Capítulo 39
—Hola. No
esperaba que estuvieras en casa todavía —dijo Laura, con sus brazos llenos de
bolsas plásticas blancas de la tienda de comestibles—. Creí que debería comprar
algunas cosas. Casi ya no teníamos nada.
Crystal
siguió a su compañera hasta la cocina.
—¿Cuánto
tiempo te puede tomar eso? He estado en casa desde las siete.
Laura
colocó las bolsas sobre el mostrador y comenzó a guardar los abarrotes en la
alacena.
—Voy al
centro comercial que está cerca de la interestatal. Tienen los mejores precios,
por eso usualmente está lleno de gente. Me tomó casi media hora sólo para
llegar a la línea de cajas. —Laura miró con atención en el bolso—. Espero que
te gusten las naranjas. Estaban de oferta, así que compré dos bolsas.
—Olvida
las naranjas por un minuto —dijo Cristal—. ¿No me pudiste haber dejado una
nota? No tenía ni idea de dónde estabas. —Tomando la jarra de aceitunas, abrió
el refrigerador y descuidadamente las lanzó en el estante—. Estás con la
monserga de que me asegure de dejarte saber a que hora vendré a casa, ¿pero tú
no puedes tomarte dos segundos para dejarme una nota?
—Lo
siento, pero no pensé que estarías en casa hasta más tarde. Dijiste que irías
al Tom Cat Club y supuse que, como no llegaste a las seis, ibas a llegar más
tarde —dijo Laura, doblando pulcramente las bolsas vacías.
—Sí bueno,
he estado aquí mirando las paredes por lo menos dos horas preguntándome dónde
diablos estabas. Dame eso. —Tomando las bolsas de las naranjas, se volvió
caminando hacia el refrigerador—. Estarás feliz de saber que ya no trabajaré
más en el Tom Cat —dijo Crystal, empujando las naranjas dentro de la gaveta de
abajo.
—Sí, estoy
feliz de escuchar eso y cuidado con esas. Quiero naranjas, no jugo de naranja.
—Tuve un
día pésimo en el trabajo y juro que si un retrasado más insiste en poner su
maldita música de rap, le voy a empujar esa maldita gaveta del refrigerador en
la garganta. Luego me voy a ver a Rick y se comporta como un verdadero imbécil,
entonces vengo a casa y tú no estas por ningún lado. —Crystal le quitó de un
tirón la mantequilla de la mano a Laura.
Para
molestia de Crystal, su compañera estaba sonriendo.
—¿Qué
demonios es tan gracioso?
—Es
agradable saber que te preocupas —dijo Laura, entregándole la botella de
leche—. ¿Ya comiste?
—Hice una
pizza pero sabía más a la caja en la que venía. ¿Y tú?
—Todavía
no. Es muy tarde ahora. Sólo comeré un bocadillo.
—Pensé que
ibas a preparar un pescado y arroz o algo parecido.
—Róbalo y
arroz. Lo haré mañana por la noche. El pescado se puede guardar. —Laura entregó
los últimos abarrotes y separó las bolsas.— Así es que, dime qué pasó en el Tom
Cat.
—Oh, Rick
se comportó como un imbécil. ¡Al diablo!. Odiaba trabajar para él, de cualquier
manera. Tiene demasiada mala fama. —Crystal metió la lata de sopa en la alacena
antes de dirigirse hacia la puerta corrediza.
—Voy a
salir a fumar.
El otoño
estaba definitivamente en camino. La temperatura estaba descendiendo
rápidamente, haciendo de las tardes usualmente templadas algo pasado. Un
particular viento frío, provocó a Crystal que temblara y tuvo que ahuecar su
mano delante del encendedor para que no se apagara la flama antes de prender su
cigarrillo.
“Que me aspen si salgo aquí en el invierno.
Supongo que tendré que hacerlo en mi habitación, si quiero fumar algo de ahora
en adelante. ¡Ah, maldición, qué día!”.
Sentándose bruscamente en la silla plástica,
levantó sus pies hacia arriba del barandal de hierro, cruzando sus tobillos y
apoyando sólo las dos patas traseras sobre la cubierta. Estaba demasiado oscuro
como para ver algo, excepto las sombras oscuras provocadas por la luz de la
cocina. Crystal aprovechó la oscuridad para meditar sobre los acontecimientos
del día.
“Mañana terminaremos el séptimo piso luego no
sé qué me pondrá a hacer Michael. ¡Maldición!, ¿qué pasara si ya no me
necesita? No, él tendrá algo. Él sabe que necesito el trabajo y siempre me
sonríe cuando me ve. Encontrará alguna otra cosa que yo pueda hacer”.
Volteó la cabeza
ante el sonido del corrimiento de la puerta. Crystal observó a Laura salir
hacia la cubierta.
