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El raro diseño de la luna - Laura T.D - 1

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De las trescientas formas diferentes que conocía para organizar su currículum, Mar había elegido la que le parecía de más fácil lectura. Quizá no eran trescientas formas, pensaba, pero le parecían. A veces tendía a la exageración. Satisfecha, Mar pulsó “imprimir”, cerró las ventanas del navegador y se dirigió al mostrador del cibercafé en el que había gastado la mitad de la mañana.

Sin detenerse a ver dos veces al joven detrás de la máquina registradora, pagó el consumo, tomó sus impresiones y se dirigió a la entrevista de trabajo a la que su madre le había encargado una y otra vez no faltar. Después de todo, no puede ser tan malo conseguir un buen empleo en una sociedad marcada por la crisis, se convencía. Crisis de trabajo, crisis de la bolsa mundial, crisis de los vendedores en el mercado, crisis ecológicas, de maestros, transportistas, internet, libertad, trata de personas, que si eso no es crisis, que definamos crisis. Obligándose a no divagar, Mar se concentró en que intentar conseguir un empleo no era la peor cosa del mundo.
Mientras caminaba, pensaba que quizá si las nubes dejaban de prometer lluvia y simplemente llovía, podría tener un buen pretexto para faltar a la entrevista. Pero no, las nubes negras se mantenían indolentes sobre la ciudad. El deseo de lluvia la acompañó hasta llegar a la recepción de una empresa no muy grande. El ánimo se le terminó de ir a los pies cuando vio a diez o quince personas cargando carpetas que seguramente contenían sus datos y logros personales (organizados en alguna de las trescientas formas posibles). Después de dudarlo un momento, tomó asiento entre dos mujeres un poco mayores que ella. A continuación,sopesó dos opciones: comenzar alguna conversación trivial y educada o evitar cualquier contacto visual. Optópor tomar uno de los folletos que descansaban en la mesa de centro de la sala de espera. Eran folletos amarillos que hablaban de la misión y visión de la no-muy-grande empresa.
Después de un par de personas, una media hora más tarde de su llegada, mencionaron su nombre. Mar pensó que si los estaban despachando en quince minutos, seguramente sería sometida sólo a preguntas de rutina. La joven de recursos humanos la saludó amablemente y Mar pensó que aunque no era del todo bonita, su sonrisa tenía cierto atractivo. Claro que solo lo pensó momentáneamente, por un par de segundos, solamente. Aunque quizá fuera un poco más, puesto que, cuando logró ahuyentar la reflexión sobre las más recientes producciones cinematográficas a las que podría invitar a alguien de sonrisa bonita, la joven RH la miraba fijamente en espera de una respuesta.
“Me gradué hace tres meses”. Aventuró. Respuesta correcta. La joven RH parecía completar en la computadora alguna especie de hoja de datos. “¿Casada? ¿Soltera?” “Soltera”. “¿Manejas profesionalmente software de diseño?” Mar quería responder que habían muchos programas de diseño y que contestar esa pregunta podría ser más complicado si entraban en detalles del porcentaje de conocimiento que tenía sobre cada programa de diseño en específico. “Sí, sí manejo profesionalmente programas de diseño”, respondió. “¿Cuál es tu mayor virtud y tu mayor defecto?” Detestaba ese tipo de preguntas, pero esta vez estaba preparada, su madre le había hecho ensayar la respuesta por lo menos una decena de veces. “Mi perfeccionismo”, mintió, y curiosamente no se sintió demasiado mal por hacerlo, como creyó que pasaría. “¿Virtud o defecto?” “Ambas, hay cosas que pueden ser buenas y malas a la vez”.Se sintió osada, pero la joven RH continuó tecleando como si nada, con lo que Mar se hundió un poco más en la silla que la sostenía. “¿Pasatiempo favorito?” ¿Por qué un trabajo tendría que estar interesado en qué hace alguien con su tiempo libre? Su interés debería enfocarse en lo que hace un posible empleado en el tiempo de trabajo. “Leer”, dijo sinceramente, controlando el impulso de decir que leía todo, todo el tiempo y no solo libros sino carteles, horarios de transporte público, espectaculares, hasta folletos religiosos, podía leer todo el día y toda la noche, sin hacer ni querer hacer nada más. “¿Por qué estás interesada en trabajar en nuestra empresa?” Mar titubeó.Pudo haber dicho, como tenía ensayado, que su mamá recientemente se había jubilado de ahí, que ella quería convertirse en una profesionista excepcional como lo había sido su progenitora, pero prefirió hacer uso de una de sus pocas habilidades. “Porque es una empresa comprometida socialmente con las iniciativas de desarrollo de las artes gráficas del país”, recordó haber leído en el folleto amarillo que descansaba en la mesa de centro en la sala de recepción.
