Loca pasión
Siguió recorriendo su cuerpo hasta llegar a su cara y mirando sus ojos dio dos pasos atrás.
-Déjame ver tu rostro completo-levantó una mano para quitarle el antifaz.
-¡No! –Dijo deteniendo su mano, la jaló hacia ella pegándola de nuevo a su cuerpo sin dejar de mirarla a los ojos -esta noche sólo soy Venus-susurró tan cerca que Cristina sintió su aliento chocar sobre sus labios.
Ya no hubieron más palabras, Venus sin darle tiempo a reaccionar se lanzó a sus labios de Cristina como si la hubiera hechizado se dejó hacer notaba su lengua entrar en su boca con una fiereza única, notaba sus manos apretar sus pechos, notaba su cuerpo cómo presionaba sobre el suyo que había quedado atrapado en la pared.
Las manos de Cristina pronto cobraron vida, tocaron la piel que para ella era prohibida, al notar la suavidad en su espalda gimió, mucho más cuando Venus le desabrochó la camisa, y en un segundo le desabrochó el pantalón, podría decirse que eran dos contrincantes en una lucha que no querían perder, o simplemente dos mujeres que habían dejado el mundo fuera de la puerta y habían decidido vivir intensamente algo que no podían ponerle nombre.
A trompicones, tocándose, lamiéndose, mordiéndose, llegaron hasta el final de la habitación, allí terminaron de volar las ropas las manos de Venus, expertas en recorridos lanzaron a Cristina al sofá, la otra la esperaba entre ansiosa y temerosa pero en cuanto notó cómo la lengua de Venus lamía su dedo gordo del pie e iba subiendo poco a poco por su espinilla, su rodilla, sus muslos, sin una sola palabra frunció sus labios dejando escapar un gemido, notó cómo la mano ajena se unía a su cuerpo abriendo su sexo.
-Si... hazlo –susurró cuando quería estar callada.
-¿Te gusta?
-Sí, mucho –respondió con voz ahogada cuando quería negarlo.
Y Venus sonrió de lado, pasó su mano por el vello perfectamente depilado en el sexo de Cristina, su propio deseo estaba encendiéndola al ver cómo Cristina le ofrecía abiertamente el camino para ser devorada, pero lo demoró porque necesitó hacer suyos aquellos pezones que se mostraban desafiadores, los saboreó mientras con su dedo pulgar jugueteaba con uno, la lengua y los labios, succionaban el otro Cristina parecía que iba a volverse loca, sus caderas se movían agitadamente buscando el cuerpo de Venus, sus talones se habían apoyado sobre el colchón del sofá para hacer más fuerza y llegar mejor, entonces metió uno de sus dedos en la boca de Cristina, que con gusto aceptó, lo lamió mientras la miraba fija y ardientemente, la mano de Cristina comenzó a visitar el cuerpo ajeno, lo rozaba con total cuidado, tragaba saliva, estaba a mil revoluciones y necesitaba algo más que aquel movimiento, Venus lo vio en sus ojos encendidos.
Despacio recorrió su cuerpo nuevamente de manera descendiente, Cristina se acodó sobre el sofá aquella visión le estaba haciendo perder el control, abrió más sus piernas, una de sus manos empujó la cabeza de Venus, y cuando notó cómo su lengua comenzaba a juguetear su humedecido sexo, gimió. Venus también, no lo pudo evitar, y sin más comenzó a devorarla, a beber de ella mientras ella misma se acariciaba su sexo, estaba tan húmedo que se sorprendió.
-Así, cómeme... llénate de mí...así...así...sigue...–decía cerrando los ojos y echando la cabeza para atrás complacida totalmente.
-¿Te gusta?
-Sí, no pares.
-Me encanta comerte.
-Sigue... sigue... por favor... sigue.
-Mírame y pídemelo.
-¿Y si no quiero? –la desafió con la mirada mientras su pecho se agitaba más y más.
-Eso me pone mucho... y tú me estás poniendo muy caliente
-Cómeme... por favor –le susurró mirándola fijamente sin reconocerse apenas, cuando notó como la lengua frenética de Venus subía y bajaba, succionaba sus labios, su clítoris, Cristina gritó como si la racionalidad en su cabeza se hubiera evaporado- Sí, así... así... sigue...sigue... no pares... oh... oh... me estas poniendo a mil... me corro... me voy a correr en tu boca... ¡ah!
Gritó tan alto que hasta ella misma se sorprendió, una vez le llegó el orgasmo y su cuerpo comenzó a convulsionarse sintiendo que estaba a punto de explotar. Venus la observó repleta de gozo, le había hecho perder la compostura, y eso le encantaba, Cuando Cristina levantó la vista, entendió aquel gesto y sin darle tiempo se le echó encima, quería provocar en ella lo mismo no quería ser la perdedora de esa noche de pasión loca.
