Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

El Corazón de Cristal - 33 y 34


Capítulo 33

Una hora más tarde el suelo de la cocina había sido limpiado, quedando brillante y los muebles del mostrador también reflejaban el mismo acabado. Laura aprovecho su frenesí limpiador por todo el apartamento. Limpiando todo a su paso. Una vez terminado el trabajo decidió echarle un ojo a su caprichosa compañera de apartamento.

Laura quedamente abrió la puerta de la habitación de Crystal. La lamparilla de noche por encima de la cama le proveía bastante iluminación para que se abriera paso sin tropezarse con algo.
—¿Estás despierta? —preguntó suavemente—. Sólo vine a ver cómo estabas.
No recibiendo respuesta, Laura se agachó y dobló los bordes de la colcha alrededor de la mujer dormida.
—En verdad desearía que no te hicieras tanto daño todo el tiempo —susurró—. No necesitas las drogas.
—¿Hmm? —Vino una voz atontada.
—Shh, soy yo —dijo Laura, haciendo su cuerpo un poco hacia atrás para no estar demasiado cerca del de Cristal—. Solamente estaba viendo si estabas bien.
—Oh. —Crystal rodó sobre su espalda—. ¿Qué hora es?
—Casi las diez. ¿A qué hora tienes que estar en el trabajo mañana?
—Alrededor de las siete, más o menos. —Medio dormida, la mujer habló entre dientes.
—Bien date la vuelta y duerme un poco. Va a ser un largo día mañana.
Laura se puso de pie y caminó hacia la puerta.
—Que tengas un buen día si no te veo por la mañana.
Casi llegaba a la puerta cuando escuchó que Crystal la llamaba.
—¿Laura?
—¿Hmm?
Pasaron varios segundos antes de que escuchara una voz suave.
—Gracias por no estar enojada conmigo.
Laura se volvió, caminó hacia la cama y se arrodilló, apoyando sus antebrazos sobre la suave colcha.
—Oye, para eso son las amigas, ¿correcto? Se ayudan cuando lo necesitan. —Con su brazo echó la colcha arriba sobre el hombro expuesto de Crystal—. Ya te lo dije, antes prefiero que me llames e ir por ti a que conduzcas en ese estado. Ahora duerme un poco.
Después de dejar la habitación de Cystal, Laura se fue a la suya, la cama la llamaba tentadoramente pero la computadora también. Laura se encontró observando los logotipos de arranque a través de la pantalla. “Tal vez algo venga a mí”, pensó esperanzadamente, revisando las notas escritas a mano que tenía a un lado del ordenador.
Su personaje principal, Bobbi, acababa de salvar a una familia de ser asesinada en un almacén y hasta allí había quedado la creatividad de Laura. “¿Y ahora qué? ¿La familia le agradece a Bobbi y ella se enamora de la hija mayor?”. De alguna manera la idea parecía ser buena cuando Laura comenzó a escribir la novela, pero ahora sentía que era muy trillada y era el típico cliché. “¿Por qué debería sentirse atraída por la hija del dueño de la tienda de muebles?”. Laura se restregó su cara.
—Esto no esta funcionando —dijo Laura una hora más tarde cuando ninguna palabra nueva había sido escrita en la pantalla.
El sonido de una puerta abriéndose captó su atención, sacándola de sus frustrantes personajes. Laura escuchó como Crystal se dirigía hacia el baño. Un golpe seguido por una maldición la hizo levantarse de su silla.
—¿Crystal? ¿Te encuentras bien?
—Yeah, solo me tropecé con algo —llegó la respuesta. Laura devolvió su atención hacia la pantalla.
“Esto no tiene sentido. La familia completa esta ahí, así que, ¿cómo es que Bobbi se fija en Julie y no presta la más mínima atención al padre de ésta que es el dueño de todo el dinero? No es que Julie luzca toda desaliñada y esté cubierta de suciedad”.
Laura luchaba contra el problema hasta que escuchó un golpe suave en su puerta.
—Entra.
La puerta se abrió y Crystal asomó su cabeza.
—Parece que aún estás levantada.
—Lo estoy. —Laura señaló el monitor—. Estoy trabajando en mi historia pero parece que no quiere cooperar esta noche.
—Es tu historia. ¿No sabes qué es lo que ocurrirá después? —Crystal dio un paso dentro y miró la pantalla—. No veo nada más que una pantalla verde.
—La minimicé. —Laura extendió la mano y dio un click sobre el mouse. La pantalla desplegó el texto.
