Salió a dar un
paseo, ya estaba cansada de estar todo
el día frente al ordenador. Caminaba sin rumbo, pero con paso firme, miraba el
ir y devenir de la gente que se aglutinaba en comercios y en mesas de terrazas
saboreando, degustando productos y conversando animadamente con otras personas.
Las calles estaban repletas de transeúntes, se acercaban las fiestas y muchas de esas
personas estaban comprando los últimos regalos y adornos típicos, eso le hizo
pensar que no había comprado ningún regalo aún. Bueno, en realidad no había a
quien regalar…Su madre y su hermana estaban viajando por América, así que estas
navidades serían algo solitarias…
Sus recuerdos
retrocedieron en el tiempo para evocar otras fiestas, donde su felicidad fue
inmensa. Un claxon la sacó de sus recuerdos y estuvo a punto de topar de frente
con el coche que le pitaba.
-¡Érica, Érica!- escuchó como alguien la llamaba, miró en
todas direcciones hasta encontrar la procedencia de la voz que pronunciaba su
nombre.
Entonces la vio,
pero no fue capaz de reconocer a la
dueña de esa voz. Se acercó la chica hasta ella.
-¡Hola!, ¿No
te acuerdas de mí?
- ¿La verdad…? No.
Déjame pensar un momento.
Retrocedió en
sus recuerdos y se esforzó por localizarla en alguno de ellos, pero por más que
lo intentó fue inútil. La miró como disculpándose por ello.
-Lo siento no
logro recordarte-dijo
La chica un poco
triste o con semblante de duda dijo:
-Tú: Érica
Olmedo, quinto curso, defensora de los
oprimidos; en este caso de mí: Berta Vergara, la de la última fila.
-¿Tu? ¿Berta Vergara?-
La chica de la última fila a la que
defendió un día y el resto de curso de las pijas que no hacían otra cosa que
acosarla por ser diferente, por estar ausente o desconectada, la que en el patio siempre parecía observarla y sonreírle; era a la única que le
mostraba afecto. -Berta Vergara, ¡¿Eres tú?!
La verdad no te hubiera reconocido de ninguna forma; perdona, pero estás
muy cambiada, nada que ver con la chica del colegio; claro, obvio que ya eres
toda una mujer y muy hermosa.
-En cambio tú Érica
Olmedo estás tan hermosa como siempre te he recordado.
Las dos se
quedaron con esa palabra: “hermosa” pues
ambas la habían utilizado.
-¿Vives por
aquí?- le preguntó Érica.
-No. Sólo vine
para ver a la familia. Vivo en Belgrado- respondió agregando- Érica, no sabes
lo contenta que estoy de volver a verte, siempre estuve prendada de ti en el
colegio, perdona mi franqueza, pero era así.
Ella se quedó un
poco parada al escucharla decir aquello, y para romper un poco el hielo siguió
con la broma.
- ¿“Estuviste”?...
¿Ya no?
Berta y ella
comenzaron a reír.
Tras un rato
hablando de naderías, a Berta le llamó un chico apuesto y muy varonil. Ella
miró a Érica
- Me tengo que
ir, ha sido un inmenso placer volver a
verte, lo mejor que me ha pasado en estos días.- Se acercó a ella y le dio dos
besos en la mejilla, junto con un
abrazo, y el perfume suave y agradable de Berta se impregnó en la ropa de Érica.
Sonrió, el contacto con ella fue agradable, tentador,
esa sonrisa y mirada de Berta…
Berta también
parecía extasiada con el contacto de Érica, siempre estuvo… ¿Cómo decirlo?... muy cerca de ella, fue la mujer que la
defendió durante todo un curso, y la miraba de una forma especial.
Érica siguió
caminando con la imagen de Berta, no
podía creer que esa mujer fuera aquella, la niña tímida, huraña, fea. Esta era
segura, atrevida y muy atractiva.
Llegó a casa y
lo primero que hizo fue ir al cajón de los recuerdos, así le llamaba ella, y en
una esquina olvidado, un álbum de fotos
de colegio. Buscó a Berta y la encontró a su lado, se reía al ver la imagen de
las dos. Nada que ver con su hermoso encuentro.
Al día
siguiente, Érica Olmedo entraba en la escuela de danzas de su propiedad. Esta
estaba llena, como de costumbre hacía ya varios años, era una escuela de toda clase de bailes, y su
dueña una famosa bailarina devenida en una excelente empresaria.
-Hola Érica!- La
saludó Marco el jefe de profesores al verla aparecer.
-¿Cómo va Marco?
-Bien, ya estamos ultimando los detalles de los
bailes del próximo concurso. Creo que están muy bien preparados y que pueden
hacer un excelente papel e incluso ganar ese premio que tan bien nos vendría.
Érica esperaba
que así fuera, el premio era por demás prestigioso y la suma de dinero que lo
acompañaba era muy alta. Con ella Érica
tenía planeado abrir una sala de baile
más grande, dar cabida a más profesores y hacer más amplias las estancias para
sus alumnos. Si bien había puesto su empeño en ello, la academia de danzas
había crecido en una medida que aun la sorprendía, día a día tenia mas pedidos
de incorporación de alumnos y en su ciudad había ganado una fama que la
trascendía; sin dudas era muy necesario ampliar las instalaciones…
El evento en
concreto se realizaría en Belgrado, llevaban preparándolo casi cinco meses con
sus alumnos, todos estaban muy emocionados y contentos de poder competir con
otras escuelas de baile de todo el país.
-¡Ah Érica! Te
ha llamado uno de los encargados del evento, quería cerrar algunos flecos
contigo, dijo que llamaría un poco más tarde.
-Gracias Marcos.
