No sabía
ni la mitad de los nombres de las personas que trabajaban ahí, pero no me
preocupaba mucho, tampoco no todos sabían mi nombre.
Al
día siguiente, sólo tomé las hojas, ni siquiera le vi el rostro; lo obvio
copias, pero dijo algo más: “Por Favor Anita”, lo curioso era que si bien nadie
sabía mi nombre, mucho menos lo mucho que me molestaba que lo minimizaran, pero
lo acepté, lo había pedido de buena manera, sólo me di la vuelta.
Regresé,
le entregué el encargo y el dinero restante, y por fin vi su rostro, lo único
que noté era que tenia una mancha del lado derecho de la cara, no muy grande,
pero algo que no era fácil tapar con maquillaje, me parecía lindo, pero supongo
que no le di la importancia, era sólo una persona mas, y la verdad, había pasado
desapercibida, de no ser porque a la hora del almuerzo, en vez de alimentarme
con comida como el resto de la población, lo hacia con libros o música, se
sentó a mi lado y preguntó lo mas obvio: “¿Qué estás leyendo?”
Soy
bastante sarcástica, de un humor muy ácido, lo que hubiera respondido no le
hubiera agradado mucho así que traté de contestar lo más normal: “Un libro”. Y
soltó una risa muy pegajosa así que también reí un poco, sin pensarlo solté el
libro y empezamos a platicar, y me di cuenta de algo que me hizo sonreír mucho,
no estaba tan sola después de todo.
Mientras
platicábamos era como si existiera otra dimensión, en la que a pesar de estar
en paz en confianza, sentía la presión de las miradas, de los pensamientos, del
ambiente de desaprobación.
Después
del desayuno, me fui al aula a cuidar a algunos niños, durante toda la mañana sentía
que todos me veían y que murmuraban a mis espaldas, esta bien que sea gay,
lesbiana, camionera, lencha, leñadora o invertida, pero ¿tanto se me notaba?, ¿mi
atuendo de siempre es playerita, jeans y tenis, que no se viste así el 90% de
la población mundial?
Se
acercó una maestra conmigo, y así como yo lo presentía en su mirada y en su
tono de voz pensé que me haría la pregunta más obvia del mundo; pero no hizo,
una pregunta que me dejo en shock:
-¿Tú
y la doctora se conocen hace tiempo?
Mi
respuesta fue obvia: No, ¿Por qué lo pregunta?
Y me
platicó la tan reveladora historia, que por cierto las miradas y las habladurías
se debían a ella y no a mi.
La
médico había llegado hacia unos pocos meses, se estableció en una pequeña área
de la estancia, y si bien se sentaba con las compañeras trabajadoras en la hora
del desayuno, sólo solía escucharlas y a veces, hacer uno que otro comentario,
para ellas era muy introvertida y discreta.
Si
bien yo no soy tan extrovertida como cualquiera de dos décadas de edad, sé
entablar una conversación, empezarla y terminarla, y aparte siempre me han
dicho que soy un alma vieja en un cuerpo muy nuevo, así que a veces, en vez de
platicar con personas de mi edad termino hablando con personas más maduras.
Así
que todas las compañeras se sorprendieron cuando en vez del monótono desayuno
con ellas, la doctora decidió sentarse conmigo, reír un poco con el chiste del
libro, presentarse y platicar como dos personas maduras, eso si más gracioso
porque estábamos sentadas en las mesas y sillas de niños de primaria.
Después
del desayuno, nos levantamos y cada quien tomó su propio camino, lo que paso el
resto de la mañana era algo que nadie se lo esperaba...
Sólo
si me hubieran grabado lo hubiera creído, estaba en una de las tantas salas de
la guardería y de repente tocaron a la puerta, era la doctora con su bata
blanca impecable, unos bonitos jeans, playerita y para mi sorpresa tenis,
empezamos a retomar un poco la plática del otro día, hasta que surgió la
pregunta "Tengo que hacer algunas cosas en el hospital ¿Me acompañas?” ¡¡¡OMG!!!
