Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

Ella, Tu, Yo... Te amo - Mayra (Capítulo 5 y 6)



Capítulo 5
Loca pasión

Siguió recorriendo su cuerpo hasta llegar a su cara y mirando sus ojos dio dos pasos atrás.

-Déjame ver tu rostro completo-levantó una  mano para quitarle el antifaz.

-¡No! –Dijo deteniendo su mano, la jaló hacia ella pegándola de nuevo a su cuerpo sin dejar de mirarla a los ojos -esta noche sólo soy Venus-susurró tan cerca que Cristina sintió su aliento chocar sobre sus labios.

Ya no hubieron más palabras, Venus sin darle tiempo a reaccionar se lanzó a sus labios de Cristina como si la hubiera hechizado se dejó hacer  notaba su lengua entrar en su boca con una fiereza única, notaba sus manos apretar sus pechos, notaba su cuerpo cómo presionaba sobre el suyo que había quedado atrapado en la pared.       
Las manos de Cristina        pronto cobraron vida, tocaron la piel que para ella era prohibida, al notar la suavidad en su espalda gimió,  mucho más cuando Venus le desabrochó la camisa, y en un segundo le desabrochó el pantalón, podría decirse que eran dos contrincantes en una lucha que no querían perder, o simplemente dos mujeres  que habían  dejado  el  mundo  fuera  de la  puerta  y habían  decidido  vivir   intensamente  algo  que  no  podían  ponerle nombre.
A trompicones, tocándose, lamiéndose, mordiéndose, llegaron hasta el  final de la habitación, allí terminaron de volar las ropas  las manos de Venus, expertas en recorridos lanzaron a Cristina al sofá,  la otra la esperaba entre ansiosa y  temerosa  pero en cuanto notó cómo la lengua de Venus lamía su dedo gordo del pie e iba subiendo poco a poco por su espinilla,  su rodilla, sus  muslos,  sin  una sola  palabra frunció sus labios  dejando  escapar un gemido,  notó cómo la mano ajena se unía a su cuerpo abriendo su sexo.


-Si... hazlo –susurró cuando quería estar callada.


-¿Te gusta?

-Sí, mucho –respondió con voz ahogada cuando quería negarlo.

Y Venus sonrió de lado, pasó su mano por el          vello perfectamente  depilado  en  el  sexo  de Cristina,  su  propio  deseo estaba encendiéndola al ver cómo Cristina le ofrecía abiertamente el camino para ser devorada,  pero lo  demoró porque necesitó hacer suyos aquellos pezones que se mostraban desafiadores, los saboreó mientras con su dedo pulgar jugueteaba con uno, la lengua y  los labios,  succionaban  el  otro Cristina  parecía  que iba  a volverse  loca, sus caderas se movían agitadamente buscando el cuerpo de Venus, sus talones  se habían  apoyado sobre el colchón del sofá  para hacer más fuerza y llegar  mejor,  entonces metió  uno de sus dedos en la  boca de Cristina, que  con gusto aceptó, lo lamió mientras la miraba fija y  ardientemente,  la  mano de Cristina  comenzó a visitar  el  cuerpo ajeno,  lo  rozaba  con total  cuidado,  tragaba saliva, estaba a mil revoluciones y necesitaba algo más que aquel movimiento, Venus lo vio en sus ojos encendidos.
Despacio recorrió su cuerpo nuevamente de manera descendiente, Cristina se acodó sobre el sofá aquella visión le estaba haciendo perder el control, abrió más sus piernas, una de sus manos empujó la cabeza de Venus, y cuando notó cómo su lengua comenzaba a juguetear su humedecido sexo, gimió. Venus también, no lo pudo evitar, y sin más comenzó a devorarla, a beber de ella mientras ella misma se acariciaba su sexo, estaba tan húmedo que se sorprendió.

-Así, cómeme... llénate de mí...así...así...sigue...–decía cerrando los ojos y echando la cabeza para atrás complacida totalmente.


-¿Te gusta?


-Sí, no pares.


-Me encanta comerte.


-Sigue... sigue... por favor... sigue.


-Mírame y pídemelo.


-¿Y si no quiero?  –la desafió con la mirada mientras su pecho se agitaba más y más.


-Eso me pone mucho... y tú me estás poniendo muy caliente

-Cómeme... por  favor –le susurró  mirándola  fijamente  sin reconocerse apenas, cuando notó como la lengua frenética de Venus subía  y bajaba,  succionaba  sus labios,  su clítoris, Cristina  gritó  como si la racionalidad en su cabeza se hubiera evaporado- Sí, así... así... sigue...sigue... no pares... oh... oh... me estas poniendo a mil... me corro... me voy a correr en tu boca... ¡ah!


Gritó tan    alto que hasta ella misma se sorprendió, una vez le llegó el orgasmo  y su cuerpo comenzó a convulsionarse sintiendo que estaba a punto  de explotar. Venus la observó repleta de gozo, le había hecho perder la  compostura, y eso le encantaba, Cuando Cristina  levantó  la  vista,   entendió  aquel  gesto y  sin  darle  tiempo  se  le echó encima, quería provocar en ella lo  mismo no quería ser la   perdedora de esa noche        de     pasión       loca.        


