Capítulo 4
Inclemente
*Aleth Zyden*
Cuando llega la mañana y te das cuenta que no quieres
despertar, cuando entiendes que has cometido la más vil bajeza con una persona
inocente y sabes que has faltado a todo lo que crees, terminas tragándote las
lágrimas porque tu recientemente adquirida amante podría despertarse.
Miro mi desnudez y sus brazos pegados a mi cintura donde
puedo ver los enormes moretones. Suspiro con desanimo, como si este pudiera
hacer algo por el dolor y la asfixia que siento. Oh Yuki… cuanto mal nos he
hecho, tanto…
La veo removerse en sus sueños con una enorme sonrisa, sus
ojos miel se abren lentamente y su gesto de felicidad crece de solo verme para
finalmente constatar con un beso que nada de lo que paso fue un mero sueño, su
más dulce sueño… cuando para mi es una real pesadilla.
-Que linda se hace la mañana cuando eres lo primero que
veo- Susurró acariciando mi mejilla.
-Gracias… pero quizás esto no pueda pasar de nuevo-
-Que… acaso ¿No lo hice bien?- Me miro con plena angustia.
Negué con la cabeza, si solo lo juzgara en el placer carnal, no puedo negar que
de ese si tuve.
-Es que… quizás no esté yo para hacerlo-
-De que hablas- Se sentó en la cama y su figura desnuda
quedó al descubierto, me sonroje evitando mirarla.
-Quizás… deba mudarme- Es una forma de decir lo que
acontecerá si no logro el plan de mi padre, pero será que yo deje de existir
por cuanto no dudo que ante algún fallo de mi parte él no dudara en matarme.
-¿Qué? Pero… ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Por qué?- Posó sus dos manos
en mis mejillas y me obligo a mirarla.
-Padre tiene un negocio importante… no se dé que es o con
quien, pero parece que negaron la propuesta… él está sumamente decepcionado y
bueno se trasladara a la ciudad donde aprueben su proyecto… así que es
inevitable- Quise morderme la lengua, a sabiendas de que mentía, a sabiendas de
que estaba usando a mi mejor amiga de la manera más despreciable. No evité
dejar caer mi cara con el peso de la vergüenza.
-No te preocupes… me hago una idea y no… no dejare que te
vayas- La miré y en sus ojos encuentro un brillo de suspicacia, yo que me hago
la tonta pero ella sabe muy bien de que hablo. -No pienses más en ello… me
ocupare de que olvides lo feo que la pasaste ayer- Acaricia con ternura mi
barbilla, mi mejilla, donde estoy segura están las marcas de lo que me hizo mi
padre.
-Así sea… necesito olvidar- La abrace para disimular las
lagrimas que salieron, mientras apoye mi cara en su hombro y ella comprensiva
acarició mi espalda.
-0-0-0-
Después de aquella platica, nos duchamos juntas, ella
reviso y limpio mis heridas, unto el ungüento deleitándose de cada toque pícaro
en la cercanía de mi pecho, donde era obvio no necesitaba tratamiento. Nos
vestimos, use su ropa, bajamos a desayunar y a mí la vergüenza más súbita me
llenaba, era claro que las damas del servicio sabían lo que aconteció la noche
anterior, además de que miraban escandalizadas en mi cara los moretones.
Yuki las callaba con una mirada fría, o un ademán dominante
que rara vez usaba, para mí en todo momento fue sonrisas. Así pasó la mañana en
su jardín, en su presencia todo el momento, para ella quizás era su fantasía
hecha realidad, hacía de mí su voluntad y yo fingía que lo disfrutaba. Me
preguntó varias veces sobre su desempeño sexual y la exalte aludiendo su
habilidad con las manos en torno a las caricias.
Intenté mentir lo menos posible, después quiso que diéramos
una vuelta por ahí y vagar en algún centro comercial, la tarde entre vitrinas y
sus innumerables obsequios, yo con una gorra y gafas para disimular en público
el daño recibido. Una salida al cine, una cena romántica esta vez de mi cuenta,
más por la idea de compensarla con algo que por el gusto mismo de su presencia.
