Hola soy Isy, tengo 23 años y estoy en una contienda interminable para deshacerme de mi virginidad. Aunque presiento que esta noche no estoy en el lugar indicado para lograrlo.
Capítulo 07: La Despedida de Soltera (Primera Parte)
Íbamos de camino a la fiesta de Ale sentadas ambas en la parte de atrás del taxi, Sarah sostenía mi mano y no paraba de hablar de una y otra cosa alegremente, yo no podía ya, manejar la curiosidad así que pregunté...
- ¿Has hablado con Marcos? – dije interrumpiéndola.
- A que viene eso Isy – exclamó mirándome extrañada – hoy vamos a pasarla bien no quiero saber de Marcos – añadió soltando mi mano.
- ¿Entonces no habéis hablado? – pregunté con seriedad.
- Sí – respondió con desgano poniendo la vista en el vidrio del automóvil – vamos a darnos un tiempo.
- ¿Un tiempo?, ¿qué significa eso? – pregunté estupefacta por la noticia – Ustedes nunca han necesitado un tiempo, son la pareja más estable que conozco.
- Las cosas cambian Isy, – mirándome fijamente a los ojos – los intereses, las personas, los sentimientos… cambian – pronunció sin apartar la mirada.
Justo en ese momento el taxi llegó a destino. Nos bajamos y Sarah volvió a tomar mi mano, ya en recepción pedimos nuestros disfraces y nos dirigimos a un cuarto que nos habían facilitado para cambiarnos. Ale como prediciendo mi destino, me había dejado un traje de monja nada provocador que a Sarah le había hecho mucha gracia, ya que no podía terminar de vestirse entre tanta risa. Mi amiga en cambio se veía escandalosamente sexi vestida con un traje de policía. Pensándolo bien, siempre ha sido así, Sarah era muy cuidadosa con su apariencia y siempre conseguía verse perfecta, en cambio yo; era más de una onda casual, es decir que si por casualidad encontraba un pantalón me lo ponía, o sino salía sin ellos.
El lugar era grandísimo con múltiples salones privados donde se desarrollaban diversas fiestas. Encontramos a Ale nada más entrar, ella nos abrazó efusivas y presentó a un montón de mujeres de las cuales no pude retener ni un solo nombre. Comenzaba la fiesta y con ello el desfile de hombres semidesnudos bailando, por desgracia parecía atraerles mi presencia, todos terminaban meneándose frente a mí, mientras las demás concurrentes a la fiesta los alentaban. Yo intentaba reír de forma agradable mientras bebía una y otra margarita. Sarah no se quedaba atrás, veía como su vaso se vaciaba una y otra vez, mientras sus habilidades comunicativas quedaban reducidas a risitas. Cuando creía que la noche no podía ir peor, Ale se paró en el escenario pidiendo que un foco me alumbrara, logrando que me hundiera en lo más profundo de mi silla.
- Y ahora para mi amiga Isy un regalo especial – pronunció Ale tambaleándose.
No podía ver demasiado por la potente luz que me daba en los ojos, sin embargo, pude divisar una silueta que se aproximaba al ritmo de “Since I Don't Have You'' de Guns N' Roses. Oh Dios, era una hermosa chica, una stripper vestida de colegiala; quien comenzó a bailar sensualmente a escasos centímetros de mí. Yo estaba petrificada sintiendo como en cada uno de sus movimientos se me iba la vida, viendo como cada prenda de ropa caía al suelo en cámara lenta, estaba a punto de quitarse el sujetador cuando sentí mi cara mojada, pase mi mano para inspeccionar, era sangre…. me desvanecí instantáneamente.
Desperté en un cuarto acompañada de mis dos amigas, mientras Ale reía frenéticamente de lo ocurrido; Sarah, limpiaba mi cara algo molesta, y yo por mi parte no podía estar más avergonzada.
- Debía haber pagado para grabar esta fiesta – dijo Ale sin parar de reír – eso ha sido sublime Isy – Añadió mi amiga.