Érica puso rumbo
a su despacho, una pequeña sala habilitada para ese menester, a causa del
espacio, era un despacho reducido pero acogedor y muy cómodo. No se imaginaba ella
que su negocio de baile fuera a ser tan exitoso, por eso todo se le quedó
pequeño, y su trabajo diario era poder ganar para abrir uno nuevo.
Un gran sillón
negro junto a una mesa de madera, un pequeño sofá, y una o dos fotos de famosos
bailarines llenaban la estancia. Todo ordenado.
Un portátil
sobre la mesa, un cuadro con una foto, esa foto que aun no se decidía a guardar
en el cajón de los recuerdos, quizás porque en su corazón “ella” no era pasado,
sino presente, un presente de hermosas remembranzas
que ya casi no dolían, que entibiaban su alma solitaria… Sobre esa mesa también
junto con un montón de papeles apilados y ordenados había una pequeña impresora, eso era todo. Un
pequeño ventanal que daba a un patio donde el sol pegaba durante el día, dando
calor y luz a la estancia, una pequeña fuente
y dos o tres mesas para poder sentarse, comer o simplemente descansar.
Ese era el lugar
donde Érica se pasaba muchas horas y muchos días de su vida, había delegado sus
clases para poder dedicarse al papeleo, porque aunque fuera pequeña, su empresa
necesitaba mucho trabajo. Y desde hacía ya cuatro años atrás gran parte de su
esfuerzo estaba puesto allí, no es que hubiera abandonado su placer por la
danza, no, bailar había sido su sueño desde pequeña, y fue siguiendo ese sueño
que la conoció.
Nunca podría
olvidar ese día. Era su audición de baile más importante, de ella dependía que
la eligieran en una de las academias más importantes del país, y estaba
llegando tarde, si, ¡TARDE! ella, Érica la chica más puntual de toda la ciudad
llegaba tarde a la cita con el destino, o quizás, como supo después llegó justo
a tiempo, pues unos minutos menos y nunca se hubiera cruzado con “ella”.
Quiso la suerte
que en el momento que Érica subía las escalinatas del conservatorio de danzas,
a toda prisa sin mirar a lado alguno, ella se encontrara saliendo de su clase,
con apenas 22 años (cuatro más que Érica) “ella” ya comenzaba a ser más que una
promesa en el competitivo mundo de la danza, comenzaba a tener ofertas de los
distintos teatros para formar parte de su staff, sus maestros estaban seguros
que llegaría muy lejos, mas ese día y a causa del choque intempestivo con Érica
llegó rápidamente al suelo, de forma estruendosa las dos chicas se toparon
cayéndose ambas. Érica, sabiéndose responsable del choque se deshizo en
disculpas, disculpas que no fueron escuchadas por “ella” que se levantó
rápidamente y echándole una mirada gélida, sólo dijo:
-¡Deberías mirar
por donde caminas! ¿¡Si eres así de torpe para todo no sé qué demonios haces
entrando aquí!? Sin dudas eres una chiquilla atropellada- y marchó sacudiendo
sus ropas.
Érica se quedó
de una pieza, no atinó a responder, y con una rabia contenida por haberse
sentido maltratada entró a la academia, hizo su audición, y tal como esperaba
fue admitida…
Había pasado una
semana de ese día, Érica se encontraba esperando junto a los nuevos aspirantes
a bailarines por su primera clase, les presentarían a sus profesores, todos ex
bailarines reconocidos o maestros de la danza que formaron a grandes. Sabía que
era un rito que los alumnos que egresaban del conservatorio hicieran de
anfitriones, era una práctica que buscaba lograr camaradería en un mundo por
demás competitivo, fue entonces cuando la vio…
El teléfono
sonó, sacándola de los recuerdos, se dispuso a atender, al otro lado de la línea una voz masculina la
trajo a su presente.
-¿Érica Olmedo?
-Si yo misma- Le
agradó aquella voz varonil y con tonos,
matices diferentes.
-Buenos días soy
Damián, el encargado del evento de baile de Belgrado donde ustedes son participantes.
Le llamaba para poder organizar la estancia, para ello necesitaría saber el
número de participantes y cuantos profesores serán los que le acompañen para
los alojamientos y demás necesidades.
Después de un
buen rato hablando y detallando .Damián pidió a Érica si podía viajar unos días
antes del evento para cerrar todos los pendientes.
Érica quedó un
poco extrañada, era el primer concurso en que le pedían tal hecho, pero no pudo
negarse ante la amabilidad de Damián.
Después de
colgar, y arreglar algún que otro documento, se decidió a ir a tomar un café a
la sala que compartían con sus alumnos y profesores.
Al entrar
observó a varios de ellos, se saludaron y charlaron por un rato sobre los
preparativos y los nervios que tenían por el próximo concurso, mientras tomaban
un café.
A los cinco
minutos entró por la puerta Porthia, era una mujer de estatura media, morena,
ojos grandes y sonrisa tímida, observó la sala y al ver a Érica sus mejillas se
sonrojaron y sus ojos se iluminaron.
Érica la devolvió
la mirada y sonrió. Le tenía un gran
aprecio a esa mujer desde que se uniera a sus clases, el día de la inauguración,
se hicieron amigas y descubrió a una mujer inteligente, agradable,
delicada, y con un gran corazón, compartieron muchos momentos fuera del salón, charlas de cuatro o más horas de toda clase
de temas. Incluso Porthia cuya profesión era la arquitectura, le había aportado
muchas ideas para su futura y anhelada escuela, incentivándola a seguir
creciendo.
-¡Hey! Porthia-
le saludó con la mano y con una sonrisa que a Porthia le pareció la puerta del
cielo-¿Qué tal estás?
