había agotado también.

La pelinegra se quedó allí con el libro entre las manos, abierto pero lejos de su atención. Sabía cuales eran las intenciones de la joven Sayers, sin embargo se cuestionaba porque sus palabras se habían escuchado tan certeras, ya no quería sufrir por los sentimientos que guardaba a Natsuki, no quería ser un obstáculo en su relación con la bella de Tsu, pero ¿Qué hacer para sacarse a alguien que esta tan arraigada dentro de su corazón? La imagen de la joven rubia acudió a sus pensamientos como un rayo y ello solo causó más confusión a la Kuga, negó con la cabeza, cerró el libro y lo puso donde debía estar en el librero, otro día sería en el que pudiera prestar un poco más de atención a la lectura.

Salió de la biblioteca y caminó por los extensos pasillos del castillo deambulando sin saber a que sitio llegar, su cuarto no era una opción agradable, porque en él se sumiría nuevamente en su mar de tristezas, quería despejarse por una ocasión de soledad tranquila, pero como si la joven hubiese salido de sus pensamientos, encontróse a Erstin Ho, tomando sus herramientas en la entrada principal. La observó silenciosamente, se la veía simple y desaliñada, muy seguramente aquel era el producto de una esmerada labor, pero no por ello perdía gracia... de hecho, al recordar el sonido de su voz, mucho sentido tenía la comparación del libro, era tan suave y dulce como el canto de un ruiseñor, Nina sonrió imperceptiblemente al recordar que Erstin clamó por su compañía en la estatua, aunque seguramente se debía a su justificado temor a las alturas. Perdida en sus pensamientos, notó como la joven estaba a punto de marcharse, percibió así un leve cojear en su pie derecho ¿Cómo pudo ser tan descuidada? La chica había caído desde una altura considerable, no se preocupó de revisar su cuerpo o de asegurarse de su estado, que torpe había sido, se apresuró a bajar por las escaleras que daban al salón y antes de que la enorme puerta del castillo se abriera estiró su brazos para detener a la joven.

-¿Kuga-sama?- Erstin se volvió a mirar la mano que había estrechado al suya, aunque no olvidaba la textura, creyó estar soñando al sentirla una vez más, no podía tener tal suerte dos veces en un día.

-¿Porqué has ocultado tu herida?- Increpó Nina con el ceño fruncido, pero sin soltar a la dama. Ahora sin guantes tenía unos dedos suaves y delicados, pese a todo, la pelinegra sentía también durezas en las palmas, evidencia suficiente de que la chica no había realizado solo labores de restauración para vivir, eran manos fuertes, tal vez trabajó en el campo, pero su piel desmentía tal teoría, era tan blanca para suponer que mucho tiempo pasaba oculta de la luz del sol.

-Ho... bueno, ha comenzado a doler después de su partida, alteza- Respondió Erstin abrumada por la gentil preocupación que delataba su ama, pues no sería ella otra cosa, que ama y señora de todos los sirvientes en aquel castillo.

-Envié al guardia, pero no ha sido diligente en su tarea... si te ha visto cojear sin hacer nada, entonces no te ha cuidado como lo he solicitado- Nina estaba curiosamente molesta, más que con el guardia, con ella misma por su falta de cuidado.

-No hace falta alteza...- Erstin miraba al cielo, y el cielo era la figura portentosa de Lady Kuga.

-Di mi nombre...- Esa era otra pequeña cosa que molestaba a Nina. –No tienes que preocuparte de los demás, te lo pido a cambio de las penurias que te he hecho pasar-

-Entonces... Ni Nina... no debe preocuparse más, ya ha hecho mucho por mí- El sonrojo llenaba su rostro y su bochorno crecía al notar que la unión no se disolvía en sus manos.

-Te marchabas hace un momento...- La duda de Nina fue respondida con una tímida afirmación. –¿Vives lejos de aquí?- Cuestionó nuevamente y un silencioso ‘Sí’ tuvo lugar. –¿Vas caminando hasta allí?-

-No al... no Nina- Se corrigió rápidamente. –Lady Fujino ha sido generosa, siempre aguarda por mi un caballo cada mañana, cada noche...-

-Pero no puedes cabalgar así... podrías lastimarte más- Nina soltó la mano de Erstin y caviló sus posibilidades. –No puedes marcharte entonces-

-¿He?- Erstin no daba crédito a sus oídos. –pero alte... Nina, mi familia si angustiara mucho si no vuelvo al anochecer-

-Entonces enviaré a un mensajero para informar que te quedaras aquí, te lo pido... de otro modo no habrá reposo para mí si usted se marcha hoy, permita que le brinde algunas medicinas y cuidado, llegada el alba, le dejaré ir por voluntad- Nina delataba seriedad, una del tipo que no admitía cuestionamientos de ninguna clase y Erstin lo supo al mirar sus ojos, que ya no se mostraban tan tristes, fue entonces que no pudo negarse, más solo asintió con su cabeza, el habla no acudía a ella pues su corazón retumbaba rimbombante dentro de su pecho, no imaginaba pues, que la princesa del castillo fuese además de hermosa, una persona tan gentil y protectora.