Sarah interrumpió en ese mismo instante sin darme tiempo a contestar - ¿Estás bien? – preguntó cambiando su cara de enojo por una de preocupación.
- Sí – respondí sin poder mirarla a los ojos.
- Pues te lo dije – exclamó Ale dejando por fin de reír – Solo ha sido la calentura – la risa volvió a dominarla.
- Deberíamos irnos – dijo Sarah otra vez seria.
- No, no ha sido nada – poniéndome de pie y guiándolas a ambas hacia la fiesta.
Después de todo Sarah se lo estaba pasando bien, no podía ser tan egoísta y llevármela de ahí, ¿verdad? Al volver al salón las risas de Ale se hicieron generales a todos los demás invitados, entré alzando las manos, intentando tomármelo con gracia repetía: - Estoy bien, solo tengo que reponer la sangre con algo de alcohol.
La fiesta volvió a su curso, yo en cambio, me había aislado en una mesa oculta tras un pilar, ¿como iba a socializar con esa gente luego de que me vieran en una situación tan incomoda? Sarah parecía seguir molesta conmigo, bebía y conversaba animadamente, sin dedicarme una sola mirada.
Mi situación era grave, en los últimos días había estado apunto de ligarme a un travesti, a punto de transformarme en actriz porno y a punto de ejercer de puta; entre otras cosas, ¿era eso solo mala suerte?, ¿estaría quizás algo así como maldita? Fuera cual fuera la respuesta, necesitaba una limpieza urgente, cuando llegara a casa llamaría a una bruja o a un exorcista. Estaba demasiado ocupada pensando en mi miserable existencia para percatarme de que alguien había tomado asiento a mi lado.
- ¿Estás bien? – preguntó una voz desconocida. Al girarme pude ver a la chica que hace unos segundos había ocasionado mi hemorragia nasal. ¿Por qué me estaba hablando?, ¿le habían pagado para eso también?, ¿lastima quizás?
- Si tranquila, estoy acostumbrada a que me pase cada vez que me pongo cal... nerviosa – corregí lo ultimo sin poderla mirar directamente.
- ¿Es tu primera vez? – dijo buscando mis ojos.
- Sí, no es que sea del estilo de venir a estos sitios – pronuncié cediendo a su mirada - me va más lo de quedarme en casa rodeada de gatos tejiendo un ajuar – solté encogiendo los hombros.
- Me llamo Anais - dijo riendo y ofreciéndome su mano - ¿Tu eres Isy verdad? – exclamó tomando la mía.
Pensé en agregar casta y pura, términos que ya eran casi mis apellidos; pero opté por responder asintiendo con la cabeza. Continuamos hablando por un buen rato, Anais era agradable y simpática; la charla era fluida y amena, las risas, las anécdotas y las miradas no cesaban. ¿Esa chica me estaba coqueteando?, ¿o el exceso de alcohol que llevaba en la sangre me hacia imaginar tal cosa? . Debía analizar la situación; ella reía a la menor provocación, acomodaba su pelo repetidas veces, me miraba directo a los ojos y jugaba con sus dedos en una de mis manos. Dios era claro, esa chica intentaba engatusarme; en cuanto estuviéramos a solas me mataría y robaría mis órganos. Quizás, estaba exagerando un poco... o quizás no, ¿cómo saberlo? De todas formas debía aprovechar la oportunidad; la besaría, pero antes debía terminar mi vaso de un solo trago, si mis órganos iban a ser comercializados en el mercado negro al menos mi hígado no seria trasplantado, no en las condiciones en que el pobre estaba.
Estaba escuchando una historia a solo pocos centímetros de su boca cuando una voz conocida diluyó mi propósito de besarla.
- ¿Dónde está Sarah? – preguntó Ale en un dialecto extraño producto del alcohol.
- Salió hace un rato – lanzó una chica que bailaba cerca – parecía molesta – añadió sin dejar de bailar.
- Iré a buscarla - pronunció mi amiga comenzando a andar con dificultad.