La joven de recursos humanos parecía complacida, lo cual la llenó de cierta satisfacción, no mucha, pero cierta. Imprimió el formato que había llenado, que resultó ser una ficha. Sin decir palabra, la firmó, se la entregó a Mar y le dijo que a partir del siguiente lunes empezaba a trabajar.
¿Eso es todo? Fue lo que Mar alcanzó a preguntarse. Esbozó una incrédula sonrisa, después de todo a lo mejor la crisis no era tanta y apretó de vuelta la mano que la joven RH le tendía. “Te pareces mucho a tu mamá, dile a Matilde que aquí la extrañamos, pero que tenerte con nosotros será un consuelo”. Mar ahogó un suspiro, debió haberlo visto venir, pero no. Agradeció a la joven RH, ya sin ganas de pensar en el cine, y volvió a la sala de recepción donde no pudo dejar de sentir un poco de pena por las otras seis personas que esperaban turno, ya sin esperanzas. “Ojalá que a ellos no les importe la crisis”, pensó, mientras dejaba el edificio de la no-tan-grande empresa.
Tomó el autobús hacia la casa de su abuela, donde todos se reunirían esa tarde. Pensaba en los distintos tonos que podría usar para decirles que había conseguido trabajo, pero ninguno la convencía mentalmente. Demasiado entusiasmo podría sonar falso; poco entusiasmo haría que su madre le recriminara por malagradecida. Se le daban mal los medios tonos.
Al escuchar el primer trueno, aún dentro del autobús, pensó que era una mierda total que la naturaleza no se coordinara con su itinerario. En ese momento, pensó, la lluvia se convertiría en una molestia porque la parada del transporte estaba retirada de su destino final. Deseó que no lloviera con la misma fuerza con que deseó que su abuela no viviera en el punto más alto de una calle empinada, además, no habían muchos árboles, no traía sombrilla y el tabaco que consumía habitualmente desdehacía un par de años, la privaba de una buena condición física. En otras palabras, llegar a casa de su abuela se convertiría en un suplicio. Ya antes se dijo que tendía a la exageración.
Efectivamente, cuando llegó a su parada de autobús, la lluvia caía de manera torrencial y por un momento recordó el rostro amable de la joven de RH, así, sin motivo, quizá solo impulsada por la necesidad de pensar en otra cosa que no fuera la inevitable empapada. Sin más remedio, comenzó a caminar, protegiendo su bolso con su cuerpo todo lo que podía, que no era mucho, pues el agua caía de manera inclinada, como asegurándose de darle de lleno en la parte delantera de su ser. Sin embargo, su molestia con la lluvia terminó cuando comenzaron los relámpagos.
Parecían antinaturales la fuerza y frecuencia de los relámpagos, que luego daban paso a truenos que estremecían las entrañas de la tierra. Con cada metro de avance, Mar reafirmaba su valentía, la cual se negaba a ser alentada, aparentemente, puesto que entre más se repetía “falta poco, no tengas miedo”, más largo parecía el camino y más temía. Aquella parecía una lluvia de relámpagos, como si una cámara fotográfica gigante tomara fotos con flash, en modo ráfaga, desde el cielo. “Seguramente saldría bien en las fotos”, consideraba Mar, siendo fotogénica.
Pero poco le duró el consuelo superficial ya que los relámpagos y truenos se volvieron más intensos. El aire se sentía electrizado, erizándole los vellos de sus brazos, incluso poniendo de punta algunas hebras de la lana de su bolso. Mar tenía el miedo suficiente como para aventurarse a una carrera en subida. “Uno, dos, tres”, se animaba en el trote, como si alguna vez hubiera estado familiarizada, más que imaginariamente, con el maratón.
Mar aumentó su velocidad progresivamente con el “Uno, dos, tres”, pero la casa de su abuela parecía aún estar muy lejos y muy arriba de la colina pavimentada. Entonces, en plena repetición del “dos” en su carrera cuesta arriba, un destello del color  más blanco y brillante que se pueda imaginar la cegó, una ola de calor atravesó su cuerpo y entonces todo se desvaneció a negro.