Me
quedé paralizada, pero a pesar de eso, traté de decir: "si", bajamos
las escaleras y seguía sin creer que iba a acompañarla era la hora del desayuno
con lo que no contaba era que no tenia un carro, tenia una bestia con llantas, era
tan grande que tuve que sostenerme de la puerta para subir, me canse del
esfuerzo, lo que me causo mucha gracia, era pensar que si yo era mas alta que
ella, como demonios se subía, y de repente su voz me saco de mis pensamientos:
"¿Me ayudas a subir?” le tomé la mano, y lo sentí, sentí chispas y también
sentí algo más, durante todo el trayecto platicamos de mi, de mi, de mi, la
verdad no entiendo como es que me sentí en tanta confianza, solo ella me
escuchaba, eso si de todo se reía, y eso me encantaba.
Cuando
llegamos al hospital nos dirigimos hacia una oficina, y nos sentamos en las
sillas naranjas, me volteo a ver y me pregunto si no estaba aburrida y le
conteste “No contigo, no”, nos reímos, pero sentí que fue una risa nerviosa, se
abrió la puerta de la oficina y ella entro, dejaron la puerta abierta, hacia
demasiado calor, se sentó, yo no dejaba de ver su perfecto perfil, de repente
me volteaba para que no pareciera tan obvio, pero era imposible, se levanto,
estrecho la mano a algunas personas y salio, me dio la mano y me levantó de un
brinco de la silla, nos dirigimos a los elevadores estábamos en el segundo
piso, pero ella no sabia que para mi los elevadores son el mejor invento del
hombre blanco, a un lado estaban las escaleras, le solté la mano para
disponerme a bajar las escaleras, me tomó de la mano otra vez y dijo: "Vamos
a bajar por los elevadores", pues dicho y hecho nos subimos en el
elevador, presiono PB y el instante en que se movió, le tomé la mano más
fuerte, no se quejó, salimos del hospital y nos dirigimos a la guardería,
después de ese día sentí que nada seria igual =)
Después
de aquel día, todo estaba muy bien. Almorzábamos
juntas, platicábamos de muchas cosas, pero mi servicio estaba a punto de
terminar, así que me sentía muy feliz, pero muy triste a la vez, no es que
nunca la fuera a volver a ver, pero no era lo mismo, verla durante seis horas
al día, lo bueno es que nunca sospecho nada, lo malo, es que nunca se dio cuenta.
El miércoles
Elizabeth llegó a la guardería, mi amiga de toda la vida, le presente a la
doctora, y se dieron la mano, Elizabeth es de mente muy abierta así que sabia lo
de mi orientación, y en cuanto salimos del edificio se dio cuenta de que me
gustaba la doctora. Y empezó a molestarme diciéndome cuando podría decirle lo
que en verdad sentía, frustrada me levanté del sillón, y la dejé hablando,
minutos después subió y me pidió disculpas, algo que en ella, era muy raro,
pero sabia que lo hacia de corazón.
Salimos
al centro y compramos unas cervezas. Nunca había ido a ese lugar, cerca de ahí,
estaba un cine ya muy viejo, seguía proyectando películas, pero la verdad, no en
muy buena calidad de audio y sonido, así que no me percataba de los lugares
alrededor, empezamos a caminar entre una colonia de casas, me gustaba caminar
porque así apreciaba más el detalle de las cosas y aparte porque reconozco que
no sé manejar muy bien, el lugar era bonito con casas grandes y de patios
amplios, iba tan distraída que no escuchaba a Elizabeth, sólo sentí que algo me
golpeo, ¡¡¡¡¡auuchhhh!!!!!
