Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

Amantes Eternas - Adaptación - 4


CAPÍTULO 04 

Inna llevaba puesto su regalo.
Aleksandra observó a la mujer menuda mientras charlaba con dos rubias altas, tal vez gemelas, vestidas como lujuriosas camareras, exponiendo más piel de la que cubría su ropa. Inna tenía un vaso de champaña en una mano y una sonrisa enorme en la cara, sus ojos verdes centelleando detrás de su antifaz color borgoña.

La seda colorida de su falda lamía la parte superior de sus botas de cuero negro. Mientras se volvía para saludar a Dirk, Aleksandra vio momentáneamente sus blancas enaguas ribeteadas de encaje. El corsé negro de terciopelo hacía que su cintura se viera imposiblemente pequeña, convirtiendo la hendidura entre sus pechos, normalmente apetitosa, en una de proporciones abundantes.
Se relamió los labios mientras la tomaba por los hombros, cubiertos por el blanco y fino lino. Se había puesto la camisa bajo el corsé para cubrir un poco su piel expuesta, sin duda. Pero a la morena no le importaba. Más que cualquier otra cosa, su modestia sólo acrecentaba su atractivo. Una banda estrecha de piedras negras rodeaba su garganta, y se había puesto una pañoleta brillantemente colorida sobre los brazos para cubrir la mitad de su espalda
Con ese regalo agregado a su ropa, se veía como la bella gitana rusa que Aleksandra recordaba. Cerró sus ojos y recreó una imagen de Inna bailando bajo una luna llena, sus pies desnudos, su pelo enmarañado y lleno de flores silvestres.
Esa era la noche para averiguar con seguridad si ella era la única, y para hacerlo, tenía que despojarla del traje. Abrió los ojos, su mirada aferrándose a ella. Era un trabajo difícil, pero Aleksandra era la mujer adecuada para hacerlo.