-Estas tan húmeda –le susurró al tocar por primera vez su sexo mordiéndose el labio mirándola ardientemente.
-Sí... estoy a tope –le dijo sonriendo.
-¿Qué quieres que te haga?, ¿eh? –musitó en su oreja mientras la lamía.
-Quiero que hagas lo mismo que yo... quiero que entres en mí y poder correrme en tu boca –le susurraba con una ansiedad que traspasaba los poros de su piel, que se marcaba en su mirada
-Será un placer.
Venus tragó saliva, aquella mujer totalmente inexperta estaba viajando por su cuerpo con una tranquilidad que le estaba provocando una especie de conmoción, parecía que no iba a llegar nunca a su destino.
- Por favor... por favor –rogó suavemente ante el paso de largo de la boca de Cristina sobre su sexo.
-No tengas prisa...
-No puedo más...
Quien sonrió esa vez fue Cristina, una Cristina que no quería pensar en nada quería olvidar todo y centrarse en aquel sexo que le estaba ofreciendo abierto y tremendamente humedecido, quería ser capaz de devolver todo cuanto le había entregado la otra Venus apoyó sus manos en la cabeza de Cristina haciendo que no dudara más, que no demorara más el momento, notó como dejaba unos besos finos en su clítoris ya endurecido, unos besos que le hicieron morderse el labio para no emitir un grito de locura al tener las manos en la cabeza de Cristina con sus brazos apretaba sus propios pechos que ya se habían endurecido tanto que le gustaba verlos, y más le gustaba ver cómo Cristina recorría lentamente su sexo con la punta de la lengua, Venus le facilitó el trabajo abriendo ese camino con sus dedos pulgar e índice, y entonces la locura se apoderó de ella jadeaba sin parar, sin ocultarlo, sus caderas buscaban que Cristina profundizara sus caricias, una y otra vez se movían agitadamente haciendo que la boca de la principianta se llenara de su sabor lo que le hizo emitir un gemido.
-Está rico ¿verdad?, sigue... comiéndotelo... así... mételo en tu boca –sus palabras se sucedían entrecortadas por una serie de jadeos incontrolados.
-Me gusta –dijo sobre su sexo el movimiento de labios provocó en Venus otra sacudida.
-Me estás volviendo loca... no pares... ¡oh!
Con suavidad pero firmeza siguió gimiendo hasta que llegó al orgasmo, gritó porque Cristina no paraba su tortura, tras encorvar su espalda, tras gritar nuevamente tuvo que cerrar las piernas y ponerse de lado, aquello era demasiado ¡y era la primera vez que lo hacía! ambas respiraban tan agitadamente que parecía se iban a morir pero ambas sintieron los mismos deseos de no parar, de continuar.
Y no pararon; fue Venus quien con un ardor que no reconocía en ella la tomó, la subió sobre sus caderas, le hizo pasar su pierna por debajo de la suya Cristina tampoco se reconocía a sí misma pero poco le importaba, se echó un poco hacia tras exhibiéndole sus pechos, se pasó la lengua por los labios y Venus pasó la lengua por ellos provocando que los pezones se mostraran más erectos todavía, para separarse observarlos con admiración y finalmente caer rendida a ellos, Cristina apretó sus brazos alrededor del cuello, el cuello de aquella amante que en ese momento le estaba ayudando a encajar sus sexos, a moverse, soltó un gemido al notar la mezcla de aquella humedad que estaba descubriendo como una sensación maravillosa, comenzaron a sudar, sus pieles brillantes repletas de deseo, los movimientos se iban incrementando en ritmo, en roce, en humedad.
-Me gusta sentirte tan mojada –le susurró Venus extasiada.
-¿De verdad? –le preguntó para al segundo soltar un gemido fuerte.
-Sí... qué maravilla.
-¿Lo hago bien, eh? –le metió la lengua en su oreja con una decisión que hizo soltar a Venus un fuerte gemido.
-Muy bien... eso es...
El sudor no impedía las caricias profundas Venus había pasado su mano por la cintura y clavaba sus uñas conforme iban llegando al orgasmo, Cristina hacia lo propio en los brazos de la otra, gimieron a la vez, gritaron a la vez y Venus acabó echándose sobre el Sofá atrayendo a Cristiana con ella.
La noche había mostrado su cara más oscura, llevaban dos horas en aquel cuarto devorándose una y otra vez, los labios estaban enrojecidos por el continuo roce, las manos llenas de recorridos que parecían nunca tenían fin, las lenguas conocían cada rincón del cuerpo ajeno, los pechos habían sido avasallados, invadidos sin recato por ambas bocas, ambas lenguas, la maestra fue enseñando cada caricia cómo se convertía en placer y la alumna aprobando con excelente nota.
-Quiero más –le dijo Cristina aún con la voz ronca.
-Eres insaciable.
-Si... ¿y tú? –Le pasó la lengua por los labios- ¿Acaso no quieres más?