Me
detuve a ver con que me había golpeado, y la camioneta me pareció familiar,
pero sabía que había más como la de ella,
Elizabeth se río por varios
minutos y con eso esfume ese pensamiento
Seguimos
caminando, trataba de escucharla, en la siguiente cuadra volví a ver la
camioneta, pero con ella adentro no se detuvo hasta que alce la mano para saludarla,
metió reversa y abrió la puerta del pasajero la salude en la mejilla y saludo a
Elizabeth, me pregunto que estaba haciendo tan lejos de casa, con sorpresa le
pregunte:
-¿Sabes
dónde vivo?
-Si,
te seguí en la camioneta, vives cerca de la guardería, ¿cerca del parque,
verdad?
-
Si, pero oye, si me seguiste, ¿no podrías haberme dado un aventón?
-Nooo,
vives muy cerca, puedes caminar jajajajjaa - su sonrisa era de lo más hermosa,
se le hacían unos hoyuelos y su mirada se iluminaba
-¿Qué
tomas?- preguntó todavía sonriendo.
-Cerveza,
¿gustas?
Tomó
la botella y le dio un trago, me tomó por sorpresa, me devolvió la botella
-Ya
me tengo que ir, te veo después - Dijo con cara de niña que no se quiere ir.
-
Sí, te veo luego - Me despedí y cerré la puerta.
Elizabeth
se dio cuenta, de todas mis expresiones, dice que soy increíblemente
transparente, que todo se me nota, y una vez más, empezó a molestarme y luego
dijo algo curioso
-Tómale
a la botella, será como haberla besado - con mi gran imaginación, no sólo
imagine el beso también algo más.
Sentí
un golpe, Eli no era muy cariñosa, así que su amor lo expresaba con empujones,
abrazos asfixiantes y otras clases de muestras de cariño extrañas.
-¿Por
qué me golpeas? - pregunté
-Despierta,
estás en las nubes, deja de soñar, no te pela y no lo va a hacer, ¿tienes idea
de cuántos años tiene? Probablemente el doble que tu, es heterosexual, tiene
novio y no creo que a estas alturas vaya a cambiar de orientación y sobretodo
por una adolescente.
"Vaya mi amiga, ¡si qué sabe como subir
los ánimos! ¿Verdad?"
Abrí
los ojos, y sentía unas ganas inmensas de decirle lo que sentía, de decirle lo mucho que la quería, y que iba a
extrañar tanto las platicas, y las idas al hospital, me metí a bañar, salí de
la casa y empecé a caminar esas cuadras que se me hacían eternas, no quería
llegar a la guardería pero tenia que ayudar en los preparativos para la graduación
de los niños de preescolar, el vestuario, las rutinas de baile, y decorar el
escenario.
En
el teatro, durante todo este circo no pude hablar con ella, las dos estábamos
ocupadas,
En
un minuto que tuve libre, me senté en el centro del escenario a pensar en como podría
decirle, todo esto que guardaba mi corazón, me deje llevar por mis pensamientos
tanto que no me di cuenta de nada durante segundos....
-¿En
qué piensas? ¿O mejor en quién? - escuché su voz y en vez de contestar su
pregunta, me quedé en silencio
-Tierra
llamando a Ana, Tierra llamando a Ana jajaja- Seguía hablando mientras yo sólo
la veía
- Perdón,
estaba pensando cosas tontas, muy tontas, sin sentido, sin explicación, cosas
que me imagino y que jamás podrán pasar- Hable sin parar, que sólo me ocurría
cuando me ponía muy nerviosa.
-OK
me voy, tengo que ir con los niños, nos vemos luego en "show"- dijo
de manera sarcástica.
