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De las trescientas
formas diferentes que conocía para organizar su currículum, Mar había elegido
la que le parecía de más fácil lectura. Quizá no eran trescientas formas,
pensaba, pero le parecían. A veces tendía a la exageración. Satisfecha, Mar pulsó
“imprimir”, cerró las ventanas del navegador y se dirigió al mostrador del
cibercafé en el que había gastado la mitad de la mañana.
Sin detenerse a ver dos
veces al joven detrás de la máquina registradora, pagó el consumo, tomó sus
impresiones y se dirigió a la entrevista de trabajo a la que su madre le había
encargado una y otra vez no faltar. Después de todo, no puede ser tan malo
conseguir un buen empleo en una sociedad marcada por la crisis, se convencía.
Crisis de trabajo, crisis de la bolsa mundial, crisis de los vendedores en el
mercado, crisis ecológicas, de maestros, transportistas, internet, libertad,
trata de personas, que si eso no es crisis, que definamos crisis. Obligándose a
no divagar, Mar se concentró en que intentar conseguir un empleo no era la peor
cosa del mundo.
Mientras caminaba,
pensaba que quizá si las nubes dejaban de prometer lluvia y simplemente llovía,
podría tener un buen pretexto para faltar a la entrevista. Pero no, las nubes
negras se mantenían indolentes sobre la ciudad. El deseo de lluvia la acompañó
hasta llegar a la recepción de una empresa no muy grande. El ánimo se le
terminó de ir a los pies cuando vio a diez o quince personas cargando carpetas
que seguramente contenían sus datos y logros personales (organizados en alguna
de las trescientas formas posibles). Después de dudarlo un momento, tomó
asiento entre dos mujeres un poco mayores que ella. A continuación,sopesó dos
opciones: comenzar alguna conversación trivial y educada o evitar cualquier
contacto visual. Optópor tomar uno de los folletos que descansaban en la mesa
de centro de la sala de espera. Eran folletos amarillos que hablaban de la
misión y visión de la no-muy-grande empresa.
Después de un par de
personas, una media hora más tarde de su llegada, mencionaron su nombre. Mar
pensó que si los estaban despachando en quince minutos, seguramente sería
sometida sólo a preguntas de rutina. La joven de recursos humanos la saludó
amablemente y Mar pensó que aunque no era del todo bonita, su sonrisa tenía
cierto atractivo. Claro que solo lo pensó momentáneamente, por un par de
segundos, solamente. Aunque quizá fuera un poco más, puesto que, cuando logró
ahuyentar la reflexión sobre las más recientes producciones cinematográficas a
las que podría invitar a alguien de sonrisa bonita, la joven RH la miraba
fijamente en espera de una respuesta.
“Me gradué hace tres
meses”. Aventuró. Respuesta correcta. La joven RH parecía completar en la
computadora alguna especie de hoja de datos. “¿Casada? ¿Soltera?” “Soltera”.
“¿Manejas profesionalmente software de diseño?” Mar quería responder que habían
muchos programas de diseño y que contestar esa pregunta podría ser más
complicado si entraban en detalles del porcentaje de conocimiento que tenía
sobre cada programa de diseño en específico. “Sí, sí manejo profesionalmente
programas de diseño”, respondió. “¿Cuál es tu mayor virtud y tu mayor defecto?”
Detestaba ese tipo de preguntas, pero esta vez estaba preparada, su madre le
había hecho ensayar la respuesta por lo menos una decena de veces. “Mi
perfeccionismo”, mintió, y curiosamente no se sintió demasiado mal por hacerlo,
como creyó que pasaría. “¿Virtud o defecto?” “Ambas, hay cosas que pueden ser
buenas y malas a la vez”.Se sintió osada, pero la joven RH continuó tecleando
como si nada, con lo que Mar se hundió un poco más en la silla que la sostenía.
“¿Pasatiempo favorito?” ¿Por qué un trabajo tendría que estar interesado en qué
hace alguien con su tiempo libre? Su interés debería enfocarse en lo que hace
un posible empleado en el tiempo de trabajo. “Leer”, dijo sinceramente,
controlando el impulso de decir que leía todo, todo el tiempo y no solo libros
sino carteles, horarios de transporte público, espectaculares, hasta folletos
religiosos, podía leer todo el día y toda la noche, sin hacer ni querer hacer
nada más. “¿Por qué estás interesada en trabajar en nuestra empresa?” Mar
titubeó.Pudo haber dicho, como tenía ensayado, que su mamá recientemente se
había jubilado de ahí, que ella quería convertirse en una profesionista excepcional
como lo había sido su progenitora, pero prefirió hacer uso de una de sus pocas
habilidades. “Porque es una empresa comprometida socialmente con las
iniciativas de desarrollo de las artes gráficas del país”, recordó haber leído
en el folleto amarillo que descansaba en la mesa de centro en la sala de
recepción.
