Capítulo 53
Acomodo
todo en la cocina y el comedor y me encamino a la habitación a ejercitarme un
rato.
Hoy mi
cabeza está a mil por hora, tengo tantas cosas que resolver, pero necesito
hacer ejercicios o sino estaré todo el día como león enjaulado de lo inquieta.
No puedo
negar reído bastante en el desayuno con Adriana, aunque tiene razón son una
tonta. Pero estoy así por ella.
Solo
ella puede ponerme de esa mejor y sacar mi parte de payasa. Hace tanto que no
me sentía de esta manera feliz. Después de convertirme tuve escasos momentos de
los cuales pude disfruta bien, dejando atrás la rabia el dolor, la venganza y
todo. Los instantes que tuve felicidad no deje que nadie lo viera, no por miedo
sino porque con los años me convertí en alguien frio aunque los oscuros ya lo
somos. Desde aquellos años donde empecé hacer una oscuro me prometí no dejar
que nadie viera mi dolor o felicidad.
Después de un almuerzo donde hablamos
animadamente entre Josías y Anat llego el momento donde debería hablar con él a
solas.
Nos sentamos bajo un árbol en el patio lejos de
los guardias y de todos aquellos que pudieran escucharnos.
-
¿puedes decirme que piensas de lo que viste al
entrar a mi habitación?- pregunte al acariciar su cabello.
- Ustedes estaban- callo por unos momentos- sin ropa. Y dos mujeres no
pueden estar así y en la misma cama. Escuche decir a papa que eso era malo. Que
quien estuviera así con alguien del mismo sexo era pecado e iría al infierno.
Tu Ast ¿iras al infierno?
- Puede que si vaya no lo sé- contesto mientras seguía acariciando su
pelo- pero quiero explicarte que aunque mucha gente diga que dos personas del
mismo sexo juntas es malo. Yo, tu hermana, me siento bien estando con alguien
igual que yo- pude notar sus ojitos mirándome- es difícil de explicarte esto.
Pero los hombres no me atraen pero si las chicas.
- A mí no me importa lo que diga la gente, pero dime Ast- dijo sentándose-
¿tú eres feliz? Así estando con mujeres digo. Porque yo siempre te voy a querer
y guardar como secreto eso de que te gustan las chicas.
- A ver, me siento bien así, pero
feliz no soy con ellas. Sabes mi corazón tiene dueña, amo a una mujer- respondí
sonriendo a medias.
- Es que no entiendo Ast como no puedes ser feliz. ¿a quién amas? ¿a mama?
Porque te escuche decirle te amo un par de veces- en sus ojos se notaba la duda
y que trataba de entender todo lo que le decía.
- Oye jajaj por supuesto que amo a mama, pero porque ella nos dios la
vida, pero no de la manera que tú piensas. Amo a Istar.
- Yo también amo a nuestra a madre y siempre lo hare. Pero si estar esta…-
quedo pensado un momento- ¿aun así?
- Está bien eso, yo también siempre al igual que a padre. Si lo sé que
Istar ella ya no está. No sabía que fueras tan preguntón- respondí mientras
desparramaba su cabello- por supuesto que aun así, ¿acaso tu dejaras de amar a
mama y papa, solo porque ya no están?
- Jamás podría dejar de amar a nuestros padres- contesto serio.
- A mí me pasa lo mismo con ella- dije suspirando.
- Pero entonces ¿Qué hacia Kiya en tu cama?
- Durmió conmigo, porque de cierta forma nos estábamos despidiendo-
conteste y claro yo estaba despidiéndome de mi humanidad.
- ¿nos iremos de aquí?
- No Josías, al menos no por el momento
- ¿entonces? Es que no entiendo.
- es difícil que entiendas ahora eso, eres un niño. pero cuando seas más
grande seguro lo entenderás.
- ¿tú siempre estarás conmigo?- pregunto.
- siempre estaré contigo, eres mi hermanito.
Y así pasamos
el resto de la tarde con Josías hablando de muchas cosas y recordando los
momentos con nuestros padres y amigos que dejamos atrás. También se unieron a
nosotros Kiya y Anat.
Al caer la
noche volvimos a adentro, yo tenía que arreglarme ya que dijeron que después de
la cena, cuando fuera las doce me convertiría en una de ellos.
Mientras me ejército, ya que ahora más que nunca
debo estar preparada, olí un perfume conocido que proviene de la puerta
principal.
Llegue allí y atendí por el intercomunicador. No
me acerco yo misma abrir la puerta porque justo da el sol.
- ¿Quién
es?
- Soy Camila, abre por favor necesito hablar
contigo.
Apreté el botón
de al lado del intercomunicador y la puerta se abrió. La vi allí para
con un bolso y otras cosas en la mano.
- Hola-
dijo al acercarse a mí y saludarme- perdón por venir así pero como tú no puedes
salir no me quedo otra que venir,
- Esta
bien- respondí mientras señalo el sillón para que se siente- tú dirás de que
quieres hablar conmigo.
- sabes
no me gusta andar con rodeos así que voy a ir al grano- dice mirándome
fijamente- sé lo que eres.
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Genial me encanta esta historia espero q la continúes
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