Al anochecer entre paquetes nos recogió la limusina de su
padre con él a bordo, este me miro con escrutinio y me encomendó cuidar a su
hija como si yo fuera alguna clase de novio, más peso sobre mi espalda ante la
idea de que Taro Kaname me entregara a su hija de ese modo, poco me faltó para
lanzarme del auto en movimiento. Al llegar la noche otra vez solo quería irme,
ya había logrado la meta, pero la que fuera mi mejor amiga y que de repente se
convirtió en mi novia, estaba en la entrada de la habitación mirándome.
-Quédate Aleth… no creo que tu padre se enoje, si quieres
hago que le llame mi padre directamente para asegurar el permiso- Tomar mis
manos agravaba mi situación.
En algo tenía razón Yuki, al lugar al que menos deseaba
regresar era mi casa y al mismo tiempo solo podía pensar en una mujer, la que
tanto adoraba. -Claro… sería genial-
-Ya vuelvo… hablare con mi padre un asunto antes, lo de tu
permiso y ya regreso... ¡ya te extraño!- Un beso en mis labios y salió
corriendo de la habitación.
Al fin sola, al fin un instante en que podría desahogar la
amargura que se adueñaba de mi pecho, cuando pensar en Asura taladraba mis
sentidos y al mismo tiempo me llenaba de un miedo irracional que no admitiría
jamás. Ya tengo gravada la culpa en mi frente, el dolor en mis ojos, ¿Cómo
ocultar algo así de aquella diosa humanada? Una mujer cuya suspicacia termina
por volverla aun más encantadora a mis ojos. ¿No verla el lunes? No… de ningún
modo, Aleth Zyden cumple su palabra y yo prometí estar allí para trabajar como
su secretaria.
Pero ¿Cómo explicar esto? No soportaría tener que mentirle
a ella también, más aun temo el doble decirle la verdad y que intente ir contra
mi padre, porque entonces si algo le ocurriese a ella por mi causa, en ese
momento si consideraría la muerte una excelente opción.
-¿En qué piensas?- Habló de pronto Yuki a mi lado, caí de
espalda a la cama del puro susto, no supe cuanto tiempo paso en mis
cavilaciones, para mi fueron segundos, quizás en la realidad fueron minutos.
-Nada en especial… vale… la verdad es que no sé como haré
para volver al instituto con la cara así- Dije una verdad a medias, ocultar una
parte le haría menos daño que si le digo que ando pensando en otra,
precisamente la directora.
-Es cierto… solo si permites que yo cuide tus heridas
estarán mucho mejor para ese día- Caviló las posibilidades que esto suponía y
yo me resigne sabiendo lo que vendría.
-¿Me cuidarías?- Fingí suplica, recordando el papel que me
fue impuesto.
-La pregunta ofende mi amor- Aquel Mohín, cielos… ¿Por qué
no hiciste que la amara a ella? Así no me sentiría tan basura.
-Digamos que solo quería asegurarme- Sonríe Aleth, usa tu
sonrisa patentada.
-¡Aleth!- Me reprocho divertida, sentándose sobre mí.
-Puedo castigarte por eso sabes-
-¿ha si? ¿Cómo?- Dije retadoramente, aunque era claro el
deseo en sus ojos, prefería ignorar el hecho de que esto se repetiría.
Antes de hacer nada aun sentada sobre mí, desabrocho uno a
uno sus botones, mostrándose ante mí, tentándome… pero que difícil resultaba
que ella pudiera tentarme, me costaba hasta fingir que la deseaba.
Muy pronto estuvieron sus pechos descubiertos ante mí y
como un zombi procedí a lo que sabía no podría negarme. Bese su cuello, pose
mis manos sobre las finas aureolas rosadas y la queme con mi pasión
inexistente, tomándola con vehemencia. La arroje sobre la cama, me pose sobre
ella, comencé a desnudarla, cuanto más pronto la agotara, más pronto volvería
soñar con mi diosa de ojos carmesí, más pronto podría abandonar esa realidad.
