Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

El Corazón de Cristal - 11 y 12


Capítulo 11

—Soy heterosexual —dijo Crystal, cambiando de posición fuera del alcance de Peg.
El primer tiro fue una bola seguida por un strike. Luego la bateadora conectó un tiro y la pelota salió disparada hacia la parte izquierda del campo. Pegó a tierra un segundo antes de que Laura le alcanzase.
La bateadora corrió a primera base y fue directa a segunda base cuando se dio cuenta de la fuerza del brazo de la jugadora de campo izquierdo con la que había cogido la pelota. La jugadora del equipo contrario regresó rápidamente a la primera base.
—Hola, Jen, ¿cómo estas?
—Bien, Tracy, ¿cómo estás tú?
—Genial. Creo que Lisa probablemente salga conmigo esta noche.
—¿Oh, sí?
—Yeap, al menos ella ya me habla de nuevo. —Tracy prestó atención al plato del home—.  Muy bien, es hora de patear traseros.
—Diane, no le podrías pegar a una bola de playa —dijo Jenny, refiriéndose a la bateadora que justamente abanicó y perdió el primer tiro.
—Mucha platica, Foster. Te comerás tus palabras cuando ella saque esa pelota fuera del campo.
A pesar de las esperanzas de Tracy, Diane dio un suave golpe en dirección de la jugadora de segunda base quien la interceptó mandándola a primera base logrando doble play. La siguiente bateadora bateó tres strikes quedando fuera, terminando con esto la mitad del inning. Laura y el resto de las jugadoras vinieron corriendo, las jugadoras del bar de Ameilia se reacomodaron en la banca y la primera línea de base.
—¿Te diviertes? —preguntó Laura mientras lanzaba su guante sobre el piso y abría la nevera en busca de una bebida fría.
—Claro, oye,  ¿ves a aquella que está allí? —Crystal señaló hacia Peg, quien jugaba con sus encantos en la tercera base.
—¿Peg? ¿Qué hay con ella?
—Esta celosa de ti.
—¿De mí? ¿Por qué?
—Ah, Laura —dijo Jenny uniéndose a la conversación—. Tú sabes que Peg tiene gran debilidad por las rubias terroríficamente guapas. Ella se ofreció a darle calor a Crystal por las noches.
La escritora asintió con la cabeza.
—Ah, y supongo que no fue nada sutil, ¿verdad?
—Creí que le faltaba poco para babear descontroladamente —dijo Jenny mientras le pasaba a Crystal por un lado y sacaba una botella de agua helada de la nevera—. Crystal le dijo que era heterosexual y Peg se retiró. No te preocupes, estaré alerta y protegeré la virtud de nuestra amiga.
—Lamento eso —dijo Laura a su compañera de apartamento—. Usualmente saben cómo comportarse como unas damas. —Laura dio una mirada de advertencia en dirección de Peg pero esta no la vio pues estaba dándoles la espalda.
Jenny recogió su casco y su bate.
—Creo que mejor ya me voy para allá.
—Buena suerte —dijo Laura.
—Si, buena suerte —dijo también Crystal mientras Jenny se colocaba en la caja del bateador.
—¡Strike uno! — gritó el árbitro.
—¡Venga, Jen! —Laura alentó, aplaudiendo con sus palmas e instando a sus compañeras de equipo a hacer lo mismo. Sólo algunas pocas apoyaron desde la banca.
—¡Strike dos!
—¡Venga, Jen, tu puedes hacerlo!.
—¡Strike tres, estás fuera! —dijo el árbitro. Jenny regresó caminando de nuevo hacia las bancas y tomó su bebida.
—Oye, doc, creí que la idea era pegarle a la pelota —dijo Crystal, provocando un bufido burlón de Laura.
—Tú ni hables, mi querida Laura —advirtió Jenny—. Por lo que respecta a ti —desvió su atención hacia Crystal que sonreía abiertamente—, veo que tienes un gran sentido del humor —tomó un largo trago de su jugo de fruta—. Sólo es el primer out. No hay por que preocuparse.