—¿Te
importaría algo de compañía? —Laura se sentó sin esperar respuesta—. ¿Estás
segura que no quieres algo más de cenar?
—No, estoy
bien así. Realmente, no estoy hambrienta de cualquier manera —Crystal levantó
su mano libre y frotó su brazo—. Diablos, se está poniendo frío aquí afuera.
—Eso es lo
que ocurre cuando vives en el noroeste. El verano se va, el otoño llega y antes
de que te des cuenta la nieve te llega hasta las caderas.
—Oh, no
menciones la nieve. Esa es la última cosa en que quiero pensar. Ese oxidado
coche mío, no me da prácticamente nada de calor. Puedo dejar la calefacción
encendida media hora en la mañana y no lograría ni despejar el parabrisas
entero. —Crystal buscó en la oscuridad, sintiendo el cenicero que estaba en la
mesa—. Supongo que no puedo pedir mucho por quinientos dólares. Tengo suerte de
que se mueva.
—Jenny
compró la 'cosa' por quinientos dólares también — dijo Laura—. Fue su proyecto
alrededor de un año. Cada día se la pasaba jugando a ser Señorita Mecánica.
Puedo pensar en cerca de doce o más coches interesantes para restaurar que esa
monstruosidad anaranjada.
—¿Debo
tomar eso como que no te agrada esa calabaza cuadrada con ruedas?
—Es más
que sólo el coche. Me he acostumbrado a eso ya, pero cuando recién lo compró
tuvimos problemas, Jenny usaba el fregadero de la cocina para limpiar sus
partes del motor y las herramientas no mejoraban la situación.
—¿Alguna
vez me contarás qué pasó entre ustedes dos o va a permanecer como un oscuro
secreto? —Crystal preguntó, retirando sus pies del barandal de hierro y
poniéndose derecha en su asiento. Su curiosidad era demasiada y desde que Laura
lo había mencionado no pensaba dejar pasar ese tema.
—Ciertamente
no es un secreto pero no es algo de lo que me gusta hablar —dijo Laura—.
¿Terminaste ya tu cigarrillo? Preferiría hablar adentro en un lugar más
agradable y caliente.
Después de
una visita rápida al baño, Laura y Crystal se sentaron en los lados opuestos
del sofá, ambas usando el brazo del sofá como respaldo.
—Ok, ¿qué
fue lo que pasó? — Crystal preguntó con urgencia.
—Pues
bien... —Laura se restregó la cara con sus manos, tomándose algunos segundos
para enfocar sus pensamientos. —Tienes que entender que eso pasó hace cuatro
años y medio. Para ambas, era nuestra primera relación larga y seria y
pensábamos que estaríamos juntas pasara lo que pasara. Acababa de lanzar mi
tercer libro y lo estaba haciendo bien en el círculo lésbico. Incluso se
publicaron algunos escritos míos en las revistas principales de lesbianas.
Obtenía un gran número de correos de fans y dejé que mi nueva fama se
interpusiera en mi relación. El rompimiento fue mi culpa, completamente. —Laura
apartó la mirada.
—¿Qué es lo
que hiciste? La doc parece que es de las que perdonan cualquier cosa.
—Jenny es
una mujer muy misericordiosa y comprensiva, pero no soportó que traicionara su
confianza y eso fue lo que hice.
Laura
contempló a Crystal.
—Esto no
es algo fácil de contar para mí. Amé a Jenny muchísimo y todavía lo hago. Si
pudiera regresar el tiempo y cambiar lo que pasó, lo haría en un segundo. —La
cara de Laura reflejó la culpabilidad que sentía en su corazón—. Pero el tiempo
no es algo que yo pueda ser capaz de cambiar y una vez que la confianza se
destroza no puede ser restaurada.
—No lo
entiendo —dijo Crystal—, tú y Jenny parecen ser de ese tipo de personas que
tienen esa conexión especial de sentimientos. ¿Ustedes no trabajaron duro para
solucionar las cosas y superarlo?
—Aparentemente,
no —dijo tristemente la escritora—. Intentamos por alrededor de seis meses,
pero simplemente no pudimos dejarlo atrás. Jenny esperó hasta después de la Navidad para finalmente
tomar la decisión y mudarse. —Laura negó con la cabeza tristemente—. Ya estaba
bastante acabado de cualquier manera. Jenny pasaba las noches en la habitación
de invitados para ese entonces.
—Joder, en
verdad lo dañaste.
—La
infidelidad hace eso —dijo Laura—. Tuve un desliz con una fan mientras estaba
en Colorado en un festival de escritoras lesbianas.
—¿Y
pensaste que la doc no lo descubriría?
—No planeé
que pasara. Bueno, supongo que en mi interior, tal vez lo hice. Sabía que Lisa
estaba interesada en mí, ella me había dejado claro más de una vez que no le
importaba que yo tuviera pareja. Sabía que ella iba a estar allí y no le dije
una palabra a Jenny sobre ella.