—Hice que Bobbi rescatara al dueño de la tienda de muebles y a su familia del incendiario que intentó quemarlos dentro del almacén. Ahora Bobbi conoce a la hija del dueño Julie por primera vez y no puedo resolver cómo o por qué se fija en ella.
—¿Y estas intentando juntar a las dos mujeres?
—Pues si, es una novela lésbica, Cristal —dijo Laura, una sonrisa se formó en sus labios—. La idea es que Bobbi y Julie se conviertan en amantes y vivan felices para siempre. Por supuesto que tienen que experimentar toda clase de retos y toda clase de pruebas antes de que eso ocurra. Pero nada va a pasar si no puedo resolver qué es lo que pasará después.
Se recargó, permitiéndole a Crystal más espacio para que mirara la pantalla.
—Mira, ahora mismo el padre de Julie va a darle a Bobbi las gracias por rescatarlos y después la policía llegará. No puedo resolver cómo hacer que ella y Julie se hablen o incluso de que puedan hablar.
—Tal vez sea Bobbi la que provoque el acercamiento, ella fue la heroína, ¿correcto?
—Sí, ella es la investigadora privada que logra llegar justo en el último momento para salvarlos de la bomba. Ven, puedes sentarte en el gabinete si quieres.
Laura señaló el pequeño mueble al lado del escritorio. Crystal aceptó la sugerencia, recargando su espalda contra la pared. El pelo rubio lo traía suelto, su blusa y sus pantalones estaban arrugados de haber estado acostada. Laura notó el brillo rojo que adornaba las uñas de sus dedos descubiertos. La superficie medio despintada le hizo a Laura suponer que Crystal no se había molestado en pintarlas desde la última vez que trabajo en el Tom Cat Club. En un principio Laura se dio cuenta que no había escuchado lo que Crystal le había dicho.
—Lo siento, ¿qué?
—Dices que Bobbi los rescató del fuego, ¿correcto?
—Así es, el pirómano le prende fuego al almacén que esta lleno de productos químicos inflamables con la familia atrapada dentro.
—¿Y que te parece si esta chica como se llame, se quema y va a dar al hospital? Y después Bobbi puede ir a visitarla.
—Bueno, no creo que quiera desfigurar a uno de mis personajes principales. No es exactamente la imagen que llame la atención de los lectores.
—No tienes que desfigurarla, solo provócale unas pequeñas quemaduras, como en su brazo o algo por el estilo. —Crystal tomó una pelota esponjosa del escritorio y la apretó—. ¿Qué es esto?
—Una pelota para el estrés —contestó Laura. mirando sus notas pulcramente escritas.
—Supongo que podría poner unas cuantas quemaduras en el personaje. Está de vacaciones de la universidad supongo que Julie no tendría que preocuparse por llevar libros o cualquier cosa. Podría hacer que visitara la oficina de Bobbi para darle las gracias por salvar su vida.
Recogiendo su pluma, Laura rápidamente garabateó algunas notas en los márgenes del papel.
—Entonces si Julie va a la oficina de Bobbi, ella verá los libros en el estante y sospechará sobre la homosexualidad de Bobbi y eso llevaría a tener una posible relación en la próxima escena.
La voz de Laura iba diciendo mientras hojeaba las páginas de su cuaderno y seguía poniendo notas adicionales. Por el rabillo de su ojo vio a Crystal apretando la pelota para el estrés.
—Jenny me la dio. Ella me dijo que me ayudaría cuando me estresara.
—¿Hace eso?
—No lo sé, no la utilizo mucho, supongo que lo hace. Usualmente, yo prefiero usar la aspiradora para limpiar.
—Entonces si que no la utilizas mucho —dijo Crystal, lanzando la pelota hacia atrás del escritorio. Laura sonrió suavemente y colocó la pluma sobre el escritorio.
—Por cierto, ¿qué estás haciendo levantada? Apenas te dejé hace una hora y estabas básicamente desconectada del mundo.
—No lo sé. —Crystal se encogió de hombros—. Demasiados años trabajando de noche, supongo. Me levanté para orinar y ahora me siento completamente despierta.
—¿Aún estás drogada?
—Me siento un poco atontada pero no me siento tan drogada como antes —negó con la cabeza—. Podría trabajar ahora mismo si tuviera que hacerlo.
—Pues bien, aún tienes bastantes horas antes de que eso pase —dijo Laura—. ¿Recuerdas acerca de lo qué hablamos en el coche esta noche?
—No, no mucho. Realmente estaba fuera de mí. —Cristal miró hacia su regazo y se sonrojó ligeramente—. Sé que estuve preguntándote si estabas enojada conmigo —dijo Crystal tímidamente.