La joven de recursos
humanos parecía complacida, lo cual la llenó de cierta satisfacción, no mucha,
pero cierta. Imprimió el formato que había llenado, que resultó ser una ficha.
Sin decir palabra, la firmó, se la entregó a Mar y le dijo que a partir del
siguiente lunes empezaba a trabajar.
¿Eso es todo? Fue lo
que Mar alcanzó a preguntarse. Esbozó una incrédula sonrisa, después de todo a lo
mejor la crisis no era tanta y apretó de vuelta la mano que la joven RH le
tendía. “Te pareces mucho a tu mamá, dile a Matilde que aquí la extrañamos,
pero que tenerte con nosotros será un consuelo”. Mar ahogó un suspiro, debió
haberlo visto venir, pero no. Agradeció a la joven RH, ya sin ganas de pensar
en el cine, y volvió a la sala de recepción donde no pudo dejar de sentir un
poco de pena por las otras seis personas que esperaban turno, ya sin
esperanzas. “Ojalá que a ellos no les importe la crisis”, pensó, mientras
dejaba el edificio de la no-tan-grande empresa.
Tomó el autobús hacia
la casa de su abuela, donde todos se reunirían esa tarde. Pensaba en los
distintos tonos que podría usar para decirles que había conseguido trabajo,
pero ninguno la convencía mentalmente. Demasiado entusiasmo podría sonar falso;
poco entusiasmo haría que su madre le recriminara por malagradecida. Se le
daban mal los medios tonos.
Al escuchar el primer
trueno, aún dentro del autobús, pensó que era una mierda total que la
naturaleza no se coordinara con su itinerario. En ese momento, pensó, la lluvia
se convertiría en una molestia porque la parada del transporte estaba retirada
de su destino final. Deseó que no lloviera con la misma fuerza con que deseó
que su abuela no viviera en el punto más alto de una calle empinada, además, no
habían muchos árboles, no traía sombrilla y el tabaco que consumía
habitualmente desdehacía un par de años, la privaba de una buena condición
física. En otras palabras, llegar a casa de su abuela se convertiría en un
suplicio. Ya antes se dijo que tendía a la exageración.
Efectivamente, cuando
llegó a su parada de autobús, la lluvia caía de manera torrencial y por un
momento recordó el rostro amable de la joven de RH, así, sin motivo, quizá solo
impulsada por la necesidad de pensar en otra cosa que no fuera la inevitable
empapada. Sin más remedio, comenzó a caminar, protegiendo su bolso con su
cuerpo todo lo que podía, que no era mucho, pues el agua caía de manera
inclinada, como asegurándose de darle de lleno en la parte delantera de su ser.
Sin embargo, su molestia con la lluvia terminó cuando comenzaron los
relámpagos.
Parecían antinaturales
la fuerza y frecuencia de los relámpagos, que luego daban paso a truenos que estremecían
las entrañas de la tierra. Con cada metro de avance, Mar reafirmaba su
valentía, la cual se negaba a ser alentada, aparentemente, puesto que entre más
se repetía “falta poco, no tengas miedo”, más largo parecía el camino y más
temía. Aquella parecía una lluvia de relámpagos, como si una cámara fotográfica
gigante tomara fotos con flash, en
modo ráfaga, desde el cielo. “Seguramente saldría bien en las fotos”,
consideraba Mar, siendo fotogénica.
Pero poco le duró el
consuelo superficial ya que los relámpagos y truenos se volvieron más intensos.
El aire se sentía electrizado, erizándole los vellos de sus brazos, incluso
poniendo de punta algunas hebras de la lana de su bolso. Mar tenía el miedo
suficiente como para aventurarse a una carrera en subida. “Uno, dos, tres”, se
animaba en el trote, como si alguna vez hubiera estado familiarizada, más que
imaginariamente, con el maratón.
