Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

El Corazón de Cristal - 55 y 56

Capítulo 55

—¿Laura?
—Sí, ¿en qué lado estás?
—El derecho…, a menos que lo quieras tú.
—No, el lado izquierdo está bien para mí. Probablemente sea mejor que te quedes en el lado de la cremallera en caso de que necesites levantarte para ir al baño. Tú has bebido más que yo.

—Síp, estoy segura de que tendré que salir al menos una vez durante la noche. —Crystal sintió cómo el saco de dormir se abría y acurrucó los pies hasta que Laura se arrastrara hacia dentro del caliente y cómodo saco de franela y le volviera a cubrir su cuerpo.
—¿Tienes suficiente espacio? —preguntó Laura.
Crystal, que estaba pegada tan al canto del saco de dormir que podía sentir el frío de la cremallera, asintió con la cabeza antes de acordarse de que no la podía ver en la oscuridad.
—Síp. ¿Y tú?
—Más que suficiente. Puedes acercarte si quieres, hay espacio.
—No quiero aplastarte —dijo Crystal.
—No lo harás, y si lo hicieras no sería un problema. —Laura dio un largo bostezo—. Vamos, colócate bien y así estarás más cómoda y  podremos dormir las dos.
Reticente, Crystal se separó de la cremallera, asumiendo una posición fetal sin mirar a Laura, pero muy consciente del calor que despedía el cuerpo que se encontraba a unas pulgadas de ella. Era una sensación extraña, no habiendo dormido con nadie desde que era una niña pero al mismo tiempo sentía la sensación de seguridad teniendo a Laura cerca de ella, ya que no había cerrojo para cerrar la puerta de la tienda. No era que Crystal no se fiara de las mujeres instaladas en sus propias tiendas, pero el miedo inculcado estaba todavía allí.
—¿Mejor? —preguntó Laura en voz baja.
—Sí. ¿Estás segura de que no te estoy agobiando?
—No, para nada. Todavía hay más espacio si lo necesitas.
—No, estoy bien ―dijo Crystal ajustando su improvisada almohada―. Buenas noches Laura.
—Buenas noches, cariño —contestó la escritora, acercándose en la oscuridad para apretar el hombro de Crystal.
Su intento por dormir fue interrumpido muy pronto cuando un claro gemido surcó el aire seguido por las risitas de las otras tiendas.
—Suena como si alguien lo estuviera pasando bien, —dijo Crystal sonriendo en la oscuridad.
—Mmmm —contestó la adormilada Laura—. Espero que se estén quietas.
—Pues no lo creo, —dijo Crystal después de un gemido más fuerte que cortó la noche—. ¿Quién crees que es?
—No lo sé. No estaba prestando atención a quién estaba en las tiendas alrededor de la nuestra. —Esta vez la mujer hizo algo mezclado entre grito y sollozo, y otra voz susurró…
—Parece Alex.
—¿Tú crees? —Crystal rodó hasta que quedó frente a Laura, entonces se alzó sobre un codo. Escuchó otra vez—. Puede. Suena demasiado profundo para ser ella.
—Oh, Alex, síiii…
—Me parece que tienes razón —dijo—. ¿Con quién crees que está? No la he visto con nadie esta noche.
—Probablemente con Donna. He oído que es algo… vocal cuando está así —dijo Laura.
—¡Hey, Duncan…! —Una voz desde otra tienda gritó—. ¡Bajad la voz. Algunas de nosotras queremos dormir!
—Sí, no quiero tener que hacer algo con mis propias manos aquí gritó alguien provocando más risitas desde las otras tiendas.
—Yo creía que hacías algo con tus propias manos cada noche.
Esta vez reconocieron la voz de Jenny.
—Jódete tú y al caballo que montas, Foster —respondió la voz de forma juguetona.
—¿Es eso una oferta o un insulto?
—Como quieras tomártelo, Jenny. Mi tienda es suficientemente grande.
—No vamos a poder dormir. —Se quejó Laura.
—Bueno, por lo menos alguien se está divirtiendo —dijo Crystal volviendo a acostarse.
—Solo deseo que lo hagan en silencio.
—O plantar su tienda más lejos.
—Creo que podrían estar acampadas al otro lado de la casa y aún así podríamos escucharlas —dijo Laura antes de dar otro gran bostezo—. Debería haber traído tapones para los oídos.
—Bueno, tienen que dejarlo en algún momento, ¿no?.
La escritora se rió.
—Cariño, estás hablando de lesbianas. Son como el anuncio del conejito: y duran, y duran, y duran…
—Oh, maravilloso —dijo Crystal sarcásticamente golpeando su “almohada”—. Supongo que debería estar agradecida de que no tengas novia o no conseguiría dormir en casa.