Otra vez, otra noche escuchando sus gemidos de placer, tomando lo que no me pertenecía
y no tenía derecho a tomar, mi mujer… y cuanto me pesaba el pensamiento.
Al día siguiente en la tarde del domingo me despedid de
Yuki como si estar en su presencia fuera una tortura, más no he de negar que se
trata solo de mi consciencia que me pesa toneladas.
-0-0-0-
Fui a la clínica esa tarde del domingo y volví en la
madrugada después de unos tragos a mí casa. Ver a mi madre una vez más entre
tubos no sé si me animo a seguir o acabo por destrozar las pocas fuerzas que me
mantenían en pie. Su condición no cambia, me pregunto si algún día despertara.
Esmeralda la llame como cada semana, pero como siempre un silencio sepulcral
lleno la habitación y de nuevo lloré en silencio impotente por no poder cambiar
nada en mi vida.
Pague los honorarios de siempre a la enfermera que está
infiltrada de mi cuenta, para asegurarse de que mi padre no me haga una jugada
chueca. Pusimos las flores habituales, rosas blancas que tanto gustaban a mi
madre. En la noche me pide marcharme pues ya han pasado horas desde que las
visitas fueron concluidas y es que este privilegio solo me lo concede por la
amistad que formamos con el tiempo, y el pago. Akemi… la enfermera que cuida de
mi madre y mi aliada en este juego de muerte.
-¿Quién te hizo eso?- Me preguntó tomando mi rostro entre
sus manos, todo con la mayor de las gentilezas.
-Sabes quién osaría hacer esto…- Me aparte de su contacto.
-Tu padre-
-Como siempre… resulta obvio cuando conoces la clase de
sujeto que es él- Sonreí con cierta ironía. -Porque siendo su hija solo él
podría tocarme algún cabello… si alguien más lo hiciera, puede que yo terminará
huyendo por tentativa de homicidio-
-Debes encontrar la forma de apartarte de él o un día si te
cortara la vida que te dio en principio- Arguyó Akemi revisando mis heridas y
limpiándolas una vez más, ya no distinguía como dolor el ardor del alcohol
sobre mi piel, quizás me acostumbré.
-Solo entonces podría descansar-
-Pensamientos muy lúgubres para una jovencita de tu edad-
Acarició mi cabeza una vez terminó.
-Tú no eres la que de la noche a la mañana termina casi
prostituyéndose para que no la maten- Respondí sin despedida, dando la vuelta
para irme.
-Él lo pagara Aleth- Dijo a mis espaldas, pero viniendo de
ella nada será distinto.
-0-0-0-
Lunes y la idea de estrellarme en el parqueadero me
resultaba tentadora. Yuna2 me calmaba mucho con todo lo que sentía, porque el
viento siempre sería un alivio para mí.
Pero ahora las clases vuelan y disimulo como puedo los
besos que me roba Yuki, las caricias que quieren sobrepasarse en el baño o en
las duchas, es como si no le bastaran para nada las agotadoras noches del fin
de semana, tanto sexo que ya no puedo verla con los mismos ojos. O evitar
sonrojarme cuando me dice algo sugerente y lascivo al oído, sabiendo que ahora
si es capaz de cumplir su amenaza.
Con la llegada del descanso las preguntas sobre mi estado
no cesan y yo no paro de repetir la historia del hurto en un semáforo,
argumento poco convincente si ellos supieran que clase de paliza recibí.
Llegada la tarde y el final de las clases, parece ser la única ocasión en que
Yuki podrá desprenderse de mí, me arrastra a los baños y allí se despide según
ella como es debido, con un beso capaz de quemar las entrañas.