Saludó a todas
situándose al lado e Érica y rozando su brazo.
Tras quedarse
las dos solas, Érica sin pensarlo le propuso a Porthia acompañarla a
Belgrado unos días antes del concurso.
Porthia estaba
deseando compartir con Érica, y ese viaje era una gran oportunidad, aceptó en
el momento. Siempre estuvo atraída por Érica, era su prototipo de mujer, con
ella podría pasar una vida entera o eso creía ella. Si bien no podía decirse
que no fuera feliz, sentía que en su vida faltaba ese motor que sin que nos
demos cuenta nos pone en movimiento cada mañana, ese impulso vital que termina
de dar sentido a cada acto, sentía que nunca se había enamorado e intuía que Érica
podía ser la indicada…veía en ella cualidades que admiraba en una mujer, y sin
duda alguna la respetaba por lo que había conseguido, además era hermosa, Porthia
anhelaba que ambas pudieran construir un camino juntas…
Se despidieron,
con la cita hecha, en la mañana pasaría
a buscarla por su departamento y desde allí al aeropuerto.
Porthia flotaba
en la pista de baile con la ilusión y las ganas de que llegara mañana.
Un profesor la
miraba y le preguntó.
-Porthia ¿estás
flotando? O ¿qué?
Porthia sólo se
limitó a sonreír.
Mientras tanto Érica
se preguntaba por qué invitó a Porthia. Que reacción la llevó a ello. Era indudable que Porthia era una
persona especial y que llevaba en el Centro desde sus comienzos, y siempre la
admiró. ¿Pero ese impulso?
No quiso darle
más vueltas y se contestó a ella misma, que le apetecía que la acompañara
y ya, que quizás era un buen momento
para intentar…en fin, no quería pensar, era mejor permitir que las cosas
fluyeran
Jueves, Érica se preparaba a estacionar el auto cerca
del departamento de Porthia cuando la vio de pie junto al portal y condujo
hasta ella.
Allí estaba,
esperando, puntual, con un pequeño bolso de mano y una maleta, envuelta en un
precioso abrigo de colores que le cubría todo el cuerpo, una graciosa gorra en
su preciosa cabeza que le dejaba algunos
rizos fuera haciéndola más bella si cabe.
Sonrió al ver a Érica.
Está le abrió la puerta del coche por dentro y devolviendo la sonrisa le dijo.
-Buenos días, te
ves elegante.
-Gracias
señorita, usted también.- Y se sentó a su lado regalándole una mirada
seductora.
Una vez en el
aeropuerto no tuvieron mayores problemas para abordar el vuelo. El viaje se
hizo rápido y ameno. Compartieron charlas, risas, algún que otro roce.
Al llegar
tomaron un taxi hasta la dirección indicada por Damián, pero antes de entrar se
detuvieron a tomar algo de comer pues las dos lo necesitaban.
-Hermosa ciudad
¿no crees Porthia?
-Si pero
prefiero la tranquilidad de Barajevo- allí eran donde vivían ambas
-¿No te gustaría
entonces vivir aquí?
Se quedó pensando
Porthia y mirando a Érica después de pensarlo le contestó:
-Depende de con
quien, y quien me lo pidiera… Ya sabes ¿No?
Érica sonrió y
pensó en la respuesta y en la mirada que le dedicó.
Siempre pensaba
o creía que Porthia le decía algo en todas sus conversaciones y que tal vez
sería hora de que ella se diera por aludida, pero no sabía muy bien lo que sentía, su corazón no
estaba muy dispuesto. Dudaba de sus sentimientos, temía ser herida, ya tuvo
bastante con “Ella”, nunca supo por que
tuvo que ser así, pero fue. Ya no le dolía tan fuerte, no le amargaba pensar,
fue doloroso pero no cambiaría nada de lo vivido, de las horas compartidas, de
las emociones sentidas, todo lo bello que tenía de aquel momento, ya el dolor
era menos sentido, ya las cosas bellas eran las que más recordaba. A veces estando con Porthia anhelaba sentir
nuevamente eso que sintió con “Ella”
“Ella” la hizo
sentir mujer, la hizo sentir lo que es estar enamorada, estremecerse con sólo
una mirada, una risa, sentir su estómago encogerse al verla acercarse, sentir la necesidad de abrazar, besar, de
proteger, aún conservaba los sentimientos de cada momento vivido con “Ella”.
Todo ese amor se
fue acumulando en su interior y esperaba volver a sentir algo igual para dar
con más intensidad y más amor del que dio, si eso fuera posible. Sacudió sus
pensamientos y se concentró en el presente: Porthia, su viaje, y este momento juntas.
-¡¿Tenías hambre
parece?!
-Sí, realmente
ya lo necesitaba. Por lo que veo tú también estabas famélica, te has acabado la bandeja.
Las dos
rompieron a reír, la mano de Érica fue a la de Porthia, como diciendo “Para de
reír ¿No ves dónde estamos?”
Ese contacto era
agradable y Porthia acariciaba la suavidad de la piel de Érica sin soltar su
mano.
Marcharon, ya en
la dirección indicada Érica junto a Porthia tocaban el timbre.
Al abrirse la
puerta Érica reconoció ese rostro, pues no hacía mucho lo había visto en su
pueblo, era el chico que llamó a Berta.
-Buenos días soy
Damián. ¿Tú debes de ser Érica? Preguntó muy amablemente y haciéndolas pasar.
-¡Oh!
Disculpa saliendo de sus recuerdos sí,
sí soy yo, esta es Porthia, una amiga que me acompaña.
-Encantado Porthia,
soy Damián el encargado de todo este macro
evento y estoy a vuestra disposición para enseñarles todo antes del comienzo,
los lugares y protocolos, lo que precisen…
Érica no pudo
aguantar y preguntó.