¿Molesta?, ¿por qué Sarah estaba molesta?, ¿había llamado quizás a Marcos?, ¿se habría enterado de que hace dos años maté a su hámster por error al confundirlo con la esponja de lavar trastos? No podía dejarla sola, era mi amiga y de seguro me necesitaba. ¿Pero, que pasaría con Anais? Sentía que tenia una oportunidad con ella, me merecía una oportunidad.
Me levanté apresurada despidiéndome de mi nueva amiga, sin dar ninguna explicación, para luego correr tras Ale quien no había llegado demasiado lejos, luego de convencerla de que yo me encargaría de Sarah; aceptó volver a la fiesta.
Mi amiga no estaba por ningún sitio, nada en los baños, nada en la barra, nada en los otros seis salones de la casa de eventos. Me disponía a volver a la fiesta para revisar si por casualidad había vuelto cuando a lo lejos divisé una chica en traje de policía. Me acercaba apresurada, pero no lograba darle alcance, entrando a un salón plagado de hombres se perdió tras unas cortinas. Sin pensarlo un segundo, atravesé también esas telas, dando por fin con la chica policía, que por desgracia no era Sarah.
Me disponía a salir de ese lugar, cuando sentí una mano que me arrastraba.
- Llegas tarde – dijo un hombre delgado, rubio y afeminado – y ese disfraz esta horrible – añadió rasgando mi escote y la parte baja de mi vestido dejándolo cortísimo.
Antes que pudiese contestar me sentí fuertemente impulsada por su brazo, sin darme cuenta, estaba de pie sobre un escenario.
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Capítulo 07: La Despedida de Soltera (Segunda Parte)
Sentía mi corazón a punto de salirse, abajo un montón de hombres me silbaba y gritaba que bailara, yo estaba paralizada a punto de desmayarme, tal como me había pasado horas antes con el baile de Anais. Sentía mis piernas flaquear y mis manos intentaban cubrir mi cuerpo semidesnudo. A punto de echarme a llorar, alcé la vista buscando un milagro, ahí estaba Sarah observando confundida, nada más nuestras miradas hicieron contacto ella dejó su vaso y subió al escenario.
- No se como terminaste en esta situación, pero no estás sola - dijo Sarah a mi oído para luego hacer un gesto al DJ.
Comenzó a sonar “All Mine” de Portishead, mi amiga bailaba sensualmente a mi lado, no pude hacer más que seguirla. Nuestros cuerpos se acoplaban perfectamente en cada movimiento, Sarah ponía sus manos en mi cintura, yo recorría su espalda con las mías. Podía sentir su agitada respiración en mi cuello, su tibia piel en mi piel, sus cabellos acariciando mi hombro. Nos separábamos eventualmente, sólo para volver a juntarnos y movernos lentamente al ritmo de la música. El mundo había desaparecido, solo ella y yo existíamos en la dimensión paralela de ese baile. La canción estaba por terminar, en un rápido movimiento le di la vuelta a mi amiga quedando frente a frente, ella se aproximó lentamente y me besó en los labios.
Un pequeño silencio aconteció, seguido de aplausos y eufóricos gritos, todos estaban de pie, Sarah y yo seguíamos en la misma posición, mi amiga mantenía su frente pegada a la mía mientras yo mantenía los ojos cerrados, al abrirlos lo primero que pude ver fue su sonrisa.
- No ha salido tan mal - exclamó mi amiga con la respiración entrecortada - podríamos dedicarnos a esto, ¿no? - añadió tomando mi mano y volteando para hacerle una reverencia al público.
Estaba totalmente descolocada viendo como Sarah parecía disfrutar del éxito. Ese baile, ese beso, ¿que habían significado? Mi amiga tomó mi mano arrastrándome tras bambalinas, yo me dejaba arrastrar flotando con la cara desfigurada de alegría, todo había salido demasiado perfecto... sin embargo mi rasgada falda se había enredado en la estructura del escenario. Sin darme cuenta ésta cedió, revelando mis bragas de osito cariñosito a todos los presentes. Las risas fueron inmediatas, Sarah al verme en esa vergonzosa situación apuró el paso escondiéndome tras las cortinas.
