Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

Física, Química y Piel - Fanfic Jemma - Memo (Parte 3)


- Hey… No te preocupes, llamo al auxilio y todo solucionado, toma – le pasó un pañuelo banco impoluto.
- Para qué??? – la miró como si estuviera cometiendo la mayor de las locuras

- Tus manos – se acercó una vez más – Es lo menos que puedo hacer… Toma

- No!!! – acompañó a la negación un movimiento de cabeza – nunca volverá a ser blanco si pasa por estas manos.
- No me importa, úsalo
- No… yo no puedo hacer esto – se rehusó una vez más
- Tómalo por favor – la paciencia le pendía de hilo, se acercó aproximando más el dichoso pedazo de tela – tengo 4 docenas de ellos y mucho mejores, no te preocupes.
- Está bien – Emma se hizo del pañuelo con cautela, limpió sus manos meticulosamente y lo guardó en el bolsillo de su pantalón.
Lo próximo en hacer era llamar al auxilio. Emma la escucha gritar y pelear por teléfono… parece que las cosas se complican cada vez más – Idiota – dijo mientras cortaba. – Tardará en llegar… Puedes creerlo??? Como si uno no pagara el seguro
- Quizás más coches necesitan auxilio esta noche – y era ese optimismo lo que a Jenny más le molestaba
- Quizás… – se apoyó sobre su coche, la espera sería larga.
- ¿Quieres que me quede a esperar contigo? – preguntó bajito mientras pateaba unas pequeñas piedras con sus pies. No había ni una sola razón lógica en su mente para quedarse pero algo la obligaba… y dos son compañía.  
- ¿Quieres quedarte? – eso había sonado de los más sexy y provocador. La cara de asombro de Emma lo demostraba  – Digo… no es un problema para ti… quedarte, verdad? – trató de parchar la situación.
- Mmm… No, no lo es, puedo esperar… aquí – señaló el piso – contigo – la señaló
- Ok – se pasó las manos por el rostro, por el cuello hasta llegar a su nuca y presionó para notar el grado de dureza. Estaba agobiada y tan fuera de su eje que su cabeza le jugaba malas pasadas.

Emma se sentó en la cuneta, apoyó los codos en las rodillas y su mentón en las palmas de las manos. Tenía la vista clavada en la dirección opuesta observando las luces de los coches acercarse hasta encandilarla, cada vez que eso ocurría cerraba sus ojos instintivamente. Era un juego de pequeños pero Jennifer parecía no querer hablar y antes de escucharla gritar, como por vigésima vez en el día, prefería  arrogarse al instante en frente de esos autos. Desechando la idea trágica palpó el bolsillo de su pantalón y se hizo de su teléfono móvil.
¿Para esto quería quedarse? ¿Para revisar su buzón de correo? Podría hacerlo cuando llegue a su casa. Primero me pide quedarse conmigo y después me ignora… ¡¿Quién demonios se cree que es?! Su cabeza tenia toda la actividad que al motor de su coche le faltaba. Por inercia comenzó un movimiento nervioso con su pie derecho que finalizó en una caminata neurótica delante de Emma, la cual parecía solo tener ojos para su móvil
- Deberías dejar de moverte tan frenéticamente… Lograrás ponerme nerviosa a mí – dijo sin quitar la mirada de la pantalla de su móvil
- Ah… – El comentario le había sonado como una ofensa, para ella la situación era crítica y no era su culpa que Emma no lo comprendiera. ¿Qué era lo que una persona como Emma podía entender de su vida? Habían intercambiado opiniones, más bien discutido, un par de veces teniendo como resultado el fracaso total en lo que a ella respectaba. Acabar una discusión apretando las muelas y temblando el cuerpo entero no era algo a lo que estuviera acostumbrada, por lo general bastaba una sonrisa y el mundo estaba a su merced. ¿Por qué con Emma no era así? – Perdona, no quería incomodarte!!! – la acidez que la carcomía por dentro se le escapaba por la boca disfrazada de palabras hirientes.
- No lo haces… sólo lo digo por tu salud, no es bueno alterarse – esquivó como una maestra el comentario inapropiado y habló sin mirarla todavía.
- Malo para la salud???!!! – dijo agitada, había aumentado el ritmo de la carrera – soy joven, fuerte y rica… no creo que nada malo pueda ocurrirme – dijo con desdén
- Esa no es razón para no cuidarse – todavía seguía a lo suyo mientras hablaba
- Tampoco es razón para que me digas que es lo que tengo que hacer – el reproché a Jenny la liberó pero a la rubia le sentó como un bloque de cemento sobre el pecho, la había dejado sin pestañar y con el dedo pulgar elevado sin tocar el teclado del móvil. Estaba congelada. De a poco giró la cabeza para enfocarla y los ojos azules brillantes ya la esperaban 
- Tienes razón… – bajó la mirada al instante – No debería meterme en donde no me llaman – se revolvió un poco el cabello – lo siento – susurró.
- No… No… No!!! – el aumento gradual de la voz se debía a la velocidad con la cual los pensamientos chocaban en su cabeza – No te disculpes!!! – gritó – Deja de disculparte… por favor – terminó por susurrar.
Esta histeria no normal en ella, sólo le ocurría en dos ocasiones: una era cuando alguna situación problemática la sobrepasaba y la otra cuando alguien le gustaba. Sin duda era la primera, el coche averiado, los fracasos labores del día y las peleas constantes con Emma. Emma… tomó noción de que estaba con ella y como no podía ser de otra manera seguía sentada en el mismo lugar.