—Así que
cuando el gato no está en casa los ratones hacen fiesta.
—No fue
así —protestó Laura—. Me sobraron oportunidades antes de estar con otras
mujeres y nunca acepté ninguna oferta. —La escritora se reclinó y pasó sus
dedos por su pelo oscuro—. Esto te va a sonar un poco tonto, pero me deje
conquistar por todas las atenciones y adulaciones que Lisa me daba. Trabajé por
un año y medio en Los Misterios del Rayo Lunar y ahora estaba siendo
recompensada por todo ese duro trabajo. Estaba en las listas de los libros más
recomendables y cuando estuve en esa convención me sentí como una celebridad.
Eso nunca me había ocurrido antes. Para cuando llegue al hotel Lisa estaba a mi
lado, sirviéndome bebidas, sentándose a un lado de mí en cada taller,
siguiéndome como un perrito.
—Suena más
a una zorra que a un perrito —dijo Crystal—. Así que ella quería a la gran
escritora y lo logró, ¿hmm?
—No le
abrí la puerta de mi hotel y le quité toda la ropa. Estuvimos allí por cinco
días y no pasó nada hasta la última noche.
—¿Y cómo
lo descubrió la doc? ¿Fue tu conciencia culpable?
—No. Eso
es probablemente lo que le dolió más. Ella se enteró por accidente. Después de
que llegué a casa de la convención, Lisa no dejaba de enviarme correos. Le dije
que sólo había sido cosa de una vez y que no pasaría de nuevo, que estaba
enamorada de Jenny, y todo eso. Algunas veces, tenía más de cuatro mensajes de
ella en un día. Finalmente dejé de contestarlos esperando que entendiera el
mensaje.
—¿Y no lo
entendió, ¿verdad?
—Oh, sí lo
entendió bien. Lisa se enojó cuando no contesté sus correos y comenzó a llamar
por teléfono aquí. Incluso llamé a la compañía de teléfono para cambiar mi
número, pero antes de que ellos pudieran hacerlo, Lisa había llamado mientras
estaba fuera y dejó un mensaje muy detallado en el contestador de lo que había
pasado en Colorado. Jenny llegó a casa antes que yo.
—Oh,
cielos —dijo Cristal, sacudiendo su cabeza—. Realmente lo jodiste bien.
—Con toda
seguridad lo hice, aunque no usaría esas mismas palabras para describirlo.
—Por
supuesto que no, Mary Poppins, pero eso fue lo que hiciste.
—Sí, así
es. Yo compliqué todo horriblemente. Debí haber sabido que algo pasaba cuando
llegué a casa y de lo único que quería hablar Jenny era acerca de la
convención. Había pasado ya un mes desde eso y no entendía por qué ahora quería
saberlo.
—Así que
pretendiste que nada había pasado, ¿verdad?
—Exactamente.
Entonces Jenny puso el mensaje de la máquina y yo sólo quería morirme. Después
de mentirle no había manera de poder minimizar el daño que había causado el
mensaje. Creo que después de que Jenny pasó todo su tiempo libre trabajando en
la 'cosa' y yo me la pasé en el dormitorio escribiendo, nos distanciamos y ya
no nos íbamos a la cama al mismo tiempo. —Laura apartó la mirada tristemente y
se limpió las lágrimas—. Pero la noche en que Jenny la pasó en la habitación de
invitados en lugar de venir a la cama conmigo, entonces supe que se había
terminado.
—Eso
realmente estuvo mal —Crystal dijo quedamente—. No sé qué decir.
—Realmente,
nunca había hablado de esto con nadie. Peter y Michael supieron que tuvimos
problemas pero ellos marcaron una línea para no meterse e involucrarse. Aún
ahora, Peter sólo sabe algunos detalles de lo que sucedió —Laura negó con la
cabeza—. Pero supongo que eso ya es una cosa que quedó en el pasado. Vivo aquí
y Jenny vive en otro lado. Supongo que todo se solucionó de la mejor manera
posible. Aún estamos muy unidas como puedes ver.
—¿Quieres
que regrese? —Crystal preguntó, necesitando satisfacer su curiosidad.
—Lo
intenté por un tiempo después de que se mudó, pero ahora creo que las cosas
están mejor de esta manera. Creo que la soltería me sienta bien. —La morena escritora
se recargó, hundiéndose más en los cojines del sofá—. Al menos eso es lo que mi
lista de citas me dice.
—Yeah,
tampoco veo grandes romances en mi futuro. —Se lamentó Crystal—. ¿Recuerdas
esos cubos de colores cuando éramos pequeñas? ¿Los que tenían diferentes
colores de cada lado y que tenías que colocar los mismos colores en un solo
lado?
—El cubo
de Rubik —dijo Laura—. Sí, los recuerdo.
