Todo
se detuvo… Su mundo se inmovilizó, se disipó su rotación. El universo entero quedó
suspendido y ella en medio de todo aquello cómo en una glaciación. Con su cuerpo
inerte congelado, como sí las palabras pronunciadas llegaran desde lejos cómo
ondas acústicas de algún altavoz, cómo sí Kall no estuviera a su lado entre sus
brazos.
Le
produjo una cálida sensación de agrado y felicidad de saberse dueña de sus
lágrimas, pero también se encontraba en estado de shock con una deficiente
demanda de oxígeno para cubrir sus requerimientos mínimos, dando paso a una
fuerte opresión en su pecho. Como sí le estuvieran presionando directo en el
corazón, quien latía a todo galope cómo caballo desbocado, como sí quisiera alejarse
lo más rápido de ahí. Nunca había sentido esa sensación, de temor, angustia y
sofoque. Ni siquiera en el pasado cuando moría de amor y había besado por
primera vez a Kall. ¿Qué significaba esta conmoción?
Así
cómo todo lo estático e inanimado de su alrededor ella misma estaba
imposibilitada para moverse. No comprendía de qué iba todo ese desvarío, perdió
la noción de espacio y tiempo e ignoraba la duración de los minutos o segundos
que habían transcurrido desde que Kall había pronunciado su declaración. Igualmente
pudieron haber sido horas pero su mente simplemente no lo registró. Era como sí
las moléculas de mente y cuerpo se hubiera disociado. Todo era un caos donde
reinaba el aturdimiento y la tensión. Experimentaba un fuerte temblor que atribuía
emanaba de sus extremidades pero no, en realidad provenía del cuerpo de la
rubia.
¿Qué
debía decir? ¿Qué podría responder? Sí no estaba segura de nada ni siquiera de
ella misma, tampoco sabía cómo se sentía su corazón. En su breve existencia nunca
había experimentado nada como esto, ni había sido parte fundamental de ninguna contundente
declaración de amor. Hasta ese momento nadie la había desafiado poniendo de
cabeza todos sus cánones y creencias acerca del complicado universo del
“amor". Había presenciado tantas veces esta escena pero eran proyectadas a
través de la pantalla de un televisor. Pero nunca imaginó siendo ella la
protagonista de una declaración y más que esto le impactara de tal forma provocándole,
un estremecimiento… se sentía aturdida, temerosa e indefensa, cómo un temporal con
sentimientos difusos.
Para
ella la vida antes de Kall había sido tan sórdida cómo simple, los sentimientos
eran una mierda. Era infalible a ellos… prácticamente no recurría a ellos,
tomaba lo que se le daba y después huía. Sabía de lo que versaban lo tenía
bastante claro, ¡Sí que lo sabía! fue experimentado a fuerza de golpe… Y
entonces ¿Por qué seguía ahí? ¿Por qué no huía?
Intentó
por todos los medios controlarse, debía dejar de temblar. Pero le era
imposible. No había querido decir las últimas palabras… ya que conociendo a la
vasta trayectoria de Naomi seguramente esta intentaría huir.
Conocía
a las personas de su ‘’tipo’’. Aunque le valiera admitirlo, los celos que experimentó
después de haber leído el informe fueron demasiados. Sólo guardó silencio, no
dijo nada… Simplemente intentó dejarlo de lado y procuró conquistar su corazón.
Era su pasado y debía quedarse atrás. No deseaba volver a caminarlo. Era
consciente de que Naomi era de relaciones efímeras sin compromisos... Por lo
menos eso aludía el informe. Y personas cómo ella a lo que más le temían era a
los sentimientos e huían rápidamente de
estos.
El
amor que sentía por Naomi no solo brotaba de su corazón, de su mente, de su
piel, también su boca quería gritarlo… Debió callarlo pero no pudo soportarlo…
Era como estar intoxicada de amor y de sentimientos, tuvo la imperiosa
necesidad de exorcizarlo, de gritarlo, aun sabiendo que después de eso no
habría retorno. Hizo lo que sentía. Quizás fue un error, lo pudo intuir por la
mirada ausente de la morena.
Con
los ojos vacíos fijos en los suyos, no se movían. Intentando analizar cada
movimiento, cada palabra, cada acción próxima… ¿Qué haría Naomi?
Debía
calmarse, porque el compás de espera podía estar llevándola al filo de la locura.