- Puedes marcharte si quieres… – mejor de esta manera, si seguían así la cosa no terminaría bien, pensó.
- Quieres que me marche? – y la pregunta hacía aparecer esa parte de Emma que a Jenny la trastornaba. No había insinuaciones sólo la correspondencia de los términos que ella misma había marcado con anterioridad – Pues… No lo haré… – Disposición y lealtad a la palabra propia a pesar de lo que eso pudiera significar: “un momento totalmente desagradable”. ¿Cuánta simplicidad puede albergar una persona? Jenny la miraba turbada, tan determinante había sido en su frase, la rubia, que no tenía palabras para refutar. – Pero… por favor no hablemos. No quiero que tus manos – le señaló los puños – terminen apretando mi tráquea.
- Esto no tiene sentido!!! No podemos actuar como si tuviéramos cinco años… ¿Se supone que mañana nos olvidamos de todo y somos mejores amigas??? – le parecía totalmente inmaduro estar a menos de un metro de una persona a la cual conocía y no socializar. No estaba en su naturaleza la timidez pero su excesiva expresividad a veces había causado problemas…
- Propón algo tú – dijo mientras se encogía de hombros – lo he dicho porque me pareció lo más factible pero estoy abierta a distintas opiniones
- Es qué no lo ves??? – miró al cielo rogando porque lo próximo a  decir saliera de su boca de manera correcta.
- El qué? – Emma poco entendía esos ataques de palabrerías
- Que no somos compatibles – acompañó toda la frase con movimientos de sus manos para puntualizar. El silenció de Emma la hizo pensar que no la entendía así que continuó – Que somos opuestas al igual que el agua y el aceite – Emma asentía con la cabeza y Jenny hacía lo mismo pero con una sonrisa por fin se había dado a entender – blanco y negro, positivo y negativo y todas las cosas opuestas que tú puedas imaginar…
- Entiendo, lo que quieres decir es que nuestras personalidades antagónicas no nos permiten mantener una conversación como personas civilizadas – seguía asintiendo con la cabeza
- Claro… dicho más bonito, es eso
- Ya… – Emma se quedó cavilando todas las variantes
- ¿Qué? – preguntó con curiosidad
- Nada… – la miró con algo de pena – es sólo que tu premisa no es verdadera – se puso el pelo detrás de la oreja – bueno… – infló sus cachetes y exhaló todo el aire, era algo difícil de explicar – será verdadera cuando lo demuestres… una recolección de datos hecha en dos días no es muy fiable que digamos…
- Espera, espera… No entiendo ni una sola palabra de lo que has dicho.
Emma se paró en frente de ella – Hablas de la incompatibilidad de caracteres como si fuera una ley y eso no es así – Jenny no creía lo que escuchaba, parecía que Emma hablara en chino de repente – Tú – la señaló – afirmas que debido a nuestra forma de ser jamás podremos llevarnos bien y quizás estés en lo cierto – le dio la espalda – pero yo no puedo afirmarlo, entiendes. No saco conclusiones de manera anticipada…

La luz de un coche que pasaba dibujó el contorno de la figura de Emma en la retina azul. ¿Se podía encontrar lo extraordinario en lo común? Jamás se había doblegado ante nada y ésta no sería la primera vez por más que hallara toda la razón en las palabras de Emma. De pronto se vio enredada en la situación más paradójica de su vida queriendo decir cosas que jamás le hubiera dicho a nadie… de todos modos, ella no se disculparía ni aceptaría su equivocación o “conclusión anticipada”, según Emma. El orgullo había tirado de sus cuerdas vocales dejándola muda…
- Entiendo que tú sí las saques – la mirada de Emma la traspasó como un rayo. La miel tan dulce como dorada residía en sus ojos – me mantendré al margen… – las palabras retumbaban en su cabeza mientras con un leve pestañeo asentía.  – Adiós – Se marchaba calle abajo.
- Aaag…  - si era un gruñido o un saludo no le importaba, lo importante era la necesitad de gritar y la imposibilidad para hacerlo, otra vez, ese maldito nudo se instaló en su garganta. Tocó su cuello y encontró su pulso en la garganta
- Srta. Hartmann – Se giró rápido. El auxilio había llegado.


- Bueno… Recuerden que mañana vamos a clasificar nuestras voces – los alumnos mostraron descontento – Silencio. Vamos a empezar a hacerlo desde ahora… tener un buen oído es requisito fundamental – los alumnos estaban a punto de irse – Esperen – levantó el brazo llamando la atención – Les recuerdo que  el viernes es el examen así que a estudiar…

- OOOOHHHH!!! – se quejó la clase entera
- Es lo que toca – sonrió, la rebeldía era tan marcada en ellos… protestar y rezongar ante todo era su consigna. Adolescentes – Lo lamento…
- Profesora Müller. ¿Cuáles eran los temas? – Preguntó Luzi por tercera vez
- Todo lo visto en el año, que es lo que hemos repasado en estos días… Hasta mañana chicos
- Hasta mañana – respondió su clase

Una vez vacío su salón se sentó en su sillón mirando fijo hacía la pared… aprovechaba estos momentos de paz para pensar, era una costumbre que tenía desde niña quizás por eso no tenía demasiado amigos, la mayoría de las personas veían a estas conductas como extrañas. Pero haciendo esto había conseguido sus mayores logros: sus carreras, su casa, sus viajes y todo lo demás, jamás había tomado una decisión sin meditarla minuciosamente… Abrió un cuaderno en donde tomaba notas y un libro por el otro lado. La tarea era la más rutinaria que conocía: recopilación de datos.
- Aquí es donde te recluyes??? – preguntó apoyado en el marco de la puerta - ¿Qué es tan confidencial que no puedes hacerlo en la cafetería? ¿Me matarás si se lo cuento a alguien?
- Es demasiado ruidosa – sonrió – Y no te mataré si lees el libro – Bodo se acercaba hacia ella – lo haré si lees este cuaderno. – Soltó el bolígrafo y cruzó sus brazos sobre sus apuntes
- No sé como haces para leer esto – dijo mientras leía el título del libro – Es una mierda!!! Jajajaja!!!!
- Mejor esto – señaló su libro - antes que usar esa corbata horrible que traes. El verde y el naranja no combinan – Bodo observó la combinación de su camisa con la corbata.
- Es la última moda – trató de defenderse
- Pobre iluso – puso cara lastimera
- Hey!!! No te burles de mí… – le pegó cariñosamente en el hombro mientras reían. – Por favor seriedad – pidió rompiendo nuevamente en una carajada. – Hoy tienes la cita con el médico – le recordó.
- Sí – miró su reloj pulsera – debería irme ya sino llegaré tarde – se levantó rápidamente y comenzó a juntar sus cosas…
- Jenny preguntó por ti – vio como Emma frenaba sus movimientos – dos veces…
- Te dijo que quería? – preguntó simple tratando de no sonar tan interesada
- Nop… Sólo dijo que quería hablar contigo – Bodo percibía a su amiga pensativa
- Ok, después hablo con la profesora Hartmann… me voy – se despidió con un beso de su amigo y salió del salón.
Bodo se la quedó mirando le hubiera gustado preguntar qué asunto tenía pendiente con Jenny pero ahí estaba la promesa de no entrometerse, él mismo se la había hecho, así que las palabras de advertencias tendrían que permanecer guardadas… Sólo hablaría en caso de fuerza mayor pero Emma estaba en este lugar porque él la buscó, Emma había conocido a Jenny gracias a él…
- Bueno, la inspección es bastante sencilla, esto lo hacemos por pura burocracia – Dijo el médico
- Lo entiendo – sonrió
- Desabrocha un poco tu camisa para que pueda auscultarte – Emma estaba sentada sobre la camilla con sus piernas colgando como péndulos. Hizo lo que el profesional le pedía y a continuación sintió el frío metal sobre su piel – Respira hondo y contén el aire – en la sala de consulta reinaba el silencio, sólo eran ella y él – exhala – sintió el aire escapar de a poco de sus pulmones. Respiró profundo una vez, sabía que el médico se lo pediría y por un segundo más de tranquilidad que sentía en el momento se adelantó a los hechos. El ejercicio la relajaba… tanto que se animó a cerrar los ojos…Un ruido fuerte le hizo abrirlos al instante.
- Quien podrá ser a estas horas??? – se sacó el estetoscopio de los oídos – Espera un segundo, voy a ver.
- De acuerdo. – escuchó como unos pasos fuertes se acercaban y vio como la puerta nuevamente se abría.