Mar aumentó su
velocidad progresivamente con el “Uno, dos, tres”, pero la casa de su abuela
parecía aún estar muy lejos y muy arriba de la colina pavimentada. Entonces, en
plena repetición del “dos” en su carrera cuesta arriba, un destello del color más blanco y brillante que se pueda imaginar
la cegó, una ola de calor atravesó su cuerpo y entonces todo se desvaneció a
negro.
Mar entonces comenzó a
experimentar una especie de vértigo mental, donde el rostro de la joven de RH,
de la cual no recordaba su nombre si es que alguna vez lo supo, le decía una y
otra vez que su madre decía que tener un trabajo era algo deseable. Que los
programas de diseño retumban en la tierra y que las cámaras fotográficas la
adoraban, siempre y cuando posara frente a uno de los camiones verdes que se
impulsaban mediante electricidad. Mar estaba segura que si se esforzaba lo
suficiente, podría encontrar el valor de preguntarle a la joven de RH si quería
salir con ella a un cibercafé, donde bien podrían comprar un paraguas, ya que
después de todo, con el trabajo que había conseguido tendría dinero suficiente
para comprarse los libros que quisiera.
Entonces sintió de
nuevo mucho calor y recordó el color blanco más brillante jamás imaginado
y se dio cuenta de que podía ver
perfectamente la calle empinada de su abuela que resplandecía, por culpa de esa
luz que lo invadía todo. Mar empezó a correr con ganas, tan rápido que se dio
cuenta que no tocaba el piso mientras lo hacía, estaba como pataleando en el
aire, como generando una flotación gracias a la velocidad que lograba alcanzar
por su propia capacidad motora. La sensación la hizo olvidarse de su destino en
la punta de la colina y tomó un camino más vertical, hacia arriba, caminando
entre las nubes que no eran otra cosa que bancos de luz blanca brillante.
La luz brillante le
lastimó los ojos de golpe. Mar solo alcanzaba a ver formas borrosas y como
compuestas por puntos amarillos como de aceite; sin embargo, no entró en pánico
ya que poco a poco todo a su alrededor fue tomando forma. La luz blanca mostró
sus bordes y se dio cuenta de que se trataba de una lámpara rectangular
suspendida de un techo desconocido, justo encima de su cabeza. Lo siguiente que
notó fue que estaba cómoda y no quería dejar de estarlo, así que volvió a
cerrar los ojos. “En verdad ya es hora de que te despiertes y dejes de asustar
a todo el mundo”, le dijeron. La voz le pareció conocida a Mar, familiar y
entonces tuvo ganas de ver el rostro del que procedía. Volvió a abrir los ojos,
esta vez menos lastimosamente y se percató de que se encontraba en un cuarto de
hospital, sin lugar a dudas. Tenía un suero conectado a una manguera en su
mano, escuchaba un pitidito cardiaco y cuando quiso hablar, una mascarilla en
su boca la tomó por sorpresa.
“Te ayudo”. Sara le
ayudó a quitarse la mascarilla. Mar alcanzó a sonreír o por lo menos esa era su
intención, pero a Sara le pareció que la mueca no le sentaba bien a su amiga.
“Te ves muy mal”, concedió objetivamente Sara.
“Agua” solicitó Mar.
Era todo lo que necesitaba en aquel momento en el que resurgió el recuerdo del
calor abrazador que la había golpeado. Sara le acercó hasta su boca un pequeño
vaso de plástico verde con una pajilla a juego, “solo un sorbo, no quieres
vomitarnos encima” advirtió Sara, medio en serio, medio en broma.
Con un aliviador
pequeño trago de agua refrescando el camino de su garganta, Mar se fijó en el
rostro de Sara, lucía preocupada, como si en verdad esperara que en cualquier
momento le vomitara encima. “¿Qué pasó?”, preguntó Mar, aunque casi estaba
segura de la respuesta. Sara le contó entonces una historia inverosímil de una joven
tirada en medio de la calle, golpeada por un relámpago, rescatada por un transeúnte
que afortunadamente resultó ser la mejor amiga de la siniestrada. Le contó que
le dio resucitación cardio-pulmonar que justamente había aprendido esa mañana y
cuando pudo revivirla, gritó con todas sus fuerzas por ayuda, y el grito fue
tan desgarrador y ruidoso que al momento acudió una ambulancia y ahí estaba,
sin moverse del lado de su mejor amiga, porque era la persona más importante
del universo para ella.