—Oh sí, como una vez o dos veces… cada minuto. —Laura sonrió—. Está bien, de verdad —contestó, extendiendo la mano y dándole al pie de Crystal un rápido apretón—. Te dije que no había problema y lo dije en serio. Y oye, en verdad aprecio que me hayas ayudado con Bobbi y Julie. Estoy segura que puedo hacer que esto funcione.
—¿En serio?
—En serio. Algunas veces sólo necesito que alguien ponga en marcha mi creatividad. —Laura sonrió y retiró su mano del pie de Crystal—. Tú sabes...
 Tomando el cuaderno de apuntes, Laura hojeaba a través de las notas pulcramente escritas.
—Sí, creo que funcionará… No he contado nada acerca de su pasado todavía pero... —La pluma regresó a su mano y más notas fueron añadidas a los márgenes.
—¿Por qué no pensé esto antes? Julie podría ser perfectamente una adolescente que se preocupa de todo. —Laura sacó la bandeja del teclado y comenzó a mecanografiar rápidamente.
—Oh, eso sería perfecto —dijo para sí misma mientras las palabras comenzaron a aparecer en la pantalla. El muro que estaba conteniendo su talento se había derrumbado de golpe y ahora nada importaba más que tomar ventaja de eso. Estaba tan enfocada en ordenar las ideas de su mente sobre la pantalla, que Laura no se dio cuenta cuándo le habló Crystal.
 Un interminable tecleo llenó la habitación mientras seguía mecanografiando, la historia iba creciendo más y más en cada palabra que escribía. Inconscientemente, escuchó el chasquido de la puerta cuando Crystal salió, pero Laura estaba demasiado concentrada en la historia para poner cualquier atención. Hacia mucho rato que se había olvidado que su compañera estaba en el mismo cuarto. Todo lo que importaba era la escena desarrollándose en la pantalla entre Bobbi y Julie. Por primera vez en semanas, Laura tuvo el sentido de la orientación que tomaría su historia. La fiebre por escribir se había apoderado de ella, provocándole a su mente internarse en un mundo de fantasía y en la pantalla ante sus ojos.
El tiempo perdió todo significado mientras continuaba escribiendo. Horas más tarde, ni siquiera la salida del sol iluminando el cielo captó su atención. La alarma del reloj de Crystal que sonó a través de las paredes fue sólo otro sonido que no captó la mente de Laura. Finalmente el sonido de la regadera rompió su concentración y la escritora miro hacia el reloj.
“¿Seis quince?”.
No creyendo lo que sus ojos veían, Laura giró para mirar su reloj despertador. Los números rojos confirmaron lo que la computadora le había informado. Toda la noche había estado escribiendo y los números de páginas se lo confirmaban, había sido una noche muy productiva.
Estirando los brazos por encima de su cabeza, Laura dio un gran bostezo y se puso de pie. Ahora su vejiga que había estado tranquila toda la noche se despertaba con apuro, haciendo evidente que era su primera prioridad.
—Oof —Laura gruñó cuando su cuerpo entró en contacto con la puerta que estaba cerrada. La urgencia que tenía causó que a Laura se le olvidara que Crystal estaba en el cuarto de baño y estaba cerrada con seguro.
—¿Crystal? —Laura golpeó fuertemente la puerta—. ¿Ya casi terminas?
—Dame un minuto —vino la respuesta.
—Puedo usar el baño de abajo si aún vas a estar un rato.
—No, ya terminé —dijo Crystal justo cuando abría la puerta. La rubia fue suavemente empujada por Laura ante su urgencia por entrar al baño.
—Lo siento —dijo Laura mientras miraba a Crystal y cerraba la puerta—. No me di cuenta de mi urgencia.
—Está bien, ya había terminado —dijo Crystal a través de la puerta cerrada—. Pondré algo de café.
—OK. Bajaré en un minuto.
Laura miró ceñudamente la toalla hecha bola encima del cesto. “Esa es la forma más rápida para hacer que este baño huela a humedad”, pensó. Cuando Laura terminó, la toalla fue colgada pulcramente sobre la barra de la regadera y la cortina fue limpiada totalmente.
—Perdón por meterte prisa para salir del baño de esa manera. —dijo Laura, entrando a la cocina.
Crystal estaba en la mesa, el periódico en su mano. Laura caminó hacia la cafetera y miró ceñudamente que aun no salía el café.
—Un día de éstos voy a tener que sacrificarme y comprar una de esas nuevas cafeteras. Odio esperar por el café. —Laura fue incapaz de detener un bostezo—. ¡Oh, cielos!, prácticamente me estoy durmiendo de pie.