-Claro que quiero más –devolvió el gesto- Dámelo aquí.
-Yo también quiero…
-Vale –sonrió, le encantaba su manera de implicarse en aquella noche loca- ¿Cómo está?
-¿Tú qué crees? –lamió su pezón erecto Venus cerró los ojos y entre abrió los labios mientras buscaba la señal de que estaba esperándola para ser devorado- ¿El tuyo?
-De igual modo, esperándote.
-No perdamos tiempo.
-Mejor
Y no lo perdieron, Cristina se dio la vuelta dejando su sexo en la boca de Venus, mientras ésta abría sus piernas para ofrecerle el suyo a aquella boca que había pasado de inexperta a experta con el paso de los minutos, las horas. Lamían y gemían por igual, a pesar del cansancio, a pesar de que era tan sólo un roce y ya se provocaban mil sensaciones recorriendo su cuerpo, era algo ilógico y quizá por ello apasionante, las bocas cubrieron aquella flor que dentro escondía un néctar tan preciado para las dos, sus lenguas lo lamieron con cuidado saboreando, con intensidad, con fiereza hasta lograr ese punto de explosión final, transformándose en locura incontrolable.
No hablaban, no se decían palabras, ni siquiera las pensaban, llegado un momento Venus sin decir nada se levantó y se metió en la ducha, bajo los chorros del agua y mientras enjabonaba su cuerpo, descubría un bocado aquí, otro allá, un arañazo, y levantaba su cara para que el agua le golpeara y sacara de su mente el cuerpo desnudo de aquella mujer que le había hecho perder el control, su codiciado control. Volvía el deseo a cubrir su cuerpo y sin importar que le viera la cara la llamó con voz nuevamente fogosa:
- anda ven... ven que te va a gustar –pero no obtuvo respuesta alguna, cerró el grifo ladeando la cabeza para ver si escuchaba algún sonido pero nada oyó, entonces pensó que se había quedado dormida, la fiera había sido abatida en el sofá, salió dejando su cuerpo totalmente empapado - Ven…
Pero ya no estaba, el sofá estaba vacío, ni rastro de la mujer que durante unas horas le había dado el mayor placer de su vida, con el pelo mojado, con gesto confundido y bastante molesto, se quedó allí en medio de la habitación sola, sintiéndose demasiado sola, escuchando demasiado silencio.
Cuando la luz del sol entró con fuerza por la ventana Susana se levantó de la cama, se estiró y salió de las habitación para luego ir directo al baño que se encontraba al lado, al salir segura de que tal vez Ana seguía durmiendo fue hasta la cocina a prepararse algo, ya que el estómago le crujía de hambre, pero su sorpresa fue ver que sobre la mesa había desayuno preparado, miró hasta el salón y vio Ana sentada con piernas cruzadas y un café en la mano y mirando a un punto fijo, entonces recordó que desde que salieron del Nigth Ana se había mantenido seria y pensativa se sirvió café que ya hacía en la cafetera, lo puso en la charola junto a unas tostadas con mermelada y fue hasta el salón.
-Buenos días- dijo llamando la atención de Ana.
-Buenos días ¿Qué tal dormiste?
-Yo genial-contestó, dejando la charola sobre la mesita- por lo que veo tu no, traes una cara…
-No he podido pegar ojo, me dolía un poco la cabeza.
-¿Segura que es eso?-preguntó no muy segura- lo digo porque ayer…
-¿Ayer?-la cortó- ayer no pasó nada fuimos a divertimos y punto ¿ok?
-Ok- quedaron en silencio hasta que el timbre sonó- yo abro- se fue a abrir.
-Buenos…-se quedó callada al ver que no conocía a quien le abrió la puerta.
-¡Dani! Anda pasa-dijo Ana al asomarse detrás de Susana, Daniela entró y le dio dos besos a Ana- mira Dani ella es Susana se va a quedar aquí un tiempo.
-Hola -le dio dos beso- no sabes que es vivir con esta- le sonrió.
-No creo que sea tan malo- contestó Susana.
-Anda vamos a sentarnos-dijo Ana- ¿Quieres un cafecito?
-Sí, que no he tomado ninguno y mi cuerpo ya me lo pide-llegaron al salón y se sentaron.
-Yo lo sirvo – dijo Susana y se fue a la cocina.
-¿Qué? ¿Ahora ya te la buscas jovencitas?- dijo al verla desaparecer.
-No digas tonterías, ella es sólo una amiga y si así fuera tampoco es para tanto que sólo le llevo 9 años…
-Pues nueve años son nueve años, porque mientras tú ya corrías ella ni había nacido.
-Pues por eso mismo, yo tengo experiencia, - contestó riendo mientras veía venir a Susana con el café- dime a que debo tu grata visita
-imagino que recuerdas que en dos semanas cumple años Lucia- se quedó mirando su rostro para ver su reacción pero al no ver nada continuó- ayer hablé con Lau para hacerle algo y pensamos que estaría bien festejarlo en tu casa de la playa.