Laura rió.
—De hecho soy bastante silenciosa. —Se detuvo cuando otra serie de gemidos surcó el aire—. Definitivamente, Donna.
Crystal sacudió su cabeza y cerró los ojos, intentando con todas sus fuerza no pensar en las imágenes que los sonidos traían a su mente.
********
Crystal se despertó inmediatamente por el contacto. Le tomó unos segundos recordar dónde estaba y quién dormía junto a ella en la oscuridad, o mejor dicho, quién dormía contra ella. El brazo de Laura le envolvía de manera protectora el estómago. Había sido ese contacto el que la había despertado. Era medianoche, los únicos sonidos que se oían eran los ronquidos de las tiendas de alrededor y el ocasional crepitar de la hoguera.
Dándose cuenta de que Laura estaba dormida, Crystal se debatía en quitar el cálido brazo que se apretaba contra ella, sin querer despertar a su compañera de piso. Permaneció así acostada durante varios minutos, escuchando la profunda respiración al lado de ella, lo suficientemente cerca como para sentir el cálido aliento sobre su nuca. Cuando sintió la comodidad de los ocasionales abrazos de Laura, se encontró a sí misma sintiendo la misma comodidad en un inconsciente abrazo. Relajada siendo sostenida, se volvió a quedar dormida.
Laura parpadeó y miró a su alrededor, el sol de la mañana iluminando el interior de la amarilla tienda. Para su sorpresa se encontró enroscada  alrededor de Crystal.
“Debía habérmelo imaginado”, pensó, “siempre me enrosco”. Pero se sentía demasiado bien como para apartarse. Inhaló el aroma del champú de Crystal y tuvo que aguantarse las ganas de tocar el suave pelo rubio. “¿A quién estoy engañando?”, alzándose un poco para mirar la durmiente silueta, Laura se admitió a sí misma que deliberadamente había obviado el impulso de enroscarse con Crystal por ésta razón. Era demasiado agradable sostener a la joven mujer entre sus brazos, sentir la suave calidez contra ella. Laura se quedó acostada así durante varios minutos, únicamente disfrutando la sensación. Cuando escuchó los ruidos de las otras despertándose en las tiendas de alrededor, reticentemente se movió hacia su lado del saco de dormir. Por mucho que le agradase el abrazo, sabía que debía volver a su sitio para cuando Crystal despertase. “Probablemente pensaría que intentaba aprovecharme de ella”. Hubo un pequeño movimiento en la tienda.
—Laura, ¿estás despierta?
—Buenos días, Jen —dijo en voz baja—. Crystal está todavía durmiendo.
—Carmen tiene café preparado.
—Muy bien, saldré en un minuto. —Ahora tenía que enfrentarse con el problema de salir del saco de dormir sin despertar a Crystal, quien estaba en el lado de la cremallera. Laura intentó alcanzarla.
—¿Hmmm?
—Shh, soy yo —dijo moviendo su cuerpo fuera del saco de dormir—. Vuelve a dormirte, es pronto.
—¿Qué hora es? —murmuró Crystal rodando sobre su espalda y entornando los ojos.
—Probablemente alrededor de las siete —encontró su reloj dentro de la zapatilla—. Son las siete y veinte. Voy adentro a por una taza de café. ¿Quieres que te traiga una?
—No, yo me levantaré. Además, tengo que usar el baño. —Crystal se sentó mostrándole a Laura algo que no sabía la noche pasada cuando los desnudos muslos fueron revelados. Fue solo entonces cuando la escritora se dio cuenta de que los pantalones los había utilizado como almohada.
“Oh, gracias Dios, que yo no sabía nada de esto anoche”, pensó Laura dándose cuenta también de los dos puntos gemelos que presionaban contra la camiseta de Crystal.
—Saldré y así podrás vestirte —dijo, arrastrándose por la tienda y levantando la cremallera. Parpadeó con la luz brillante del sol, y cuando puso un pie en la húmeda hierba, escuchó la voz de Crystal.
—Estaré allí en unos minutos.
—Vale. —Laura se puso sus zapatos deportivos y se dirigió hacia la casa.
Carmen, Wendy, Jenny y otras, estaban en la cocina cuando Laura llegó.
—Buenos días —dijo, cogiendo dos tazas vacías de la alacena y caminando hacia la jarra de café. Acababa de llenar las dos tazas cuando Crystal entró, su pelo revuelto de dormir.
—Oh, gracias —dijo Crystal mientras cogía la taza con la mano.
