Episodio 8
Modelando la verdad
El cariño de los amigos era algo con lo
que Gina siempre había contado. Todos tenían algo que decir acerca de su
partida. Jamie que se cuidara de no enamorarse allí que la quería pronto de
vuelta, Drew le pedía un recuerdo típicamente londinense, Jess estaba contenta
de que se fueran a su ciudad natal, en donde se encontraría con ellas en un par
de meses. El único que no parecía del todo satisfecho, era Owen.
El hermano de Gina sonreía pero parecía
esconder cierta tristeza mientras veía a su hermana sonreír a todos los
asistentes a la fiesta de despedida.
-¿Qué te pasa hermano?
-Me pregunto si sabes lo que estás
haciendo o estás actuando por despecho.
-Pues duerme tranquilo. No tengo nada por
lo que sentirme despechada con nadie.
-¿Ni siquiera con Ani?
-Con ella, menos
-Si tanto te importa, ¿por qué no luchas
por ella?
-Porque no quiero Owen. Esto no es como
las demás veces. No pretendo luchar contra nadie por ella, porque ella ahora
está feliz tal y como está.
-¿Bromeas? La dejas en estas
circunstancias que…
-Que ella acepta, y por la cual ha
optado. No voy a ser yo quien vaya contra su voluntad.
Owen empezó a darse por vencido al darse
cuenta de que su hermana lo había meditado muy bien. Había pensado en todo lo
que significaba su ausencia y lo tenía totalmente asumido. Era extraño como por
primera vez Gina no se preocupaba por sí misma y su visión de las cosas,
realmente parecía haber aceptado que amar a Ani, también significaba dejarla ir
y no interferir en su vida.
-Así que es verdad, ¿eh?
-Sí… me marcho
-No… la amas.
-Debe ser -dijo mirándose en los ojos de
su hermano-, porque duele -añadió dando un suave golpe de la palma de su mano
en su pecho.
Owen levantó su brazo esperando que su
hermana se acercara. Gina apoyó su cara en su hombro y el joven la abrazó. -Te
voy a echar de menos.
-Y yo a ti
-¿No piensas despedirte de ella?
-Por supuesto que no. Si la viera me
quedaría.
-¿Qué piensas hacer?
-Seguir adelante y…dejarla seguir
adelante.
-Ojalá pudiera decirte algo que…
-Ya lo estás haciendo, me consuela
tenerte como hermano -dijo agradeciendo a su hermano su eterna sinceridad.
Michele se acercó a ambos hermanos con
una enorme sonrisa en su rostro.
-¿Interrumpo una de esas conversaciones
entre hermanos?
-No, ya no -dijo Gina dando por acabada
la charla con Owen.
-¿Tratando de convencerla que no me
acompañe Owen?
-Yo no haría esas cosas. Gina no es de
esas personas de las que se pueda convencer de nada.
-Lo sé. Mi jefa siempre sabe lo que
quiere, pero espero que si tiene que tomar otra decisión, lo haga por propia
iniciativa y… a tiempo -dijo mirando a Gina y hablando de ella como si no
estuviera presente.
Gina sonrió negando con su cabeza
mientras miraba la copa de champán en su mano.
-Sé lo que tratan de hacer chicos, pero
mi decisión está tomada.
-¿Seguro? Última oportunidad.
-Nunca antes estuve tan segura de algo
-respondió regalándose una sonrisa y alejándose de ellos hasta otras de las
mesas, el donde Jamie, Drew y Jess, parecían pasarlo bien.
Tanto Owen como Michele contemplaron a la
mujer alejarse con cierto halo de preocupación por ella.
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Llegando a la casa, Lara observaba los
movimientos de Ani que se fue directa a darse una ducha.
Ani caminó directa al baño, cerró la
puerta tras ella y se apoyó contra la puerta.
Cuando Ani apareció de nuevo en el salón,
vestida y preparada para salir, Lara la esperaba sentada en una esquina del
sofá.
Verla una vez más poner todo de su parte
aún sabiendo con certeza lo que estaba ocurriendo en su interior, le hizo
alentarla más aún de hacer lo que en esa hora, a solas en el sofá, había
pensado.
–Me gustaría hablar contigo –dijo sentándose
a su lado.
Ani la miró arrugando su frente con una
evidente curiosidad por el tono de Lara.
–Tendrías que intentar retenerla
–No… no sé de qué me hablas.
–Ani, pueda que haya tenido mis sentidos
nublados e incluso que haya estado gran parte del tiempo borracha, pero no
estoy ciega. ¿No te das cuenta?
–Qué…
–Gina, Ani. te hablo de Gina
La reacción de la fotógrafa fue de
confusión extrema, incapaz de decir nada.
-Gina, ¿qué hay que hablar sobre ella?
–Escucha Ani –toma su mano.
–Ya es tiempo de que pienses un poco en
ti.
–Lo hago, por eso estoy aquí, contigo.
–No, las dos sabemos que no estás aquí
por eso. Quizás te has negado tantas veces el derecho de cuidar de ti por estar
pendiente de todos a tu alrededor que simplemente te hayas acostumbrado a no escucharte
a ti misma.
