Mi Mujer - Sonia

Mi mujer, mi niña, mi amiga, mi amante, mi todo... podría pasar horas escribiéndote todo lo que eres y has sido para mí, y seguramente me faltarían horas para narrarlo.

Esa persona que cuando me miro, cuando nuestras miradas se cruzaron, entendí por primera vez, lo que significa la vida y la felicidad.

Casi no hicieron falta palabras, sobraban cuando entiendes que lo que has estado buscando toda la vida lo tienes delante de ti.

Y en ese momento, en ese preciso momento todo deja de ser un sueño y empieza a convertirse en 

real. Bello proceso que lleva consigo, la enorme locura que embarga tu vida, la tambalea, la tumba y sin más la enamora. También la confunde, porque comparándolo a todo lo que has sentido antes no tienes con qué hacerlo. Tal vez amé, no lo sé, deseé, tampoco lo sé... dije te quiero, tal vez por cariño, eso sí lo sé, pero lo que tengo claro es que al tenerte delante se responden todas y cada una de mis dudas o preguntas.

Complicada tarea empezar a quererte, pero que de tanto hacerlo empiezo a acostumbrarme. 

Y aquí estoy, no sé qué hora de la noche son... muchas tal vez, porque empiezo a cansarme de estar despierta. Pero es que contigo a mi lado, enredada en mis sábanas, velando tu sueño, con mi inmenso amor que se fue con el tuyo a soñar, cansados, después de la noche que lo hicimos gozar... Y te miro, lo hago y no me canso. 

Mi mujer, que tantas y tantas veces te hago el amor con mi mirada y más aún si estás a mi lado acostada. Y acaricio con suavidad tu pelo, medio en la almohada y medio en mi pecho. Dibujo tu silueta en mi cama, encima de tu cuerpo para que quede marcada en nuestro lecho. 

No, no puedo decirte simplemente te quiero, queda corto para tantos sentimientos. Pero sigo sin poder dormir, no puedo hacerlo, porque si cierro los ojos dejaré de ver tu bello reflejo.

Cierro los ojos, pero no me duermo, recuerdo tus manos en mi cuerpo, las caricias, las miradas que de tanto que las hicimos quedaron entrelazadas.

Tus besos rodaban por mi cuello, llegaban a mi cintura y acaban en el lugar de una bella montura.

Y ahora era yo, quien te daba los besos y no podía parar, aunque fuera un exceso. Suave tu piel, tierno tu olor que me llevaban al límite de mi razón.

Besé y besé hasta quedarme sin saliva hasta que sentí que se te iba la vida...

Abrazadas y cansadas nos atrapó la madrugada sólo que tú te dormiste y yo quedé atrapada...

Y aquí sigo, mirándote embelesada... amándote como te amé y aún siento ganas. Porque en tus brazos me pierdo, en tu piel me derrito, y en tu boca me ahogo con cada suspiro.

Pero debo dormir, conformarme con el recuerdo de habernos amado hasta el fin del tiempo. Que mañana despertaré y ahí estarás, sonreías y todo empezará de nuevo.

Mi mujer tan mía que me penetra el alma, y yo tan tuya que me ganó de una sola jugada.

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La Teta Feliz Historias y Relatos ® Sonia Derechos Reservados

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