Jenny con lágrimas en los ojos camina apoyada de él. Emma rápido saltó de la camilla, una causa era la impresión de la estampa y la otra por no obstaculizar, la cosa no pintaba nada bien.

- Aquí, acuéstate aquí – el médico la ayudó a subir a la camilla. Emma se ancló al suelo tratando de aplacar el impulso de acercarse también – Eso es… – el médico dijo una vez que la posicionó. – Voy a buscar el equipo de rayo portátil, quiero ver si te haz desplazado el hueso…

La rubia dejó de escuchar, la observaba desde un segundo plano, era obvio que se había torcido el pie mientras estaba bailando, llevaba calzas negras y aún traía puestas las zapatillas de ballet. Una tras una, veía las lágrimas caer desde la línea externa del párpado hasta perderse detrás de la oreja siguiendo el camino de sus predecesoras. Los ojos estaban bien abiertos, de perfil se podía ver el azul asomando a pesar de que apuntaran hacia arriba.

-Disculpa la interrupción – la voz le salía quebrada – mi tobillo me esta matando – se apoyó el antebrazo sobre la vista
- No pasa nada – contestó bajito
-Tú??? – intentó rápido incorporase
- No… no te levantes – le indicó que parase
- Es un acto reflejo…Qué haces aquí??? – preguntó mientras dejaba caer el peso nuevamente a la camilla.
- Mi revisión médica
- A estas horas de la noche???
- Bodo
- Ah – como siempre, el novio

- Aquí estamos – las dos vieron como el médico acarreaba un el aparato hasta colocarlo cerca de Jenny – No te puedes quejar – se acercó a ella – Te he dejado en buena compañía – las dos se miraron – ahora vamos a  hacerte una radiografía para ver que es lo que tiene ese tobillo.
- Yo podría… – Emma iba a preguntar si se podía marcharse.
- Tú podrías sacarle la zapatilla de baile mientras yo conecto esto. – estiraba unos cables detrás del máquina.
- No sería mejor si me la quita Ud. Doctor –el comentario hizo que Emma se detuviera antes de llegar hasta su altura – Es que duele horrores  – miró a Emma disculpándose.
- Jenny… Son dos cintas… no creo que empeore las cosas… quítasela Emma – y desapareció de la sala



Emma despacio caminó hacia los pies de la camilla, la morena se apoyó sobre sus codos para supervisarla en todo momento. Se quedó observando el pie lastimado desde una distancia aproximada a unos 20 cm, pensando en la forma adecuada para deshacer el nudo sin provocarle más dolor. – Trataré de no lastimarte, no te muevas por favor.

Jenny estaba muda, el dolor cada vez era más fuerte y sabía la razón, su cuerpo se estaba enfriando – Está bien.
Divisó un bulto en cara interna de la parte baja de la canilla, allí se encontraba el nudo pero como toda bailarina, Jennifer, lo escondía celosamente debajo de la última vuelta de la cinta. Acercó lentamente sus manos pero algo no estaba como debía: las manos le temblaban. Bastó un rápido movimiento para calibrar la precisión y una última mirada hacia Jenny para corroborar la aprobación… y comenzó.

Frío… al igual que la vez que había estrechado su mano… casi helada era la piel de Emma sólo que esta vez estaba de lo mas agradecía, la baja temperatura funcionaba como bálsamo. Sintió aflojar la tensión de la tira y el alivio inmediato de la normal fluidez de la sangre, le había dolido pero no se comparaba con la recompensa. Lo próximo fue el dedo índice de Emma abriéndose paso entre la tira y su piel, escarbó y lo fue moviendo hasta llevarlo hacia atrás, un pequeño tirón y las cintas estaban totalmente sueltas.
- Ahora la peor parte… – Emma sonrió tratando de tranquilizarla. Jenny se enganchó a sus ojos, eran cálidos y en ella surtían un efecto que no comprendía del todo, esta vez no lucho por imponerse sólo dejo que pasara. Y cada vez más abajo, el mentón, el pálido cuello, los lunares como huellas en su clavícula  y los dos botones desabrochados de su camisa que dejaban entre ver las copas del sostén negro…
- Dios!!! – En qué estas pensando Jenny? Se preguntó a si misma. Te has golpeado el pie no la cabeza,  se respondió
- Te he hecho daño? – la miraba preocupada y la morena comenzó a sentir vergüenza, estaba punto de encontrar placer en el dolor ¿qué mente retorcida era capaz de hacer eso? ¿Encima con la novia de Bodo?.
- No… no, no… sólo estaba pensando en otra cosa – sonrió nerviosamente – para olvidarme del dolor.
- Ah… Eso está muy bien, continúo – miró fijo el techo, tratando de esconderse lo más lejos posible de todos los impulsos eléctricos que le llegaban a la cabeza. Seguramente sus neuronas no estaba haciendo bien la sinapsis o el dolor traía efectos colaterales para la salud mental porque podía asegurar que en este momento sus pensamientos carecían de coherencia alguna.
Una mano se aferró en la parte baja de su pantorrilla con fuerza, lo que pretendía era la inmovilidad total del piel y la otra suavemente tiró desde la suela de la zapatilla hasta conseguir quitarla definitivamente.
- Ya está – le mostraba a Jenny la zapatilla – Tienes el pie hinchado por eso a costado…
- Sino hubiera salido sola, son de tela – Terminó la frase
- Exacto – asintió con la cabeza
- Gracias
- Ha sido un placer – le sonrió
- Lo tengo chicas…  vamos a ver – El médico tría bajo el brazo un ordenador portátil, que conectó al aparato de rayos – Vamos esa articulación tibio-tarsiana y después los días que estarás sin bailar…
- Espero no sean muchos… trabajo de esto – dijo algo enojada
- Serán los que deban ser, Srta.

Emma se alejó dejando espacio al profesional para que trabajara y tratando de evitar la radiación, pero el equipo parecía de alta tecnología. Su examen estaba a medio hacer, no sabía si quedarse o marcharse y el Dr. tenía toda su atención puesta en la lesión de Jenny.
- Ninguna de las dos esta embarazada, no? – preguntó sonriendo
- No… – constataron al unísono.