Mientras Mar intentaba
organizar sus pensamientos respecto a la historia de Sara, su madre entró al
cuarto de hospital, dio un grito ahogado al verla despierta y se lanzó un poco
melodramáticamente a los brazos de su hija. “La verdad es que una vecina de tu
abuela vio desde la ventana cómo te golpeó un rayo, llamó a una ambulancia, tu
mamá no se ha movido de tu lado desde ayer que te trajeron.Yo llegué hace un
rato, mandé a comer algo a tu mamá y justo entonces te despertaste. Buenos
días”
“Lo del RCP fue
interesante”, dijo Mar a Sara, utilizando toda la fuerza de la que era capaz.
Su amiga sonrió concediéndole la victoria momentáneamente. “Deja de
molestarla”, intervino su madre, “Tienes un buen tino, tesoro, justo recién
contratada y ya necesitas incapacidad laboral.”
“Eres inverosímil”,
declaró su amiga y Mar pensó que era de lo más agradable contar con alguien que
pensara en palabras como inverosímil. “¿Golpeada por un rayo? A eso le llamo yo
querer llamar la atención”
Las recriminaciones
cariñosas, acompañadas de verdaderas caras de mortificación, confortaron a Mar
quien comenzó a sentir dolor en los músculos de todo su cuerpo. Cuando su papá
entró, seguido del doctor, ya no le cupo duda de que aquello en verdad había
sucedido, un relámpago la había alcanzado y sin conocer aún los detalles, se
sintió aliviada por estar viva.
Sara se aceró para
besarla en la frente y prometerle regresar al día siguiente. Sus papás tomaron
asiento en el sofá del cuarto y el doctor procedió a revisarla. Mar notó que el
doctor se demoraba más de la cuenta en sus manos, así que puso atención en lo
que estaba buscando. Notó que las puntas de sus dedos estaban ligeramente
pigmentadas de marrón, pero no notaba ninguna otra novedad. “Tienes suerte”,
dijo el doctor, “no tienes ni quemaduras graves, ¿tienes dolor?”. “Un poco”,
aunque en verdad sentía más dolor que un poco, no quería continuar dando
molestias, aunque después de todo eso de ser golpeada por un rayo no es como
que fuera culpa suya. “En verdad me duele moderadamente”, corrigió Mar, “de la
punta de los pies, a la cabeza”.
“Es normal, recibiste
una carga eléctrica muy fuerte, descansa. Te tendremos en observación tres días
y entonces podrás irte a tu casa sana y salva”
Siempre y cuando
también se ahuyente la peor suerte del mundo, pensó, pero ya no lo dijo, apenas
podía hablar. Se sentía cansada, muy cansada y se preguntó si aquella sensación
tenía que ver con el líquido que el doctor había inyectado a la manguera
conectada a su brazo. En cuanto el
doctor se fue, sus papás se acercaron, pero entonces, mientras los ojos se le
cerraban, logró ver a una tercera persona en la habitación. Se trataba de una
mujer joven, muy pálida, le pareció, que la miraba con curiosidad justo por
detrás del hombro derecho de su madre e izquierdo de su padre. Mar no la
reconoció, pero después de todo no pareció importante, porque su ascenso
vertical en flotación estaba a punto de continuar.
La mañana del día del
rayo, Mar no solo había acudido al cibercafé; en ese lugar había perdido media
mañana, la otra mitad, la más temprana, la había pasado caminando por el centro
de la ciudad. Le gustaba el horario entre las 8:30 y 10:30 am porque las
personas ya se encontraban en sus trabajos y el sol aún no amenazaba con perforar
la piel de los transeúntes, aunque claro, aquel día las nubes grises le
regalaron un paseo matutino más agradable que de costumbre.
Bebió un café, medio
vaso mediano para ser exactos y comió un sándwich de ensalada de pollo que
compró en una panadería de paso. Disfrutó mucho su desayuno y de buen humor lo
completó con un par de caladas a un cigarro que no terminó de disfrutar, pues
en ese justo momento abrían la galería independiente que se había propuesto
visitar.
Le habían contado,
semanas atrás, que ese sitio estaba lleno de buenas propuestas gráficas urbanas
y aunque no esperaba mucho más que grafitis hechos con un buen pulso, se
sorprendió al descubrir que cierta artista utilizaba combinaciones de colores
impresionantes. Mar tomó algunas notas mentales y pensó que le habría gustado
ser ella la que realizara composiciones semejantes. Anhelaba sinceramente
llegar a su casa y comenzar un nuevo boceto que incluiría influencias coloridas
de lo que acababa de observar.