—¿Estuviste despierta toda la noche? —preguntó Crystal.
—Sí —dijo Laura con orgullo mientras se sentaba a la mesa—. Una vez que empiezo a escribir, nada más me importa. Creo que logré terminar diez páginas anoche.
—Bien por ti.
—¿Sabes cuánto tiempo ha pasado ya desde que fui capaz de sentarme y escribir diez páginas sin parar? —Laura sacó una silla y se sentó—. No puedo creerlo. Es como si alguien abriera un grifo en mi cerebro y todas las ideas simplemente fluyeran. —Bostezando, miró la cafetera.
—Tal vez deberías olvidarte del café y mejor irte a la cama —dijo Crystal.
—Oh, no, ¿estás bromeando? Estoy inspirada. Algo de café será suficiente para despertarme y estaré como nueva. —Poniéndose de pie, Laura caminó hacia las alacenas—. Crema y azúcar, ¿correcto?
—Correcto.
Otro bostezo salió de los labios de Laura mientras tomaba las tazas.
—¿Y a qué hora vendrás a casa esta noche?
—No lo sé. El tiempo que me tome terminar el trabajo, supongo.
—¿Quieres que prepare algo de cenar para las dos o prefieres traer algo de la calle para ti?
—¿Me estás ofreciendo comida de verdad o de conejo? —bromeó Crystal.
—Te gustó mi pollo con limón y no hay nada de malo en comer verduras- —Llenando las tazas de café, Laura hizo un rápido inventario mental de lo que había en el refrigerador—. Podríamos tener linguine con salsa de almejas. —Se relamió los labios—. No he comido eso en mucho tiempo.
—¿Almejas? ¡Uf!
—¿Qué tal algo vegetariano con chile? No he usado la olla de barro en mucho tiempo.
—Paso del chile también —dijo Crystal—. Supongo que será mejor que traiga alguna hamburguesa.
—Las hamburguesas no son saludables. ¿No lees los reportes sobre salud?
 Laura puso la tapa en la azucarera y giró para ver la cara de Crystal.
—¿Yo? ¿Leer el reporte sobre salud ? —La rubia dio un bufido—. Por favor.
—¿Tienes idea de lo que le hace eso a tu cuerpo? —Laura colocó sobre la mesa las tazas y volvió a sentarse.
—Mira con quien estás hablando —dijo Crystal—. ¿Crees realmente que una hamburguesa me va a hacer mas daño que fumar y beber?
Incapaz de resistirse, Laura se inclinó hacia adelante y sonrió burlonamente.
—Podrías dejar esos vicios también.
—Bueno, no será hoy, Laura. Toma.
Crystal sonrió y empujó las secciones dobladas del periódico al otro lado de la mesa.
—Gracias.
Ambas leyeron en silencio durante varios minutos hasta que Laura se asomó por encima de su periódico.
—¿Que tal algo de pollo asado y puerros*?
—¿Qué es un puerro?
—No debes de tener miedo, es solo un vegetal
—No.
—¿Entonces que te gustaría?
—No lo sé. No te preocupes por mí. Compraré algo.
—Bien, si cambias de idea, llámame y prepararé algo.
—Sabes, puedo pasar por el Tom Cat Club a recoger mi cheque. Podríamos pedir pizza —Crystal colocó sobre la mesa el periódico y trató de alcanzar su taza—. Puedo ser considerada y pedir que pongan algo de champiñones en la pizza.
Laura sonrió ante el gesto pero negó con la cabeza.
—Puedo hacer una docena de pizzas por el precio de una. Tengo algo de masa en el congelador y no me cuesta nada salir y… —Fue incapaz de reprimir un bostezo—. Oh, lo siento. Decía que no me cuesta nada salir y comprar algo de queso y salsa.
—No, quédate en casa —dijo Crystal—, necesitas dormir un poco. —Se puso de pie y recogió su taza ahora vacía—. Ya me tengo que ir. Te veo más tarde.
—Crystal, ¿me haces un favor?
—Seguro, ¿qué?
—Si vas a llegar tarde, llámame, ¿ok?
—No tienes por que preocuparte por mi, no voy a ir con Steph o a otro lado.
—Sé que no debo de preocuparme pero de cualquier manera me preocupo. Sólo llama si vas a llegar tarde, ¿ok?
—Bien. Si por alguna razón voy a llegar tarde, te llamaré. ¿Alguna otra cosa, mamá? —Crystal le dio la taza vacía a Laura—. Te veré esta noche.

Capítulo 34

Capítulo 34
—¿Señorita Sheridan? La señorita Foster le verá ahora. —La secretaria de Jenny dijo al colgar el teléfono. Crystal asintió con la cabeza y entró a la oficina de la terapeuta.