Mar entonces comenzó a experimentar una especie de vértigo mental, donde el rostro de la joven de RH, de la cual no recordaba su nombre si es que alguna vez lo supo, le decía una y otra vez que su madre decía que tener un trabajo era algo deseable. Que los programas de diseño retumban en la tierra y que las cámaras fotográficas la adoraban, siempre y cuando posara frente a uno de los camiones verdes que se impulsaban mediante electricidad. Mar estaba segura que si se esforzaba lo suficiente, podría encontrar el valor de preguntarle a la joven de RH si quería salir con ella a un cibercafé, donde bien podrían comprar un paraguas, ya que después de todo, con el trabajo que había conseguido tendría dinero suficiente para comprarse los libros que quisiera.
Entonces sintió de nuevo mucho calor y recordó el color blanco más brillante jamás imaginado y  se dio cuenta de que podía ver perfectamente la calle empinada de su abuela que resplandecía, por culpa de esa luz que lo invadía todo. Mar empezó a correr con ganas, tan rápido que se dio cuenta que no tocaba el piso mientras lo hacía, estaba como pataleando en el aire, como generando una flotación gracias a la velocidad que lograba alcanzar por su propia capacidad motora. La sensación la hizo olvidarse de su destino en la punta de la colina y tomó un camino más vertical, hacia arriba, caminando entre las nubes que no eran otra cosa que bancos de luz blanca brillante.
La luz brillante le lastimó los ojos de golpe. Mar solo alcanzaba a ver formas borrosas y como compuestas por puntos amarillos como de aceite; sin embargo, no entró en pánico ya que poco a poco todo a su alrededor fue tomando forma. La luz blanca mostró sus bordes y se dio cuenta de que se trataba de una lámpara rectangular suspendida de un techo desconocido, justo encima de su cabeza. Lo siguiente que notó fue que estaba cómoda y no quería dejar de estarlo, así que volvió a cerrar los ojos. “En verdad ya es hora de que te despiertes y dejes de asustar a todo el mundo”, le dijeron. La voz le pareció conocida a Mar, familiar y entonces tuvo ganas de ver el rostro del que procedía. Volvió a abrir los ojos, esta vez menos lastimosamente y se percató de que se encontraba en un cuarto de hospital, sin lugar a dudas. Tenía un suero conectado a una manguera en su mano, escuchaba un pitidito cardiaco y cuando quiso hablar, una mascarilla en su boca la tomó por sorpresa.
“Te ayudo”. Sara le ayudó a quitarse la mascarilla. Mar alcanzó a sonreír o por lo menos esa era su intención, pero a Sara le pareció que la mueca no le sentaba bien a su amiga. “Te ves muy mal”, concedió objetivamente Sara.
“Agua” solicitó Mar. Era todo lo que necesitaba en aquel momento en el que resurgió el recuerdo del calor abrazador que la había golpeado. Sara le acercó hasta su boca un pequeño vaso de plástico verde con una pajilla a juego, “solo un sorbo, no quieres vomitarnos encima” advirtió Sara, medio en serio, medio en broma.
Con un aliviador pequeño trago de agua refrescando el camino de su garganta, Mar se fijó en el rostro de Sara, lucía preocupada, como si en verdad esperara que en cualquier momento le vomitara encima. “¿Qué pasó?”, preguntó Mar, aunque casi estaba segura de la respuesta. Sara le contó entonces una historia inverosímil de una joven tirada en medio de la calle, golpeada por un relámpago, rescatada por un transeúnte que afortunadamente resultó ser la mejor amiga de la siniestrada. Le contó que le dio resucitación cardio-pulmonar que justamente había aprendido esa mañana y cuando pudo revivirla, gritó con todas sus fuerzas por ayuda, y el grito fue tan desgarrador y ruidoso que al momento acudió una ambulancia y ahí estaba, sin moverse del lado de su mejor amiga, porque era la persona más importante del universo para ella.
Mientras Mar intentaba organizar sus pensamientos respecto a la historia de Sara, su madre entró al cuarto de hospital, dio un grito ahogado al verla despierta y se lanzó un poco melodramáticamente a los brazos de su hija. “La verdad es que una vecina de tu abuela vio desde la ventana cómo te golpeó un rayo, llamó a una ambulancia, tu mamá no se ha movido de tu lado desde ayer que te trajeron.Yo llegué hace un rato, mandé a comer algo a tu mamá y justo entonces te despertaste. Buenos días”