Tanto era su anhelo que
justo ahí, en plena galería independiente, tomó asiento sobre el suelo, en un
rincón.Sacó de su bolso el bloc de dibujo y comenzó a realizar trazos. Se vio
dibujando un ojo, uno de mujer, estaba segura, aunque podría ser el ojo de
cualquier cosay tenía toda la intención de colorearlo de blanco y utilizar un
fondo con alguna combinación de colores como los que había visto.
Cuando Mar despertó por
segunda vez en el hospital, se levantó pensando en el boceto que había iniciado
la mañana del rayo. “Mi bolsa” solicitó a quien fuera que estuviera cerca y
luego se sintió un poco tonta al notar que no había nadie y la orden había
flotado sin destinatario. Se aventuró a sentarse.Sintió que se mareaba al
instante de poner su cabeza en posición
vertical. Cuando se recobró del mareo, poco a poco y con ayuda de sus
adoloridos brazos, cuidando de no jalar la línea de suero adherida a su muñeca
izquierda, bajó los pies al suelo. Muy bien, había logrado sentarse y ahora
solo tenía que alcanzar su bolso que descansaba sobre una repisa frente a ella,
a un par de pasos.
Disponía a ponerse de
pie cuando alguien la llamó por su nombre, deteniéndola. La dueña de la voz
descansaba, un poco incómodamente, le pareció a Mar, en el sillón de la
habitación. Mar se asustó un poco, aquella desconocida la observaba en silencio
y parecía encantada de ser descubierta.
“Hola”, dijo Mar,
queriendo más bien preguntar quién era y por qué estaba ahí.
“Una ola es una onda que se propaga en la superficie del
agua por efecto del viento o la marea. Hay olas en el mar, tú te llamas Mar y
eso me confunde.” Contestó la extraña, desconcertando a Mar.
“Habría sido raro que
me llamaran Mar con olas”, dijo Mar, queriendo decir, nuevamente, muchas otras
cosas.
La joven desconocida
pareció complacida con la respuesta y continuo observando a Mar detenidamente,
sin parpadear, notó la hospitalizada y con éste descubrimiento un escalofrío
recorrió su espalda.
Mar entonces recordó
que ya había visto a esa joven, justo al quedarse dormida por el sedante que el
doctor le había administrado. La desconocida había estado junto a sus padres,
quizá ellos la conocían, quién sabe, quizá era una prima segunda que había
llegado de improviso; quizá era esa hija perdida del tío Juan que nunca se
había comprobado que existía, lo que significaría que un drama familiar se
estaba gestando o ya había explotado. Sí, definitivamente podría ser una prima
en segundo grado.
Pero, prima o no, era
una joven rara, pensaba Mar. Estaba ahí observándola desde quién sabe cuánto
tiempo y toda ella parecía como fuera de lugar. Su cabello largo, lacio y
suelto era muy oscuro, de un negro que le pareció artificial, su piel era enfermizamente
blanca, y pensó que enfermiza porque con la luz de la habitación del hospital
algunas venas azules y verdes se dibujaban tan claramente que parecían una red pulposa
y algo palpitante. Sus ojos también eran muy negros y creyó, aunque no podía afirmarlo,
que sus pupilas eran más grandes de lo normal y debían fundirse con el negro de
su iris, pues no podía diferenciar una parte de la otra. Su rostro era
simétrico, con el labio inferior ligeramente más grueso y la nariz espigada.
Aunque Mar podría considerarla normal, lo cierto era que en conjunto era más
bien del tipo raro. También su vestimenta era rara, no porque los pantalones y
la playera negros fueran de otro mundo, el efecto lo producían más bien las
botas y guantes negros que completaban el atuendo.
“Quizá es un poco
gótica”, pensó Mar, pero aquella ropa no parecía gótica, el tío Juan debería
haber prestado más atención a su hija desde edad temprana.
“¿Cuánto tiempo llevas
viéndome?”,preguntó Mar
La chica pareció
considerarlo un momento, uno que le pareció a Mar largo tratándose de una
respuesta que no debería causar tanto conflicto.
“Te he observado”.
Contestó la extraña, muy seria.