-¿En la casa de la playa?-la miró incrédula- ¡no! –Negó con ambas manos- esa casa esta cancelada, ni yo la he vuelto a pisar
-Ana a Lucia le encanta esa casa sé que le gustará la idea, mira se las razones por las que no quieres, pero creo que ya es hora de dejar todo atrás.
-si ya lo he dejado atrás –contestó seria.
-Pues de muéstralo-se le quedó mirando unos segundos- ¿Qué dices?
-Está bien-contestó por vencida- ¡pero! –La apuntó-tú te vas a encargar de que todo esté bien, porque yo no pienso poner un pie ahí.
-Eso es otra cosa que te quiero pedir, Laura, Elena, Lucia y su hermana se quieren ir desde el viernes por la tarde pero yo no puedo tengo cosas pendientes de la empresa así que quiero pedirte que seas tú quien se vaya con ellas.
-¡Qué! no, no y no.
-Anda, Ana, por favor, si no lo necesitara no te lo pediría, pero de verdad yo no puedo ir el viernes llegaría hasta el sábado con Luis Juan Marcos.
-Pero… ¿te estás dando cuenta de lo que me estás pidiendo?
-Sí, te estoy pidiendo que vayas con unas amigas a tu casa de la playa para festejar los cumpleaños de nuestra amiga, no le veo el problema.
-Tú sabes cuál es el problema.
-Pues no, no lo sé, -se quedaron unos segundos en silencio-¿No has dicho que todo está más que olvidado? ¿Entonces cual es el problema?
-Quizás tienes razón y no hay ningún problema, pero no entiendo porque te emperras a que ella y yo sigamos con la misma amistad que antes, no te das cuenta que eso ya no podrá ser
-Las dos son mis amigas y lo único que quiero es que podamos convivir en grupo como en los viejos tiempos.
-Ya. Ahora voy a pagar el haberte convencido de llevarte con ella cuando al principio ni la tragabas…
Laura llegó a casa y se encontró a Cristina haciendo zapping recostada en el sillón.
-Hola-dijo sentándose en el sofá-¿Qué tal la noche?
-Bien -la miró y sonrió- una locura… Lau.
-Sí, pues cuando te vayas hacer locuras por favor avísame que me tenías preocupada-la miró seria pero después le sonrió-anda cuéntame esa locura.
-Es que no sé cómo explicar con palabras lo que pasó con esa mujer, no pude evitarlo y ni quería hacerlo era como si al tenerla cerca otra persona se apoderara de mi, fue tan raro nunca antes me había pasado, con nadie era como si estuviera sedienta de ella.
-¿Quedaron en volverse a ver?
-No- suspiró- cuando se levantó sin decir nada y se fue al baño, y entonces me vi en ese sofá desnuda, fue como si mi yo, este que está aquí regresara a mi cuerpo y me hiciera razonar así que me vestí con prisa y Salí corriendo de ahí…
-¿Y crees que eso fue lo mejor?
-No sé quien es en verdad pero lo que sí sé, es que las dos sabíamos que era cosa de una sola noche, una noche de loca pasión.
-¿No te gustaría volver a verla?
-No, estar cerca de esa mujer me hace perderme y eso no ha de ser bueno, cuando sólo la he visto una vez-tiró su cabeza sobre el respaldo del sillón- es curioso-dijo pensando- le conocí cada parte de su cuerpo, pude ver sus ojos tocar su cabello, besar sus labios, pero sé que si me en la encuentro en la calle no la reconocería al menos que esté desnuda y con un antifaz-dijo con media sonrisa.
Capítulo 6
Olvidos, cambio y recuerdos
Daniela entra al ascensor sumergida en sus pensamientos sin notar que una señora la miraba curiosa por verla negar y afirmar por momentos.
“Hola, me dijo Laura que estarías sola y pues pensé en traer la cena y hacerte compañía -Negó levemente- ¡Estoy loca! ¡Si señor! ¿Por qué le hago caso a Ana? Claro para ella es fácil ir de conquistadora pero yo no puedo, no me sale, seguro que hago el ridículo - pensaba.
Daniela había ido al restaurante de Ana para terminar de acordar lo de el viajecito a la playa, mientras Ana sacaba algunas órdenes, ella le habló a Laura para ver si quedaba para hablar, pero Laura estaba en el hospital ya que tenia guardia ese día, cuando Ana volvió para preguntarle, está le comento que Laura no está es su casa sino trabajando, Ana sabiendo que la mujer que trae un poco tonta a su amiga es compañera de piso de Laura, la convenció de que se presentara ahí con la cena, al salir del restaurante estaba convencida de que era buena idea, pero mientras más cerca se encontraba más dudas tenia.