“Lo del RCP fue interesante”, dijo Mar a Sara, utilizando toda la fuerza de la que era capaz. Su amiga sonrió concediéndole la victoria momentáneamente. “Deja de molestarla”, intervino su madre, “Tienes un buen tino, tesoro, justo recién contratada y ya necesitas incapacidad laboral.”
“Eres inverosímil”, declaró su amiga y Mar pensó que era de lo más agradable contar con alguien que pensara en palabras como inverosímil. “¿Golpeada por un rayo? A eso le llamo yo querer llamar la atención”
Las recriminaciones cariñosas, acompañadas de verdaderas caras de mortificación, confortaron a Mar quien comenzó a sentir dolor en los músculos de todo su cuerpo. Cuando su papá entró, seguido del doctor, ya no le cupo duda de que aquello en verdad había sucedido, un relámpago la había alcanzado y sin conocer aún los detalles, se sintió aliviada por estar viva.
Sara se aceró para besarla en la frente y prometerle regresar al día siguiente. Sus papás tomaron asiento en el sofá del cuarto y el doctor procedió a revisarla. Mar notó que el doctor se demoraba más de la cuenta en sus manos, así que puso atención en lo que estaba buscando. Notó que las puntas de sus dedos estaban ligeramente pigmentadas de marrón, pero no notaba ninguna otra novedad. “Tienes suerte”, dijo el doctor, “no tienes ni quemaduras graves, ¿tienes dolor?”. “Un poco”, aunque en verdad sentía más dolor que un poco, no quería continuar dando molestias, aunque después de todo eso de ser golpeada por un rayo no es como que fuera culpa suya. “En verdad me duele moderadamente”, corrigió Mar, “de la punta de los pies, a la cabeza”.
“Es normal, recibiste una carga eléctrica muy fuerte, descansa. Te tendremos en observación tres días y entonces podrás irte a tu casa sana y salva”
Siempre y cuando también se ahuyente la peor suerte del mundo, pensó, pero ya no lo dijo, apenas podía hablar. Se sentía cansada, muy cansada y se preguntó si aquella sensación tenía que ver con el líquido que el doctor había inyectado a la manguera conectada a su brazo.  En cuanto el doctor se fue, sus papás se acercaron, pero entonces, mientras los ojos se le cerraban, logró ver a una tercera persona en la habitación. Se trataba de una mujer joven, muy pálida, le pareció, que la miraba con curiosidad justo por detrás del hombro derecho de su madre e izquierdo de su padre. Mar no la reconoció, pero después de todo no pareció importante, porque su ascenso vertical en flotación estaba a punto de continuar.
La mañana del día del rayo, Mar no solo había acudido al cibercafé; en ese lugar había perdido media mañana, la otra mitad, la más temprana, la había pasado caminando por el centro de la ciudad. Le gustaba el horario entre las 8:30 y 10:30 am porque las personas ya se encontraban en sus trabajos y el sol aún no amenazaba con perforar la piel de los transeúntes, aunque claro, aquel día las nubes grises le regalaron un paseo matutino más agradable que de costumbre.
Bebió un café, medio vaso mediano para ser exactos y comió un sándwich de ensalada de pollo que compró en una panadería de paso. Disfrutó mucho su desayuno y de buen humor lo completó con un par de caladas a un cigarro que no terminó de disfrutar, pues en ese justo momento abrían la galería independiente que se había propuesto visitar.
Le habían contado, semanas atrás, que ese sitio estaba lleno de buenas propuestas gráficas urbanas y aunque no esperaba mucho más que grafitis hechos con un buen pulso, se sorprendió al descubrir que cierta artista utilizaba combinaciones de colores impresionantes. Mar tomó algunas notas mentales y pensó que le habría gustado ser ella la que realizara composiciones semejantes. Anhelaba sinceramente llegar a su casa y comenzar un nuevo boceto que incluiría influencias coloridas de lo que acababa de observar.
Tanto era su anhelo que justo ahí, en plena galería independiente, tomó asiento sobre el suelo, en un rincón.Sacó de su bolso el bloc de dibujo y comenzó a realizar trazos. Se vio dibujando un ojo, uno de mujer, estaba segura, aunque podría ser el ojo de cualquier cosay tenía toda la intención de colorearlo de blanco y utilizar un fondo con alguna combinación de colores como los que había visto.