Sarah estaba aún tomada de mi mano con la cabeza baja, cuando me disponía a preguntarle si estaba bien, ella estalló en risa.
- ¿Porque elegiste esos justo para esta noche? - preguntó mi amiga sin parar de reír.
Yo no pude evitar echarme a reír con ella, después de todo me los había puesto pensando en que no tendría demasiada acción esa noche, no estaba en mis planes ser besada por mi mejor amiga, ni menos hacer de stripper.
Sarah buscó una falda entre las múltiples prendas que se hallaban tras el escenario, mientras que me la ponía, el rubio hombre que me había arrojado al escenario intentaba convencernos de que hiciéramos un segundo show.
Sin parar de reír, volvimos a la fiesta donde comenzamos a bailar frenéticamente. Ale estaba durmiendo en un sillón abrazada de lo que parecía ser, ¿un peluche con forma de pene? Seguimos moviéndonos, brindando y riéndonos el resto de la noche, solas las dos sin que nada más importara.
A eso de las cinco de la mañana decidimos volver a casa, ya en el taxi Sarah estaba muy pegada a mí. - Te quiero - pronunció mi amiga mientras me besaba en la mejilla, para luego quedarse dormida apoyada en mi hombro. Yo la miraba dormir plácidamente, pensando en que aquella noche me había dado más de una sorpresa.
Buscando mi teléfono en mi bolso para revisar la hora encontré una pequeña tarjeta. Anais, decía escrito con lápiz labial seguido de un número de contacto y un corazón. ¿Anais?, ¿quien era Anais? Ohh Dios la colegiala, me había olvidado completamente de ella, de todas formas, ¿como había llegado la tarjeta a mi bolso? Concéntrate Isy, eso no es lo importante, la noche había sido perfecta, obviando que casi había muerto desangrada y que mis bragas de osito habían sido expuestas a un montón de hombres desconocidos, la noche había sido perfecta. Al fin y al cabo había ligado con una stripper y Sarah me había besado, eso debía sumar al menos diez puntos a mi carnet de lesbiana.
Afirmé a mi amiga contra mi cuerpo para llevarla escalera arriba, somnolienta y ebria solo atinaba a abrazarme y dejarse llevar. Ya en su cuarto la recosté sobre la cama, no podía dejar de mirarla, seguía en su sexi traje de policía. El beso solo había sido parte del show, me repetía una y otra vez.
Dispuesta a sacar de mi mente esos pensamientos me metí a dar una ducha fría, sin embargo, ya en mi cama no podía dejar de pensar en el episodio de esa noche. Cerré mis ojos en un intento de dormir, pero ante mi se aparecían imágenes de nuestro baile, de nuestro beso. Bajé lentamente mi mano hasta mi pubis...
Me había masturbado pensando en Sarah, recordé alguna vez haberle escuchado a mi madre decir que cada vez que alguien se masturbaba Dios mataba un gatito, no podía dejar de preguntarme, ¿qué pasaba cuando un gatito se masturbaba?, ¿mataba acaso Dios a un ser humano? Nada de eso importaba, me había masturbado pensando en mi mejor amiga, ¿cómo podría mirarla a la cara mañana?
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Isy, esa soy yo. Virgen, casta, pura, despistada, algo inocente y con muy mala suerte. Pero quizás todo eso pueda cambiar, después de todo ayer mi mejor amiga me besó en los labios.
Capitulo 08: El Motel
Desperté con un horrible dolor de cabeza, pero por alguna extraña razón me sentía feliz, ¿tendría algo que ver el beso de Sarah? No, de seguro era algo más, después de todo, Sarah, era mi amiga y era hetero, no tenía oportunidad alguna con ella y bueno yo no tenía sentimientos por ella, ¿verdad? Pero entonces, ¿porque me había besado? y más importante aún, ¿porque me había masturbado pensando en ella? Sarah había sido mi amiga hace años, sabía todo de mi y yo sabía todo sobre ella, habíamos vivido los mejores momentos juntas y también los peores. Hablar con ella era fácil, casi sentía que podía leer mi mente. ¿Tendría Sarah súper poderes? Después de todo, siempre me había extrañado su facilidad para hacer dos o tres cosas al mismo tiempo.