—Buenas tardes, Crystal. No esperaba verte otra vez esta semana.
Jenny tomó asiento en el sofá mientras Crystal se sentó en el reclinable.
—Sí bueno, no lo sé —Crystal miraba a todas partes excepto a Jenny. La incomodidad que sentía cuando estaba en esa habitación ahora era más fuerte—. Solo pensé que ya que tenías una hora disponible yo... No me gustó la meditación de hoy.
—¿Y qué fue lo que no te gustó? —contrarrestó Jenny—. El tema de hoy es sobre ver de quién es la culpa, es decir sobre el abusador y no sobre la niña afectada.
—Es estúpido. Por supuesto que toda la culpa es de él. —Crystal se movió en su asiento, finalmente encontrándose con los ojos de Jenny—. Él es el bastardo que no podía mantener sus manos lejos de sus niñas.
Sus dedos fueron a un pedazo de hilo que colgaba del reclinable y comenzó a tirar fuertemente de él mientras apartaba la vista de la terapeuta. Esperó por una respuesta pero Jenny simplemente continuaba mirándola.
—¿No vas a decir algo?
—¿Qué quieres que diga, Crystal?
—No lo sé, algo.
—Bien. ¿Qué es lo que puedes decirme acerca de ese tema que te tiene tan irritada el día de hoy?
—No quiero hablar de eso. Es estúpido.
—Tus sentimientos no son estúpidos —Jenny dijo amablemente—. Pueden ser difíciles de entender, pueden incluso ser demasiado dolorosos como para poder manejarlos, pero no son estúpidos.
—Fácil para ti decirlo, doc —dijo Crystal con un bufido—. Tú no viviste con ese bastardo —cambió de posición encogiendo sus rodillas, apoyando su barbilla sobre ellas; envolviéndolas con sus brazos fuertemente, Crystal dejó caer su mirada hacia el suelo—. Tú no tuviste que soportar que arrojara tu cena contra la pared sólo por que se había quedado sin cerveza. No tuviste que aguantar todos los gritos de súplica y todos los golpes…
Mientras hablaba, la voz del Crystal se iba agitando más y su agarre era aun más fuerte.
—Tú no tuviste que esconderte debajo de las colchas rezando para que se muriera. No tuviste que escucharle… —Sintiendo que se le cerraba la garganta, Crystal sacudió su cabeza y apretó con fuerza su mandíbula.
—Tienes razón, Crystal —dijo Jenny—. No estaba allí. No conozco todo el horror que has sufrido. Sólo puedes decirme como se siente. Prueba usar 'Yo'.
—Tú no…
—Usa, 'yo', Crystal.
—Yo… —La estrechez en su garganta la hacia sentir como una prensa que cortaba sus palabras—. Yo… lo odio. —Tirando fuertemente del hilo suelto, Crystal finalmente rompió parte del asiento reclinable.
—Por favor, no destruyas mi mobiliario —dijo Jenny. Colocando sus pies en el suelo. se inclino hacia adelante poniendo sus antebrazos sobre sus muslos—. Si te sientes con ganas de destruir algo, tengo un muñeco para golpear y eliminar todo el estrés.
—No me siento destructiva —se quejó Crystal cruzando sus brazos para mantener sus dedos lejos de otro pedazo de hilo suelto.
—Bien, es bueno saberlo. ¿Entonces por qué no me cuentas por que me llamaste a la hora del almuerzo para solicitar una cita? Algo debe estar molestándote.
Crystal permaneció en silencio por un momento, tratando de encontrar las palabras para expresar el enfurecimiento creciendo dentro de ella. Finalmente, ella barbulló—. ¿Por qué me haces leer ese maldito libro? Lo odio.
—¿Por qué?
—¡Porque me hace recordar! —gritó Crystal, empuñando sus manos—. Leí esa maldita cosa antes de ir a trabajar esta mañana y es en lo único que me la he pasado pensando todo el día. —Ella trató de sacar sus cigarrillos.
—¿Qué te parece mejor un pedazo de caramelo en lugar de eso? —ofreció Jenny, señalando hacia el plato lleno de caramelos al lado de la cafetera.
—Necesito un cigarrillo, no un dulce —masculló Crystal, metiendo de nuevo el paquete a su bolsillo.
Levantándose, cruzó el cuarto y tomó un vaso de unicel de la pila al lado de la cafetera.
—Sabes, el tirar toda ese escombro por la ventana no requiere tener una gran capacidad mental —dijo Crystal sobre su hombro mientras preparaba su café—. Me la pasé dando vueltas por todo el vestíbulo hablando sola.