Y así
se llegó la hora de la graduación, primero los números de baile, donde yo
estaba de un lado del escenario acomodando a los niños y ella del lado
contrario haciendo lo mismo, ella lloraba cada que un número musical terminaba,
porque sabia que no los volvería a ver y me dolía ver eso, tenia ganas de
abrazarla, de consolarla, pero me detenía, y que bueno que me detenía, porque
no yo sabia que podía pasar, cuando se acabo todo, traté de hablar con ella
pero ya no pude , era mi ultimo día, y no pude despedirme
Pasaron
las vacaciones y entré a la escuela de enfermería, y me olvidé un poquito del
tema de la doctora, en el segundo semestre de la carrera ya te imponen ir a
practicar a un hospital, no sabia donde trabajaba ella pero ansiaba
descubrirlo, pare por fin decirle todo mi amor, estuve en dos hospitales y
nada, no sabia donde trabajaba. El miércoles no íbamos a los hospitales, así
que me di una vuelta por la guardería, no vi su carro, pero le pregunté al
guardia y me dio la mejor noticia....
-Y
no trabaja aquí- dijo el guardia
-¿y
no sabe dónde trabaja ahora?- pregunté, con la esperanza que él supiera algo de
ella
-Si,
trabaja en un hospital cerca del centro - Se volteo para darme la dirección
escrita en un papel, que por cierto, no le entendía muy bien.
Era
sábado, y como parte del reglamento escolar los sábados son para educación
física, ir a unos campos abiertos con canchas de basketball, tenis, voleibol y
fútbol.
Cuando
la clase terminó eran las 9:30 de la mañana, pensé en ir a darle una visita a
la doctora, pero durante el camino lo único que recordaba eran las palabras de
Elizabeth, parecía una tontería, pero tenían ese....
Traté
de distraerme con un poco de música, pero no funcionaba, estaba ya cerca del
hospital, seguía sin resolver que le diría exactamente y como se lo diría. Quité
la música, y traté de pensar claramente, pero había un ruido que no me dejaba concentrarme,
era mi llavero, de esos grandes con cositas pequeñas entre los espacios y
ruidosos muy ruidosos.
Por
fin, llegué al hospital, con el carnet de estudiante de enfermería era fácil
pasar entre las áreas, busqué el área de pediatría, y me detuve en la pared al
borde de la puerta y pensé en escuchar
su voz hasta que fuera real, y la escuché. Tomé valor, empecé a caminar hacia
ella, estaba sentada detrás de un mueble de color blanco, no me reconoció al
principio, había pasado tanto tiempo, y de repente, una sonrisa tan hermosa,
que alumbró el lugar, había más personas, pero sólo la veía a ella, se levantó
y me dio un abrazó, y lo recibí con tanta alegría, que pensé que la había
lastimado, soy más alta que ella así que me encantó como su cabeza se acomodó
en mi pecho, y pensar que por un segundo escuchó los latidos de mi corazón,
ojala no haya notado mi arritmia.
Empezamos
a platicar como antes, como si el tiempo no hubiera pasado, y entre la platica,
de mi bolsillo saque el llavero, pensé en regalárselo, porque la verdad es que
ni siquiera tengo llaves, le entregué el llavero y le pedí que lo cuidara mucho,
sostuve sus manos, y ahí sabía que era el momento perfecto.
-Tengo
algo que decirte...
Sonó
el teléfono del área.
-Pediatría,
Buenos Días - contestó
Y lo
supe, esa era la señal, la había estado esperando, pero no pensé que fuera hoy,
me sentí triste, pero al fin aliviada.
Cuando
volteo para contestar el teléfono, tomé la señal, y partí sin decirle nada,
caminé con la mirada gacha, pero...
-Qué
bueno que no le dijiste nada-
-Pues
si, pero me siento tan mal conmigo misma, si tan sólo...
-No,
no, no, el hubiera no existe, y aparte déjame decirte que estuvo muy bien que
tomaras esa señal como tu le dices, porque lo hubieras arruinado todo.
Imagínate que hubiera pensado si le dices todo lo que sientes...
-¿No
que el hubiera no existe?
-Bueno,
pero sólo piénsatelo, la amistad que tienes con ella ya no existiría, ¿cómo
sabes que siente lo mismo que tu?
-No,
no lo sé, pero que bonito pensar que si.