 El aliento de Inna quedó atrapado en su garganta mientras veía a Aleksandra acercarse a ella. Los ajustados pantalones de cuero negro se pegaban a cada pulgada de sus piernas, acentuando sus músculos mientras se movía. Su camisa de mangas largas, color azul marino, se agitaba mientras avanzaba, con el pecho abierto, dejando su estómago ondulado a la vista. Alrededor de su cintura delgada, había atado una pañoleta de seda de Borgoña. Remetida en ella, había una daga adornada con joyas.
Se veía peligrosa, y era toda suya.
Apretó sus muslos mientras un impulso de calor brotaba a la vida. Esa noche era la noche.
Con un crujido de sus faldas color café claro, Sabrina, una de las gemelas, se dirigió hacia Aleksandra, con una oscilación exagerada en su andar
—Oh, demonios, tengo que probar esto. —Movió un hombro, permitiendo que su blusa se deslizara, revelando su piel pálida. —Pues bien, hola.
Aleksandra le dirigió un breve saludo con la cabeza y esquivó a la rubia depredadora. El aliento de Inna salió en un suspiro mientras Aleksandra enroscaba un brazo alrededor de su cintura y la arrastraba hacia su pecho. Su boca descendió y la tomó en un beso que fue poderoso y carnal al mismo tiempo.
Inna se apoyó en la morena, deslizando sus brazos alrededor de sus hombros mientras la alta mujer insinuaba un muslo fuerte entre los suyos, presionando contra el ápice húmedo de sus muslos. Ella se retorció para acercarse más, cualquier cosa para apaciguar la doliente necesidad que sólo ella encendía.
—Te extrañé— gruñó Aleksandra
Una risa burbujeó en su garganta.
—Y yo a ti.
—Ven. —La alta mujer echó un vistazo a la fiesta al aire libre antes de encontrar su mirada. —Busquemos algún lugar tranquilo.
Ella asintió, y del brazo, caminaron hacia las puertas que conducían a los jardines.
— ¿Viste eso?— dijo Sabrina en un burlón susurro en voz alta.
—Con toda seguridad— dijo su gemela, Serena, con un asomo de risa en su voz. —Tú, mi amor, fuiste pateada hasta la cuneta.
El apretón de Inna se tensó en la cintura de Aleksandra. La morena la había reclamado frente a todo el mundo. Se consideraba una mujer liberada, moderna, pero había algo maravilloso en sus métodos cavernícolas, y no podía negar que la emoción la poseía cuando la besaba.
Los sonidos de la fiesta se desvanecieron mientras entraban en los jardines. Las antorchas tiki estaban situadas en intervalos regulares a lo largo del camino, iluminándolo a través de la oscuridad. El perfume nocturno de los jazmines y la lavanda en flor se arremolinaba alrededor de su cabeza mientras la alta mujer la conducía hacia el pequeño mirador en el centro del jardín.
Su corazón latió pesado y dolorosamente en su pecho mientras Alek la atraía al interior oscuro y a sus brazos. Su boca era suave, caliente mientras la besaba. Su toque tierno, respetuoso. Había desaparecido la mujer que aventurara una reclamación pública, y ahora estaba Aleksandra, simplemente una mujer.
Las manos de Inna se movieron furtivamente alrededor de la cintura la mujer más alta, mientras la morena la besaba, seduciendo sus sentidos y enviando su mente a un remolino de olvido. Aleksandra mordió su boca mientras le quitaba el chal para acariciar sus hombros a través del lino.
Interrumpió el beso y apoyó su frente contra la de ella.
—Te deseo— suspiró.
—Puedes tenerme. —Inna presionó un beso en su barbilla.
Un estremecimiento recorrió a la alta mujer, y besó el borde de la mandíbula de Inna antes de inclinarse para mordisquear su cuello. Los dedos ligeros recorrieron el borde de sus senos expuestos.
—Te ves preciosa— masculló contra su carne.
—Es una publicidad engañosa.
La morena dio una risa sorprendida, luego la abrazó.
—No hay nada falso en ti, mi amor.