Bajé por la escalera pensando en que ver a mi amiga, quizás, aclararía algunas cosas, sentí un ruido en la cocina por lo que me asomé a investigar. Lo que vi no era lo que esperaba, tomando leche de la nevera estaba Marcos vestido solo con unos boxers.
- Hey little Isy - dijo al darse cuenta de mi presencia, colocando un beso en mi mejilla añadió - ¿no es muy temprano para ti?
No lo podía creer, Marcos había pasado la noche con Sarah, ¿en qué momento lo había llamado?, ¿qué había pasado con el supuesto tiempo que se estaban dando? y lo más importante de todo, ¿qué había pasado con nuestro beso?
Marcos me miraba confundido ante la falta de una respuesta de mi parte, justo en ese momento Sarah bajaba por las escaleras, al llegar a mi lado acarició mi brazo en señal de saludo y quitó de las manos de su novio la botella de leche.
- Necesito que me lleves a la universidad - pronunció Sarah molesta - mientras volvía la botella a la nevera.
- Sabía que no podrías vivir sin mi - soltó Marcos riendo y dándole una nalgada a mi amiga. Yo por primera vez desde que lo conocía sentí ganas de estrangularle.
Sin poder controlar el coraje que sentía, me metí al baño para tomar una ducha, mientras el agua caía no dejaba de pensar en que era aquello que me molestaba tanto. Después de todo, no era la primera vez que Marcos se quedaba con Sarah. Tenía que despejar mi mente, no quería ahondar en mis pensamientos, necesitaba una distracción. Me vestí rápidamente y sin dar demasiadas explicaciones me largué con dirección a mi nuevo trabajo.
Me había confundido con Sarah, ella solo era mi amiga y yo había defraudado su confianza al pensar en ella como algo más. Desanimada metí ambas manos en mi abrigo, para encontrarme dentro de uno de ellos la tarjeta con el nombre de Anais, por segunda vez, la había dejado allí la noche anterior tras descubrirla en mi bolso. Sin pensar demasiado, marqué su número y presioné el botón para llamarle. Cuando me di cuenta de lo que hacía colgué inmediatamente, no podía llamarla aún, acababa de conocerla la noche anterior, tenía que cuidarme de no parecer tan desesperada; aunque secretamente lo estuviera.
Al llegar al trabajo mi nueva jefa Jacqueline, me recibió con una sonrisa, me explicó lo que iba a ser mi trabajo, nada del otro mundo; hacer camas, limpiar baños y despegar condones de los espejos de las habitaciones... algo súper normal. Claro, todo lo debía hacer con rapidez, el motel era muy solicitado y muchos esperaban para ocupar un cuarto.
Me encontraba aseando el baño de un cuarto cuando sentí la puerta cerrarse, me asomé a verificar quedando perpleja al ver a una pareja semidesnuda besándose con premura sobre la cama. Dios mio, yo conocía a ese hombre, era el jefe de mi carrera y esa mujer, ¿era su secretaria? Sorprendida y nerviosa intenté dirigirme a la puerta con propósito de salir silenciosamente. Cuando estaba a punto de abrirla sentí que alguien se levantaba, me arrastré presurosa quedando bajo la cama.
En esa posición sentía cada uno de sus movimientos, sus gemidos, sus palabras sacadas de película porno. No podía creer que estuviera en esa situación, seguía siendo virgen, pero el asunto del sexo me perseguía. Llevaba algo así como cinco minutos bajo la cama cuando escuché la frase más estúpida de la vida, “estoy que exploto muñeca, tengo los huevos llenos de amor para ti” Sin poder contenerme estallé en risa, al saberme descubierta salí de abajo de la cama como pude y huí por la puerta tapándome la cara con un plumero ante la mirada estupefacta de mi profesor y su secretaria.