-Estas tan húmeda –le susurró al tocar por primera vez su sexo mordiéndose el labio         mirándola  ardientemente.


-Sí... estoy a tope –le dijo sonriendo.


-¿Qué quieres que te haga?, ¿eh? –musitó en su oreja mientras la lamía.


-Quiero que  hagas  lo  mismo  que yo... quiero  que entres en mí  y poder  correrme  en  tu  boca  –le susurraba  con una ansiedad  que traspasaba los poros de su piel, que se marcaba en su mirada

-Será un placer.

Venus tragó saliva, aquella mujer totalmente inexperta estaba viajando por su cuerpo con una tranquilidad que le estaba provocando una especie de conmoción, parecía que no iba a llegar nunca a su destino.


- Por favor... por favor     –rogó suavemente ante el paso de largo de la boca de Cristina sobre su sexo.


-No tengas prisa...

-No puedo más...

Quien sonrió  esa  vez fue Cristina,  una Cristina  que  no quería pensar en nada quería  olvidar todo y centrarse en aquel  sexo que le  estaba ofreciendo  abierto  y tremendamente humedecido,  quería ser capaz de devolver todo cuanto le había entregado la otra Venus apoyó sus manos en la  cabeza de Cristina haciendo  que no dudara más, que no demorara más el  momento, notó como dejaba  unos besos finos en su clítoris ya endurecido, unos besos que le hicieron morderse el  labio para  no emitir  un grito  de locura  al  tener las manos en la  cabeza de Cristina con sus brazos apretaba sus propios pechos que ya se habían endurecido tanto que le gustaba verlos, y más le gustaba ver cómo Cristina recorría lentamente su sexo con la punta de la  lengua, Venus  le  facilitó el  trabajo  abriendo  ese camino con sus dedos pulgar  e índice,  y  entonces la  locura  se apoderó de ella  jadeaba  sin  parar,  sin  ocultarlo,  sus  caderas  buscaban  que Cristina profundizara sus caricias, una y  otra vez se movían agitadamente  haciendo que la boca de la principianta se llenara de su sabor lo que le hizo emitir un gemido.


-Está rico ¿verdad?, sigue... comiéndotelo... así... mételo en tu boca –sus palabras se sucedían entrecortadas por una serie de jadeos incontrolados.


-Me gusta –dijo sobre su sexo el movimiento de labios provocó en Venus      otra         sacudida.

-Me estás volviendo loca... no pares... ¡oh!

Con suavidad pero firmeza siguió gimiendo hasta  que llegó al orgasmo, gritó porque Cristina no paraba su tortura, tras encorvar su espalda,  tras  gritar  nuevamente  tuvo  que  cerrar  las  piernas  y ponerse de lado,  aquello  era demasiado  ¡y  era la  primera  vez que lo hacía! ambas respiraban tan agitadamente que parecía se iban a morir  pero  ambas  sintieron  los  mismos  deseos  de  no parar,  de continuar.

Y no pararon;  fue Venus quien  con un ardor que no reconocía en ella  la  tomó, la  subió  sobre sus caderas, le  hizo pasar  su pierna por debajo  de la  suya Cristina  tampoco se reconocía  a  sí misma pero poco le  importaba,  se echó un poco hacia  tras exhibiéndole sus pechos, se pasó la  lengua  por los labios  y Venus pasó la  lengua por ellos  provocando  que  los pezones se mostraran más erectos todavía,  para separarse  observarlos  con admiración  y  finalmente caer rendida  a ellos, Cristina  apretó sus brazos alrededor  del  cuello, el cuello de aquella amante que en ese momento le estaba ayudando a encajar sus sexos, a moverse, soltó un gemido al notar la mezcla de aquella humedad que estaba descubriendo como una sensación  maravillosa,  comenzaron a sudar, sus pieles  brillantes repletas   de  deseo, los  movimientos  se  iban incrementando en ritmo, en roce, en humedad.


-Me gusta sentirte tan mojada –le susurró Venus extasiada.


-¿De verdad? –le preguntó para al segundo soltar un gemido fuerte.


-Sí...  qué   maravilla.


-¿Lo hago bien, eh? –le metió la lengua en su oreja con una decisión que hizo soltar a Venus un fuerte gemido.

-Muy bien... eso es...
 El sudor no impedía las caricias profundas Venus había pasado su mano por la  cintura  y  clavaba  sus uñas conforme iban  llegando al orgasmo, Cristina hacia lo propio en los brazos de la otra, gimieron a la vez, gritaron a la vez y Venus acabó echándose sobre el Sofá atrayendo a Cristiana con ella.

