Todo acabó antes de empezar siquiera; una llovizna
tenue se vuelve mi cómplice más conspicuo, colándose por mi rostro y lavando la sal de mis mejillas. Las
lágrimas caen sin que pueda evitarlo, muerdo mis labios en inútil intento de
borrar el dolor, sigo parada en esa esquina, cruce extraño e inexplicable de
desasosiego y bálsamo.
Terminó, ya es pasado en mi futuro, futuro que
nosotras mismas decidimos… ¿Entonces por qué duele tanto? ¿Por qué mis pies se
rehúsan a alejarme de allí? Hago un gran esfuerzo por recordar que poderosa
razón nos llevó a dejarnos partir, pero me rindo ante un profundo cansancio de
pensar… mi alma desolada de toda compañía que no sea tu recuerdo intenta
imperiosa entornar las puertas de la memoria.
De una memoria breve, de encuentros tan intensos como
fugaces, casi secretos, y no puedo aun romper en mil trozos tu imagen, dejar de
sentir tu aroma entre mis ropas, perderte en un rincón olvidado de mí
transitar. Pasará, repito obstinada y te hago más presencia en cada palabra…
Fuimos un breve paréntesis en nuestras vidas, sí, sólo
eso… una brisa fresca, una canción de amor, una lluvia de verano, un rayo de
sol, el olor de las tostadas de mi abuela, una sacudida en el pecho, la
bocanada de aire que me devolvió a la vida, el rayo de sol que terco atraviesa
las nubes más oscuras. Sensaciones que asaltaron mi rutina y la tuya,
deshilachando el tejido que prolijamente habíamos armado y que nos cubría sin
abrigarnos, devolviéndole el sabor a la
comida que nos mantenía vivos sin alimentarnos. No se añoran los colores si
nunca has visto el arco iris, ni se extraña la música si nunca has oído la
lluvia repiquetear contra los cristales…
No sé porque
imaginé que sería simple dejarte partir después de encontrar en tus ojos los
siete tonos conque la naturaleza celebra la llegada del sol después de la
tormenta, imaginé mal. Duele profundamente tu partida y sé que cuando te hayas
ido sólo me quedarán los ojos vencidos, las manos vacías, los sonidos callados,
los roces habrán huido, los sabores se disfrazaran de amargo, y los aromas se
disiparan en segundos apenas; todos mis
sentidos se irán contigo mujer, porque aunque no lo pudiste ver, con todos
ellos te amé…despacio, inevitable e intensamente; pero la realidad impuso su
presencia, tu mundo y el mío no podían ser el nuestro…y entonces sólo nos
dijimos adiós…quizás fue cobardía, tal vez un mal entendido sentido de la
lealtad, lo que nos obligó a terminar con un amor que apenas empezaba a nacer;
nos encontramos demasiado tarde, Sra., vos habías acunado tu soledad de años en
otra mujer, dejándote invadir por ese sentimiento tan igualmente distinto del
amor, queriéndola amar, pudiendo sólo querer. Yo había levantado invisibles
murallas que protegían mi alma impidiéndome sentir y sin embargo ambas
sucumbimos al dulce placer de descubrirnos… nos encontramos sin quererlo, nos
presentimos sin saberlo, nos entregamos sin pensarlo. Disfrazamos de sueño el
sentir, jugamos a desafiar el destino y nos atrapó el deseo de ser una en dos.
Le robamos las horas al reloj y nos adueñamos de nosotras construyendo un universo
secreto de fantasías, donde la pasión impuso su sinfonía… aprendimos cada
detalle de los cuerpos, arrinconando la culpa, adormeciendo la razón, nos
escondimos del mundo para gozarnos, la noche cobijo nuestro sentir. Pero el día
llega indefectiblemente en algún momento, por algún resquicio la luz se cuela y nos muestra con claridad nuestra
miradas cargadas de culpa… el goce se trastoca en pensamientos que apagan las
risas, ternura con mezcla de melancólica, tristeza de saber que no podemos
romper nuestras historias previas se adueñan de nuestra almas y la cordura
impone su presencia, ¿Cómo hacer sufrir a quien nada sabe? ¿Cómo engañar a tu
mujer? ¿Cómo rearmar mis defensas ahora que una a una las derribaste con tu
forma de darte a mí? Sabemos que de continuar con esto, de seguir por el camino
de amarnos sin mirar atrás en breve
tiempo nos lastimaríamos empañando los más
limpio y dulce que vivimos, así que decidimos extirpar sentimientos, ambas lo
creímos mejor, hoy bajo esa llovizna
gris de un cielo que se empeña en llorar nos vamos cada una a su disfraz de
felicidad, a querer sin amar, a dejarse estar casi sin sufrir…
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