En lugar de regresar a su asiento, Crystal caminó hacia la ventana y se quedó mirando fijamente hacia afuera.
—Escuché diferentes estaciones de radio y no conseguía distraerme, ¿sabes? —continuó adelante en espera de una respuesta—. No lo sé. Solo no podía sacar esas cosas de mi mente. Es … eso simplemente… —Crystal sacudió su cabeza con frustración. Las palabras que quería decir eran demasiado peligrosas para poder expresarlas. pero nada salió—. Olvídalo.
—Lo sabes, no voy a dejarte ir tan fácilmente —dijo Jenny—. Dijiste que te había hecho recordar. —Crystal se tensó, dando un gran trago de su café antes de encontrarse con la mirada de Jenny—. ¿Qué te hace recordar?
—Todo. —Crystal redujo rápidamente el contenido del vaso y lo lanzó al basurero. Miró el asiento reclinable pero en lugar de eso optó por dejar una distancia entre ella y la terapeuta. Se sentó sobre uno de los cojines, apoyando las muñecas sobre sus rodillas.
—¿Te hace recordar cómo te sentiste? —preguntó Jenny amablemente.
—Me hace sentir enojo —contestó y decidió enfocar su atención en una pelota colorida de espuma.
—¿Qué más?
—Molestia, enojo… ¿Qué más quieres que te diga?
—El enojo enmascara emociones que tenemos mucho miedo de afrontar —Jenny cambió de posición aun más cercana—. ¿Qué estás pensando justo ahora?
—Nada —contestó Crystal rápidamente, sabiendo por la mirada de Jenny que esa respuesta no era aceptable—. Sólo recordaba, eso es todo.
—Compártelo conmigo.
—Ah, no es una bonita historia, doc.
—Cuéntame. —Jenny insistió más firmemente.
—Es como una película que se repite una y otra vez en mi mente —comenzó Crystal, con su mirada fija aún en el piso—. Estoy en mi cama y puedo escuchar cuando llega a casa y entra en la sala.
Crystal apretó la pelota hasta que sus nudillos estaban blancos antes de soltarla.
—Ha de haber sido espantoso para ti, sabiendo lo que iba a ocurrir y ser incapaz de impedirlo —dijo Jenny, provocando.
—Debí hacer algo —dijo Crystal. aumentando el ritmo de los apretones—. Debí haberme escapado desde antes o haber asegurado la puerta o algo.
—Intentaste escapar varias veces si mal no recuerdo. ¿En lo que respecta a asegurar tu puerta, qué piensas que tu padre hubieras hecho si la hubieses asegurado?
—Yo la aseguré una vez. —La mano soltó un golpe sobre el cojín rojo—. Él golpeó fuertemente la puerta. Y no se pudo cerrar de nuevo. —Una sonrisa sardónica se asomó en los labios de Crystal y levantó su cuello para mirar a la terapeuta—. Él me golpeo esa noche, doc. —Encontrando la mirada seria de Jenny, Crystal desvió la mirada—. Creo que paso sólo un mes o poco más, después de que finalmente me apartara de ese maldito. —Negó con la cabeza—. No, no hay más que coraje ahí, doc. Soy demasiado insensible para sentir cualquier otra cosa.
Jenny señaló hacia el cojín rojo.
—¿Me permites?
Crystal a regañadientes asintió con la cabeza y observó a la terapeuta acomodarse en una posición más cómoda.
—Crystal, me gustaría hacer algo por ti, ¿Ok? Primero, descruza tus piernas y ponte cómoda.
Crystal levantó una ceja y estiró sus piernas.
—Bien, ahora cierra tus ojos.
—¿Tratas de hipnotizarme, doc? No me voy a poner a cloquear como una gallina.
—Sabía que había un gran sentido del humor escondido dentro en alguna parte —dijo Jenny con una sonrisa—. Prometo que no voy a intentar hipnotizarte. Ahora, cierra tus ojos.
Crystal hizo lo que le ordenó.
—Bien —escuchó a Jenny decir.
 —Ahora quiero que pienses en la película que siempre está en tu mente.
Inmediatamente se visualizó sobre su cama escuchando el sonido de los fuertes pasos de su padre entrando a la sala y todo esto llenó sus sentidos.
—Piensa cuidadosamente —continuó Jenny; su voz sonaba baja y suave—. Piensa como se siente la temperatura del cuarto, los sonidos que se escuchan alrededor de ti, siente el cuarto alrededor de ti. Quiero que te concentres en los detalles.