—Pensé que podríamos parar a desayunar de camino a casa —dijo Laura, apoyándose en la encimera e ignorando la caja de donuts. Hay un bonito y limpio bistro tan solo a unos minutos de aquí.
—Suena bien —dijo la rubia dejando su café y dirigiéndose hacia el baño cuando Alex salía de él.
—Hay donuts ahí —dijo Jenny.
—No me apetece nada dulce —dijo Laura—. Además, huevos benedictine suena genial ahora mismo.
—¿Qué es esto? —dijo Carmen—. ¿Os marcháis tan temprano?. Pensé que todo el mundo se quedaría un poco más.
—Tengo cosas que hacer hoy —dijo Laura disculpándose, totalmente segura de que se le notaba la mentira en la cara. A no ser que escribiera, no había nada más que pudiera hacer hoy—. Además, Crystal nunca ha desayunado en Ruby´s. Y estoy segura de que le encantará.
—Oh, sí, solas las dos para disfrutar la una de la otra —bromeó Alex
—Compórtate —dijo Laura—. Ansiamos un buen desayuno después de haber sido mantenidas despiertas por ti y por Donna media noche.
—Hey, no es culpa mía que tú no hicieras nada anoche —dijo la policía con una sonrisa satisfecha, mientras se volvía a llenar la taza de café e intercambiaba una sonrisa con Donna—. Así que, ¿cómo va el libro?.
—El final está a la vista, pero estoy intentando finalizar las últimas cincuenta páginas —dijo Laura—. Sabes lo difícil que es para mí entrelazar las cosas.
—Sí, por eso es por lo que tus tres libros tienen más de cien páginas —dijo Carmen—. Oh, pero esas escenas de amor son suficientes para hacerme sentar sobre un bloque de hielo. Tendrás al menos una, ¿no?
—¿No las tengo siempre? —contestó Laura, llevándose la taza a los labios y saboreando el fuerte líquido—. Es una forma de mantener a los personajes juntos.
Se dio cuenta de que Crystal salía del baño y se preguntó a sí misma por qué la vida no era tan fácil como las historias de ficción. ¿Por qué se encontraba lamentándose por lo que no podía tener y al mismo tiempo verse incapaz de darse la vuelta o detener su corazón de sentirse cada vez más atraída por la preciosa mujer que compartía su casa?
—Tengo que desmontar la tienda. Volveré en unos minutos. —Dejando su taza sobre la encimera, Laura apretó el brazo de Jenny cuando pasó por delante de ella y salió al aire libre de la mañana.
Estaba a punto de plegar el nailon de la tienda cuando Crystal se acercó.
—¿Quieres un poco de ayuda?
—No —dijo—. Casi he terminado.
Crystal se arrodilló en el suelo y puso su mano sobre la bolsa de la tienda, previniendo el intento de Laura de quitarla de ahí.
—Hey. —La palabra pronunciada tan suavemente hizo que unos ojos azules se alzaran consternados—. ¿Estás bien?
Tomando una profunda inhalación asintió con la cabeza.
—Estoy bien. Tan solo estaré cansada o algo así.
—¿Estás segura? Parece que algo te incomoda.
Laura se preguntó cuándo Crystal había aprendido a leerla tan bien, y esperaba que su cara no revelara su secreto.
—Estoy bien, de verdad. Te diré qué, ¿por qué no llevas el saco de dormir al jeep?, yo estaré allí en unos minutos y luego podemos ir a desayunar.
—Si no te apetece podemos solamente ir directamente a casa y tomar algo allí —ofreció Crystal.
—No. Realmente creo que te encantará Ruby´s y no tomamos éste camino tan a menudo. —Un pensamiento cruzó por su cabeza―. A menos que no quieras ir.
—Oh, quiero ir. Si es un sitio donde sirven comida real y a ti te gusta, entonces quiero ir. Porque sirven comida real ¿no? No esos brotes de soja y hierba que te gusta y con lo que pretendes convertirte en un conejo.
—Comida real, lo prometo —dijo con una sonrisa—. Estoy segura que puedes pedir un plato extra de grasa si lo deseas.
—Graciosa. Vamos, estoy hambrienta y ya le he dicho adiós a todo el mundo.
Crystal le cogió la tienda y la metió el la bolsa de nailon estropeando todo el trabajo que Laura había gastado plegándola. Sopesando la urgencia de volver a sacarla  y plegarla correctamente, se quedó de pie y siguió a Crystal hasta el coche, agradecida de librarse de los ojos de sus amigas.