Después de tanto debate en su interior, sin darse cuenta tocó el timbre, al ver que nadie respondía volvió a tocar tres veces más y nada, dándose por vencida se giró sobre sí misma para marcharse cuando escucho el grujir de la puerta al abrirse, se giró sobre si misma encontrándose frente a Cristina, con claras señales de haber estado dándose un baño ya que llevaba un albornoz y el pelo mojado, cosa que la hacía verse muy sexy ante los ojos de Daniela.
-Ho…hola - dijo muy nerviosa si a eso se le podía llamar nervios
-Hola, ¿Daniela verdad? - le afirmó en silencio ya que le costaba un poco hablar- disculpa que tardara es que estaba tomando un baño.
-Sí, si ya veo-sin darse cuenta siguió una gota de agua que recorrió su cuello hasta perderse tras el comienzo del albornoz, Cristina carraspeó llamando su atención, ya que notó hacia donde se dirigía su mirada.
-Eeh… yo – se ruborizó al notarse pillada cosa que hizo que Cristina sonriera por dentro, pero por fuera levantó las dos cejas interrogativa…
¿Está Laura? - soltó de golpe “todo lo que pensaba decir se fue a la mierda”, pensó.
-No, tiene guardia hoy, ¿había quedado contigo?
-Sí, digo no, exactamente no, estaba en duda si era hoy o mañana pero parece que me equivoqué, debí llamarle antes de venir.
-Sí pero igual y ni te contestaba ya sabes por si esta en quirófano y eso.
-Si es verdad –quedó en silencio unos segundos -¿Ya cenaste? Es que traje cena y no me gustaría cenar sola.
-Pues no, la verdad no pensaba cenar, Pero anda pasa - Se hizo a un lado para dejarla pasar - ya sabes donde esta todo ¿Verdad? Yo voy a vestirme ahora regreso,
-Ok, bien mientras voy a poner la mesa.
Cuando Cristina desapareció ella se dispuso a poner la mesa, cuando ya estaba casi todo listo apareció Cristina con un conjunto de esos que se utilizan para hacer yoga, en color gris.
-Se ve todo muy rico ¿Falta algo? - ya encontrándose junto a la mesa.
-Sí, las copas para este buen vino- contestó mostrando la botella de vino.
-¡Qué bien con vino y todo! - Fue hasta la alacena y sacó las dos copas - yo que me iba a conformar con tan sólo un vaso de leche y unas galletas, es que eso de cocinar no se me da.
-Pues ya somos dos, anda siéntate - jaló la silla para que se sentara.
-Gracias, mi madre siempre dice que debería aprender pero la verdad es que soy muy mala y aparte no tengo tiempo.
-Lo mismo me pasa- le sirvió vino en su copa - las veces que intentado preparar algo o sabe horrible o se me quema.
Mientras ellas continuaban cenando y relajadas en su plática; en el restaurante Ana servía algunas órdenes.
Mientras ellas continuaban cenando y relajadas en su plática; en el restaurante Ana servía algunas órdenes.
-Salen las órdenes de las mesas cuatro y dos - el camarero tomó las órdenes.
-¡Chef! - la llamó el metre - En la mesa seis hay una mujer que quiere hablar contigo.
-¿Qué paso, alguna queja?
-No me dijo, sólo insistió en hablar con la chef.
-Bien, pues que vaya Paco.
-No creo que sea buena idea, ya que insistió en que fueras tu.
-¿Cómo que yo? - él hizo una mueca dando entender que no tenía la mínima idea - Vale, vamos a ver que quiere - limpió sus manos con el trapo que tenía en la cintura - ¡Paco! ve que salgan ya las entradas de esas dos mesa, ya están atrasadas.
Salió por la puerta de la cocina acompañada de metre que la fue llevando hasta la mesa donde era requerida, saludó alguno que otro cliente pero conforme se iba acercando fue distinguiendo de quien se trataba la mujer que había reclamado de su presencia cosa que le hizo sonreír al igual que la rubia que se encontraba en aquella mesa.
-Buenas noches señorita ¿En qué le puedo servir? - dijo con una sonrisa en los labios.
-En mucho, usted me puede servir de mucho -contestó la rubia.
-Ricky puedes irte, yo me encargo de lo que esta bella dama desee - dijo al metre - Ricky se retiró en ese momento, la rubia se puso de pie y las dos se abrazaron.
-Espero que sea verdad, eso de en todo lo que deseó-Susurró en su oído para luego pararse.
-Claro, sabes que a ti no te puedo negar nada - le contestó con una sonrisa, las dos se sentaron una frente a la otra -¿Cuándo regresaste?
-Hace dos días, te pensaba llamar desde el primer día pero he estado muy ocupada, apenas he podido te he venido a ver
-Pobre de ti, si no lo hicieras ¿Dónde te estás quedando?
-En un hotel, de aquí cerca, me gustan los cambios que le hiciste a restaurante- dijo, mirando todo.