Mar se quedó esperando
una respuesta más específica, pero entendió que ésta no llegaría.
El silencio contemplativo
que siguió habría sido muy incómodo si Sara no hubiera elegido ese momento para
entrar a la habitación abruptamente, cargando bolsas de plástico que hacían
mucho bullicio al rozar entre ellas.
“Buenos días, querida”.
Saludó Sara luciendo radiante. Mar nunca había podido explicarse cómo alguien
podía parecer tan llena de energía frente a cualquier situación.
“Hola”
“Antes de intentar
levantarte, tienes que desayunar algo, llevas tres días durmiendo como recién
nacido y aunque te ves bella babeando, necesitas abandonar este lugar o dejarás
a tus papás en la ruina”
Sara tomó una de las
bolsas y de ella sacó una caja de jugo y un paquete de frutas. “Come”, le
ordenó a Mar. En ese momento, Mar recordó a la extraña en la habitación, volteó
hacia el sillón y la encontró mirándola fijamente.
“¿Quieres jugo?”,le
preguntó Mar. Sara volteó hacia donde su amiga se dirigía y dio un respingo al
notar la presencia de alguien más en la habitación.
“No te vi. ¿Por qué no
te vi? ¿Quieres jugo?”,preguntó Sara, pasando de la impresión a la relajación
total en menos de diez segundos.
“No”,contestó la
extraña, sin demorarse demasiado en observar a Sara.
“Creí que tú eras la
rara de tu familia”,susurró Sara y Mar identificó en su aliento residuos de
jugo de naranja y alguna otra cosa. Después, se dirigió nuevamente a la
extraña, “¿Quién eres?”
Mar y Sara esperaban
expectantes. La joven sonrió de medio lado, de manera que a Mar le pareció
desconcertante una vez más, hasta un poco tenebroso y falso; podría atreverse a
decir que aquella no era una sonrisa, sino una especie de mueca de boca
entreabierta y dientes demasiado lechosos.
“Soy su prima segunda”,contestó.
“Mucho gusto”. Sara
pareció conforme con la respuesta y procedió a acolchonar las almohadas de la
hospitalizada.Pero Mar no se tragó del todo aquello, estaba segura de haber
pensado que quizás era su prima pero no podía asegurar que hubiera sido un
pensamiento en serio, más bien era una especie de broma; entonces, o aquello
era una gran casualidad o la joven de alguna manera había logrado ver sus
pensamientos y contestar lo que precisamente necesitaba responder. Mar se
sintió mareada, así que perdiendo el contacto visual incómodo con su
no-convincente prima, empezó a beber el jugo que le habían proporcionado.
Mientras Sara sacudía
las almohadas pareció olvidarse de la presencia de la joven vestida de negro.
Sólo se dirigió a Mar; le preguntó si se sentía bien, si se le había quitado el
dolor de cabeza y también dijo algo sobre prometerle no volver a preocupar a
todos con cosas tan estrambóticas como ser atacada por fenómenos naturales.
“Puedes ser atropellada, una congestión alcohólica, alguna novia celosa que
intente matarte, pero no más rayos” y lo último lo dijo muy cerca de su rostro,
pensó Mar y desde ese ángulo, poco podría negarle.
Con cierta frecuencia,
Mar volteaba hacia la supuesta prima, esperando algún tipo de interacción pero
no se le ocurría qué decir. Pensó que la joven sería menos extraña si por lo
menos comiera algo o estornudara, así podría decirle “¡salud!” e iniciar una
nueva conversación.
“¿Salud?”, escapó de la
garganta de la extraña y Mar se convenció completamente de que algo raro pasaba
con esa mujer y entró en pánico particular.
“Disculpa, no escuché
que estornudaras”,replicó Sara solamente, sin percatarse de nada más y comenzó
a empacar las pertenencias de su amiga.
Cuando los padres de
Mar llegaron, tampoco notaron inmediatamente a la extraña y cuando lo hicieron,
la trataron de forma familiar, aunque algo fría, notó Mar y deseó quedarse a
solas con la joven para poder encararla de una buena vez y dejar de sentirse
objeto de voyerismo, “quizás sea una asesina que le ha lavado el cerebro a mis
papás”. La extraña volvió a fijarse en ella absolutamente y como lo había hecho
antes, dibujó su mueca-sonrisa.
Mar sintió miedo y de
alguna manera intuyó lo que vendría a continuación. Sara se despidió de ella
prometiendo verla al día siguiente, exactamente como lo había hecho el día anterior, casi en automático. Tras
ella, sus padres se excusaron, su papá debía pagar la cuenta del hospital y su
madre sintió que debía acompañarlo para vigilar las cifras y como marionetas,
salieron del cuarto.
“Me asustas”,pudo decir
Mar, protegiéndose de la extraña con una de las almohadas. “¿Quieres matarme?
¿Estás loca? ¿Quién eres? porque esa mierda de que eres mi prima no es cierta”
La joven se puso de
pie. Mar quería salir corriendo, pero sus piernas no obedecieron, se sentían
como hechas de gelatina y tuvo que recargarse en la cama para no caer.
“No es mi trabajo
matarte”,respondió la joven, acercándose.
Mar no podía moverse.
Aquello era demasiado.
“No sé qué es una
prima, tú lo pensaste y por eso lo dije”
La joven se acercaba
más y la almohada no la protegería, eso era seguro. Había sobrevivido al rayo y
moriría asesinada por una loca, en pleno hospital.
“Ya te dije que no voy
a matarte y tú ya sabes quién soy, te he visto muchos sueños y vine a verte
porque me gustas”
¿De eso se trataba?
¿Era una acosadora? ¿Ella tenía una acosadora? ¿Era tan interesante como para
tener una acosadora? Quizás no era el momento para reflexionar sobre su
inseguridad personal, pero si aquella joven decía haberla visto antes, ¿ella no
la había visto también? La extraña decía que Mar sabía quién era, pero no era
así. ¿O sí?
“Sí”
Mar sintió una mezcla
de alivio, seguido de una nueva oleada de pánico al descubrir que efectivamente
la extraña leía sus pensamientos.
“Puedo hacerlo solo por
el momento, si tú me dices que pare tendré que dejar de hacerlo, debo respetar
la voluntad de los seres humanos”
“¡Para! No quiero que
te metas en mi cabeza.¿Quién eres?”
Y la joven sonrió y Mar
sintió que se desmayaba de miedo pues nada bueno traería aquella mueca, lo
sabía. Entonces, la extraña recorrió la poca distancia que la separaba de ella
y le plantó a Mar un suave beso en la barbilla. Muy suave, casi un roce.
Mar abrió los ojos al
momento, olvidándose del desmayo, justo cuando la extraña levantaba la cabeza y
se encontró directo con su rostro a pocos centímetros. Mar ahogó un grito al
notar que los ojos de la joven habían perdido el color, eran totalmente blancos
y poco a poco, llegó el reconocimiento, los ojos blancos la habían obsesionado
las últimas semanas y de alguna manera aquello tenía sentido, ya la había
conocido en sueños y entonces la respuesta a la presencia de la extraña era
clara: Mar se había vuelto completamente loca.
“Esto no puede estar
pasando”,susurró.
“Recuerda”,susurró la
extraña de regreso.
Y entonces, Mar
recordó.
Los relámpagos cada vez
se acercaban más, había llegado a pensar que la perseguían, pero lógicamente,
aquello no podía ser cierto. Entonces creyó
ver a alguien que aparecía y desaparecía con la luz. En ese momento, aún
presa del pánico, pensó que sería un transeúnte, como ella, atrapada en la más
extraña tormenta eléctrica de todos los tiempos.
“Eras tú”
La extraña mujer,
asintió en silencio.
“Elegí ese día para
llegar, pero no sabía que los humanos fueran tan frágiles”
“Lo somos, sí. ¡Por eso
no se debe andar aventando rayos o teletransportándose en ellos o lo que sea
que hiciste!” Tenía que estar loca,
quizás paranoia o algún tipo de psicosis o esquizofrenia. No entendía bien la
diferencia entre las enfermedades mentales, pero si estaba aceptando que la
mujer extraña había llegado a su vida a través de una tormenta eléctrica, de
seguro algo en su cerebro se había cocinado. A lo mejor era producto de la
descarga, eso debía ser. Se sintió en el deber de aconsejarle a la joven frente
a ella, de ojos blancos, que se alejara, que podía ser peligrosa, que debía
sentir miedo.
