Capítulo 7
Los ojos de Marina se abrieron con la
claridad que entraba por el balcón. Lo primero que vio hizo que sus ojos se
abriesen de par en par. Era la cara de Paula a escasos centímetros. La morena
estaba abrazada a ella y recostada en su pecho. Marina se separó bruscamente de
ella, agradeciendo que su amiga no se hubiese despertado por ello y miró la
cara de la rubia. Estaba tan tranquila. Decidió darse la vuelta y seguir durmiendo.
Unos minutos después notó como el brazo de la rubia la rodeaba y su mano se
posicionaba en su vientre. Notaba como el cuerpo de su amiga se pegaba al suyo
y su propio cuerpo reaccionaba por ello. Sentía un cosquilleo en su bajo
vientre y una leve humedad en su entrepierna, cosa que le inquietó. Era la
primera vez en su vida que le ocurría eso, no era incómodo, todo lo contrario,
estaba muy a gusto en los brazos de su amiga. Marina, a causa de la situación
no pudo dormir mas. Sentía la
respiración y el peso de su amiga. Su mente le decía que quería sentir mas,
quería sentir sus labios en los suyos, sus manos recorriendo todo su cuerpo, su
nombre en sus labios, quería sentir todo con Paula.
Al paso de un rato, la rubia se volvió
a mover girándose hasta estar en su antigua posición. Marina sintió el gran
vacío que había dejado su compañera nada más separarse de ella. Ya la
extrañaba. Se dio la vuelta para contemplarla, parecía un ángel tan tranquila,
con esa leve sonrisa. La mano de Marina se acercaba a su rostro para
acariciarlo cuando esta movió la suya y se frotó un ojo mientras lentamente
abría el otro. Marina ante el gesto de su amiga bajó la mano rápidamente.
–
Buenos días- dijo la rubia con la voz un poco
ronca.
–
Buenos días- le contestó con una tímida
sonrisa.
–
Podíamos haber dormido un poco más. Si aún
será súper pronto- miró la hora en el despertador de la mesita- Uff sólo son
las diez y media, apenas hemos dormido cinco horas- se frotaba los ojos y ponía
morritos de niña enfadada. La imagen era tan tierna para la morena que sentía
unas ganas inmensas de abrazarla y poder dormir así todo el día.
–
No es tan pronto, además estuvimos haciendo
un trabajo y se supone que hemos dormido toda la noche.
–
¿Nos tenemos que levantar ya? Cinco minutos
mas porfa que estamos tan a gusto.
La morena accedió, cómo resistirse con
esa carita. Se pasaron otro rato en la cama charlando, ninguna quería que ese
momento terminase. Al rato se levantaron, se cambiaron y bajaron. Paula les
presentó a sus padres a Marina y desayunaron con estos. La morena hizo buenas
migas con los padres de su amiga, especialmente con su madre, con la que
conversó largo y tendido sobre su trabajo.
Al fin llegó el momento menos deseado,
la despedida. Marina cogió un taxi camino a casa, el cual pagó la rubia,
después de mucho insistir. La morena iba con una sonrisa de oreja a oreja. Esa
noche había sigo maravillosa.
Paula volvió a la cocina, donde se
encontraba su madre, sonriendo y rascándose la cabeza mientras negaba. Su madre
al verla, sonrió y le tiró un paño de cocina.
–
Límpiate la baba anda-le dijo su madre riendo
al ver la cara de su hija, la cual había pillado.
–
¿Tanto se nota?- le dijo con cara de
resignación.
–
Soy tu madre y te conozco, aunque si no lo
fuese, también lo hubiese notado- le dijo sonriéndole- Cariño la miras con una
carita de enamorada.