 Las borrosas imágenes iban tomando forma.
—Lo veo —dijo Crystal.
—Bien. Ahora, Cystal, quiero que te concentres. ¿Cómo luces?
—¿Qué?
—Cierra tus ojos. Así es mejor. Te pregunté cómo luces en tu mente. Descríbete tú misma para mí. Qué estas vistiendo, qué tan alta eres, y este tipo de cosas.
—No lo sé. —Crystal dudó, su frente se arrugó ante el pensamiento—. Realmente no me veo, sólo me siento donde se supone que estoy.
—Concéntrate más. ¿Cómo es que luces?
—Era pequeña de estatura para mi edad. Realmente no me desarrollé hasta que tuve dieciséis años y para entonces ya había huido de allí así que probablemente media alrededor de un metro con cincuenta y cinco centímetros, más o menos.
—¿Eras una chica fuerte?
—Fui buena en deportes pero no sobresalí ni nada por el estilo.
—Así que tienes unos catorce años de edad.
—Sí, supongo que sí— Crystal dijo, la imagen en su mente iba tomando forma pero aún era algo borrosa. —No puedo verme mi cara, sin embargo.
—¿Tienes algunas fotos viejas de cuándo eras pequeña?
—No. No se me ocurrió empacar ese tipo de cosas cuando me escapé, doc —dijo Crystal sarcásticamente—. Supongo que cuando pienso en cómo luce mi cara me veo justo como soy ahora.
—Quiero que pienses cuando tenías catorce años. Piensa acerca del pelo, los granos, la ropa, todo lo que puedas. —El estímulo de Jenny trajo el recuerdo de una cara más clara del rostro de niña que tenía Crystal—. Ahora —dijo Jenny gentilmente—, ¿ahora te puedes ver mejor?
—Sí, creo que sí —contestó Crystal.
—Muy bien, piensa sobre que tan pequeña eras en comparación con tu padre.
Crystal se sobresaltó ante la mención de su padre y frunció el ceño, sabiendo que Jenny observaba sus movimientos también.
—¿Sí? Quiero que pienses en otra cosa. Guarda esa imagen en tu mente. —Crystal mantuvo sus ojos cerrados, siguiendo las indicaciones de Jenny—. ¿Quién decidía a que hora te levantaras por la mañana?
—Mis padres.
—¿Y la hora para ir a la cama?
—También ellos.
—¿Quién decidía que desayunabas? ¿Qué cenabas? ¿Qué vestir para la escuela?
—Ellos.
—Suena como que no tenías mucho poder de opinión allí —dijo Jenny.
—Escogía mi ropa interior —contestó Crystal coléricamente; sentimientos viejos saliendo hacia la superficie.
—¿Cómo esperas que tú, como una adolescente con tanta confusión y caos alrededor de ti sea capaz de defenderse contra alguien más poderoso?
Incapaz para pensar una respuesta rápida, Crystal abrió sus ojos y miró a su terapeuta.
—¿Nunca has pensado sobre eso, verdad? —continuó Jenny, inclinándose hacia adelante a sólo unos centímetros de Crystal—. Cuando piensas acerca del pasado, esperas que esa niña sea capaz de pensar y actuar como lo haces ahora como adulta.
—No —protestó Crystal, abrazando sus rodillas más cercanas a su pecho.
—Mira dentro de ti. —Jenny insistió—. Continúas diciéndote: “si tan sólo hubiera tenido un mejor seguro la puerta, si tan sólo hubiera hecho esto o aquello”. Eras una niña, Crystal. Una niñita a merced de alguien mucho más grande y más fuerte que tú.
Si Jenny dijo algo más, Crystal no la escuchó. Sus pensamientos la alejaron de la realidad, entrando en otro tiempo y lugar, donde los monstruos eran reales y la persona que debía protegerla resultó ser su peor pesadilla. Crystal probó ponerse firme, poner su actitud ruda, pero se sentía como en un vacío. Bajando bruscamente sus hombros, dejó caer su cabeza hacia adelante. Los recuerdos dolorosos y los sentimientos que habían estado saliendo a flote todo el día finalmente quebrantaron su fuerza y la atravesaron.
Parpadeando repetidas veces no pudo evitar sentir sus ojos llorosos y Crystal supo que la batalla estaba perdida. Enterrando su cara en sus brazos, sintió las lágrimas salir. Su respiración temblorosa amenazaba con provocarle comenzar a sollozar, pero los años de auto conservación la ayudaron rápidamente a controlar las riendas de la situación. Limpiándose la cara mojada con las mangas de su blusa, se puso de pie y caminó hacia la ventana. Mirando a través del cristal los diversos autos y camiones subir y bajar por la calle. Tomando varias respiraciones profundas, Crystal comenzó a hablar, no muy segura de ser capaz de controlar sus emociones.