—¡Agáchense!
Alguien gritó cuando un faul hizo que la pelota fuera directo a la banca haciendo que se quitaran.
—Donna, haznos un favor Y trata de no matarnos antes de que termine el inning, ¿ok? —Alguien gritó a la avergonzada bateadora.
El siguiente golpe mandó la pelota hacia el campo izquierdo, dejando a Donna llegar hasta segunda base. Con el golpe de Toni la corredora avanzó hasta tercera base y después gracias a Lisa lograron llenar las bases.
—Bien, Laura —dijo Jenny—. Muéstrales lo que tienes.
—¿Por qué se colocó de ese lado del plato? —preguntó Crystal—. Todas las demás lo hicieron por el otro lado.
—Laura es zurda. Los zurdos se colocan de ese lado del plato —explicó la terapeuta.
El primer contacto envió la pelota hacia la valla de la tercera base.
—¡Strike uno! —El árbitro gritó.
—¡Venga, Laura!, ¡enséñales como se hace a estas niñitas! —gritó Kelly, la cátcher de Ameilia.
Crystal estaba muy quieta en la banca y observó cuando la pitcher lanzó hacia el plato. Esta vez el golpe de Laura fue bueno, cayendo en el campo central. Fue suficiente para que las corredoras avanzaran, permitiendo a las Ameilia's anotar su primera carrera del juego.
—Buen tiro —dijo Tracy, tomando su posición en primera base— . ¿Intentando impresionar a tu nueva chica?
—Ella es mi compañera de apartamento, no mi amante —corrigió Laura. Tracy miró a la rubia en cuestión y sacudió la cabeza.
—Lástima, Taylor. Porque me parece que tiene un precioso par por ahí debajo.
—Pervertida.
La jugadora de primera base volvió a mirar a Crystal.
—No lo sé. A mí me parece que es un desperdicio dejar que algo así de delicioso viva bajo tu techo y no hagas nada al respecto.
—Ella es heterosexual, Tracy.
—Si ya lo he escuchado. No sería la primera heterosexual a la que se le enseñara como una mujer puede ser mucho mejor en la cama.
—Ella está fuera de los límites. Pon atención al juego.
—Preferiría ponerle atención a ella —dijo Tracy con un suspiro, devolviendo a regañadientes su atención al juego del softbol.
Ajena de que ella fuera el tema de conversación entre las dos mujeres en la primera base, Crystal continuaba escuchando a Jenny diciéndole quienes eran las del equipo.
—La que esta por batear es Kelly.
—La catcher —dijo Crystal, recibiendo una inclinación de cabeza en respuesta.
—Sí, y, bueno, ¿recuerdas a la que se te insinuó hace rato? Esa es una de sus ex.
—¿Una?
—Oh, si, Kelly es una conquistadora. Nosotras estuvimos juntas por breve tiempo.
—¿Por qué siento que soy la minoría aquí?
Jenny se rió y saco otra botella de la nevera.
—Porque lo eres, querida —quitó la tapa de la botella—. Echa un vistazo alrededor. Creo que eres probablemente la única heterosexual aquí, excepto por alguno que otro fan. —Jenny dio un paso más cerca de las bancas y le susurró para que las demás jugadoras que estaban en la banca cercana no la escucharan— ¿Te molesta estar rodeada de tantas lesbianas?
—No, no me molesta —dijo Crystal, deslizándose a una fila abajo de los asientos de la banca, poniéndose frente a frente de la terapeuta—, sólo que no creo que haya estado antes con tantas juntas al mismo tiempo.
—Bueno, no te preocupes —dijo Jenny.—, no mordemos.
—A menos que tú quieras —dijo Carmen cuando pasaba caminando, escuchando sólo lo último de la conversación. Se detuvo y tendió su mano.
—Carmen Cruz.
—Crystal Sheridan.
—Un placer conocerla, señorita Sheridan. —La piel más oscura de Carmen hacia contraste con el tono más claro de la rubia cuando se dieron la mano—. No te había visto aquí antes. ¿De quién eres novia?
