Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

Tienes una solicitud de amistad - Despistada - 3

CAPITULO 3
El estadio estaba a reventar. Nunca me acostumbraría a la sensación que provocaba en mi cuerpo esa masa de gente vibrando con nosotras, esa intensidad con la que el público vivía todo lo que pasaba en la cancha.  Noté como siempre los nervios atenazados en mi tripa, pero me entraron ganas de llorar de felicidad por ser tan afortunada.

-Chicas, estirad un poquito y a calentar ¡Vamos!
La voz cálida del entrenador me devolvió la serenidad. Pasara lo que pasara, estaba decidida a dar lo mejor de mí y a disfrutar todo lo que pudiera.
-Vamos chicas, saliendo en carrera desde el centro del campo. Julia, atenta a los tiros…Pase y recepción en movimiento… Unos penaltis…
El entrenador no paró de darnos instrucciones hasta que el árbitro nos llamó para firmar la plantilla. Un círculo en nuestro banquillo y las últimas palabras del entrenador.
-He tenido el privilegio de dirigiros esta temporada y no puedo pediros más de lo que ya me habéis dado. Vuestro esfuerzo, dedicación y compromiso nos han traído hasta donde estamos y solo quiero que disfrutéis, que juguéis como sabéis. Hacedlo con la misma entrega con la que habéis jugado todos y cada uno de los partidos de esta liga. Venga, chicas, está en nuestras manos cerrar esta temporada como todos nos merecemos.
Sonó el silbato del árbitro. Los dos equipos  entramos a la cancha y nos colocamos a ambos costados de la línea central, mientras por megafonía iban diciendo nuestros nombres. Me sentí terriblemente afortunada.
Mi familia, mis amigos en las gradas y un balón de handball en mis manos. Me sentí terriblemente afortunada.
Los nervios nos atenazaron al principio del partido y las rivales consiguieron doblegar el juego de nuestras laterales, cuyos lanzamientos eran constantemente obstaculizados por su defensa y se estrellaban machaconamente en los postes o en las hábiles manos de su portera. Así pues, los primeros diez minutos del encuentro reflejaban un decepcionante 1-5 en el marcador. Un tiempo muerto del entrenador, dos penaltis parados por Julia y la exclusión de una jugadora rival  nos permitieron tomarle el pulso al encuentro y conseguimos irnos al descanso con un merecido 11-13.
-Chicas, lo estáis haciendo fenomenal. Solo queda media hora para disfrutar o sufrir.  Media hora para ganar o perder el título de liga. Media hora para que demostréis a toda esa gente que ha venido a veros ganar que sois capaces de hacedles tocar el cielo con las manos. Media hora para ganarnos un pedacito de gloria por el que hemos trabajado duro y sin descanso. Disfrutad, chicas. Vamos a dejar claro quiénes somos.

La última arenga del entrenador nos dio alas y poco a poco fuimos recortando la ventaja de las rivales. A tres minutos del final, el marcador reflejaba un 22-23 y la posesión era nuestra. El último tiempo muerto y las últimas instrucciones. Debíamos por lo menos empatar para forzar la prórroga.
El balón circulaba, pero ninguna veíamos claro el tiro. No podíamos fallar. De repente, vi la mano del árbitro levantarse. Teníamos que lanzar. Hice una señal a mi pivote, que fintó a su defensa, le colé el balón en las manos y cuando dos rivales fueron a bloquearla, Caro se dio cuenta del hueco que habían dejado, me devolvió el balón y tiré con toda mi fe puesta en esa pelota….Gooool.
La grada se caía, pero el partido seguía y aún quedaba un minuto. Las rivales se dirigieron rápido al centro de la cancha. La central ala pivote, la pivote a la central y las extremos y laterales corriendo como posesas hacia nuestra portería con intención de sorprendernos… Pero la fortuna quiso que yo interceptara el pase. Ciega corrí hacia la portería contraria y cuando llegué al borde del área  me levanté en carrera y una rival me desequilibró en el salto y caí violentamente.
Lo noté enseguida. Una aguda punzada de dolor desgarró mi rodilla y supe que algo no iba bien. El pitido del árbitro y el chasquido de mi rodilla sonaron al unísono. El estadio enmudeció.  Creo que solo se oían mis gritos.
-Emma, ¿qué tienes? ¿cómo estás?
-La rodilla. Me duele mucho la rodilla… ¿Ha pitado penalti? ¿Ha pitado penalti?
- Si Emma. Tranquila, déjame ver…
-¡Ay, ay, ay!
-Vamos a llevarte ahora mismo a la clínica.
-No. Sacadme pero quiero ver el lanzamiento. Hasta que este partido no acabe, no me muevo de aquí
-Pero Emma…

Me retiraron en volandas  y Lucy se dispuso a tirar el penalti.  Miró al banquillo y leí en sus labios “va por ti”. Y lo último que oí antes de desmayarme fue ¡Goooooool !
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