Laura entendió por qué sus amigas se metían tanto con ella sobre Crystal, porque si la forzaban a admitirlo, sus comentarios jocosos e indirectas la hubieran llevado a casa. Qué duro había sido la pasada noche estar acostada allí y tratar de dormir con Crystal a su lado, especialmente con los sonidos vocales viniendo de la tienda de Alex. Laura estaba agradecida de que hubiera sido solo una noche y no toda una semana. Dos noches iguales y no estaba segura de que hubiera podido resistir la tentación.
********


Crystal bufó y rodó sobre su espalda buscando la lámpara en la oscuridad. “Esto es ridículo”. Se había ido hacía dos horas a la cama y todavía no le había vencido el sueño. Sentándose, tomó el libro de redacción y un bolígrafo y comenzó a escribir.
“Son casi las dos y no puedo dormir. ¿Por qué? ¿Por qué me siento así? ¿Lo que estoy sintiendo es real o es solo mi imaginación haciendo que esta relación sea algo más que una amistad? Me abraza mucho, pero nunca se me adelanta, así que, ¿por qué sigo sintiéndome así? Nunca he besado a una mujer, pero a veces es tan duro cuando me sostiene tan cerca de ella. Quiero hacerlo. ¿Me devolvería el beso? Lo dudo. Probablemente se sentaría y me diría en ese tono suyo por qué ella nunca estaría interesada en una basura del parque como yo. Soy solo una amiga, una compañera de piso. Le importo, eso lo sé, pero, ¿podría haber incluso más? ¿Y si decide volver a vivir sola otra vez? ¿Y si encuentra a otra amante?.
Tengo frío. La calefacción está encendida, puedo oírla,  pero lo que quiero que me mantenga caliente está al otro lado del hall. Quiero que me sostenga como lo hizo la pasada noche. Me pregunto si se dio cuenta de lo que hizo. Me sentía tan bien entre sus brazos, como cuando estoy triste y me sostiene. Ojalá supiera todas las respuestas. Nunca había pensado en estar con una mujer antes, y no creo que pudiera, a menos que fuera Laura. No quiero solo una mujer, la quiero a ella.
¿Por qué no puede mi vida ser como la de sus libros donde la heroína se queda con la chica al final y corren hacia la puesta de sol?
¿Por qué no puedo ser la chica para ella?”.

 Capítulo 56

No pensé que lo leerías cuando lo escribí —dijo Crystal con aire sombrío mientras picoteaba ausentemente con las manos los cojines del suelo.
—Lo creo —dijo Jenny cerrando el libro de notas y sentándose con ella en el suelo—. Necesitamos hablar de esto.
—No hay nada de lo que hablar —dijo encogiéndose—. Ella no está interesada en mí de esa manera.
—Eso no hace que tus sentimientos sean menos reales —dijo Jenny—. ¿Has estado enamorada antes?
—¿Con la gente de la que me solía rodear, doc? —Crystal negó con la cabeza—. Me fui con algunos chicos a la cama aquí y allí, pero nunca he tenido una verdadera relación romántica.
—¿Has pensado en la posibilidad de que esto no sea más que una reacción por pasar mucho tiempo con Laura? Por lo que me has contado, no le has permitido a nadie que se acerque a ti desde tu hermana.
—¿Así es que piensas que porque Laura es mi amiga y una lesbiana, estoy pensando que a lo mejor yo también lo soy?
—Tú eres la que escribió que nunca había estado interesada en ninguna chica —dijo la terapeuta—. Y lo que yo crea no importa. ¿Cómo te sientes?.
Crystal bufó.
—Tú misma lo has leído, doc —hizo una pausa—, ¿crees que estoy confundiendo amistad con amor?
—Creo que esa es una pregunta que tienes que contestarte tú misma —dijo Jenny suavemente—. Sobre lo que a una relación romántica se refiere, no creo que estés preparada en estos momentos. Estás comenzando a lidiar con los abusos de tu padre. Añadir un romance novato a ello es como ganar un boleto para un desastre emocional.
—En otras palabras, no sirvo para ser la novia de nadie —dijo en un tono de desprecio.
—En otras palabras, necesitas tiempo para quererte a ti misma primero antes de aprender a amar a alguien más, quienquiera que sea —corrigió Jenny—. Todavía utilizas el alcohol y las drogas para nublar tus sentimientos, no importa los progresos que hayas hecho aquí. Y los has hecho. No importa lo duro que sean a veces los sentimientos, sabes que te sientes mejor cuando le plantas cara al dolor y pasas por encima de él ―miró su reloj—. Desgraciadamente estás fuera de tiempo hoy.
—No voy a decirle nada de esto a Laura —advirtió Crystal—. No necesito estar buscando otro sitio en el que vivir además de todo esto.