Cuando Mar despertó por segunda vez en el hospital, se levantó pensando en el boceto que había iniciado la mañana del rayo. “Mi bolsa” solicitó a quien fuera que estuviera cerca y luego se sintió un poco tonta al notar que no había nadie y la orden había flotado sin destinatario. Se aventuró a sentarse.Sintió que se mareaba al instante de poner  su cabeza en posición vertical. Cuando se recobró del mareo, poco a poco y con ayuda de sus adoloridos brazos, cuidando de no jalar la línea de suero adherida a su muñeca izquierda, bajó los pies al suelo. Muy bien, había logrado sentarse y ahora solo tenía que alcanzar su bolso que descansaba sobre una repisa frente a ella, a un par de pasos.
Disponía a ponerse de pie cuando alguien la llamó por su nombre, deteniéndola. La dueña de la voz descansaba, un poco incómodamente, le pareció a Mar, en el sillón de la habitación. Mar se asustó un poco, aquella desconocida la observaba en silencio y parecía encantada de ser descubierta.
“Hola”, dijo Mar, queriendo más bien preguntar quién era y por qué estaba ahí.
“Una ola es  una onda que se propaga en la superficie del agua por efecto del viento o la marea. Hay olas en el mar, tú te llamas Mar y eso me confunde.” Contestó la extraña, desconcertando a Mar.
“Habría sido raro que me llamaran Mar con olas”, dijo Mar, queriendo decir, nuevamente, muchas otras cosas.
La joven desconocida pareció complacida con la respuesta y continuo observando a Mar detenidamente, sin parpadear, notó la hospitalizada y con éste descubrimiento un escalofrío recorrió su espalda.
Mar entonces recordó que ya había visto a esa joven, justo al quedarse dormida por el sedante que el doctor le había administrado. La desconocida había estado junto a sus padres, quizá ellos la conocían, quién sabe, quizá era una prima segunda que había llegado de improviso; quizá era esa hija perdida del tío Juan que nunca se había comprobado que existía, lo que significaría que un drama familiar se estaba gestando o ya había explotado. Sí, definitivamente podría ser una prima en segundo grado.
Pero, prima o no, era una joven rara, pensaba Mar. Estaba ahí observándola desde quién sabe cuánto tiempo y toda ella parecía como fuera de lugar. Su cabello largo, lacio y suelto era muy oscuro, de un negro que le pareció artificial, su piel era enfermizamente blanca, y pensó que enfermiza porque con la luz de la habitación del hospital algunas venas azules y verdes se dibujaban tan claramente que parecían una red pulposa y algo palpitante. Sus ojos también eran muy negros y creyó, aunque no podía afirmarlo, que sus pupilas eran más grandes de lo normal y debían fundirse con el negro de su iris, pues no podía diferenciar una parte de la otra. Su rostro era simétrico, con el labio inferior ligeramente más grueso y la nariz espigada. Aunque Mar podría considerarla normal, lo cierto era que en conjunto era más bien del tipo raro. También su vestimenta era rara, no porque los pantalones y la playera negros fueran de otro mundo, el efecto lo producían más bien las botas y guantes negros que completaban el atuendo.
“Quizá es un poco gótica”, pensó Mar, pero aquella ropa no parecía gótica, el tío Juan debería haber prestado más atención a su hija desde edad temprana.
“¿Cuánto tiempo llevas viéndome?”,preguntó Mar
La chica pareció considerarlo un momento, uno que le pareció a Mar largo tratándose de una respuesta que no debería causar tanto conflicto.
“Te he observado”. Contestó la extraña, muy seria.
Mar se quedó esperando una respuesta más específica, pero entendió que ésta no llegaría.
El silencio contemplativo que siguió habría sido muy incómodo si Sara no hubiera elegido ese momento para entrar a la habitación abruptamente, cargando bolsas de plástico que hacían mucho bullicio al rozar entre ellas.
“Buenos días, querida”. Saludó Sara luciendo radiante. Mar nunca había podido explicarse cómo alguien podía parecer tan llena de energía frente a cualquier situación.
“Hola”
“Antes de intentar levantarte, tienes que desayunar algo, llevas tres días durmiendo como recién nacido y aunque te ves bella babeando, necesitas abandonar este lugar o dejarás a tus papás en la ruina”
Sara tomó una de las bolsas y de ella sacó una caja de jugo y un paquete de frutas. “Come”, le ordenó a Mar. En ese momento, Mar recordó a la extraña en la habitación, volteó hacia el sillón y la encontró mirándola fijamente.
“¿Quieres jugo?”,le preguntó Mar. Sara volteó hacia donde su amiga se dirigía y dio un respingo al notar la presencia de alguien más en la habitación.