La  noche había  mostrado su cara más oscura, llevaban  dos horas  en  aquel  cuarto  devorándose  una  y   otra  vez,  los  labios estaban  enrojecidos  por  el  continuo  roce,  las  manos  llenas  de recorridos que parecían nunca tenían fin, las lenguas conocían cada rincón del cuerpo ajeno, los pechos habían sido avasallados, invadidos  sin  recato por ambas bocas, ambas lenguas,  la  maestra fue  enseñando  cada  caricia  cómo se  convertía  en  placer  y   la alumna aprobando con excelente nota.


-Quiero más –le dijo Cristina aún con la voz ronca.


-Eres          insaciable.


-Si... ¿y tú?  –Le pasó la lengua por los labios-  ¿Acaso no quieres más?


-Claro que quiero más –devolvió el gesto- Dámelo aquí.


-Yo   también     quiero…


-Vale   –sonrió, le   encantaba su manera de implicarse en aquella noche      loca-         ¿Cómo      está?


-¿Tú qué crees?  –lamió su pezón erecto Venus cerró los ojos y entre abrió los labios mientras buscaba la señal de que estaba esperándola para ser    devorado- ¿El         tuyo?


-De   igual modo,        esperándote.


-No   perdamos tiempo.

-Mejor

 Y no lo perdieron, Cristina se dio la vuelta dejando su sexo en la boca de Venus, mientras ésta abría sus piernas para ofrecerle el suyo a aquella boca que había pasado de inexperta a experta con el paso de los minutos, las horas. Lamían y gemían  por igual,  a pesar del cansancio, a pesar de  que  era tan sólo un roce y ya se provocaban mil  sensaciones  recorriendo  su cuerpo, era algo  ilógico y  quizá por ello apasionante, las bocas cubrieron aquella flor  que dentro escondía un néctar tan preciado para las dos, sus lenguas lo lamieron con cuidado saboreando, con intensidad, con fiereza hasta lograr  ese  punto de  explosión  final,  transformándose  en  locura incontrolable.
No  hablaban, no se decían palabras, ni siquiera las pensaban, llegado  un momento Venus  sin  decir  nada se levantó  y se metió  en la  ducha,  bajo  los  chorros  del  agua y mientras  enjabonaba  su cuerpo, descubría un bocado aquí, otro  allá, un arañazo, y levantaba  su cara para que el  agua le  golpeara  y  sacara de su mente el  cuerpo desnudo de  aquella  mujer  que le  había  hecho perder el control, su codiciado control. Volvía el deseo a cubrir su cuerpo y sin importar que le viera la cara la llamó con voz nuevamente fogosa:

- anda  ven...  ven  que  te  va  a  gustar  –pero  no  obtuvo respuesta alguna, cerró el grifo ladeando la cabeza para ver si escuchaba algún  sonido  pero nada  oyó, entonces  pensó  que  se había quedado dormida, la fiera había sido abatida en el sofá, salió dejando su cuerpo totalmente empapado - Ven…
Pero ya no estaba, el sofá estaba vacío, ni rastro de la mujer que durante unas horas le había dado el mayor placer de su vida, con el pelo mojado, con gesto confundido y bastante molesto, se quedó allí en medio de la habitación sola, sintiéndose demasiado sola, escuchando demasiado silencio.

Cuando la luz del sol entró con fuerza por la ventana Susana se levantó de la cama, se estiró y salió de las habitación para luego ir directo al baño que se encontraba al lado, al salir segura de que tal vez Ana seguía durmiendo fue hasta la cocina a prepararse algo, ya que el estómago le crujía de hambre,  pero su sorpresa fue ver que sobre la mesa había desayuno preparado, miró hasta el salón y vio Ana sentada con piernas cruzadas y un café en la mano y mirando a un punto fijo, entonces recordó que desde que salieron del Nigth Ana se había mantenido seria y pensativa se sirvió café que ya hacía en la cafetera, lo puso en la charola junto a unas tostadas con mermelada y fue hasta el salón.


-Buenos días- dijo llamando la atención de Ana.


-Buenos    días  ¿Qué         tal    dormiste?


-Yo genial-contestó, dejando la charola sobre la mesita- por lo que veo tu      no,         traes una   cara…


-No he podido pegar ojo, me dolía un poco la cabeza.


-¿Segura que es eso?-preguntó no muy segura- lo digo porque ayer…


-¿Ayer?-la cortó- ayer no pasó nada fuimos a divertimos y punto ¿ok?


-Ok- quedaron en silencio hasta que el timbre sonó- yo abro- se fue a abrir. 


-Buenos…-se quedó callada al ver que no conocía a quien le abrió la puerta.


-¡Dani! Anda pasa-dijo Ana al asomarse detrás de Susana, Daniela entró y le dio dos besos a Ana- mira Dani ella es Susana se va a quedar          aquí  un     tiempo.


-Hola -le dio dos beso- no sabes que es vivir con esta- le sonrió.


-No   creo  que   sea   tan    malo-         contestó   Susana.


-Anda vamos a sentarnos-dijo Ana- ¿Quieres un cafecito?


-Sí, que no he tomado ninguno y mi cuerpo ya me lo pide-llegaron al salón    y      se         sentaron.