—¿Realmente piensas que si le contaras cómo te sientes te echaría? —preguntó Jenny—. Yo no.
—No, probablemente me dejaría quedarme —admitió—, pero no podría hacerlo. —Le ofreció a la terapeuta una tímida sonrisa—. Sabes lo buena que soy desapareciendo.
—El único problema es que no puedes esconderte de ti misma —dijo Jenny plantándose sobre sus pies. Crystal cogió su libreta y se levantó también.
—No es sobre Laura sobre quien tienes que preocuparte, Crystal. Es sobre ti misma. Mi consejo es que sigas escribiendo acerca de cómo te sientes y, por encima de todo, sé honesta contigo misma ―sostuvo sus brazos en el aire—. Te veo la semana que viene.
—Estaré aquí —dijo Crystal mientras aceptaba el obligado abrazo—. Y, ¿doc?
—¿Sí?
—No me has servido en absoluto de ayuda con esto ¿sabes?. Estoy más confusa sobre lo que siento por ella ahora que antes de venir aquí.
Jenny sonrió.
—Ya lo sé. Es mi trabajo.
Crystal salió a la oficina de recepción. Esperando que la secretaria terminara con una llamada telefónica, pudo escuchar su próxima cita. En la pared, cerca de la puerta, había un tablón lleno de panfletos. Mirándolos ausente mientras pasaba el tiempo, los ojos de Crystal se fijaron en un folleto azul con las palabras ‘¿Necesitas ayuda?’. Cogiendo uno del tablón, lo abrió y se encontró que eran los horarios de las reuniones de Alcohólicos Anónimos.
—¿Señorita Sheridan? ¿El próximo martes a las cinco y media?
—¿Qué? Oh, sí, está bien —dijo guardándose el folleto en el bolsillo y cogiendo la tarjeta que le ofrecía la mujer de mediana edad—. Le veo la próxima semana.
Minutos más tarde, sentada en su coche y esperando a que éste se calentara, Crystal se encontró mirando el folleto. Una reunión para mujeres comenzaba en tan solo una hora en una vieja iglesia en un complejo de casas de la ciudad. Revisando el contenido, encontró que era una reunión abierta, lo cual quería decir que cualquiera podía asistir tanto si se consideraba un alcohólico como no.
“Puedo ir solo a ver cómo es”, pensó para sí misma, “no es como si tuviera que dejar de beber o admitir que soy alcohólica o algo así”.
La zona de aparcamiento estaba llena de coches, algunos viejos cacharros oxidados como el suyo y otros como si solo hubieran pisado el suelo de exposiciones. Sentada en su coche, Crystal miraba mientras las mujeres sonreían y charlaban las unas con las otras antes de dirigirse al interior.
 “¿Qué diablos estoy haciendo yo aquí?”.
Ciertamente estaba cometiendo un error, Crystal bajó del coche y fue adentro.
***************
—Ahí estás —dijo Laura cuando Crystal volvió tarde a casa—. Estaba empezando a preocuparme. —Secándose las manos en el trapo de secar los platos, la escritora caminó hacia ella—. ¿Ha ido todo bien en tu sesión con Jenny?
—Síp —dijo sin querer entrar en detalles—. Sólo tenía que parar y hacer algo de camino a casa. ¿Qué hay para cenar?
—Pensé que pollo salteado con verduras y arroz estaría bien. Los playoffs son ésta noche. ¿Te apetece ver a los Mets contra los Braves?
—Suena bien —dijo—. Justamente iba a trabajar un poco esta noche con el GED de todas formas. Puedo estudiar y ver el partido al mismo tiempo.
—Oh. —Laura se dirigió hacia las escaleras—. Casi lo olvido. Te he hecho un montón de tarjetas para ayudarte a recordar esas fórmulas con las que estás teniendo problemas. Ahora mismo vuelvo. Las verduras salteadas son para mí.
—Todavía no entiendo para qué nadie necesita saber geometría y álgebra en el mundo real —dijo Cristal mientras entraba en la cocina. Removió la comida con una cuchara de madera unos minutos antes de abrir la nevera y automáticamente buscar una cerveza. Con la puerta abierta y la fría lata de aluminio en la mano, se detuvo. “Día a día. Hacen que suene tan fácil”. Con una mirada resignada, dejó la cerveza en su sitio y cogió en su lugar una soda light.
Laura volvió con el montón de cartas cortadas de un cuaderno de manila.
—Puse el resultado a un lado y la fórmula al otro, así puedes estudiar ambos —dijo, poniendo las cartas sobre la encimera—. Podemos repasarlas entre los lanzamientos.