“No te vi. ¿Por qué no te vi? ¿Quieres jugo?”,preguntó Sara, pasando de la impresión a la relajación total en menos de diez segundos.
“No”,contestó la extraña, sin demorarse demasiado en observar a Sara.
“Creí que tú eras la rara de tu familia”,susurró Sara y Mar identificó en su aliento residuos de jugo de naranja y alguna otra cosa. Después, se dirigió nuevamente a la extraña, “¿Quién eres?”
Mar y Sara esperaban expectantes. La joven sonrió de medio lado, de manera que a Mar le pareció desconcertante una vez más, hasta un poco tenebroso y falso; podría atreverse a decir que aquella no era una sonrisa, sino una especie de mueca de boca entreabierta y dientes demasiado lechosos.
“Soy su prima segunda”,contestó.
“Mucho gusto”. Sara pareció conforme con la respuesta y procedió a acolchonar las almohadas de la hospitalizada.Pero Mar no se tragó del todo aquello, estaba segura de haber pensado que quizás era su prima pero no podía asegurar que hubiera sido un pensamiento en serio, más bien era una especie de broma; entonces, o aquello era una gran casualidad o la joven de alguna manera había logrado ver sus pensamientos y contestar lo que precisamente necesitaba responder. Mar se sintió mareada, así que perdiendo el contacto visual incómodo con su no-convincente prima, empezó a beber el jugo que le habían proporcionado.
Mientras Sara sacudía las almohadas pareció olvidarse de la presencia de la joven vestida de negro. Sólo se dirigió a Mar; le preguntó si se sentía bien, si se le había quitado el dolor de cabeza y también dijo algo sobre prometerle no volver a preocupar a todos con cosas tan estrambóticas como ser atacada por fenómenos naturales. “Puedes ser atropellada, una congestión alcohólica, alguna novia celosa que intente matarte, pero no más rayos” y lo último lo dijo muy cerca de su rostro, pensó Mar y desde ese ángulo, poco podría negarle.
Con cierta frecuencia, Mar volteaba hacia la supuesta prima, esperando algún tipo de interacción pero no se le ocurría qué decir. Pensó que la joven sería menos extraña si por lo menos comiera algo o estornudara, así podría decirle “¡salud!” e iniciar una nueva conversación.
“¿Salud?”, escapó de la garganta de la extraña y Mar se convenció completamente de que algo raro pasaba con esa mujer y entró en pánico particular.
“Disculpa, no escuché que estornudaras”,replicó Sara solamente, sin percatarse de nada más y comenzó a empacar las pertenencias de su amiga.
Cuando los padres de Mar llegaron, tampoco notaron inmediatamente a la extraña y cuando lo hicieron, la trataron de forma familiar, aunque algo fría, notó Mar y deseó quedarse a solas con la joven para poder encararla de una buena vez y dejar de sentirse objeto de voyerismo, “quizás sea una asesina que le ha lavado el cerebro a mis papás”. La extraña volvió a fijarse en ella absolutamente y como lo había hecho antes, dibujó su mueca-sonrisa.
Mar sintió miedo y de alguna manera intuyó lo que vendría a continuación. Sara se despidió de ella prometiendo verla al día siguiente, exactamente como lo había hecho  el día anterior, casi en automático. Tras ella, sus padres se excusaron, su papá debía pagar la cuenta del hospital y su madre sintió que debía acompañarlo para vigilar las cifras y como marionetas, salieron del cuarto.
“Me asustas”,pudo decir Mar, protegiéndose de la extraña con una de las almohadas. “¿Quieres matarme? ¿Estás loca? ¿Quién eres? porque esa mierda de que eres mi prima no es cierta”
La joven se puso de pie. Mar quería salir corriendo, pero sus piernas no obedecieron, se sentían como hechas de gelatina y tuvo que recargarse en la cama para no caer.
“No es mi trabajo matarte”,respondió la joven, acercándose.
Mar no podía moverse. Aquello era demasiado.
“No sé qué es una prima, tú lo pensaste y por eso lo dije”
La joven se acercaba más y la almohada no la protegería, eso era seguro. Había sobrevivido al rayo y moriría asesinada por una loca, en pleno hospital.
“Ya te dije que no voy a matarte y tú ya sabes quién soy, te he visto muchos sueños y vine a verte porque me gustas”
¿De eso se trataba? ¿Era una acosadora? ¿Ella tenía una acosadora? ¿Era tan interesante como para tener una acosadora? Quizás no era el momento para reflexionar sobre su inseguridad personal, pero si aquella joven decía haberla visto antes, ¿ella no la había visto también? La extraña decía que Mar sabía quién era, pero no era así. ¿O sí?