-Yo lo sirvo – dijo Susana y se fue a la cocina.


-¿Qué? ¿Ahora ya te la buscas jovencitas?- dijo al verla desaparecer.


-No digas tonterías, ella es sólo una amiga y si así fuera tampoco es para     tanto que         sólo  le      llevo 9       años…


-Pues nueve años son nueve años, porque mientras tú ya corrías ella ni había                nacido.


-Pues por eso mismo, yo tengo experiencia, - contestó riendo mientras veía venir a Susana con el café- dime a que debo tu grata visita
-imagino que recuerdas que en dos semanas cumple años Lucia- se quedó mirando su rostro para ver su reacción pero al no ver nada continuó- ayer hablé con Lau para hacerle algo y pensamos que estaría bien festejarlo en tu casa de la playa.


-¿En la casa de la playa?-la miró incrédula- ¡no! –Negó con ambas manos- esa casa esta cancelada, ni yo la he vuelto a pisar
-Ana a Lucia le encanta esa casa sé que le gustará la idea, mira se las razones por las que no quieres, pero creo que ya es hora de dejar todo atrás.

-si ya lo he dejado atrás –contestó seria.


-Pues de muéstralo-se le quedó mirando unos segundos- ¿Qué dices?


-Está bien-contestó por vencida- ¡pero! –La apuntó-tú te vas a encargar de que todo esté bien, porque yo no pienso poner un pie ahí.


-Eso es otra cosa que te quiero pedir, Laura, Elena, Lucia y su hermana se  quieren ir desde el viernes por la tarde pero yo no puedo tengo cosas pendientes de la empresa así que quiero pedirte que seas tú quien         se    vaya con   ellas.


-¡Qué! no,  no y  no.


-Anda, Ana, por favor, si no lo necesitara no te lo pediría, pero de verdad yo no puedo ir el viernes llegaría hasta el sábado con Luis Juan  Marcos.  


-Pero… ¿te estás dando cuenta de lo que me estás pidiendo?


-Sí, te estoy pidiendo que vayas con unas amigas a tu casa de la playa para festejar los cumpleaños de nuestra amiga, no le veo el problema.


-Tú    sabes        cuál  es     el      problema.


-Pues no, no lo sé, -se quedaron unos segundos en silencio-¿No has dicho que todo está más que olvidado? ¿Entonces cual es el problema?


-Quizás tienes razón y no hay ningún problema, pero no entiendo porque te emperras a que ella y yo  sigamos con la misma amistad que antes, no te das cuenta que eso ya no podrá ser


-Las dos son mis amigas y lo único que quiero es que podamos convivir en grupo como en los viejos tiempos.


-Ya. Ahora voy a pagar el haberte convencido de llevarte con ella cuando     al         principio    ni      la      tragabas…

Laura llegó a casa y se encontró a Cristina haciendo zapping recostada en el sillón.


-Hola-dijo sentándose en el sofá-¿Qué tal la noche?


-Bien -la     miró  y       sonrió-       una   locura…    Lau.


-Sí, pues cuando te vayas hacer locuras por favor avísame que me tenías preocupada-la miró seria pero después le sonrió-anda cuéntame esa   locura.


-Es que no sé cómo explicar con palabras lo que pasó con esa mujer, no pude evitarlo y ni quería hacerlo era como si al tenerla cerca otra persona se apoderara de mi, fue tan raro nunca antes me había pasado, con nadie era como si estuviera sedienta de ella.


-¿Quedaron       en     volverse    a       ver?


-No- suspiró- cuando se levantó sin decir nada y se fue al baño, y entonces me vi en ese sofá desnuda, fue como si mi yo, este que está aquí regresara a mi cuerpo y me hiciera razonar así que me vestí con prisa    y       Salí   corriendo   de     ahí…


-¿Y   crees         que  eso   fue    lo      mejor?


-No  sé quien es en verdad pero lo que sí sé, es que las dos sabíamos que era cosa de una sola noche, una noche de loca pasión.


-¿No te      gustaría     volver        a       verla?

-No, estar cerca de esa mujer me hace perderme y eso no ha de ser bueno, cuando sólo la he visto una vez-tiró su cabeza sobre el respaldo del sillón- es curioso-dijo pensando- le conocí cada parte de su cuerpo, pude ver sus ojos tocar su cabello, besar sus labios, pero sé que si me en la encuentro en la calle no la reconocería al menos que esté desnuda y con un antifaz-dijo con media sonrisa.

Capítulo 6 
Olvidos, cambio y recuerdos

Daniela  entra al ascensor sumergida en sus pensamientos sin notar que una señora la miraba curiosa por verla negar y afirmar por momentos.

“Hola, me dijo Laura que estarías sola y pues pensé en traer la cena y hacerte compañía -Negó levemente- ¡Estoy loca! ¡Si señor! ¿Por qué le hago caso a Ana? Claro para ella es fácil ir de conquistadora pero yo no puedo, no me sale, seguro que hago el ridículo - pensaba.