—Algunas
veces me siento como uno. Como si estuviera toda enredada y nunca volveré a
estar en orden otra vez. —Una sonrisa traviesa apareció en sus labios—. Solía
desarmar el cubo en pedazos y poner los colores correctamente.
—Yo compré
el libro de cómo armar el cubo —admitió Laura.
—Apuesto a
que también se lo mostraste a todos tus amigos.
—¿Yo?
—Laura fingió inocencia—. No necesité la aprobación de nadie. —La cara inocente
apenas duró unos segundos antes de que se convirtiera en una sonrisa—. Todos
los que tenían uno y no lo podían armar me lo traían a mí. Podía armar esos y
los de la serpiente también.
—Imagínate.
Mis amigos me buscaban por los cigarrillos —dijo Crystal con orgullo—. Patty me
enseñó como obtenerlos. En el boliche tenían una máquina de cigarros en la
misma habitación que los videojuegos. Compraba un paquete por tres dólares y se
los daba a mis amigos a veinticinco centavos por cigarrillo. De esa manera
Patty yo teníamos dinero para gastar.
—Ah, tú
eras ese tipo de niña del que mi madre me advirtió que no me juntara —dijo
Laura con una sonrisa—. Ella pensaba que manteniéndome alejada de todo lo malo
llegaría a ser una correcta y estirada esposa militar como ella. Su mejor
opción para tener nietos, y resulté ser una escritora de novelas de misterio
lesbiana, con ninguna intención de ser madre.
—Estoy
segura que el álbum de fotos era abierto en las reuniones de madres, ¿no es
así? —dijo Cristal con una sonrisa sardónica. Se enderezó fingiendo abrir un
álbum—. Aquí está tu madre mostrando las fotos de tu graduación del
bachillerato. —La rubia fingió volver la página—. Aquí estás graduándote de la
universidad. ¡Oh, qué orgullo!. Inteligencia y belleza. Apuesto que ella estaba
pensando en las fotos sobre tu boda en las siguientes páginas.
—Y hasta
en el color de liguero y el orden de las canciones —afirmó Laura, asumiendo la
misma posición y abriendo un álbum imaginario de ella—. Tenía todo planeado por
años. Lo único que no predijo, fue el joven chico militar elegante para casarse
conmigo. Lo mejor que pudo obtener fue una ceremonia de bendición que Jenny y
yo tuvimos aquí en el jardín trasero y creo que estaba molesta porque no la
dejé planear con quién me iba a comprometer. Ella vino a la ceremonia, pero no
tomó fotos. Debe haberse quejado de mis centros de mesa que no estaban
simétricamente colocados.
—Yeah, ¿No
es horrible cómo no estamos de acuerdo con nuestras madres? —preguntó Crystal,
pasando la página imaginaria—. La mía ni siquiera se graduó del bachillerato.
Me imagino lo que ella pondría en el mío. —Crystal cambió de posición
ligeramente y fingió ser su madre abriendo un álbum—. “¡Oh, mira!, aquí están
mi Patty y Crystal con el oficial de policía, inmediatamente después de que
fueron atrapadas robando dulces de la farmacia de Coulson. ¡Oh!, y aquí están
mis pequeños angelitos con otro agradable oficial de policía después de que
tenían prohibido entrar a otra tienda por robar”.
—Por lo
menos eras constante —bromeó Laura.
—Yeah,
probablemente creyó que estaríamos presas para cuando fuéramos adultas —dijo
Crystal con un tono de amargura en su voz—. En la cárcel o viviendo con un
borracho y con un par de niños como ella.
—Eso es lo
más maravilloso de ser una adulta —dijo quedamente Laura—. No tenemos que
darnos la gran vida, o vivir mal según sea el caso, según las expectativas de
nuestros padres. Les guste o no, estaremos en desacuerdo con nuestras madres ya
sea en una cosa u otra. Mírame, probablemente no esté en la misma posición que
tú, pero ciertamente no soy una devota esposa de un militar como mi madre
quería. ¿Crees que estaría orgullosa por presumirme con sus amistades? —Laura
negó con la cabeza—. Créeme, mamá habla de la graduación de Bobby y a cual
universidad irá, pero ella evita mencionarme a mí ante sus amigos.
—¿Por qué?
Es decir, tú tienes una licenciatura. Y eres una escritora y todo eso.
—Una
escritora de novelas lesbianas de misterio —aclaró Laura—. Si ella menciona que
soy una escritora, ellos querrán ir a comprar mis libros y eso es la última
cosa que ella quiere que pase. Tienes que recordar que mis padres son
republicanos. Ellos todavía son de los que te dicen no preguntes, esa es la regla.
—Pero la
vi aquí ese día. Ella parecía feliz contigo.