“Sí”
Mar sintió una mezcla de alivio, seguido de una nueva oleada de pánico al descubrir que efectivamente la extraña leía sus pensamientos.
“Puedo hacerlo solo por el momento, si tú me dices que pare tendré que dejar de hacerlo, debo respetar la voluntad de los seres humanos”
“¡Para! No quiero que te metas en mi cabeza.¿Quién eres?”
Y la joven sonrió y Mar sintió que se desmayaba de miedo pues nada bueno traería aquella mueca, lo sabía. Entonces, la extraña recorrió la poca distancia que la separaba de ella y le plantó a Mar un suave beso en la barbilla. Muy suave, casi un roce.
Mar abrió los ojos al momento, olvidándose del desmayo, justo cuando la extraña levantaba la cabeza y se encontró directo con su rostro a pocos centímetros. Mar ahogó un grito al notar que los ojos de la joven habían perdido el color, eran totalmente blancos y poco a poco, llegó el reconocimiento, los ojos blancos la habían obsesionado las últimas semanas y de alguna manera aquello tenía sentido, ya la había conocido en sueños y entonces la respuesta a la presencia de la extraña era clara: Mar se había vuelto completamente loca.
“Esto no puede estar pasando”,susurró.
“Recuerda”,susurró la extraña de regreso.
Y entonces, Mar recordó.
Los relámpagos cada vez se acercaban más, había llegado a pensar que la perseguían, pero lógicamente, aquello no podía ser cierto. Entonces creyó  ver a alguien que aparecía y desaparecía con la luz. En ese momento, aún presa del pánico, pensó que sería un transeúnte, como ella, atrapada en la más extraña tormenta eléctrica de todos los tiempos.
“Eras tú”
La extraña mujer, asintió en silencio.
“Elegí ese día para llegar, pero no sabía que los humanos fueran tan frágiles”
“Lo somos, sí. ¡Por eso no se debe andar aventando rayos o teletransportándose en ellos o lo que sea que hiciste!”  Tenía que estar loca, quizás paranoia o algún tipo de psicosis o esquizofrenia. No entendía bien la diferencia entre las enfermedades mentales, pero si estaba aceptando que la mujer extraña había llegado a su vida a través de una tormenta eléctrica, de seguro algo en su cerebro se había cocinado. A lo mejor era producto de la descarga, eso debía ser. Se sintió en el deber de aconsejarle a la joven frente a ella, de ojos blancos, que se alejara, que podía ser peligrosa, que debía sentir miedo.
“Aléjate de mí”
“No”
“No sé qué quieres ni a qué estás jugando, pero estoy loca porque creo que  caíste del cielo en un rayo que casi me mata y estoy pensando seriamente en empujarte y atacarte porque tengo mucho miedo”
“Yo no tengo miedo. Los humanos…”
“…las personas, di ‘las personas’ no me siento cómoda hablando como si estuviera en un manicomio”
“Las personas suelen tener mucho miedo, tú lo tienes todo el tiempo, lo he visto, por eso me gustas, quería venir y quiero saber”
“¿Qué quieres saber?”
“Todo”
“¿Quién eres o qué cosa eres?”
“Tu prima, una loca, lo que tú digas”
“¿De dónde vienes?”
Se quedaron en silencio. Los ojos de la joven volvieron a tornarse negros.
“No recuerdas nada”,dijo la extraña y Mar pensó que aquello que veía en su rostro era desilusión o algo parecido. “Cuando recuerdes, llámame y volveré”
“No voy a llamarte”
“Lo harás”
“¿Cómo voy a llamarte?”
“Lo harás”
“¡Deja de joderme, cuál es tu nombre!”
“Mar es el único nombre que conozco”
“Yo me llamo así, no te puedes llamar así”
“Sé que el mar es muy grande y a veces desconocido. Puedes llamarme como quieras. El mar tiene peces, tortugas, algas, corales. Me gustan las tortugas, tienen pensamientos extraños sobre arena, olas y el mar”
“Vete de una vez”, Mar se sentía agotada.
“Te veré mañana”. La joven volvió a acercarse a ella y le dio un beso en la frente. “Ella lo hace diferente”
“¿Quién?”
“Sara. Podrías llamarme Sara”
“No voy a hacerlo. Vete”
La joven se puso de pie sin decir nada más y salió del cuarto por la puerta, como cualquier otra persona.
Mar sintió que su cuerpo volvía a entrar en calor; también sintió nauseas. Tenía alucinaciones y no podía abandonar el hospital en esa condición. Cuando el doctor entró, se hubiera lanzado sobre él a contarle todo lo que había pasado, pero sus padres lo acompañaban y no quería causarles un mal momento, aunque tarde o temprano sucedería.
“¿Se fue tu prima?”,dijo su mamá.