—De ninguna. Soy la compañera de apartamento de Laura —dijo, sintiendo que lo había dicho ya unas cien veces.
—Pues bien me alegro que hayas decidió honrarnos con tu presencia —dijo la pitcher, no queriendo soltar la mano de Crystal—. Tal vez nos traigas buena suerte. El señor sabe que la necesitamos últimamente.
—Hemos perdido nuestros últimos cuatro juegos —explicó Jenny.
—Oh —dijo Crystal mientras se ponía de pie—, no sé cómo pueden jugar con este calor.
Ella llevaba puesto un pequeño top cubierto por una pequeña blusa azul claro. Sin pensarlo quito su pequeña blusa y la echo a un lado. En ese mismo instante, Kelly pegó un golpe lento sobre la línea de la tercera base. Distraída por la actividad en las bancas, la medio campista voló la pelota, accidentalmente sobre el campo central, provocando con esto que se anotaran dos carreras más. Laura avanzó de primera a tercera y el equipo de casa explotó soltando un ataque de silbidos y comentarios burlones cuando se dieron cuenta de lo que lo había provocado.
—Se supone que debes mantener los ojos puestos en la pelota, no en las chicas —Toni gritó.
—Oye, Duncan, no sabia que fueras así de distraída —dijo alguien más—. ¿Cuál es el problema, no consigues a ninguna?
—Si lo hago —dijo la medio campista, consciente de que su última conquista se encontraba en la parte trasera del campo—. Yo sólo..., bueno… — tartamudeó, causando de nuevo burlas y risas.
—Sabia que dabas buena suerte —dijo Carmen a Crystal ahora ruborizada—, ¿vendrás con nosotras después del juego?
—¿Después? —No sabiendo la respuesta, ella recurrió a Jenny.
—No estamos seguras aún. Depende cómo se sienta Laura, —dijo Jenny.
—En fin —dijo Carmen, recogiendo su guante—, si deciden venir, será un placer invitarte una bebida —ofreció a Crystal—. Después de todo, estamos adelante debido a ti.
—Yo…, uh, seguro —dijo Crystal—. Si es que vamos.
Sonó un golpe de bate y Wendy fue ponchada (out), dándole fin al inning.
—Pues bien, creo que es hora de que tome mi posición. —Carmen se alejaba en el momento que Laura llegó a recoger su guante.
—¿Te están molestando mucho?
La escritora preguntó con preocupación, consciente de que Crystal fue la causa de la distracción de la medio campista. Había días en que las del equipo de Ameilia's se volvían algo obscenas y no dudaba de que este seria uno de ellos.
—Creo que he recibido unas tres insinuaciones y aquella jugadora que esta en tercera base dijo que me invitaría a una bebida —Crystal se encogió de hombros—. Aparte de eso todo el mundo me ha preguntando si dormimos juntas, creo que estoy bien.
—Son realmente muy inofensivas —dijo la escritora—. Si alguien te hace pasar un mal rato, sólo dímelo. Tengo que tomar mi lugar. Te veo en tres outs más.
Crystal observó a su compañera de apartamento colocarse en el campo izquierdo y después puso atención a la actividad en el plato de bateo. Alex, la medio campista de las Halcones que cometió el error en el inning anterior, estaba en el plato. La catcher, Kelly, no pudo resistir la oportunidad.
—¿Oye, Duncan, crees que puedas poner atención a la pelota esta vez?
—Vete al infierno, Kelly —dijo la bateadora sin malicia.
—Me di cuenta que andabas rondándola como abeja sobre la miel.
—Lista, bateadora. —El árbitro interrumpió. Alex Duncan tomó su posición y esperó el tiro de Carmen.
—Yo pagaría buen dinero por nadar en esa miel —dijo Kelly justo cuando Alex abanicaba.
—¡Strike uno! —La medio campista de las Halcones ajustó su casco y reanudó su postura.
—Apuesto a que ella es más dulce que la miel, también… mmm.
—¡Strike dos!
—Cierra la boca, Kelly —dijo Alex, apretando sus guantes de bateo. Ella se acomodó otra vez, esta vez apenas dando un tiro abajo de la pitcher.