—Oh, lo es
la mayor parte —dijo Laura—. Simplemente, hay ciertas cosas de mi vida que a
ella no le gustan, mi sexualidad es la número uno, por supuesto. Pero no es
sólo eso. A mamá le gusta el teatro, a mí no. A ella le gustan los recorridos
largos y aburridos por los museos y galerías de arte. Yo prefiero ir a los
bolos o jugar softbol. No soy la hija que ella imaginó que sería y eso no es
siempre tan fácil de manejar para un padre. Hubo un tiempo que ella encontraba
cualquier excusa para no venir cuando Jenny y yo estábamos juntas, pero eso fue
hace mucho tiempo. Pero ya lo ha superado y me ha aceptado como soy, con
diferencias y todo lo demás.
—Debe ser
agradable —dijo Crystal, moviéndose en una posición más confortable en el
sofá—. No creo que mi madre pudiera aceptarme. —Pasando sus dedos por su pelo
rubio rápidamente, agregó—: ¿Sabes algo? Es agradable saber que tu vida tampoco
es tan perfecta.
Laura rió.
—Ni mucho
menos, Crystal. Tengo problemas como todos, sólo que yo tuve un escenario
diferente. No somos tan diferentes.
—Como la
noche y el día, tú eres una maniática de la limpieza.
—Tienes
toda la razón en eso, chimenea con pies. —La escritora le regresó la broma—.
Pero creo que me quedo contigo, de cualquier manera. —El comentario le ganó a
Laura una sonrisa completa de su compañera—. Ahora habrá algo que me gusta ver.
—Yeah,
bueno, no te acostumbres —gruñó Crystal en broma—. No quiero que te la pases
alrededor mío y arruines mi reputación.
Capítulo 40
Laura tomó
el control remoto de la mesita de café y encendió la televisión.
—Creo que
hay un juego de básquetbol esta noche. ¿Te gusta el baloncesto universitario de
mujeres?
—No soy
aficionada de ningún deporte pero creo que si lo veo podría verlo de vez en
cuando —dijo Crystal, observando los canales que iba pasando Laura al presionar
repetidamente el botón. Cuando la revoltura de imágenes se detuvo, ya estaba el
juego.
—Voy por
algo de beber. ¿Quieres algo? —preguntó Laura mientras se levantaba.
—Cerveza,
pero creo que ya no tengo. ¿Tienes algún refresco de cola?
—Acabo de
comprar algunos. ¿Lo quieres solo o lo quieres para preparar tu bebida?
Crystal
brincó fuera del sofá y se dirigió hacia las escaleras.
—Me gustan
mis bebidas con algo fuerte —dijo ella—. Sólo tráeme un vaso; me encargaré de
mezclarlo.
Mientras
Crystal estaba arriba, Laura fue a la cocina. “¿Cuánto puede beber a esta hora? No más de un par de bebidas, estoy
segura. Tiene que trabajar en la mañana”. Canturreando una melodía para sí
misma, Laura abrió la alacena y saco dos vasos.
“¿Así que estabas preocupada por mí, ¿hmm?
Apuesto que es algo que no habías hecho en mucho tiempo”.
Laura
estaba segura de que los muros que Crystal había levantado, se estaban
desmoronando rápidamente. Cuando no tenía la intención de revelar las razones
que había detrás de su rompimiento con Jenny, Laura se dio cuenta que era
importante para ella ser capaz de revelarle ese secreto a Crystal si es que
quería que su compañera continuara compartiendo sus cosas personales.
Un vaso
colorido brillante, casi escondido en la parte trasera de la alacena capto su
atención.
“Me había olvidado completamente de éste”, pensó mientras lo sacaba y lo miraba
detenidamente. “Perfecto. Esto tiene que
hacerla sonreír”. Retirando el vaso que ella originalmente había escogido
para Crystal, Laura llenó ambos vasos con hielo y acababa de abrir la soda
cuando su compañera bajo las escaleras.
—Lo siento,
me tomó un minuto para encontrarlo —dijo la rubia, entrando en la cocina y
desenroscando la parte superior de su botella. El olor conocido que notó, le
dijo a Laura la verdadera razón de por qué se había tardado tanto tiempo.
—No hay
problema. Estoy sorprendida de que puedas encontrar cualquier cosa en esa área
de desastre. Te diste un par de golpes de marihuana cuando estabas arriba,
¿verdad? Un día de estos, no necesitaras de eso para sentirte protegida. Yo no
te lastimaré. Así que, ¿qué clase de bebida va a ser esa? ¿Un poco de sabor de
grano o es un licor asesino que tenías debajo de la mesa?
Crystal
rió y comenzó a echar el whisky en el vaso.
—Ésta es
una buena manera de terminar el día, recostarse y tomar una bebida relajante.
—¡Oh,
¿tres partes de whisky y una parte de soda?!
—No te
olvides el hielo, eso tiene que contar también —dijo Crystal.