—¿Vamos a comer aquí o ahí afuera esta noche? —preguntó Crystal mientras habría la alacena y cogía dos platos.
—Donde prefieras. El previo al partido comenzará en cinco minutos.
—El salón está bien —dijo recogiendo las servilletas y los cubiertos—. Creo que me apetece quitarme las botas y relajarme esta noche.
—¿Un día largo?
—Demasiado largo. —Crystal sonrió por el confortable apretón sobre su hombro—. Ya sabes cómo estoy después de una sesión con Jenny.
—Sabía que algo te estaba molestando —dijo Laura gentilmente—. ¿Quieres hablar sobre ello?
Crystal miró hacia la lata que había sobre la encimera.
—Todavía no —dijo suavemente—. Déjame ver cómo van las cosas primero.
Cuanto más intentaba Crystal no pensar en beber, más fuerte era la urgencia por tener una bebida. Los viajes a la cómoda a por sus cigarrillos eran más frecuentes y silenciosamente maldijo la hora en que ayer había decidido dejar de fumar hierba. Los Mets estaban perdiendo, lo cual se añadía a su agravamiento. Cuando el mejor bateador lanzó la bola claramente fuera de la zona de strike, siendo eliminado y acabando las carreras por las bases, ella ya había tenido suficiente.
—Voy afuera a fumar —anunció.
—No hace ni siquiera quince minutos que has salido ―dijo Laura señalando con el dedo hacia fuera—. ¿Por qué estás tan nerviosa? Sólo pierden por dos. Pueden recuperarse.
—No es eso —dijo Crystal desde la puerta entre el salón y la cocina—. Sólo tengo un montón de cosas en mi cabeza. Necesito algo de aire —Abrió la puerta corrediza y salió fuera, sacando enfadada el arrugado paquete de cigarrillos y encendiendo uno.
“Esto no debería ser tan endemoniadamente difícil. No puedo estar tan enganchada a la bebida como aquel viejo lo estaba. No puedo”.
Mirando hacia las siluetas de los árboles, no vio a Laura venir por detrás, sólo el suave tacto de sus manos sobre sus hombros.
—Cuéntame lo que te sucede —pidió la escritora.
Crystal se agarró a la barandilla de metal con fuerza, estrujando el cigarrillo en el proceso.
—Odio sentirme tan… inútil.
—¿Inútil sobre qué?
—Las cosas que no deberían tener control sobre mí ―dijo crípticamente, sacudiendo su cabeza—. Tengo que ser suficientemente fuerte para luchar contra esto y temo que no pueda hacerlo.
—¿Tiene esto algo que ver con que no has tomado ninguna cerveza esta noche? —preguntó Laura.
—No pensaba que prestabas tanta atención en lo que yo bebía o dejaba de beber —dijo Crystal girándose para encarar a su compañera de  piso.
—No es normal que no tomes una cerveza cenando. Que pases tres horas sin ninguna cuando hay un paquete entero de seis latas en la nevera, es extrañísimo—. Laura le sonrió y le apretó el brazo—. ¿Vas a dejar de beber?
Crystal se volvió otra vez.
—No lo sé.
Unos brazos gentiles la rodearon por detrás y Laura apoyó su barbilla sobre el hombro izquierdo.
—¿Sabes cual es tu problema? No te das suficiente crédito a ti misma.
—¿Crédito por qué? —preguntó—. ¿Por destruir mi vida completamente? Laura, tengo veinticinco años y voy a acabar siendo una alcohólica como mis padres.
El agradable grito de un mochuelo cortó el aire de la noche haciendo que Crystal perdiera también sus pensamientos.
—Estás equivocada —dijo Laura después de un minuto en silencio.
—¿Sobre qué? —preguntó sin girarse.
—Sobre acabar como tus padres. —Laura aflojó el gentil abrazo, dejando su mano derecha apoyada contra la pequeña espalda de Crystal—. No lo harás.
—¿Y cómo lo sabes?
Laura se apoyó contra la barandilla metálica también, sus codos rozándose el uno contra el otro.
—Porque tú tienes la voluntad de cambiar. Ellos no. Admitiste que tenías un problema con lo que pasó cuando eras niña y buscaste ayuda para ello. Te diste cuenta de que tenías un problema con el alcohol y estás haciendo un esfuerzo para cambiar eso también.
Crystal bufó.
—No vayas elogiándome ni nada de eso. No es como si hubiera hecho algo emocionante. Fui a una reunión e intenté no beber por una tarde. No puedo creer lo duro que es esto —dijo suavemente.
—¿Sabes por qué estoy tan segura de que tú no vas a acabar como tus padres? —preguntó Laura cariñosamente.