-Damián perdona
¿Tú conoces a Berta Vergara? Me parece recordar que te vi con ella en Barajevo
-¡Ah! Si perdona
Érica, ella es la dueña y responsable de todo este evento, no sé si has oído
hablar de las empresas “Vida Nueva”, todas pertenecen a ella, es la mayor
empresaria de Belgrado su riqueza es inmensa.
Pero ya la veréis, está previsto
que se incorpore a nosotros más tarde; ahora una reunión la tiene ocupada. Un
evento de estas magnitudes se tiene que tener bien organizado y en eso Berta es
la mejor.
Porthia
escuchaba todo con gran interés.
Después de pasar
el resto de la mañana viendo las instalaciones y lugares del concurso, y quedando enteramente satisfechas de tanto
lujo, estaban sentadas en una mesa a punto de almorzar, cuando Érica volvió su
cabeza hacía la puerta y la vio cual película romántica, la entrada de Berta: elegante, segura de sus
pasos, pelo corto. No podía hacerse a la idea que aquella mujer fuera la chica
de la última fila, la de las miradas robadas.
Se la quedó
observando con una sonrisa y con los ojos la recorrió de arriba abajo, algo que
no pasó inadvertido a Porthia; ya casi cerca, Érica se incorporó y sin pensarlo
se acercó a Berta y le abrazó dándole dos besos en ambas mejillas, Berta
también intensificó el abrazo y sus
labios igual que los de Érica fueron a parar a los pómulos, los besó no sólo
rozándolos sino apretando sus labios contra la piel suave y sedosa de Érica.
Damián sonrió y
mirando a Porthia
-Ella es Berta
Vergara- dijo.
Porthia
permaneció atenta al contacto de aquellas dos mujeres.
Al terminar el
abrazo Érica mirando a Porthia dijo
-Te presento
a Berta una antigua compañera de
colegio, y que el caprichoso mundo, que parece inmenso ha traído de vuelta a mi vida.
-Encantada Porthia
y acercándose a ella Berta le dio la mano en señal de bienvenida.
-¡Qué sorpresa Berta
volver a encontrarte y precisamente en este mundo de empresarias y danza…!
-Bueno, he de
admitir que sabía que tu vendrías, como organizadora estoy al tanto de las
escuelas que participan, y quise que fuera una sorpresa para ti, grata,
espero…-comentó Berta no sin sonrojarse un poco
- Muy grata
sorpresa resultó por cierto…
Estuvieron
hablando largo rato del evento y al finalizar el almuerzo Berta comentó a Érica,
si quería quedar más tarde para recordar viejos tiempos y ponerse un poco al
día de lo que fueron sus vidas hasta hoy.
Érica miró a Porthia
y a Berta.
-¡Oh! Perdón Porthia,
no quise ser grosera tú también estás invitada no sé si te interesará mi vida
pero será divertido volver a recordar cuando era el patito feo del colegio- Se
dirigió rápida a esta, y por unos instantes quedó prendada de esos ojos…
Sonrieron las
tres y Porthia dio las gracias, y apuntó
-No estará mal
saber cómo fue tu transformación a
cisne- en verdad le resultaba muy interesante la empresaria.
Volvieron a reír
y así acabó el almuerzo, Damián tuvo que abandonar la comida por una llamada
urgente.
Porthia quedó
maravillada de Berta, era una bella, inteligente y agradable persona, también
sintió una gran conexión entre Érica y
Ella no sabía cómo valorar la situación de ambas, pero de momento esperaría, no
le quedaba de otra.
Ese atardecer
tres mujeres cavilaban acerca del encuentro, tres mujeres muy distintas y sin
embargo muy parecidas, con anhelos simples, encontrar con quien compartir el
fantástico trabajo de amar…
Porthia no podía
dejar de pensar en Berta, le sorprendió esa mujer, nunca antes de Érica se
había fijado ella en nadie pero Berta era otra cosa. ¿Estará buscando algo con Érica? Se preguntaba mientras su cuerpo se relajaba
bajo una necesitada ducha. Seguro que sí, no creía en las casualidades y…
bueno, de nada valía hacer conjeturas, esta noche lo averiguaría…Era extraño, pensó,
pero juraría que no sentía celos, no de Érica, al menos…
Mientras, en su
cuarto, Berta se estaba preguntando sobre
lo mismo. Porthia era hermosa y parecía una mujer inteligente cosa que Berta
buscaba en una mujer aparte de la belleza y el buen corazón. ¿Tendrá algo con Érica?
Se preguntaba mientras revisaba algún que otro documento.