-Adiós mi amor…-
-Adiós Yuki-chan…-
-No entiendo porque has escogido trabajar para ella… tú no
necesitas ese dinero… y si te hace falta yo podría-
-Nada de eso, mi novia no debe mantenerme, quiero ser
independiente ¿sabes?- ¿Desde cuando llamo novia a mi mejor amiga? o si… desde
que compartí el lecho con ella.
-Eso no te lo discuto Aleth pero… no me gusta que estés tan
cerca de esa mujer- Me tragué un gruñido, no tolero que hable tan
irrespetuosamente sobre ella.
-Es la directora Yuki… y al menos permíteme esto, soy
ligeramente más responsable desde que trabajo para ella-
-No te niego eso… pero ah… me encantaría robarte cada
tarde-
-Lo sé… pero déjame sanar, no doy más- La miré con suplica,
al ver que trataba de meterme mano por debajo de la falda.
-está bien… chao amor- Otro beso arranca labios y apenas
ella sale del baño me suena a mí el celular.
-¿Hola?-
-Te tengo buenas noticias Aleth- Esa voz…
-Zeth… que quieres-
-Alégrate hija mía… fue aprobado el proyecto-
-Lo sé… desde el sábado ella me aseguró que así seria-
Mencioné entre dientes asegurándome que nadie me oyera. -Ya tienes lo que
querías… así que ya puedes dejarme en paz-
-Lo que quieras… fuiste muy eficiente, seguro te la
tiraste… al menos espero que fuera buena amante-
-¡Cállate!-
-Así que atine ¿verdad?- Su tono burlón me lleno de ira.
-No tengo tiempo… adiós-
-Te premiare… como siempre Aleth… adiós- Cerré el celular y
termine golpeando con mi puño la pared. Había arruinado mi vida y pensaba que
podría darme algo que compensara esta amargura, ni todo el oro del mundo podría
hacerlo.
Salí de allí y solo podía pensar en cómo ver esos ojos sin
romperme a llorar en su presencia, como evitar mentir sin revelar la verdad,
como acercarme sintiéndome tan indigna como me sentía. Pero de pronto ya estaba
frente a su puerta sin posibilidad de retroceder, siempre al borde del abismo,
ahora enfrentaría mi mayor temor.
*Asura Tredyan*
No pude descansar ese fin de semana, intente averiguar por
todos los medios en sus registros, pero solo vi el nombre de su madre Esmeralda
Zyden y un número de clínica, no pude creerlo cuando me entere que esta yace en
estado vegetativo desde hace un par de años. Los teléfonos fijos tratan de
oficinas de alguna compañía, Meridian Corp. Por alguna razón pensar en ese
nombre me da mala espina ¿acaso es su trabajo de medio tiempo los fines de
semana? No pude preguntar demasiado porque me negaron toda información.
Por otro lado adelante mis planes, tuve una cita con un par
de socios, abrí campo con mi peor enemigo y el juego de seducción dio
principio, el papel de la chica casta, hija de una buena familia resulta muy
atractivo para él. Pero pronto se dará cuenta que lo llevaré por el camino de
la desolación y la desdicha. Sin embargo, algo me pesa en el pecho y aunque
Freiya me repita que es lo mejor, sigo temiendo que Aleth se entere de esto, no
puedo imaginar perderla.
Llegado el lunes muero de ansiedad por verla, no he dejado
de pensar en ella y mis investigaciones solo me han dejado con la sensación de
sobreprotección a flor de piel. El tiempo transcurre lento y poco me faltó para
citar una reunión general con la idea de verla antes del primer receso pero,
sería tan egoísta e igual la veré en la tarde. Probablemente mis suposiciones
del viernes estén equivocadas, de hecho eso es todo lo que quisiera pensar.
Es hora, la puerta suena con su toque tan peculiar, casi me
recuerda una tonada que escuchase en algún lugar… uno que no puedo recordar.
-Pase- Murmuré asegurándome de ser escuchada por ella.