—Bola —dijo el ábitro.
—¡Venga, Duncan, pégale a la mierda esa! —gritó una de las jugadoras de las Halcones.
—Pero es una verdadera lastima que ella sea heterosexual —dijo Kelly.
—¡Strike tres, estas fuera!
Alex miró de la catcher a Crystal y de regreso otra vez, sacudió la cabeza y sonrió cuando se dio cuenta de que había sido distraída justamente para que le hicieran out.
—Este va a ser un juego largo —dijo mientras se marchaba dando media vuelta.
Gracias al brazo firme de Carmen y el bien cuidado campo por Wendy y Donna acabaron el juego, las Airhearts salieron victoriosas sobre las Halcones. Grupos pequeños de mujeres se formaron en el estacionamiento, algunas poniéndose de acuerdo de encontrarse en el bar de Ameilia y otras dando excusas por lo que no podían asistir.
Toni tenía a Linda presionada contra una furgoneta, sus bocas haciendo algo mucho más agradable que hablar. Sorprendida por la escena pública, Crystal miró hacia todos los lados y después a las apasionadas amantes.
“¿Cómo pueden actuar así delante de todo el mundo?”, pensó Crystal y notó que las demás parecían no enterarse y aquellas que si miraban a la pareja simplemente sonreían y volvían a sus conversaciones.
Crystal miró a la pareja otra vez, esta vez viendo más que sólo dos mujeres besándose. Por primera vez ella vio lágrimas corriendo por las mejillas de Linda. Tan absorta estaba en el drama que se estaba desarrollando, que Crystal no escuchó a la terapeuta venir detrás de ella.
—Supongo que no las veremos en el bar de Ameilia's —dijo Jenny sobresaltándola—. Lo siento, pensé que sabias que estaba aquí.
—Está bien. ¿Así que irás al bar?
—Si, sólo por un rato. A Laura le gusta jugar al billar y ésta es realmente la única oportunidad que ella tiene para hacerlo. Se requiere de una ley aprobada por el Congreso para sacarla de la casa cualquier otro día.
—Ella pasa mucho tiempo en su computadora —dijo Crystal, buscando alrededor a la mujer en cuestión. Divisó a Laura hablando con Kelly, las dos mujeres estaban riendo y gesticulando animadamente.
—Es bueno para todo el mundo salir y ser sociable de vez en cuando.
—¿Es eso verdad, doc? —Crystal prendió un cigarrillo y se apoyó contra la —Cosa— brillantemente colorida—, ¿piensas que necesito salir más a menudo?
—Pienso que necesitas hacer algunos nuevos amigos y este variado equipo de personas son perfectas para iniciar —Ella se apoyó y presionó el claxon—. Vamos, Laura.

Capítulo 12

—¿Qué hay si no quiero ir? —preguntó Crystal.
—Bueno, el cochebús para por aquí aproximadamente una vez cada hora. Además estoy segura de que alguien aquí estaría dispuesta a darte un aventón a casa.
—Oh, estoy segura de que si —Crystal estuvo de acuerdo, alcanzando la manilla de la puerta—. Ya he visto suficientes miradas de ese tipo de los hombres. Aparentemente los lobos vienen en ambos sexos.
—Hay cosas buenas y malas en todo el mundo, a pesar de su género o sus preferencias. —Jenny abrió la puerta y se metió detrás del volante—. Solo que algunos vienen en paquetes más bonitos.
—¡Hey, Crystal! —gritó Carmen haciendo gestos con las manos y corriendo hacia ellas—. Estarás más segura si vas en mi coche. Tengo un reproductor de cd`s y asientos de cuero.
—Y más movimientos que Michael Jordan —dijo Jenny sarcásticamente, mucho para el disgusto de la pitcher—. Crystal, Carmen es la versión de Don Juan en femenino.
—Sí —dijo Peg mientras se acercaba y se unía a la conversación—. Ella tiene ese encanto cubano que hace que las mujeres caigan a sus pies.