Oh, no estaría tan segura acerca de eso.
Inna alejó el pensamiento intruso mientras enroscaba sus dedos en la pechera de su camisa para atraerla en un beso sensual. La alta mujer estaba completamente excitada, porque podía sentir sus pezones erectos. La deseaba; dolorida y vacía, la humedad caliente entre sus muslos la inundaba, necesitando sus manos dentro de ella tan desesperadamente. Sus senos se pusieron tensos, sus pezones duros, su piel resbaladiza de necesidad.
Aleksandra la echó para atrás contra uno de los soportes del mirador, inmovilizándola contra la columna con su cuerpo grande. Rompió el beso, con la respiración jadeante mientras se apoyaba en ella. Atrapando su muslo, le levantó la pierna, sosteniéndola sobre su propia cadera. El aliento de Inna se volvió urgente mientras Aleksandra penetraba contra su centro, enviando una ráfaga de calor directamente hasta los dedos del pie.
—Puedo oler tu excitación— musitó la morena.
Inna gimió mientras la otra mano de la morena se sumergía en su corsé, tentando sus pezones con sus uñas. Su aroma se arremolinó en su mente, caliente y almizclado, fusionándose con los perfumes de las flores del jardín.
—Y puedo oler la tuya. —Inna mordió su mandíbula.
La alta mujer gruñó, frustrada por no poder tocarla a través del corsé demasiado ajustado.
—Necesito quitarte esto.
Inna lanzó una risa ahogada y gutural.
—Eso puede tomar un rato.
—No, no lo hará. —La morena se retiró el cuchillo de la cinturilla de sus pantalones. Inna se tensó, relajándose sólo cuando la otra mujer examinó los cordones del corsé.
—Lo echarás a perder.
—Te compraré una docena más.
Inna estaba asombrada de la velocidad con la cual la morena manejaba el cuchillo. En unos cuantos segundos, había cortado los cordones en la parte trasera y el corsé se desprendió, y su una vez montañosos pechos recobraron su forma natural.
Apartando el tejido a un lado, Aleksandra ahuecó las manos sobre sus senos mientras Inna suspiraba de deleite. Con su boca hambrienta Aleksandra succionó su piel expuesta. La mujer rubia la abrazó fuertemente mientras ola tras ola de sensaciones se disparaba a través de ella.
Abruptamente, la morena la soltó y la colocó sobre sus pies. Ella se apoyó contra la columna, apenas capaz de levantarse, con los sentidos arremolinados en una ola de agitación. Observó con ojos narcotizados mientras la alta mujer le quitaba las bragas antes de volver a tomarla en sus brazos, reanudando su anterior posición. Ella arqueó las caderas, sintiendo sus dedos moverse sobre su carne húmeda hasta que encontró su abertura, y luego hundía un dedo profundamente. Inna gimió, mientras sus caderas se arqueaban para facilitar su invasión. Se estremeció, con los dedos hundiéndose en el cabello de la alta mujer mientras era acariciada,  cuando Aleksandra no pudo aguantar más, indujo un segundo dedo y sus embestidas fueron mas rápidas
La mujer rubia gimió mientras Aleksandra entraba en ella una y otra vez, con cada movimiento llevándola más profundo que el último. Inna gimió, presionándose contra ella, deseándola más profundo, pero temiendo no poder tomarla por completo. Para su asombro, Alek se hundió profundamente, su respiración áspera cantando en su oído.
El apretón se tensó en las caderas de Inna, arqueándola para tomar su empuje mientras la alta mujer comenzaba a moverse. Ella estaba abierta y vulnerable mientras Aleksandra presionaba. El arrebato inexorable de deseo la arrolló, cuando su cuerpo se tensó contra el de la morena mientras un grito quedo redimía la tensión de su cuerpo.
Luego un estremecimiento barrió su cuerpo mientras el orgasmo la atravesaba. Fue tan fuerte que la realidad se desvaneció, y sólo existieron ellas dos en el mundo.