Algo me decía que trabajar en ese lugar iba a ser demasiado divertido, las horas se habían pasado rápido mirando las caras de los clientes, los que se sentían demasiado amenazados ante mi y mi curiosidad, me encanta ponerlos incómodos. Mi turno había terminado y me preparaba a quitarme el uniforme cuando mi jefa pidió que llevara una última bandeja a una habitación, sin pensarlo lo hice. Toqué dos veces y sentí unos pasos acercarse hacia la puerta, mi asombro fue total.
- ¿Isy? - preguntó una conocida chica en ropa interior.
- Acá está su pedido - dije pasándole la bandeja para luego darme la vuelta y huir.
- No es lo que crees - dijo Anais corriendo tras mío.
- No te preocupes, no creo nada - dije atravesando una puerta intentando desaparecer tras ella.
Por desgracia había entrado en el armario donde se guardaban los suministros de condones y juguetes eróticos. Anais entró tras de mí cerrando la puerta quedando pegada a mi cuerpo producto del diminuto espacio, sin poder mirarla intenté volver a huir, pero la maldita puerta estaba atascada.
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Soy yo Isy, virgen y encerrada en el armario del motel donde trabajo con Anais, semidesnuda y totalmente pegada a mi cuerpo, rodeada de los más diversos juguetes sexuales. ¿Como llegué aquí? No puedo creer mi mala suerte, bueno quizás no sea tan malo.
Capitulo 09: En el Armario.
- Mierda - pronuncié al intentar por segunda vez abrir la puerta sin que ésta cediera.
- ¿Por qué saliste corriendo? - preguntó Anais buscando mis ojos sin preocupación aparente por el hecho de estar encerradas.
- Yo creo que tenemos un problema más importante - respondí sin mirarla aun intentando abrir la cerradura.
- Deja eso - dijo ella tomando mi mano por fin encontrándose con mi mirada.
Sus ojos eran fascinantes y me miraban con una ternura que no acababa de comprender, tenía que decir algo, ella esperaba una respuesta. - Sólo nos conocimos ayer, no fue nada - mirando para todos lados intentando fallidamente disimular mi nerviosismo - ni siquiera sé si estás con alguien, sólo no esperaba encontrarte aquí - termina diciendo intentando fijar la mirada en algún punto.
- Yo no estoy aquí con nadie - dijo Anais tomando mi cara y obligándome a mirarla - aquí me preparo antes de ir a los shows, ¿no te percataste de que el motel está muy cerca de la casa de eventos donde nos conocimos ayer? - exclamó ella con obviedad.
Me sentí una total estúpida, después de todo lo que Anais decía tenía mucha lógica, pero yo había pensado lo peor, mi mente nunca ha sido de lo más coherente, había imaginado que estaba allí con un amante, o que se prostituía en aquel lugar. Sin saber qué decir respondí:
- Está bien, a mi no me tienes que dar explicaciones - mirando el suelo.
- Ya, pero yo esperaba que al menos me llamaras - soltó Anais haciendo que la mirara con extrañeza, era ella ahora la que tenía la cabeza abajo - es decir, creí que habíamos conectado - añadió alzando la mirada develando su sonrojado rostro.
No lo podía creer, esa chica que trabajaba como strippers y que la noche anterior me había hecho desangrarme de excitación estaba algo así como declarándose y parecía insegura y tímida.
- No quería parecer desesperada - confesé mirándola directamente, sintiéndola más pegada a mi de lo que estaba hace un segundo.
Anais respondió acercándose lentamente a mis labios y besándome con ternura, una ternura que fue transformándose gradualmente en pasión, sus manos recorrían mi cuerpo frenéticamente, las mías se paseaban a gran velocidad entre su cintura y su espalda, producto de nuestros movimientos los dildos alojados en la estantería superior del armario comenzaron a caer. Quien necesitaba perder la virginidad rodeada de velas y pétalos de rosas, yo lo haría en un armario bajo una lluvia de consoladores.