Daniela había ido al restaurante de Ana para terminar de acordar lo de el viajecito a la playa, mientras Ana sacaba algunas órdenes, ella le habló a Laura para ver si quedaba para hablar, pero Laura estaba en el hospital ya que tenia guardia ese día, cuando Ana volvió para preguntarle, está le comento que Laura no está es su casa sino trabajando, Ana sabiendo que la mujer que trae un poco tonta a su amiga es compañera de piso de Laura, la convenció de que se presentara ahí con la cena, al salir del restaurante estaba convencida de que era buena idea, pero mientras más cerca se encontraba más dudas tenia.
Después de tanto debate en su interior, sin darse cuenta tocó el timbre, al ver que nadie respondía volvió a tocar tres veces más y nada, dándose por vencida se giró sobre sí misma para marcharse cuando escucho el grujir de la puerta al abrirse, se giró sobre si misma encontrándose frente a Cristina, con claras señales de haber estado dándose un baño ya que llevaba un albornoz y el pelo mojado, cosa que la hacía verse muy sexy ante los ojos de Daniela.
-Ho…hola - dijo muy nerviosa si a eso se le podía llamar nervios

-Hola, ¿Daniela verdad? - le afirmó en silencio ya que le costaba un poco hablar- disculpa que tardara es que estaba tomando un baño.

-Sí, si ya veo-sin darse cuenta siguió una gota de agua que recorrió su cuello hasta perderse tras el comienzo del albornoz, Cristina carraspeó llamando su atención,  ya que notó hacia donde se dirigía su mirada.
-Eeh… yo – se ruborizó al notarse pillada cosa que hizo que Cristina  sonriera por dentro, pero por fuera levantó las dos cejas interrogativa…
 ¿Está Laura? - soltó de golpe “todo lo que pensaba decir se fue a la mierda”,         pensó.

-No, tiene guardia hoy, ¿había quedado contigo?

-Sí, digo no, exactamente no, estaba en duda si era hoy o mañana pero parece que me equivoqué, debí  llamarle antes de venir.

-Sí pero igual y ni te contestaba ya sabes por si esta en quirófano y eso.

-Si es verdad –quedó en silencio unos segundos -¿Ya cenaste? Es que traje cena y no me gustaría cenar sola.

-Pues no, la verdad no pensaba cenar, Pero anda pasa - Se hizo a un lado para dejarla pasar - ya sabes donde esta todo ¿Verdad?  Yo voy a vestirme ahora regreso,
-Ok, bien mientras voy a poner la mesa.

Cuando Cristina desapareció ella se dispuso a poner la mesa, cuando ya estaba casi todo listo apareció Cristina con un conjunto de esos que se utilizan para hacer yoga, en color gris.
-Se ve todo muy rico ¿Falta algo? - ya encontrándose junto a la mesa.

-Sí, las copas para este buen vino-  contestó mostrando la botella de vino.

-¡Qué bien con vino y todo! - Fue hasta la alacena y sacó las dos copas - yo que me iba a conformar con tan sólo un vaso de leche y unas galletas, es que eso de cocinar no se me da.

-Pues ya somos dos, anda siéntate - jaló la silla para que se sentara.

-Gracias, mi madre siempre dice que debería aprender pero la verdad es que soy muy mala y aparte no tengo tiempo.

-Lo mismo me pasa- le sirvió vino en su copa - las veces que intentado preparar algo o sabe horrible o se me quema.

Mientras ellas continuaban cenando y relajadas en su plática; en el restaurante Ana servía algunas órdenes.

-Salen las órdenes de las mesas cuatro y dos - el camarero tomó las órdenes.

-¡Chef! - la llamó el metre - En la mesa seis hay una mujer que quiere hablar contigo.

-¿Qué        paso,                   alguna       queja?

-No me dijo, sólo insistió en hablar con la chef.

-Bien,         pues que   vaya Paco.

-No creo que sea buena idea,  ya que insistió en que fueras tu.

-¿Cómo que yo? - él hizo una mueca dando entender que no tenía la mínima idea - Vale, vamos a ver que quiere - limpió sus manos con el trapo que tenía en la cintura - ¡Paco! ve que salgan ya las entradas de esas dos mesa, ya están atrasadas.
Salió por la puerta de la cocina acompañada de metre que la fue llevando hasta la mesa donde era requerida, saludó alguno que otro cliente pero conforme se iba acercando fue distinguiendo de quien se trataba la mujer que había reclamado de su presencia cosa que le hizo sonreír al igual que la rubia que se encontraba en aquella mesa.
-Buenas noches señorita ¿En qué le puedo servir? - dijo con una sonrisa      en     los         labios.

-En mucho, usted me puede servir de mucho -contestó la rubia.

-Ricky puedes irte, yo me encargo de lo que esta bella dama desee - dijo al metre - Ricky se retiró en ese momento, la  rubia se puso de pie y    las    dos   se         abrazaron.

-Espero que sea verdad, eso de en todo lo que deseó-Susurró en su oído     para         luego         pararse.