Y Érica estirada
en su cama pensaba en el encuentro con Berta y en la habitación del lado donde
podía sentir el agua de la ducha donde Porthia se relajaba. Dos mujeres, ambas
eran de alguna manera parte de su vida, de su presente, y se preguntaba si
podían serlo de su futuro…creía que si, pero como amigas, porque o mucho se
equivocaba o su sexto sentido estaba en lo cierto y algo había sucedido entre
esas dos, podía reconocer esa sensación de electricidad flotando en el aire que
percibió cuando las presentó, era la misma que ella sintió aquel día en el
conservatorio cuando “ella” apareció junto al grupo de egresados para
convertirse en su “chaperona” como les decían a quienes supervisarían el primer
año de los ingresantes, llámese destino o azar, “ella” la chica antipática que
no había aceptado sus disculpas había sido elegida para acompañarla todo ese
primer año…volvieron a invadirla los recuerdos de ese tiempo pleno…
Los primeros
momentos entre ambas fueron raros, “ella” no entendía por qué Érica la trataba
tan secamente, nunca había asociado a la chica del incidente de una semana
atrás con la bella y talentosa principiante que debía custodiar en sus primeros
pasos en el conservatorio. Poco a poco la primera impresión de Érica fue
cediendo ante el encanto y la simpatía que “ella” desplegaba; de pronto el ir a
clases no sólo representaba cumplir su sueño de bailar, las mariposas en su
estómago, la anticipación nerviosa por verla, su ansiedad mal disimulada si
ella” se retrasaba, los irracionales deseos de pegarle a toda mujer que se le
acercara a hablarle, eran señales muy claras que se estaba enamorando… sintió
temor, con sus 18 años nunca se había sentido tan atraída por nadie, no es que
tuviera cero experiencia pero nunca había sentido algo tan fuerte, esa
sensación de opresión en el pecho que cedía cuando “ella” la miraba con esos
ojos cargados de promesas, capaces de
hacerla flotar. Un saludo suyo sin dudas mejoraba su día…Érica creía ver que
“ella” le dispensaba una atención especial, que en sus ojos aparecía una chipa
de alegría cuando la veía, que sus manos al tomarla para indicarle alguna posición
se detenían en su cuerpo más de lo necesario… pero, y si era sólo sus imaginación, sus ganas de compartir ese
sentimiento que ya sentía aflorar en sus entrañas… no se atrevía a arriesgarse.
Hasta que lo inevitable sucedió. Los alumnos del primer año debían presentar
una pequeña obra y a Érica no se le terminaba de antojar perfecto el solo que
debía realizar así q pidió autorización para quedarse después de la clase a
practicar, así lo hizo, y danzaba una y otra vez, y se enojaba con ella misma
porque sentía q algo le faltaba, no era la técnica, era algo más sutil. Tan
concentrada estaba en su danza que no presintió que “ella” estaba
observando…hasta que se le acercó, sin mediar palabra se puso a su lado y
comenzó a seguir la música, instándola a danzar juntas, la emoción la embargó y
bailó como nunca, finalmente sintió que el sentimiento estaba allí, que podía
trasmitirlo, jadeante y feliz quedó muy junto a ella al finalizar, sus rostros
casi rozándose, y lo inevitable pasó, de pronto como imantadas sus miradas se
atrajeron y sus labios se buscaron, con anhelo contenido, apenas acariciándose,
sus manos delineando sus contornos, en medio del escenario dos cuerpos y dos
almas se encontraban, en esa única comunión que significa saberse enamorada,
plena como quien ha encontrado el significado de vivir…
A partir de ese
día todo fue vértigo, no supieron, no quisieron guardarse nada, vivieron sin
tapujos ni miedos su amor, rápidamente convivieron, Érica se mudó al
departamento de “ella” sus carreras siguieron, se apoyaron mutuamente, al cabo
de unos años y recibida Érica empezó a planear su sueño de poner una escuela de
danzas, y “ella” empezaba a viajar con obras como primera bailarina del
principal teatro de la Capital. Las separaciones costaban, y Érica viajaba con
ella cuando podía, pero el crecimiento de su academia empezaba a exigirle más
dedicación, hubieron escollos, pero el amor que se tenían hacía que los
superaran, hasta ese día, dos días antes de navidad, curiosamente cercano a las
fechas en que se encontraban ahora. Nunca lo olvidaría cuando “ella” le dio la
noticia…
Un teléfono
sonando insistente y la voz preocupada de Porthia la sacaron de su
ensimismamiento
-Hola, Érica, Érica,
¿estás bien?’-
-Sí, perdón es que
no escuché, ya estoy lista, estaba en el baño, no sentí los llamados
- No hay
problema, sólo me preocupé un segundo…, bueno ¿Nos encontramos en cinco
minutos?, ya es la hora, y no me gustaría dejar esperando a Berta- dijo su
compañera de viaje
-Si, ya estoy-
contestó Érica- ¿No te gustaría que Berta espere? Mmm, no sé por qué creo que
este viaje cambiara algunos destinos…
Porthia sólo se
sonrojó del otro lado de la línea…
-Te busco en tu
habitación en cinco minutos…
Esa noche las
tres mujeres con tres estilos diferentes pero realmente encantadoras salían
para el club donde habían quedado. Érica, llamó a la habitación de Porthia. Al
abrirse la puerta nada que ver la Porthia que ella conocía a esta Porthia
arreglada con gusto exquisito, pero simple.
-¡Guau! Porthia
estás... realmente espectacular.
-Gracias Érica
tú te ves… sin palabras.
Realmente Érica
estaba deslumbrante no lo dijo Porthia por halagarla sus facciones resaltaban
con ese maquillaje tenue que se puso, su pantalón poroso y la camisa a juego, que
le quedaban perfectos en su cuerpo de bailarina, su pelo recogido con un simple
pasador le daba un aire de belleza.
Berta se
disponía a coger su auto. También iba hermosa, con una falda estrecha marcando
su ejercitado cuerpo y un abrigo de
corte medio, su pelo despeinado con
mucha gracia le hacía parecer más joven
de lo que era.
Cuando las tres
mujeres se encontraron, algo sucedió, Berta al ver a Porthia perdió el aire, y
los ojos de Porthia no podían dejar de mirar a Berta, sus sonrisas y su
complicidad hicieron que toda la noche algo naciera entre ellas. Porthia sentía
algo nuevo dentro de ella, una sensación de bienestar al hablar con Berta que
se dedicó a narrar su corta carrera, Érica notó como ambas se acercaban y por
dentro sonreía viendo cómo se seducían una a la otra, como cada gesto y miradas
las delataban.