 —Nos perdimos la fiesta— musitó Aleksandra mientras Inna tomaba una rebanada de melocotón fresco. Una única gota de jugo refulgió en los labios de Inna y la mujer mayor  luchó contra el deseo de lamer la dulzura de su piel. En lugar de eso, sostuvo su cabeza en la mano, cómodamente estirada en la cama espaciosa.
— ¿Lamentas habértela perdido?
Inna se chupó los labios y negó con la cabeza.
—Ni por un momento. —Seleccionó una fresa madura del tazón de frutas. — ¿Y tú?
—En absoluto— sonrió Alek—.Prefiero estar aquí contigo.
Un sonrojo suave inundó sus mejillas mientras Inna masticaba. Se habían quitado las máscaras horas antes, y la morena no podía dejar de mirarla. El resplandor de oro de las candelas que se esparcía alrededor del cuarto hacía que su piel pareciera de oro. Su cabello estaba suelto, los finos mechones cayendo por debajo de sus hombros en ondas de seda. Sus ojos verdes y profundos eran oscuros y estaban rodeados por pestañas gruesas. Su boca era llena, su labio inferior enrojecido por sus besos.
La mujer más pequeña llevaba una túnica de seda mientras Alek permanecía desnuda a su mirada. Había lamentado que Inna hubiera elegido vestir la prenda, pero no quería presionarla. Pronto, ella se encontraría lo suficientemente a gusto como para permanecer desnuda frente ella, y Aleksandra era una mujer paciente.
—Me estás mirando fijo otra vez— dijo Inna.
—No lo puedo remediar, eres bella.
Inna sumergió otra mora en un tazón de crema chantilly.
—No, no lo soy. —Lamió la informe masa blanca con diminutos y felinos movimientos.  Su ingle se tensó ante el pensamiento de Inna lamiéndola en la misma forma.
—¿Por qué algunas mujeres siempre dicen eso?
Inna sumergió su mora en la crema otra vez.
—No sé por qué otra mujer lo diría. —Ella se encogió de hombros. —Soy como soy. No puedo hacerme responsable de la genética.
—¿Tu madre es bella?
—Lo era. Era muy bella. —Inna lamió la mora hasta dejarla limpia antes de darle un pequeño mordisco. —Era cantante, y conoció a mi papá en Broadway.  Oh, el escándalo que provocaron… — Sus ojos brillaron de diversión
—Cuéntamelo todo. —Aleksandra quería saberlo todo acerca de ella. Su pasado, sus amantes, su familia, sus sueños cuando era niña, su color favorito y qué deleites esperaba de su futuro.
—Mi madre era Rachel White, y su nombre artístico fue Rachel Martin.  Era una corista en Nueva York a finales de los años cincuenta. Trabajó muy duro y finalmente fue recompensada con un papel en El Violinista en el Tejado. Fue durante esa obra que conoció a mi papá. —Inna lanzó el tallo en la bandeja, arrugando su nariz en su dirección. — ¿Estás segura de que no te aburriré con esto?
La morena negó con la cabeza.
—Por favor, continúa.
—Mi papá era el heredero de una fortuna del pan o una fortuna en pan, dependiendo de cómo quieras verlo. ¿Has escuchado de Downing Mills?
No lo había hecho, pero asintió de cualquier manera.
—Él nació con la proverbial cuchara de plata en su boca. Mi papá y algunos de sus amigos de la universidad escaparon de su campus universitario y fueron a la ciudad. Vio a Rachel y eso fue todo. Cayó locamente enamorado y se dispuso a poseerla. —Buscó otra mora. —Le envió flores, regalos, la visitó cada fin de semana y se llamaron uno al otro día por medio. Estaban casados ocho meses después de conocerse.
— ¿Fueron felices?
Inna giró la fruta en sus manos, con la expresión pensativa.
— ¿Qué es ser feliz? Tuvieron una niña, yo. Vivieron una vida de riqueza y privilegios, pero mi madre nunca olvidó de dónde provenía. La familia de mi padre la despreciaba por ser actriz y yo creo que eso la molestaba bastante. —Inna se encogió de hombros. —Ella amaba a mi papá y me amaba a mí. Pero siempre tuve la impresión de que sintió que se perdía de algo importante en su vida. ¿Tal vez debería haber continuado con su carrera? Hablaba de hacer algunos papeles pequeños, pero nunca tuvo la oportunidad. Murió cuando yo tenía trece años de edad.
Aleksandra le rozó la rodilla con sus dedos.
—Lo siento.
Inna lanzó la mora sobre la bandeja, intacta.
—Parece como si hubiera pasado toda una vida.
—Eso no disminuye el dolor. ¿Qué sucedió con tu padre?
—Él se volvió a casar y tiene una familia nueva. Tres chicas y un chico.
La morena acarició la piel blanda de la parte interior de su rodilla mientras hablaba.
— ¿Los ves seguido?
—Varias veces al año. Mi padre se mudó con ellos a California, porque decía que ya no podía permanecer en Nueva York. Había demasiados recuerdos en cada esquina.
— ¿Qué ocurrió con la pequeña Inna ?
La sonrisa que Aleksandra le lanzó amenazó con ensortijarle los dedos de los pies.
