Capítulo 43
¿Hija?
¿Escuche bien? No seguramente no lave bien mi oreja, aunque creo que sí.
-
¿hija?
-
Sabes una vez quise
experimentar el ser humano y vivir aquí y decidí caer. Cuando caí conocí a una
hermosa mujer de la cual me enamore. Con el tiempo tuvimos una relación y ella
quedo embarazada. Fue la noticia mal feliz en toda mi existencia. Pensé que
estaba condenado para siempre pero al caer, pero un día bajo Miguel hablar
conmigo de que había forma de ser perdona. Lo dude mucho no quería dejar a mi
familia pero tampoco tenía un apellido que darles, hable con ella. no fue algo
fácil, pero aquí estoy.
-
Wau- se escapa de mis
labios- estoy segura que fue una decisión muy difícil dejar a tu hija. ¿la has
visto?
-
Si- dice sonriendo-
la vi hace mucho, tiene el cabello pelirrojo como yo y los ojos también.
No sé
qué decirle. Solo pienso en la situación en la que habrá estado. Nunca me lo
imagine a Uriel como padre y no puedo imaginarlo aun ahora. Seguramente habría
sido un buen padre me dio sargenton pero bueno al final.
- Que genética- respondo sonriendo- pero
pensándolo, de lo que se salvó esa niña.
Me mira
de lado con el ceño fruncido y no puedo evitar reírme de su cara.
- Es broma tontín. Realmente no entiendo
porque la dejaste pero se perdió de tener un padre como tú.
El me
mira tiernamente. Después de tantos años juntos se perfectamente como es y con
nosotras se ha comportado como todo un padre e incluso mejor que mi propio
padre.
Seguimos
hablando y haciéndonos bromas de como seria sino hubiera aceptado su perdón.
Estoy casi segura que si renuncio a su paternidad o mejor dicho a su familia,
una muy buena razón le habrán dado para que lo haga.
Es entrada la madrugada cuando vuelvo a la
habitación. No pude practicar mi clase de vuelo, tampoco iba a decírselo a Uriel
que salí precisamente para eso, o iba a ponerse en faceta de sargento o
entrenador, y seria para volver a pelear.
Me
abrazo a mi novia y cierro los ojos esperando tener un buen sueño.
El
ultimo día en la estancia lo único que hacemos es practicar un poco de defensa,
todo porque Uriel lo ha pedido tantas veces que perdí la cuenta.
****
El
humor de Luzbel hoy esta mejor. Al menos no ha renegado con U, sobre las cosas
que nos ha hecho hacer.
Nos ha
dicho que al atardecer volveremos a la ciudad. Luz y yo nos alejamos a otra
parte de la montaña mientras caminamos recorriendo el lugar.
Llegamos
a un pequeño lago y nos sentamos allí a observar el lugar. Ella ya me comento
que por la casa de su padre pasa un lago también. En verano debe estar muy
bueno pasar el día allí en el lago.
Con mis
manos juego con el agua helada del lago mientras ella hace sapito con una par
de piedras. Observo su rostro relajado y de vez en cuando refunfuñando como una
niña cuando algunas piedras no salen como ella. Sonrió ante sus gestos y vuelvo
la vista a la bella del lugar y la tranquilidad que reina aquí.
Unos
brazos rodean mi cintura y me doy cuenta que ha dejado de jugar, al recordar su
rostro vuelvo a sonreír.
-
Te estas riendo de
mí- dice mientras acerca más a su cuerpo.
-
Es que pareces una
niña, con esos gestos porque no te salían los sapitos.
-
Es que yo quería que
salieron más- responde dándome vuelta para que la mire- y tu burlándote.
-
No me burlo cariño,
es que tus gestos son tiernos.
Separa
su rostro un poco de mí y se queda mirándome con esos ojos que me vuelven loca.
Veo
como sus labios lentamente se acerca a los míos. No puedo evitar acortar la
distancia más rápido y uno nuestras bocas. El beso empieza lento suave y dulce
mientras sus manos en mi cintura me pegan más a su cuerpo y yo llevo mis brazos
a tras de su cuello. Hasta que nuestras lenguas entran en juego y poco a poco
vamos caminando lejos de la orilla del lago.
-
Aquí estaban- se
escucha la voz potente de Uriel.
-
Y como siempre tu tan
oportuno- responde Luz, yo escondo mi cara entre su cuello.
-
Perdón- dice el
moviendo sus manos en señal de disculpa- niña tenemos que irnos. Así no
llegaremos tan tarde a la ciudad.
-
Yo me quería quedar
unos días más aquí- digo cuando vamos siguiendo a U, rumbo a la casa.
-
Cuando quieras
volveremos- responde mi chica.
****
Los
días han pasado rápido y me queda solo unos días más aquí en la ciudad. Mis
hermanos andan gruñones, ninguno de ellos quiere mudarse de ciudad. Yo por una
parte estoy feliz de que volveré a ver Agostina después de tantos años, aunque
en mi mente sigue dando vuelta lo de mi amiga y lo del nombre de la hacienda de
Agos. Es raro, que alguien llame Diablo a su casa. Sé que Drácula significa
hijo de Dràcul o sea hijo del diablo, la única forma es que el padre de
Agostina sea fanático de la historia o sus antepasados lo fueron.