—Sí,
tienes razón. Tres partes de Whisky, una parte soda, una parte de hielo.
¿Mejor?
—Ahora lo
entendiste. —En realidad Crystal sólo vertió el equivalente de un trago de
licor en su bebida, dándole apenas un color oscuro por el refresco de cola.
Laura se preguntó si la bebida habría sido más fuerte si no hubiera bromeado
con Cristal, pero decidió que eso no tenía importancia. Iban a descansar sobre
el sofá y observar un emocionante juego de baloncesto juntas.
—Lindo
vaso.
—¿Te
gusta?
—Es
bonito. —Crystal sostuvo en alto el vaso amarillo y miró las palabras
brillantemente coloridas proclamando que ella debería sonreír porque alguien la
quería—. Cursi, pero bonito.
—Bueno,
pues es verdad —dijo Laura, tomando la soda—. Te guste o no te guste, hay
personas que te quieren y se preocupan por ti.
—Uh huh…
—dijo Cristal dudosamente, tomando el vaso de Laura—. Llevaré estos a la sala.
—Asegúrate
de usar un posavasos.
Crystal
fingió estar en shock.
—Ni en
sueños se me hubiera olvidado eso —dijo.
—Sí claro,
te creo —dijo Laura—. Te creo tanto como si me dijeras que tienes un pantano en
venta en la Florida.
—Y barato
también —contestó Crystal—. Te haré una oferta que no podrás rehusar.
Una hora
más tarde, los dos vasos vacíos yacían en posavasos sobre la mesita de café, el
hielo ya hacia rato que se había derretido. El resultado favorecía hacia un
equipo, las visitantes tomaron ventaja sobre el equipo de casa.
Laura concentraba
su atención muy a menudo en algo más importante que la televisión. El pelo de
Crystal estaba algo despeinado. La mirada de Laura se movió hacia abajo,
estudiando la curva delicada de la nariz de Crystal y los labios suaves y
carnosos. No había duda que su compañera era hermosa, pero Laura ahora se
encontraba mirando a Crystal de una manera diferente que antes.
“Para con eso, Laura”, se amonestó a sí misma. “Ella es heterosexual y no está interesada. Tiene demasiado equipaje,
¿recuerdas?”.
En ese
momento el pitazo sonó deteniendo el juego y la televisión mandó a un anuncio
publicitario. De reojo, Laura se dio cuenta de que era un anuncio de servicio
público que promovía acerca de ayudar a prevenir el abuso de menores.
Los ojos de Crystal nunca dejaron de mirar la
pantalla, pero aun de perfil su rostro mostraba todos sus sentimientos. Laura
observó cómo la mandíbula de Crystal se tensaba con fuerza y sus labios se
contraían.
“Aún estás intentando proteger a la pequeña
niña que vive en ti, ¿no es así?”.
El deseo
de abrazar a Crystal crecía dentro de Laura, pero la escritora permaneció
quieta en su asiento. “Lo más seguro es
que se vaya corriendo hacia arriba. Y probablemente pensaría que le estás
haciendo insinuaciones amorosas”.
Cuando el
anuncio publicitario terminó, el juego fue reanudado, Laura miró contenta que
la tristeza en el rostro de Crystal desaparecía. “Eso es, sólo olvídate de todo eso y disfruta el juego”.
—¿La chica
de las Henderson es buena, ¿no te parece? —preguntó Laura.
—Ella sabe
jugar básquetbol, eso es seguro —contestó Crystal—. No puedo creer que haya
hecho ese tiro.
—¿El que
se quedó girando en el aro algunos segundos antes de entrar?
—Sí.
—Ese fue
un buen tiro. —Laura estuvo de acuerdo—. Ella estaba a pocos segundos del pitazo
cuando hizo el tiro.
—No van a
ganar a estas alturas. Quedan sólo dos minutos de juego.
—Estás en
lo cierto. Estoy segura que Peter va a estar decepcionado. Él siempre les
apuesta a ellas. —Laura se inclinó hacia adelante y tomó el control remoto—. ¿Y
qué quieres hacer ahora? Creo que dan una película a las diez.
—Tengo que
irme a la cama —dijo Crystal antes de dar un largo bostezo—. Espero que Michael
tenga algo más de trabajo para mí. Ya casi hemos terminado con la demolición.
—Seguro
que sí tendrá algo —dijo Laura, presionando el botón rojo y apagando la
televisión—. No me había dado cuenta lo tarde que era. Vas a estar
arrastrándote de sueño mañana.
—Noo,
estoy acostumbrada a acostarme tarde y a tener que trabajar sin haber dormido
mucho. —Crystal se puso de pie y se estiró como un gato, subiendo sus manos por
encima de su cabeza—. ¿No te vas a acostar?