La familia de Paula la apoyaba en
todo. Su sexualidad nunca había sido un problema, ni había sido tema de disputa
en casa. Su madre fue la que sacó el
tema, cuando Paula tenía dieciséis años y la vio mirándole el culo a la hija de
un compañero de su oficina en una comida de empresa que hicieron para los
empleados y sus familias. Al ver ese acto involuntario de su hija le preguntó
sin rodeos y con toda la naturalidad del mundo “cariño, ¿te ha gustado la hija
de Víctor?”, Paula abrió sus ojos de par en par y su cara se transformó en un
tomate. Su madre se rió a carcajadas y le dijo “Mi amor es una chica muy guapa,
pero por lo que me ha dicho su padre tiene novio, además de que es muy grande
para ti”. Paula en ese momento sacó fuerzas y logró articular palabra y
admitirlo “¿No te enfadas mamá?” le dijo con cara de pena y los ojos vidriosos,
a lo que su madre la abrazó le dio un beso y le dijo “Cómo me voy a enfadar,
eres mi hija y te quiero, no me importa si te gustan los chicos o las chicas.
Estaba deseando de que hablarlas conmigo, porque no es la primera vez que me
doy cuenta, pero como no te has lanzado pues lo he hecho yo. Mi amor, en la
vida hay que ser valiente y orgulloso de cómo se es y que nadie te haga creer
lo contrario”, Paula la apretó mas contra ella y le dijo “Te adoro mamá”
–
¿Enamorada?-dijo extrañada Paula- Mamá si, me
gusta, pero no estoy enamorada de ella. Solo quiero que esta atracción se pase
y ser su amiga, nada más.
–
Cariño he visto cómo la miras… pero si tú aún
no te has dado cuenta no voy a ser yo quien insista.
Pasaron un rato mas hablando de cómo
conoció a Marina y contándole como fue la noche.
Al llegar a casa, Marina avisó a Paula
vía Whatsapp y en cuestión de segundos ya le había contestado su compañera.
–
“Gracias por regalarme este pedacito de tu
tiempo. Fue una noche increíble ;)”
–
“Gracias a ti por todo. Un beso”- Fue lo
único que se le ocurrió contestar a la morena después de ese precioso mensaje
había recibido.
El fin de semana restante fue
tranquilo para las dos, al igual que la siguiente semana. Paula recogía todas
las mañanas a Marina y esta se sentaba con ellas en clase. El resto del día que
no se veían se lo pasaban hablando de todo lo que se les ocurría por WhatsApp.
El fin de semana siguiente, Paula le
mandó un mensaje a su compañera:
–
“Maia me ha dicho que te echa de menos… ¿te
apetece venir a casa a ver una peli y así te ve?
La sonrisa de la morena no podía ser
más grande. No lo dudó ni un segundo.
–
“Yo también la echo de menos. Me encantará
ver una peli con ella ;)”
Sólo quedaba inventarse una escusa con
su padre y podría pasar toda la tarde con la rubia que le ocupaba su cabeza.
Media hora más tarde, ya iba rumbo a
casa de su compañera. Su cabeza no dejaba de maquinar sobre lo que pasaría esa
tarde a solas con la rubia, qué decirle, que hacer, no dejaba de imaginarse
situaciones con ella. Cuando llegó la recibió Ana con dos besos.
–
Pasa cariño, Paula esta en el salón.
Cuando por fin se encontraron sus
miradas se clavaron una en la de la otra. Sus caras no podían reflejar más
felicidad. Parecía que no se habían visto en años.
–
Ey Paulita.
–
Hola guapa- se dieron dos besos
–
¿Preparada para pasar una buena tarde de
cine?
–
Por supuesto
Se quedaron en
silencio mirándose. Esa cercanía era peligrosa, pero ahí estaba Maia para
romper el momento apoyándose en las piernas de la morena para reclamar su
atención.
–
Hola preciosa- la sostuvo en sus brazos para
acariciarla.
–
¿Ves cómo te echaba de menos?- la morena le
sonrió- Siéntate estoy mirando las películas que podemos ver y ahí hay
chocolate, dulces, refrescos y todo lo que quieras- señaló la mesa abarrotada.
–
Es muchísimo.
–
No creas, somos muy comilonas.
–
¿Qué?
En ese momento sonó
el timbre.
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Como me gusta está historia es mi favorita... quisiera que nunca se acabara el capitulo cuando lo leo!!!!
ResponderEliminarla historia me esta encantando mucho,hay mucha tensión entre ese par
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