—¿Celosa? —gruñó Carmen—. Yo no tengo la culpa de saber tratar bien a una dama y que tú no. Jamás le permitiría a una dama viajar en esta trampa mortal.
—Oh, cielos, esto se esta poniendo muy intenso —dijo Peg.
Jenny puso sus ojos en blanco y afirmó con la cabeza en acuerdo. Laura finalmente terminó de hablar con la catcher y se les unió.
—¿Listas para irnos? —preguntó, abriendo la puerta y entrando.
—Estamos listas —dijo Jenny, girando la llave y sonriendo mientras la —Cosa— rugió llena de vida—, Ahora por hacernos esperar, creo que deberías invitarnos a la primera ronda.
—¡Yeah! —Crystal estuvo de acuerdo con entusiasmo, causando que la mujer que seguía parada fuera del coche riera.
—No creo que debas preocuparte por que alguien te compre algunas bebidas, amorcito —dijo Carmen—. Todas harían fila encantadas en el bar sólo para tener el privilegio de invitarte.
—¿Y tú estarías de seguro en la fila, no es así? —bromeó Laura.
—Absolutamente. —Carmen dijo orgullosa—. Las veré en Ameilia's —dijo más que nada dirigiéndose más a Crystal que a las otras.
Jenny metió el embrague de la —Cosa— y la movió adelante, cayendo en un bache y causando que las ocupantes brincaran sobre sus asientos. Crystal rápidamente trató de alcanzar el cinturón de seguridad.
—Te dije que deberías haber venido conmigo, amorcito —dijo Carmen mientras el coche caminaba.
—Tal vez ella tenga razón —dijo Laura, mirando atrás de su asiento—. Seguramente ella hubiera coqueteado contigo despiadadamente, pero hubiera sido preferible al infierno en ruedas de Foster que podría matarte antes de que logremos llegar.
—Púdrete —dijo Jenny, siguiendo la Range Rover* de Kelly fuera del estacionamiento—. Ahora invitarás a las primeras dos rondas.
El bar de Ameilia estaba sobre la calle principal con sólo un pequeño estacionamiento para los autos de sus clientes. Jenny logró conseguir uno de los últimos espacios en el estacionamiento, para mala suerte de Kelly, quien todavía daba vueltas en busca de un lugar para estacionar su Range Rover. Varias jugadoras más ya habían llegado al lugar sumándose al estado de ánimo alegre del lugar.
—Hey Crystal… —Una de las Halcones la llamó—: ¿Vas a quitarte tu blusa de nuevo? —Su comentario fue acompañado por gritos alegres de sus amigas.
—Perdón por el comportamiento de estas niñas. —Laura se disculpó—. Nunca faltan este tipo de personas. Sólo mantente cerca de mí y de Jenny y estarás bien.
—Sabes muy bien que no soy una pequeña e inocente virgen que sale a su primera cita —dijo Crystal, sacando un cigarrillo—. Solamente porque nunca antes he estado en un bar de lesbianas no quiere decir que necesite protección.
Laura intercambió miradas con Jenny. Ellas conocían demasiado bien a sus amigas.
—Solo para mayor seguridad, quédate cerca de nosotras.
Crystal no se sorprendió de encontrar a Carmen sosteniendo la puerta abierta para que entrara. Sintiéndose avergonzada por el detalle, rápidamente entro sintiendo la mirada fija y lujuriosa que le dirigía a ella.
“Si, supongo que no tendré que comprar ninguna bebida esta noche”, pensó.
—Gracias —dijo Crystal.
—Es un placer, amorcito —dijo Carmen con un movimiento sensual de su mano—. ¿Me acompañas dentro para que puedas saciar tu sed?.
Laura tuvo que extender la mano rápidamente para atrapar la puerta que había soltado la mujer cubana para seguir a Crystal dentro.
—Como puedes ver —dijo Laura sosteniendo la puerta para Jenny—. Carmen es incorregible.
—No es su culpa que Crystal tenga en su frente tatuadas las palabras de carne fresca —Jenny se puso de puntillas para buscar a la mujer en cuestión—. Ah, allí esta.