Nina envió sin dilación un mensajero a la morada de los Ho, una carta con su puño y letra asegurando por su honor la seguridad de la joven a su cuidado, brindó más tarde digno alojamiento a la rubia en el cuarto contiguo al suyo, todo ello sin saber que Arika observaba en las sombras y sonreía con beneplácito, había sido buena idea traer al castillo las herramientas de la joven rubia.


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24 comentarios:

  1. Por dios que grata sorpresa con este nuevo capitulo que esta demas decir que esta maravilloso, no miento en verdad Cristalsif eres una genia tienes una increible imaginacion. Tu siempre fiel seguidora y admiradora Carla L.

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  2. Me encanto como todo lo que he leido . No tardes tanto en publicar por favor

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  3. Wow mi historia preferida volvio fue un hermoso capitulo me encanto valió la pena la espera, =) pero por favor no tardes mucho para continuarlo Marcela. saludines y besitos...

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  4. Las locuras que una hace por amor arika huyendo cobardemente arriesgo su vida con la excusa de entregar una carta a la duquesa xD (yo mismo lo haría por no ver a mi persona amada casarse con otra persona, me mataría y me alejaría de su presencia para asi poder sanar mis heridas internas).

    Pero el amor verdadero y sincero es dejar que la persona que amas sea feliz ya que el amor no es egoísta como lo dice nina por eso prefirió que nat sea feliz antes que ella.

    Pero como todo lo bueno tiene recompensas me agrada la idea de que nuestra nina encuentre por fin en erstin lo que estaba negado con nat y las mieles del amor surjan xD.

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  5. Wiiiiiii un capitulazo con nuevos personajes ...esto se torna mas interesante cada vez, siempre admire a las escritora y su imaginacion, pero tu si tu cristalsif las dejas muy pero muy lejos me impresiona esa imaginacion con la que transmites. Juro que disfruto cada entrega. Jamas digo esto pero te admiro un monton mi excelentisima escritora.

    Maria Rene

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  6. Ahora me quedo sin palabras me ha sorprendido aún más me encanta su historia y sobre todo la manera en que escribe espero la continuación pronto ….

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  7. Cristalsif siento que te amo, me transportas a un mundo mágico, sueño con la historia, quisiera saber en qué te inspirar para tener tantas ideas para relatar una escena que me envuelven. Lili

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  8. No se como cuando o que pero me enamore de la kuguita nina, admiro su forma de ser, me identifico con ella, alguna vez me enamore dando todo pero lamentablemente esa persona no se fijo en mi, cuando se dice que se ama de verdad se debe dejar ir. Espero pronto subas el siguiente capitulo que esta chidisima ^^

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  9. Sin palabras simplemente magnifico :)

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  10. No te imaginas la enorme alegría que me causó el ver otro nuevo capítulo.
    Te adoro <3
    Noctua n.n

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  11. Por favor no tardes mucho en subir otra entrega, en verdad es de las geniales q he leido, la magia de esta historia me envuelve n.n , muchos saludines para vos

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  12. Hermoso el capitulo, me encanto, pero por favor no tardes en subir otro, tu historia es estupenda, un abrazo Cristalsif

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  13. Siento que sufro :( sin mi dosis de un nuevo capitulo suplico por favor que pronto subas otro. Mi admiracion mas grande Cristalsif te mando un beso mi hermosa escritora

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  14. Cuando un nuevo capitulo u.u extraño tanto la historia

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  15. Suplico por la continuacion

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  16. El siguiente capitulo cuando?

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  17. Continúala POR FAVOR!

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  18. Quiero mas mas mas mas , no dejes colgada esta historia es tan tierna ............... te lo suplico has la continuación o moriré de la desesperación u.u

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  19. Esta historia me encanta y me gustaría que Cristalsif continuase con la historia. Espero que no te haya ocurrido nada solo que estés disfrutando de unas vacaciones, aunque siendo egoísta, espero que se te acaben pronto para que continúes con mi delirio, que es tu historia. Aprovecho para felicitarte por lo bien que escribes y transmites tantos sentimientos y pedirte por favor, por favor, por favor... no dejes colgada "Danza de Lobos" como hacen otras autoras. Un abrazo

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  20. Otro dia mas de tortura china, no ver publicada la continuacion me mata, me sumo a todas las suplicas anteriores para que publiques la continuacion. Un saludo y un fuerte abrazo . Maria - Mex

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  21. cuandooooooooooooooooo cuandoooooooooooooooo se publicara la continuacion u.u me tienes en ascuas

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  22. Recién este fin de semana podré leerlo pues tiendo a releer lo que escribes porque es muy bueno y tengo que preparar material para mi nuevo trabajo, sufriréeeeee hasta entonces :'(

    P.D. También sigo Nunca Digas Adios, tremenda historia también ;D

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