—¿Por qué?
—Porque me tienes a mí y yo no voy a darme por vencida contigo —dijo Laura firmemente—. Ahora, ¿vas a seguir torturando a tus pulmones un poco más o podemos volver ahí adentro y ver si los Mets pueden meterse en el partido otra vez?
********
—Lo siento, llego tarde —dijo mientras se dejaba caer en el suelo sobre los cojines, no muy cómoda con el escrutinio que Jenny le estaba haciendo—. ¿Qué?
—¿No hay libreta esta semana? —preguntó la terapeuta dejándose caer a su vez sobre los cojines de enfrente.
—La olvidé esta mañana. He estado llegando tarde a todas partes. —Crystal se restregó sus sucias manos en su igualmente sucio pantalón―. Ha sido un infierno de semana.
—¿Cómo es eso?
—Hoy es la primera noche que no he tenido que trabajar hasta por lo menos las seis, y para la hora que llegué a casa era tan tarde que Laura ya había comido, por no mencionar que el examen del GED es este sábado. Si me lo pierdo, tendré que esperar dos meses más.
—¿Crees que estás preparada para el examen? —preguntó Jenny.
—Con algunas partes sí. —La rubia se encogió de hombros—. Pero las matemáticas todavía me traen de cabeza. Laura ha estado ayudándome con la fórmulas, pero, ¡maldición!, hay tantas que no puedo retenerlas ordenadas en mi cabeza. Solo sé que voy a comenzar y se me va a olvidar todo.
—Prueba esto. Tómate éste examen como si sólo fuera una práctica. No importa si apruebas o suspendes. Si apruebas, estupendo. Si no, puedes tomarlo como parte de tu estudio y volver a intentarlo dentro de dos meses.
—La verdad es que si suspendes tienes que esperar seis meses —dijo Crystal—. Y no quiero perder el tiempo. Hemos estado trabajando demasiado duro. —Si Jenny se había dado cuenta de que usaba el “hemos”, no dijo nada al respecto—. Realmente quiero poder enseñarle a Laura el diploma.
—Deberías estar haciendo esto por ti, no por alguien más —dijo la terapeuta—. Es tu GED.
—Pero ni siquiera hubiera intentado sacármelo si no hubiera sido por toda la ayuda que Laura me ha prestado. Ella es la que hizo posible que entendiera la maldita álgebra y no habría podido analizar una frase sin ella. —Crystal agitó su cabeza—. No habría podido soportar la última semana sin ella. De ningún modo.
—¿Qué es lo que era tan difícil la semana pasada? —preguntó Jenny.
—Yo…, yo no he bebido nada en tres días. —Los ojos de Crystal cayeron al suelo—. Aguanté dos días primero, pero…, no sé. Fue demasiado duro.
—¿Quieres decir que estuviste seca dos días, entonces bebiste, y ahora no has bebido durante tres días? —preguntó la otra mujer para aclararlo.
—Sip —miró hacia arriba a Jenny—. No recuerdo cuándo fue la última vez que pasé tres días sin beber.
—¿Qué hay de la marihuana?
—No me tientes —dijo Crystal secamente—. Todavía fumo cigarrillos y ni siquiera pienses en apartarlos de mí.
—No tiene sentido que te animes por fracasar intentando marcar tus goles en una liga superior.
—No dije que también  había dejado la marihuna, doc. —Se quejó Crystal—. Sólo he estado demasiado ocupada para hacer una llamada, eso es todo. Además, tampoco he tenido tiempo para fumar desde que Laura y yo estamos despiertas la mitad de la noche preparándome para el maldito examen.
—Lo que sea mientras te mantenga ocupada todo el día —dijo la terapeuta con toda su seriedad—. ¿Has ido a alguna reunión?
Crystal asintió con la cabeza.
—Hay diferentes reuniones para mujeres todos los días a las seis. He llegado tarde por el trabajo, pero he ido allí la mitad del tiempo. Hay una los Sábados también, pero estábamos demasiado ocupadas así que no he fui. —Cruzando sus brazos miró a Jenny desafiante—. Sé que dicen que hay que ir todos los días y que los hay que no hacen otra cosa que ir de reunión en reunión, pero si estoy haciendo algo con Laura no voy a tirarlo todo porque haya una reunión—. Frunció el ceño por la creciente sonrisita de Jenny—. ¿Qué?