-Claro, sabes que a ti no te puedo negar nada - le contestó con una sonrisa, las dos se sentaron una frente a la otra -¿Cuándo regresaste?

-Hace dos días, te pensaba llamar desde el primer día pero he estado muy ocupada, apenas he podido te he venido a ver

-Pobre de ti, si no lo hicieras ¿Dónde te estás quedando?

-En un hotel, de aquí cerca, me gustan los cambios que le hiciste a restaurante-    dijo,         mirando     todo.

-Sí, la verdad es que me va muy bien

-Sí, se nota, está repleto - dijo mirando todo, para luego mirarla a ella y con una sonrisa pícara le dijo - pero no sólo vine para ver lo bien que te         va.

-¿No?- preguntó sabiendo por donde iba.

-No, estos dos días, estado muy solita en el hotel, entonces me preguntaba si te gustaría hacerme compañía.
-¿Tu solita? Eso es imposible - dijo ella mirándola intensamente

-Pues aunque no lo creas es así – tomó lo que quedaba de su copa, sin dejar de mírala, se puso de pie, Ana la imitó - Mira este el hotel en el que estoy, si te animas te estaré esperando con mi postre - le sonrió, y se acercó para susurrar en su oído- Ahora mismo besaría esa boquita pero no quiero que tus clientes se lleven un susto - le dejó un beso en la mejilla para luego marcharse.

Ana la vio irse para, negó con una sonrisa en los labios para luego en caminarse de nuevo a su cocina para seguir con su labor.
En casa de Cristina ya habían terminado de cenar.
-Ha estado deliciosa la cena ¿De dónde dices qué es?

-No lo he dicho, el restaurante se llama “irresistible”  es de una amiga.

-Pues felicítame a tu amiga me ha encantado.

-El viernes podrás hacerlo tú misma, ella será la que las pase a buscar.

-Entonces tendré en cuenta  felicitarla, por la buena comida que hacen en su restaurante - se puso de pie - ven, vamos al salón, tráete el vino.
Las dos se sentaron en el sofá para continuar hablando, la verdad es que las dos se sentían cómodas la una con la otra, ya que congeniaban en muchas cosas, al extremo de sentir que se conocían desde hace tiempo. Para Daniela esto le confirmaba lo mucho que le gustaba y  cuanto deseaba pasar más tiempo con ella, Cristina también se sentía bien en su compañía, por lo bien que podía hablar con ella, desde aquel día de la cena de bienvenida que organizó su hermana en la que Daniela la terminó llevando a su ahora casa, supo que se llevarían bien, de hecho podría decir que le había gustado.
-Te aseguro que tanto tú como Lucia se la van a pasar bien.

-Si seguro que si - tomó lo último de su copa - hace años que Lucia y yo no festejamos nuestro cumpleaños juntas.

-Cuando Lucia dijo que eran mellizas pensé que se parecerían, no me refiero físicamente, sé que con los mellizos no es igual que los gemelos pero, no sé por qué, lo relacioné a que tal vez sean iguales en algunas cosas como el carácter o los gustos, no sé, esa es la primera      idea  que   tuve.

-Todos piensan lo mismo pero cuando nos conocen a ambas, notan nuestras         pequeñas diferencias.

-¿Pequeñas? Si son como el blanco y el negro.

-Sí, la verdad, es que no nos parecemos en nada, mi mamá dice que desde pequeñas fuimos muy distintas, que mientras ella se la pasaba dando vueltas sobre el triciclo, yo prefería estar quietecita mirando la tv.

-Pude ver que se llevan bien ¿pero en la adolescencia era igual?

-Sí, aunque no lo creas el ser tan diferentes no ayudó a tener una buena relación ya que cada una estaba en sus cosas, además mi mamá nos enseñó siempre a respetarnos, con el que si se agarraba mucho Lucia es con  Antonio mi hermano-se puso triste- es que él decía ser el hombre de la casa y cuidaba de nosotras pero la verdad es que era muy celoso y le espantaba a los novios - sonrió.

-¿Y a ti nunca te espantó alguno?-preguntó queriendo saber si le iban los     chicos.

-¿A mí? - ríe – no si yo tenía de enamorados lo que ahora tengo de canas o sea, nada - vuelve a reír - yo era algo parecido a una nerd así que        ya     te      imaginas.

-Pues viéndote ahora no te lo creería, si no fuera porque al igual que tu yo estuve en esa etapa, pero más que nerd yo era algo así como más rara, que digo rara, ¡rarísima! me gustaba la soledad y vestía horrible, bueno ahora digo que lo era, pero cuando eso, la verdad es que ni me importaba, ya sabes como la típica niña invisible, hasta que me hice amiga de una loca que tuvo mucho que ver en mi cambio.

-Yo creo que con el paso del tiempo y pues en Nueva York conocí gente  a la que me tenía que ir acoplando y sin darme cuenta también cambié - miró la hora - Ya es muy tarde.