Habia perdido mi remera y podía sentir las manos de mi amante intentando desabrochar mi jeans, con intención de hacerle más fácil la tarea cambié bruscamente de posición dejándola contra la puerta, justo en ese momento ésta se abrió, quedando ambas tiradas en mitad del pasillo del motel.
Podía sentir los tacones de Jacqueline aproximarse por lo que ayudé a levantarse a Anais y la metí prontamente a su cuarto. Estaba intentando arreglarme la camiseta cuando sentí la voz de mi jefa.
- ¿Aún aquí Isy? - preguntó mirándome extrañada.
- Sí, pero ya me voy - dije agitada - nos vemos pasado mañana - añadí mientras me dirigía a la puerta de salida.
Ya afuera, protagonizaba una caminata espacial, en cualquier momento saldría flotando hacia la estratosfera. Nunca había pensado que se podía pasar tan bien dentro del armario, quizá había sido un error apresurarse a salir de él a los doce. Oh Dios, eso había sido lo más cerca que había estado nunca de perder la virginidad, y había sido con una stripper, definitivamente mi vida estaba tomando un nuevo rumbo. Pero debía llamar a Anais, ella no era sólo un objeto con el cual quitaría de entre mis piernas mi problema, era una chica genial, simpática y tierna. No quería que pensara que solo quería sexo, después de todo ella había hablado de una conexión. Saqué el teléfono y marqué su número.
- Hola - saludé algo dudosa.
De respuesta obtuve un ataque de risa que terminó por contagiarme.
- Eso ha sido lo máximo - exclamó Anais agitada por la risa.
- Ya, bienvenida a mi vida - solté también riendo - siempre estoy plagada de episodios como esos - dije ya más calmada.
- Pues en ese caso me gustaría tener una cita contigo. - pronunció algo avergonzada - No es que no me haya gustado lo de hace unos minutos, pero me parece que un armario no es el lugar más idóneo para conocernos - dijo mi nueva amiga con un tono más seguro.
- A mi me gustaría mucho - pronuncié intentando parecer controlada – pero no se si podremos superar ésta primera cita - exclamé divertida desatando la risa de Anais.
- No te preocupes - dijo ella más calmada - tengo una idea que a lo mejor funcione, ¿mañana a las 6 en el boulevard de la calle cero? - preguntó coquetamente.
- ¡Perfecto! - exclamé dando un saltito - Nos vemos mañana, adiós - dije escuchando un chao acompañado de un beso antes de colgar.
Al llegar a casa, Sarah no estaba, pero sobre la mesa habia dejado un papel donde ponía "Es importante que hablemos. Te quiero".
NOTA: ¡Misión cumplida! Como se habrán dado cuenta he decidido subir capítulos más cortos para poder hacerlo, ojala, diariamente. Un beso grande a todas las que me dejáis mensajitos y uno no tan grande para las que no dejáis nada (egoístas u_u). ¿Qué pasará con Isy en su cita?, ¿perderá Isy la virginidad con Anais?, ¿qué es lo que Sarah tiene que hablar con Isy?, ¿será cierto el mito de que Lindsay Lohan unta mayonesa en su vagina? Impresiones, comentarios e hipótesis más abajo. Y acá les dejo un VÍDEO de un muy entretenido consejo que todas deberíamos seguir (incluida Lindsay XD) Adiosin!
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Tu historia es espectacular! Te felicito.
ResponderEliminarMe veo reflejada en el personaje, pero me diferencia algo... tengo 25 años !
divertidisima, sugerente y tierna!! me esta encantando tu historia y el enfoque tan divertido y caótico que le das. muchas gracias, eres genial!!
ResponderEliminarno puedo dejar de reir! jajaja me encanta
ResponderEliminarya tienes otra fan en España :))
Me encanta!!!!! :D
ResponderEliminarjajajaja que historia tan divertida, hace mucho no reia tanto... gracias
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