Estoy
empacando todas mis cosas para una mudanza más en mi vida, al revisar un
cuaderno que lo usaba de diario de niña. Lo abro y lo primero que aparece antes
mis ojos es una niña rubia con el cabello bastante largo ondulado sonriendo
abrazada a otra niña pelirroja sonriendo de la misma manera. En esta foto
seguro teníamos unos cinco o seis años, no puedo recordar cómo o porque nos la
sacaron.
Viendo
lo hermosa que era de niña, no podría imaginármela lo que debe ser ahora. Ojala
siga siendo como la conocí y no haya
cambiado. Y podamos volver a ser amigas como antes, si es que no me ha
olvidado, por la forma en que me fui de
su casa, y no hemos vuelto a estar en contacto, se supone que las amigas no
hacen eso.
****
Hace un
mes que volvimos de la hacienda donde descubrimos nuestras alas con Luna y aquí
no hablamos mucho del tema. A veces cuando estamos juntas en el departamento lo
hacemos e incluso le sacamos libros a Uriel para tratar de saber más de ellos.
Porque él cada vez que le preguntamos, no nos dice mucho al tema, dice que es
para protegernos, pero como nos protegeremos de los caidos si no sabemos mucho
de ellos, un ejemplo de cómo cuáles son sus debilidades.
La
chica que me seguía cuando nos fuimos a la estancia, no ha dejado de seguirme.
Intento a cercarse a mí pero no la deje, es más le pedí que dejara de buscarme
en los lugares donde a veces me encuentro sola. No puedo saber qué es lo que
quiere de mí o porque es tanta la insistencia de seguirme como si fuera mi
sombra, ni siquiera lo disimula.
Estoy
yendo a un bar donde quede en encontrarme con mi novia, Rosa y Manuela. Nos
quedan pocas materias para obtener nuestro título, porque este mes adelantamos
un par de finales.
Las
cosas hasta ahora van muy bien en mi vida, no solo en lo sentimental, si no que
cuando me reciba empezare a trabajar en alguna de las empresas que me dejo mi
abuela.
Les
ofrecí un puesto a las chicas pero ellas quedaron en pensarlo. Me gustaría que
trabajaran conmigo, todas nos entendemos y sabremos no mezclar sentimiento con
trabajo. Y por supuesto yo también seguiría viendo seguido a mi novia.
Al
llegar al lugar me siento a esperarlas, no sé dónde se habrán metido, no las he
visto en todo el día. Miro la hora en mi reloj y ellas son muy puntuales,
quizás están viniendo será mejor no preocuparme, pero la cuestión es que ya
quiero ver a mi novia la extraño.
Pido
algo para tomar y desde la barra observo el lugar para ver si veo alguien
conocido, con quien hablar hasta que lleguen las chicas.
En un
rincón la encuentro a ella hablando por teléfono y es más que obvio que no me saca
la vista de encima. Estoy harta hartísima de esta situación. Luna y las chicas
también empiezan a darse cuenta de que donde sea que vamos, ella está allí.
Siento mi celular vibrar y lo atiendo.
-
Amor- escucho la voz
de Luna.
-
¿sí?- respondo-
¿Dónde están?
-
Tuvimos un pequeño
problema con Rosa y no llegaremos- dice ella.
-
¿Qué paso?- pregunto-
¿está bien?
-
Se cayó de las
escaleras, rodo desde arriba. Ahora el medico esta acá. Solo espero que no se
nada grave.
-
Cariño seguramente no
es nada- respondo mientras me meto entre la gente para salir del lugar- yo voy
para allá. En unos minutos estaré allí ¿sí?
-
Si amor. Te necesito
acá. Manuela está loca y la única que puede hacer que se tranquilice eres tú.
-
Ya estoy yendo para
allí hermosa. Trata de estar tranquila así calmas a Manu.
Luego
de hablar unos momentos más esperando que se tranquilice. Sé que están en el
departamento de Manu con unos médicos viendo la reacción de Rosa. No creo que
haya sido nada grave sino ya estaría en alguna clínica.
Camino
un trayecto medio oscuro para llegar al estacionamiento donde deje el auto.
Cuando voy abrir la puerta escucho que alguien me habla.
-
Hey- dice, y ahora
que querrá esta.
Antes
de que pueda darme vuelta siento un pinchazo en el cuello. Unos brazos
alrededor de mi cintura mientras alguien toma la llave del auto de mi mano. Me
siento débil y con la vista borrosa, hasta que se me cierran los ojos.
La Teta Feliz Historias y Relatos ® Ve C - Derechos Reservados
©
Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser
reproducida, ni en todo ni en parte, registrada o transmitida por un
sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún
medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico,
por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo, por escrito, del
autor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario