No hace falta que me presente otra vez ¿verdad? Vale lo hago…. Soy Isy, y llevo 23 años siendo virgen… e idiota ¿Suficiente?
Capitulo 04: Anabella y la Vagina Nazi
Desperté al sentir el calor de una respiración a escasos centímetros de mí cara, era Sarah quien seguía durmiendo plácidamente aferrada a mi cintura, me quedé mirándola detenidamente. Se veía tan linda cuando dormía, su cara llena de pequitas la hacían ver demasiado tierna, si pequitas, muchas pequitas que recuerdo haber jugado a unir con un lápiz en alguna fiesta cuando ambas ya estábamos bien tomadas. Recuerdo también el grito que mi amiga dio al verse la mañana siguiente con la cara hecha un cuadro de Picasso. Pero Sarah no se había molestado, nunca lo hacia… al menos conmigo.
Antes de darme cuenta ya estábamos montadas en un taxi de vuelta a casa. Por la radio del vehículo se exponían los detalles de un posible asesino en serie que ya sumaba 3 víctimas. Yo no podía dejar de pensar que quizá ese hombre era como yo… un total perdedor, definitivamente debía perder la virginidad, debía hacerlo antes de comenzar a matar gente… o peor... gatitos.
Cuando llegamos a casa Marcos estaba esperando en la puerta, entramos y Sarah me obligó a meterme en la cama para descansar. A los pocos minutos subió junto a su novio con una gran taza de leche caliente. Al parecer la suegra de Sarah estaba de cumpleaños pronto y saldrían a comprar un regalo para ella, Marcos fue el último en abandonar la habitación y antes de hacerlo dejó un paquete envuelto en papel de regalo sobre la cama al tiempo que me guiñaba un ojo.
Luego de examinar detenidamente el misterioso paquete me decidí a abrirlo, dentro había nada más y nada menos que una muñeca inflable, acompañada de una tarjetita que decía, “Para que practiques mientras que llega el gran día”. Me costó montones inflarla ya que a ratos me atacaba la risa. Que feo aspecto tenía, ¿Cómo me iba a servir eso para practicar?, ¿debía acaso intentar meterle un brazo? Riendo me levanté y encendí la radio, estaba sonando; I don't want miss a thing de Aerosmith, cuando emocionada por la música saqué a Anabella a bailar, si, le he puesto nombre a la muñeca. Terminaba la canción cuando en un arranque de dramatismo tiré a mi plástica amante a la cama y simulé un apasionado beso, justo en ese momento Sarah entró a la habitación, luego de quedarse inmóvil por algunos segundos dejó un sobre de remedios sobre la mesa y cerró la puerta.
- ¡Mierda! – dije mientras me levantaba y corría veloz tras mi amiga – Sarah te lo puedo explicar – pronuncié mientras bajaba la escalera.
- No pasa nada Isy, yo te dejo con tu amiguita, espero no haberles arruinado el momento – dijo Sarah aguantandose la risa – Dentro de 10 minutos te tocan tus remedios – indicó antes de perderse tras la puerta principal.
No podía creer que Sarah me hubiera encontrado en esa situación, ¿podría acaso haberme mostrado más patética? Definitivamente tendría que explicarlo a su regreso. No es lindo que tu mejor amiga y compañera de piso piense que eres una depravada.
No podía dormir, en mi mente rondaba una sola pregunta: ¿Era Justin Bieber realmente un hombre? Resignada a no poder encontrar la respuesta a tal cuestión, decidí dirigir mis esfuerzos mentales hacia otra de mis preocupaciones, la de mi xuxis y su psicodélico aspecto, algo me decía que llevarla al estilo Lenny Kravitz no era lo último en tendencias. Computador en mano me dispuse a investigar, encontré, sin mucho buscar un montón de alternativas de depilado, algunas muy ingeniosas con forma de flor o corazón ¿Por cual debía decidirme? Seguramente Sarah a quien había escuchado llegar en ese mismo momento sabría la respuesta.
Sarah no tardó en llegar a mi habitación para preguntar como me sentía, planeaba preguntarle su opinión sobre mi fashion emergency vaginal, pero antes debía explicarle el episodio ocurrido con Anabella algunas horas antes.
- Sarah lo de antes…. ya sabes…. no quiero que te hagas una idea equivocada… yo estaba… - intentaba explicar, pero el nerviosismo me traicionaba, después de todo ¿Cómo explicabas una situación como esa?
- Tranquila, ya Marcos me lo ha contado – dijo sonriendo - es idiota, ¿de que te va a servir a ti una muñeca inflable? – preguntó con una mueca de desconcierto.
- Pues baila muy bien ¿sabes? – comenté causando la risa de mi amiga – además, ya tiene nombre, Anabella, pronto nos casaremos y engendraremos muchos patitos de hule – dije divertida.
- Ya cesadas las risas me dispuse a cambiar de tema – Sarah ayer por la noche no respondiste a mi pregunta – dije seria.
- ¿Cuál pregunta? – interrogó distraída.
- La de ¿cómo llevas la xuxis? – aclaré con naturalidad e inocencia.
- Sarah volvió a reír – ¿y eso porque te lo debería decir, ponte tú? - cuestionó mi amiga con una fingida cara de intriga.
- Porque somos amigas Sarah y además es justo – Declaré firmemente.
- ¿Es justo? - interrogó mi amiga con ahora verdadera intriga.
- Es justo, tú me viste desnuda ayer por la noche, ya sabes como se ve mi xuxis, es más, tienes que mostrarme la tuya para quedar a mano – dije totalmente convencida de mis palabras.
- ¿Perdón? – dijo Sarah entre atónita y risueña.
- Si ya ves, así que ahora comienza a desnudarte que no tengo todo el día – abalanzándome sobre mi amiga y comenzando a hacerle cosquillas.
Sarah no paraba de reír mientras que yo, entre risas, le seguía insistiendo en que me mostrara la xuxis, ya exhaustas de tanto reír quedamos tiradas en la cama, yo sobre mi amiga, con la cara a escasos centímetros de la suya.
- ¿No me mostrarás tu xuxis verdad? – dije poniendo cara de perrito.
- Nop – expresó Sarah moviendo los labios sin emitir sonido.
- Pues mi vagina seguirá detenida en la época disco - alegué desanimada mientras cambiaba de posición quedando de espaldas junto a mi amiga. Sarah me quedó mirando con cara de duda por lo que añadí – Es horrorosa, tengo más pelos ahí que en la cabeza.
Sarah volvió a reír desenfrenadamente, cuando estaba más tranquila le terminé de explicar mi problema a lo que ella me recomendó la depilación con cera ofreciéndome un paquete nuevo que guardaba en el baño.
Luego de calentar la cera mi amiga me la entregó mientras me daba una breve explicación del procedimiento que debía seguir.
- ¿Estás segura que no necesitas ayuda? – dijo Sarah desde fuera del baño.
- No, estoy bien – contesté de forma escueta.
No es que no confiara lo suficiente en Sarah como para compartir algo tan intimo, estaba intentando por el contrario protegerla, tenía miedo de que mis monstruosos pelos cobraran vida e intentaran estrangularla o algo por el estilo, ya estaba poniendo en riesgo mi propia vida, no podría vivir con la culpa si algo le pasase a ella.
Apliqué la cera con extremada precaución intentando delinear lo que seria un corazón, esperé unos segundos y armándome de valentía tiré lo más fuerte que pude. No logré controlar el grito que salió de mi boca casi instantáneamente.
- ¿Estás bien? – preguntó Sarah pegada a la puerta.
- Sí – respondí con una voz ahogada por el dolor.
Ya había pasado la peor parte, la mayoría del bello había desaparecido… pero ¿QUE ERA ESO?, no se parecía en absoluto a un corazón. Me había dejado un bigote a lo Hitler en la xuxis ¡QUE HORROR! No podía ser lesbiana y tener una vagina nazi, debía solucionarlo de inmediato.
Tras varios intentos fallidos de darles una forma a los pocos bellos que quedaban en mi zona púbica, terminé dejando mi xuxis completamente calva. Desde afuera del baño Sarah preguntaba si es que ya había terminado mientras yo, consternada, no dejaba de mirarme en el espejo. - Bien hecho Isy, ahora pareces una niña de 5 años - me repetía internamente.
Salí del baño con una sonrisa fingida y una caminata un tanto extraña dado mi dolor. Sarah había preparado algo de comer y me esperaba con los platos servidos. Le conté a mi amiga como mi idea de un romántico corazón en la xuxis había quedado reducida a un minimalismo extremo, ella río y me intento convencer de que no era tan terrible.
- Después de todo no faltaran las mayorcitas a las que les llame la atención – dijo Sarah mientras levantaba los platos.
- Aggh – exclamé con asco – eso suena a pedofilia – exclamé mientras me dirigía a abrir la puerta a la que habían llamado hace algunos segundos.
Era Marcos quien abrazándome pronunció – ¡Me vas a amar!
- Sí, pues que quieres que te diga, el regalo ha sido interesante – dije irónica refiriéndome a Anabella.
- No es eso, tengo una sorpresa más grande – exclamó mientras saludaba rápidamente a Sarah para dirigirse nuevamente a mi – Te tengo una cita – soltó emocionado.
- ¿Una cita?, ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿con quien? – pregunté incrédula.
- Cree un perfil con tus caracteristicas en una de estas páginas de internet para buscar pareja, su nombre es Esther y te espera mañana a las 8 en la cafetería del Teatro Central – pronunció orgulloso de sí mismo.
No lo podía creer, tenía una cita, una cita de verdad, con una lesbiana de verdad. Abracé a Marcos y subí a atender mi teléfono que sonaba en la habitación. Era Max quien llamaba preocupado al no verme llegar a trabajar en el turno de noche. Le expliqué lo sucedido y entre risas me recomendó que inventara una excusa menos vergonzosa para el jefe - la verdad puede ser un poco estrepitosa - sentenció. Luego de charlar de algunas bobadas más nos despedimos.
En cuanto colgué el teléfono sentí discutir a Sarah y a Marcos seguido de un portazo. Escuché a mi amiga subir apresuradamente la escalera y encerrarse en su cuarto. ¿Por qué habían discutido? ¿Tendría algo que ver lo de la muñeca o quizás lo de la cita? No, definitivamente debía de tratarse de otro tipo de problemas, problemas de pareja con seguridad.
Sigilosamente abrí la puerta del cuarto de Sarah, mi amiga estaba tirada de espaldas en su cama con una almohada sobre la cabeza, al sentirme llegar se recostó de lado dándome lugar a que me acurrucara tras ella abrazándola. Conocía demasiado bien a Sarah y sabía que de seguro no querría tocar el tema en ese momento, por lo que me dediqué a hacerle sentir mi apoyo, comencé a cantar “Big big world” (canción que le encantaba) despacio en su oído, al poco rato se quedó dormida. Yo demoré un poco más en imitarla dado que no podía parar de pensar en que mañana tendría mi primera cita, sin embargo, unos minutos después, casi sin darme cuenta caí rendida a los brazos de Morfeo.
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Hola soy yo, Isy, la virgen, pero no por mucho. Hoy tengo una cita a ciegas con una chica que he contactado por internet… bueno que ha contactado Marcos, pero es lo mismo ¿No?
Capítulo 05: La Cita a Ciegas (Primera Parte)
Cuando desperté Sarah no estaba a mi lado, podía escucharla hablar por teléfono en el piso de abajo, parecía hablar con Marcos, por lo visto se habían reconciliado. Por mi parte me sentía radiante, hoy era el primer día del resto de mi vida, tendría una cita, la primera… hoy perdía la virginidad, eso era seguro. Bajé velozmente la escalera decidida a meterme en la ducha, Sarah acababa de colgar el teléfono y se me acercó dando saltitos.
- Buenos días princesa - dijo sonriendo mientras me daba un beso en la mejilla.
- Buenos días mi príncipe – respondí haciéndole una reverencia. Ambas reímos un poco.
- Marcos dice que revises tu Facebook, te ha dejado la info de tu cita – dijo casi susurrando mientras subía la escalera.
-Vale, me remojo un poco y lo veo – exclamé emocionada metiéndome al baño.
Mientras me duchaba no podía dejar de pensar en que tipo de chica sería mi cita, ¿Se parecería a Justin Bieber? ¿O seria mas del tipo Katy Perry?…. Cruzaba los dedos para que no fuera del estilo Marilyn Manson.
Cuando terminé corrí hasta la habitación y me tiré sobre la cama dispuesta a revisar facebook, Marcos había dejado el link a mi perfil en “encuentraelamor.com”, presioné y esperé expectante. ¿Tijeretasexy23? ¿No se le había ocurrido a Marcos algo más ingenioso?, revisé mis características… ¿Qué era eso? Yo no había estado nunca en Europa, no hablaba ni francés ni italiano, y obviamente no era una ex-monja expulsada del convento por mis pasiones incontrolables… Esperen ¿Me gustaba hornear pasteles en ropa interior? Mierda esa no era yo. Respiré profundo ¿En que lio me había metido Marcos?... Bueno al menos tenía una cita. Tocaba mirar su perfil. “Diosadelsexo”, ese era su Nick, definitivamente algo quería decir eso, un anticipo de lo que sería esa noche de seguro. Adicta a la buena literatura, fanática de las películas de Cantinflas, empresaria independiente, mujer fuerte y sensible amante de la buena mesa. Todo parecía perfecto…. Hoy era mi noche – pensaba mientras rodaba sobre la cama con cara de Bob Esponja. Nada importaba, sería la monja, la pastelera, la bilingüe… todo a la vez con propósito de curarme de mi virginosis, debía hacerlo antes de que se volviera una enfermedad crónica.
- ¿Isy? – escuché preguntar a Sarah tras la puerta.
- ¡Pasa! - grité ajustándome la toalla al cuerpo.
- Tengo malas noticias – dijo Sarah sentándose en el bode de mi cama.
- No Sarah, dime que no me han cancelado la cita – solté levantándome y comenzando a caminar de un lado a otro - me quedaré virgen por siempre, y se me va a cerrar – expresé mirándola a los ojos fugazmente - ¿Sabias que hay una leyenda sobre eso? Si a los 24 no usas la xuxis, se te cicatriza, se te cierra, quedas como Barbie sin más. Yo no quiero ser un ser asexuado Sarah – dije mirando a mi amiga haciendo un puchero.
Sarah me quedó mirando unos segundos para luego explotar de la risa, yo la miré confundida por lo que ella añadió:
- ¿Dónde has escuchado eso Isy? – dijo conteniendo la risa.
- En el History Channel – afirmé sentándome en la cama.
- ¿En el History Channel? – Interrogó mi amiga incrédula.
- Bueno… quizás me lo he soñado – pronuncié bajito. Sarah volvió a reír escandalosamente.
- No se trata de nada de eso Isy, tranquila - declaró Sarah más calmada.
- Es cierto, la mala noticia, ¡Dime ya! Creo que podré soportarlo – dije seria.
- Es Max, me ha llamado porque al parecer tu teléfono esta sin batería – tomando mi teléfono y mostrándomelo – te han despedido – dijo Sarah con cara decepción.
-¿QUÉ? Pero si envié un correo con las razones de mi ausencia ayer – expresé furiosa.
- Ya, pero no habrás sido demasiado convincente – planteo mi amiga sobándome el brazo.
- ¿Qué más convincente? ¡Se murió mi abuela! – Al soltarlo Sarah explotó en risas otra vez - ¿Qué? No es un chiste Sarah – Dije con el rostro arrugado.
- Ya, lo siento – secándose las lágrimas que salían de sus ojos producto de la risa - pero es que ya has matado a tu abuela 4 veces en lo que va del año – pronunció compasiva.
-Uff estoy jodida, tengo que buscar un nuevo trabajo pronto, porque me imagino que no te interesa mantenerme ¿Verdad? – dije haciéndole ojitos a mi amiga.
- Ni lo sueñes – soltó Sarah dándome un débil almohadonazo en cara.
- Eres una egoísta ¡Eh! Después que te he dado los mejores años de mi vida, ¿Qué soy yo para ti? ¿un simple objeto sexual? – exclamé dramáticamente.
- Mmmm Básicamente… pero también eres buena compañía - dijo mi amiga dándome un beso en la mejilla – me voy a la clases, trabaja en tu tesis alimaña – exclamó cerrando la puerta de mi cuarto.
Me dejé caer en la cama suspirando, era virgen y cesante ¿Podría ser más fracasada? Pero bueno no dejaría que eso me desanimara, después de todo hoy tenia una cita y de buscar trabajo ya me encargaría mañana.
Me puse algo de ropa y comencé a trabajar en mi tesis, sorpresivamente avancé bastante, sin darme cuenta ya eran las 6 de la tarde, debía arreglarme a la velocidad de la luz.
-¿Qué diablo es ese olor? – dijo Marcos entrando de la mano de Sarah a la casa.
- Lo siento, estoy muy nerviosa – grité avergonzada desde el baño.
Ambos seguían riendo cuando salí encontrándomelos de frente.
- Wapisima – exclamó Marcos abrazándome – Después de todo el corte de pelo te ha sentado bien.
- Gracias – dije sonriendo mientras con la mirada buscaba a Sarah quien parecía evitarme.
- Son las 7:30 ya deberías irte –mirando el reloj – recuerda, nada de chistes raros y ni se te ocurra imitar a la niña del exorcista ¿Entendido? – dijo serio tomándome por los hombros – todo saldrá bien ya verás – exclamó con ternura.
- Vale - solté dándole un beso en la mejilla – busque a mi amiga para hacer lo mismo pero parecía haber subido a su cuarto – Le das uno a Sarah de mi parte – pedí a Marcos, el asintió.
Al parecer había llegado algo temprano, miré por el escaparate y vi un montón de chicas conversando animadamente. - ¿En qué momento eso se había transformado en un lugar de ambiente? - Me preguntaba cuando escuché una voz tras de mi.
-Te he estado buscado – dijo la voz. Al voltearme descubrí una bellísima chica sonriendo.
- ¿A mi? – pregunté sorprendida.
- A ti – dijo ella entregándome un papel – Aún puedes salvarte de las llamas del infierno, Dios siempre esta dispuesto a perdonar a los pecadores – exclamó conservando la misma sonrisa, que ahora me parecía algo diabólica.
- Ammm pues dile a Dios que cuando tenga un tiempo le llamo - dije entregándole el papel y entrando a la cafetería.
Y yo que había pensado que era mi cita, puaff, y ella intentando salvar mi alma. Bueno pensándolo detenidamente no tenía nada de que ser salvada, de seguro ni la virgen María era tan casta y pura como yo. Sólo esperaba que Dios no se fijara en mí para dar a luz al próximo Mesías, eso sería lo último… virgen y embarazada.
Me senté en la mesa mas oculta de toda cafetería, miré el reloj y vi que ya eran las 8. - Odio la impuntualidad ¿Quizás debería irme? ¿No sé si quiero perder la virginidad con alguien que no llega a tiempo a sus compromisos? – pensaba – ¿A quién engañas Isy? Estás cagada del miedo – me increpé internamente.
Estaba jugando a hacer origami con las servilletas, cuando el bullicio del lugar ceso por completo, sólo se podía escuchar el ruido de unos tacones aproximándose. Alcé la cabeza y vi a la mujer más despampanante de la vida parada frente a mí. Sentándose lenta y sensualmente preguntó:
-¿Tú debes ser mi cita?
-I… Isy… Isido… Isidora – respondí tartamuda mientras estiraba mi mano cavernícolamente.
- Ella rio al ver mi nerviosismo, estrechando mi mano suavemente – Mariana, pero me puedes decir Mar – pronunció guiñándome un ojo.
Comenzamos a charlar de la vida cotidiana, me enteré de que le gustaba la filosofía oriental, los helados de fresa y ver puestas de sol. Tenía 39 años ¿39?, no parecía de esa edad en absoluto. Era fácil hablar con ella, en parte porque era ella quien guiaba la conversación la mayoría del tiempo, bueno… todo el tiempo. Pedimos café y nos reímos bastante, no imité a la niña del exorcista pero si solté algunos chistes malos de los cuales ella rió. Habían pasado cerca de dos horas cuando el café hizo efecto en mi vejiga y tuve que ir al baño. Al volver ella estaba pagando la cuenta, luego que se retirara la mesera se acercó sensualmente a mi oído susurrando – Llegó el momento de ir a un lugar mas íntimo. Yo sólo sonreí tímidamente y me tomé de su mano. Al salir del lugar pude sentir todas las miradas puestas sobre mí… Debía de ser la envidia de todas.
Subimos a su auto, en el transcurso sólo nos miramos y reímos coquetamente de vez en cuando. Bueno su risa era coqueta, la mía era mas como una expresión de dolor de estómago que intentaba ser una sonrisa. Yo no podía creerlo, era cosa de minutos para tener a esa hermosa mujer entre mis piernas, gracias Dios, ¡¡¡Gracias!!!
Subimos a lo que parecía ser su apartamento, apenas cerrar la puerta se abalanzó sobre mí besándome apasionadamente, podía sentir sus manos recorriendo mi cuerpo mientras me guiaba hacia el cuarto. Ya ahí me tiró sobre la cama y tras pasar la lengua por sus labios se lanzó sobre mí. Volvimos a besarnos, ahora mas lujuriosamente, sentí sus manos en mis pechos y sus labios en mi cuello. Metí mis manos bajo su blusa y cuando intentaba desabrochar su sujetador ella se apartó.
- Voy a ponerme mas cómoda – dijo besándome en los labios antes de meterse en lo que parecía ser el baño.
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Capítulo 05: La Cita a Ciegas (Segunda Parte)
Me quedé sobre la cama totalmente excitada, no podía creer que estuviera pasando, perdería mi virginidad con esa hermosísima mujer. En la vida había estado tan nerviosa, y eso es decir demasiado, dado que siempre había creído que mi forma de ser era un mix de trastornos de la personalidad, media tasa de obsesividad compulsiva, un cuarto de paranoia, unas cuartas manías, dos cucharaditas de borderline y unas pisquitas de asperger. Sarah siempre reía cuando me escuchaba recitar mi receta. ¿Sarah? ¿Qué hacia Sarah en mis pensamientos? Estaba apunto de perder la virginidad, no era momento de pensar en Sarah.
Mariana estaba dándose su tiempo, ¿debía ponerme yo más cómoda también? Me comencé a desnudar aceleradamente quedando en ropa interior, intentaba ponerme en una sexi pose sobre la cama, cuando algo llamó mi atención. ¿Qué era ese pequeño destello? Me acerqué curiosa, encontrando una camuflada cámara de video en la estantería, ¡mierda!… estaba grabando. Examinaba atenta aquel artefacto, cuando Mariana salió del baño, sentí su voz a mis espaldas.
- Ya estoy lista, siento haberte hecho es… – quedándose en silencio al ver la cámara en mis manos.
-¿Qué es esto? – pronuncié dándome la vuelta entre desconcertada y molesta. Sentimiento que se volvió pánico al ver a Mariana vestida de dominatriz con un enorme pene de loza colgando entre las piernas - ¿Que mierda? – pronuncié soltando la cámara con la mirada fija en ese descomunal miembro ficticio.
-Vamos Isy, no te hagas la inocente, soy una empresaria independiente de la industria del porno y tú – mirándome de pies a cabeza esbozando una sonrisa - ¿una ex monja expulsada del convento por sus pasiones incontrolables? – acercándose lentamente - Ambas sabíamos a lo que veníamos, ¿no? – dijo finalmente acariciando mi brazo mientras posaba un beso en mi hombro.
Sentí un escalofrió, el gigantesco dildo de loza estaba rozando mi pierna, yo no estaba preparada para eso, por Dios esa mujer me iba a partir, ¿y más encima lo quería poner todo en video? Aparté a Mariana bruscamente para comenzar a recoger mis cosas apresuradamente.
-¿Así que te vas? – preguntó ella sonriendo maliciosamente apoyada en la pared.
- Si es que ya sabes, tengo cita para cogerme a la madre superiora del convento – respondí irónica saliendo de la habitación.
Por suerte Mariana no intento retenerme, estaba parada en ropa interior en mitad del pasillo de su edificio con un niño de unos doce años mirándome con los ojos completamente desorbitados y una erección en el pantalón. ¿Como había llegado a esa circunstancia? ¿Qué mierda hacia ese niño parado ahí? Solo algo era seguro, podía sentir mi corazón palpitando a mil y mi cara totalmente ruborizada.
Corrí semidesnuda hasta el ascensor huyendo de la mirada de aquel hormonal adolescente, al entrar comencé a vestirme rápidamente, sin percatarme de que no estaba sola.
- Lindo trasero señorita – dijo una vos que reconocí al instante.
-¿Max? ¿Que haces aquí? – pregunté abrazando a mi amigo con el pantalón a medio subir.
- Vivo aquí Isy – dijo apartándome – supongo que hay una especie de explicación para esto, ¿verdad? – pronunció arreglándome el flequillo mientras yo terminaba de subir mi pantalón.
-La hay lo prometo, pero ahora solo irme a casa…- dije con cara de perrito.
-Vale, tengo la moto abajo, vamos, pero ni te creas que te vas a salvar de contarme – exclamó mientras salíamos del ascensor.
-No señor - solté tomándome de su brazo.
El transcurso fue bastante rápido, en cosa de minutos estaba despidiéndome de Max mientras abría la reja de mi casa. Sin embargo, la puerta principal se resistía, mi llave parecía estar algo deforme de tanto abrir cervezas con ella. Cuando estaba a punto de echarme a llorar de la frustración, Sarah apareció tras la puerta. Sin darle tiempo a nada salte a sus brazos.
-Ha sido horrible – exclamé derrotada.
-No pasa nada – exclamo mi amiga acariciando mi espalda.
Sarah me sentó en el sofá donde estuve más de media hora contándole los detalles de mi fatídica noche bajo su comprensiva mirada.
-Todo esto es culpa de Marcos, supe desde un principio que era una mala idea – dijo mi amiga enfurecida dándome una tasa de te que había preparado.
-No Sarah, él no tiene la culpa – expliqué tomando la taza de te - ¿cómo podría saber que Mariana quería grabar nuestro encuentro? – exclamé tras beber mi primer sorbo.
-Isy… la cinta – dijo mi amiga de pronto mirándome seria – dime que te has traído la cinta – sentándose en el sofá.
-¡Mierda! – solté dejando mi taza de lado – Ella va a subir el video a YouTube, voy a ser la única actriz porno virgen de la historia – exclamé tomándome la cabeza.
-Tranquila – poniendo su mano sobre mi pierna – Debemos recuperar la cinta – mirándome fijo a los ojos con decisión - Tengo un plan.
No podía creer que estuviera de vuelta en ese edificio, Sarah me había convencido de volver para recuperar la cinta, subíamos por el ascensor, mi amiga vestida seximente y yo completamente de negro con un pasamontañas cubriéndome la cara.
-¿Cuál es el número del apartamento? – pregunto Sarah una vez salimos del ascensor.
-665 – respondí caminado en dirección a él.
-¿665? – interrogó mi amiga algo escandalizada - ¿y no crees que era una señal que esta mujer fuera la vecina del diablo? – exclamó Sarah levantando una ceja. Ambas reímos bajito.
Estando ya frente a la puerta, Sarah toco al timbre, vi salir a Mariana desde mi oculta posición tras una gran maseta. Mi amiga comenzó a pronunciar palabras que no logré escuchar mientras coqueteaba con ella. Al poco rato Mariana la invitó a pasar indicándole con un gesto que cerrara la puerta, Sarah no lo hizo, dejándome la oportunidad de entrar al departamento sigilosamente tras ellas.
Mientras que ambas se encontraban el la habitación aproveché de registrar la casa en búsqueda de la cinta, di por fin con un cuarto en el que se exhibía un gran escritorio, una computador y una estantería plagada de cintas rotuladas con diferentes nombres de mujer, la mía no estaba entre ellas. De seguro debía estar en la habitación, eso no era parte del plan, pero tendría que improvisar, esperen… ¿no era parte del plan? ¿Era lo más obvio y no era parte del plan? Me ajusté el pasamontañas y poniendo una mano simulando una pistola bajo mi suéter irrumpí en el cuarto.
- ¡Esto es un asalto! – grité con la voz más varonil que pude.
Mariana quien estaba sobre Sarah en la cama se levantó apresurada mientras que mi amiga fingía la mayor de las sorpresas.
-Manos arriba – dije mientras buscaba la cámara y retiraba la cinta sin dejar de apuntar con mi pistola imaginaria.
-¿Isy? – exclamó Mariana acercándose.
-No soy Isy – respondí ronca – Quédese quieta, no se acerque, se lo advierto – pronuncié cada vez menos convencida de lo que decía.
-Vamos pequeña, deja de jugar – dijo Mariana metiendo su mano bajo mi ropa desarmando mi falsa pistola – Hay formas más sutiles de llamar mi atención, ¿sabes? – exclamó la mujer mientras seguía recorriendo mi abdomen y posaba sus labios en mi cuello.
Cerré los ojos en una mezcla de temor y excitación, cuando un estrepitoso ruido me hiso volver a la realidad. Mariana yacía en el suelo y Sarah estaba parada frente a mí con el gigantesco dildo de loza en la mano y una cara de psicópata que nunca había visto en ella.
-¡La mataste! – recriminé a Sarah mientras revisaba el pulso de Mariana.
-No seas dramática Isy, solo a sido un golpe – contestó mi amiga tirando el arma homicida a la cama.
- ¡Esta viva! – exclamé mirando a Sarah.
- ¿Tienes la cinta? – Interrogó mi amiga a lo que yo asentí con la cabeza.
Sin decir mas Sarah tomó mi mano para sacarme apresuradamente del departamento, abajo nos esperaba el taxi que nos había traído. En la parte de atrás del vehículo solo se escuchaban nuestras agitadas respiraciones, aun no nos habíamos soltado de la mano. Miré a mi amiga a la que encontré observándome detenidamente, nuestras miradas se cruzaron y sin poder controlarlo… estallamos en risa.
- Gracias Sarah no sé que haría sin ti – dije ya calmada acariciando la mano de mi amiga.
- ¿Morir de inanición? O peor terminar de geisha en algún país oriental– exclamó Sarah mirándome con simpatía.
Yo solo sonreí agradecida y rodeé a mi amiga en un abrazo que parecía algo mas apretado de lo habitual.
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Soy Isy, 23 años, virgen, cesante, desequilibrada y ahora completamente deprimida gracias a mí ultimo y nefasto intento de perder la virginidad.
Capítulo 06: La vieja amiga y el trabajo nuevo.
Estaba tapada hasta la cabeza metida en mi cama - Me voy a quedar aquí el resto de la vida, se está calentita – pensaba hundida en la miseria - Podría alimentarme de las pelusas de mi cubrecama y beber mis lágrimas – reflexionaba negándome a abrir los ojos. Justo cuando cavilaba en como resolvería lo de las necesidades biológicas fui interrumpida por Sarah quien tiró las frazadas hacia atrás dejándome hecha bolita en medio de la cama.
-Déjame Sarah, no me voy a levantar nunca más – dije mientras compactaba más mi cuerpo.
-Vamos Isy – pronunció sentándose a mi lado colocando su mano en mi espalda – No ha sido tan terrible, tenemos la cinta y estás sana y salva – pronunció acariciándome.
-No me vas a convencer, me quedo aquí mismito – exclamé sin salir de mi posición.
-Valeeee ¿Pero a ver cómo te vas a alimentar? – preguntó mi amiga intentado descolocarme, pero no lograría su cometido, yo ya tenía un plan.
-Me comeré las pelusas del cubrecama y beberé mis lágrimas – contesté segura.
-Pues sí, la verdad suena a un buen plan – dijo seria mi amiga – Yo creo que me quedo contigo – abrazándome por la espalda en posición de bolita.
Nos quedamos en silencio por un largo rato. No sé en lo que pensaba Sarah pero yo pensaba en lo idiota que había sido y en cómo mi amiga me había ayudado a arreglar la situación, pensaba en que quizás lo mio era lo de hacerme monja, pensaba en que si no perdía la virginidad pronto mis ojos se pondrían rojos, mi cabello opaco y mi cutis verde.
-¿Sarah? – pregunté bajito.
- ¿Si? – respondió ella.
- Las pelusas no van alcanzar para las dos – pronuncié desatando que mi amiga riera escandalosa.
Al escucharla reír desmesuradamente no puede evitar unirme, ambas terminamos lanzándonos almohadas correteando por toda la habitación. Ya más tranquilas bajamos a desayunar, levantábamos la mesa cuando el teléfono de Sarah comenzó a sonar. Al ver que mi amiga no lo cogía lo tomé desde la mesa.
-Es Marcos ¿No vas a contestar? – pregunté confusa alcanzándole el teléfono.
-No – respondió Sarah cortando la llamada.
- ¿Es por lo de Mariana, verdad? – interrogué buscando los ojos de mi amiga.
-¡Podría haberte pasado algo realmente malo! – dijo ella mirándome a los ojos con decisión.
- Ya, pero no me pasó nada – dije quitando el teléfono de sus manos para marcar a Marcos - ¡Soluciónalo! – exclamé devolviéndole el aparato – no te pienso visitar cuando seas una vieja loca rodeada de gatos – solté para luego darle un beso en la mejilla a una atónita Sarah antes de dirigirme a mi cuarto.
No quería que ellos terminaran por mi culpa, a mi amiga le había costado bastante encontrar el amor, antes de Marcos la casa estaba llena de visitas masculinas la mayoría del tiempo, veía salir a Sarah con uno y otro tarado que no la respetaba ni valoraba. Me agradaba Marcos, él la quería, y era preferible tener a uno que a una docena haciéndole de satélite a mi amiga ¿Verdad?
Sarah no demoró demasiado en subir a mi habitación, tras darme un beso se machaba a la Universidad, con Marcos se encontraría mas tarde para conversar. Por mi parte yo no tenía ánimo de trabajar en mi tesis, habían otras cosas que de momento me preocupaban como: ¿Qué pasaría si tomamos a un gato (que se sabe siempre cae de pie) y una tostada (que cae siempre con la mermelada hacia abajo), los amarrásemos y tirásemos al aire? ¿Estarían acaso la tostada y el gato girando eternamente? ¿Romperíamos quizás el equilibrio cuántico del universo logrando que el pene de Lady Gaga dominara el mundo? Bueno también estaba la preocupación de mi reciente cesantía.
Usando lo último de dignidad que me quedaba tras el episodio de la noche anterior; me duché, vestí y salí dispuesta a buscar trabajo. Si no lo conseguía pronto Sarah volvería a insistir con la idea de que vendiera mi preciada colección de vinilos de Plaza Sésamo para solventar mis gastos.
Tras hacerme de un diario comencé a descartar todos aquellos avisos que requirieran de una carrera universitaria, experiencia o habilidades comunicativas. Al terminar sólo tenia dos opciones entre las cuales elegir, la primera; “Se busca mucama para prestigioso Hotel Paradise”, el segundo; “Se busca con urgencia mujeres jóvenes dispuestas a trabajar en horario nocturno, con mente abierta y comprobante de ausencia de enfermedades de transmisión sexual al día”. Yo era mujer, era joven, podía trabajar por las noches y tenia una mente abierta, pero no necesitaba un comprobante de ausencia de enfermedades de transmisión sexual ¿Verdad? Era virgen.
Me alistaba para comenzar a caminar hacia la dirección que ponía el segundo aviso, cuando divisé una figura saludándome animadamente. Me acerqué para poder ver de quien se trataba, ¡Sorpresa! Era “la” Ale a quien abracé efusivamente. Ale había sido hace algunos años íntima amiga mía y de Sarah, éramos una triada magnífica, casi como los Ángeles de Charly, pero no había durado demasiado. Ale había dejado la universidad tras comprometerse con magnate de los negocios desapareciendo progresivamente de nuestras vidas. Yo guardaba muy bellos recuerdos de mi amiga, ella en oposición a mi era toda una dama, con algunos coprolálicos arranques pero una dama al fin y al cabo.
- ¡No puedo creer que seas tú! – dijo mientras me apretaba fuerte contra su cuerpo - ¿Cómo estas? ¿Cómo está Sarah? – exclamó soltándome y dándome un beso.
-Sarah bien, aun con Marcos en el último año antes de su tesis… Yo - pensando un poco, no iba a contarle a Ale que seguía virgen, ella de seguro se reiría hasta quedar botada en el suelo - como siempre trabajo y estudio, bueno ahora buscando trabajo me despidieron por matar a mi abuela por 4ta vez en lo que va del año – añadí levantando los hombros.
-Tu no cambias – exclamó mi amiga riendo un poco - ¿Encontraste algo interesante? – apuntando el diario que llevaba en la mano.
-Pues sólo dos avisos – mostrándoselos a Ale – me gusta este en que buscan mujeres jóvenes de mente abierta – dije señalándolo.
-Pues yo que tú me quedo con el primero si es que no quieres terminar de puta – exclamó Ale poniéndose a reír escandalosamente.
- ¿De puta? – Interrogué desconcertada.
-Si Isy, de puta – dijo mas calmada - no puedo creer que no te hayas dado cuenta, ¿para qué sino iban a requerir un comprobante de ausencia de enfermedades de transmisión sexual? – añadió mi amiga volviendo a reír.
No podía creer lo despistada que era, Ale tenía razón y yo era una completa imbécil, ruborizada intenté cambiar el tema.
-Bueno y tú ¿Cómo has estado? – exclamé avergonzada.
-Yo excelente, vengo llegando de España – dijo moviendo las manos aceleradamente como era de costumbre – ¡Y me caso! – soltó dando un salto.