Una figura conocida se adentra en el gran salón pero me da
la espalda desde el momento en que abre la puerta y sin mediar saludo se ocupa
de ir directamente al archivo. Me sentí extraña, aun cuando el principio del
castigo tuvo lugar, siempre fue cortés… que pasa ahora que cambió esa
perspectiva tan radicalmente.
Me levante del escritorio y me acerque al archivo, cuando
ella no pareció notar mi presencia se encontró conmigo de frente. La mire sin
poder creer lo que veía, su precioso rostro tan fino y delicado había sido
manchado por la mano de algún bandido, por no decir otro improperio. Ella no
deseaba que yo la viera así, resulta comprensible si observo las curas en su
labio inferior y en su frente cerca de la ceja.
Entonces mire su cuello, marcado por las manos del agresor,
sentí que el aire se me escapaba del espanto, quien había osado tocar al objeto
de mis afectos, pagaría si fuera preciso con la vida misma.
-¡¿Quién te hizo eso?!-
-Nadie- Fue la escueta respuesta de su suave voz, pero fría
como el hielo, ella evitaba mirarme.
-Aleth… no lo diré dos veces… ¿Quién osó golpearte?-
Autoritaria como soy, no evite mirarla a los ojos para obligarla a decirme la
verdad.
-Por piedad no me pidas respuesta a eso… a ti no puedo
mentirte… pero permíteme conservar ese único secreto- Su voz, la suplicante
expresión de su rostro me rompió el corazón. ¿Por qué proteger a quien tanto
daño le hizo?
La acune en mis brazos sintiendo un escozor invadir mis
ojos, hace tanto que no sentía deseos de llorar, que aquella emoción me
resultaba tan extraña. -¿Cómo puedes pedir que lo ignore? Han lastimado lo más
querido para mí… te han dañado Aleth- Susurré conteniendo mi cólera mientras
acariciaba su cabellos. -No puedo pensar como no desear cobrar la afrenta… si
tanto te quiero mi Aleth-
-Solo eso te pido… por favor- Se apartó ligeramente de mí y
sus ojos verdes siempre tristes me paralizaron.
-Aleth- La mire con tanta intensidad, mientras tomaba su
rostro y la besaba. No me había equivocado, la motociclista que sangraba ante
mis ojos en la autopista no era otra que ella. Maldije no haber estado para
ella en ese momento, a pesar de haberla visto en ese estado.
Ella correspondió mis besos con la misma desesperación,
aunque yo trataba de rozarla con cuidado para no lastimar el labio que estaba
roto. Una vez me separe de ella. -Ven conmigo… nada más de trabajo por hoy- Si
alguna prueba de mi amor sería que ella es lo más relevante para mí. Intentaría
saber quien propino tal daño después…
Salimos de mi oficina, pose mi mano sobre su hombro para
darle alivio, muchas alumnas y profesores nos vieron, pero esto poco me
importaba. No paraba de pensar quien se atrevió a tocarla, algo tan precioso
mancillado de esta forma. Su perfecta cara, su divino cuello… toda ella.
Sorprendía la idea de que alguien pensara en lastimar algo tan bello.
Llegamos al estacionamiento y ella tomo rumbo a su
motocicleta. -Te sigo- Fue todo lo que dijo, ese día había llevado mi Ferrari,
había espacio para las dos, la mire con extrañeza. -No puedo dejar mi
motocicleta aquí, no tendría como venir mañana sin solicitar la limusina de la
familia y detesto hacerlo-
-Pero sería más seguro- Advertí.
-Esa palabra no existe para mí- Respondió sin tomar mucha
atención a sus palabras, delató que esta no era la primera vez que la dañaban,
contuve un gruñido de cólera y trate de serenarme.
No dije nada más al respecto, pero un poco de lo que dijo
me dio a saber que nada está bien con Aleth, su madre y ahora esto. Tengo que
saber qué pasa con ella, como es posible que quiera tanto a una niña como ella
y ¿no sepa nada de su vida?