“Aléjate de mí”
“No”
“No sé qué quieres ni a
qué estás jugando, pero estoy loca porque creo que caíste del cielo en un rayo que casi me mata y
estoy pensando seriamente en empujarte y atacarte porque tengo mucho miedo”
“Yo no tengo miedo. Los
humanos…”
“…las personas, di ‘las
personas’ no me siento cómoda hablando como si estuviera en un manicomio”
“Las personas suelen
tener mucho miedo, tú lo tienes todo el tiempo, lo he visto, por eso me gustas,
quería venir y quiero saber”
“¿Qué quieres saber?”
“Todo”
“¿Quién eres o qué cosa
eres?”
“Tu prima, una loca, lo
que tú digas”
“¿De dónde vienes?”
Se quedaron en
silencio. Los ojos de la joven volvieron a tornarse negros.
“No recuerdas nada”,dijo
la extraña y Mar pensó que aquello que veía en su rostro era desilusión o algo
parecido. “Cuando recuerdes, llámame y volveré”
“No voy a llamarte”
“Lo harás”
“¿Cómo voy a llamarte?”
“Lo harás”
“¡Deja de joderme, cuál
es tu nombre!”
“Mar es el único nombre
que conozco”
“Yo me llamo así, no te
puedes llamar así”
“Sé que el mar es muy
grande y a veces desconocido. Puedes llamarme como quieras. El mar tiene peces,
tortugas, algas, corales. Me gustan las tortugas, tienen pensamientos extraños
sobre arena, olas y el mar”
“Vete de una vez”, Mar
se sentía agotada.
“Te veré mañana”. La
joven volvió a acercarse a ella y le dio un beso en la frente. “Ella lo hace
diferente”
“¿Quién?”
“Sara. Podrías llamarme
Sara”
“No voy a hacerlo.
Vete”
La joven se puso de pie
sin decir nada más y salió del cuarto por la puerta, como cualquier otra
persona.
Mar sintió que su
cuerpo volvía a entrar en calor; también sintió nauseas. Tenía alucinaciones y
no podía abandonar el hospital en esa condición. Cuando el doctor entró, se
hubiera lanzado sobre él a contarle todo lo que había pasado, pero sus padres
lo acompañaban y no quería causarles un mal momento, aunque tarde o temprano
sucedería.
“¿Se fue tu prima?”,dijo
su mamá.
Y entonces el mundo no
tuvo el menor sentido.
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medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico,
por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo, por escrito, del
autor.
Es impresionante tu forma de escribir, esa meticulosa descriptiva tan subjetivamente personal me fascina, me recuerda un poco a los escritos de V. Woolf y F. Kafka.
ResponderEliminarEstaré muy pendiente de esta historia Laura T.D
Muchas gracias por tu comentario. El siguiente capítulo es muy corto, pero apenas estamos comenzando. Un abrazo y te espero hasta el final.
EliminarLaura.
Wao, excelente historia sigue con éste magnifico y brillante relato
ResponderEliminarMuchas gracias por tu interés y tu tiempo para comentar. Espero puedas seguir la historia hasta el final.
EliminarUn abrazo.
Laura.
pues vaya qe decirte Laura interesante capitulo ojala nos traigas mas quiero saber que es este ser o chica jeje y saber si Mar sentira o no algo por ella desde ya encantada con esta historia
ResponderEliminarbesos desde Argentina
By:Lourdes Avalos
Hola. Muchas gracias por leerme y tomarte el tiempo para comentar. Yo aún sigo esperando saber quién o qué es este ser... pero bueno, para eso tengo el relato (la historia está completa ya, solo me gusta pensar en este ser como inacabado).
EliminarSaludos y un abrazo.
Laura
Qué estupendo comienzo.
ResponderEliminarEspero cumplir tus expectativas hasta el final. Gracias por leerme.
EliminarUn abrazo,
Laura.
me encanta la historia. gracias por compartir
ResponderEliminarHan pasado casi 7 años desde que se empezó a publicar esta historia así que es muy probable que no vayas a leer este comentario, sin embargo, no quería dejar pasar la oportunidad de grabar mi fascinación por esta historia. No la he terminado, ni siquiera llevo la mitad, pero debo decir que está tan preciosamente escrita que desde el primer capítulo me cautivó. El lenguaje que utilizas, la manera de manejar a los personas, el plot de la historia, tu perfecta ortografía... Todo me está encantando.
ResponderEliminarMuchas felicidades por tu trabajo. Va a ser difícil no leerlo tan rápido ya que cada que termino un cap quiero empezar el otro jajaja.
-Claudia