Crystal se encontraba en el extremo más alejado de la barra, rodeada por Carmen y Alex.
—¿Deberíamos ir a rescatarla? —preguntó Laura.
—¿No te dijo que podía cuidarse ella sola? —dijo Jenny, guiando a la escritora hacia las mesas de billar.
—Pero ella...—La protesta de Laura fue interrumpida por los dedos de su ex amante sobre sus labios.
—No tengo ninguna duda de que ella tiene mucha experiencia en defenderse y mantenerse alejada de los lujuriosos hombres. ¿Qué te hace pensar que ella es incapaz de manejar esta situación con una mujer? —señalo la mesa pequeña delante de ellas—. Toma asiento, traeré unas bebidas.
—Esto está asqueroso.
Suspirando, Jenny sonrió y palmeó el hombro de Laura.
—Traeré algunas servilletas. ¿Quieres club soda* o te sientes aventurera esta noche?
—Club soda está bien. Agrégale un poco de limón por favor.
Laura recogió una servilleta cercana y comenzó a remover las cenizas derramadas de la mesa.
—No olvides poner nuestros nombres en la pizarra o nunca conseguirás una mesa de billar —dijo Jenny antes de abrirse paso a través de la gente.
En el otro extremo de la barra, Crystal sacó un cigarrillo haciendo que Alex se levantara y sacara un encendedor.
—Permíteme —ofreció.
—¿Desde cuando permites que esta cavernícola te compre una bebida? —dijo Carmen, ganándose un bufido de la medio campista—, ¿bailarías conmigo, amorcito?
—Ah, no, gracias. —El escocés con soda estaba suave y lo tomó rápidamente.
Crystal se encontró con cierta comodidad en el bar para mujeres, la alerta que normalmente mantenía para protegerse de los hombres no la necesitaba aquí. Estaba segura que con un simple —no— podría mantener a raya a las posibles conquistadoras.
—Yeap, yo tampoco bailo mucho —dijo Alex, acercando mas su silla—. Y dime, ¿qué haces para ganarte la vida?
—Soy... —Crystal se detuvo, dándose cuenta de que la usual respuesta de que era bailarina no era buena idea, giro hacia la mujer a un lado de ella—. Uh... —vio la barra llena de lesbianas alborotadas. “No creo que decir la verdad sea una buena idea tampoco”. Había habido suficientes comentarios y silbidos en el campo de softbol sin siquiera saber que ella era una stripper. “Maldición, piensa rápidamente”. La bartender* llegó en ese momento con la bebida de Carmen.
—Soy Bartender —barbullo Crystal—, en el centro de la Ciudad.
—Oh, eso es interesante —dijo Alex, colocando su mano sobre la barra sólo a unos centímetros de la de Crystal—. El Halcón está en el centro. Ese es el bar que frecuento. Creo que Esther anda buscando que alguien le eche una mano los fines de semana. Deberías ir allí esta noche y mirar.
—Trabajo esta noche —dijo ella, pensando sólo en dar una excusa para no ir al bar de lesbianas.
—¿No me digas? Tal vez podría ir a visitarte y saludarte, ¿Donde es?
—Uh... —“¡maldición!, ¡maldición!, ¡maldición!”.
Atrapada en su propia telaraña de mentiras, Crystal entró en pánico y tomo la anterior invitación como salida rápida.
—Sabes Carmen, creo que aceptare tu oferta.
Puedo hacer esto, puedo bailar con una mujer”, se dijo a sí misma mientras Carmen ahora feliz se ponía de pie y tomaba su mano.
—Estaré de regreso en pocos minutos —le dijo a Alex, sintiendo una punzada de culpabilidad por la expresión de tristeza en la cara de la medio campista.
Mientras era conducida a través de la gente a la pista de baile, Crystal comenzó a dudar. Las luces de variados colores rebotaban en la pelota de cristal de la disco y la pista de baile estaba dividida en diferentes coloridos paneles que se iluminaban al ritmo de la música. El área de baile estaba levantada más alto que el resto del bar, dejándola de vez en cuando convertirse en una doble pista de baile. El bar de Ameilia se había construido a finales de los años setenta y aparentemente el dueño no encontró razón alguna para actualizarla. Al menos el disc-jockey sabia en qué década estaba y mantenía a las mujeres entretenidas con los últimos hits para bailar.
Cuando Carmen la condujo a un lugar cerca de la parte de enfrente de la pista, Crystal perdió el valor y comenzó a caminar fuera de ella.
—No, no, no, amorcito. ¿A dónde vas? —preguntó Carmen, extendió su morena mano y la detuvo tomándola del brazo.
—No puedo hacer esto.
—Por supuesto que puedes, amorcito. —La mujer cubana tomó las manos de Crystal con las de ella y comenzó a contonearse con la música, moviendo sus brazos al mismo ritmo. Era una canción conocida para la rubia y admitió de mala gana que Carmen era una buena bailarina. Con voluntad propia, las caderas de Crystal y sus piernas la acompañaron.
—Lo ves, cariño, sabia que podías hacerlo —, dijo la pitcher, soltándole las manos. Bailaron durante dos canciones antes de que Crystal finalmente se disculpara y saliera de la pista multicolor.
Las mesas de billar estaban entre la pista de baile y la barra, facilitándole a Crystal solucionar el problema de Alex sentándose a la mesa de Laura.
—Hola.
—Hola —dijo la escritora, colocando un posavasos enfrente de Crystal—. ¿Quieres una bebida?
—Yeap, escocés y soda, cargado.
—Cuatro dólares.
Crystal buscó en su bolsillo y sacó su pequeño fajo de billetes. Ella tenía lo suficiente para comprar por sí misma una bebida más. “Mejor cuídalo”, pensó. Entregó un billete de cinco dólares y observó a Jenny acercarse, con un taco de billar en la mano.
—Oh, ¿entonces decidiste bajar de la pista de baile después de todo? Pensé que ibas a bailar con las chicas durante toda la noche —bromeó la mujer de cabello castaño.
—No sé por qué hice eso. Nunca antes había bailado con una mujer.
—Pues bien parecía como que estabas pasando un buen rato ahí arriba. No vi a Carmen sujetando tu brazo para mantenerte ahí. —Jenny se sentó en la silla adyacente y recogió su cerveza—. Laura, te toca —ofreció antes de tomar de un tirón la botella—. ¿O si lo hizo?
—¿Hacer qué?
—¿Sujetar tu brazo para mantenerte en la pista de baile?
—No. Yo simplemente…
—Bailas bien…, para ser una chica heterosexual.
—Muchas gracias, doc. —Crystal contestó sarcásticamente—. Tú sabes que algunas de estas mujeres son tan malas como los hombres. Llamo más la atención aquí que en un bar de verdad.
—Éste es un bar de verdad —corrigió Jenny.
—Sabes a lo que me refiero. Es extraño, eso es todo. —Ella miró hacia la pista de baile, divisando a Carmen bailando con otras dos mujeres.
—¿Te divertiste?
—Bueno, eso... —Crystal desabotonó su blusa de mangas—. Demonios, que calor hace aquí dentro.
—Me alegro que no hayas hecho eso en la pista de baile —dijo Jenny—, ya causaste bastante daño en el partido de softbol. Si Alex hubiera estado jugando billar probablemente habría golpeado la pelota a través de una ventana. —Ambas se rieron de la imagen—. Así que contesta la pregunta: ¿te divertiste bailando?
—Sí. Fue diferente.
—¿Diferente en que forma? ¿De bailar con hombres? —Crystal asintió con la cabeza y Jenny continuó—: ¿de qué forma?
—No lo sé, simplemente fue diferente.
—Esto es interesante. Trata de ordenar tus sentimientos. ¿Qué hace la diferencia entre bailar con una mujer a bailar con un hombre?
—No lo sé —Crystal comenzó, moviéndose nerviosamente en su asiento—. No tuve que preocuparme por nada excepto bailar con ella—. Negó con la cabeza, consciente de que sus palabras no tenían ningún sentido.