-Si ya lo es - dijo mientras veía el reloj de su muñeca-Mañana tengo que estar temprano en la empresa.

- Yo tengo que verme con un cliente - se quedaron un momento sin decir más, sin moverse hasta que Daniela dijo.

-Bueno pues me voy -  se puso de pie ¿Quieres que te ayude a recoger        todo?

-No deja, yo me encargo, no te preocupes.

-¿Segura? - le afirmó - bien entonces me voy - se puso de pie y caminó hacia la salida, ya en la puerta se giró - si quieres mañana pasó por ti y te llevó a ver lo de el auto que quieres comprar.

-Si no te     molesta     por    mi     está  bien.

-Bien entonces paso por ti a las tres y comemos juntas.

-Vale.
Se despidieron, Cristina esperó que entrara al ascensor  después de verla desaparecer se metió de nuevo a su casa y se dispuso a recoger todo lo de la cena.
Mientras Daniela entraba en aquel ascensor  Ana salía de otro y se caminaba hacia la habitación, que la recepcionista, le había indicado, al llegar frente a aquella puerta, que la separaba de la mujer que le había mostrado, como disfrutar de la libertad, de la locura y la pasión con solo una regla nunca perder la cabeza y mucho menos entregar el corazón
-Hola ¿has traído mi postre? - le dijo la rubia tras abrirle la puerta.

-Claro ¿No me ves aquí parada frente a ti? - contestó ella.

-Entonces no me quejaré-la jaló de la ropa hacia dentro para besarla.
Estando ya dentro la rubia sin dejar de besarla cerró la puerta con el pie, así de esa manera la llevó hasta la cama, donde la dejo caer para luego        treparse    sobre                   ella.

-No sabes cuantas ganas tenia de hacer esto desde que te vi.
No hubo más palabras, se deshicieron de sus ropas, con sus manos ya expertas dedicaron acariciar el cuerpo ya conocido dejándose llevar por el deseo que las embargaba cada vez que su piel se unía con la otra así recordando viejos juegos  el tiempo fue pasando.
Después de haber terminado esa pequeña batalla en la que ambos cuerpos se sometieron hasta estallar, ambos cuerpos se encontraban uno junto al otro Ana la miraba de lado mientras la rubia fumaba un cigarrillo.

-Me agrada saber que no has cambiado nada y si lo has hecho es para mejorar - le dijo la rubia para luego pasarle el cigarro y acariciar uno de los senos que se encontraban descubiertos – ¿Sabes? aun recuerdo el primer día que te vi y cuando  tus ojos me pedían a gritos que te hiciera olvidar.
En ese momento Ana recordó que era verdad, queriendo olvidar había entrado aquel Bar, donde la conoció.
Estaba tomando unas copas junto a la barra, a pesar de estar sumida en sus pensamientos había notado como una rubia no le había quitado el ojo de encima hasta que la vio venir hacia ella

-Hola ¿tienes fuego? - preguntó con un cigarro en la mano.

-Si claro- sacó el encendedor y le prendió el cigarro.

-Gracias, guapa - dijo la rubia después de sacar el humo.

-De nada-contestó, para girarse de nuevo hacia la barra.

-¿Te puedo        invitar         a       una   copa?

-No, gracias ya tengo - contestó aun sin mirarla.

-Pero te puedo invitar a otra - se acercó más a ella, Ana la miró y sonrió.

-No crees que el pretexto del encendedor ya no cuela las dos sabemos que no has venido por ello.

-Si tienes razón, pero me ha funcionado para hablar  contigo que eres la mujer más guapa que hay aquí - Ana sonrió negando con la cabeza esa mujer era de las que desarmaba a cualquiera, pero aun así le siguió    el      juego.

-Hablas como el típico hombre que se las da de chulo para llevarse a una mujer a la cama - la rubia rio a carcajadas.

-Sí, eso también es verdad pero como podrás ver de hombre no tengo nada, así que mas que chulo sería chula en el buen sentido y lo de llevarte a la cama me encantaría pero ¿Qué tal si primero nos conocemos? - le tendió la mano - me llamo Sara.

-Ana - le dio la mano también a lo que la rubia la jalo para darle dos besos.

-Ya no te queda nada en tu copa ¿Aceptas tomarte una conmigo? –Dudó               un         momento.

-ok-   aceptó. -

Mientras las dos tomaban sus copas platicaron de cosas sin importancia, Sara era mujer muy interesante y divertida cosa que Ana le había gustado, entre risa y risa por lo que aquella mujer le contaba, seguía compartiendo copa tras copa en ese lapso de tiempo Ana logró olvidarse de lo que la mataba por dentro, en un momento que se fue al fue al baño, al salir de cubículo al que había entrado, su sorpresa fue encontrarse con Sara que la empujó de nuevo hacia dentro.