—La pequeña Inna creció para convertirse en una mujer devastadoramente bella. — se elevó a la altura de sus rodillas y se movió más cerca. —Se convirtió en una leyenda, con una gran cantidad de guapos amantes…— la empujó hasta que la alta mujer quedó de espaldas, y deslizó una pierna sobre ella, sentándose en sus muslos. —A todos los cuales ella abandonaba— inclinó su cabeza y depositó besos sobre su pecho mientras hablaba— a un lado, uno por uno.
Aleksandra rio ahogadamente y extendió las manos sobre las rodillas la mujer rubia.
— ¿En verdad?
Inna levantó la cabeza y le dirigió una sonrisa perversa.
—Mmm, hasta ahora, que he encontrado a una hermosa mujer, al menos.
—Eso es reconfortante. —Se desperezó brindarle mejor acceso mientras Inna la mordisqueaba con rumbo al sur. Contuvo el aliento mientras su pelo acariciaba su ingle.
Había algo casi dolorosamente erótico. Los ojos de Aleksandra se estrecharon mientras ella mordía el área sensitiva justo debajo de su ombligo. Sus dedos trazaron una línea en dirección hacía su centro y sus ojos casi resplandecieron con el poder de la lujuria. La morena murmuró su aceptación y cerró los ojos, rindiéndose a su mágico contacto.
La lengua de la rubia giró sobre la sensitiva piel húmeda de Aleksandra y luchó contra el deseo de abalanzarse sobre ella cuando acarició un lugar especialmente sensible. Las sensaciones se ensortijaron en su estómago mientras chupaba, su suave contacto, a pesar de todo, reconfortante.
Inna hizo una pausa, y Aleksandra sintió que algo frío la tocaba y sus ojos se abrieron repentinamente.
Ella sujetaba el tazón de crema chantilly y generosamente recubría la entrada de su intimidad con la mezcla. Una vez cubierta, dejó el tazón en la mesita, y después de chuparse los dedos, recogió el tazón de jarabe de chocolate. Sumergiendo sus dedos, lloviznó el líquido sobre la torre blanca, riendo mientras su humedad se hacía más fuerte y su centro latía dolorosamente.
— ¿Has terminado?— preguntó la morena, divertida a pesar de sí misma.
—Todavía no. —Ella se chupó los dedos otra vez y alcanzó el tazón de frutas, buscando una cereza. La colocó en la cima, donde se bamboleó precariamente. —Ahora sí— le disparó una sonrisa encendida. —Supongo que el postre esta vez eres tú— Inna agachó la cabeza.
—Quítate la bata— dijo Aleksandra.
La rubia arqueó una ceja, sosteniendo su mirada ardiente mientras tiraba del lazo de seda y el material se abría para revelar su cuerpo.
Sus senos eran firmes y altos, su piel cremosa y pálida, y la pequeña marca de nacimiento en forma de corazón, de color frambuesa, se destacaba contra su piel pálida.
La garganta de Aleksandra se contrajo. Inna tenía la marca de nacimiento. Era la Única.
Sus caderas eran delgadas, sus piernas largas y fuertes mientras se despojaba de la bata. Una suave sombra de vello rubio cubría su montículo femenino, a pulgadas escasas de su humedad recubierta de crema.
Ella se inclinó hacia adelante para morder la crema ya tibia, y Alek escondió un gemido mientras sus labios acariciaban la parte inferior sensitiva de entrada y lamía la mezcla fundida de chocolate y crema.
—Mmm— ronroneó. —Delicioso. Podría comer esto durante toda la noche.
La morena gimió. No había forma que durara toda la noche, no a ese ritmo. La rubia la lamió por completo, dando pequeñas y gatunas lametadas mientras la limpiaba antes de entrar en ella por completo la morena se tensaba bajo ella.
—Inna, voy a estallar— pronunció ella con voz áspera.
Ella deslizó rápidamente un dedo dentro de la alta mujer, la morena clavó los talones en la cama mientras la rubia entraba y salía de ella. Con los ojos cerrados y la expresión embelesada, Aleksandra se dejaba invadir apretando los puños al sentirla dentro de su humedad.
No bastando con eso, Inna unió a su lengua a su ya desesperada mano, moviéndose y lamiendo frenéticamente. La morena dio un respingo cuando sintió la caliente lengua de la rubia mujer, gimiendo más fuerte. Su orgasmo provocó el de la rubia, entremezclando sus gritos mientras la morena alcanzaba la liberación.
Logró abrir los ojos mientras la rubia se hundía en su pecho con un suspiro. Envolviendo sus brazos alrededor de ella, Aleksandra frotó su columna vertebral en un movimiento lento, sintiéndose completa por primera vez en medio siglo.

----------------------------------------------------------------------------------------------------------
La Teta Feliz Historias y Relatos ® Adaptación Derechos Reservados
© Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, registrada o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo, por escrito, del autor.

1 comentario:

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...