-¿Te casas? – dije algo perturbada, no es que no lo esperara, pero Ale aun era muy joven para el matricidio (nota: neologismo de suicidio por matrimonio).
-Si – exclamó ella emocionada – dentro de una semana, hoy es mi despedida de soltera, tú y Sarah tienen que venir – exclamó mi amiga en forma de ultimátum.
-¿Hoy? bueno no sé si Sarah tenga planes – dije en un intento de salvarme del compromiso.
-Ni lo sueñes Isy, esto es algo importante y ustedes son amigas muy queridas para mi – exclamó tomando mi mano – ¿Dime qué irán? – añadió suplicante.
-Vale – dije derrotada y convencida que en algún minuto de la vida tenia que dejar de ser tan complaciente y aprender a decir no.
- Siii – exclamó Ale abrazándome emocionada – Acá esta la dirección – pasándome una tarjeta – comienza a las 8 y es con disfraces, pero no se preocupen dejaré los vuestros en recepción – Ahora me tengo que ir tengo una cita con el psicólogo de mi perro, ha estado muy nervioso con esto de la boda el pobre.
-Psicólogo canino claro, de vital importancia – exclamé con una ironía que me amiga no logró detectar.
Nos despedimos con un abrazo sincero, Ale se subió a una ¿Limosina? Y yo me quedé parada en medio de la calle pensando en que me había vuelto a meter en un lio. ¿Qué lugar más idóneo para perder la virginidad que una despedida de soltera heterosexual? De seguro cuando se lo dijera a Sarah me mataría, después de todo había reprochado mucho a Ale por dejarnos abandonadas. Yo por mi lado la comprendía ¿Quién no caería a la tentación de viajes a España y trayectos en limosina?
Debía seguir buscando trabajo, ahora sólo me quedaba una alternativa dado que no quería ser puta, pero quizás esa no era tan mala idea ¿Existirán prostitutas que atiendan exclusivamente a mujeres? Cómo sea no creía tener las aptitudes y la presencia para dedicarme a tan loable profesión, no me quedaba más que dirigirme al Hotel Paradise.
Ya en la dirección que señalaba el anuncio me pareció un Hotel muy pequeño y misterioso, toqué el timbre y escuché una voz saliendo del megáfono.
-Motel Paradise ¿En qué puedo ayudarle? – dijo una voz femenina pero algo ronca.
-Vengo por el anuncio del diario – contesté poco convencida, no era un Hotel, era un Motel después de todo.
Tras un ruido mecánico la puerta se abrió, pude ver una larga galería con un montón de puertas a los costados, comencé a avanzar tímidamente cuando la misma voz que había escuchado antes en el megáfono me indicó que entrara en una primera puerta a la derecha.
-Trajiste un curriculum – preguntó una mujer de unos 40 años vestida elegantemente.
-Si – dije alcanzándoselo nerviosa.
-Siéntate – índico la mujer mientras abría la carpeta que procedió a examinar - Todo parece estar en orden – dijo ella mirándome sobre el marco de sus anteojos – Soy Jacqueline administradora y recepcionista del Motel – exclamó extendiendo su mano.
- Isidora, Isy – dije estrechando su mano aun nerviosa.
- Bien Isy, el trabajo no es de lo más agradable pero la paga es buena y los horarios son flexibles si logras ponerte de acuerdo con las demás mucamas. Si te parece puedes comenzar mañana mismo – exclamó Jacqueline mientras subía el volumen de la música ambiental intentando aminorar los quejidos amorosos que salían de los cuartos.
-Perfecto – exclamé sonrojada por los ruidos, no sabéis lo místico que puede ser escuchar un concierto de gemidos con las 4 estaciones de Vivaldi de fondo.
Nos despedimos cordialmente con mi ahora nueva jefa quien antes de salir me dio un uniforme con el cual debía presentarme al día siguiente. No lo podía creer tenía trabajo, después de todo no me había costado demasiado conseguirlo, esperen ¿Estoy trabajando en un motel? ¡Mierda! no se me ocurría un lugar mejor para una lesbiana virgen y desesperada, que cruel ironía era mi vida.
Era temprano por lo que aproveché para ir a mirar algunas librerías y tiendas en el centro, me encontré a una amiga, me invitó un helado, conversamos largo rato de la vida y del tatuaje de un enorme pene que quería hacerse en la espalda, por alguna razón su familia no estaba de acuerdo…
Al llegar a casa Sarah ya se encontraba ahí, le conté lo de mi nuevo trabajo lo que la hizo reír largo rato hasta que le dije lo de la fiesta de Ale esta noche. Su reacción fue menos mala de lo que me esperaba, tras lanzar algunos improperios al aire se resignó a asistir. Noté incluso un poco de entusiasmo en su expresión.
A eso de las 9 de la noche salíamos rumbo a la despedida de soltera, Sarah iba tomada de mi mano, notaba algo distinto en ella.
Hoy
la NOTA va en audio XD
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T.W: ¡Tu sentido del humor es genial! Me ha gustado hasta el momento todo lo que he leído en tu historia.
ResponderEliminarPor otra parte, seguí tu recomendación para ver ambos vídeos y me han arrancado una sonrisa...simplemente tienes un buen sentido del humor.
Saludos :)
Xóchitl
México
De donde eres , me gusto tu acento =)
ResponderEliminarme causa mucha gracia tu historia.
ResponderEliminarDe verdad que me he reido a carcajadas, habia tenido un dia dificil, pero que grato es encontrarse con esta clase de historia, te felicito y te envío un gran abrazo. Ale (Colombia)
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