-Sí, la verdad es que me va muy bien
-Sí, se nota, está repleto - dijo mirando todo, para luego mirarla a ella y con una sonrisa pícara le dijo - pero no sólo vine para ver lo bien que te va.
-¿No?- preguntó sabiendo por donde iba.
-No, estos dos días, estado muy solita en el hotel, entonces me preguntaba si te gustaría hacerme compañía.
-¿Tu solita? Eso es imposible - dijo ella mirándola intensamente
-Pues aunque no lo creas es así – tomó lo que quedaba de su copa, sin dejar de mírala, se puso de pie, Ana la imitó - Mira este el hotel en el que estoy, si te animas te estaré esperando con mi postre - le sonrió, y se acercó para susurrar en su oído- Ahora mismo besaría esa boquita pero no quiero que tus clientes se lleven un susto - le dejó un beso en la mejilla para luego marcharse.
Ana la vio irse para, negó con una sonrisa en los labios para luego en caminarse de nuevo a su cocina para seguir con su labor.
En casa de Cristina ya habían terminado de cenar.
-Ha estado deliciosa la cena ¿De dónde dices qué es?
-No lo he dicho, el restaurante se llama “irresistible” es de una amiga.
-Pues felicítame a tu amiga me ha encantado.
-El viernes podrás hacerlo tú misma, ella será la que las pase a buscar.
-Entonces tendré en cuenta felicitarla, por la buena comida que hacen en su restaurante - se puso de pie - ven, vamos al salón, tráete el vino.
Las dos se sentaron en el sofá para continuar hablando, la verdad es que las dos se sentían cómodas la una con la otra, ya que congeniaban en muchas cosas, al extremo de sentir que se conocían desde hace tiempo. Para Daniela esto le confirmaba lo mucho que le gustaba y cuanto deseaba pasar más tiempo con ella, Cristina también se sentía bien en su compañía, por lo bien que podía hablar con ella, desde aquel día de la cena de bienvenida que organizó su hermana en la que Daniela la terminó llevando a su ahora casa, supo que se llevarían bien, de hecho podría decir que le había gustado.
-Te aseguro que tanto tú como Lucia se la van a pasar bien.
-Si seguro que si - tomó lo último de su copa - hace años que Lucia y yo no festejamos nuestro cumpleaños juntas.
-Cuando Lucia dijo que eran mellizas pensé que se parecerían, no me refiero físicamente, sé que con los mellizos no es igual que los gemelos pero, no sé por qué, lo relacioné a que tal vez sean iguales en algunas cosas como el carácter o los gustos, no sé, esa es la primera idea que tuve.
-Todos piensan lo mismo pero cuando nos conocen a ambas, notan nuestras pequeñas diferencias.
-¿Pequeñas? Si son como el blanco y el negro.
-Sí, la verdad, es que no nos parecemos en nada, mi mamá dice que desde pequeñas fuimos muy distintas, que mientras ella se la pasaba dando vueltas sobre el triciclo, yo prefería estar quietecita mirando la tv.
-Pude ver que se llevan bien ¿pero en la adolescencia era igual?
-Sí, aunque no lo creas el ser tan diferentes no ayudó a tener una buena relación ya que cada una estaba en sus cosas, además mi mamá nos enseñó siempre a respetarnos, con el que si se agarraba mucho Lucia es con Antonio mi hermano-se puso triste- es que él decía ser el hombre de la casa y cuidaba de nosotras pero la verdad es que era muy celoso y le espantaba a los novios - sonrió.
-¿Y a ti nunca te espantó alguno?-preguntó queriendo saber si le iban los chicos.
-¿A mí? - ríe – no si yo tenía de enamorados lo que ahora tengo de canas o sea, nada - vuelve a reír - yo era algo parecido a una nerd así que ya te imaginas.
-Pues viéndote ahora no te lo creería, si no fuera porque al igual que tu yo estuve en esa etapa, pero más que nerd yo era algo así como más rara, que digo rara, ¡rarísima! me gustaba la soledad y vestía horrible, bueno ahora digo que lo era, pero cuando eso, la verdad es que ni me importaba, ya sabes como la típica niña invisible, hasta que me hice amiga de una loca que tuvo mucho que ver en mi cambio.
-Yo creo que con el paso del tiempo y pues en Nueva York conocí gente a la que me tenía que ir acoplando y sin darme cuenta también cambié - miró la hora - Ya es muy tarde.
-Si ya lo es - dijo mientras veía el reloj de su muñeca-Mañana tengo que estar temprano en la empresa.
- Yo tengo que verme con un cliente - se quedaron un momento sin decir más, sin moverse hasta que Daniela dijo.
-Bueno pues me voy - se puso de pie ¿Quieres que te ayude a recoger todo?
-No deja, yo me encargo, no te preocupes.
-¿Segura? - le afirmó - bien entonces me voy - se puso de pie y caminó hacia la salida, ya en la puerta se giró - si quieres mañana pasó por ti y te llevó a ver lo de el auto que quieres comprar.