Intentó respirar pausadamente para tranquilizarse pero fue inútil. Casi podía
adivinar cada acción de la morena, pero poco podía hacer. Suplicar estaba fuera
de contexto, retirar sus palabras sería incorrecto, hasta emitir un fonema
sería demasiado… Optó por lo más sensato y enmudeció... Cómo el acusado durante
su “juicio” final esperando su veredicto y desde el fondo de su corazón, deseando
le sea favorable.
Entonces
un sonido cómo un disparo las asaltó en la habitación. Transportándolas de sus
pensamientos y silenciosas reflexiones. Cómo sí después de haber permanecido
estáticas cobraran movilidad, abandonando tan emotivo instante. Situándose en
su realidad, contempló a Kall que aun temblaba entre sus brazos, le esbozó una
sonrisa de disculpa. Se desató de su abrazo y caminó hacia el teléfono como
Dios le indicó.
Escuchó
del otro lado una voz masculina no reconocida. La ubicó más tarde cuando
mencionó su nombre y su cita. Advirtió que Kall le daba la espalda cuando mencionó
“estaré lista en una hora”. Había olvidado por completo la cena con “Mister
Perfect”, las únicas palabras que taladraban su cabeza eran las recibidas por
parte de la rubia… Redujo la charla lo más que pudo, solo quería colgar el
auricular y… ¿Qué debía hacer con Kall? El dilema de siempre de querer huir y
desear quedarse… Ambas cosas no se colocaban en un mismo envase y, debía
decidir rápido.
-Yo…
yo debo retirarme, disculpa… me marcho para que te duches y te prepares para tu
cita –intentó simular naturalidad y caminó a la puerta. Antes de traspasarla
agregó –No hagas nada que no desees – y con ello desapareció de la habitación…
Sin volver la vista atrás.
¿No
se quedaría para esperar su respuesta? Pero cual podría darle sí no sabía ni
que decir… Menos después de haber hablado con su cita estando ella. La dejó
marchar sin hacer ni decir nada. Ni darle ni una corta respuesta a su
declaración de amor… Era obvio que huiría. Una chica de la categoría de Kall no
permanecería ni un segundo más aunque estuviera sufriendo por dentro. Era tan educada
y sensata que seguramente se estaría culpando por haberle declarado
abiertamente su amor y mostrarse vulnerable. Rebasado sus propios límites,
seguramente estaría avergonzada... De alguna parte del fondo de su corazón este
volvía a latir, como sí la regresara a la vida. Estaba más relajada, tranquila
y moderada… Ahora que Kall se había marchado podría pensárselo. Podría decidir
sin lastimarla ni lastimarse…
Cerró
su puerta con una rara parsimonia y serenidad… Había huido a la habitación de
junto para dejar a su novia que se arreglara para la cita en la que ella
ciertamente no estaba incluida. ¿Qué sucedía con ella? ¿Tenía algo malo? Definitivo…
había algo nocivo en su interior… Tuvo la ligera sensación, que sí ella hubiera
permanecido un segundo más en esa habitación Naomi probablemente hubiera optado
saltar por la ventana para huir de la disyuntiva.
Con
silenciosa resignación caminó hacia la cama y se sentó como si la vida se le fuera
en ello. Se echó de espaldas al mullido colchón que la invitaba a acompañarle
al país de los sueños… Anhelaba uno bello y dulce donde los deseos se hicieran
realidad, donde el dolor y la incertidumbre no existieran… donde el amor fuera
a prueba de balas, y donde una abierta declaración de amor se respondiera sin
titubeos y con el corazón. Y con esos pensamientos inició su viaje de ensueños
y utopías se abrazaba a una almohada perdiéndose e imaginando que ésta era la
persona amada y que tristemente esa noche no estaría entre sus brazos.
-Estás
hermosa Naomi – escuchó decir por décima o undécima vez… No sabía con certeza
pues no llevaba el conteo… Pero de lo que sí estaba segura era que ya comenzaba
a empalagarse con su estúpida galantería. Observó su reloj buscando que el
tiempo estuviera de su lado y hubiera transcurrido al menos una hora. Al
parecer marchaba tan lento cómo sí el tiempo se moviera a la inversa, era tan desesperante
que ni las horas, ni los minutos querían apresurarse.
¿Por
qué se estaba impacientando tanto?
Sí
la mayoría de las ocasiones que cenaba con alguna conquista que no era tan interesante
de alguna manera lograba pasar el tiempo y hacer buen ambiente que resultaba en
una noche entretenida… Pero ésta particularmente estaba siendo de las
experiencias menos gratas, le enojó haber aceptado y sólo deseaba alejarse lo
más pronto posible de ese tipo arrogante y presumido. Y salir corriendo urgentemente
del lujoso restaurante.
El
asunto no era que el “hombre” no fuera interesante… porque a pesar de sus
actitudes y poses de “diva”, lo era. El inconveniente radicaba en lo poco
interesante que ella lo encontraba, jamás le había sucedido tal desespero y
aburrimiento. Personas cómo ese tipo frente a ella le daban una pereza, siempre
le parecían los típicos “machos alfa” Estatus ganado sin más mérito que su vana
proeza física. El aporte de su belleza, lo interesantes o lo ostentosos que
pudieran ser de sus riquezas. Al final todos eran iguales hedonistas y vanidoso,
con las excepciones de unos más imbéciles que otros. Eternamente queriendo
reafirmarse y mostrarse superiores, pero a pesar de sus experiencias,
aventuras, personalidades, actitudes y “rarezas” siempre se podía aprender algo
de ellos.
Maestra
en la seducción y discípula de la vida en encuentros fortuitos. Obtenía de
ambos el mejor “provecho” posible. Esquivando errores y equívocos como esos… Sí
bien no era una graduada en la asignatura, manejaba a la perfección la teoría.
Gracias a ellos se anticipaba a cada uno de los movimientos de sus
“acompañantes” de manera impecable coronándose cómo una hábil jugadora y
avanzando a la etapa siguiente. Entonces ¿Por qué no lo encontraba interesante?
Sí la charla frívola de velerismo, rápel, paracaidismo y deportes extremos, era
amena y sorprendente, ¿por qué ella la encontraba de lo más ordinaria?… Lo más
intenso de su velada hasta ese momento era su tremendo fastidio. Teniendo que
fingir y poner un esfuerzo mayúsculo para parecer de lo más interesada en la
aburrida conversación. Revisó la hora una vez más e irónicamente el reloj indicó
que tan sólo diez minutos habían transcurrido… Paciencia se dijo así misma ya
que prometía una prolongada y aburrida velada.
Sus
parpados se abrieron con tal rapidez, su respiración era acelerada, lo hacía
con tal rapidez cómo sí la recarga de oxígeno fuera insuficiente, cada
suministro de aire que tomaba ávidamente fue normalizando su desasosiego. Se
enderezó rápidamente y comprendió que su angustia era el resultado de un mal sueño.
Su corazón y su mente le estaban jugando una mala pasada… echó un vistazo al
reloj, indicándole que eran las 22 horas con 45 minutos… Naomi llevaba más de
una hora en su cita.
Estaba
de lo más inapetente por lo que la opción para bajar a tomar algún alimento estaba
descartada. Pero quizás beber una copa sí le antojaba un poco. Necesitaba un
relajante, un distractor para dejar de pensar en ella porque se estaban
desquiciando, mientras que el encierro en su habitación tampoco estaba ayudando.
No quería lo que estaba experimentando; era lastimoso lo solitaria y triste que
se sentía. Se dirigió al baño para ducharse, se vistió con ropa cómoda, y se dirigió
al bar del hotel en la planta baja al lado de la alberca.
-Hey
¿Qué tanto miras?- escuchó a su amigo preguntarle al mismo tiempo que él mismo encaminaba
su mirada hacía donde se ubicaba la barra del bar del hotel -¿Algo interesante?
– y recibió la sonrisa de su amigo.
-¿Celoso?-
replicó con su marcado acento británico.
-Bah
– hizo un ademan con las manos – hace rato que renuncie a ti – y ambos
comenzaron a reír.
-¿Puedes
hacerme un favor?-preguntó tranquila y gentilmente…
Y fue entonces que su acompañante quedó congelando
con su copa a punto de beber. Ella no era de las que pedía favores. Habitualmente
ella los hacía y sus asuntos los resolvía directamente. No necesitaba de nadie
y así se lo había hecho saber alguna vez.
Entonces
que era esto, la persona más autosuficiente pidiéndole un “favor”, aunque
quería disimularlo quedó pasmado con una curiosidad mayúscula, que un segundo
después dejó salir a través de su garganta un sentencioso...
