Tienes una solicitud de amistad - Despistada - 4

CAPITULO 4

El menisco.

 Me esperaban tres tediosas semanas en la clínica. Me lo iban a reparar con una sencilla operación, pero debía estar unos días en reposo y después someterme a un exigente proceso de rehabilitación. Esa era la fórmula mejor para asegurarse de que mi recuperación fuera óptima y al comienzo de la nueva temporada estuviera otra vez en plena forma.

Convencí  a mi familia y amigos de que no era necesario que paralizaran su vida para cuidarme. La clínica donde estaba tenía una estupenda asistencia y yo pasaría bastante tiempo con mis ejercicios de rehabilitación. Así pues, los días fueron pasando tediosos, y aunque todos recibía visitas, las horas se hacían eternas. Mi ordenador era mi ventana al mundo. Al tercer día, al abrir mi Facebook, allí me esperaba aquella petición de amistad que había ignorado días atrás y, no sé por qué, ese día le di a la opción “aceptar”; quizás porque era de noche y aún a veces me acechaban los fantasmas, quizás porque estaba aburrida, quizás porque me sentía sola, o quizás porque el destino ya tenía escritas esas líneas de mi vida…

Decidí entrar en su perfil, pero no encontré ninguna foto de ella. Los pocos mensajes que tenía en su muro me agradaron, pero nada en su biografía se me hacía conocido. ¿Qué llevaría a una persona a solicitar la amistad de unacompleta extraña? …Instintivamente me  reboté la pregunta ¿Qué me llevaba a mí a aceptar la amistad de una desconocida?

Casi inmediatamente saltó una petición de chat:

-Hola, gracias por aceptarme.

-Hola. En realidad no sé muy bien por qué lo he hecho…

-Lo entiendo

- ¿Y tú? ¿Por qué lo has hecho? ¿Por qué quieres ser “amiga” de una persona desconocida para ti?

-¿Desconocida? Eres parte de mi vida desde hace muchísimo tiempo…

-¿Yo?

-Claro, tú. ¿No eres consciente del efecto que provocas en mucha gente?

-Me estás asustando…

 Cerré el chat. Cerré el Facebook. Y me maldije por ser tan estúpida. A quién se le ocurre agregar a una desconocida. En fin, lo primero que haría al día siguiente sería bloquearla…

Cuando a la noche siguiente me conecté encontré un mensaje privado:

Siento haberte desconcertado ayer. Pero no me dejaste explicarme. Soy aficionada al balonmano e hincha del SpreefüxxeBerlin, el equipo en el que juegas. Por eso no eres para mí una desconocida. Siempre que puedo voy al pabellón a veros jugar y durante ese tiempo me puedo evadir de mis problemas, vibro con vuestras victorias y sufro con vuestras derrotas. Muchas veces habéis conseguido que un mal día cambie de tono, o un buen día tenga la rúbrica perfecta. Así que sí, creo que influyes en la vida de mucha gente. Pero no quiero molestarte. Solo espero que estés bien y que te vayas recuperando de tu lesión. Cuídate.

“¡Seré boba!. Vaya, yo sí que sé tratar a la gente… “ pensé. Entonces me di cuenta de que al lado de su nombre apareció el punto verde que indicaba que estaba conectada en ese momento y decidí disculparme. Pulsé la opción de chat con ella.

- Soy una estúpida.

-No, siento no haber empezado por contarte que soy una seguidora del equipo y no una acosadora como me parece que pensaste. Solo quería preguntarte por tu rodilla.

-Mejor, gracias, mejorando poco a poco.

- Está bien. No quiero molestarte…

-No, no. No te desconectes. No me hagas sentirme más tonta de lo que ya me siento…No sigas enfadada conmigo… En realidad, aquí los días se hacen muy largos y aburridos y agradezco tener con quién charlar…

- Está bien.¿Qué tal ha ido la artroscopia? ¿Tienes muchos dolores al apoyar la pierna?

- La operación fue muy bien y ya apenas tengo dolores al apoyar la pierna, pero los ejercicios de rehabilitación si me hacen sufrir más. Por cierto, en mi caso, una tediosa estancia en una clínica explica que esté enchufada al ordenador a las dos de la mañana, pero ¿cuál es tu excusa?

- Estoy trabajando y esta es una buena forma de mantenerme despierta. Lo siento. Tengo que dejarte. Adiós.

No me dio tiempo ni a despedirme. Al final iba a resultar que sí que era un poco rarita esa tal Jenny Hartman…

Así y todo, me descubrí al día siguiente encendiendo el ordenador con la esperanza de volverla a ver conectada. Debía confesar que me resultaba agradable tener con quién pasar el tiempo. No encontré el símbolo verde al lado de su nombre y sentí un puntito de decepción, aunque enseguida vi que tenía otro mensaje privado de ella:

Vaya, creo que mi destino es desconcertarte. Ayer tuve que cortar bruscamente la comunicación. Déjame explicarme. Soy médico en el hospital Charité Campus Mitte( de ahí que esté a veces conectada a esas horas intempestivas). Soy cardióloga y ayer estaba de guardia. Entró una urgencia a esa hora y por eso tuve que irme tan bruscamente. Vaya, me paso el día dándote explicaciones. Cuídate mucho.

Yo siempre tan bien pensada. Yo especulando con que fuera rarita y ella salvando una vida. En fin, qué estupenda intuición tengo para las personas. Decidí contestar a su mensaje:

Te pasas el día disculpándote, cuando la que debiera hacerlo soy yo. Lo siento. Soy desconfiada por naturaleza y siempre tiendo a pensar lo peor de las personas. No siempre he sido así, pero a veces la vida hace que endurezcas ese órgano tan blando que tú tan bien conoces. Saludos.

Al día siguiente allí estaba su respuesta:

Como buena conocedora deese órgano que dices que la vida te ha vapuleado, te diré para tu tranquilidad, que los corazones rotos tienen arreglo, si uno se empeña en dejarlos sanar. A veces solo hay que dejar pasar el tiempo, aunque en otras ocasiones no está de más consultar a una buena especialista.

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