Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

Qué estoy sintiendo? - M.G.M - 5

5
La carretera hacia el rancho de mi tía  era muy pacifica, los autos eran escasos, se podía ver un cielo claro, limpio, sin contaminación, los campos de sembradío adornaban el paisaje, pequeñas comunidades a los lados de la carretera, animales de granja, era muy diferente a lo que estaba acostumbrada a ver en la ciudad.
Salimos de casa a las seis de la mañana, y llegamos al rancho a las nueve de la mañana.

Nos recibió mi tía, una señora de cincuenta años, con un vestido muy típico de la región, los años eran notorios sobre su rostro, era linda, unas pequeñas arrugas nos recordaban que ese rostro era el de una mujer con experiencia.
-Buenos días hijas.
-Hola Consti.
-Hola Sam, milagro que te dejas ver, ¿Cómo van las flores?
-De maravilla, ¿Cómo van las siembras?
-De maravilla.  Dani hola, ¿Cómo estás?
-Bien, tía.
-Sin nada de sexo.
Añadió Sam mientras bajaba las maletas del auto.
-¿Y eso?, deberías de echar un polvo hija.
-Es lo que le digo yo, pero Dani no quiere, al menos que se trate  de Marzo.
-No le digas marzo, se llama Abril, y no quiero nada con ella.
-No quieres nada con ella, pero te molesta que Sam la llame con diferente mes, y tus ojos brillan cuando mencionas su nombre.
-Consti, no me gusta, es solo una niña.
-¿Cuántos años tiene?
-No sé.
-Si tuviera 18, ¿lo harías?
-Si los tuviera, pero no los tiene.
-No le has preguntado, Dani,  no solo es tu alumna es un ser humano, y se podría fijar en ti.
-Ni siquiera sé si es hetero o no.
-Vamos, entren chicas- dijo mi tía mostrándonos el camino.
Incluso mi tía piensa que me gusta Abril, y que debo de echar un polvo.
La casa de mi tía era grande, con muchas habitaciones, era la casa grande del rancho, mi tía a diferencia de mi madre adoraba sus raíces, mamá decidió quedarse a hacer su vida en California, mi tía prefirió regresar y comprar el rancho para estar en el lugar que le gusta, adora el campo y es por eso que ella y mi madre no se llevan muy bien.
-¿Cómo se encuentra su madre?
-Bien, está en California con Fernando.
-Sam, es tu podre, no le digas Fernando.
-Lo siento Dani, esta con mi papi.
Sam era un poco igualada con todo el mundo, incluidos mis padres.
-Y tu Sami, ¿Qué tal el novio?
-Sam- me eche a reír- ella no tiene novio, tiene mil amantes pero no novio formal.
-Por  lo menos tengo sexo.
Contesto Sam defendiéndose de mi ataque.
-Wow, pelea de chicas es sexi.
-Tía, no es sexi- conteste reprochándole- a tu edad sigues con eso.
-Solo decía Dani, relájate, te pareces a tu madre.
-Eso dolió- dijo Sam que abrazaba a mi tía- deberías de echar un polvo, recuerda que el sexo es la fuerza más poderosa que mueve al mundo.
-Prefiero montar, voy a las caballerías.
Salí de la sala antes de que mi tía y Sam llamaran a una golfa que me hiciera el favor.
Montar es de lo más relajante que existe.
Tenía tiempo que no visitaba el rancho de mi tía, el caballo que me prepararon era un hermoso corcel negro, era descendiente del caballo que tuve cuando era niña.
El sentir la unión que se forma entre el caballo y el jinete, la confianza que depositas en el animal y la que él tiene en ti para dejar ser montado, con cada zancada de Poseidón, que bueno ese era el nombre del caballo,  más me alejaba de la casa de mi tía, sentía el viento sobre mi rostro, la libertad de poder viajar sin tener que   seguir los caminos establecidos.
El campo parecía interminable, parecía extenderse hasta el infinito, mientras cabalgaba tratando de encontrar lo que hay cuando ya no queda nada.
El caballo parecía cansado, así que nos dirigimos hacia un ojo de agua para que el tomara un poco de agua.
Me baje del animal y comencé a caminar mientras él tomaba del vital líquido.
Me pareció ver a alguien, me acerque, y pude distinguir a una joven mujer que se encontraba sentada recargada a un enorme árbol.
Era una chica joven, tenía el cabello corto teñido de rojo fuego, era de piel blanca, llevaba unas botas vaqueras y parecía estar dibujando algo.
-Hola- dijo sin despegar la mirada de su cuaderno.
Me acerque, pues no tenía caso estar oculta si ya me había visto.
-Hola.
-No eres de aquí, mi  nombre es Sofía.
Se levantó y se acercó a mí, cuando estiro la mano para saludar, pude ver un par de ojos negros que contrastaban con lo blanco de su piel.
-Daniela.
-Un gusto conocerte Daniela, ¿Qué haces por aquí?
-El caballo tenía sed, y en lo que él tomaba agua yo comencé a caminar y me pareció ver a alguien y me acerque por curiosidad.
-No me refería a aquí, aquí, sino aquí, tú, eres de ciudad.
-¿Cómo lo supiste?
-Traes ropa de ciudad, y no te había visto nunca por  aquí.
-Vine a visitar a mi tía por un fin de semana.
-Entonces no estarás  mucho tiempo aquí.
-No, regresare el domingo por la noche.
-Entonces no conoces nada de aquí.
-No, no mucho.
-Te parece si te doy un tour.
-Estaría genial.
Recogió sus cosas, mientras yo fui por Poseidón.
 Cuando regrese estaba montada en un caballo blanco.
-Vamos, sígueme.
Comenzó a cabalgar y yo la seguí con Poseidón.
-Oye, tú eres artista.
-Se me nota mucho.
-Bueno, me pareció que estabas dibujando o algo.
-No dibujaba, escribía.
-Escribes, eso es genial ¿Qué es lo que escribes?
-Bueno, estoy escribiendo una novela, y el campo me inspira.
-Bien, eres novelista, y ¿de qué trata tu novela?
 -De una mujer que es dueña de una hacienda, y un día conoce a una chica, de la que se enamora, pero tiene que enfrentar los prejuicios de la sociedad.
-Ah, se trata de una novela lésbica.
-Exacto, ¿Qué opinas?
-Suena interesante.
-Lo de ser lesbiana.
-No, tú novela.
-¿Y lo de ser lesbiana?
-Eso no me parece interesante.
-Esas cosas no te van eres homofóbica.
-No, si lo fuera me odiaría a mí misma, digo que no me parece interesante, yo lo soy, y es normal.
Se quedó helada, creo que la incomode.
-Es genial.
-La vista es muy buena.
-No hablaba de la vista- se bajó del caballo.
-¿Entonces?- me baje y me pare a un lado de ella.
-Me refería a que seas lesbiana también.
-Como los personajes de tu libro.
-No- se paró frente a mí- me refería a que seas como yo.
-No me esperaba esa.
-¿Por?
-No lo intuí, supongo que mi radar me falla.
-Radar, no somos un pokemón, yo lo supe desde que te vi.
-¿Cómo?
-Sentí que me deseabas.
-¿Perdón?- comencé a sonreír.
-Sí, sentí que te guste.
-No sería  al revés y yo te guste a ti.
-Tu, gustarme a mí. Si, algo. No me digas que te soy por completo indiferente.
-No, a decir verdad no me eres indiferente. ¿No te mando Sam?
-¿Quién es Sam?
-Mi hermana que insiste en que la falta de sexo me está comenzando  a enloquecer.
-Bien, si eso es cierto te puedo ayudar.
-Me llevaras a un manicomio.
-Yo estaba pensando en tener sexo.
-Yo, no, no quiero que, mi hermana está loca, nadie ha muerto por eso.
-¿A caso quieres convertirte en la primera?
Sonreí ante su comentario y su sutil forma de pedirme que tuviéramos sexo, aunque podría haber pensado que era lo que yo quería, pero, Sofía, es linda, tal vez un polvo hará que me olvide esa tonta idea de enamorarme de Abril.
-No, no quiero enloquecer de esa forma.
-Entonces si te ayudo.
-Me estas pidiendo que tú y yo.
-Tal vez lo hago, tal vez no, depende.
-¿De qué?
-Si aceptas o no.
-Yo no sé qué decir.

-Déjame ayudarte- se acercó y me beso, no lo hiso como la chica  en el bar, lo hiso diferente, más suave, disfrutando, sin intentar devorarme, era delicada, pero fuerte a la vez.
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