-Ya no podía aguantar las ganas de besarte - y así lo hizo la pegó hacia la pared donde  comenzó a besarla, Ana tardó un poco en corresponder, pero cerró los ojos y poco a poco el beso se fue volviendo más intenso y las manos fuero  agarrando vida propia, sintió como aquella mujer tocaba sus senos ya debajo de su ropa, para luego ir bajando hasta su cintura para luego abrir la cremallera de su pantalón, mientras que con su boca recorría su cuello, al sentir su manos ya tocando su centro abrió su ojos dejando salir un pequeño gemido por  aquella caricia, pero al mirar a la mujer que tenia de frente algo en su interior se movió.
-¡Para! Por… por favor…detente - la rubia la miró y pudo notar esa suplica en sus ojos y supo que debía detenerse.

- Está bien tranquila-se separó de ella aun con su respiración agitada.

-Lo    siento yo… yo no puedo…no puedo.

-Ya, es una verdadera lástima, pero no pasa nada - salió del cubículo, segundos después salió Ana encontrándosela aparragada junto al lavabo- este es mi número - le tendió un papel- si algún día quieres terminar lo que no pudiste hoy llámame - con la misma salió del baño
Un mes más tarde Ana encontró aquel número en su chaqueta como si el destino le hubiera puesto a sus pies la oportunidad de salir de ese mundo de recuerdos, sin pesarlo llamó, para luego ir al departamento donde esa misma rubia despampanante la esperaba, esa mujer en su cama le enseñó como mandar a la mierda todo y sólo disfrutar de los placeres de la vida, sus visitas eran cada vez más frecuentes hasta que un día llegó para encontrarla con otra mujer, no sintió precisamente celos, pero no le agradaba la idea de compartir a su rubia, pero esta le dejó muy claro que con ella no le iban esas escenitas y le aclaró que entre ellas sólo había sexo, podía sonar mal, pero era verdad, sólo era eso sexo, ella no estaba enamorada y desde luego Sara tampoco, entonces se preguntó que hacía con una mujer por la que no sentía nada, y sus respuestas fueron pasarla bien, olvidar ,disfrutar, olvidar, si, se había sentido vacía en muchas ocasiones, pero por lo menos no se sentía sola, poco a poco fue entrando mas y mas en ese mundo que Sara le había enseñado tanto que en ocasiones apostaban  haber quien conseguía llevarse una chica a la cama para luego comparar notas, era toda una locura que constaba de fiestas sexo y alcohol, se había alejado de todas sus amigas hasta de Daniela que ya no buscaba como hacerla cambiar, hasta que por suerte llegó el día en que Sara desapareció y poco a poco Ana fue cambiando claro no del todo pero por lo menos ya no era tanto.
A la mañana siguiente Ana despertó encontrándose sola en la habitación del hotel, se levantó desnuda caminó hacia el cuarto del baño, donde junto al lavabo se miró al espejo.
“No puede ser que ni en brazos de Sara hayas conseguido olvidar su piel, sus ojos,  su boca, su aroma” – se dijo a sí misma.

Mas tarde Daniela y Cristina habían comido juntas luego fueron a ver autos, ahí Daniela conoció lo indecisa que resultaba ser Cristina ya que primero costó trabajo que decidiera entre un modelo y otro, después  no se decidía en que color lo quería, si en negro o rojo vino y al final lo compró plateado.
Cuando Daniela llevó a Cristina a su casa está la invitó subir cosa que ella aceptó encantada, ya que le gustaba cada vez más estar en su compañía, ya en casa se encontraron con Laura con la que se quedaron platicando durante varias horas hasta que Cristina se retiró para irse a dar una ducha bajo la atenta mirada de Daniela.
-¿Cree que sea suficiente con un trapito o serán mejor dos?-preguntó  Laura mirando a Daniela, después de ver desaparecer a Cristina.

-¿Un trapito para qué? - preguntó ella confundida.

-Para la baba que se te chorrea Dani.

-¿Tanto     se     me    nota?

-No, si no fuera porque me has dejado la alfombra llena de babas y por esa sonrisa que pones cada vez que te mira.

-Sé que es una tontería ya que sólo la he visto tres veces y que no la conozco bien, sé que tal vez a ella ni siquiera le gustan las mujeres y lleva escrito en la frente soy hetero, pero me gusta, me gusta mucho.

-Pues me parece bien – dijo tranquila Laura.

-¿Crees que tengo posibilidades? - preguntó Daniela.

-Yo no soy quien para asegúrate eso, pero creo que con que se conozcan es un buen comienzo, ya lo demás se dará si se tiene que dar; nunca se sabe que pueda pasar -las dos se quedaron mirando la tv sin decir nada por unos minutos.

-Me gustaría poderme ir con ustedes desde mañana pero la verdad es que me es imposible - dijo por fin Daniela.

-Uy si, ¡ya quiero irme a la playita! seguro que con Ana nos divertiremos-       dijo         emocionada.

-¿Quién Ana? - preguntó Cristina que llegaba en ese momento.

-La amiga del restaurante que te platiqué - contestó Daniela.

-Pues ya me muero por conocer a esa tal Ana de la que tanto hablan, desde que he llegado no dejado de escuchar de ella, parece ser muy interesante.


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