–No…No sabes lo que dices —dijo
levantándose de su lado.
–Ani, escucha. Lo único que es importante
para mí en estos momentos es tu felicidad. Incluso podría vivir tan engañada
como tú y convencerme de que tenerte conmigo es todo lo que necesito, pero lo
que realmente estaría haciendo, es ser egoísta conmigo y contigo. Pero tú no
eres así, no eres egoísta porque sencillamente no sabes serlo. Te veo, te veo
cómo la miras, como nunca pasa desapercibida para ti.
–¿Estás tratando de alejarme de ti por
algo que he hecho?
–No, no. Estoy tratando de que no huyas
tú. Yo sé muy bien lo que es escudarse tras algo para no afrontar la realidad.
Y ambas sabemos que tu realidad… es ella.
–Ella no puede ser eso que dices…
–Ella te ama -la interrumpió.
–Lara… por favor. Tú sabes mejor que
nadie que eso no es verdad y aunque así fuera yo…
Lara se levantó y abrió un cajón del
mueble frente a ella, quitó la tapa de una pequeña caja de cartón y sacó de
ella un sobre. Lo acercó a la mirada sorprendida de Ani.
–Solo léelo.
Ani reconoció inmediatamente la letra de
Gina en su nombre escrito en el destinatario de aquel sobre.
Se concentró en leer cada línea de
aquella carta, olvidando por completo la presencia de Lara a medida que
avanzaba en cada frase.
Llegando a las últimas letras de aquel
papel, Ani cubrió su nariz con su mano y apartó las lágrimas que empezaban a
correr por sus mejillas.
–Solo tienes un par de días para que la
mujer que escribió eso se vaya lejos. Y sabes que hace eso por lo que siente
por ti –dijo Lara intentando evitar pensar que lo que estaba haciendo era tan
doloroso para ella como lo era ver a Ani destrozada por aquella carta-. Tú la
amas, da igual lo que trates de huir de esa verdad, así como da igual que lo
haga yo. Sé perfectamente lo que es huir y esconderse y tú me enseñaste lo que
es dar una oportunidad.
–Tengo miedo.
–Lo sé, y yo –dijo pegando su frente a la
suya y abrazándola–. No sé qué será de mi vida en cuanto salgas por esa puerta
pero ambas sabemos que es lo correcto… Sabes lo que debes hacer como yo sé que
esto es lo que yo debo hacer. Y esto no se trata de mí ni de ella, esta vez se
trata de ti y solo de ti. Por mucho que quieras negarlo, estas lágrimas son
porque sabes que podrías perderla para siempre. Y yo no voy a dejar que tu
felicidad pase ante ti, sin hacer nada.
Ani se aflojó de su abrazo para acariciar
su mejilla y dar un leve beso en sus labios.
–Ve –le dice la otra mujer sintiendo un
nudo en su garganta y alentándola a que se marche en ese mismo instante.
La fotógrafa metió el sobre en su bolso
de camino a la puerta. Desde allí miró una vez a Lara que le sonrió intentando
que las lágrimas que inundaban sus ojos, no cayeran bajo su vista.
Nada más ver la puerta cerrarse, Lara se
dejó caer en el sillón y lloró escondiendo su cara entre sus manos. Sus ojos
llorosos se dirigieron a uno de los cajones del mueble del salón. Rebuscó
limpiando sus lágrimas con el puño de su jersey hasta que encontró una pequeña
botella de whisky.
El móvil sonó sobresaltándola como si
hubiera sido descubierta en su acción. Durante unos largos tres timbrazos de su
teléfono se quedó inmóvil, tomando aliento con la botella en su mano. Antes del
cuarto timbre se levantó y caminó hacia el aparato.
–¿Sí?
–Me muero de hambre.
–Cris. Justo estaba pensando en llamarte.
Creo que no va a poder ser esa cena.
–Eso es imposible. Me pasé toda la noche
leyendo tu manuscrito y, francamente no sé cómo se te ocurre confundir una
Norma con una Ley penal.
–¿Perdona?
–Capítulo 19. La ley penal describe la
conducta que debe ser castigada por incumplir una norma. Y te saltaste todo
esto a tu antojo, Dilan no debería haber ido a prisión.
–Cris, este no es buen momento para esto.
–Oye ¿estás bien?
–Sí –contestó fijando sus ojos en la
botella en su mano.
–No te creo, quizás debería llamar a Ani.
–¡¡No!! –gritó Lara nada más nombrar a
Ani–. Mejor hagamos algo, preparamos algo en mi casa y hablamos de lo que sea.
–Muy bien. Llevaré unos tacos.
–De acuerdo –dijo bajando los párpados
sintiendo algo de culpabilidad por el esfuerzo que su madrina estaba poniendo
en ayudarla.
Nada más colgar el teléfono caminó hacia
la puerta, se acercó al cubo de basura y arrojó allí la petaca, secando una vez
más las lágrimas que bajaban por sus mejillas, aunque esta vez sonrió mirando
la cera vacía por la que seguramente Ani había caminado en busca de su propia
oportunidad.
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