- Bueno… No hay desplazamiento del hueso, eso es bueno – miraba la pantalla de su portátil
- Qué tiene de bueno? El dolor es insoportable – chilló
- Sabes? – se dirigió a Emma – Hace años que la conozco…
- Oh… – se quejó Jenny – No empieces, por favor
- Cuando llegó por primera vez aquí le pregunté si había tenido este tipo de lesiones anteriormente y sabes que contestó: No y jamás las tendré… – la imitación del médico era bastante similar a la realidad y logró arrancharle Emma  una sonrisa – Con toda esa arrogancia y superioridad tan de ella. Quién te ha visto y quien te ve… no? Tú no serás de esas personas que nunca se quedan afónicas?
- No lo soy… he estado afónica más de lo que he querido en mi vida – el médico la miró por encima de los lentes
- Me gustaría escucharte cantar – sentenció mientras colocaba una venda elástica en el pie de Jenny
- Puedo preguntar… Por qué???
- No lo sé a ciencia cierta pero por como hablas me da la sensación de que debes cantar muy bien – la miró una vez más – Además tienes unos pulmones en perfecto estado, eso más el buen dominio de las cuerdas vocales resulta un buen cantante.
- Gracias por la subjetividad…
- De nada, querida, de nada. Bueno Jenny… esguince de primer grado… has tenido suerte esta vez. Voy a recetarte unos antiinflamatorios, mucho hielo y reposo
- Qué??? – el médico se había tapado los oídos con anterioridad pero Emma estaba con la guardia baja y dio un brinco al escuchar el grito. – No voy a estar sin caminar… no puedo estar sin caminar
- Sabes que si apoyas el pie va ir a peor – advirtió el médico – y puedes caminar sin apoyar el pie… gracias a dios se inventaron las muletas, con una sola de ellas estas cubierta…
- Muletas??? – preguntó como si no supiera de que estaban hablando
- Siiiiii… Muletas ¿Es que a caso no hay muletas en Inglaterra?

Emma se estaba atragantando con la risa, este hombre trataba a Jennifer con tanta confiabilidad y familiaridad que cada unos de sus retos se convertían en bromas.

- Tú no te rías – Emma se puso seria al instante pero no se le pasó por desapercibido el guiño de ojo del Dr. – A ver dime cómo has llegado hasta aquí
- Cómo voy a llegar… conduciendo
- Y cómo vas a irte
- Cómo vine me voy. Por qué me preguntas estas idioteces???
- Por que dudo que puedas manejar con el pie así

Eso era algo en lo que Jenny no había pensado. Cuando sintió el dolor agudo en el tobillo lo primero que hizo fue subirse a su coche y conducir hasta aquí aún sin saber, si quiera, si encontraría a alguien. El pie en ese momento dolía poco pero a medida que pasaban los minutos en su coche se había hecho cada vez más punzante pero ahora con la venda apenas podía moverlo. Miró para abajo e intentó moverlo pero el dolor todavía era demasiado fuerte…

- Puedo llevarte… si quieres por supuesto – Emma se compadeció a pesar de no conocer demasiado a Jenny, entendía que para un bailarín perder movilidad se asemejaba como a dejar sin alas a un pájaro.
- Problema resuelto voy por la muleta – salió otra vez del salón.

- No tienes que hacer esto, puedo tomar un taxi – dijo recortando las palabras que se habían dedicado la noche anterior.
- Lo sé, pero si lo hago no tendrás la necesidad de dejar tu coche en la acera y que algo pueda ocurrirle… ese escarabajo es un sueño – se quedó pensando un segundo al terminar la frase – Eso es, no pienses que lo hago por ti, lo hago por tu coche – sonrío
- Gracias… digo, que si mi coche hablara te daría las gracias seguramente – correspondió la sonrisa
- Vamos – Se acercó hasta la camilla y se posicionó del lado del pie malo – tú rodea mis hombros con tu brazo y yo te sostendré por la cadera – hizo una señal preguntando si estaría bien
- De acuerdo – su brazo estaba no estaba bien agarrado y no por falta de fuerzas sino porque no sabía hasta donde llegaban los límites de contacto físico que tendría Emma y vibró entera cuando el brazo imponente  de Emma rodeó su cintura.
- Deberías agarrarte con más fuerza, la cuestión es que no apoyes el pie – se pegó más al cuerpo de la rubia y por primera vez sintió su olor. Era un aroma suave, elegante y fresco… Aprovechó que Emma miraba hacia abajo para enmarcar su perfil y una vez más llegó a la misma conclusión: no tenía nada de extraordinario, no al menos, que se pudiera ver desde esa perspectiva.
- Cuando tú quieras… – los ojos de Emma estaban tan cerca y Jenny no pudo resistir perderse en ellos. Le hubiera gustado tener el valor para sostener más el contacto pero como buen cobarde, agachó la mirada.
- Sí… ahora – Abrazadas caminaron hacia la salida de la sala.


Se preguntó si se podía vivir dentro de un cuadro de Dalí, si era posible que la vida algunas veces fuera tan surrealista… Todo estaba desordenado, su coche lo conducía Emma, su pie inmóvil y las fuerzas parecían abandonarla. Los ojos luchaban por mantenerse abiertos aunque el suave balanceo y la desolación de la calle la incitaban a dormir. Giró la cabeza para la izquierda y ahí estaba, totalmente concentrada en el camino, era una rareza para ella la dinámica de los movimientos siempre la veía rígida y estática. Ahora, por fin, se cercioraba de que tenía huesos y músculos en la espalda en vez de hierro.

Emma le sonrió y ella contestó por inercia, esbozando algo que intentaba ser una sonrisa. Todo se puso negro y luchó una vez más por abrir sus ojos, se aferró con fuerza a la muleta que llevaba entre las piernas e intentó no pestañar, sabía que si lo hacía, a lo mejor, sus ojos no se abrirían más. Necesitaba mirarla, necesitaba mantenerla vigilada… necesitaba entender que o quien realmente era Emma y porque su llegada significaba para ella desgracia. 
- Duerme tranquila – Por qué Emma tenía esa capacidad de percepción, parecía que podía leerla entera. Ella, en cambio, jamás intuía nada, la rubia era tan etérea y sutil tanto en sus palabras como en los movimientos que se le hacía imposible adelantarse. Capturó por última vez el perfil y todo se volvió negro para Jenny.

Manejar con Jennifer dormida era un alivio, no habría peleas esta vez… Aprovechó un semáforo en rojo para  observarla dormir, era extraño verla tan tranquila y no gritando a todo pulmón o envuelta en ira. Sonrió, algo de todo lo que había ocurrido desde que ingresó como profesora a la academia le daba gracia; eran opuestas y lo sabía pero la metodología residía en su vida, nunca haría una afirmación sin estar complemente segura de ella.

Conducía mientras tarareaba una canción, no tenía ninguna intención en despertar a la bestia, cuando cayó en la cuenta de que no tenía dirección. A dónde se suponía que debía llevarla?. La observó hecha un ovillo, toda enredada con la muleta pero su pie golpeado estaba apoyado suavemente en un vértice del asiento. Era entendible que necesitara descansar, en el consultorio había comprimido todo el dolor en lágrimas, el gasto energético debía ser importante. Así descartó rápidamente la idea de despertarla y sin más se dirigió hasta la esquina en donde se habían encontrado la noche anterior. No estaba segura de que la casa de Jennifer quedara cerca de allí pero necesitaba un lugar en el cual aparcar para poder llamar por teléfono.

- Soy yo… – hablaba bajito – Me puedes dar la dirección de la Profesora Hartmann – verificó que la morena seguía durmiendo plácidamente. – Bodo… sin preguntas – fue tajante – sólo dame la dirección – apuntó en su cabeza la calle y se dio cuenta de que estaba a tres cuadras y que estaba a sólo dos cuadras de su casa. Eran vecinas – Gracias – y colgó sin despedirse. La miró nuevamente tratando de buscar la familiaridad en su rostro, era poco probable que viviendo tan cerca jamás se hubieran visto… Sonrió una vez más al encontrar el lado positivo de la situación: no debería tomar un taxi para volver a casa.

Frenó en frente de la casa. La vivienda era bastante simple, el lugar chocaba con las joyas que Jenny llevaba en la mano, demasiado modesta. Pintada de banco, una sola planta y con un cerco bajo. No lo cuestionó demasiado, ser adinerado no te obliga a vivir en un palacio, quizás la chica no era tan ostentosa como aparentaba… Suspiró, debía despertarla y a pesar de que le daba pena tenía que hacerlo, las horas como por arte de magia habían volado. Estudió cual sería la manera apropiada para llevarlo a cabo, si tenía mal carácter habitualmente, el mal despertar de seguro se lo potenciaba.

Salió el coche y al instante sintió el cambio térmico, el aire frió chocó fuertemente en su garganta al respirar, la temperatura había descendido considerablemente. Llegó a la puerta del acompañante y la abrió… le estaba dando la espalda, notó la saliente de los omóplatos y de cada una de sus vértebras cervical a través de su blusa, la disciplina física la había esculpido de una manera única además de dotarla de una flexibilidad que no todo el mundo poseía o al menos eso arriesgaba por su estructura.
- Jennifer… Jennifer, despierta – le movía en hombro suavemente – estamos en tu casa – Se removió toda y Emma estaba a la espera para ayudarla a bajar pero sólo buscó una mejor posición para seguir durmiendo – Jennifer – insistió aumentando la vigorosidad de la sacudida para obtener como respuesta un…
- Déjame dormir Ben – balbuceó.
- No soy Ben… Por favor despierta así puedes acostarte en un lugar más cómodo – agarró su mentón para hacer que la mirara, de seguro, una imagen de ella evacuaría todas las dudas.
- Oh!!! – sus ojos azules se mostraban bañados de brillo pero todavía cansados - ¿Qué pasa? – hizo un paneo rápido y al no reconocer el lugar, debido a la oscuridad, sus párpados los cubrieron de nuevo 
- Ya hemos llegado a tu casa… ahora debes bajarte – le quitó la muleta de sus brazos y la dejó apoyada contra del coche. Llevarla cargando no le pareció lo más apropiado, metió medio cuerpo dentro para agarrarla por el torso – mantén el pie sin tocar el piso.

Jenny de repente estaba despierta, el aliento de Emma había rozado su cuello como brisa de otoño, ni cálido ni frío y ella se sentía como una hoja que era elevada.  Las manos blancas obligaron a sus brazos a cerrarse en círculo sobre el cuello para después, una de ellas, apoyarse en la parte alta de su espalda.  Cerró los ojos absorbiendo un poco más del perfume y rezando porque el alto vuelo no terminara en el peor de los aterrizajes. No era correcto actuar así, ni ella misma entendía el sometimiento y adormecimiento corporal.

- Eso es – ya estaban fuera. Lo que parecía no importar a Emma, a Jenny la aterraba, sus cuerpos estaban demasiado cerca sólo separados por una fina cortina de aire. De nuevo el tacto gélido en sus brazos, eso sólo significaba la inaplazable separación… pensó que sólo bastaría rodearla con sus brazos para sujetarla, para dominarla, y para que la serenidad que la inundaba fuera constante – Toma – guió su mano hasta colocarla en la muleta y luego le devolvió sus llaves, poco a poco fue retrocediendo con cautela, Jennifer estaba algo dormida todavía 
- ¿Puedes sola? – Emma que miraba el pie al no escucharla contestar buscó el contacto visual. - ¿Estas bien?

¿Qué si puedo sola? ¿Qué si estoy bien? Eso la llevaba a la conclusión de que Emma podía notar muchas cosas en ella pero la conjugación entre miedo, vergüenza y tormento le era invisible. – Sí – se aferró a la muleta y comenzó a caminar hacia la entrada de su casa. Pasado el cerco, se detuvo, algo en su conciencia llenaba de plomo sus pies – Oye!!! – No volteó a mirarla sabía que estaba allí, de pie, todavía le llegaban oleadas del aquel perfume. Lo bueno era que esta vez no era tan intenso, estaba mezclado con el aire, y no le enturbiaba tanto el pensamiento – Gracias…
- De nada – Susurró 
- Mañana… – se quedó callada, nada de lo que dijera ahora cambiaría las cosas, la tormenta ya estaba desatada. Cerró los ojos fuertemente – Mañana los lobos te comerán… lo siento – abrió la puerta y entró.

Emma es quedó anclada en el lugar no encontraba lógica al comentario ¿Por qué razón la advertencia? Su mente trabajó a rápida velocidad, lo calculó todo en un instante y lo encontró – Yo también lo siento – miró una vez más hacía la pequeña casa y con algo de desánimo comenzó la caminata hacía la suya. Era realmente una lástima que algunas actitudes se perdieran entre la estupidez e ignorancia.


El teléfono móvil lo había tenido apagado toda la mañana, de ninguna manera iba a permitir que su  nuevo trabajillo le requiriera más tiempo del debido, tenía asuntos más importantes que atender. Estaba algo molesta, detestaba los contratiempos, y según Jennifer hoy sería una tarde llena de ellos, la incertidumbre carecía de importancia… ¿Qué reto podría presentar una academia dirigida por y para personas adineradas? … Prendió el aparato y constató que tenía cuatro mensajes en el buzón de voz, todos de Bodo. Ahora los problemas llamaban por teléfono…

Caminaba tranquila hacía la academia mientras los escuchaba, sonrió, a medida que aumentaba el número de mensajes revisados Bodo se escuchaba cada vez un poco más histérico. Quizás no era lo adecuado tomar el asunto con tanta ligereza pero debía mantener la cabeza fría y despejada, no como un tambor. La compostura era un punto ganado y no lo perdería por nada en el mundo. Dobló la esquina y sintió como alguien la tomaba con fuerza del antebrazo…
- Aquí estas!!! – Bodo estaba sudado y con cara de perturbado – ¿Sabes cuántas veces he tratado de localizarte? Te he llamado al móvil no sé cuantas veces y al trabajo, tres, sólo para que un imbécil me diga que no estás disponible… Tú tienes idea…
- Tranquilízate… Por favor – lo tomó por el cuello para estabilizarlo – Tranquilo – La fuerza que apretaba su antebrazo menguaba   
-  Disculpa – dijo después de un largo suspiro – Estoy algo nervioso – secó las gotas de su frente con el dorso de su mano
- Algo? – preguntó mientras se sonreía
- Tenemos problemas – dijo serio
- Lo sé 
- ¿Cómo lo sabes? – preguntó curioso
- Basta con verte para saberlo – con un comentario humorístico cubrió la verdad. Hablar sobre la advertencia de Jenny sólo haría que Bodo comenzase a cuestionarle otras cosas.

La tomó de la mano y se la llevó hasta la academia. Fue cruzar la puerta y todos los miraban, de seguro sabían lo que ocurría o estaban a la espera de que algo ocurriera. Los murmullos se hacían gritos en la cafetería a medida que se adentraban en ella, la traspasaron lo más rápido posible y se internaron en la seguridad del despacho de Bodo.

- Tienes idea de lo que ocurre aquí? Todo está como revuelto – preguntó mientras se sentaba en  una mesa
- Algo he oído por ahí pero no sé mucho – Todos los que estaban en la mesa se quedaron a la espera de más información pero Timo no dijo nada más…
- Cuenta!!! – Luzi lo apuró con un  grito
- Hey! No te pases – les pidió que se acercaran con un movimiento de mano para contar en voz baja – Parece que van a despedir a la profesora Müller
- Qué??? – El grupo de primer año no creía lo que escuchaba y a Luzi la noticia le había caído como un balde de agua fría.
- Eso es lo que escuché esta mañana – se encogió de hombros.
- A quién escuchaste decirlo? –  un cambio de profesor no sería para nada favorable
- Al Sr. Bergmann – Bebió de su café, daba la información a cuenta gota a causa de la falta de interés sobre el asunto.
- Y qué más??? 
- Nada más sólo escuché que hoy arreglarían el asunto en junta extraordinaria
- En junta extraordinaria??? – repitió pensando en lo que las palabras significaban
- Sólo sé eso y lo que hemos visto recién. Parece que la co… He, he… Dónde vas?
-. Tengo cosas que hacer – se alejó de sus amigos con pasos apurados.

- Es qué no lo entiendes??? – Bodo le preguntó por tercera vez a Emma – No quieres entenderlo – golpeó el puño contra la mesa
- No es eso… Yo sólo quiero ser justa y me parece que su reclamo es justo
- ¿Cuántas veces te tengo que explicar que esto no es un reclamo? Es… es una puñalada por la espalda – la sangre parecía bullir en las venas de su frente.
- Están en todo su derecho de presentar quejas. Para mi es verdadero
- Verdadero… Verdadero??? Por dios!!! Deja de ser tan ingenua… Esto no es un reclamo ni nada por el estilo… Esto son malas intenciones teledirigidas
- JaJaJa 
- Encima te ríes… – Estaba indignado con el comportamiento de su amiga, para él el mundo estaba a punto de estallar y no lograba entender como Emma se mantenía tan serena en su sillón y con las piernas cruzadas. De a ratos pensaba que se estaba burlando de él. 
- Es que me hizo gracia… – trató de explicar – …lo de teledirigido. Igual que los misiles – sentenció – ¿Crees que tengan el mismo impacto? – se quedó pensando, el desafío la tentaba…
- No sé ni me interesa… Debemos hacer algo
- Qué quieres hacer??? – se mostró interesada 

Bodo se acercó hasta un estante en su biblioteca, buscó una carpeta y se la entregó a Emma. Observaba todos sus movimientos, si querían ganar esta partida tendrían que llevar la artillería pesada, el único inconveniente era que a Emma la dejaba demasiado expuesta. El trabajo lo había aceptado con una sola condición y esta movida implicaría romperla, estaba seguro que obtendría un no rotundo.

- No – lo miró con dureza – No es el acuerdo que teníamos 
- No puedo ofrecer más… no estoy en condiciones – se disculpó
- Entonces renuncio – Estaba totalmente convencida 
- No es necesario – se acercó hasta ella y la tomó de las manos – Mira, estas quejas formales tienen nombre y apellidos… los dos sabemos que no se trata de tu trabajo con los alumnos de primer año sino de cuestiones personales. Mientras en la junta podamos demostrarlo estamos seguros…
- No quiero que sea de esa manera – se soltó del agarre – no voy a quedarme aquí gracias a batallar con otras personas, si me quedo será porque lo merezco 
- No malgastes tu moral con estas ratas – suplicó 
Emma se levantó para tomar una mejor perspectiva de su amigo – No se trata de ellos, se trata de mí… de cómo doy mis clases  y lo que puedo aportar con mi trabajo a esta institución. 
- El Jurado no lo verá así  - se sirvió una copa de whiskey y volvió a sentarse – Ellos sólo te sacaran los ojos…
- Bodo… – le sacó el vaso que sostenía entre sus manos – Sé que tu intención es cambiar las cosas aquí – Él la miró sorprendido jamás había hablado de las verdaderas razones de la contratación – Yo no suelo entrometerme en los asuntos de los demás, voy a ayudarte en lo que pueda pero será a mi manera… No voy arrojar a la basura mi ética profesional
- Para eso tienes que quedarte en tu puesto – agachó la cabeza 
- Lo sé y por esa misma razón tú me ayudaras – sonrió

Caminaban por el pasillo, el silencio era interrumpido por ruido estridente de sus pasos seguros. Tenían como acuerdo no mostrar debilidad en ningún momento. El cuarto piso no era del todo conocido para ella, sólo lo había visitado una vez…  se dirigían en línea recta hasta el final del pasillo, hacía una puerta que era distinta  a las demás, era el único lugar que no seguía el patrón estructural. Un nudo apretaba su estómago, cada vez estaban más cerca y el nerviosismo, de manera inevitable, se apoderaba de ella. Frenó sus pasos.

-Espera – lo tomó por el brazo y le obligó a que la mirara – No quiero que digas nada sobre ellos
- Emma… – suplicó – No los cubras… por favor – pasó su mano por la cara,  Emma podía ser de lo más obstinada a veces
- Es una decisión tomada y no es encubrimiento… sólo vamos a demostrar que podemos hacer esto sin pisotear a los demás pero si no estás de acuerdo puedo entrar sola – vio como Bodo sin pensarlo un segundo siguió avanzando hasta la puerta del infierno.
- Tienes razón, no son lo importante en este momento pero me ocuparé de él más tarde – la miró – Que no te queda duda.
- No tengo nada que decir al respecto – Bodo bajó el picaporte y entraron

Allí estaban todos ellos tal cual Bodo los había descripto, en el podio de la mesa los más veteranos precedido de otros profesores, la imagen le hacía recordar a la Antigua Esparta y a su enorme Consejo de Ancianos. Estos sistemas eran de una falsa democracia: los verdaderos gobernantes eran ellos, la edad y, por ende, su experiencia les daba el poder absoluto, dejar conforme a todos no sería nada fácil. A pesar de estar cuatro presentes Emma notó que un sillón estaba vacío. Eran cinco, el número impar no dejaba lugar a un empate, era al todo o nada. Uno a uno recorrió cada unos de sus rostros, estás personas calificarían cualitativa y cuantitativamente su  trabajo ¡Qué absurdo! Ni uno sólo de ellos había presenciado unas de sus clases ¿En que se basarían para tomar su decisión?
- Buenas tardes Profesora Müller la estábamos esperando… Tome asiento por favor… Bodo – Indicó con la mano el extremo opuesto de la mesa empresarial. Unos diez profesores los separaban, cinco de cada lado, cada uno de ellos eran representantes las distintas asignaturas y estaban en la Junta para velar por los intereses de sus departamentos. ¡Perfecto! Encima tendré que hablar a los gritos para que me escuchen, pensó. Agarró con fuerza la manija del estuche del violín que traía y  caminó el trayecto acompañada por Bodo y por las miradas escrutiñadoras de todos los que se encontraban en el lugar, se sentó, colocó el instrumento en el piso y su portafolio sobre la mesa.
- Buenas tardes – trató de sonar lo más relajada posible conciente de que se puede perder más por debilidad propia que por la fortaleza de los demás.
- Soy Stefan Bergmann, como puedes notar, presido la Junta, me acompañan Helena Schmidt-Heisig – como buena esposa se encontraba sentada a su izquierda, Bodo la había definido como calculadora y manipuladora. Sus decisiones también serían las de su marido, podía distinguirse a kilómetros que llevaba escrito autoritarismo en su cara. La saludó con un simple movimiento de cabeza, una persona despreciable. – La Sra. Ingrid Jäger – la más antigua de todos como así también la más enfática no había parado de sonreírle desde que había cruzado la puerta.
- Encantada de conocerte – Saludó alegre
- Igualmente – y le correspondió en la sonrisa
- Gabrielle Krawczyk – la mujer castaña la saludó con un gesto de mano para no hacer más larga la presentación – Y falta el Sr. Piet Vogel que ha tenido un contratiempo pero llegará en cual quier momento – El desempate, Bodo no había hablado mucho de él, sólo se había limitado a decir que era un hombre de principios y que jamás se dejaría comprar. No se dejaba influenciar por las posturas ajenas, solía abandonar la sala en el momento de tomar su decisión, un hábito extraño. – Comencemos.
El Sr. Bergmann se sentó y abrió una carpeta, todos los que estaban allí hicieron lo mismo. Emma pensó que faltaba un oficial uniformado para que fuera un juicio de verdad. No entendía toda la parafernalia de la presentación ¿por qué las personas hacían este tipo de cosas? Se trataba de un procedimiento sistemático, de un ritual o simplemente era una forma de hacerse notar… No lo comprendía.
- Supongo que estará enterada de la situación – preguntó mientras pasaba páginas
- Si – Todos la miraron… Ante ese tipo de pregunta cualquiera en su lugar estaría atajándose de antemano, pidiendo disculpas o lloriqueando porque no le quitasen su puesto de trabajo. Ingrid y Gabrielle se miraron y se sonrieron, fueron las primeras en notar que la profesora no se dejaría avasallar tan fácilmente.
- Y qué opina al respecto Srta.? – apretó la soga, la cara de disgusto de su mujer se lo indicaba.
- Creo que es lo correcto – sentenció – no he concursado y es lógico que algunas personas se sientan estafadas, sobretodos aquellas que aspiran al puesto.
- Yo también creo lo mismo – se acercó hasta Emma con una carpeta en sus manos y la dejó sobre la mesa en frente de para después volver a su lugar – Pero no es la única irregularidad en su contratación – le sonrió – Puede empezar explicando su relación con el director y después Bodo nos explicara por que razón sus haberes mensuales son tan altos.

Bodo rápidamente quitó los papeles de las manos de su amiga, al leerlos palideció. Eran una copia del el contrato de trabajo que él había redactado ¿Cómo habían conseguido la información? Solamente la pudieron obtener hurgando en su despacho. La tranquilidad lo había abandonado y sus manos comenzaron a vibrar de manera descontrolada, esto no estaba en sus planes.

- No encuentro conexión entre mi relación personal con Bodo Wilhelmsen – lo señaló – y el asunto que estamos tratando – dado el estado en el cual había entrado su amigo no encontraba otra salida que hacerse cargo de la situación. Stefan la miró con desconfianza, estaba fingiendo estar desinformada o realmente no tenía noción de lo que estaba insinuando. Miró a su mujer y entendió que no tenía que tener compasión, estaba a punto de hablar cuando la puerta se abrió.
- Disculpen la interrupción – rápido Ben ocupó unos de los lugares que estaban cerca del podio. Su padre lo miraba con desaprobación.  
Jennifer… se dijo, Emma, mentalmente al escuchar el sonido descompasado de la muleta golpeando el suelo. Casi la podía verla aparatosamente caminando a pesar de no haberse volteado, sus oídos eran sus ojos en aquel instante. De manera automática quiso levantarse pero la mano fuerte de Bodo dejaba, con disimulo, su brazo pegado al asiento. Lo miró queriendo preguntar qué es lo que hacía y Bodo sólo respondió negando con su cabeza. Sintió un sonido extraño ¡Oh, mi violín!
- Perdona – Jennifer se agachó con algo de dificultad a recogerlo y a colocarlo en su posición original. Cuando estaba a punto de levantarse sintió el tacto de Emma sobre su codo ayudando y dando estabilidad – gracias… – No espero la contestación, no la merecía. Estos días le habían enseñado que Emma era pura amabilidad pero no estúpida. No la ayudaba porque fuera ella, la ayudaba porque la veía como a una persona más… esa era la verdad. Terminó por sentarse al lado de Ben.
Dejó de mirarla, una vez asegurada en su silla  no tenía por qué preocuparse… Centró la mirada nuevamente al presidente de la Junta.
- Conti… – No alcanzó a terminar la frase cuando la puerta fue golpeada otra vez – Adelante – dijo enojado, tantas interrupciones le quitaba seriedad al problema.

- Permiso – la puerta se abrió dando a paso a Luzi y a un hombre de unos 40 años.
- ¿Ha pasado algo con tu madre Luzi? – preguntó la Sra. Ingrid
- No!!! Todo esta bien… yo sólo quiero estar presente – Emma abrió sus ojos sorprendida por lo que escuchaba… Jenny, por el contrario, agachó la vista
- Lo lamento pero los estudiantes no forman parte de la Junta Extraordinaria – dijo con desprecio Helena, las otras dos mujeres del jurado miraron con desaprobación el comentario.
- Con todo respeto – Comenzó a hablar el hombre que acompañaba a Luzi – como representante de los alumnos es nuestro derecho y deber estar presente, dado a que el tema que se trata es la contratación de la profesora Müller, Luzi Beschenko es delegada del curso que se verá principalmente afectado por las determinaciones que se tomen aquí – Hizo una pausa – tratamos de pensar que esta reunión se hace atendiendo las necesidades de los alumnos y, por esa misma razón, nos parece fundamental contar con el testimonio de una persona que realmente conozca el trabajo de la profesora.

Todos los presentes estaba atónitos jamás se había armado tal revuelta por una simple profesora. Los alumnos acostumbraban a intervenir ante problemas edilicios, en la incorporación de distintas materias y talleres o en la realización de eventos. Pero allí estaban, parados, en la puerta reclamando su lugar.
El Presidente de la Junta notó el descontento en el rostro de su mujer, poco y casi nada podía hacer al respecto, los alumnos tenía demasiado peso en la institución era una de las tantas cosas maravillosas que había dejado la dirección de la Srta. Vogel.

- Tomen asiento – los dos ocuparon lugares contiguos a los de Emma y Bodo dejando en claro, con anticipación, a quién apoyaban. Emma le sonrió a Luzi mostrando el agradecimiento que sentía en el momento – Continuemos…  ¿Sabe lo que dice el apartado 148 del reglamento de esta institución?
- Sí…– hizo memoria –  Habla sobre las relaciones amorosas entre las personas que trabajan aquí… Están prohibidas
- Entonces seré directo – la miró a los ojos – ¿Qué tipo de relación tiene con el Sr. Bodo Wilhelmsen?
- Una de amistad – pensó nuevamente la pregunta –… o al menos eso es lo que entiendo – se rascó la cabeza – Estás enamorado de mí?
- Qué??? – Bodo pego un salto haciendo que su silla cayera. Los presentes rieron al unísono. La  jugada había sido totalmente premeditada, algo de humor haría las cosas más llevaderas. – No!!! No!!! No… perdón.
- Es una de amistad – miró a Bodo – y creo que el director está de acuerdo. – Sonrió mientras Bodo lograba tomar asiento y calmar su ritmo cardíaco. Algunos todavía no podían contener las risas, sólo Jennifer se había agarrado de sus sienes y no mostró afición alguna. – Entiendo que lo pregunte – se puso sería.
- ¿Él la llamó ofreciéndole el trabajo?
- Sí, hace 10 días exactos… – abrió su portafolio y sacó unos papeles. No tenía intención de fanfarronear, eran los certificados de sus títulos. Esta mañana los cargó porque intuía que serían de utilidad – Bodo y yo nos hemos egresado de la misma escuela, es muy posible que haya pensado en mí para el puesto dado a que conoce mi desarrollo académico – se levantó para dejar la constancia de sus palabras en frente del Sr. Bergmann y al pasar por detrás de Jenny, la morena recibió una punzada directa en la boca del estómago al sentir el oleaje de aire caliente mezclado de su aroma que Emma esparcía en el medio. – Los documentos que tiene en su mano – le habló a Helena, quién era, la que se había hecho de la carpeta – validan cada una de mis carreras de grado y de postgrado, cursos, talleres y seminarios que he tomado en el país o en el extranjero.

La rubia leía veloz pero cuidadosamente cada uno de los certificados que tenía en frente, miró a su marido contrariada, algo no le cuadraba - ¿Cuántos años tiene Srta. Müller? – dijo sin levantar la vista.
- Veintisiete – se animó a cruzarse de piernas
- Son demasiados títulos para tan corta edad – sentenció. Jenny sonrió al escucharla ¿Demasiado títulos para tan corta edad? De que manera eso tenía importancia si los estaba haciendo polvo.  
- Fui iniciada en el método Suzuki a los tres años – claro que había aprendido primero sobre música y después a hablar… Ella si había estado en sus clases para escuchar como cada palabra era empuñada con una devoción desmesurada. – desde esa edad he estado en contacto constante con la música…
- Ah… – pasó los papeles a su esposo para que los revisara – Déjeme preguntar una cosa, Srta. ¿Por qué razón ha elegido trabajar en esta academia? Con lo que sabe podría estar en escuelas muchos más prestigiosas y con reconocimiento internacional… No termino de entender…
- Bueno, esas son cuestiones personales pero contestaré – agachó la cabeza para pensar con cuidado las palabras y volvió a la carga – No estoy interesada en el prestigio ni en el reconocimiento…
- Amén – dijo un hombre que entraba por la puerta – Esas son palabras sabias – apuntó con su dedo índice. Piet Vogel había entrado como un huracán – Cómo estas Bodo???
- Bien – estrecharon sus manos – Es una alegría verte…
- Casi no ocurre quedé atrapado en un atasco enorme – Stefan rodó los ojos  
- Jajaja – la presencia del hermano de la Srta. Vogel lo relajaba – Tú y tus problemas…
- No me presentas a la reencarnación de la diosa Atenea – lo codeó
- OH – Bodo se levantó y Emma hizo lo mismo. – Esta es la Profesora Emma Müller… seguro has escuchado su nombre
- Encantado – estrechó su mano con fuerza – y si he escuchado tu nombre… Ayer alguien dejó un mensaje en mi contestador que decía: Témenos que sacar del camino a Emma Müller – bromeó sin soltarse aún del agarre. Era pedante y ofensivo en sus comentarios pero aparentaba ser sincero – ¡Qué malas personas! – fue a ocupar su lugar al lado del presidente.
- Disculpe nuevamente la interrupción profesora Müller
- Eh… si – Le costó ubicarse – Lo que quería decir en pocas palabras, es que lo importante es la experiencia de enseñar y todo lo que pueda aprehender del intercambio con mis alumnos – miró a Luzi –  Considero que el prestigio toma valor según la perspectiva de quien lo mire. – El silencio se hizo dueño del lugar y Emma al no comprender que pasaba se encogió de hombros – Es mi opinión
- Has dicho una verdad más grande que un templo – Piet volvió a hablar –… Creo que estoy enamorado de ti – rieron su gracia, la rubia incluida
- Silencio, por favor – pidió el padre de Ben levantando la voz – Piet podrías dejar de hacer comentarios, tenemos planeado terminar con esto hoy
- Lo siento pero cuando el amor te llega, te llega – hizo como si se cerrara con un cierre la boca pero aún la cara de pícaro no se quitaba, aprovechó que Emma lo miraba para regalarle un guiño.
- Sólo faltaría para que concluyamos que nos expliques, Bodo, el arreglo de pago mensual – constató unos datos en su carpeta – ¿Cómo es que la profesora Müller gana el doble trabajando la mitad del tiempo que un empleado normal?  


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