Y entonces el mundo no tuvo el menor sentido.
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La Teta Feliz Historias y Relatos ® Laura T.D - Derechos Reservados
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10 comentarios:

  1. Es impresionante tu forma de escribir, esa meticulosa descriptiva tan subjetivamente personal me fascina, me recuerda un poco a los escritos de V. Woolf y F. Kafka.
    Estaré muy pendiente de esta historia Laura T.D

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    1. Muchas gracias por tu comentario. El siguiente capítulo es muy corto, pero apenas estamos comenzando. Un abrazo y te espero hasta el final.

      Laura.

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  2. Wao, excelente historia sigue con éste magnifico y brillante relato

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    1. Muchas gracias por tu interés y tu tiempo para comentar. Espero puedas seguir la historia hasta el final.

      Un abrazo.

      Laura.

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  3. pues vaya qe decirte Laura interesante capitulo ojala nos traigas mas quiero saber que es este ser o chica jeje y saber si Mar sentira o no algo por ella desde ya encantada con esta historia
    besos desde Argentina



    By:Lourdes Avalos

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    1. Hola. Muchas gracias por leerme y tomarte el tiempo para comentar. Yo aún sigo esperando saber quién o qué es este ser... pero bueno, para eso tengo el relato (la historia está completa ya, solo me gusta pensar en este ser como inacabado).
      Saludos y un abrazo.

      Laura

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  4. Qué estupendo comienzo.

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    Respuestas
    1. Espero cumplir tus expectativas hasta el final. Gracias por leerme.

      Un abrazo,

      Laura.

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  5. me encanta la historia. gracias por compartir

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  6. Han pasado casi 7 años desde que se empezó a publicar esta historia así que es muy probable que no vayas a leer este comentario, sin embargo, no quería dejar pasar la oportunidad de grabar mi fascinación por esta historia. No la he terminado, ni siquiera llevo la mitad, pero debo decir que está tan preciosamente escrita que desde el primer capítulo me cautivó. El lenguaje que utilizas, la manera de manejar a los personas, el plot de la historia, tu perfecta ortografía... Todo me está encantando.
    Muchas felicidades por tu trabajo. Va a ser difícil no leerlo tan rápido ya que cada que termino un cap quiero empezar el otro jajaja.

    -Claudia

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