—Nunca dije que tuvieras que ir todos los días —contestó la terapeuta—. Me sorprende que vayas tan a menudo como lo haces. Estoy encantada, pero sorprendida. Si te sientes cómoda saltándote una sesión aquí o una reunión allá, porque estás haciendo algo saludable, hazlo. Sólo no dejes que se convierta en una excusa para no ir en absoluto, o te encontrarás a ti misma mirando una botella vacía tan pronto como puedas decir recaída—. Jenny empujó sus rodillas hacia arriba, contra su pecho y envolvió sus piernas con los brazos—. ¿Cómo te sientes físicamente?
—No lo sé. —La postura de Crystal imitaba la de la terapeuta—. Mi estómago se cierra de vez en cuando y  estoy harta de tanta soda light, pero a parte de eso estoy bien, creo.
—¿Estás comiendo regularmente?.
—Vivo con Laura —dijo Crystal secamente—. Se levanta para el desayuno y tiene una bolsa marrón preparada para que me lleve, y la cena está lista casi todas las noches para la hora a la que llego. —Apoyándose con su codo hacia un lado, frunció el ceño—. Peso diez libras más que cuando trabajaba en el Tom Cat. Si continúa así no podré ni pasar por la puerta.
—Estoy segura de que una buena parte de ello es músculo de tu trabajo en la construcción —dijo la terapeuta mientras se levantaba. Fue a su escritorio y cogió dos videos del cajón de abajo—. Aquí. Puedes cogerlos para verlos en casa. Uno es sobre los efectos del alcohol en el cuerpo y el otro es para la gente que se está recuperando y qué obstáculos se puede encontrar y cómo solventarlos. Son un poco viejos, pero si puedes no fijarte en la ropa de los ochenta, estarás bien.
—Gracias, doc —dijo Crystal. Dándose cuenta de la hora que era, se puso también de pie y le cogió las cintas a Jenny—. Justo lo que necesito, más deberes.
—Bien, ya que no has traído tu libro de notas, tengo que salir con algo, ¿verdad? —bromeó la terapeuta.
—Cierto. —La rubia estuvo de acuerdo—. Debemos mirarlo por el lado bueno. Podíamos haber pasado la hora entera hablando de cómo me siento acerca de Laura.
—Te las arreglas bastante bien para tenerla cerca —dijo Jenny—. ¿Lo tomo como que no le has contado nada sobre tus sentimientos?.
—No lo he hecho —dijo Crystal—. Yo… todavía no estoy segura.
—Entonces te sugiero que continúes escribiendo en tu cuaderno sobre tus sentimientos hasta que estés segura —dijo Jenny—. Mientras tanto, ves a las reuniones de alcohólicos anónimos tan a menudo como puedas, y buena suerte con tu examen de GED. Estoy segura de que lo aprobarás con nota.
********
—Voy a suspender —dijo Crystal desanimadamente, cuando llegaron al enorme edificio de piedra.
—No vas a suspender —insistió Laura, acercándose para frotar la espalda de su compañera de piso. Estaban de pie en el parking, muchos eran del instituto, otros eran adultos, arremolinados mientras fumaban y charlaban.
—Es muy fácil para ti decirlo —gimió la rubia.
—Debería de ser fácil para ti también —dijo Laura—. Hiciste los dos exámenes de prácticas y te sabes las fórmulas del derecho y del revés. Puedes hacerlo, Crystal. Sé que puedes —depositó los bolígrafos en la mano de la joven mujer—. Venga, están abriendo las puertas.
Crystal tomó aire profundamente y se quedó mirando el edificio, con todas sus dudas y miedos viniendo a su cabeza.
—Tal vez debería esperar y estudiar un poco más.
—No. Ya has estudiado suficiente. Sólo estás nerviosa.
Incapaz de detenerse a sí misma, Crystal envolvió a Laura y la abrazó fuertemente.
—Deséame suerte.
—Buena suerte, cariño —susurró Laura en su oreja cuando le devolvió el abrazo—. Lo harás sencillamente bien, y después de que hayas terminado, te voy a comprar el bol de palomitas más grande que jamás hayas visto.
—Me concentraré en las palomitas del microondas y una película de alquiler. —Crystal, todavía temerosa miró sus bolígrafos—. ¿De verdad crees que puedo hacer esto?
—No lo creo —corrigió Laura—, lo sé. Ya he elegido el sitio en la pared donde vamos a colgar tu diploma. Ahora entra allí y patéales el trasero.




 Historia Traducida por Alesita. Corregida por Abriles
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2 comentarios:

  1. Siiiissisis el taaan esperado momento esta cada vez maaas cercaaa :D
    Desde Argentina

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  2. Ay dios por favor!!! Yaaaaaaaaaaaaaaaaaa que pase algo etre estas dos!!!
    Me tienen de puro nervios!!!

    Alma

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