—No tengo
que levantarme temprano. No, probablemente encenderé la computadora y regresaré
a trabajar en mi historia sin fin. —Laura se puso de pie y caminó hacia el
apagador—. Necesito hacer un poco de investigación en línea para la siguiente
parte.
—¿Crees
que mañana puedas mostrarme ese sitio del GED que mencionaste?
—Seguro.
Lo buscaré esta noche y lo marcaré en mis favoritos para tenerlo listo para ti.
—¿Qué
harás qué? —Crystal sacudió su cabeza—. No importa. Debe ser tu idioma
computadorsense o algo así.
Laura
presionó dos interruptores, apagando las luces del cuarto y encendiendo los
únicos sobre las escaleras.
—Un día de
éstos te mostraré, así ya no le tendrás miedo a las computadoras.
—Sí, claro
—dijo Cristal dudosamente—. Justo después de que me gane la lotería.
Laura
comenzó a subir las escaleras detrás de ella.
—He
escuchado que eso puede pasar si compras un boleto de vez en cuando. —Cuando
llegaron a la parte de arriba extendió su mano y tocó el brazo de Crystal.
—Espera un
minuto. —Laura terminó de subir las escaleras y se paró cara a cara con su
compañera—. Sólo quería darte las buenas noches —comenzó, deteniéndose para
escoger sus palabras—. Sabes que si alguna vez quieres venir y ver la
televisión conmigo, eres más que bienvenida.
—Gracias
—Crystal miró hacia otro lado, incómoda, luego miró hacia atrás—. No quiero...
—No te
preocupes por eso —dijo Laura, alejándose de la joven mujer—. Eres buena
compañía y tuvimos una plática agradable.
Seriamente,
dudó que Crystal alguna vez haya tenido una amiga íntima con la que se pudiera
relajar y solo poder hablar de todo y de nada. “Probablemente a nadie más que su hermana”, meditó Laura.
—Buscaré
el sitio del GED y lo revisaremos mañana juntas en la noche. —Le dio a Crystal
un apretón cariñoso en el brazo—. No te preocupes. Te haremos pasar tus
estudios con éxito, lo prometo. Solía darles tutorías a mis amigos cuando
estaba en la escuela y les ayudaba a subir de calificaciones.
No
soltando su agarre del brazo de Crystal, Laura dio un paso adelante hasta
quedar a sólo centímetros de ella.
—¿Te
parecería bien un abrazo de buenas noches? —Sintiendo a Crystal dudar, Laura
tomó la iniciativa, rodeó con sus brazos a la joven mujer. A diferencia de la
primera vez que se habían abrazado, esta vez para Laura fue diferente, sintió
el cuerpo femenino presionado contra su cuerpo. Crystal se sentía cálida y
suave, su blusa olía ligeramente a cigarrillo.
—Dulces sueños
—susurró suavemente, sonriendo cuando sintió los brazos de Crystal rodeándola
para corresponder al abrazo. “¿Ves? Está
bien poder abrirse a alguien”, pensó Laura, dando un último apretón antes
de dar un paso atrás.
—Duerme
bien.
—Tú
también —dijo Cristal, alcanzando la manija de la puerta—. No te acuestes tan
tarde.
—No lo
haré —prometió Laura—. Sólo tengo que encargarme de unas cosas y después me iré
a la cama.
Las
“cosas” de las que se tenía que encargar no eran sólo encontrar el sitio del
GED, sino también imprimir las diferentes pruebas de cada tema. Mientras
esperaba a que cada página se imprimiera, Laura examinó las diferentes
preguntas.
“¡Oh, esta fácil!. Todo el mundo sabe que un
triángulo con todos sus lados iguales es un equilátero. Esto será fácil para
ella”.
Otra
prueba salió de la impresora.
“Uf. Me olvidé de historia. No podría recordar
todas esas fechas”.
Miró la
lista impresa de las fechas de los exámenes de la localidad y sentía que
Crystal podría ser capaz de pasar el examen para primavera.
“Hmm, ¿seis meses para aprender tres años de
bachillerato? Tal vez para el verano”.
La
impresora hizo la última impresión antes de anunciar que el trabajo había
terminado y la última hoja salió de la bandeja. Laura tomó su taza vacía y
clavó los ojos en ella.
“¡Oh, vaya!, es demasiado tarde como para
hacer otro poco de té”,
pensó, bajando la taza y mirando la pantalla. “Ok Laura, has pasado las dos últimas horas imprimiendo todo lo posible
que se encuentra en ese sitio”. Miró el casi medio fajo de hojas
pulcramente apiladas al lado de la impresora.
“Mejor no le muestro toda esa pila de hojas a
Crystal de una sola vez, si no saldrá gritando fuera de aquí. ¡Rayos!, si yo
viese una pila como esta que tuviera que estudiar también saldría huyendo”.