Encendí el auto, pensé primero llevarla a mi apartamento,
pero contando con que Freiya vive conmigo sería una locura sí de pronto llegara
al apartamento, Aleth podría pensar que tengo algo con mi amiga y ponerse
celosa, o pensar que quiero otra clase de cosas y no es que no la desee, pero
quizás no sea el momento, por ahora lo menos que necesito es su desconfianza o
enojo. Quizás, un lugar íntimo y romántico para mejorar sus ánimos. Su moto
estuvo justo detrás de mi auto todo el camino y yo no paraba de ver el
retrovisor, esta ansiedad me estaba matando por el solo hecho de verla tan mal.
Bajamos y entregamos las llaves al ballet que se ocuparía
de llevar nuestros vehículos al lugar apropiado. Salude al encargado de la
recepción, yo siempre tendría una reservación privada, ser la dueña del lugar
tendría que servir de algo. Entramos al balcón privado de mi predilección y no
temí sujetar de la mano a Aleth que se sentía cual bicho raro en el lugar, no
sé si es que no ha estado en un lugar como este con antelación o es que le
disgustan.
Una vez sentadas en la mesa me quede mirándola, el cambio
fue radical, sus movimientos delataban una sofisticación protocolaria, así que
descarte la idea de que nunca hubiese ido a un restaurante como este. Pronto
nos fue presentada la carta y ella no dudo en pedir el mejor plato del menú.
Refinada cuando se lo propone, culta en su distinción, sobre la selección de
vinos estuvo impecable. No cabe duda que es una mujer muy exótica.
-Si no deseas decirlo… al menos dime que no se repetirá
para estar tranquila-
-No puedo prometer eso- Su expresión, inmutable… ¿Qué le
han hecho a esta niña para quitarle hasta las emociones más básicas? Como el
miedo. -No está en mis manos-
-¿Como estar en paz si me dices esto Aleth?-
-Intentare que no lo sepas- ¿Cómo pudo decirme eso?
-Que me ocultes las cosas ¡no lo hace inexistente Zyden!-
Perdí la calma por un momento y en sus ojos el hecho de que le hablara por el
apellido si pareció afectarle.
-Ojos que no ven… corazón que no siente- Respondió
volviendo a cerrar sus emociones.
-Me importas… callarlo es como que no confías-
-No confió en ningún adulto- Me paralicé ante sus palabras,
aunque mi cara no expresó nada, me di cuenta que las edades si le pesaban a
ella. Soy yo quien debería estar juzgando este hecho como inmoral. Puede una
jovencita ser más racional que yo, pero demonios esto no se trata de la razón.
-Así que prefieres que te trate como a las otras alumnas-
Grave, pero suave… así acallaba la angustia que la idea me suponía.
-¡No por favor!- Por un instante se rompió su máscara,
trato de volver a recomponerla, pero sus manos temblaban. Me atreví a sujetarla
gentilmente, acariciarla con mis dedos, un tierno sonrojo lleno su cara, si esa
es la Aleth que conozco y adoro.
-No me iré… para mí no eres ninguna niña… eres la mujer que
quiero- Respondí, ¿acaso 8 o 10 años pueden ser tanto?
-Para mí no es diferente… tienes el corazón de una niña…
así que no resultas un adulto para mí- Me sorprendió mucho su respuesta, me
quede mirándola, tratando de descifrar el mensaje en ello y resulto demasiado
bello, mejor que cualquier piropo que me hubieran dicho antes.
-Déjame cuidar de ti… no tolero la idea de que te hieran-
Me atreví a a decir.
-Me da miedo que te hieran también- Respondió agachando la
cara ¿Así que era eso?
-Aquí tienen Tredyan-sama… señorita, sean bienvenidas-
Interrumpieron los meseros acomodaron los platos, el vino y todo lo que hizo
falta en perfecto orden, tras la corta bienvenida del gerente.