-Si no te molesta por mi está bien.
-Bien entonces paso por ti a las tres y comemos juntas.
-Vale.
Se despidieron, Cristina esperó que entrara al ascensor después de verla desaparecer se metió de nuevo a su casa y se dispuso a recoger todo lo de la cena.
Mientras Daniela entraba en aquel ascensor Ana salía de otro y se caminaba hacia la habitación, que la recepcionista, le había indicado, al llegar frente a aquella puerta, que la separaba de la mujer que le había mostrado, como disfrutar de la libertad, de la locura y la pasión con solo una regla nunca perder la cabeza y mucho menos entregar el corazón
-Hola ¿has traído mi postre? - le dijo la rubia tras abrirle la puerta.
-Claro ¿No me ves aquí parada frente a ti? - contestó ella.
-Entonces no me quejaré-la jaló de la ropa hacia dentro para besarla.
Estando ya dentro la rubia sin dejar de besarla cerró la puerta con el pie, así de esa manera la llevó hasta la cama, donde la dejo caer para luego treparse sobre ella.
-No sabes cuantas ganas tenia de hacer esto desde que te vi.
No hubo más palabras, se deshicieron de sus ropas, con sus manos ya expertas dedicaron acariciar el cuerpo ya conocido dejándose llevar por el deseo que las embargaba cada vez que su piel se unía con la otra así recordando viejos juegos el tiempo fue pasando.
Después de haber terminado esa pequeña batalla en la que ambos cuerpos se sometieron hasta estallar, ambos cuerpos se encontraban uno junto al otro Ana la miraba de lado mientras la rubia fumaba un cigarrillo.
-Me agrada saber que no has cambiado nada y si lo has hecho es para mejorar - le dijo la rubia para luego pasarle el cigarro y acariciar uno de los senos que se encontraban descubiertos – ¿Sabes? aun recuerdo el primer día que te vi y cuando tus ojos me pedían a gritos que te hiciera olvidar.
-Me agrada saber que no has cambiado nada y si lo has hecho es para mejorar - le dijo la rubia para luego pasarle el cigarro y acariciar uno de los senos que se encontraban descubiertos – ¿Sabes? aun recuerdo el primer día que te vi y cuando tus ojos me pedían a gritos que te hiciera olvidar.
En ese momento Ana recordó que era verdad, queriendo olvidar había entrado aquel Bar, donde la conoció.
Estaba tomando unas copas junto a la barra, a pesar de estar sumida en sus pensamientos había notado como una rubia no le había quitado el ojo de encima hasta que la vio venir hacia ella
-Hola ¿tienes fuego? - preguntó con un cigarro en la mano.
-Si claro- sacó el encendedor y le prendió el cigarro.
-Gracias, guapa - dijo la rubia después de sacar el humo.
-De nada-contestó, para girarse de nuevo hacia la barra.
-¿Te puedo invitar a una copa?
-No, gracias ya tengo - contestó aun sin mirarla.
-Pero te puedo invitar a otra - se acercó más a ella, Ana la miró y sonrió.
-No crees que el pretexto del encendedor ya no cuela las dos sabemos que no has venido por ello.
-Si tienes razón, pero me ha funcionado para hablar contigo que eres la mujer más guapa que hay aquí - Ana sonrió negando con la cabeza esa mujer era de las que desarmaba a cualquiera, pero aun así le siguió el juego.
-Hablas como el típico hombre que se las da de chulo para llevarse a una mujer a la cama - la rubia rio a carcajadas.
-Sí, eso también es verdad pero como podrás ver de hombre no tengo nada, así que mas que chulo sería chula en el buen sentido y lo de llevarte a la cama me encantaría pero ¿Qué tal si primero nos conocemos? - le tendió la mano - me llamo Sara.
-Ana - le dio la mano también a lo que la rubia la jalo para darle dos besos.
-Ya no te queda nada en tu copa ¿Aceptas tomarte una conmigo? –Dudó un momento.
-ok- aceptó. -
Mientras las dos tomaban sus copas platicaron de cosas sin importancia, Sara era mujer muy interesante y divertida cosa que Ana le había gustado, entre risa y risa por lo que aquella mujer le contaba, seguía compartiendo copa tras copa en ese lapso de tiempo Ana logró olvidarse de lo que la mataba por dentro, en un momento que se fue al fue al baño, al salir de cubículo al que había entrado, su sorpresa fue encontrarse con Sara que la empujó de nuevo hacia dentro.
-Ya no podía aguantar las ganas de besarte - y así lo hizo la pegó hacia la pared donde comenzó a besarla, Ana tardó un poco en corresponder, pero cerró los ojos y poco a poco el beso se fue volviendo más intenso y las manos fuero agarrando vida propia, sintió como aquella mujer tocaba sus senos ya debajo de su ropa, para luego ir bajando hasta su cintura para luego abrir la cremallera de su pantalón, mientras que con su boca recorría su cuello, al sentir su manos ya tocando su centro abrió su ojos dejando salir un pequeño gemido por aquella caricia, pero al mirar a la mujer que tenia de frente algo en su interior se movió.