Esas
platicas entre Diana y yo eran geniales, se extendían hasta la madrugada, y en
la mañana seguir con la platica, desde otro punto de vista, ya un poco más
despiertas. Durante vacaciones decidí viajar para olvidar el tema, pero por
alguna razón se hacia presente en mi sueños e incluso en mis pesadillas, que
sintiendo que la tengo en mis brazos, se escapa y ya no vuelve.
Pero
esto no duraría mucho, entre viajes y caras nuevas, viví nuevas experiencias,
que me revivieron y me hicieron sentir que lo pasado debía quedarse ahí.
Conocí
a alguien más, de mi edad, un tanto aburrida, pero es normal, estoy acostumbrada
a entablar relaciones con personas de una edad mayor, ya tenemos 3 meses, en
los que sus ojos son los míos, sus acelerados latidos del corazón me pertenecen
y cada bocanada de aire que respiro proviene de ella, estoy feliz, supongo, o
tal ves me estoy engañando...
Sigo
pensando en la doctora, temo, a veces, encontrármela en el hospital donde
resida, pero aun con ese temor, reconozco que, a veces, si la veo en las calles
por el centro, la sigo, no muy de cerca, pero lo suficiente, como para que su aroma
me invada y me vuelva loca como siempre, no hablo con ella, voltea y me escondo
entre la multitud, es un juego que me gusta jugar de vez en cuando
Dicen
que soy masoquista, y a lo mejor si, pero les aseguro que no duermo sólo de
pensar en el " hubiera..." pero luego los mismos pensamientos me
cansan, caigo a la almohada, no la he vuelto a hablar con ella cara a cara, sólo
en mis sueños.
P.D.:
Esta historia no me la he inventado, es real, tengo 20 años, y sigo pensando en
ella a pesar de estar con mi novia, ¿le quiero? si ¿le amo? no lo sé...
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Que linda historia!! te felicito... lastima que no haya pasado nada... aunque yo en lo personal hubiera preferido decirle lo que sentia... como dijo tu amiga el "hubiera" no existe... tal vez la Doctora te habria aclarado las cosas y demas
ResponderEliminarpero el intento se hubiera hecho... ahora solo tienes el pensamiento de lo que pudo o no ser... lo que tomaste como una señal puede que solo haya sido mera casualidad... trabaja en un hospital las llamadas como esas que le hicieron son lo mas normal en un ambiente asi... creo que te pusiste alguna barrera que te impidio hacer el intento por decirle algo!!
Val
México
wow te quedas sin palabras al leer algo
ResponderEliminaraveces todo no tiene un final feliz.
pues nunca es tarde!!!!! así que anímate!!!!!! no tienes nada que perder y mucha para ganar!!! saludos y un beso
ResponderEliminarlas barreras son dibujos imaginarios hechos con el cutre lienzo de la melancolia y la soledad
ResponderEliminarno se puede amar teniendo fronteras
cerrandose en un circulo vicioso donde tan solo crece un vacio interno
amparado por la desilucion
no se puede hablar de amor conjugado con temor...
La vida se trata de tomar riesgos, no importa lo que pase despues, tu seguiras tranquila sin que te acose ese "que hubiera pasado sí..." No dejes de vivir lo que sientes con la mujer que realmente quieres, si ella te siguió para saber donde vives nena, todo tiene una causa y efecto!!! No te rindas!
Muy buena historia y animate, el expresar tus sentimientos es lo mejor que puedes hacer, vida solo hay una!
ResponderEliminarMe encanto tu historia te recomiendo que te animes a decir lo que sientes¡¡¡¡¡¡ ♥
ResponderEliminarYa ha pasado tiempo desde que escribiste la historia. ¿Te atreviste a decirle a la doctora lo que sientes? Espero que sí.
ResponderEliminarNunca es tarde para expresar nuestros sentimientos. Si lo hiciste y no te correspondió, no te desanimes, al menos lo intentaste y te quitaste el "hubiera" de encima. ;)
¡Saludos!
Lidia Z.