Sintió lo mismo
que ella hizo al conocerla a “Ella” fue la sensación de la tontura, la
sensación de las locuras de hacer cosas sin importar el lugar, sólo contaba
sentir a esa mujer a su lado
Como su corazón
iba necesitando la mirada, el aire de ella, fue tan agradable el comienzo como
el después, cuando los sentimientos se salieron de una para dárselo a la otra,
cuando el amor desbordaba cuando le dio su vida , su corazón y su cuerpo para
poseerlo todo. Y así seguía poseída por el amor de “Ella” esperándola.
“Ella” Bianca
Bianchini, la única capaz de elevarla unos centímetros del suelo, la persona
que hacía que sus cuerpos dancen al compas de los acordes del deseo más intenso
y la ternura mas infinita, fue difícil al principio, los malos entendidos y algo de competencia entre ambas les dificultó
entenderse, pero cuando ambas dejaron hablar a sus sentimientos surgió algo que
aún permanecía en el corazón de Érica y conociendo a Bianca en el suyo también.
Cuando se
entregaron una a la otra, fue como si la vida comenzara de cero, como si lo
hasta ahora vivido sólo fuera algo que quedó atrás compartir la vida con Bianca
fue lo mejor que le sucedió. Pero como la amaba tanto no quiso cortar sus alas,
tenía una oferta de trabajo en Nueva york y ella sabía que no podía oponerse a
ello, Bianca se negaba a irse pero al final fue Érica la que dijo que si no se
marchaba nada de lo que tenían sería verdadero, que el amor era eso, amar.
“Ella” aceptó, no sin renuencia diciéndole que
entonces no la esperara, que tenía todo
una vida para amar a alguien que estuviera a su lado, que no podían amar en la
distancia. Y así fue como acabó lo suyo. Pero en su interior Érica siempre la esperó, y lo seguiría haciendo, su
corazón sólo podría amar a Bianca. Y así llevaba cuatro años. Alguna que otra noticia de la
triunfante carrera de Bianca famosa y la mejor bailarina de todo el mundo
haciendo giras, y actuaciones en los mejores escenarios. Los primeros meses recibía cartas de ella,
que aún conservaba en el cajón de los recuerdos pero después dejaron de
llegar, lo aceptó hasta que ya no buscó
noticias de ella, si le llegaban bien sino también. Siguió su vida y ahora
estaba allí en Belgrado viendo como Porthia y Berta se enamoraban.
La velada
terminó casi de madrugada, luego de la cena Berta las invitó a tomar unas copas
a un bar donde además de escuchar buena música se podía bailar si apetecía.
Si bien las
miradas entre Porthia y la anfitriona no cesaron parecía que ninguna de las dos
se daba por aludida de la atracción que despertaba en la otra, mucho menos como
para dar un primer paso.
Por su lado Porthia
aun tenía en su pensamiento el brillo que creyó ver en la mirada de Berta
cuando se reencontró con Érica, y retumbaban en sus oídos las palabras de
alabanza y admiración que aquella pronunciaba al referirse a su época de colegialas
respecto de su “salvadora” y la alegría que sintió al volver a verla. Berta en
cambio se había auto convencido que entre las dos visitantes existía algo más
que amistad, sino, se preguntaba ¿Cuál habría sido el motivo para que viajaran
juntas?... Porthia no era docente de la academia, ni tampoco una concursante, y
si bien le habían contado de la colaboración desinteresada que le brindaba a la
escuela, no le parecía ese un motivo suficiente como para que la hubiera acompañado…
Así, cada una de
las dos mujeres tenía en su cabeza hipótesis erróneas que junto a un sentido de
lealtad para con Érica, les impedía
mostrar sus sentimientos de atracción…
La causante de
tal confusión, ajena totalmente a esas cavilaciones, no entendía por qué esas
dos ni siquiera habían aceptado bailar juntas cuando ella se negó a hacerlo
aduciendo estar muy cansada, pensó que quizás su presencia las cohibía y
decidió marcharse, pero ambas se opusieron tan rotundamente que se quedó
bebiendo y charlando, cuando ya decidieron partir lo hicieron todas en el auto
de Berta que gentilmente las acompañó al hotel.
A la mañana
siguiente muy temprano, unos suaves golpes en la puerta de su habitación
despertaron a Érica, algo somnolienta aun, se levantó y preguntó……
-¿Si, quien?- al
otro lado se escuchó la voz sedosa de Berta
-Perdón, creo
que es muy madrugada aun, pero necesitaba hablar contigo
-Dame un
segundo- respondió al tiempo que se ponía el salto de cama
Al abrir la
puerta se encontró con una Berta casi a cara lavada, vestida en forma muy
deportiva, con joggings y zapatillas tenis. Se la veía fresca y si cabe más
hermosa que la noche anterior, haciéndose a un lado la invitó a pasar al cuarto, sin notar que en ese mismo
instante Porthia salía de su habitación y observaba la escena.
Sin que pudieran
escucharla, volvió al interior de su cuarto preguntándose el por qué de esa
punzada en el estómago al ver a las amigas juntas. No intentó negar lo que
sentía, era obvio para ella que Berta la había impactado y mucho. Hasta antes
de llegar a Belgrado no podía negar que estaba algo seducida por Érica, ahora
entendía que si bien ésta le parecía encantadora, inteligente, su interés por
ella no pasaba de una simple atracción y un cariño inmenso que tenía que ver
con la amistad y respeto. Sin embargo, lo que en unas pocas horas había
despertado Berta en ella, era mucho más intenso, nunca creyó que el amor a
primera vista existiera, pero lo que pasaba en su corazón y en su mente no
parecía ser otra cosa. Resuelta a no pensar, volvió a salir y se dirigió a
desayunar a la terraza del hotel.