—Yo… creo que es suficiente por hoy, doc.
—No puedes huir de ti misma —dijo Jenny quedamente, su voz viniendo detrás del hombro de Crystal—. Sé que te gusta pensar que eres como una mujer que es capaz de existir sin el cariño humano pero no es así.
—Lo puedo controlar —dijo Crystal firmemente, rehusándose a apartar la vista de la ventana mientras otra lágrima rodaba por su cara.
—Claro que puedes, Jane Wayne. Lo haces montada en tu caballo y con un revólver en la mano, justo para matar a quien se logre acercar, ¿no es así? —Una mano amigable tocó el hombro de Crystal—. Tienes un millón de sentimientos traspasándote ahora mismo y no tienes idea de cómo acomodarlos. Creí que por eso habías venido aquí, y no a salir huyendo en el momento que las cosas se pusieran difíciles.
Crystal sorbió su nariz y se limpió sus ojos, aun rehusándose a darse la vuelta.
 —Odio esto —dijo quedamente—. Yo… —observó una furgoneta que bajaba por la calle mientras ordenaba sus pensamientos—. Odio sentirme de esta manera.
—¿De qué manera? —preguntó la suave voz detrás de ella.
—No lo sé. —Encogiéndose de hombros, Crystal se movió, manteniéndose de espaldas a Jenny. Regresando hacia el cojín azul, se dejó caer en él, dejando salir un profundo suspiro cuando finalmente recuperó el control de sus conductos lagrimales que eran raramente usados. Observó a Jenny ir hacia ella.
—Lo sabes, sólo que no quieres admitirlo —dijo Jenny—. Ya te dije que no acepto que te des por vencida. —El sonido lejano de la campana de una iglesia hizo que mirara su reloj—. Pero te dejaré en paz esta noche. Se está haciendo tarde. Mírame —esperó hasta tener la completa atención de Crystal antes de continuar—: quiero que vayas a casa y escribas esta noche. —Ignorando el gemido de Crystal, continuó—: Quiero que escribas sobre el sueño que siempre tienes. Trata de ponerlo lo más detallado posible. No olvides que las personas en tu vida en tu presente no son las mismas de tu pasado. Estás rodeada por personas que se preocupan por ti. No olvides buscar ayuda si la necesitas.
—No quiero escribir esta noche —dijo Crystal, restregándose los ojos y poniéndose de pie—. Sólo tengo deseos de drogarme.
—Drogarte no hará que el dolor desaparezca —contestó Jenny mientras se ponía de pie—. La definición de la locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar diferentes resultados. Prueba hacer algo diferente para cambiar. Te garantizo que no te despertarás con una resaca.
—Esta ha sido una noche realmente dura para mí, justo para merecer una resaca, doc. Puedo obtener algo de licor.
—Yeah, si de eso no me cabe la menor duda. —Jenny sonrió burlonamente—. No acepto tonterías tampoco, Jane Wayne. Ve a casa y acuérdate de que eres una mujer, no un tanque de guerra.
—¿Y eso qué significa?
—Significa que te lo tomes con tranquilidad —dijo Jenny—. Eres una mujer que necesita cariño de vez en cuando. No tengas miedo de tomarlo, ¿ok?.
—Te veré el sábado en el softbol, doc —contestó Crystal, tomando sus llaves.
—Hey, regla número veintiséis. —Jenny estaba enfrente de ella y extendió la mano—. Creo que todo el mundo necesita al menos cinco abrazos al día. Tú estás muy atrasada en cuanto a eso, estoy segura.
—¿Estás bromeando? —de pronto se encontró envuelta en un cálido abrazo y Crystal supo la respuesta—. Sí, sí, está bien, me has dado un abrazo, ¿puedo irme ya?
—Lee tus meditaciones, escribe en tu cuaderno y no olvides establecer contacto con las personas que se preocupan por ti —dijo Jenny mientras soltaba el abrazo—. Te veré el sábado



Historia Traducida por Alesita. Corregida por Abriles
----------------------------------------------------------------------------------------------------------
La Teta Feliz Historias y Relatos ® BL. Miller Derechos Reservados
© Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, registrada o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo, por escrito, del autor.

1 comentario:

  1. me fascina!!! Entro todos los días para leer esta historia, me encanta. Y parece que la escritora es también psicóloga... Qué manera tan exacta de describir una consulta
    :D

    ResponderEliminar

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...