—Te preocupas demasiado, ¿no es así? —Jenny picó gentilmente.
—Algunas veces. —La stripper admitió sin mirar hacia arriba. Ella sacó un cigarrillo y lo encendió, poniéndose cómoda—. No entenderías —negó con la cabeza—, nadie lo entiende.
—Te sorprendería qué tanto puedo entender —dijo Jenny—. Entiendo lo que es vivir el hoy preocupándote por el ayer y el estar asustada por el mañana. Entiendo que una pequeña niña herida no puede curarse si nunca ha recibido amor.
Ante las palabras de Jenny, Crystal cambio su expresión. La postura relajada desapareció, reemplazada por el rudo aspecto que mostró el día que Jenny le había llevado a la licorería.
—Demasiado tarde para eso, doc.
Laura llegó en ese momento, dando a Crystal lo que ella necesitaba desesperadamente en ese momento. Ella redujo drásticamente la mitad del vaso antes de ponerlo sobre la mesa. “Esta conversación se acabó”, pensó, agitada por cómo Jenny podía fácilmente leerla.
—Oye, Laura, ¿quieres jugar billar?
—Tienes que poner tu nombre en la pizarra pero puedo averiguar si la persona siguiente quiere jugar en parejas,
Sin esperar respuesta, Laura miró alrededor.
—Oye. Kelly, ¿quieres jugar en parejas?
—Espera. —La catcher volteó y le preguntó a alguien que llevaba puesta una camisa de las Halcónes, intercambiando unas cuantas palabras antes de devolver su atención a Laura—. Seguro, Carrie y yo contra ti y ¿quién?, ¿Jenny?
—No, Crystal.
—Seguro. Estaremos encantadas de patearos el trasero.
—¿Eres buena? —preguntó Laura quedamente.
—Paso la mayor parte de mi vida en bares y clubes. Puedo manejar muy bien un taco de billar —contestó Crystal.
Sintiéndose atrevida, Crystal llamó a la pitcher, sonriendo abiertamente:
—Oye, Kelly, ¿quieres poner el dinero en tu boca?
—Donde me gustaría poner mi boca no tiene nada que ver con el dinero —contestó la catcher, provocando algunos comentarios y gritos de las mujeres alrededor de ella—. ¿Qué tal una jarra de cerveza?
—Trato —contestó  Laura por la totalmente ruborizada Crystal—. Nosotras comenzamos.
El juego progresó pero no sin varios comentarios sugestivos de Kelly y Carrie, especialmente cuando la parte de arriba de Crystal estaba cubierta solo por un pequeño top y se recostaba sobre la mesa para hacer sus tiros. En la mayoría de los casos la stripper pudo esquivar las insinuaciones y ocasionalmente su compañera de apartamento salía en su defensa. Terminaron el juego con Kelly metiendo la bola ocho cuando aun no le tocaba, haciendo que Laura y Crystal fueran las ganadoras.
Las dos mujeres regresaron a su mesa para encontrar nuevas bebidas esperándolas, cortesía de Jenny. Momentos más tarde una jarra de cerveza fue servida según la apuesta hecha con Kelly. Crystal tomo rápido su escocés con soda, el tercero de la tarde, y después alcanzó la jarra. Laura rápidamente colocó una servilleta para usarla como porta vasos para que nada de líquido se pasara sobre la mesa. Carmen, encantadora como siempre, vino y convenció a Laura de unírsele a ella en la pista de baile, mientras Kelly tiraba de Jenny para un juego de billar. Ahora libre para observar, Crystal miró a varias mujeres saliendo por una puerta lateral.
“¡Ah hah!”
Asegurándose de que el encendedor estaba en su bolsillo, la rubia cruzó el bar y salió a través de la puerta. 



Historia Traducida por Alesita. Corregida por Abriles
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2 comentarios:

  1. Hermosa historia

    mil gracias por compartirla

    saludos desde mexico.

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  2. ahh.. que pase algo entre Laura y Crystal pronto

    Pinguino

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