-¿Qué?-
arrancándole una grata sonrisa para sus adentros, se había adelantado tanto en
su silla cómo sí se fuera a levantar, sus ojos parecían dos esferas brillantes
que reflejaban la curiosidad.
-Quiero
que vayas y averigües que le pasa – y con su copa señaló discretamente hacía
donde estaba la mujer en la barra.
-¿La
rubia sexy? – preguntó confundido.
-Si
– y trajo de vuelta su mirada a las esferas azules de su amigo que la miraban
con algo más que curiosidad - ¿Podrías? – y con sus bellos ojos imploró lo más
que pudo.
-Lo
intentaré pero, tiene todas las señales de no desear compañía – dicho esto se
levantó y caminó a paso lento hacia la rubia que estaba en la barra bebiendo un
Coctel Manhattan. Se sentó al lado sin mirarla, como si realmente no le importara,
ese “ardid” era infalible, la indiferencia siempre las hacia caer en segundos.
Ellas creían que diría algo como ¿Esta libre este sitio? Pero al no mostrar
interés en su persona ellas definitivamente lo adquirían.
Después
de unos segundos de estar sentado percibió dos cosas. La primera es que si de
lejos la veía sexy, de cerca era la imagen femenina de la perfección con un
cuerpo y un rostro esculpido por “ángeles” hasta su cabello era lindo que
incluso lo intimidó. Era una mujer de armoniosa belleza. Su quietud y su apariencia
divina la mostraban inaccesible. Lo segundo y más sorprendente, fue que su artimaña
de flirteo no funcionó. Eso significaba dos cosas que no era una presa fácil o
que no estaba en plan de cacería Y sería estúpido intentar el juego del gato y
el ratón. Su tarea se veía aún más complicada.
-¿Siempre
vienes aquí?-preguntó sin quitar la vista de su trago que antes había ordenado,
aquello parecía como si hablara con el barman.
-Dejemos
los clichés – dijo un poco brusca de lo que nunca solía ser. Quería estar sola
y tranquila, no que invadieran su espacio con estúpidas frases hechas de
galanteos. Lo primero que quiso escapar de su boca fue -¿Qué quieres saber? – “para
que te marches” pero su educación y sensatez la contuvo no deseaba ser grosera,
además el tipo que culpa tenía de su estado emocional.
-¿Qué
haces aquí? – se sorprendió al no escuchar “sola” y por primera vez lo miró.
Era un hombre de su misma edad, quizás uno o dos años menor. Era un cara
bonita, posiblemente caían por su rostro, más que por su espléndido vestir.
Pero a ella ninguno de los dos atributos le interesó.
-No
quiero estar encerrada en mi habitación – pensó que con aquella cortante respuesta
podría detener la conversación.
Y
por alguna extraña razón, el tipo arremetió -¿Por qué? –
-Porque
me siento sola en ella – y con ello la conversación cesó. Se quedó mirándola con
curiosidad sin ser descortés ¿Qué tenía esta mujer para que le interesara a su
amiga?
-Con
riesgo de que me odies o apliques una orden de alejamiento… puedo preguntar
¿Por qué?- si bien el favor estaba casi completo, pero si podía obtener mayor
información su tarea estaría completa y el mismo saciaría su propia curiosidad…
-La
persona que amo esta con otra persona en este momento – y apuró el resto del
coctel que le quedaba e inesperadamente reveló aún más – después de confesarle
que me estaba enamorando profundamente de ella.
-Oh
– agregó sin ni siquiera proponérselo ni saber que decir. Esas cosas eran
crueles y complicadas, en definitiva no podría consolarla. Entonces se dio
cuenta del “ella” – espero retorne – dijo para darle alientos mientras la
miraba.
-Yo
también lo espero – y sus miradas se encontraron. Le sonrió con lo mejor que tuvo,
que no era mucho, pero una sonrisa de cortesía siempre podría escapar de sus
labios si alguien le deseaba felicidad…
-Bien
– agregó poniéndose de pié y colocó sobre la barra el pago de su bebida – se
paciente seguro ella volverá ¿No es así?- “no hay forma que alguien te deje y
si lo hiciera sería una verdadera idiota” Pensó – que tengas buena noche – y
con ello puso fin a su interrogatorio, caminó de regreso a su mesa donde su
amiga lo esperaba con una sonrisa.
-Veo
que hablaste con ella.
-Lo
hice – se sentó en su lugar e intentó disimular la sonrisa que le había arrancado
la rubia.
-Y
bien… - no podía aguantar ni un segundo más para saber lo que le había dicho a
su amigo y este que no decía nada, solo veía su estúpida sonreía
como si estuviera enamorado.
-Está
aquí, porque la mujer que ama y de la que está enamorada esta con otra persona
en este momento – sin poder evitarlo miró en dirección a la bella rubia que aún
tenía su atención – Y eso fue todo lo que me dijo…
-Umm
Interesante, interesante… – y dibujó en sus labios una sonrisa maliciosa solo
de imaginar quien podría ser esa “ella”.
-Oh,
olvidé por completo preguntar su nombre- y su rostro se puso serio.
-No
te preocupes ella se llama Kall – dijo retribuyéndole inmediatamente el favor a
su amigo por el servicio recibido.
-¿La
conoces? – Preguntó aunque no le pareció extraño ya que su amiga era fría y nunca
demostraba interés alguno. Sí había hecho eso era porque la rubia debía significarle
algo.
-Si…
podría decirse que si – Los recuerdos del pasado le provocaron una mordaz
sonrisa y para ocultar sus labios acercó la copa de champagne para beber de
esta.
Mierda,
mierda… No debería haber tomado, ahora todo le daba vueltas, se encaminó hacia
los ascensores, introduciéndose en este, pulsó el botón que la llevaría a su
piso y rogó a Dios para que fuera el correcto porque no veía ni tenía muy claro
a hacia donde la llevaría. Dudaba que milagrosamente pudiera recuperar la visión.
El
trayecto en el ascensor combinado con el alcohol fue terrible; las nauseas en
su estómago, el dolor cabeza, su vista deficiente y que todo giraba 360 grados
no era precisamente divertido. Hizo que se sintiera jodidamente intoxicada. No
debió haber bebido los tres cocteles. Sabía la poca tolerancia etílica que
soportaba y entonces... ¿Por qué lo había hecho?
Siempre
detestó a los cobardes que evadían sus problemas con alcohol y otros
estimulantes. Y ahora esa noche ella misma se había convertido en uno de ellos.
Fue incapaz de soportar su soledad, de llenar su vacio y de hacerle frente.
Quería golpearse contra una pared pero tuvo miedo de hacerlo porque seguro se desplomaría
ahí mismo.
Al
llegar a su destino el ascensor hizo un leve movimiento similar a un terremoto trepidatorio,
un segundo después las puertas se abrieron quedando frente a los pasillos. A
causa de la embriaguez no podía identificar si era su piso. Todo estaba
colocado en el mismo lugar; puertas, alfombras, cuadros y mesas pero… ¿acaso todos
los hoteles no eran así? Pero su llave magnética se lo diría. Esperaba poder
llegar a su habitación sin contratiempos, sería vergonzoso vomitarse o perder
el conocimiento y quedar tendida en el pasillo cómo un indigente.
La
velada con Marcos llegó a su fin y había sido un verdadero fiasco. El hombre era
interesante pero no pudo moverle ni una hormona. Por más que lo hubiera querido.
Kall estuvo demasiado presente. Escapar de ella fue de lo más cobarde y estúpido
que pudo haber hecho. Durante toda la velada la había evocado; su inteligencia,
su belleza, su figura, su vulnerabilidad entre sus brazos y su confesión… Ohh
sobre toda la más hermosa confesión de amor que pudo escuchar. Había tomado una
decisión, ahora solo deseaba que Kall la escuchara.
Las
puertas del ascensor se abrieron y se congeló con lo que vio. Era Kall apoyada
contra la pared intentando abrir su puerta con la tarjeta magnética. Sus
movimientos eran torpes y lentos. Tenía la cabeza agachada y miraba la tarjeta
fijamente, cómo si no comprendiera el por qué no funcionaba él sensor. Los ojos
verdes se elevaron y se encontraron con los suyos pero le tomó un momento para
que sus cristalinos la enfocaran y cuando lo hizo su iris estaban vidriosos y ausentes.
Está ebria…
-¿Kall?…
-Mier-
la había visto la persona que más deseaba evitar en ese momento por lo
alcoholizada y perturbada que estaba – lo lamento, mi t-tarjeta no funcio… - Se
quedó helada cuando vio a Naomi acercarse y sacar su tarjeta…tan hermosa como
siempre …para abrir la puerta frente a ella -¡yo no sabía que era tu
habitación! – Se ruborizó por su torpeza, su pálida tez inmediatamente adquirió
un intensó color carmesí – Lo juro… yo, yo solo… mi habitación yo – se sintió
desvanecer cuando uno de los dedos que tantas veces la habían tomado se posaran
sobre sus labios haciéndola callar.
-Lo
sé, no te preocupes- su nerviosismo la hacía verse más adorable y las ganas de
besarla fueron incontenibles. Tenían que hablar pero debido al estado de Kall
en ese momento no era conveniente. Vio como Kall miraba en dirección a su
propia puerta y el pánico ataco su ser. No deseaba dormir sola, no quería otra
noche sin Kall, pero la rubia se desplazó en dirección a su habitación y entonces
su cuerpo reaccionó más rápido que su mente. Y antes de procesar sus miedo la
tomó del brazo y se encontró implorando - Por favor, Duerme conmigo…
-Yo,
yo… no creo… no c-creo que sea buena idea – definitivamente no podría estar en
la misma habitación que Naomi… mientras tanto todo seguía girando a su
alrededor, apestaba alcohol y sentía unas nauseas terribles. Definitivamente no
podría estar cerca de ella…
-Por
favor… - y recurrió a lo único que sabía le causaba un efecto tranquilizador…
El contacto de su cuerpo con el de Kall. La abrazó por detrás y la acorralo en
un abrazo que aunque la rubia se negara, su cuerpo lo aceptaba – duerme
conmigo, por favor – le susurró en el oído y la resistencia que Kall había
mostrado segundos antes se había evaporado. No dudaría y tomaría su silencio y
docilidad cómo un sí.
Aunque
no lo quisiera debía desprenderse de Kall. Estaba bebida y caminar por sí sola
ya era una hazaña, el hacerlo abrazada tendría un grado de dificultad mayor,
así que agarró su mano e ingresaron a la habitación. Dejó su bolso sobre una
silla y para desprenderse de su vestido y accesorios, para después ayudar a
Kall que estaba en un rincón como niña regañada, sin tocar nada… como si estuviera
temerosa.
Intentó
razonar como había hecho para llegar ahí. Pero los recuerdos eran difusos y
tenían cierto grado de dificultad, solo pensó que haber tomado fue la peor
decisión. Resolvió quedarse quieta porque si bien Naomi la había invitado,
ciertamente no habían abordado el tema principal del distanciamiento entre
ellas y que cada vez se hacía más abismal.
Y
lo peor era que todo seguía dando vueltas, y vueltas en su cabeza, el mareó
parecía ir en aumento, lo sentía más fuerte que antes… Deseó no haberse
encontrado con la morena ni haber accedido a sus ruegos.
La
observaba mientras se desvestía y se desprendía de todo lo material, lo
superfluo y de todo lo que se adquiere con dinero para después dejar al descubierto
una perfecta anatomía, era un bello cuerpo moreno al natural que la tenía
cautivada. La quería así cómo sus ojos la veían ahora sin joyas, ni vestidos, ni
tacos, sin su arrogancia y ni su confianza.
Quería
ver a la mujer vulnerable aquella la de la mirada azul tenue, donde podía ver
el cielo… como los ojos de aquella niña hermosa, caprichosa y vulnerable de la
academia. Desvió su mirada, ya había sido suficiente con declararse y encima
ahora la observaba detenidamente mientras se desvestía. Ya de por sí el momento
era incomodo y el estar bebida no ayudaba, era de lo más absurdo y embarazo
haberse quedado ahí.
No
había pasado desapercibido para ella. Kall
la había estado observando atrevidamente mientras se desnudaba, pero su mirada era
serena y sincera. No era su desnudes lo que miraba, era como si viera más allá
buscando su alma. No veía con los ojos sino con su corazón. No había excitación
ni deseo. Esa situación la cohibió, al observar sus penetrantes esferas de
color jade, desvió su mirada, porque temió sucumbir a ella y cubrirse el rostro
con sus manos y botar a la basura su “artillería seductora”
-¿No
te vas a desvestir? – preguntó al ver que Kall se acercaba a la cama enfundada
en un traje de dos piezas que la hacía irresistible.