Entre tanto en
la habitación de su amiga una Berta algo inquieta trataba de explicarle a Érica
el motivo de su visita
-Antes que nada
te pido disculpas por la hora, es que necesitaba consultarte algo- decía evidentemente
nerviosa
-Ya te dije que
no hay problema, estaba despierta, bueno debería estarlo- contestó, notando que
algo raro sucedía. Le parecía extraño sentirla dudar, era obvio que no había
vencido a las adversidades y se había convertido en quien era siendo alguien
temerosa. Quizás era algo así como resabios de su adolescencia, del tiempo en
que ella la defendía… sonrío al recordar aquella época.
-Debo estar pareciendo
un poco tonta- comentó Berta al notar la mirada de Érica
-No, no es eso…
-Ya… bueno, a
pesar de las veces que has tenido que salvarme, desde que inicié la
universidad, aprendí a valerme por mi misma, no soy de las que depende de
nadie, y tampoco doy rodeos para enfrentar las cosas- la miró a los ojos- claro
que no parece que eso esté haciendo ahora ¿No?- terminó sonriendo
-Bueno… la
verdad, si parece que estuvieras dando vueltas para decir algo pero…
-Quería preguntarte que hay entre Porthia y tu…- lo
soltó rápido como para no arrepentirse
-Vaya, vaya, con
la pregunta…- trató Érica de ganar tiempo para responder, no porque quisiera
ocultarle algo, sino para entender el motivo de su interés…
-Puedes mandarme
al diablo, y contestar que no es de mi incumbencia, pero…- volvió a bajar el
tono, y dudando, finalmente confesó- es que desde que la vi, no he podido
sacarle los ojos de encima, y mi cabeza no deja de pensarla, por eso, me decidí
a preguntar, no quiero molestarte, ni meterme si entre ustedes pasa algo, yo te
respeto demasiado y…-continuaba diciendo atropelladamente, sin escuchar que Érica
ya había respondido…
-Nada…
-Sé que es tu
compañera de viaje y como no es bailarina, es casi obvio que si te acompañó es
porque tienen otro tipo de relación, pero aun así quise preguntar porque tal
vez no es…-calló de repente- ¿Nada? Dijiste ¡¡¿¿Nada??!!
-Eso dije-
sonriendo ampliamente- es una buena amiga y si bien en algún momento pensé que
podría ser algo más… sólo fue porque ambas estamos solas y congeniamos, pero hace
tiempo que mi vida tiene dueña… aunque “ella” no esté conmigo…
-¡Me alegro!,
no… lo siento… por dios, quiero decir que me alegro que no sean pareja, y que
lamento que estés enamorada y ella no esté contigo- al decir esto agregó- pero
estoy segura que eso pronto cambiará…-ocultando su expresión de gato que se comió
al ratón…
Sin entender ese
último comentario, Érica sólo se limitó a sonreír, y decir
-No te
preocupes, sé que no te alegrarías de que este sola…salvo porque no estoy con Porthia…por
cierto, creo que deberías ir a por ella, ¿No?
-Sí, eso haré,
me cambiaré y vendré a invitarlas a almorzar, luego te pediré que vayas a
recorrer las instalaciones y gentilmente nos dejarás a solas…
-Ja, veo que
esta todo planeado…ok, que así sea…
Se despidieron
con un beso en la mejilla, conformes ambas con lo sencillo del plan…
Al salir de la
habitación estuvo tentada de llamar al cuarto vecino, pero lo pensó mejor y
desistió, sin embargo quiso el caprichoso destino que decidiera pasar por el
bar del hotel, necesitaba un refresco, según se dijo, tenía la boca reseca por
los nervios, esto era clara señal de su interés por la mujer, porque desde hacía
tiempo, no se sentía tan adolescente, al girar en la barra mientras esperaba su
bebida, la vio… en una mesa cerca de la barandilla, abstraída, pensando en vaya
a saber qué, estaba Porthia, bellísima según su apreciación… entonces no dudó,
se acercó sin esperar la orden, y la saludó con un simple
-Vaya, sin dudas
es mi día de suerte…
Sorprendida Porthia
levantó la mirada, se sonrojó pensando por un segundo que aquella mujer pudiera
haber escuchado sus pensamientos, después de todo la había estado llamando a
gritos silenciosos…
-Hola… ¿Quieres
tomar asiento? ¿O estás apurada?...
Berta se sentó…
y su cabeza dejó de decidir, su corazón y su cuerpo se lanzaron a la conquista
de esa mujer, conquista que sin saberlo ella ya tenía ganada…
Dos horas
después cuando se despidieron quedando encontrarse en un rato para almorzar con
Érica, ambas ya sabían que se habían enamorado… a modo de secreto Berta, ya
sabiendo que nada pasaba entre su amiga y ella, le contó, que le tenía preparada
una sorpresa, que esperaba que a partir de ese mediodía Érica volviera a
encontrar la felicidad.
Se juntaron,
Berta las llevó a almorzar a un restaurant muy coqueto e íntimo, era típico de
comidas españolas, se ubicaron en una mesa al fondo del lugar y las tres
pidieron la especialidad de la casa, Paella con mariscos, era un plato que a
Érica le traía hermosos recuerdos, era la comida preferida de Bianca, y ella
había aprendido a prepararla… aun tenía presente las cenas frías de paella que
deglutían después de hacer el amor. Tampoco podía olvidar que fue la última que
compartieron antes de su partida a Nueva York.