Distraídamente, dio un clic sobre el icono de
búsqueda, abriendo su buscador favorito. Había otra cosa que tenía que ver con
su compañera que podía ser solucionada por Internet y a pesar de la hora, Laura
se sintió dispuesta a iniciar esa búsqueda.
—Ok, veamos
cuánta información hay por aquí —dijo mientras tecleaba las palabras “Encontrar
a personas perdidas” y dio un click sobre el botón buscar.
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—Me alegro de verte —dijo Jenny mientras sujetaba la puerta. Crystal la
atravesó, entrando en la oficina de la terapeuta.
—¿Cómo te va, doc? —preguntó, encaminándose hacia el sillón reclinable.
—Todo bien, Crystal. Parecías estar disfrutando en el partido del
sábado. ¿Dónde quieres que me siente?
—Em… —Crystal echó un vistazo al sofá y después a los puffs—. No sé.
—Mirando a la terapeuta, se encogió de hombros—. Donde tú quieras, supongo.
—No te gusta tomar decisiones, ¿verdad?
Crystal vio cómo Jenny se acomodaba en el sofá con su eterna carpeta
sobre las rodillas.
—¿Y de qué vamos a hablar hoy?
—¿Hay algo de lo que necesites hablar? —preguntó Jenny—. La semana
pasada me dijiste que no estabas segura de lo que ibas a hacer con tu trabajo
en el club de strip tease. ¿Has tomado alguna decisión al respecto?
El rostro de Crystal mostró una sonrisa triunfante.
—Oh, sí —afirmó—. No voy a volver, y Michael me ha enseñado a aplicar
cemento y me ha dicho que me capacitará para usar un spray de pintura dentro de
poco.
—Parece que confía en tu habilidad para adaptarte a los cambios y
aprender cosas nuevas. —La sonrisa de Jenny hizo que Crystal frunciera el ceño.
Odiaba esa expresión, porque sabía lo que significaba.
—No sé. Supongo que sí.
—A mí me lo parece. Eres buena para adaptarte, ¿no?
—Dímelo tú, doc —contestó Crystal con tono aburrido. A continuación,
empezó a mirarse las uñas—. Necesito el trabajo, así que tengo que aprender a
hacer las cosas. No es para tanto. —Sintiéndose tensa de repente, Crystal se
levantó del sillón y se dejó caer en el suelo, con la espalda contra el puff
rojo—. Hago lo que tengo que hacer.
—Esa es una de tus técnicas de supervivencia —puntualizó Jenny,
inclinándose hacia delante hasta quedar sentada al borde del sofá—. Has
aprendido a adaptarte al medio en el que te encuentras.
—Ya, lo que tú digas —contestó Crystal, mirando al techo—. Hice lo
necesario para salir adelante, aunque esta vez sirve para algo. Podré solicitar
un empleo diciendo que sé cómo usar una pistola de clavos. Siempre es mejor que
lo de que soy stripper.
—Eso es cierto, pero has adquirido habilidades de todas tus experiencias,
las buenas y las malas.
—Todo va de lo mismo, ¿verdad, doc? —“Venga,
dame un respiro”. Crystal dejó a sus ojos vagar por el dentado patrón de
los azulejos—. Cualquier cosa de la que hablamos nos lleva a mi sórdida niñez y
a toda la porquería que me ocurrió.
—Esta vez no he mencionado tu infancia para nada —señaló Jenny—. ¿Sabes
lo que me dice eso? Me dice que traes algo en la cabeza.
—Yo qué sé.
—Ya te dije que nada de excusas ni tonterías aquí dentro. —Dejando la
carpeta sobre el sofá, la terapeuta acercó el puff azul y se acomodó en él—.
Puedes estarte mirando al techo toda la noche, si quieres.
“Genial”, pensó Cristal. “Eres
un auténtico dolor de muela, doc. De acuerdo”.
—Se lo conté a Laura. —Sabía que Jenny esperaba una mejor explicación—.
Le… le conté lo que me pasó cuando era niña.
Historia Traducida por Alesita. Corregida por Abriles
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autor.
POR DIOS , POR DIOS ME ENCANTA ESTA PARTE DE LA HISTORIA EN DONDE LAURA SE DA CUENTA QUE EMPIEZA A TENER SENTIMIENTOS POR CRISTAL, QUIERO DECIR QUE YA ERA HORA PASARON VARIOS CAPÍTULOS ANTES DE QUE COMIENCEN A DESCUBRIR AL MENOS UNA SUS SENTIMIENTOS. NO PUEDO ESPERAR A VER COMO REACCIONA CRISTAL. BUENISIMA LA HISTORIA FELICITACIONES A LA ESCRITORA ME ENCANTA GRACIAS POR COMPARTIRLA.HA Y QUIERO AGREGAR QUE SOY UNA FAN MAS DE ESTA HISTORIA Y LA SIGO TODOS LOS DIAS. BESOS DESDE ARGENTINA
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