-No,
estoy bien así – En definitiva no lo estaba, pero si no nunca se acostaría…
-¿Estas
segura? – preguntó al ver el rostro indispuesto de Kall.
-Sí,
solo quiero acostarme y dormir – y le dio su mejor sonrisa de ebria.
-Está
bien – se recostó en su lugar y abrió los brazos – ven aquí…- su corazón se aceleró
cuando Kall miró la posición con insistencia. Como si analizara los pasos a
seguir – vamos, acércate por favor – rogó una vez más y Kall no pudo negarse,
se encaminó lentamente a un lado de la cama. Sin desviar sus miradas, Kall se
desplazaba y aunque no lo dijera se percibía que estaba desconfiando.
-Puedes
dormir… en posición normal – Dicho esto le ofrecía la última salida para que no
se incomodara aún más - en serio no me molesta.
-Quiero…
deseo que duermas aquí – y con ello pudo sentir como Kall se acomodaba entre
sus brazos y aquella sensación fue tan hermosa y placentera. Deseaba quedarse
por siempre así – Buenas noches Kall – ofreció sabiendo que con la borrachera
que cargaba, se dormiría de inmediato.
-Buenas
noches Naomi – y se apretó inconscientemente más a ella. Podrían terminar
mañana pero esta noche era suya y la abrazaría con todo lo que tuviera…
mientras aun le perteneciera su cuerpo. Pero el sueño empezó a ganar espacio
sobre la increíble necesidad de abrazarse a la morena. Todo se empezó a volverse
sombrío y silencioso dejando escapar un…- te am- y sin concluir la palabra, se
durmió.
Se
quedó fría. Por segunda vez en el día. Quería reír pero sólo le alcanzó para
esbozar una leve sonrisa de ¿nervios o felicidad?… Cómo en un día de invierno
quedó congelada, nunca nadie la había sorprendido tanto al extremo de dejarla descontrolada
y sin habla por segunda ocasión en un día. – ¿Sabes?... Eres una tramposa Kall–
acarició un rebelde mechón rubio. Y sin tomarse la molestia siquiera de bajar
su voz agregó… -¿Hermosa cómo haces para atarme cada vez más y más a ti?- Sabía
que Kall no la escucharía, mucho menos le respondería… La acurrucó más a ella mientras
aspiró con fuerza el cálido perfume que emanaba de su cabello y cerró sus ojos
sin poder pensar más nada…
Pd:
me he expresado mal anteriormente… La emergencia familiar en la que me
encontraba nada tenía que ver con J. Por suerte mi situación se ha
normalizado….
Espero
tengan buena semana
Saludos
Eugeene
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por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo, por escrito, del
autor.
¡Eugeene, qué bonito es leerte entre semana!
ResponderEliminarEsa chica inglesa no puede ser otra sino Amy, ¿cierto? Lo supe cuando noté su marcado acento inglés XD ...y ahora que regresa también la ex de Kall seguro que Naomi no lo tendrá fácil :/
Eres capaz de traer nuevamente a la maldita británica del colegio? jajjaaj
ResponderEliminarEstoy fascinada con la historia.
Te mando un beso grande.
Vicki..Gualeguaychú.
Eugeene,me alegro que todo esté bien con tu familia y espero que también le vaya bien a J.
ResponderEliminarCon respecto al capitulo que nos regalaste hoy...fué una agradable sorpresa :-)
Me dió mucha pena por como se sintió Kall después de aclararle sus sentimientos a Naomi y que ésta no le dijera nada.
Parece que la cena tan aburrida que tuvo Naomi le vino bien para aclararse y comprender que aunque haya intentado evitarlo,está enamorada de Kall.
Sólo espero que la chica del bar no sea Amy,porque seguro que sólo traerá problemas entre las chicas.
Gracias de nuevo por regalarnos éste capitulo cuando ninguna lo esperabamos.
Rita
Ya vez Morena que tus chicas estarian agradecidas por subir el capitulo antes del viernes.
ResponderEliminarBesos Sys
Siempre tan atenta a sus fans mi Sys jajajajajjajajajjaa
EliminarSabes que te adoro :)
hueona m gusto kleta la raja l capitulo, kiero sabr luego todo sobre l pasa2 d kal kizas ai caxe sus actitudes... iap t amo kaleta negra t cuidas catita.
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