Algo dispersa en
sus memorias, ni cuenta se dio que finalmente sus dos amigas se estaban
entendiendo, al notarlo tomó la decisión de dejarlas solas, a partir de ese
instante todo fue rápido…
Antes de irse Berta
le pidió que fuera a comprobar el lugar donde se realizaría el baile, que era
tarde pero Damián andaba por allí y que era muy importante que fuera, insistió
de manera que a Érica se le antojó algo extraña, pero se dijo que quizás era
una forma amable de justificar su no insistencia a seguir con ellas dos,
prometió que iría, a pesar de estar algo cansada y nostálgica. El verlas
juntas, con ese brillo en la mirada generó en ella la necesidad de Bianca, de
volver a sentirla junto a si, de respirarla, sabía que su lugar en el mundo era
donde ella estuviera, y por primera vez se preguntó si no fue un error no
haberla acompañado…
Cuando estaba
llegando al local después de caminar por las calles de Belgrado, vio gente
entrando y saliendo, pasado mañana
tenían previsto comenzar el concurso.
Entró, era
lujoso, se sintió la protagonista de un cuento de hadas, se situó en medio de
la pista, era enorme, gradas con mesas
incorporadas todo rodeado de unas lujosas cortinas y velas en cada una,
iluminado con una luz tenue. Dio una vuelta en redondo en un majestuoso pase de
danza, sin poder resistirse subió al escenario, y tras bambalinas vio una
grabadora encendida, dio play y la música de aquella opera empezó a sonar. Era
la misma que había bailado con Bianca, cuando se amaron por primera vez. Sus
pies como con vida propia comenzaron a danzar, con talento en sus movimientos
pero con una pasión contenida que la volvía majestuosa… desde tras del telón,
ella la observaba, con los ojos cargados de lágrimas de emoción y el pecho
oprimido por la anticipación y cierto temor a no saber cómo reaccionaría Érica
con su presencia. Comenzó a acercarse danzando, Érica entonces la vio, hermosa
como la recordaba, extendiendo su mano como pidiéndole bailar juntas… lo
hicieron y al igual que aquella primera
vez sus cuerpos y rostros terminaron demasiado cerca uno de otro…
“Ella”, Bianca,
la miraba con amor en los ojos, el corazón le comenzó a palpitar tan de prisas
que pensó morir, el estómago se le encogió, esa sensación tan agradable, su
amor eterno estaba allí.
No hicieron
falta palabras, estas llegarían después, sus labios suavemente se juntaron, fue el beso
perfecto, fue una caricia hecha al alma, por un momento la pista pareció dar
vueltas bajo de ellas, pero ellas estaban flotando elevándose, era tal la
ternura la sorpresa el anhelo, el deseo, el amor que se tenían.
-Bianca por fin
llegaste, no sabes cómo te esperé.
-Érica amor mío ¡Cuánto
te he echado en falta!.
Se sentaron y
Bianca le contó sus andanzas, su vida desde que la dejó.
-El triunfo sin
ti Érica no es nada anduve de país en país, bailando cosechando éxitos, pero de
que me servían si no tenía tu amor. Tenía miedo de que ya estuvieras en pareja,
que me hubieras olvidado, porque yo te necesitaba cada día más en cada
actuación era tu imagen la que me hacía bailar con más ímpetu, creo que mi
éxito eras tú, pero ya no puedo seguir
sin ti, perdona que haya tardado tanto. Tengo tanto amor que darte que me hace
daño en el pecho, te necesito sin ti no soy nadie Érica.
Érica escuchaba
con los ojos llenos de lágrimas cogió la cara de Bianca entre sus manos de seda
y besó esos labios tan deseados, acarició su alma con sus labios, la llenó de
amor. Bianca la abrazó, y le devolvió ese amor.
En
tanto en el restaurant dos almas que empezaban a conocerse sonreían pícaras
imaginando que finalmente el tiempo y el amor habían devuelto las cosas a su
sitio exacto…
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La Teta Feliz Historias y Relatos ® Riba Y Yop Derechos Reservados
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Riba!!! Es tan grato encontrarte de nuevo aqí y, con una bella historia. Mas q bello digo yo. Te perdiste mucho y estaba espantada. Gracias niña por regresar. Paky
ResponderEliminarYop, chica! hago de éste escrito mi reconocimiento individual, a tan bella historia tal cual lo merecen tan maravillosas escritoras. Pasa q se extrañaban. Gracias por estar de nuevo con nosotras. Paky.
ResponderEliminarNo hay duda, que mejor regalo en un dia tan bonito como el del Amor y Amistad el que nos han dado. Ha sido una hermosa historia y con un duo tan bueno como este lleno de talento e inspiracion, saludos y besos a ambas autoras y no se tarden tanto en regalarnos tan bellas palabras.
ResponderEliminarQue pasen un excelente dia y no celebremos uno solo sino cada uno que vivimos.
Dafne :)
Me encantaaaaaaaaaa!! Muy bueno, habra continuacio??
ResponderEliminar¡Ah! ¡Qué bonito! ¡Muchas gracias, Riba & Yop! n_n
ResponderEliminarWow que relato tan hermoso, muy linda de verdad q si.
ResponderEliminarbonita historia..!! clara demostracion de q el amor verdadero puede con todo, ya sea con el tiempo y con la distancia.. m gusto muxo supermega like..!!
ResponderEliminarfelicidades.!
saludos
Ainssss...precioso!!me encanto!!una enseñanza de que el amor puede con todo!!genial como siempre Riba & yop!
ResponderEliminarBesos.mia de arg.
Me encanto, que historia mas hermosa, las felicito.
ResponderEliminar- Maria - Colombia
awwwwwww que emocion es leerlas a ambas, saben que disfruto muchisimo de sus escritos y muchos mas de tenerlas en mi vida....siempre es un placer leerlas, porque todo lo que escriben es magico y especial...me ha encantado esta historia,gracias por compartirla....tenia que venir a leerla....un beso a ambas....
ResponderEliminarSankh