-Zyden… Aleth Zyden y es un placer caballero- La voz de
Aleth fue cortés, se levanto y saludo al encargado de una forma por demás
galante y si… el que se supone es el gerente de mi restaurante se sonrojo,
hecho increíble si contamos que tiene el doble de mi edad, una espinita de
cautela… pero quien culparía al sujeto… ella es simplemente adorable.
Una vez nos dejaron a solas, pensé que a pesar de ser joven
Aleth podría obtener lo que deseara si tan solo se comportara de ese modo,
entre formal y coqueta, entre seria y sugerente. De nuevo la espina en el
pecho, no me gustaba nada la idea de que coqueteara por ahí, que cuando mayor
sea una rompe corazones… no quiero ver roto mi corazón.
Comimos en silencio y yo, me ocupe de mirarla, ella no se
atrevía a levantar la vista para dejarme ver esos ojos esmeraldas. Algo más
pasaba con ella, sumisa desde cierto punto de vista y yo queriendo develar sus
secretos.
-Aleth… cuántos años tienes- Descortés mi pregunta, pero
por algo tendría que empezar.
-17- Como lo supuse, hay 8 años de diferencia, no es tanto.
-¿Qué te gusta hacer?- Murmuré sonriéndole, robándome sus
dedos en un juego tan dulce que comenzaba a apaciguar mi ansiedad, tanto
lograba ella con tan poco.
-Bueno… me agrada montar en Yuna2-
-¿Qué?- Palidecí, ¿Tiene novia? Montarla… está hablando de
lo que creo que habla.
-Si mi motocicleta- Que dulce risa, así es como quiero
verte… riendo. -Escalar… ir de campamento, el atletismo y la natación- Eso
explica ese cuerpazo… ejem… debo dejar de pensar esas cosas. -Leer poesía,
escribir… dibujar-
¿Poesía? Si que está llena de sorpresas. -¿Podría recitarme
algo que recuerdes?-
Ella me tiene cautivada,
Quizás a mi alma embelesada
Esa difusa pero dulce mirada
De un intenso rojo carmesí
Brilla para mí con su iris rubí
Dama con cabellos de hilos de oro
Reside conmigo lo imploro
Pues tú eres todo cuanto añoro
Ya no temo al reloj de arena
Pues en el tiempo que queda
La dicha me sería plena
Si ella un si me diera
Me sonrojé, aquello no pudo ser escrito por ningún poeta
que no fuera ella, no me resistí. Casanova podría ser ella, pero a quien le
importaba aquello si un verso termino por sellar para mí este loco amor. Acorte
las distancias sobre la mesa y le di un beso, uno tierno.
Juvenil la doncella
Que a mi alma condena
La fragante azucena
Que de entre las flores
Resultas la más bella
Albures el destino tejió
Y el amor me acusó
Eros su ardid tejió
Y heme aquí
Solo contigo soy feliz
Aleth mi querido amor
Quédate ya sin temor
Estoy junto a ti
No me iré
Eres todo lo que soñé
Respondí a sus palabras con mi propia composición y una
lágrima de sus ojos rodó, por su mejilla sutil se deslizó y yo la retuve en mi
dedo como el regalo más bello, su primera lágrima de felicidad.
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Lindo, lindo, queremos más.
ResponderEliminarSos genial Cristalsif, esta historias es única y emocionante. Maria
ResponderEliminarT.T No nos hagas esperas mas Admi. C. sube 2 caps diarios si.... :DDDD Porfa n.n
ResponderEliminarEsta super crisral sigue así :D
Super!!!!!!!!!! ojala tamb continues con los otros relatos!!!!!
ResponderEliminarMe engancho esta historia te seguire leyendo :)
ResponderEliminarSi no es mucha molestia te agreceria k pusieras kien es kien abla xk cuando dejo de leer un rato y luego retomo la lectura me pierdo y no se k protagonista de la historia es kien abla ademas soy rubia apiadate de mi xfis x cierto me encantan tus historias escribes fenonenal y xfa continua danza entre lobos k me encanta
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