-¡Para! Por… por favor…detente - la rubia la miró y pudo notar esa suplica en sus ojos y supo que debía detenerse.
- Está bien tranquila-se separó de ella aun con su respiración agitada.
-Lo siento yo… yo no puedo…no puedo.
-Ya, es una verdadera lástima, pero no pasa nada - salió del cubículo, segundos después salió Ana encontrándosela aparragada junto al lavabo- este es mi número - le tendió un papel- si algún día quieres terminar lo que no pudiste hoy llámame - con la misma salió del baño
Un mes más tarde Ana encontró aquel número en su chaqueta como si el destino le hubiera puesto a sus pies la oportunidad de salir de ese mundo de recuerdos, sin pesarlo llamó, para luego ir al departamento donde esa misma rubia despampanante la esperaba, esa mujer en su cama le enseñó como mandar a la mierda todo y sólo disfrutar de los placeres de la vida, sus visitas eran cada vez más frecuentes hasta que un día llegó para encontrarla con otra mujer, no sintió precisamente celos, pero no le agradaba la idea de compartir a su rubia, pero esta le dejó muy claro que con ella no le iban esas escenitas y le aclaró que entre ellas sólo había sexo, podía sonar mal, pero era verdad, sólo era eso sexo, ella no estaba enamorada y desde luego Sara tampoco, entonces se preguntó que hacía con una mujer por la que no sentía nada, y sus respuestas fueron pasarla bien, olvidar ,disfrutar, olvidar, si, se había sentido vacía en muchas ocasiones, pero por lo menos no se sentía sola, poco a poco fue entrando mas y mas en ese mundo que Sara le había enseñado tanto que en ocasiones apostaban haber quien conseguía llevarse una chica a la cama para luego comparar notas, era toda una locura que constaba de fiestas sexo y alcohol, se había alejado de todas sus amigas hasta de Daniela que ya no buscaba como hacerla cambiar, hasta que por suerte llegó el día en que Sara desapareció y poco a poco Ana fue cambiando claro no del todo pero por lo menos ya no era tanto.
A la mañana siguiente Ana despertó encontrándose sola en la habitación del hotel, se levantó desnuda caminó hacia el cuarto del baño, donde junto al lavabo se miró al espejo.
“No puede ser que ni en brazos de Sara hayas conseguido olvidar su piel, sus ojos, su boca, su aroma” – se dijo a sí misma.
Mas tarde Daniela y Cristina habían comido juntas luego fueron a ver autos, ahí Daniela conoció lo indecisa que resultaba ser Cristina ya que primero costó trabajo que decidiera entre un modelo y otro, después no se decidía en que color lo quería, si en negro o rojo vino y al final lo compró plateado.
Cuando Daniela llevó a Cristina a su casa está la invitó subir cosa que ella aceptó encantada, ya que le gustaba cada vez más estar en su compañía, ya en casa se encontraron con Laura con la que se quedaron platicando durante varias horas hasta que Cristina se retiró para irse a dar una ducha bajo la atenta mirada de Daniela.
-¿Cree que sea suficiente con un trapito o serán mejor dos?-preguntó Laura mirando a Daniela, después de ver desaparecer a Cristina.
-¿Un trapito para qué? - preguntó ella confundida.
-Para la baba que se te chorrea Dani.
-¿Tanto se me nota?
-No, si no fuera porque me has dejado la alfombra llena de babas y por esa sonrisa que pones cada vez que te mira.
-Sé que es una tontería ya que sólo la he visto tres veces y que no la conozco bien, sé que tal vez a ella ni siquiera le gustan las mujeres y lleva escrito en la frente soy hetero, pero me gusta, me gusta mucho.
-Pues me parece bien – dijo tranquila Laura.
-¿Crees que tengo posibilidades? - preguntó Daniela.
-Yo no soy quien para asegúrate eso, pero creo que con que se conozcan es un buen comienzo, ya lo demás se dará si se tiene que dar; nunca se sabe que pueda pasar -las dos se quedaron mirando la tv sin decir nada por unos minutos.
-Me gustaría poderme ir con ustedes desde mañana pero la verdad es que me es imposible - dijo por fin Daniela.
-Uy si, ¡ya quiero irme a la playita! seguro que con Ana nos divertiremos- dijo emocionada.
-¿Quién Ana? - preguntó Cristina que llegaba en ese momento.
-La amiga del restaurante que te platiqué - contestó Daniela.
-Pues ya me muero por conocer a esa tal Ana de la que tanto hablan, desde que he llegado no dejado de escuchar de ella, parece ser muy interesante.
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